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Cabrera, D. (2021). Entre la vida y la muerte: el dolor. Un acercamiento foucaultiano.
Cuestiones de Filosofía, 7 (29), 139-155.
https://doi.org/10.19053/01235095.v7.n29.2021.13161
La vida, la enfermedad y la muerte
El poeta es un fingidor / Finge tan completamente que hasta finge que es
dolor, el dolor que de veras siente / Y quienes leen lo que escribe, sienten,
en el dolor leído, no los dos que el poeta vive sino aquél que no han tenido
(Pessoa, Antología poética, p. 132).
Este escrito inicia reconociendo que la vida, la enfermedad y la muerte han
estado históricamente en el análisis de los sistemas de verdad, saber, poder
y gobierno. Por ejemplo, en La historia de la locura en la época clásica,
publicada en 1961, Foucault (2015) afirma que se consideraba al loco como
un hijo del mar, el bobo y el necio fueron parlanchines y vagabundos durante
el siglo XVII. Hacia el XVIII surgió la figura del enfermo peligroso y la
desgarbada locura, dueña de las calles, fue confinada y desplazada por la
razón: “En todo caso, la historia de la locura no es una trayectoria de la razón
hacia la verdad, sino que es una progresiva dominación de la locura para
integrarla en el orden de la razón (…)” (Machado, 1999, p. 21).
En El nacimiento de la clínica. Una arqueología de la mirada médica,
Foucault (2006) expone que la vida se presenta amenazada por la enfermedad
y la muerte. Lo que interesa al autor en esa obra es el discurso de la medicina
en su relación con la clínica. Valiéndose del médico y de la idea de cuerpo
enfermo, se muestra la emergencia de la medicalización: “La clínica figura,
por lo tanto, como una estructura esencial para la coherencia científica,
pero también para la utilidad social y para la pureza política de la nueva
organización médica (…)” (Foucault, 2006, p. 107). En la obra mencionada
se encuentra un capítulo dedicado a la creación y funcionamiento de los
hospitales. Se afirma en ella que estas instituciones jugaron un papel central
en la organización del conocimiento médico, en la transmisión de ese saber y
en la habilitación profesional de ciertos sujetos para intervenir, hablar y ver
claramente los rasgos de la enfermedad y de la muerte. Con esos elementos
se estructuró el discurso de la medicina y se registró una racionalidad, un
lenguaje y una gramática:
Esta nueva estructura está señalada, pero por supuesto no agostada, por el
cambio ínfimo y decisivo que ha sustituido la pregunta: “¿Qué tiene usted?”,
con la cual se iniciaba en el siglo XVIII el diálogo del médico y del enfermo
con su gramática y su estilo propios, por esta otra en la cual reconocemos
el juego de la clínica y el principio de todo su discurso: “¿Dónde le duele a
usted?” (p. 14).