Technique, communication and subjectivity. On Marshall McLuhan and
Régis Debray*
Técnica, comunicación y subjetividad. A propósito de Marshall McLuhan y
Régis Debray
Guillermo Nelson Guzmán Robledo
Autonomous University of Zacatecas, Mexico
Universidad Autónoma de Zacatecas, México
ISSN: 0123-5095 E-ISSN: 2389-9441
Cuestiones de Filosofía Vol. 10 - N° 35, julio - diciembre, año 2024. pp. 145-165
Resumen
Este artículo se propone analizar la relación
entre técnica y subjetividad, a partir de
la obra de dos autores que destacan por
resaltar los procesos de comunicación
inherentes a dicha relación. Para ello, se
identican algunos rasgos comunes en su
pensamiento, señalando sus diferencias.
Se expone el concepto de “medio” en
Marshall McLuhan, entendido como
agente constitutivo de la subjetividad.
Se exponen también algunos aspectos
de la mediología de Régis Debray en
relación con el problema planteado, y se
hace una revisión de las críticas que él
dirige a McLuhan a partir de la noción de
“transmisión”. Se examina dicha crítica y
se subrayan los aspectos comunes de sus
obras, que desde este artículo resultan
más relevantes que sus diferencias, sobre
todo a la luz de las observaciones de Jean
Baudrillard respecto a la comunicación
como realización fundamental de la
técnica y la subjetividad contemporáneas.
Palabras clave: tecnología, medios de comunicación de masas, cultura, historia
de la comunicación.
Recepción / Received: 29 de febrero del 2024
Evaluado / Evaluated: 1 de septiembre del 2024
Aprobado / Accepted: 30 de septiembre del 2024
Historia del artículo / Article Info:
Correspondencia / Correspondence: Guillermo Nelson
Guzmán Robledo. Unidad Académica de Filosofía, Universidad
Autónoma de Zacatecas, Torre A de posgrados, Campus II,
Avenida Preparatoria s/n, Col. Hidráulica, Zacatecas, México,
(Código Postal: 98068). Correo-e: nelsonguzmanrobledo@
gmail.com
Citación / Citation: Guzmán Robledo, G. (2024). ). Technique,
communication and subjectivity. On Marshall McLuhan and
Régis Debray. Cuestiones de Filosofía, 10 (35), 145-165.
https://doi.org/10.19053/uptc.01235095.v10.n35.2024.17139
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* El presente artículo forma parte del cuerpo académico CA-
UAZ-232 “Filosofía y Antropología”, así como del proyecto
IN305521, registrado ante el Programa de Apoyo a Profesores
de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) de la
Dirección General de Asuntos del Personal Académico de la
Universidad Nacional Autónoma de México.
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Abstract
The article aims to analyze the relationship between technique and subjectivity,
based on the work of two authors who emphasize the communication processes
inherent in this relationship. It identies some common traits in their thinking
while highlighting their dierences. The concept of “medium” in Marshall
McLuhan, understood as a constitutive agent of subjectivity, is discussed. The
article also addresses certain aspects of Régis Debray’s mediology in relation
to the issue at hand and reviews the criticisms he directs at McLuhan from the
notion of “transmission”. This critique is examined and the common aspects
of their works, which in this article are more relevant than their dierences,
are highlighted, especially in the light of Jean Baudrillard’s observations on
communication as a fundamental realization of contemporary technique and
subjectivity.
Keywords: technology, social media, culture, communication history.
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McLuhan and Régis Debray. Cuestiones de Filosofía, 10 (35), 145-165.
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Introducción
La relación entre técnica y subjetividad ha sido planteada desde distintas
perspectivas, casi a la par que el concepto mismo de subjetividad. Ya desde
Hegel, el concepto de “mediación” resultaba importante para contraponer
la inmediatez de la naturaleza a la mediación del sujeto y a la acción con
vista a nes (1989, pp. 63-64); Engels, siguiendo la teoría de la selección
natural, mostraba cómo la técnica misma estaba implicada en la evolución
siológica del humano (1955, pp. 74-87); Leroi-Gourhan también señalaba
cómo la evolución tecnológica estaba íntimamente ligada a la evolución
biológica y cultural del hombre, concibiendo a las herramientas como
extensiones del cuerpo humano (1971); Georges Bataille, situó la genealogía
de la conciencia en el desdoblamiento de la identidad del sujeto, a partir de su
oposición con el no-yo que representa el objeto utilitario (1975, pp. 31-32);
Gilbert Simondon, por su parte, haciendo uso de la cibernética y de la teoría
de sistemas de Norbert Wiener, señalaba cómo es que los objetos técnicos
eran marginados por las ciencias humanas, que no contemplan su integración
con el sistema social humano ni su modo particular de individuación.
No obstante, a partir de la segunda mitad del siglo XX, con el advenimiento
de los medios masivos de comunicación, la comunicación misma se introduce
como elemento de análisis para trazar la relación existente entre técnica y
subjetividad. La reexión acerca de la comunicación permitió realizar un
acercamiento al concepto de subjetividad en términos de colectividad, y
establecer la relación entre técnica y subjetividad. Dos de los autores que
pusieron los procesos comunicativos como elemento central de la relación
entre subjetividad y técnica son Marshall McLuhan y Régis Debray.
Hay al menos tres aspectos comunes entre ambos autores: 1) sus obras se
centran en conceptos muy próximos entre sí, como lo son el de comunicación
y el de transmisión, a la hora de establecer la relación entre técnica y
subjetividad; 2) Ambos conceden mayor importancia a los aspectos formales
de los medios por encima de los contenidos que estos transmiten
1
, lo
1 Es interesante la observación de Lance Strate respecto a la importancia de la formación en teoría literaria
de McLuhan: “Como erudito de literatura inglesa fascinado por el movimiento modernista, McLuhan se
vio inuido por los debates del siglo XX acerca de la relación entre forma y contenido (…) En este senti-
do, ‘el medio es el mensaje’ puede ser interpretado como una manera nueva de situar la forma por encima
del contenido” (2012, p. 66). Esto tiene como consecuencia que la capacidad crítica del agente se ve
reducida si consideramos el aspecto inconsciente de la recepción del medio frente a el mensaje explícito.
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cual permite observar el carácter decisivo de aspectos que generalmente
permanecen implícitos, oponiéndose a las lecturas superuas que atienden
a los contenidos explícitos de un proceso de comunicación determinado; 3)
Comparten un elemento historicista que ofrece un diagnóstico del presente:
la emergencia de una realidad técnica que tiende a liberarse de los referentes
externos, en los que queda emplazada la subjetividad.
Este último punto ha sido ciertamente abordado a partir de la noción de
hiperrealidad y virtualidad por Jean Baudrillard, a quién recurriremos
brevemente y a quien se ha tratado en otro lugar (Guzmán, 2020). Sin
embargo, el interés del presente artículo yace en resaltar, pese a la diferencia
de enfoques, un posible punto de conuencia para la articulación de las teorías
de McLuhan y Debray, en lo que concierne a la eversión de la subjetividad en
el medio técnico, a partir de sus respectivas nociones de prótesis neurológica
y videosfera.
Con este propósito se expondrán algunos aspectos de sus obras, desarrollando
algunas de las críticas que Debray dirigió a McLuhan, tratando de matizar
dichas críticas, y estableciendo como punto común más relevante de sus teorías,
el último aspecto señalado, que depende en gran medida de los anteriores.
El medio y el espacio mental
Hace un siglo el lólogo Milman Parry postuló una teoría sobre los epítetos
homéricos y su relación con la tradición oral. Armaba que los elementos
estilísticos empleados por Homero eran prueba de su procedencia oral, pues
recurrían a un repertorio de fórmulas cuya nalidad era, más que estética,
mnemotécnica y de improvisación (Carlier, 2005, p. 49). De su análisis
concluía que la escritura alfabética suponía la creación de un espacio mental
diferente al de la tradición oral de donde provenían las epopeyas homéricas,
y cuya composición escrita supuso, precisamente, su extinción. Esta nueva
mentalidad, crítica y reexiva, permitió el nacimiento de disposiciones
cognitivas en las que la memoria cede terreno a la teoría, la investigación y
la autoría: “Parry fue el primero en advertir que la transición de la oralidad
épica a la poesía escrita en la Grecia arcaica marca una brecha epistémica”
(Olson y Torrance, 1991, p. 55).
Con la escritura alfabética, el signo se articula a partir de la recomposición
de los vocablos a través de sus unidades fonéticas mínimas, que aisladamente
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carecen de utilidad. Estas nuevas habilidades cognitivas, que tienen como
punto de partida el ordenamiento de elementos intercambiables y carentes
de valor si se les toma aisladamente, se reejarán en otros ámbitos, como
el económico a través de la técnica del mercadeo
2
(1998, pp. 53-55) o el
militar, a través de la institución de la falange
3
. La escritura permite una
metatextualidad ausente en la oralidad: se puede comentar, comparar y
ser críticos frente a los textos, lo mismo que disponer de las formaciones
militares para el combate.
En todos estos fenómenos encontramos un tipo de ordenamiento mental que
se asocia con los medios que se disponen, y que conllevan una concepción del
mundo que ya no podrá fundarse en la tradición, sino en el orden discursivo.
Así entonces, los medios promueven la adopción de esquemas mentales que
exigen el empleo de ciertas funciones cognitivas en detrimento de otras,
creando nuevas estrategias para articular la experiencia.
McLuhan se sirvió de los estudios de Parry y Lord, para reexionar acerca
del signicado del medio como expresión del mensaje (2011, p. 84). Para
ello postuló la tesis de que el medio no es de ninguna manera neutral, sino
que en él se estructuran códigos que contienen elementos que conguran
tanto la cognición individual como el sistema social que los emplea. Así, por
ejemplo, la imprenta anticipa al individualismo y al nacionalismo modernos,
mientras la televisión congura una apertura distinta del espacio íntimo.
El medio: extensión y amputación del sujeto
Todo el tejido de relaciones que conguran la existencia humana (como
las relaciones de tiempo, espacio y comunidad) es diseñado a partir de los
medios que el hombre emplea, independientemente de los contenidos que
nos ofrecen. Para explicar esto, McLuhan parte de una concepción que hace
de los medios extensiones técnicas del humano. Que el medio sea el mensaje
“signica simplemente que las consecuencias individuales y sociales de
cualquier medio, es decir, de cualquiera de nuestras extensiones, resultan
2 El surgimiento de la moneda, así como el comercio al menudeo es atribuido a los Lidios por Heró-
doto, aproximadamente entre los siglos VII y VI, época algo posterior a la fecha en que se introduce
también el alfabeto en Grecia (1977, p. 169).
3 La infantería hoplita y la formación de la falange suponen la pérdida del valor que tenían las proezas
individuales del guerrero heroico, adquiriéndolo el soldado disciplinado que guarda su posición en
la formación, destacando no por su furor, sino por el orden que guarda respecto al conjunto (Vernant,
1992, pp. 73-75).
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de la nueva escala que introduce en nuestros asuntos cualquier extensión
o tecnología nueva” (1996, p. 29). Así entonces, cuando McLuhan arma
que el “medio es el mensaje”, lo que quiere decir es que un cambio en la
estructura del medio tiene mayores implicaciones para la constitución de
la subjetividad, que los mensajes mismos que transmite y sobre los cuales
repercute (Strate, 2012, p. 67). Esta aclaración es importante porque muestra
que a ella subyace una concepción del hombre que lo vincula con la técnica
como expresión de su propia constitución, cuya historicidad corre aparejada
a la del desarrollo tecnológico.
McLuhan, empleando la imagen mitológica de Narciso, sostiene que la
relación del sujeto con sus extensiones técnicas, es la del sujeto que se
expande sin reconocerse a mismo en ese objeto técnico que lo reeja.
El medio extiende siempre una función del cuerpo y, por tanto, guarda una
continuidad con él. Sin embargo, aunque se trata de una extensión de sí
mismo, el objeto técnico es para el sujeto un otro:
Ahora bien, el punto importante de este mito es el hecho de que el hombre
en seguida se siente fascinado por cualquier extensión suya en cualquier
material diferente de él (…) Fuera lo que fuera, la sabiduría del mito de
Narciso no conlleva ninguna alusión a que éste se enamorara de algo a lo
que considerara como sí mismo. Evidentemente, de saber que la imagen
era una extensión o repetición de él mismo, habría tenido sentimientos muy
diferentes hacia ella (1996, pp. 61-62).
El sujeto tiene entonces una relación ambivalente respecto al objeto: Por una
parte, lo proyecta: la empuñadura del cuchillo tiene la forma de la mano, el
sillón presupone el cuerpo humano, el libro la capacidad de leer, pero, por
otra parte, el medio es exterior al sujeto, es una prótesis que se integra al
humano y, a la vez, es algo distinto de él (Guzmán, 2022). Para McLuhan
esta relación será ambigua: el medio extiende las facultades del individuo,
pero exigiendo del sujeto su adaptación, dirigiendo y potenciando facultades
asociadas a su motricidad, sensibilidad y percepción, en detrimento de otras.
El objeto técnico, en tanto es una extensión del sujeto, reclama un espacio
hacia el interior de éste, que le genera una autoamputación derivada de la
presión que ejerce sobre él al desplazarlo. Siendo consecuentes, el cuchillo
amputó las garras; la vestimenta, el pelaje; el fuego y la cocción al aparato
digestivo, etc.
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El medio es una “extensión” del sujeto, que al mismo tiempo lo amputa
o anestesia: “El sistema nervioso sólo puede soportar esta amplicación
gracias al entumecimiento, o bloqueo de la percepción” (McLuhan, 1996,
p. 62). La tensión derivada de la amplicación introducida por un medio
técnico exige el bloqueo de otras funciones que no se articulan con el
medio, fenómeno particularmente ostensible en la percepción. El libro, la
pantalla o los auriculares, para poner ejemplos sencillos, exigen una atención
especializada de la vista, del oído o de ambos, entumeciendo otros órganos
u otras funciones de los mismos órganos que emplea: “Cualquier invento o
tecnología es una extensión o autoamputación del cuerpo físico, y, como tal
extensión, requiere además nuevas relaciones o equilibrios entre los demás
órganos y extensiones del cuerpo” (p. 64).
A la fuerza centrífuga de la extensión del medio técnico se le opone,
entonces, una fuerza centrípeta, que compensa a la anterior, lo que permite
distribuir la expansión del poder técnico con vistas a un equilibrio dinámico.
Esta distribución de fuerzas corre paralela a la posición sujeto-objeto entre
el hombre y su medio, posición que es relativa, pues el sujeto que emplea
un medio se convierte en un operario del mismo, es decir, ocupa el lugar
de un objeto: “Al abrazar constantemente tecnologías, nos relacionamos
con ellas como servomecanismos. Por ello, para poder utilizarlas, debemos
servir a esos objetos, a esas extensiones de nosotros mismos, como dioses o
religiones menores” (p. 66). El sujeto que transforma el mundo en medio, se
convierte él mismo en medio. Observación semejante a la de Ernst Jünger,
que sostenía la sujeción a los procesos que la técnica desencadena:
En todos los sitios donde el ser humano cae bajo la jurisdicción de la técnica
se ve confrontado a una alternativa ineludible. O bien acepta los medios
peculiares de la técnica y habla su lenguaje, o bien perece. Pero cuando
alguien acepta esos medios, entonces se convierte (…) no solo en el sujeto
de los procesos técnicos, sino al mismo tiempo en su objeto (2003, p. 156).
El contenido es menos signicativo que el medio que lo transmite, porque
éste implica una reconguración del sujeto. La especialización ejercida por
el medio favorece el desarrollo de algunas regiones de la percepción en
detrimento de otras, repercutiendo en la cognición, las relaciones sociales y
afectivas, la cosmovisión o las creencias.
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Pongamos un ejemplo: debido a la ausencia de signos de puntuación, en la
antigüedad la lectura era usualmente realizada en voz alta. Leer en silencio,
como se acostumbra hacer en las bibliotecas modernas, era un ejercicio
desconocido hasta la antigüedad tardía. San Agustín se admiraba de que
Ambrosio leyera en silencio: “Al leer, sus ojos se deslizaban por las páginas
y su corazón se armonizaba con su entendimiento, pero la voz y la lengua
callaban. Muchas veces, estando con él (…), le vi leer en silencio” (2012,
p. 283). Agustín ofrece una explicación de índole espiritual, pues se trata
del origen de “la voz de la conciencia” que repercute en el talante moral: la
lectura en silencio es solidaria del examen íntimo de la conciencia (Guzmán,
2020, pp. 33-46). Así, lo que hoy consideramos recursos poéticos en Homero
son el remanente de las técnicas de la cultura oral vertida al medio escrito,
y la profundidad del hombre interior está asociada con la lectura visual que
calla las voces anteriormente pronunciadas.
A la luz de todas estas consideraciones, resulta altamente estimulante la
observación de McLuhan respecto al empleo de la electricidad como fuente
energética de los medios técnicos: “Con la llegada de la tecnología eléctrica,
el hombre extendió, o instaló fuera de sí mismo, un vivo retrato del sistema
nervioso central” (1996, p. 63).
El sistema nervioso es una red de células y órganos cuya función es transmitir
y controlar la información del cuerpo por medio de impulsos eléctricos. Es
por tanto homogéneo con la red eléctrica que se traduce en funciones técnicas
diversicadas: la iluminación, el funcionamiento de aparatos electromecánicos
o electrónicos. Ese “vivo retrato” de la propia constitución neurológica del
hombre no ha terminado de constituirse, pero podemos armar que conduce
a la consumación de la eversión de la interioridad del hombre en el objeto
técnico, en la medida en que desplaza la prótesis mecánica por la prótesis
neurológica. Con ello, la técnica ha llegado a ocupar y extender no solo el
cuerpo, sino la comunicación del sistema nervioso:
Al situar el cuerpo físico dentro del sistema nervioso extendido con los
medios eléctricos, hemos desencadenado una dinámica por la cual todas
las tecnologías anteriores, que no son sino meras extensiones de las manos,
de los pies, de los dientes y de la termorregulación (…) serán traducidas en
sistemas de información (p. 78).
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Considerando que el aspecto fundamental de la incidencia de los medios
sobre el hombre se ofrece principalmente en el plano de la especialización
perceptiva, la técnica se convierte en extensión directa de la subjetividad.
Ciertamente, la conexión de la red eléctrica con el sistema neurológico
todavía está limitada a la percepción y a la mecánica: la decodicación de
las ondas hertzianas de un televisor no las convierte en impulsos eléctricos
dentro del sistema nervioso central, sino en una sucesión de imágenes
reconocibles en la pantalla por el cerebro humano a través de la vista
4
. Sin
embargo, la tecnología eléctrica permite una eciente traducción de las
funciones nerviosas en funciones técnicas: “En esta edad eléctrica, cada vez
más, nos vemos traducidos en forma de información al mismo tiempo que
nos acercamos a la extensión tecnológica de la conciencia” (p. 78).
Bajo el régimen de los medios de comunicación electrónicos, se traza un ujo
de continuidad con el sistema nervioso, borrando las barreras de la alteridad
del medio técnico, que ocupa por lo tanto el espacio de la subjetividad misma.
Mediación y comunicación
Siguiendo a Szakolczai, McMylor ha abordado las similitudes y diferencias
entre estos dos autores a partir de su biografía, para encontrar una correlación
entre su experiencia vital y el carácter de sus obras, que tienen como fondo
común una travesía, que producto de su experiencia “liminal” y desarraigo
transitan un camino muy semejante, pero en dirección opuesta (2018, pp.
225-226). La explicación es muy sugerente, pero lamentablemente no hace
explícitos los puntos de encuentro entre ambos (que motivaría precisamente
la razón de compararlos), lo que no deja de ser signicativo, pues da ya por
sentada la similitud entre ambas obras.
En primer lugar, hay que señalar que Debray, al igual que McLuhan, se propone
observar que el medio modica la subjetividad de quien lo emplea, por lo
que su relación es cultural e histórica, pero destacando sobre todo aspectos
religiosos, ideológicos o artísticos, a través del concepto de “transmisión”,
término central para la disciplina que funda: la mediología:
McLuhan a donc considérablement inuencé la théorie contemporaine dans
le domaine des media. En France, la médiologie de R. Debray, qui étudie
4 Aún resta el desarrollo de la Interfaz Cerebro-Computadora (ICC), la conversión de la actividad del sis-
tema nervioso central en salidas articiales y continuas en dispositivos técnicos (Valerdi et al., 2019).
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les eets des appareillages et des institutions sur la pensée individuelle et
collective, lui doit beaucoup dans la mesure où les médiologues s’intéressent
aux régimes symboliques (de savoir, de mémoire, d’institution, etc.) en
rapport avec les outils et les artefacts (Kane, 2016, p. 9)
5
.
El problema de la transmisión se distingue del de la comunicación, en que no se
enfoca en los procesos síncronos del canal de comunicación, sino en la manera
en que los hombres transmiten a través de sucesivas generaciones, creencias,
instituciones e ideologías que conguran el modo en que se perciben a
mismos, al mundo circundante y a los medios que emplean. Enfocándose más
en el nivel sociocultural que en el cognitivo, Debray comparte con McLuhan la
idea de que la técnica repercute en la conguración de la subjetividad y de sus
representaciones
6
. Inuido también por Leroi-Gourhan, asocia la genealogía
del hombre con la técnica y sostiene que la técnica va siempre aparejada de
transformaciones de índole simbólica (1971, pp. 113-118). Hombre-técnica-
símbolo, forman en su obra un complejo indisociable: “Hasta el estadio bastante
tardío de la coevolución hombre-instrumento, cultura y técnica forman un
bloque indisociable, constituido por todos los suplementos de equipaje que el
bípedo omnívoro ha sumado a su patrimonio genético” (Debray, 2001, p. 79).
A Debray le interesa ante todo la formación de la subjetividad en tanto está
relacionada con la colectividad
7
. Por ello, aborda continuamente el problema
de la ecacia simbólica, esto es, el poder de crear comunidad mediante los
procesos de transmisión. Pero al igual que McLuhan, la ecacia simbólica
debe más a las formas técnicas que a los contenidos de la transmisión: “El
acto simbólico requiere una operación técnica (…) El tejido conjuntivo de las
sociedades humanas no es el mismo si sus mirabilia y sus memorabilia son
conadas a una memoria colectiva, a un soporte vegetal raro o abundante, a
una cinta magnética o a un medio electrónico” (Debray, 1994, p. 94).
5 “McLuhan ha inuido entonces la teoría contemporánea en el dominio de los medios. En Francia la
mediología de R. Debray, que estudia los efectos de los equipamientos y de las instituciones sobre el
pensamiento individual y colectivo, le debe mucho en la medida en que los mediólogos se interesan
por los regímenes simbólicos (de saber, de memoria, de institución, etc.) en relación con lo útiles y
los artefactos”.
6 En Vida y muerte de la imagen, las imágenes no son tratadas desde el ámbito de la percepción, que
ya involucraría el problema del sujeto como agente de la misma (Gubern, 1996, p. 46), sino más bien
por elementos que involucran a la subjetividad en términos colectivos. La mirada es correlativa de la
imagen a la que construye desde diversos órdenes sociales (Debray, 1994, p. 15).
7. De ahí su atención a la etimología de la palabra “símbolo”, que signica “reunir”, por oposición a
“diábolo” que es desunir. El símbolo es el agente de cohesión intersubjetiva y a la vez de creación
de comunidad y fraternidad (Debray, 1994, pp. 53-57).
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Toda la obra de Debray presta por ello especial atención a los soportes,
materiales y códigos; en una palabra, a los medios de transmisión. En Vida
y muerte de la imagen se describe cómo la mirada humana transgura la
imagen, de manera que, a lo largo de la historia, el humano funda regímenes
distintos de valoración y asunción de ella. Estos regímenes son correlativos
a la subjetividad de la mirada y a los medios por los cuales se transmiten,
estableciendo tres “edades de la mirada” (idolátrica, mimética y visual), que
se corresponden con la división de los signos de Pierce en indicio, ícono y
símbolo (pp. 182-183).
La primera edad, centrada en el “ídolo”, es aquella en la que el sujeto identica
la imagen con el ser mismo, sin que se la tome como una representación, sino
considerándola idéntica a aquello de lo que es imagen; de carácter mágico, se
trata del dios de piedra, del ícono religioso o de la fórmula de encantamiento.
En segundo lugar, se encuentra la “mímesis” o edad de la representación,
para la cual la imagen está disociada con un referente al que se le considera
externo y al que imita o reproduce sin ser él mismo, régimen correspondiente
a la época del arte y la ciencia
8
. Finalmente, la era de lo “visual”, consistente
en aquella en la que la imagen es nuevamente la realidad misma, pero en la
ausencia de referente externo, como representación sin correlato, que funda
la era de la autonomía de la imagen que subsiste por sí misma; es la época en
que rige la “videosfera” y el mundo de la pantalla (pp. 182-183).
Las edades de la mirada responden a la necesidad de Debray por concebir
la mediología en el plano histórico. Pero además, le permiten elaborar una
crítica a las paradojas de la sociedad del posespectáculo entre las que destaca
la transformación que los medios ejercen sobre la subjetividad: “Cada nueva
maquinaria de transmisión colectiva reorganiza nuestros lugares comunes,
esos elementos incomunicables que nos permiten comunicar. Como el sujeto
cognitivo en sí mismo, el sujeto creyente es un sujeto técnico” (p. 302).
Una crítica que reclama autonomía
Gracias a la exposición esbozada de estos dos autores, podemos conrmar
algunos aspectos comunes en sus respectivas obras, así como la importancia
concedida al vínculo entre técnica y comunicación para la conguración
8 En la medida en que la representación es para Debray característica de la edad moderna, parece re-
cuperar la concepción de Heidegger relativa a la modernidad entendida como “época de la imagen
del mundo” (Heidegger, 2010).
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de la subjetividad, la preponderancia del medio sobre el contenido y la
historicidad de sus relaciones. Ciertamente, sus enfoques son distintos y es
factible señalar que la diferencia fundamental reside en la atención prestada
ya sea a los aspectos cognitivos e individuales o a los socioculturales:
“L’étude de la médiation est en outre située à un niveau collectif, substituant
à l’analyse des eets cognitifs des médias sur l’individu dans la lignée d’un
McLuhan celle de l’ecacité symbolique d’une idée dans un milieu déni
par ses institutions et son appareillage” (Rialland, 2007, p. 1)
9
.
Sin embargo, el rechazo de parte de Debray hacia la obra de McLuhan,
pareciera considerar poco las semejanzas, haciendo énfasis en las diferencias,
muchas de las cuales se centran en aspectos superciales. Por ejemplo, al
elaborar la crítica contenida en Introducción a la mediología, solo se remite al
concepto de “comunicación” y a la trillada máxima “el medio es el mensaje”,
desarrollando una serie de interpretaciones sustentadas más en clichés que en
el análisis mismo de la obra.
Su crítica se sustenta entonces en el exceso de relevancia que, en su opinión,
McLuhan habría dado al concepto de “comunicación”, que propone suplir
por el de “transmisión”, pues, a su juicio, el primero se remite al restringido
ámbito del lenguaje. Con la triada “emisor-mensaje-receptor” (Debray, 1994,
p. 42) se estrecha la comprensión de la transmisión que rebasa el plano de lo
“simbólico” limitado al ámbito lingüístico, mientras la noción de transmisión
implicaría también el mundo de las imágenes:
Discernir lo simbólico del “símbolo” (literal, numérico, representativo, etc.),
desglosar el sentido de la órbita semiótica, sistema que tiene el lenguaje por
sol, equivale a recuperar los sustratos más sólidos de nuestra humanidad.
La simplicidad desborda y precede a los juegos de sombras del signicante
y el signicado (se puede simbolizar la experiencia de otros modos que no
pasan por la palabra, y el discurso no es más que un medio de expresión,
entre otros, del pensamiento). La palabra comunica, la piedra transmite
(2001, pp. 45-46).
La crítica dirigida hacia el concepto de “comunicación” parte de
entenderla bajo el esquema del circuito del habla en Saussure (1980, pp.
9 “El estudio de la mediación se sitúa además en un nivel colectivo, sustituyendo el análisis de los
efectos cognitivos de los medios sobre el individuo, en la línea de un McLuhan, por el de ecacia
simbólica de una idea en un entorno denido por sus instituciones y su equipamiento”.
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50-56), considerando las nociones de “medio” y de “mensaje” en términos
lingüísticos. Por otra parte, Debray asocia el problema de la comunicación
con el problema de los medios masivos de comunicación, y especícamente
parece asociarlos con las posibilidades que estos poseen de difusión a gran
escala. Por ello es que considera que bajo el enfoque de la comunicación se
omiten los aspectos histórico-temporales a los que la noción de transmisión
da respuesta, quedando reducidos a procesos sincrónicos-espaciales: “En
denitiva, el mediólogo se sumirá en los largos procesos de la antropología,
en el límite de las sociedades sin escritura. Pasar de la comunicación a la
transmisión es cambiar de escala cronológica” (2001, p. 27).
Ante la acusación de falta de sentido histórico de los estudios acerca de la
comunicación, debemos señalar que la noción de “medio” en McLuhan dista
mucho del sentido restringido al concepto de “comunicación” que Debray
le asigna. No se trata de “medio de comunicación” en el sentido habitual,
pues cualquier medio técnico “comunica” en la medida que interviene en la
percepción humana. Al hablar de “medio”, McLuhan lo hace en un sentido
tan amplio que se aplica al de cualquier objeto técnico y no exclusivamente
al “medio de comunicación”. Esta lectura restringida por parte de Debray ya
ha sido señalada (Vučkovič, 2020, p. 1322). Los medios comunican, en la
medida en que conguran las formas básicas de la representación, saliendo
de la mera relación de emisor-mensaje-receptor.
L’enquête sur les eets culturels des médiations techniques ne peut en eet
ignorer des objets comme la bicyclette, l’horloge, la route ou le télescope.
Autant de media qui ne communiquent aucun message explicite, mais qui
accordent les pianos de nos relations, en réglant nos rapports à l’espace et
au temps (Merzeau, 1998, p. 31)
10
.
Es necesario, por tanto, tener en cuenta que las bases sobre las que se funda
el análisis de McLuhan no se limitan a la comunicación en el sentido que
Debray le atribuye.
Por otra parte, es probable que las connotaciones que la palabra “comunicación”
o “medios” tienen en su empleo regular, y en el uso que hacen los “estudios de
10 “La investigación sobre los efectos culturales de las mediaciones técnicas no puede, en efecto,
ignorar objetos como la bicicleta, el reloj, la carretera o el telescopio. Son medios que no comunican
ningún mensaje explícito, pero que anan el piano de nuestras relaciones, al ajustar nuestras
interacciones con el espacio y el tiempo”.
158 Cuestiones de Filosofía No. 35 - Vol. 10 Año 2024 ISSN 0123-5095 Tunja-Colombia
la comunicación”, son la que provoquen el rechazo por parte de Debray, pues
éste cuando plantea las diferencias entre la mediología y la comunicología,
está pensando ante todo en ésta desde el punto de vista contemporáneo de los
mass media”. La tendencia a asociar a McLuhan con el tema especíco de
la comunicación puede provenir de la importancia de su primer gran obra, La
Galaxia Gutenberg, que tiene objetivos distintos a los de Comprender los medios:
The Gutenberg Galaxy which essentially argues that the modern educated
mind is fundamentally conditioned by the nature of print in the form of
the published book is, despite its scope, more focussed than Understanding
Media, with its revealing subtitle, ‘the extensions of man’, which extends
the whole conception of media to include: clothes, housing, money, and
roads (McMylor, 2018, p. 219)
11
.
Respecto a su crítica de la comunicación como fenómeno síncrono y
espacial, habría que añadir que, al no restringirse McLuhan exclusivamente
a los fenómenos de comunicación contemporáneos, sino a la interpretación
del medio con la extensión-amputación del sujeto, su enfoque le permite la
introducción del elemento histórico en la correlación entre subjetividad y
medios. Es fácil advertir que McLuhan toma en cuenta el eje temporal al tratar
la transformación que los medios operan en la subjetividad, cuando analiza
medios que remiten hasta los orígenes de la historia. Incluso hay quien ha
señalado que el historicismo de Debray ha sido inuenciado por el de McLuhan:
L’apport mcluhanien est donc approprié dans le cadre du projet médiologique
et articulé à une prise en compte des institutions. Il emeure que la conception
de sphères successives (logosphère, graphosphère, vidéosphère) n’est
pas sans rappeler l’étapisme historique développé par l’auteur canadien
(galaxie Gutenberg, galaxie Marconi, village global). À cet égard, la
médiologie en tant que « science du milieu » dans laquelle les media ont
un rôle prépondérant s’inscrit clairement dans la postérité mcluhanienne
(Kane, 2016, p. 9)
12
.
11“The Gutenberg Galaxy, que sostiene esencialmente que la mente moderna educada está
fundamentalmente condicionada por la naturaleza de la imprenta en forma de libro publicado, es, a pesar
de su alcance, más especíca que Understanding Media, con su revelador subtítulo, “las extensiones
del hombre”, que amplía el concepto de medios para incluir: ropa, vivienda, dinero y caminos”.
12 “La aportación mcluhaniana es, por tanto, adecuada en el marco del proyecto mediológico y está
articulada a una consideración de las instituciones. Cabe señalar que la concepción de esferas
sucesivas (logosfera, grafosfera, videosfera) recuerda la sucesión por etapas históricas desarrollada
por el autor canadiense (galaxia Gutenberg, galaxia Marconi, aldea global). En este sentido, la
mediología, como “ciencia del medio”, en la que los medios juegan un papel preponderante, se
inscribe claramente en la posteridad mcluhaniana”.
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François Dagognet, lósofo cercano a la mediología, ha sostenido que
en lugar de decantarse por los procesos temporales de transmisión, la
mediología debe procurar la integración del espacio de la comunicación y de
la temporalidad de la transmisión: “Nous croyons devoir ici mettre en relief
une antinomie propre à la médiologie. Elle a violemment opposé l’espace de
la communication au temps culturel de la transmission, mais si la médiologie
a bien souligné l’opposition, est-ce qu’elle ne doit pas aussi l’aaiblir ?”
(2001, p. 10)
13
. Esta división unilateral también ha sido criticada por Louise
Merzeau, coeditora en jefe de “Les cahiers de médiologie”, quien advierte que
“l’axe communiquer/transmettre risque d’entraver la réexion s’il se réduit à
une opposition rigide entre deux polarités” (2001, p. 185)
14
. Además, si bien
enfatiza que la mediología pone énfasis en los procesos socioculturales por
encima de los dispositivos técnicos, señala que la mediación técnica es ya
una mediación social: “toute technique engage une médiation active, et tout
agir humain passe par une médiation technique”(1998, p. 31)
15
.
Otra crítica dirigida por Debray a la máxima de McLuhan “el medio es
el mensaje”, consiste en postular que esto solo es válido para el régimen
idolátrico: “El medio y el mensaje sólo guardan una relación de simbiosis
en el universo mágico religioso” (2001, p. 53). Pero esta crítica dirigida
a McLuhan obedece a un problema diferente. En el caso de Debray, este
consiste en la manera en que el sujeto asume las imágenes en relación con
algún referente. Que el medio sea el mensaje, es interpretado por Debray
como que el medio, ya sea imagen o símbolo, no “representa” su contenido,
sino que es idéntico a él: la egie del dios es el dios mismo y su imagen.
La máxima de McLuhan no se reere, sin embargo, a cómo el sujeto vincula
el medio con su contenido, sino a que es el medio mismo el que comunica al
sujeto y lo congura. Uno se preocupa por las consecuencias del medio para
el proceso de subjetivación, otro de cómo la subjetividad asocia al medio
con su contenido. De este modo, cuando McLuhan arma que el medio
es el mensaje, no piensa al mensaje como un referente posible, sino en las
13 “Creemos necesario destacar aquí una antinomia propia de la mediología. Esta disciplina ha opuesto de
manera contundente el espacio de la comunicación al tiempo cultural de la transmisión. Sin embargo,
si bien la mediología ha señalado claramente esta oposición, ¿no debería también atenuarla?”.
14 “El eje comunicar/transmitir corre el riesgo de obstaculizar la reexión si se reduce a una oposición
rígida entre dos polaridades”.
15 “Toda técnica implica una mediación activa, y toda acción humana se realiza a través de una
mediación técnica”.
160 Cuestiones de Filosofía No. 35 - Vol. 10 Año 2024 ISSN 0123-5095 Tunja-Colombia
implicaciones que los medios tienen en la formación del contenido cultural
inherente a los procesos de comunicación.
Conclusión
Es indudable que los enfoques de McLuhan y Debray guardan perspectivas
distintas con respecto a problemas muy próximos. Para ambos, la técnica se
asocia a la constitución de la subjetividad desde una perspectiva histórica.
Ciertamente McLuhan se enfoca en aspectos relativos a las exigencias que
los medios imponen a los individuos en su proceso de adaptación, mientras
que Debray se enfoca en los procesos de transmisión colectiva a partir de
aspectos socioculturales. Sin embargo, ambos prestarán especial atención
a los medios, soportes, técnicas y aspectos formales por encima de los
contenidos explícitos. Por ello, resulta extraño que el aspecto más próximo
entre sus obras (la importancia del medio) sea el más criticado por Debray,
reclamando con ello un nuevo empleo de los descubrimientos de McLuhan
desde su propio enfoque, quizás en un afán de originalidad de la que tampoco
debe privársele.
Sus proyectos conuyen en diversos puntos, y uno de los más estimulantes
para la reexión contemporánea es el que deriva de la autonomía y absorción
de la subjetividad por parte de la técnica. McLuhan veía ya en la red eléctrica
el espacio de extensión y amputación del sistema nervioso central. Esto quiere
decir que la electricidad, en la medida en que se maniesta como transmisión
de información, se convierte en la prótesis más acabada de la subjetividad.
Esto llega a ser coincidente con la descripción de la tercera edad de la mirada
de Debray: la videosfera. Esta es la época de los signos e imágenes que se
reproducen de manera autónoma. Lo visual engendra un reino emancipado
de la realidad en la que el sujeto se comporta como puro principio del placer:
“si la imagen arcaica y clásica funcionaba con el principio de realidad,
lo visual funciona con el principio de placer. Lo visual es en sí mismo su
propia realidad. Inversión no exenta de riesgos para el equilibrio mental del
colectivo” (Debray, 1994, p. 251)
16
. Fin de la era del espectáculo, porque ya
no está ahí para representar, sino que se ha convertido en la realidad puesta
en imagen, fundando con ello una época distinta a la de la representación o
de la imagen del mundo.
16 Debray hace referencia al principio de placer y de realidad, conceptos tomados del psicoanálisis
(Freud, 2010, pp. 72-73).
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La autonomía del universo de lo visual y de la prótesis neurológica
conuyen allí donde conciben a la civilización contemporánea a partir del
establecimiento de un universo emancipado de referentes y, por lo tanto,
erradicando lo real del campo de la subjetividad.
Baudrillard, denunciando este asesinato de la realidad (2009, pp. 9-19),
sostendrá que vivimos en una suerte de éxtasis de la comunicación (2001,
pp. 9-23), de metástasis celular de la telefonía, la red y del algoritmo viral.
Con ello hemos diluido las membranas de nuestra intimidad personal. Hoy
en día los medios conguran ese espacio etéreo (la nube) donde conuyen,
extendiéndose y fusionándose, las subjetividades individuales. La intimidad
se proyecta hacia el espacio de la virtualidad común y, simultáneamente, ese
espacio común congura a cada uno.
La mediación general construye su propia esfera virtual, todo lo cual es muy
acorde con la tendencia creciente a la fusión del sujeto y los medios, que se
desprende de las observaciones de McLuhan. Pues la prótesis de los medios
ha llegado al corazón del sujeto volitivo: el medio ha tocado incluso las bras
íntimas de la libertad, la decisión y el espacio íntimo.
Pero ello implica que el medio ha tomado, a través del ujo ininterrumpido de
las comunicaciones, el campo de la libertad, para mostrar que esencialmente
no se trataba de volición autónoma, sino de mediación. Así entonces, la
extensión de las comunicaciones liberadas de nuestra presencia en la red, es
correlativa a la amputación de lo que antaño nos distinguía del medio.
Y he ahí, en la disolución plena del sujeto en el medio, que aparece la similitud
con la era de lo visual propuesta por Debray, pues este universo del espíritu
electrónico se ha convertido en realidad desprendida del referente externo,
que funda en la videosfera el universo autónomo del simulacro, en imagen
que solo se representa a sí misma.
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