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Ramírez, H. (2021). Drogas, defensa social y biopolítica.
Cuestiones de Filosofía, 7 (29), 37-57.
https://doi.org/10.19053/01235095.v7.n29.2021.12786
La biopolítica es el concepto propuesto por Foucault para identificar una
forma de práctica política del todo novedosa, y que será característica de la
modernidad. Se trata de la gestión a través de las técnicas de poder, de las
dinámicas propias de la vida (salud, higiene, natalidad, longevidad, raza) que
acontecen en el interior del cuerpo social. El filósofo emplea, por primera
vez, el concepto de biopolítica en la segunda de sus conferencias sobre
medicina social dictada en la Universidad de Río de Janeiro en el año de
1977. Es importante señalar, como menciona Roberto Casto, que Foucault
no realizó en vida un trabajo editorial sobre el tema de la biopolítica, sin
embargo, abordó el concepto en repetidas ocasiones entre los años 1974 y
1979, sin proporcionar una teoría general de la noción (Castro, 2011).
Resulta esclarecedora la relación existente entre medicina y biopolítica
propuesta por Foucault en varios de sus escritos. En la misma conferencia
sobre medicina social, el concepto de biopolítica aparece enmarcado en los
procesos histórico-sociales que llevaron a la constitución de una medicina
con vocación pública en el transcurso del siglo XVIII. En tanto que asunto
público, la salud como objetivo del saber y la práctica médica, abre una serie
de problemas vinculados a las relaciones del sujeto con el cuerpo. Al respecto,
Foucault señala: “El control de la sociedad sobre los individuos no se realiza
sólo por la conciencia o la ideología, sino también en el cuerpo y con el
cuerpo. Para la sociedad capitalista, es la biopolítica lo importante, ante todo,
lo biológico, lo somático, lo corporal” (1999, p. 366).
Integrada a los programas gubernamentales, la medicina atenderá en adelante
cuestiones tan diversas como el cuidado de los pobres, la prevención de
plagas y enfermedades contagiosas, el cuidado de los alimentos y del agua,
el drenaje y limpieza de los centros urbanos, así como el uso excesivo de
bebidas alcohólicas y tabaco (Rosen, 2005). El saber médico ya no estará
determinado por la clínica, por todo aquello que compete a la enfermedad,
los síntomas y el malestar. Desde su vocación social dirigirá sus esfuerzos
a garantizar la salud de la población, promoviendo medidas higiénicas y
prohibiendo conductas consideradas dañinas como el consumo excesivo de
alcohol, tabaco y, hacia mediados del siglo XIX, otro tipo de drogas.
Todo este empoderamiento de la medicina, o para ser más precisos su
transformación en estrategia de poder, describe una intervención creciente
en la existencia de los individuos y los grupos. Esa intervención médica