Volo ut sis: A reection on love and authenticity through four scenes
Volo ut sis: Una reexión en torno al amor y la autenticidad a través
de cuatro escenas
Constanza Iturriaga Baeza
Academy of Christian Humanism University, Chile
Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Chile
ISSN: 0123-5095 E-ISSN: 2389-9441
Cuestiones de Filosofía Vol. 10 - N° 34. Enero - junio, año 2024, pp. 17-40.
Artículo de Reexión
Resumen
El presente artículo propone una relación
entre la exhortación pindareana de
“llegar a ser quien se es” interpretada
aquí como autenticidad, y el fenómeno
del amor en el contexto de la analítica
existencial del Dasein expuesta en Ser
y tiempo. Siguiendo lo que el propio
Heidegger sostiene décadas más tarde en
los Seminarios de Zollikon: el Cuidado,
correctamente comprendido, no es distinto
del amor. Con el n de fundamentar la
lectura propuesta del amor en su clave de
autenticidad, nos detendremos en cuatro
escenas: Píndaro, Nietzsche, San Agustín
y Heidegger. Esta “puesta en escena”
busca poner de relieve, y hacer clara, la
co-pertenencia entre autenticidad y amor,
planteando de este modo que cualquier
desarrollo losóco que pretenda hacer un
análisis sistemático sobre el amor, debiese
tomar en consideración necesariamente
la voluntad que encontramos en los
amantes de que su amado o amada
llegue a ser quien verdaderamente es.
Al mismo tiempo, esta prerrogativa tiene
implicancias ontológicas que no podemos
omitir, tanto para nuestra interpretación de
nosotros mismos, como para el problema
de la mencionada prerrogativa respecto al
tránsito que habría entre el ser y el no-ser
–o entre el no-ser-todavía y el llegar-a-
ser–, lo cual –sin dejarnos llevar por las
distinciones metafísicas clásicas, como
las de potencia y acto, sugiere un modo
particular de desocultamiento, y un modo
particular de ποίησις.
Palabras clave: autenticidad, llegar-a-ser-quien-se-es, cuidado, amor, Heidegger.
Recepción / Received: 01 de octubre del 2023
Evaluado / Evaluated: 16 de noviembre del 2023
Aprobado / Accepted: 24 de noviembre del 2023
Historia del artículo / Article Info:
Correspondencia / Correspondence: Constanza Iturriaga
Baeza. Universidad Academia de Humanismo Cristiano,
Condell 343, Providencia, Región Metropolitana, Chile (Código
Postal: 7500000). Correo-e: constiturriaga@gmail.com
Citación / Citation: Iturriaga Baeza, C. (2024). Volo ut sis:
A reection on love and authenticity through four scenes.
Cuestiones de Filosofía, 10 (34), 17-40.
https://doi.org/ 10.19053/01235095.v10.n34.2023.16615
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Abstract
This paper suggests a correlation between Pindars exhortation on becoming
who one is interpreted here as authenticity, and the phenomenon of
love in the context of the existential analysis of Dasein in Being and Time.
Following what Heidegger himself argues decades later in the Zollikon
Seminars: Care, correctly understood, is not dierent from love. In order
to ground the proposed reading of love in its key of authenticity, we will
examine four scenes: Pindar, Nietzsche, St. Augustine and Heidegger. This
mise-en-scèneseeks to highlight and clarify the mutual belonging between
authenticity and love, thus suggesting that any philosophical development
that intends to make a systematic analysis of love must necessarily take into
account the will that we nd in lovers for their beloved to become who he or
she truly is. At the same time, this prerogative has ontological implications
that should not be left unnoticed, both for our interpretation of ourselves,
and for the problem of the aforementioned prerogative regarding the transit
that takes place between being and not-being or between not-yet-being
and be-coming. This suggests without getting carried away by classical
metaphysical distinctions, such as those of potency and act a particular
mode of unhiding, and a particular mode of ποίησις.
Keywords: authenticity, becoming the-one-who-one-is, care, love, Heidegger.
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four scenes. Cuestiones de Filosofía, 10 (34), 17-40.
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Palabras introductorias
Inicio este trabajo con una serie de citas de autores de diversos períodos y
tradiciones. Es mi intención que ellas funcionen a modo de escenas, que nos
instalen en una reexión que permita observar con mayor claridad las relaciones
e hipótesis subyacentes al presente escrito. Escena no es un término azaroso:
proviene del griego σκηνή, y su variado repertorio de signicados podría ser
dividido, de acuerdo a su tematización, en dos áreas: una que acuña bajo el
mismo vocablo a distintas nociones relativas a una vivienda o estancia, un
lugar o estructura en la cual estamos a resguardo (caseta, tienda de campaña,
campamento, cabaña, choza, cabina, etc.). En un segundo sentido, σκηνή se
asocia a la edicación o construcción sobre la cual se desarrolla una obra de
teatro o acto de entretenimiento (escenario). Es justamente desde el teatro (el
arte escénico por excelencia), donde encontramos la “puesta en escena” del
francés Mise-en-scène, que indica la preparación previa a la representación
de la obra; aquel previo poner en orden los distintos elementos que conjugan
su totalidad. Finalmente, este segundo sentido permite el paso del signicado
de σκηνή como sostén material y medial que permite el desenvolvimiento de
la obra, a la signicación de lo representado en el escenario mismo, esto es,
la obra de teatro propiamente tal.
Mi propuesta, por tanto, constituye una primera puesta en escena que con-
gura un observar previo de aspectos y conceptos que se abordarán de modo
más preciso y detenido en las siguientes páginas.
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Escenas
1
: Píndaro, San Agustín de Hipona, Nietzsche y Heidegger
En las siguientes páginas mostraré los contextos en los que surgen estas
escenas, para luego pasar, en la cuarta de ellas, a la reexión y a la crítica que
fundamenta la conexión entre las citas propuestas y el hilo argumentativo
que sustenta una lectura del amor en clave de autenticidad.
Píndaro
La primera de estas citas, la de Píndaro, se estima que fue escrita alrededor
del 475 A.C. Píndaro, el poeta griego originario de Tebas, pertenece a un
período especialmente relevante en la historia de la Grecia antigua, a saber,
justo entre el n de la época arcaica y el comienzo de la época clásica,
en este tránsito histórico entre las tiranías y la democracia. De sus obras
,
destacaremos los epinicios, odas dirigidas a los vencedores de los juegos
atléticos (Olímpicos, Píticos, Ístmicos y Nemeos). De las odas pertenecientes
a los juegos píticos surge la cita con la que he dado inicio a la exposición. La
frase se halla en el encomio a Hierón de Siracusa
2
, en la segunda de las Odas
Píticas
3
: γένοι᾽ οἷος ἐσσὶ μαθών (Pind. P. 2.73
4
).
Pareciera que esta oda tiene, por una parte, una intención política: “eliminar
la desconanza entre Hierón y el poeta” como plantea Alfonso Ortega en su
traducción de Odas y Fragmentos (Píndaro, 1984, p. 148), y seguramente,
congraciarse con él para obtener sus favores, pues Hierón era conocido como
un amigo y patrón de las artes. A su vez, es de suponer que durante este
período de grandes cambios en el orden social de la antigua Grecia, Píndaro
ha visto en la gura de Hierón la posibilidad de una mayor estabilidad política.
1 El orden de las escenas no es cronológico, y esto se debe a una razón de contenido. El presente tra-
bajo surge a partir de la investigación doctoral (en curso), donde he planteado dos diadas de análisis:
Píndaro-Nietzsche y San Agustín-Heidegger. El motivo de esta separación corresponde a que, tanto
en Nietzsche como en Heidegger, se halla una inuencia directa de los autores clásicos.
2 Tirano de Siracursa, entre 478 y 467 A.C. De las 12 odas que componen las Píticas, tres de ellas
tienen como destinatario a Hierón.
3 Los juegos píticos eran celebrados en honor al dios Apolo en Delfos. Debido a la complejidad que
supone la periodización de la obra de Píndaro, no hay seguridad de que la Oda Pítica II tenga rela-
ción o no con la victoria pítica de Hierón en Delfos.
4 La cita referenciada de este modo hace alusión a la obra clásica en griego (P.2.73), y la cita refe-
renciada en las líneas posteriores hace alusión a la obra traducida al español por Alfonso Ortega
(Píndaro, 1984, p.148).
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Por otra parte, unido a este motivo político, hay también un motivo moral.
Con una exposición a través de mitos (como el de Ixión y los centauros),
ejemplicaciones y comparaciones de carácter, Píndaro reconoce en Hierón
un comportamiento honorable, valiente y noble, y lo insta a seguir en este
camino. En este contexto de encomio y reconocimiento, surge la frase γένοι᾽
οἷος ἐσσὶ μαθών, que traduzco como “Habiendo aprendido, conviértete en
aquel que eres”.
A primera vista, esta frase parece no conectar con lo anteriormente expuesto
en la oda, ni con lo posterior, pues no se ofrece ninguna introducción ni
justicación de la sentencia. Hasta ese momento, Píndaro había observado
ya algunos comportamientos dignos de alabanza y otros dignos de reproche.
El comportamiento reprochable es especialmente ejemplicado en la gura
de Ixión, quién ha pasado a la historia por su “doble delito” (p. 150): haber
sido el primer griego en asesinar a un pariente, violando con este hecho la
ley de hospitalidad (ξενία), y haber intentado seducir a Hera. De acuerdo a
la exposición de Píndaro, pareciera que el pecado más grande que cometió
Ixión es el de desagradecimiento, tanto a Zeus quien habiéndolo perdonado
y puricado por verter sangre fraterna, fue traicionado por éste al intentar
seducir a su esposa, como a su suegro quien dio en mano a su hija y
conó en él cuando fue invitado a cenar a su hogar. Se muestra con esto
la importancia del agradecimiento hacia nuestros bienhechores, idea que
comienza temprano en la oda a partir del verso 17.
Hierón, por tanto, es alguien a quien los ciudadanos de Siracusa debiesen
agradecer por ser un “bienhechor”, pues la ha hecho poderosa bajo su mandato,
ha sido patrón de las artes y las letras, y ha comandado victoriosamente las
tropas del ejército siracusano. Tras este paso por la mitología, Píndaro vuelve
a las alabanzas de Hierón: “A modo del precioso fardo fenicio se te envía este
canto por el grisáceo mar: contempla de grado el canto castóreo en eólicas
cuerdas, percibe el encanto de la lira de siete sonidos” (P. 2.69-72).
Entonces aconseja: γένοι᾽ οἷος ἐσσὶ μαθών (P. 2.73): “Habiendo aprendido,
conviértete en aquel que eres”. La idea no es desarrollada con mayor
profundidad posteriormente. El verso siguiente, de hecho, continúa en otra
dirección, mostrando un contraste entre la belleza o la gracia que encuentran
los niños en los monos, y la prudencia propia de Radamanto, conocido en
la mitología por ser un gobernante y juez justo e insobornable. ¿Qué hace
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entonces esta exhortación entre los versos en torno al deseo poético de hacer
escuchar su canto a Hierón, y la alusión a Radamanto? La única conectividad
que podemos ver, por ahora, es el desarrollo del motivo moral, que distingue
por contraste lo bueno y honroso (como virtudes deseables de tener o
adquirir), de lo malo e ignominioso.
Nietzsche
La segunda de estas escenas es propuesta en el aforismo 270 de la Ciencia
Jovial
5
(Nietzsche, 1990, p. 157), obra publicada en 1882, y en 1887 (en su
segunda edición). Para comprender y dimensionar la relevancia que tiene esta
cita, considero necesario contextualizar la década en la que surge, teniendo
en consideración dos ámbitos: tanto el de la producción losóca como el de
carácter biográco (1880-1889).
Esta época fue para el lósofo muy productiva, pese a que su salud había
comenzado ya su irreversible declive
6
. Aunque sus problemas de salud eran
de larga data (en 1879 había renunciado a su cátedra de Filología clásica en
la Universidad de Basilea por este motivo), es en enero de 1889 cuando se
considera, usualmente, que adviene su “descenso en la locura
7
”. A principios
de la década, en 1882 mientras edita la Ciencia Jovial, Nietzsche entabla
una intensa amistad con Lou Andreas-Salomé, que termina poco tiempo
después. Durante este tiempo, el lósofo repite el tópico del aforismo 270
de la Ciencia Jovial en tres cartas dirigidas a Lou (“Debes llegar a ser quien
eres”, Du sollst der werden, der du bist). La primera está fechada a nales de
agosto en Naumburg, y dice lo siguiente:
5 Me adhiero a la observación de Sánchez Pascual (Nietzsche, 1990, pp. VIII-IX), para ser el al título
de esta obra: Die fröhliche Wissenschaft, es traducido por Sánchez Pascual como la Ciencia Jovial.
El nombre de Gaya Scienza no es propiamente una traducción del título, sino una reducción del
título al subtítulo de la segunda edición de 1887.
6 El diagnóstico de la enfermedad que habría padecido Nietzsche permanece siendo objeto de
estudio y controversia. En vida, y tras el episodio de 1889, el lósofo fue diagnosticado con una
parálisis progresiva, muy probablemente a consecuencia de una infección por sílis (Janz, 1985,
pp.12-14). Este diagnóstico de sílis ha sido cuestionado por distintos estudios y autores (Gass,
2012; Hemelsoet, D. et al, 2008; Kaufmann, 1954; etc.), quienes han propuesto patologías como
arteriopatía cerebral autosómica (CADASIL), Alzheimer, envenenamiento por mercurio, etc.
7 El 3 de enero de 1889 marca la fecha del “descenso en la locura” de Nietzsche, como lo ha llamado
Janz (1985) en su extensa biografía. De este episodio no existen fuentes directas que hayan
atestiguado lo sucedido. No podemos, por tanto, saber con exactitud lo que aconteció ese día en
las calles de Turín, pero la leyenda que ha surgido dirige hacia aquella famosa escena en la que
Nietzsche se habría arrojado llorando al cuello de un caballo maltratado por su cochero.
23
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four scenes. Cuestiones de Filosofía, 10 (34), 17-40.
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En n, mi querida Lou, el antiguo, profundo y cordial ruego: ¡llegue a ser lo
que es! Al principio nos cuesta trabajo emanciparnos de nuestras cadenas, ¡y
al nal también tenemos que emanciparnos de esta emancipación! Cada uno
de nosotros, aunque de maneras distintas, tiene que elaborar esta enfermedad
de las cadenas, también después de haberlas roto. Sinceramente a su destino
devoto pues en usted yo amo mis esperanzas (Nietzsche, 2010, p. 254).
La segunda carta, fechada el 24 de noviembre naliza de modo similar:
“Intente mirar más allá de esta etapa que estoy viviendo desde hace algunos
años ¡mire lo que está detrás! No se deje engañar, precisamente usted, sobre
en serio, ¿no creerá, usted, que el «espíritu libre» es mi ideal? Yo soy
¡Perdón! ¡Queridísima Lou! Sea usted lo que tiene que ser” (p. 283).
La tercera carta está fechada el 10 de junio de 1882:
Por lo demás, pongo tales esperanzas en nuestra vida juntos, que cualquier
efecto secundario, necesario o casual, me preocupa ahora poco: y ocurra
lo que ocurra, lo soportaremos juntos, y todas las tardes tiraremos juntos
todo el fardillo al agua ¿no es verdad? (...) Actualmente tengo mucha
necesidad de la montaña y de bosques altos: La gaya ciencia, aún más
que la salud, me empuja a la soledad. Quiero poner la palabra n (…) la
naturaleza le ha dado a cada ser distintas armas defensivas y a usted le
ha dado la espléndida franqueza de su voluntad. Píndaro dijo una vez:
“¡Llega a ser el que eres!” (p. 218).
Estas citas indican que el aforismo 270 de la Ciencia Jovial es una idea que
Nietzsche parece no abandonar. Es signicativo que sea en este contexto,
privado, en el que se otorga el debido reconocimiento a Píndaro. Si bien
la naturaleza de su relación con Lou no es del todo clara, lo signicativo
de la alusión biográca no radica en esta relación, sino en lo que nos dice
sobre el pensamiento de Nietzsche y la herencia que recoge de Píndaro. Es en
este punto, además, donde entramos al ámbito del amor –tal como el mismo
autor lo reconoce en las cartas antes citadas. La exhortación pasa ahora a
Nietzsche, y se repite en cartas dirigidas a una mujer que, de acuerdo a sus
palabras, ama (y lo que ama en ella son sus esperanzas).
Ahora bien, respecto a su obra, es necesario considerar que la cita completa
del aforismo 270 plantea un añadido: “¿Qué dice tu conciencia? Debes llegar
a ser el que eres”
(Was sagt dein Gewissen? Du sollst der werden, der du
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bist) (1990, p. 157). Observamos que la exhortación va acompañada de un
carácter vocativo de la conciencia
8
. La conciencia tendría esta capacidad
de poder decir algo. Pero este decir no es mera enunciación, es un llamado
a nosotros (a nuestro sí-mismo), que nos insta a llegar a ser quienes somos.
Este motivo lo encontramos nuevamente en la cuarta y última parte de Así
habló Zaratustra, publicada en 1885, donde se sostiene:
Hasta que, mordiendo mis alados anzuelos escondidos, tengan que subir
a mi altura los más multicolores gobios de los abismos, subir hacia el más
maligno de todos los pescadores de hombres / Pues eso soy yo a fondo y
desde el comienzo, tirando, atrayendo, levantando, elevando, alguien que
tira, que cría y corrige, que no en vano se dijo a mismo en otro tiempo:
“¡Llega a ser el que eres!” (2003, p. 329).
En Ecce Homo aparece nuevamente como subtítulo “Cómo se llega a ser
lo que se es(Wie man wird, was man ist) (Nietzsche, 2005). Es decisivo
que antes de su colapso el lósofo se decidiera por este subtítulo. No es
descabellado plantear que la tarea de llegar a ser quien se es sea una cuestión
del más alto orden en la obra de Nietzsche. Respecto a la conciencia, siendo
ella la que nos insta, una y otra vez (y hasta el nal), a llegar a ser quienes
somos, hay un cierto deber, una dimensión ética ineludible ligada a ella.
Deber que, alejado de imperativos categoriales, tiene ahora la forma de un
llamado que interpela nuestro sí-mismo. Nos movemos, entonces, en el
ámbito de la autenticidad y propiedad (en el sentido del ser-propio, o de
nuestro propio-ser).
Para nalizar, en Fragmentos Póstumos plantea: Llega a ser, sin parar, el
que eres ¡maestro educador y escultor de ti mismo! ¡No eres un escritor,
sólo escribes para ti! ¡Conservas así la memoria de los buenos momentos
y encuentras lo que los une, la urdimbre dorada de tu ser!” (2008, p. 824).
Barrios y Aspiunza observan que la frase Werde fort und fort, der, der du
bistdestaca en alemán la continuidad del devenir, y agregan: “Algo así como
llega a ser, una y otra vez, sin parar, el que eres’. Llegar a’, no obstante,
no da buena cuenta del carácter absolutamente temporal del werden original,
devenir continuo” (p. 824).
8 Carácter que es justamente desarrollado por Heidegger en Ser y tiempo (2005a). Cfr. el §56 “El
carácter vocativo de la conciencia” (Der Rufcharakter des Gewissens) (p. 292). En ambos autores el
vocablo es el mismo: Gewissen.
25
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Las dos últimas referencias muestran la relevancia de esta idea en la vida
y obra de Nietzsche. Vida y obra se entrecruzan en él, y lo que nos queda
es –por una parte– este incesante carácter de la conciencia que nos interpela
y que conlleva una determinada escucha. Esta escucha e interpelación nos
posicionan en el ámbito de un deber, sentado ahora en la autenticidad (la
posibilidad de ser quienes propiamente somos). Por otra parte, en el ámbito
privado y biográco encontramos en el autor el deseo o voluntad de que
nuestros seres amados puedan también llegar a ser quienes propiamente son.
San Agustín
De San Agustín nos llegan numerosos registros en torno al amor (razón por
la cual es representado en diversas pinturas con un corazón ardiendo). Pero
San Agustín tematiza el amor de distintos modos, y a través de distintos
términos (Dilectio, Caritas, Amor, etc.). Revisar cada uno de ellos excedería,
sin embargo, el objetivo fundamental del presente escrito, razón por la cual
no serán abordados aquí. Baste con referirme por ahora a lo mencionado en
la Exposición de la Epístola de San Juan a los Partos:
Pues no amas en él lo que es, sino lo que quieres que sea. He dicho a
vuestra caridad alguna vez, si no me engaño, que, por ejemplo, tenemos
ante nuestros ojos un roble. Un buen carpintero le ve sin labrar; no obstante
de verle así cortado y en bruto, le ama. No lo que quiere hacer de él. Pero,
al amarle, no desea que permanezca así siempre. En el arte ve lo que ha de
ser; no ve en el amor lo que es actualmente. Ama lo que de allí ha de salir,
no lo que es (San Agustín, 1959, p. 321)
9
.
En este tratado se ha profundizado ya especialmente en dos ideas: la del
Amor
10
de Dios, y cómo Dios es Amor. Agustín inicia su análisis desde el
amor entre los seres humanos, para llegar por contraste al Amor de Dios,
y mostrar de ese modo cómo es que, gracias a aquel, se fundamenta todo
amor. Para ello, se muestran algunas diferencias con otros actos que pueden
ser confundidos con el amor, pero que no lo son. Trae entonces el ejemplo
(p. 314) –retomado por Heidegger (2003) en Estudios de Mística Medieval
9 Es muy tentador, en este punto, recurrir a las nociones de potencia y acto. Y, seguir en aquella
dirección implicaría encontrar en el roble siglos de hilemorsmo aristotélico y escolástico,
quedando interpretado el roble-madera como la possibilitas, la materia que “espera” ser traída a la
forma por mano del carpintero.
10 Utilizo ‘Amor en mayúsculas para el Amor de Dios y Dios = Amor, y minúsculas para el amor entre
seres humanos y de los seres humanos.
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(pp. 142-143)–, de “los comilones y los tordos
11
”. Los comilones aman a
los tordos para consumirlos (tal como cuando alguien dice “amo la comida
japonesa”). Pero esta forma de amar es una forma de hacer perecer a aquello
que amamos –San Agustín ocupa los términos perimat (perimō/peremō), que
signica ‘aniquilar’, ‘destruir’, ‘extinguir’, ‘hacer desaparecer por completo’;
y consumatur que signica ‘devorar’, ‘consumir’, ‘desperdiciar’, ‘debilitar’,
‘llevar hacia la nada’, ‘matar’.
¿Es así como debiésemos amar a los hombres? (se pregunta San Agustín).
Muy por el contrario, el amor entre nosotros, los seres humanos, tiene como
rasgo particular la benevolentiae de bĕnĕ-vŏlens / bĕnĭvŏ-lens / benevolens,
esto es, ‘desear el bien’, ‘amabilidad’, ‘algo favorable’, ‘algo propicio’, ‘un
amigo’. Para amar, además, es necesario entrar en una relación igualitaria:
no debemos mendigar amor ni darlo a quien lo mendiga poniéndonos por
sobre él (San Agustín, 1959, p. 315).
El concepto de amor, por tanto, se distingue del interés, consumo, o mera
utilización. A continuación, se observa la analogía del roble y el carpintero
(parte esencial en la argumentación del capítulo 10 de este tratado). Dice
San Agustín: “En el arte ve lo que ha de ser; no ve en el amor lo que es
actualmente. Ama lo que de allí ha de salir, no lo que es”
12
(p. 322).
Al encontrarse con este tronco de roble, el carpintero ve en él algo, no sabemos
aún qué. San Agustín arma que ya le ama porque en el arte ve lo-que
ha-de-ser. En latín ars – artis, quiere decir ‘habilidad para producir algo’.
También signica ‘ciencia’, ‘conocimiento’ y ‘teoría’ y ‘comportamiento
moral’. Según la RAE, el término es un calco del griego τέχνη, que signica
‘arte’, ‘habilidad’, ‘destreza’, ‘astucia’, y también ‘ocio’, ‘obra de arte’,
‘artesanía’, ‘aprendizaje’, ‘arte o artesanía que consta de una serie de reglas’,
‘sistema’ o ‘método’ y ‘tratado’. Heidegger (2007a), observa en La pregunta
por la técnica, lo siguiente del vocablo griego:
Con respecto a la signicación de esta palabra, debemos observar dos cosas:
de una parte, τέχνη no es sólo el nombre para el hacer y saber artesanos; sino
que también lo es para el arte más elevado y para las bellas artes. La τέχνη
pertenece al pro-ducir, a la ποίησις; ella es algo poiético (…) τέχνη está unida,
11 Zorzales.
12 In arte vidit quod futurum est, non in amore quod est; et amavit quod inde facturus est, non illud
quod est.
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desde los comienzos hasta el pensar de Platón, a la palabra ἐπιστήμη. Ambas
palabras son nombres para el conocer, en el más amplio sentido. Mientan el
entender de algo, el ser experto en algo. El conocer abre. En cuanto abriente
es un desocultar (…) La τέχνη es un modo del άληθεύειν (p. 126).
Al acudir a la etimología ha quedado al descubierto –siguiendo el pensamiento
de Heidegger– no sólo una interpretación ontológica distinta a la que
encontramos en San Agustín, sino también una estrecha vinculación entre
arte, τέχνη, ποίησις y αλήθεια.
La pregunta de San Agustín permanece, no obstante, sin respuesta: ¿Cómo, en
efecto, amamos al prójimo? Pues bien, si hemos de amar al prójimo (según los
preceptos cristianos), hemos de amar tanto a nuestros amigos como a nuestros
enemigos. Más aún a estos últimos, dice San Agustín, puesto que ello supone un
desafío mayor. Ahora bien, si Dios nos ha amado siendo pecadores, no nos ama
en cuanto pecadores, ni nos ama por y para permanecer como pecadores (p.
321); nos ama por lo que podemos llegar a ser. Habiéndonos creado él mismo
¿no es este llegar a ser algo que de algún modo ya siempre somos? (sólo que
este somos tiene cierta particularidad: debe llevarse a cabo). Al mismo tiempo, si
aquello en lo que podemos transformarnos es aquello por lo cual Dios nos ama, y
si esto además pertenece a su autoría, ¿no sería ésta nuestra más alta posibilidad:
ser lo que verdaderamente somos? ¿No compartiríamos gracias a esto algo de
la esencia divina, al ser creados por Él? Es de este modo, según San Agustín,
como debiésemos amar a los hombres, a los amigos, a los desconocidos, y a los
enemigos: viendo en ellos lo que queremos que sean (lo “perteneciente a Dios
en ellos”), pero este querer es, al mismo tiempo, lo que ellos pueden llegar a ser.
Heidegger
Recapitulando, considero que existe una relación entre el amor y la máxima
pindariana, que interpreto desde el carácter vocativo de la conciencia y
su llamado a la autenticidad. Al mismo tiempo, considero que un análisis
losóco del amor, no debiese omitir:
Sus implicancias ontológicas, y su pertenencia con la dimensión del
cuidado en Heidegger.
Que el deseo o voluntad de que el otro llegue a ser quien es, no es algo
contingente, sino esencial al fenómeno del amor.
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Que las máximas de Píndaro y de San Agustín, dejan entrever una ligazón
entre Amor, Ser y Verdad.
Ahora bien, ¿no suponen estos vínculos una vuelta a cuestiones ya
ampliamente desarrolladas en la tradición metafísica? Si bien los términos
coinciden con los de la tradición metafísica occidental, no se busca con ello
volver a tematizarlos del mismo modo en que lo hace la tradición, sino que
se intenta, más bien, poner de relieve aquello de lo que ellos dan cuenta:
nuestra propia estructura ontológica y, al mismo tiempo, un particular modo
de desocultamiento y quehacer.
Volo ut Sis
Sentadas estas consideraciones, sugiero detenernos en la cuarta escena
propuesta, es decir, la carta de Heidegger a Hannah Arendt fechada el 13
de mayo de 1925:
Y esto sólo te lo agradezco a ti –a que fueras . Ahora lo llevo conmigo
en el alma –y ruego a Dios que me conserve las manos puras para cuidar
la joya. Así pues, un día de esta se cierne esta mañana sobre mis libros y
cuadernos, y leo de gratia et libero arbitrio de San Agustín (…) ¿Sabes qué
es lo más difícil que al ser humano le está dado cargar? Para todo lo demás
hay caminos, ayuda, límites y comprensión –sólo aquí todo signica: estar
en el amor = estar empujado a la existencia más propia. Amo signica Volo,
ut sis, dice San Agustín en un momento: te amo quiero que seas lo que eres
(Heidegger, 2000a, p. 31).
“Volo, ut sis”, dice Heidegger, y traduce: “Quiero que seas lo que eres” (Ich
will, dass Du seiest, was Du bist). Esta cita no se encuentra de modo literal
en San Agustín, pues Heidegger invierte la conjugación verbal en su carta a
Hannah Arendt. En San Agustín, encontramos una fórmula casi idéntica: “Non
enim amas in illo quod est; sed quod vis ut sit”; y “Non amas in illo quod est,
sed quod vis ut sit(San Agustín, 1959, pp. 321-322). En español, lo primero
diría “Porque no amas en ello lo que es, sino lo que quieres que sea”; y lo
segundo “No amas lo que es, sino lo que quieres que sea”. Heidegger habla
en primera persona, y en lugar de decir Vis dice Volo: que se traduce aquí por
Quiero”: quiero que seas aquello que eres (sis). Volo, por otra parte, es la
misma raíz que encontramos en ‘volición’, ‘voluntad’, y en el alemán ‘Wille’
y ‘wollen’, mientras en inglés ‘will’. Nos referimos, por tanto, a un querer
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particular: una voluntad que aspira (con el otro y por el otro) a que éste llegue
a ser lo que es.
La constitución ontológica implicada en el amor y el cuidado.
Ahora bien, con el objetivo de realizar un análisis minucioso en torno al amor,
se hace necesario considerar las implicancias ontológicas de este fenómeno en
cuestión. Lo primero será desligarnos de la concepción del ser humano como
sujeto, y alejarnos, con el mismo afán, de aquellas concepciones que hacen
del amado el objeto de nuestros afectos”. Una expresión tal es heredera de
la concepción ontológica que interpreta al ser humano como sujeto, y que por
tanto puede objeticarlo, lo que supone ya una división abismal entre sujeto
y objeto. Ni Dasein es un sujeto, ni mundo es un objeto, puesto que nuestro
modo de ser no es un mero estar-ahí (Vorhandensein). En el amor, por otra
parte, no se trata de una relación entre un sujeto y un objeto (ni el sujeto
amado puede constituir nunca un objeto), ni de la relación entre dos sujetos
(por lo que acabamos de plantear), ni tampoco de la relación (constitutiva y
esencial) entre Dasein y mundo. Estamos, pues, frente a lo denominado en
Ser y tiempo como co-existencia.
Ahora bien, el Dasein, es “el ente que somos cada vez nosotros mismos”,
es cada vez un “Yo” (Heidegger, 2005a, p. 67); el “ser de este ente es cada
vez el mío”. La constitución esencial del Dasein es determinada como estar-
en-el-mundo (In-der-Welt-sein), lo que da cuenta del carácter constitutivo
y esencial entre Dasein y mundo (p. 79). Esto quiere decir que no hay un
momento anterior en que el Dasein no estuviera-en-el-mundo, ni puede de
ninguna manera estar exento de mundo. Desde que somos Dasein, estamos
siempre ya en-el-mundo, junto-a y en-medio-de todo ente.
Así como no existe un Dasein exento de mundo, tampoco existe un Dasein
aislado y exento de la existencia de otros como él
13
. Y si el Dasein lo somos
cada vez nosotros mismos, ¿qué se puede decir ahora de los otros entes que
son, también, cada vez un Yo”? Reconocemos en ellos una co-existencia
(p. 141): la existencia de los otros (Mitdasein), cuyo modo de ser reconozco
como semejante al mío.
13 La soledad no sería una refutación a este fenómeno, puesto que de lo que se trata aquí es de un
carácter constitutivo del Dasein, cuestión de orden ontológico, y no óntico, como podría serlo la
soledad de tal o cual ser humano.
30 Cuestiones de Filosofía No. 34 - Vol. 10 Año 2024 ISSN 0123-5095 Tunja-Colombia
En la cotidianidad, el Dasein se mueve de modo regular en el trato con lo
útil y “a la mano”, en el modo de circunspección de lo que lo rodea. A esto
Heidegger lo denomina ocupación’ (Besorgen), es decir, un “llevar a cabo,
realizar, aclarar un asunto”, y “ocuparse de algo” (p. 83). ¿Se mueve del
mismo modo el Dasein respecto de sus semejantes? ¿Sería correcto armar que
también nos “ocupamos” de ellos? Heidegger introduce aquí el concepto de
‘solicitud’ (Fürsorge), ligado al ‘cuidado’ (Sorge). La ‘solicitud’ tiene distintos
modos. En la regularidad cotidiana, tiene la forma de una cierta indiferencia,
en la que los otros se nos aparecen en su carácter de ‘no-llamatividad’. Cuando
no estamos en esta indiferencia, hay dos modos positivos (extremos) en los
que la co-existencia se maniesta como ‘solicitud’. Podemos, por una parte,
reemplazar al otro en su ocupación y, con ello, desplazarlo, usurpar su lugar,
solucionarle o gestionarle su propio quehacer, lo que resulta en una dominación
o dependencia (p. 147). Este modo de la ‘solicitud’ se denomina “sustitutivo-
dominante”. Como contraparte, hay un modo de la ‘solicitud’ en el que:
En vez de ocupar el lugar del otro, se anticipa a su poder-ser existentivo,
no para quitarle el “cuidado”, sino precisamente para devolvérselo como
tal. Esta solicitud, que esencialmente atañe al cuidado en sentido propio, es
decir, a la existencia del otro, y no a una cosa de la que él se ocupe, ayuda al
otro a hacerse transparente en su cuidado y libre para él (p. 147).
Este modo de la solicitud se denomina “anticipativo-liberador”. Es justamente
esta modalidad la que Jorge Acevedo asocia al amor: “A este modo de
‘procurar por le llama Heidegger anticipativo-liberador. En él se da lo que
podríamos denominar dimensión ontológica del amor” (1985, pp. 130-131).
En el §41 de Ser y tiempo, Heidegger plantea que el ser del Dasein como totalidad
es el ‘cuidado’. En este mismo parágrafo, el autor realiza un análisis de los
momentos estructurales del querer
14
, y cómo a través de éste se devela la totalidad
del ‘cuidado’. En el querer encontramos al ente ya proyectado en su posibilidad;
ente del cual hay que ocuparse o que “hay que llevar a su ser por medio de la
solicitud” (Heidegger, 2005a, p. 216). Los tres momentos constitutivos del querer
son determinados de la siguiente manera: “(…) La previa aperturidad del por-mor-
de en general (anticiparse-a-sí), la aperturidad del ámbito de lo que puede ser objeto
de ocupación (mundo como el dónde del ya-estar) y el proyectarse comprensor
hacia un poder-ser relativo a una posibilidad del ente ‘querido’” (p. 216).
14 Los términos alemanes utilizados por Heidegger son wollen (querer) y Möglichkeit (posibilidad).
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En esta misma dirección, Heidegger ha respondido a las críticas respecto
a la ausencia de un análisis en torno al amor en su obra. Respondiendo a
dichas críticas, el lósofo alemán plantea explícitamente la relación entre
el cuidado y el amor. En el período justo posterior a la publicación de Ser
y tiempo (en Introducción a la Filosofía, curso impartido entre 1928/29 en
la Universidad de Friburgo), Heidegger arma que la determinación del ser
del Dasein como cura o cuidado ha sido malentendida, y prueba de ello es
que se ha atribuido un pesimismo a su obra, e incluso la negación de “cosas
como el amor”:
(…) O se me viene con sabia doctrina acerca de cómo en la vida existen
también cosas como el amor. Pero, ¿a quién se le ha ocurrido alguna vez
negar tal cosa? ¿A mí? Permítanme que ponga en duda que lo que esta
clase de lósofos bienpensantes, allá en sus adentros, creen que es el amor
y lo que en el contexto de tales objeciones suele llamarse amor, toque en
absoluto la esencia del amor. Pues al cabo, esos pequeños sentimientos,
a los que se suele dar alojo bajo ese nombre, quedan bien lejos de lo que
el amor es. Habría que preguntarse si todo gran amor (y sólo el grande
deja entrever algo de lo que sea la esencia de ello) no es en el fondo una
lucha para ganarlo, sino también una lucha por el otro, en el sentido también
de en favor del otro, y si el amor no crece precisamente a medida que el
sentimentalismo y también la comodidad y lo regalado y lo placentero de
los sentimientos disminuye (2001a, p. 342).
Años después, en 1965, Heidegger reere nuevamente a estas críticas en
los Seminarios de Zollikon (1959/69). En la sesión del 8 de marzo de 1965,
Heidegger sostiene que sin tener en cuenta el rasgo fundamental del Dasein
(la comprensión del ser), no es posible pensar al Dasein en cuanto Dasein.
Esto provoca que se vuelva a pensar al Dasein de modo equivalente al de un
sujeto. Es en este punto donde se hace explícita la alusión al amor:
(…) Se comprueba con buenas razones como una interpretación
unilateral, por sombría, del Dasein, requiere un complemento por medio
del amor”. Pero el cuidado, entendido correctamente, esto es, de
forma ontológico-fundamental, nunca puede ser diferenciado del “amor”,
sino que es el nombre para la constitución extático-temporal del rasgo
fundamental del Dasein, esto es, como comprensión de ser (2007b, p. 279).
32 Cuestiones de Filosofía No. 34 - Vol. 10 Año 2024 ISSN 0123-5095 Tunja-Colombia
Amor, Ser y Verdad
Hemos llegado a la última cuestión que me propuse abordar: la relación
entre amor, ser y verdad. Me sitúo ahora en el pensamiento de Heidegger
posterior a Ser y tiempo, periodo orientado hacia el arte, la esencia de la
técnica moderna, la verdad, la idea del ser humano como el que habita, y la
unicuadridad. También, y con mayor profundidad aún, comienza a abordarse
la cuestión del Ser, pero ya no en tanto cuestión, como podíamos ver en el
período contemporáneo a Ser y tiempo, sino en un intento por pensar el Ser
mismo, y el modo que éste tiene de develarse o donarse –al mismo tiempo
que ocultarse– desde sí. Es decir, si antes nos encontrábamos con la cuestión
del Ser, ahora nos encontramos con la cuestión del Ser. Ahora bien, reunir las
variadas referencias en las que el lósofo se ha referido al amor, a la verdad
y al ser, sería un cometido inabordable para el propósito actual, por lo que me
referiré sólo a tres lugares que muestran esta vinculación.
En la Carta sobre el humanismo (dirigida a Jean Beaufret), Heidegger hace
una relación entre pensar y querer (amar):
Que el pensar es signica que el ser se ha adueñado destinalmente de su
esencia. Adueñarse de una ‘cosa’ o de una ‘persona’ en su esencia quiere
decir amarla, quererla. Pensado de modo más originario, este querer
signica regalar la esencia. Semejante querer es la auténtica esencia del ser
capaz, que no solo logra esto o aquello, sino que logra que algo ‘se presente’
mostrando su origen, es decir, hace que algo sea. La capacidad del querer
es propiamente aquello ‘en virtud’ de lo cual algo puede llegar a ser. Esta
capacidad es lo auténticamente ‘posible’, aquello cuya esencia reside en el
querer (…) En cuanto elemento, el ser es la ‘fuerza callada’ de esa capacidad
que quiere, es decir, de lo posible. Claro que, sometidas al dominio de la
‘lógica’ y la ‘metafísica’, nuestras palabras ‘posible’ y ‘posibilidad’ solo
están pensadas por diferencia con la palabra ‘realidad’, esto es, desde una
determinada interpretación del ser –la metafísica– como actus y potentia,
una diferenciación que se identica con la de existentia y essentia. Cuando
hablo de la ‘callada fuerza de lo posible’ no me reero a lo possibile de una
possibilitas solo representada, ni a la potentia como essentia de un actus
de la existentia, sino al ser mismo (…) Aquí, ser capaz de algo signica
preservarlo en su esencia, mantenerlo en su elemento (2006a, pp. 16-17).
Fédier (2022) en Acerca de pensar y ser en Heidegger, lleva a cabo un análisis
de La carta a un joven estudiante (Heidegger, 2007a, pp. 258-261). Allí se
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analiza el término das Mögliche. Según Fédier, Das Mögliche, lo posible,
es una palabra alemana que estaba allí como un tesoro aún no recogido (…)
El sujo lich signica ‘lo que tiene gura de mögen –desear, querer, poder–”
(2022, p. 184). Siguiendo a Fédier, se evidencia la relación existente entre
mögen y das Mögliche, en la que mögen (querer) aparece como equivalente
a lieben (amar): “adueñarse de una cosa o persona en su esencia quiere decir
quererla, amarla (sie lieben: sie mögen). Encontramos en mögen, por tanto,
dos signicados: poder y amar. Pero del poder que aquí se trata es del ‘poder-
ser (un ‘poder-ser’ que es esencial y propio).
En la lectura que propongo del amor, el deseo o querer que el amado llegue
a ser quien es, es un rasgo fundamental. Este deseo, lo he llamado voluntad,
destacando con ello al menos dos cosas: la raíz Volo(que encontramos en
Volo ut sis), y una direccionalidad que supone una cierta actividad mayor que
la que encontramos en un mero y pasivo desear.
En una dirección un tanto distinta, pero perteneciente al mismo ámbito,
Heidegger arma en su comentario al poema Andenken de Hölderlin: “Este
oír piensa en la generosidad, dulzura y largueza de los días del amor. Su
espíritu es la voluntad de que el amado sea capaz de encontrar su propio ser
y permanecer allí rmemente” (2005b, p. 139).
Más adelante complementa:
Pues el amor es la mirada al ser del amado, una mirada que, pasando a
través de ese ser, consigue ver el fundamento de la esencia de los que aman
(…) La manera de mirar del espíritu del amor no es quedarse prendado en el
mero aspecto, sino prenderse o jarse él mismo en el ser del amado con el
n de volver a llevar rmemente a ese ser hasta su fundamento por medio
de una mirada aplicada (p. 158).
Según lo expuesto por el lósofo, la expresión de Hölderlin “y el amor ja los
ojos” debe ser interpretada en vinculación con una cierta rmeza: la “jación”
de la mirada en el ser del amado, que va más allá del encantamiento de la
apariencia. El sentido de esta expresión, a mi parecer, se encuentra anunciada
ya en la época de Ser y tiempo: la idea de que en la solicitud anticipativo-
liberadora ayudamos a devolver el cuidado al amado. Esto se ve rearmado
cuando, en el mismo comentario a Andeken, sostiene: “los amantes piensan
por adelantado en la esencia del amado” (p.159).
34 Cuestiones de Filosofía No. 34 - Vol. 10 Año 2024 ISSN 0123-5095 Tunja-Colombia
Esta “mirada aplicada” que supone el amor, no trata sólo del cuidado,
sino ahora también de una intención que orienta a esta mirada “hacia el
fundamento esencial de los amantes” (p. 158). Esta orientación coincide con
la mencionada direccionalidad y actividad propias de la voluntad.
Tomando en consideración la doble acepción de mögen, como poder y querer,
se reitera que ‘el poder del que se trata, por ejemplo, en la Carta sobre el
humanismo y en la Carta a un joven estudiante, es el ‘poder-ser que es un
‘poder-ser’ esencial. Esto quiere decir, un ‘poder-ser que nos lleva al des-
ocultamiento de algo que brota y surge desde el “sí-mismo”. Se alude, pues,
a ese sentido de verdad como αλήθεια –esto es, como desocultamiento. Esta
relación se ha hecho visible en el ejemplo agustiniano del carpintero y el roble.
Se planteó en la sección de San Agustín que el carpintero ve en el roble algo
que ama. Lo que ama, sin embargo, no es aquello que el roble actualmente es,
sino lo que éste puede llegar a ser a través del arte (ars). Nuestro vocablo arte
y el latín ars, son un calco del griego τέχνη. La indagación etimológica de τέχνη
–siguiendo a Heidegger en La pregunta por la técnica–, revela simultáneamente
una estrecha conexión con la noción de ποίησις, ya que τέχνη signica destreza,
habilidad y un saber-hacer que permite crear y llevar a cabo algo. Es en este
sentido que τέχνη se vincula con el pro-ducir, con la ποίησις tal como es denida
en El Banquete “(…) La idea de creación (ποίησις) es algo múltiple, pues en
realidad toda causa que haga pasar cualquier cosa del no ser al ser es creación,
de suerte que también los trabajos realizados en todas las artes son creaciones y
los artíces de éstas son todos creadores (ποιηταί)” (Platón, Symp. 205b).
Heidegger recepciona esto en La pregunta por la técnica, armando:
“Todo dar-lugar-a que algo (cualquiera que sea) vaya y proceda desde
lo no-presente a la presencia, es ποίησις, es pro-ducir” (2007a, p. 124).
Algunas líneas más adelante, sostiene:
El dar-lugar-a atañe a la presencia de lo que aparece en el producir, en
cada caso. El pro-ducir pro-duce desde el velamiento al desvelamiento. El
pro-ducir acontece solamente cuando llega lo velado a lo desvelado. Este
llegar se mueve y descansa sobre lo que nosotros llamamos desocultar.
Para designarlo los griegos tenían la palabra αλήθεια (p. 124).
Ahora bien, la αλήθεια, en tanto des-ocultamiento, está íntimamente ligada
al Ser, pues lo que cada vez se des-oculta es el Ser desde mismo, en un
movimiento que acusa su develación o donación.
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Consideraciones nales
De acuerdo a los análisis que se han realizado hasta este punto, se ha
encontrado que la verdad, tomada como des-ocultamiento, pertenece al
ámbito del Ser. Es el mismo Ser lo que se presenta o se retrae en este juego
de luces y sombras que encontramos en la αλήθεια. Este sentido de la verdad
está vinculado al amor leído en clave de la autenticidad, por cuanto se ha
observado que la diferencia entre ser y llegar-a-ser es esencial. Esto quiere
decir: en el amor también nos movemos en el ámbito del Ser y en el ámbito
de la verdad como αλήθεια, puesto que –por una parte– el amante tiene la
voluntad de que su amado llegue a ser lo que él o ella propiamente es, y –por
otra parte–, se sostiene en que el amante ha podido reconocer ya algo de lo
propio-auténtico de ese otro-yo semejante a él, que ha sido des-ocultado de
modo íntimo desde su propio sí-mismo.
A partir de lo expuesto en Carta sobre el humanismo, es posible observar, además,
que la distinción entre ser y llegar-a-ser no coincide con las nociones de potencia
y acto. Al determinar el querer como mögen, y tomando en consideración la
doble acepción de este vocablo –poder y querer–, parece justicado considerar
que este rasgo más que un mero deseo, constituye una voluntad de que el otro
llegue-a-ser quien es, lo cual acusa direccionalidad y rmeza.
Si es correcta la interpretación del amor como cuidado, o como la modalidad
anticipativo-liberadora de la solicitud, no podemos omitir entonces el rol y
deber que tenemos para con el amado: auxiliar o promover que el cuidado
sea devuelto a él, así como también la posibilidad de ser más propia que él
tiene. Esto supone un movimiento, o una ayuda pro-motora (anticipadora),
que facilita el tránsito del amado desde un no-ser (todavía) al ser (auténtico).
Este quehacer no puede ser otra cosa que ποίησις, en el sentido que promueve
este tránsito de no-ser al ser –o en palabras de Heidegger, que anticipa este
dar-lugar-a. Se unen de este modo las dimensiones del deber y de la ποίησις,
que constituyen una ética y estética del fenómeno del amor, pues tal como
el artesano conduce algo desde el no-ser al ser, existe en el acto de amor
un cierto reconocimiento del algo que está y no-está al mismo tiempo, que
se anuncia en tanto poder-ser-propio, y se anticipa. Lo anterior evidencia
nuestra constitución ontológica como Dasein, y nuestra condición de
pro-yecto, teniendo a cada momento la posibilidad de ganarnos o de
perdernos; de perder el poder más alto: el de ser sí-mismos.
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Ser nosotros mismos, llegar a ser nosotros mismos es una tarea. En Píndaro y,
especialmente, en Nietzsche, la exhortación vuelve una y otra vez, mostrando
que esta tarea constituye, con toda probabilidad, la más alta a la que nos
podemos entregar como seres humanos. Si admitimos que esta posibilidad (la
de ser nosotros mismos, la autenticidad), es la más alta, entonces quien ama
pro-mueve en sus amados el poder caminar hacia esas posibilidades, y esto
constituye una voluntad. Para llegar a ser quienes somos, y para promover
activamente en nuestros amados este poder-ser más propio que les devuelve
a sí-mismos el cuidado, nos movemos en el ámbito poiético, y con ello en el
ámbito de la verdad en cuanto αλήθεια.
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40 Cuestiones de Filosofía No. 34 - Vol. 10 Año 2024 ISSN 0123-5095 Tunja-Colombia
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