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Tillería, E. (2024). Sloterdijk: philosopher of art? Cuestiones de Filosofía, 10 (34), 87-103.
https://doi.org/10.19053/uptc.01235095.v10.n34.2024.16743
El punto estriba en cómo tal idea es transferida al mundo del arte. Adelantando
el núcleo estético de su ensayo sobre la razón cínica, digamos que el arte quíni-
co sería el arte desembarazado de la losofía académica y de la diferenciación,
de larguísima data, entre artes superiores y artes inferiores o entre artes bellas
y artes agradables. Es el arte volcado hacia la naturaleza; vuelco que, paradóji-
camente, sólo será posible gracias a las artes burguesas: “Sin embargo, cuando
éstas dicen ‘naturaleza’ y genio, verdad, vida, expresión, etc., entonces está ac-
tuando el impulso quínico. Éste aprovecha las licencias del arte para expresar
la exigencia de indivisibilidad existencial” (p. 184).
De manera que si seguimos al lósofo teutón tenemos que lo que restituye el
arte burgués, como piedra de toque del arte moderno, no es ni más ni menos
que la misma naturaleza, vale decir, aquella idea de physis que los cínicos
seguidores de Diógenes proclamaban como el “lugar originario” o el “lugar
por antonomasia”. Tal recuperación –estética y política– puede interpretarse,
como lo hace Oyarzún, precisamente al modo de una reversión del nómos
como restitución de la physis:
Semejante restitución, sin embargo, parece de suyo implicar su contraparte:
habría, pues, una desguración de la physis, que la convierte, como institu-
ción del nómos. Se sigue necesariamente de esto que no sea posible separar
en el parakhárattein nómos de physis, como ya habíamos observado antes,
se sigue, también, y en esa misma medida, que su relación haya de ser re-
versiva en sí misma (1996, p. 249).
Dicho arte burgués, en cuanto frontera que dispondrá de esta neo-institución
de la physis, propiciará denitivamente una equiparación radical entre vida
y naturaleza como un reclamo del derecho a la vida plena, a una corporiza-
ción de la sensualidad y a una resuelta “indivisibilidad” (Sloterdijk, 2003a,
p. 185). Tomando como ícono el discurso del joven Goethe pronunciado con
motivo del día de Shakespeare, Sloterdijk querrá desenmascarar el estatuto
práctico de este arte quínico-burgués apelando al “gran amoralismo de la
naturaleza”, justamente la Guardia de corps de la conciencia cínica.
Se trata de un salto gigantesco de la región práctica a la región del arte. O
el terror del abismo que nos sugiere Kant en su analítica de lo sublime: la
indivisibilidad del mundo como naturaleza y arte en una misma y única ra-
zón universal. Tal como lo reconoce Sloterdijk: “El amoralismo estético es
sólo un preludio que anticipa la exigencia práctica de la vida a sus derechos