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Resumen
El cultivo del cacao (Theobroma cacao L) ha adquirido gran importancia para Colombia en los últimos años, debido al incremento de las áreas cultivadas y al compromiso con su exportación por parte del Gobierno nacional. Para el año 2018, en el país había aproximadamente 170.000 hectáreas sembradas. Esta especie se cultiva entre los 20° de latitud norte y los 20° de latitud sur, a altitudes comprendidas entre los 0-1200 msnm. Los principales productores de cacao se encuentran ubicados en el continente africano (Ghana y Costa de Marfil), que contribuyen aproximadamente con el 70 % de la producción mundial. En América, la producción se enfoca en cultivos de cacao fino y de aroma, especialmente en países como Ecuador, Perú, Brasil, Colombia, México, entre otros. Los retos que enfrenta este cultivo en la actualidad son diversos: la escasa disponibilidad de mano de obra, la existencia de enfermedades limitantes como las causadas por Moniliophthora roreri y Phythophthora spp., y las restricciones establecidas por los países consumidores frente a la presencia de ciertos metales pesados que son bioacumulados por el cacao y que pueden generar problemas a la salud humana. Por tanto, el objetivo de esta revisión es analizar las diferentes variables que intervienen en este cultivo, como instrumento de consulta para productores y técnicos interesados en este sistema productivo, con el fin de que se convierta en una herramienta en la toma de decisiones del cultivo y de sus implicaciones de establecimiento.
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I. INTRODUCCIÓN
El cacao (Theobroma cacao L) es un cultivo importante en el desarrollo de la economía de algunos países del área ecuatorial (Acosta et al., 2018). Su producción en la cosecha 2016-2017 fue de 4,7 millones de toneladas en el mundo (Lu et al., 2018). Sin embargo, para el año 2016, estas zonas eran responsables de solamente el 14 % de la producción mundial (Campos, Nieto & Oomah, 2018). En la actualidad, los tres principales productores son Costa de Marfil (1.963.949 t), Ghana (947.632 t) e Indonesia (593.832 t), que aportaron el 66,73 % de la producción mundial en el año 2018 (Faostat, 2018; Lu et al., 2018; Campos et al., 2018).
El cacao pertenece a la familia Sterculiaceae y al género Theobroma; este género tiene 22 especies, de las cuales T. cacao L. es comercialmente la más importante debido al valor económico de sus semillas (Kongor et al., 2016). Los mismos autores mencionan que el cacao es cultivado en más de 70.000 km2 en el mundo entre los 20°de latitud norte y sur; es una especie perenne, que en su mayoría de variedades requiere de sombra (Hulme et al., 2018). Una de sus principales características es la de ser cauliflora, con polinización cruzada y monoica. En estado silvestre, los árboles de cacao pueden alcanzar hasta 25 m de altura (Lachenaud, Paulin, Ducamp & Thevenin, 2007).
Algunas de las nuevas variedades de cacao están adaptadas para tener altas producciones en sistemas de libre exposición, pero este tipo de cultivos requiere de un mayor uso de insumos pesticidas y fertilizantes (Niether, Schneidewind, Fuch, Schneider & Armengot, 2019; Espinosa-Alzate & Ríos-Osorio, 2016) y mayor suministro hídrico (De Araújo et al., 2017).
Shavez, Ahmad, Jan y Bashir (2017) mencionan que los principales tipos de cacao (Figura 1) son: el criollo, considerado el de mejor calidad por su sabor medio, notas muy aromáticas y florales y por presentar almendra blanca; el forastero, que se caracteriza por ser una variedad robusta y resistente a condiciones adversas, es la materia prima de aproximadamente el 80 % de la industria chocolatera al proveer los precursores de notas “básicas”; y el trinitario, que es una combinación del criollo y el forastero, caracterizado por presentar notas de vino (Quiroz & Fogliano, 2018).
El principal atributo considerado para la comercialización del cacao es el aroma. El criollo y el trinitario se definen como cacaos finos y de aroma (con calidad y precio de comercialización mayor), mientras que el cacao forastero se considera como cacao tipo bulk/ordinario (Castro, Idrogo-Vázquez, Siche & Cárdenas 2019).
Se pueden obtener muchos productos del cacao, después de la fermentación y el procesamiento de los granos; como pasta fluida o licor (de ahí se hace el chocolate), manteca de cacao y el cacao en polvo. El chocolate se puede usar como barra para consumo directo o como chocolate para hornear; el cacao en polvo es usado por confiteros y panaderos para el recubrimiento de barras de caramelo, galletas y pasteles; además, el cacao en polvo es materia prima para la industria de los helados (Beg, Ahmad, Jan & Bashir, 2017).
Las exportaciones de los derivados del cacao incluyen el cacao en grano, que representa un 27 %, la manteca, el 8 %, la pasta fluida o el licor, el 7 %, el polvo, el 9 % y el chocolate, el 49 %. Para el año 2014 el mayor exportador de chocolate procesado fue el continente europeo representando el 69 % (Arvelo et al., 2016).
Los principales productores de cacao en el mundo comparten dificultades similares que les impiden aumentar la productividad. Ellos indican que estas tienen que ver principalmente con bajos precios de comercialización en finca, altos precios en los insumos requeridos, falta de acceso a los créditos, producción en minifundio, aspectos que desencadenan inadecuados manejos de plagas y enfermedades, deficientes labores de mantenimiento y bajas aplicaciones de nutrientes, y traen como resultado bajas producciones por el agotamiento de los suelos, debido a la pérdida de la fertilidad natural de estos (McMahon et al., 2015; Wessel & Quist, 2015).
Dentro de las actuales dificultades del cultivo de cacao se encuentra la presencia de metales pesados (principalmente cadmio), tanto en almendra como en producto transformado (Gramlich et al., 2018). Esto debido a que la planta bioacumula el metal en la almendra. Según la reglamentación de la Unión Europea, las máximas concentraciones permitidas en suelos agrícolas son de 3 ppm para cadmio y 300 ppm para plomo (Huamaní, Huauya, Mansilla, Florida & Neira, 2012). En el caso de la almendra, el límite permitido por la Cooperación Técnica Alemana (GTZ, por sus siglas en alemán) es de 0,05 mg kg-1 (Acosta & Pozo, 2013). En el caso de Colombia, el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (INVIMA) en el 2016-2017 generó un programa nacional de vigilancia y control de cadmio en productos derivados del cacao y planteó que el licor de cacao debería tener un contenido de cadmio máximo de 5 mg kg-1 (INVIMA, 2016 )
Teniendo en cuenta que no existen productos que sustituyan las cualidades organolépticas, o cultivos de los cuales se pueda hacer chocolate, existe la perspectiva que la demanda de este tipo de materia prima crezca (Utomo, Prawoto, Bonnet, Bangviwat & Gheewala, 2016), pues actualmente el chocolate se considera como un producto de lujo (Castro et al., 2019). En los últimos cincuenta años la demanda mundial de cacao ha aumentado a una tasa de 2,5 % anual, debido al crecimiento del consumo en mercados emergentes como China e India (Singh, Sanderson, Field, Fidelis & Yinil, 2019).
La presente revisión tiene como objetivo analizar las diferentes variables que intervienen en este cultivo, para que sea usado como herramienta de consulta y toma de decisiones previas a la puesta en marcha por productores y técnicos interesados en este sistema productivo.
II. GENERALIDADES DEL CULTIVO
El árbol de cacao (Theobroma cacao L.) es nativo del sotobosque de la selva amazónica, por esta característica su desarrollo se da bien bajo un dosel de arboles de sombra y también bajo diversos sistemas agroforestales (Niether et al., 2019). Una de las principales limitantes para su cultivo es la disponibilidad hídrica, pues el patrón de cultivo está relacionado con altas precipitaciones, debido a que la planta de cacao es susceptible a la sequía (Adams, Acheampong, Kyereh & Kyereh, 2017).
Shavez et al. (2017) afirman que la producción de cacao varía de acuerdo con el país y el tipo de cacao que se cultive (Tabla I); la producción abarca desde sistemas de monocultivo a plena exposición hasta sistemas agroforestales muy diversos (Niether et al., 2017).
Colombia, para el periodo de cosecha 2018, contaba con un área sembrada de cerca de 176.050 ha y con producción de 56.867 t año-1. Siendo el departamento de Santander el mayor productor, con el 41,4 % de la producción nacional, seguido por Antioquia con 8,6 % y Arauca con 7,9 % (Fedecacao, 2019). Las siembras en estas zonas se han realizado con materiales híbridos trinitarios y amazónicos, descendientes de híbridos y clones introducidos (Agudelo-Castañeda, Cadena-Torres, Almanza-Mechán & Pinzón-Sandoval, 2018).
En este sentido, existe una diversa variabilidad genética adaptada a los diferentes parámetros climáticos que se presentan en las zonas agroecológicas del país, lo que permite ser cultivado bajo condiciones de diferentes sistemas de producción, en asocio con especies como fríjol (Phaseolus vulgaris L.), yuca (Manihot esculenta Crantz.), plátano (Musa sp.), como sombríos transitorios; o con sistemas de sombríos permanentes con árboles frutales o maderables, los cuales le permiten al agricultor tener fuentes de ingreso adicionales (Mejía & Palencia, 2004).
La implementación de sistemas productivos a plena exposición podría acarrear inconvenientes ecológicos, como alteración de la calidad del suelo, pérdida de la biodiversidad, degradación de los bosques, emisión de gases de efecto invernadero que afectan directamente la calidad del suelo y el rendimiento del cultivo (Ebagnerin et al., 2015).
III. PRINCIPALES PLAGAS Y ENFERMEDADES DEL CACAO
Las enfermedades de los cultivos son un problema creciente en el mundo, se estima que por su efecto se pierde entre un 20-40 % de la productividad global (Andres et al., 2018); aunque se espera que la demanda de cacao siga creciendo (Utomo et al., 2016), la productividad de este ha disminuido considerablemente a causa de la reducción de la fertilidad natural del suelo, aumento de plagas y enfermedades y un clima cada vez más seco y cálido (Blaser, Oppong, Yeboah & Six, 2017). Las principales enfermedades y plagas que afectan el cultivo son: Moniliasis, Phytopththora, virus de los brotes inflamados del cacao (CSSVD), y perforadores del fruto (Jaimes & Aranzazu 2010; Andres et al.,2017).
A. Moniliasis
La pudrición de la vaina helada, moniliasis, monilia, mancha helada, nieve, o pasmo, como es conocida la enfermedad, es causada por el hongo Moniliophthora roreri (Cif. & Par), considerada la principal enfermedad que afecta los cultivos de cacao en Colombia y otros países de América central y Suramérica (Cubillos, 2017). Díaz-Valderrama y Aime (2016) mencionan que han sido descritas dos especies de M. roreri, que se diferencian principalmente por su tamaño de espora y el huésped, M. roreri var. Roreri, que produce pequeñas esporas e infecta principalmente a especies de los géneros Theobroma y Herrania, mientras que M. roreri var. Gileri produce esporas grandes y tiene a T. gileri como única especie huésped.
Los daños por esta enfermedad en Colombia alcanzan más del 40 % de la producción anual del país (Cárdenas, Darghan, Sosa & Rodríguez, 2017), en términos de pérdidas de grano comercial significaría 28.000 t sobre una producción aproximada de 42.000 t (Correa, Castro & Coy, 2014). Su presencia en algunos países de América como Cuba se considera como de tipo cuarentenario (Martínez & Pérez, 2015).
Correa et al. (2014), Evans (2016) y Jaimes y Aranzazu (2010) sugieren diversas medidas de control contra este patógeno. Estas incluyen un control cultural a través de la remoción de frutos infectados antes de la esporulación del patógeno (cada siete días), podas de mantenimiento por lo menos dos veces al año. Algunos productos de síntesis química de tipo protectante (a base de cobre) pueden ser combinados con la medida cultural en las épocas de alta incidencia de la enfermedad, aplicándose semanalmente durante dos meses, iniciando en la época de mayor floración (Jaimes & Aranzazu, 2010). En el aspecto biológico, los anteriores autores manifiestan que se han llevado a cabo diferentes estudios con micoparásitos; sin embargo, estas medidas han funcionado para disminuir la incidencia de la enfermedad, pero no su erradicación. Un último aspecto para tener en cuenta es el control genético, dado que se convierte en la mejor opción para adoptar por parte del productor; sin embargo, son escasas las investigaciones en materiales genéticos que presenten resistencia a la enfermedad (Jaimes & Aranzazu, 2010).
Teniendo en cuenta lo anterior, para el control se requieren conocimientos sobre la fase biotrófica del patógeno, que serían importantes para entender completamente su dinámica y los factores que inician la conversión de biotrófo a necrotófo (Bailey, Ali, Strem & Meinhardt, 2018; Jaimes et al., 2016).
B. Phytopththora
Conocida como la vaina negra de cacao, causada por algunas especies del género Phytophthora (P. palmivora, P. megakarya, P. capsici, P. citrophthora, P. nicotianaevar. Parasitica, P. megasperma y P. arecae) es también una de las enfermedades más limitantes en el cultivo (Akrofi, Amoako, Assuah & Asare, 2015; Legavre et al., 2015; Instituto Colombiano Agropecuario [ICA], 2012); McMahon et al. (2015) señalan que las pérdidas por esta enfermedad pueden llegar hasta el 50% de la producción e irse incrementando con periodos particularmente húmedos; si la incidencia de esta enfermedad coincide con la temporada principal de cosecha, se puede convertir en un problema grave para los productores.
El patógeno puede infectar diferentes estados de desarrollo de la planta, causando tizón en plántulas y tejidos vegetativos de árboles maduros, cancro en el tallo, y en las vainas de los árboles ocasionar la pudrición de la vaina de Phytophthora (Ppr, o vaina negra) (Purwantara et al., 2015).
Ramírez (2016) hizo seguimiento a la evolución de la enfermedad durante varios años en una finca de Colombia y encontró que la incidencia y la severidad variaban de acuerdo con condiciones como edad del árbol (mayor incidencia en árboles de mayor edad), ubicación del lote (alta heterogeneidad) explicada en diferentes altitudes evaluadas (1000-1300 msnm), topografía de montaña (donde se pueden presentar diferentes microclimas).
Las pérdidas reportadas por Ramírez (2016) equivalen en promedio durante los tres años de evaluación a 81,27 kg ha-1 año-1. Si se analiza donde una unidad agrícola familiar necesita mínimo cuatro hectáreas para obtener rentabilidad en el cultivo y teniendo como base los precios reportados por Agronet (2020), para marzo se tendría una pérdida aproximada de 2.714.418 pesos colombianos. Teniendo en cuenta que las labores realizadas en la investigación de Ramírez (2016) estaban enfocadas en un manejo agronómico, se esperaría que estas pérdidas aumenten en lotes donde el manejo no es el adecuado.
Numerosos estudios se han llevado a cabo en la búsqueda de un control efectivo de este patógeno. Por ejemplo, Ndoungue et al. (2018) reportan medidas como la búsqueda de variedades mejoradas, control cultural, aplicaciones de agroquímicos (especialmente a base de Cu), aplicaciones de algunos antagonistas como los del género Trichoderma, pero hasta el momento ninguna de las investigaciones reporta eliminación total del patógeno.
C. Virus de los brotes inflamados del cacao (CSSVD)
La CSSVD (Cocoa Swollen Shoot Virus Disease, por sus siglas del inglés) es uno de los factores que más ha limitado la productividad de los cultivos de cacao en el oeste africano por más de ochenta años, siendo particularmente severa en Ghana donde se ha observado desde 1922 (Andres et al., 2017).
La identificación de plantas infectadas por el virus se ha basado principalmente en el análisis de los síntomas visuales. Sin embargo, las deficiencias nutricionales también pueden presentar síntomas similares a las de la infección producida por el virus, por lo que el diagnóstico podría ser engañoso (Obok, Wetten & Allainguillaume, 2018). Los mismos autores señalan que una alternativa para el diagnóstico temprano de la enfermedad es el estudio molecular de algunas cochinillas que son consideradas como los principales vectores de la enfermedad, los avances en este campo permitirán un diagnóstico precoz antes que la planta de cacao empiece a manifestar los síntomas visibles.
D. Perforadores del fruto de cacao
En los últimos años en el continente americano se han disparado las alertas a causa de insectos que perforan el fruto del cacao, causando una serie de daños, tanto a la almendra como a los procesos poscosecha (fermentación previa de las almendras). Son diversas las especies de insectos que atacan el fruto del cacao, en su mayoría las identificadas son del orden Lepidoptera (ICA, 2017; Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas [INIA], 2004).
Carabalí, Senejoa y Montes (2018) citan dos especies de importancia económica en cuanto al daño producido a frutos de cacao: Carmentaforaseminis . Carmentatheobromae, de las cuales la primera es considerada la más limitante en cultivos en Panamá, Venezuela, Brasil y Colombia, dado que se caracteriza por barrenar el material placentario y las semillas del fruto.
Dentro de los posibles controles para este tipo de insectos se encuentran los reportados por Figueroa, Ramírez, Katil y Rieche(2013), donde los aislamientos nativos de Paecilomyces sp. y Lecanicillium sp. demostraron resultados patogénicos para larvas del insecto C. foraseminis en último estadio.
Por su parte, Carabalí et al. (2018) presentan un análisis detallado de manejo agronómico que va desde el monitoreo hasta el manejo de trampas, atrayentes, medidas de tipo cultural (remoción y solarización de frutos afectados) y utilización de algunos enemigos naturales como especies de Trichograma sp., Telenomus sp., Brachymeria sp., Polistes sp.,y un hongo entomopatógeno (Paecelomyces sp).
IV. PROBLEMAS DE CONTAMINACIÓN POR METALES PESADOS
El cultivo de cacao absorbe metales pesados que se encuentran en el suelo y los acumula en las semillas. En el caso de metales como el cadmio y el plomo, estos se encuentran presentes en la corteza terrestre de manera natural en forma de minerales o han sido introducidos por acción antropogénica, siendo absorbidos por las plantas independientemente de su origen (Huamaní et al., 2012).
Las plantas cultivadas representan una de las principales formas de translocación de los metales pesados desde los suelos hasta los seres humanos, dado que estos pueden acumularse en los tejidos que son consumidos y afectar la calidad de la dieta (Rodríguez, Darghan & Henao, 2019).
La contaminación por cadmio (Cd), plomo y otros metales pesados representa uno de los mayores riesgos para la salud humana y su seguridad alimentaria (Chávez et al., 2015; Rodríguez et al., 2019), debido a que sus altos niveles en el organismo humano pueden estar relacionados con la aparición de enfermedades crónicas como disfunción renal, formación de cálculos renales, defectos respiratorios, esqueléticos, reproductivos y endocrinos y alteraciones del metabolismo del calcio (Arévalo, Arévalo, Baligar & He, 2017). Al respecto, Kruszewski, Obiedzinski y Kowalska (2018) afirman que la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) ha clasificado el cadmio como cancerígeno para humanos (grupo 1).
La acumulación de cadmio por parte de las plantas de cacao ha sido recientemente de interés público, después de que se encontraran productos a base de cacao con altos contenidos de este metal (> 100 μg kg-1de Cd) (Gramlich et al., 2018).
Son diversas las formas como el suelo cultivable se puede contaminar con cadmio, desde la misma meteorización de las rocas, la acumulación de ciertos lodos, el estiércol de ganado y la contaminación antropogénica proveniente de actividades industriales y realización de prácticas de aplicación de fertilizantes fosfatados (Lewis, Lennon, Eudoxie & Umaharan, 2018). De acuerdo con las regulaciones de la Unión Europea, se han definido los rangos máximos de contenido permisible de plomo y cadmio en el chocolate y cacao en polvo comercializados en Europa (Tabla II).
Diferentes investigaciones han encontrado que durante el proceso de beneficio de la almendra de cacao pueden ocurrir variaciones fisicoquímicas del grano como consecuencia del tipo de fermentador utilizado y su tiempo de secado, que afectan las concentraciones de los metales y la calidad del producto final (Casteblanco, 2018).
Se detallan varios estudios donde se caracteriza la absorción de cadmio por las plantas de cacao, los niveles naturales en el suelo y los niveles encontrados en producto procesado (Romero-Estévez, Yánez-Jacome, Simbaña-Farinango & Navarrete, 2019; Kruszewski et al., 2018; Lo Dico et al., 2018; Argüello et al.,2019).
Gramlich et al. (2017) observaron la captación de Cd por parte de las plantas de cacao en sistemas agroforestales y de monocultivo, aunque se presentaron diferencias estadísticas comparando sistema agroforestal cultivado con el material genético TSH 565, que se caracterizó por acumular menor cantidad de Cd en la hoja de los árboles, cotejado con el sistema a libre exposición cultivado con ICS 1. No se pudo concluir que alguno fuese mejor, pues no fue posible separar en el análisis estadístico la variable tipo de sombrío de la variable material genético.
V. ECONOMÍA RURAL ALREDEDOR DEL CACAO
La dinámica de la pobreza rural ha sido objeto de diversos estudios y políticas; sin embargo, no se ha hecho un compromiso directo para establecer la relación entre la intensificación de la agricultura de manera sostenible y una comprensión más matizada de la pobreza como un fenómeno multidimensional y socialmente desagregado (Hirons et al., 2018).
Una de las dificultades que se presentan de manera general en los productores es que solo tienen una visión a corto plazo, no solo en el manejo del dinero, sino también en aspectos relacionados con el manejo del cultivo, lo cual se encuentra relacionado con una variación en el precio, pues está demostrado que a medida que aumenta el valor del producto, se incrementan los cuidados al sistema productivo (Montoya, Montoya & Lowy, 2015).
Existen alrededor de 570 millones de espacios productivos familiares en todo el mundo, que producen el 80 % del suministro mundial de alimentos; de estas fincas familiares, aproximadamente el 72 % corresponde a predios con menos de una hectárea (Curry et al., 2015).
El cultivo de cacao en el siglo XXI se ha convertido en el foco de atención de medios de comunicación y agencias gubernamentales principalmente por la existencia de condiciones laborales irregulares. Los principales estudios que están relacionados con esta problemática se centran en el trabajo infantil, la inequidad de género y condiciones injustas de trabajo de miles de trabajadores, principalmente en el continente africano (Vásquez et al., 2019).
Peprah (2015), por ejemplo, analiza exhaustivamente como la calidad de vida de los productores de cacao ha sido tomada a la ligera, no se toma en cuenta la real importancia que tiene para el desarrollo el bienestar de los productores agrícolas. En las economías en desarrollo, la mayoría de la población vive de la agricultura, por lo que al hablar de agricultura sostenible y medios de vida sostenibles no se puede desconocer que ambos temas están estrechamente relacionados.
La producción de grano de cacao es una de las principales fuentes de ingresos para más de cinco millones de pequeños productores del mundo (Niether et al., 2019; Buyer, Baligar, He & Arévalo-Gardini, 2017), para estos minifundistas los ingresos recibidos por concepto de la producción de cacao corresponden entre el 70 % y 100 % de los ingresos percibidos anualmente para su hogar (Adams et al., 2017); en total 50 millones de personas, aproximadamente, dependen del cacao y sus productos derivados (Quiroz & Fogliano, 2018; Utomo et al., 2016); este sistema productivo está caracterizado por una fuerte inversión de mano de obra de tipo familiar (Vásquez et al., 2019).
El área total de las fincas típicas cacaoteras en Asia y África está entre dos y cuatro hectáreas, con una producción promedio de 300-400 kg de cacao seco fermentado en África y alrededor de 500 kg en Asia; en América los predios suelen ser más grandes con producciones de entre 500-600 kg ha-1 (Shavez et al., 2017).
Desde que la FAO lleva la estadística de la producción de cacao en grano (1961), hasta la última cosecha reportada (2018), se pasó de producir 1.186.364 t a 5.252.377 t (Figura 2), si bien parece un aumento considerable de más de cuatro millones de toneladas, estas no están representadas por un aumento en la productividad por unidad de área, que se mantiene por debajo de los 500 kg ha-1 año-1 (402,6 kg ha-1 promedio desde 1961-2018), sino en la necesidad de haber ampliado la frontera agrícola, pasando de 4.403.484 ha en 1961 a 11.834.970 ha en la cosecha del 2018.
Tothmihaly, Ingram y Von Cramon(2019) proponen tres alternativas que ayudan a mejorar los ingresos de los agricultores y la demanda mundial de producto: la primera está referida al aumento de las áreas cultivadas; la segunda menciona aumento en el uso de insumos intermedios (como fertilizantes, productos químicos y pesticidas), por último sugieren una eficiencia técnica, que se traduce en maximizar los productos usando un nivel fijo de insumos. Sin embargo, los mismos autores señalan que este tipo de opciones para incrementar la producción puede traer como consecuencia daños ambientales como pérdida de nutrientes, en la biodiversidad, aumento de polución y efectos directos en el cambio climático.
El manejo del cultivo como un agroecosistema es una alternativa que ha tomado fuerza. Kieck, Zug, Huamaní, Gómez y Cierjacks (2016) afirman que este tipo de cultivos juega un papel importante en la conservación de la vida del planeta. Existe una creciente evidencia de que esa biodiversidad podría ser benéfica para la producción agrícola, al crear agroecosistemas con una alta diversidad que pueden ser altamente productivos (ej. sistemas agroforestales).
Estos sistemas agroforestales (SAF) constituyen una alternativa ante el problema de los monocultivos, permiten que estos sean desplazados, dado que implican la combinación de árboles de tipo forestal con otros cultivos, lo que posibilita optimizar la producción mientras que se respeta el principio de obtener rendimientos sostenibles (Mata-Anchundia et al., 2018).
VI. CONCLUSIONES
La anterior revisión permite identificar las dificultades a las que actualmente se enfrentan los productores mundiales de cacao. Temas limitantes como los metales pesados que se bioacumulan en el grano y pueden afectar la salud humana junto con plagas y enfermedades serán los desafíos por superar a corto plazo. Lo anterior es clave a la hora de tomar la decisión de establecer un cultivo de cacao.
Por otra parte, es clara la oportunidad que existe alrededor de este cultivo por la creciente demanda de productos procesados en países como Brasil, India y China. Estas economías emergentes han hecho que durante los últimos años el consumo se incremente y se presente un déficit en la producción requerida.
Producir cacao con enfoque agroforestal se convierte en una alternativa para los productores, para que su flujo de caja no dependa exclusivamente del cacao; además aporta a la conservación del ecosistema y reduce el uso de insumos externos.
Resumen
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I. INTRODUCCIÓN
II. GENERALIDADES DEL CULTIVO
III. PRINCIPALES PLAGAS Y ENFERMEDADES DEL CACAO
A. Moniliasis
B. Phytopththora
C. Virus de los brotes inflamados del cacao (CSSVD)
D. Perforadores del fruto de cacao
IV. PROBLEMAS DE CONTAMINACIÓN POR METALES PESADOS
V. ECONOMÍA RURAL ALREDEDOR DEL CACAO
VI. CONCLUSIONES