Documentos
Homenaje
a Carlos Rincón 1937 – 2018
IV CONGRESO CEISAL DE LATINOAMERICA-
NISTAS, 4 -7 DE JULIO DE 2004. Bratislava - Eslovaquia. Simposio coordinado por
el grupo de investigación HISULA. Dra. Diana Soto y Carlos Rincón.
II Congreso internacional historia de
las universidades de Europa y américa. 17 - 19 de noviembre de 2004.
Universidad de Cartagena Colombia, Coordinado por el grupo HISULA. Dra. Diana
Elvira Soto Arango y la participación del Dr. Carlos Rincón.
Grupo de investigación ILAC,
Berlín-Alemania. Septiembre de 1998.
Dr. Phil.
Carlos Rincón, Profesor Emérito de la Universidad Libre de Berlín y Dr. Phil.
honoris causa de la Universidad Karl Marx,
Leipzig, Alemania[1].
* 10 de octubre de 1937 en Bogotá, Colombia + 24 de diciembre de 2018 en
Berlín, Alemania.
Profesor invitado en la Universidad
Tecnológica de Pereira (UTP), cursos en la Maestría en Literatura.
2017
Profesor invitado en la UTP, cursos en
la Maestría en Literatura; Investigación para la edición de los libros: Crítica literaria de Hernando Téllez en tres
tomos con los prólogo "Hernando Téllez: El crítico literario con quien se
aprendió a leer" (I, II, III), y Crítica
Literaria I y Crítica
Literaria II de Hernando Valencia Goelkel con los prólogos
"Trayecto de Hernando Valencia Goelkel" (I, II), publicados en la
Editorial del Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, 2018.
2016
Profesor visitante (Programa Johann Gottfried
Herder-DAAD) en la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, seminarios en
la Maestría en Literatura y de Doctorado en la Facultad de Humanidades.
2015
Pofesor visitante (Programa Johann
Gottfried Herder-DAAD[3])
en la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá: redacción del libro Avatares de la memoria cultural en Colombia. Formas
simbólicas del estado, museos y canon literari, publicado como
Tomo IV de la Colección 2010 en la Editorial Pontificia Universidad Javeriana,
Bogotá, 2015.
2014
Profesor visitante (Programa Johann
Gottfried Herder-DAAD) en la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá:
seminarios en la Maestría en Literatura y de Doctorado en la Facultad de
Humanidades.
2013
Profesor visitante (Programa Johann
Gottfried Herder-DAAD) en la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá:
seminarios de pregrado y en la Maestría de Literatura y de Doctorado en la
Facultad de Humanidades; conferencias en la Universidad Tecnológica y
Pedagógica de Pereira (UPT); colaboración en la edición del libro de Guillermo
Hoyos Vásquez, Filosofía de la educación. Apuntes de
su último seminario de doctorado, editado por Siglo de Hombres
Editores y la Editorial de la UPT de Pereira.
Profesor visitante (Programa Johann
Gottfried Herder-DAAD) en la Universidad Nacional, sede Bogotá, seminarios de
pregrado y en la Maestría en Literatura en la Facultad de Humanidades.
2009-2011
Profesor visitante (Programa Johann
Gottfried Herder-DAAD) en la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá:
seminarios de Maestría y Doctorado en la facultad de Humanidades.
2008
Profesor visitante (Programa Johann
Gottfried Herder-DAAD) en la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá:
seminarios de Maestría y Doctorado en la facultad de Humanidades.
Seminarios de tesis de doctorado en:
Universidad Tecnológica de Pereira; Universidad Pedagógica y Tecnológica de
Colombia-Tunja; Universidad de Nariño-Pasto, Universidad del Cauca-Popayán.
2007
Seminarios de tesis de doctorado en:
Universidad Tecnológica de Pereira; Universidad Pedagógica y Tecnológica de
Colombia-Tunja; Universidad de Nariño-Pasto.
2007-08
Profesor Visitante de humanidades
William Bonsall en la Universidad Stanford, Palo Alto, California.
2006
Profesor Visitante William Bonsall en
la Universidad Stanford, Palo Alto, California.
2003
Profesor Emérito de la Universidad
Libre de Berlín.
1990-2003
Profesor titular de
Latinoamericanística (C-4) en el Instituto de Estudios Latinoamericanos (LAI)
en la Universidad Libre de Berlín.
1989
Investigador invitado en la Universidad
Libre de Berlín (Fundación Volkswagen).
19888
Investigador invitado en la Universidad
Libre de Berlín (Deutsche Forschungsgemeinschaft).
1980-1988
Asesor del Ministro de Cultura Ernesto
Cardenal en el Ministerio de Cultura, Managua, Nicaragua.
1977-80
Profesor en la Universidad Central y en
el Posgrado del Instituto Pedagógico Universitario de Caracas, Venezuela.
1970-76
Asistente científico en el Instituto de
Investigaciones Literarias de la Academia de Ciencias (Akademie der Wissenschaften) de Berlín, R.D.A en
proyectos del Prof. Dr. Werner Krauss
y Prof. Dr. Manfred Naumann; Encargado de cursos
en el Instituto de Romanística de la Universidad Karl Marx,
Leipzig, Alemania.
1966-1969
Profesor en la Universidad Nacional de
Colombia, Bogotá, D.C.
1966
Catedrático del Seminario Andrés Bello
del Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, Colombia.
1961-1965
Asistente en el Instituto de
Romanística de la Universidad Karl Marx, Leipzig y en el Instituto de
Lenguas Románicas en la Academia de Ciencias de la R.D.A. Tesis de Doctorado en
Filosofía summa cum laude bajo la dirección de los profesores
Dr. Werner Bahner y Werner Krauss.
1960-1961
Inspector general-encargado de la
Dirección de la TV-Educativa. Televisora Nacional de Colombia, Bogotá
1959
Docente de la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, D.C.
ESTUDIOS SECUNDARIOS Y UNIVERSITARIOS
Doctorado en la Facultad de Filosofía
de la Universidad Karl Marx, Leipzig, Alemania, con el título Dr. Phil. summa cum laude, publicación de la tesis de grado: «Das Theater García Lorcas », Neue Beiträge zur Literaturwissenschaft, Band 38.
Berlin : Rütten & Loening, 1975.
1959-60
Maestría en el Seminario Andrés Bello,
Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, D.C.
1955-58
Estudios de Filosofía y Literatura en
la Universidad Nacional de Colombia y en la Universidad Externado de Colombia,
Bogotá, D.C.
1948-54
Bachillerato en el Liceo de la Salle, Bogotá,
D.C.
2003
Doctorado honoris causa de la Facultad de Filología de la
Universidad de Leipzig.
2000
Visitante académico Santo Domingo en el
Centro David Rockefeller de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de
Harvard, Cambridge, Massachusetts.
Premio de Ensayo Latinoamericano de la
Fundación Cultural Lya y Luis Cardoza y Aragón bajo la dirección de Gabriel
García Márquez. México, D.F., México.
1996
Premio Nacional de Ensayo. Bogotá,
D.C., Colombia.
ACTIVIDADES EN COMITÉS DE REDACCIÓN Y
EDICIÓN
• Journal of Latin American Cultural Studies. London-New
York, Carfax Publishing, Taylor & Francis Group.
• Revista
de Crítica Literaria Latinoamericana. BerkeleyLima, Hg. Latinoamericana,
Hanover, NH - USA.
•
Berliner
Beiträge zur Lateinamerikanistik, Frankfurt am Main, Vervuert Verlag.
•
Revista
de Historia
de la
Educación Hispanoamericana. Santiago, Bogotá, México, D.F.
•
Estudios
de Literatura
Colombiana, Universidad de Antioquia, Medellín.
• Literatura
y Filosofía,
Universidad Tecnológica de Pereira, Pereira.
DIRECTOR DE PROGRAMAS CIENTÍFICOS Y
SIMPOSIOS
Edición de los resultados científicos
del proyecto de cooperación Memoria
cultural y procesos de formación de la nación en Colombia en
cinco tomos en la Colección Biblioteca
2010 de la Editorial Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá D.C.
2006 - 2008
Director del proyecto de investigación Kulturelles
Gedächtnis und Prozesse der Nationsbildung in Kolumbien de la
Fundación Fritz Thyssen.
2007
Encuentro de expertos del proyecto Memoria cultural y procesos
de formación de la
nación en Colombia
en la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, D.C., patrocinado por el
DAAD-Colciencias y la Fundación Fritz
Thyssen. Participantes:
Prof. Jorge
Orlando Melo (Director de la Biblioteca L.A. Arango), Prof. Carmelita Millán
(Instituto PENSAR), Dr. Barbara Dröscher (DAAD-Universidad de La Habana), entre
otros.
2001-02
Carlos
Fuentes' Welten. Curso en honor
de Carlos Fuentes patrocinado por la Presidencia de la Universidad Libre de
Berlín.
2001
Imágenes
de la nación: Ficciones, iconizaciones y memoria impuesta (España,
Hispanoamérica, Brasil). XXVII Deutscher Romanistentag: Die Einheit der Vernunft in der Vielfalt ihrer Stimmen. München. Orador principal: Carlos Monsiváis, Instituto
Nacional de Antropología y Cultura, México, D.F.
1998
Simposio internacional: Kulturaneignung
heute: Recycling, Kannibalismus, Hybridisierung, Translatio en
la Haus der Kulturen der Welt, con motivo del 50 aniversario
de la Fundación de la Universidad Libre de Berlín. Con el auspicio Fundación
Volkswagen, Berlín.
1998
Simposio internacional: Conmemoración del 98: Die (Neu)definition
von Identitäten. En
cooperación con Prof. Dieter
Ingenschay, Universidad de Humboldt de Berlín y el Instituto Ibero-Americano de Patrimonio
Cultural Prusiano.
1997
Simposio internacional: Conjugarse en inflinito - La escritora Carmen Boullosa. Con
motivo del Premio Anna Seghers 1997. En colaboración con el DAAD y
la Academia de las Artes de Berlín, Berlín.
1996-97
Programa
Internacional Interdisciplinario sobre Estudios Culturales en América Latina. Serie de Simposios internacionales
realizados en Bogotá y Cartagena con el patrocinio del Instituto Distrital de
Cultura y Deportes, la Universidad Nacional de Colombia, y la Universidad Libre
de Berlín.
Simposio 1996: Situación de los estudios literarios y
culturales.
Simposio 1996: La nueva novela histórica en América
Latina.
Simposio 1997: Teorías de la cultura y estudios de
comunicación.
1994
Simposio internacional: Barrocos y Modernos. Universidad Libre de
Berlín, Colegio de México, Berlín.
1992
Simposio internacional: Neue Welten
Gegenwelten. Gedanken in die Zukunft. En la Haus der Kulturen der Welt, Berlín. Con el patrocinio de la
Deutsche Stiftung für
Internationale Entwicklung.
1991
Simposio internacional: Celebraciones
y Lecturas. La crítica literaria en
América Latina. Con el patrocinio de la Fundación
Volkswagen, y la cooperación del Instituto Ibero-Americano de Patrimonio
Cultural Prusiano y la Universidad Libre de Berlín.
Carlos
Rincón, Avatares de la memoria cultural en
Colombia. Formas simbólicas del Estado, museos y canon literario.
Tomo 4 de la Colección 2010. Bogotá: Editorial Pontificia Universidad
Javeriana, 2015.
Carlos
Rincón, Íconos y mitos culturales en la invención de la nación en Colombia.
Tomo 3 de la Colección 2010. Bogotá: Editorial Pontificia Universidad
Javeriana, 2014.
Carlos Rincón, De la guerra de las imágenes a la mezcla barroca de los
imaginarios en el mundo colonial americano. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Facultad de
Artes, 2007.
Carlos
Rincón & Julián Serna, La
palabra como provocación. Magia, versos y filosofemas. Barcelona:
Anthropos Editorial, 2008.
Carlos
Rincón, Teorías y poéticas de la novela.
Localizaciones latinoamericanas y globalización cultural. Anabelle
Contreras Castro y Beatriz Pantin
(Eds.). Berlín: Wissenschaftlicher
Verlag, 2004.
Carlos
Rincón & Julián Serna, Borges, lo
sugerido y lo no dicho.
Bogotá: Siglo del hombre Editores, Pensar, Instituto Pensar, Bogotá, D.C.,
2004.
Carlos
Rincón, Mapas y pliegues. Ensayo de cartografía
cultural y de lectura del Neobarroco. Bogotá: Tercer Mundo
Editores, Premio Nacional de Cultura, 1996.
Carlos Rincón, La no simultaneidad de lo simultáneo. Posmodernidad,
globalización y culturas en América Latina. Bogotá: Editorial Universidad Nacional, 2nd. Ed., 1995.
Carlos
Rincón, García Márquez, Hawthorne,
Shakespeare, de la Vega & Co.
Unltd.
Serie "La Granada entreabierta", 86. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo,
1999.
EDITOR DE LIBROS
(CON PROLOGOS, POSFACIOS Y ARTÍ-CULOS PROPIOS)
Carlos
Rincón (Ed.), Hernando Valencia Goelkel, Crítica literaria 1955-1976.
Tomo I. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, Serie Páramo, 2018.
Carlos
Rincón (Ed.), Hernando Valencia Goelkel, Crítica literaria 1977-1997.
Tomo II. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, Serie Páramo, 2018.
Carlos Rincón (Ed.), María, la del Paraíso. El juicio
televisivo de la novela de Isaacs, los ecos y el dolor de lo que pudo haber
sido y no fue. Bogotá: Editorial de
la Pontificia Universiad Javeriana, 2017.
Carlos
Rincón (Ed.), Hernando Téllez, Crítica
Literaria I, 1936-1947. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, Serie
Páramo, 2016.
Carlos
Rincón (Ed.), Hernando Téllez, Crítica
Literaria II, 1948-1956. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, Serie
Páramo, 2017.
Carlos
Rincón (Ed.), Hernando Téllez, Crítica
Literaria III, 1957-1967. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, Serie
Páramo, 2017.
Carlos
Rincón (Ed.), Francisco Posada, Textos
runidos. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2014.
Carlos
Rincón, Sarah de Mojica & Liliana Gómez-Popescu (Eds.), Entre el olvido y el recuerdo. Íconos,
lugares de memoria y cánones de la historia y la literatura en Colombia.
Tomo 1 de la Colección 2010. Bogotá: Editorial Pontificia Universidad
Javeriana, 2010.
Sarah
de Mojica & Carlos Rincón (Eds.), Lectores
del Quijote. Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana,
2005.
Sarah
de Mojica & Carlos Rincón (Eds.), Autores
del Quijote. Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana,
2005.
Carlos
Rincón, Diana Soto & Manuel Lucena Salmoral (Eds.), Estudios sobre la universidad
latinoamericana. De la colonia al siglo
XXI.
Tunja, Alcalá de Henares, Berlín: Ediciones Doce Calles, S.L., 2004.
Carlos
Rincón & Barbara Droscher (Eds.), Carlos
Fuentes' Welten. Kritische Relektüren. Berlín: Verlag Walter
Frey, 2003.
Carlos Rincón (Ed.), Lo visible y lo legible. Imágenes y
textos como problema. Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, Año XXVII, No. 56, 2002.
Carlos Rincón & Barbara Droscher (Eds.), La Malinche. Übersetzung,
Interkulturalitat und
Geschlecht. Berlín: Verlag
Walter Frey, 2001.
Carlos Rincón & Barbara Droscher (Eds.), Acercamientos a Carmen Boullosa. Actas
del Simposio "Conjugarse en infinitivo". Berlín: Verlag Walter Frey, 1999.
Carlos Rincón & Petra Schumm (Eds.), Crítica literaria hoy. Entre las crisis
y los cambios: un nuevo escenario, Nuevo Texto Crítico, Vol. VIII, No. 14-15 (1995).
Luis Buñuel,"Wenn es einen
Gott gibt, soll mich auf der Stelle der Blitz treffen", Berlín: Verlag Klaus
Wagenbach. (Edición
y epílogo) 1994.
Carlos Rincón (Ed.), La comunicación
transatlántica, dispositio, Vol. XVIII, Nr. 44, 1993.
Carlos Rincón et al. (Eds.), Globale
Vergesellschaftung und lokale Kulturen. Tagungsbericht der
Jahrestagung 1990 der ADLAF. Frankfurt am Main: Vervuert, 1992.
Luis Buñuel, Die Flecken
der Giraffe. Ein und Überfälle. Edición y
epílogo: "Das
Bein von Calanda Luis Buñuel
und seine Schriften", Berlín: Verlag Klaus Wagenbach. 1991.
Diego de
Landa, Bericht aus Yucatán. Edición y epílogo, Leipzig: Reclam,
1990.
ARTÍCULOS EN
VOLUMENES COLECTIVOS Y REVISTAS
"Teología
política e imagen: ¿del arsenal al laboratorio? En: Lisímaco Parra París &
Martín Treml (Eds.). Con la colaboración de Rossember Alape, Teología política e imagen.
Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Universidad de los Andes, 2019.
"Informe
para una academia: sobre un proyecto de libro acerca de la estética moderna en
Colombia". Posfacio del libro Fealdad,
gracia y libertinaje. Estética y modernidad en el pensamiento colombiano
(1940-1960). Paola Montero, Diana Figueroa, & Angie Bernal
(Eds.). Bogotá: La Central de Diseño, Universidad Nacional de Colombia, 2018,
345-364.
"Guillermo
Hoyos: un perfil filosófico-político". En: Guillermo Hoyos Vásquez, Filosofía de la educación. Apuntes de
su último seminario de doctorado. Bogotá: Siglo del hombre
Editores, Universidad Tecnológica de Pereira, 2013, 13-26.
"¿Cómo
los colombianos llegaron a ser normativamente pluriculturales?" Doris
Lilia Torres Cruz (Ed.) Lecturas
y escrituras. Lecciones doctorales. Tunja: UNESCO-Universidad
Pedagógica y Tecnológica de Colombia, 2012, 69-110.
"Pinturas
fundacionales y mito patriótico originario en Colombia". En: Lisímaco
Parra París (Ed.). Independencia:
recepción de ideas y construcción de mitos. Bogotá: Universidad
Nacional de Colombia, 2012, 175-222.
"Conmemoraciones
y crisis. Centenario, sesquicentenario, bicentenario". En: Conmemoraciones y crisis. Procesos
independentistas en Iberoamérica y la Nueva Granada. Tomo 2 de la
Colección 2010. Bogotá: Editorial de la Pontificia Universidad Javeriana, 2011,
13-25.
"El
libertador, la antropófaga, la inmaculada". En: Confrontaciones. Pasados y presentes
del mito fundacional colombiano. Catálogo de Exposición, Museo
Iglesia Santa Clara, del 11 de noviembre al 28 de febrero de 2011, Bogotá,
13-38.
"Entre
la celebración y el escarnio: el retrato de Pablo Murillo". En: Confrontaciones. Pasados y presentes
del mito fundacional colombiano. Catálogo de la Exposición en el
Museo Iglesia Santa Clara, del 11 de noviembre al 28 de febrero de 2011,
Bogotá, 69-85.
"Visualización,
poderes y legitimidad entre la Nueva Granada y la República de Colombia". Conmemoraciones y crisis. Procesos
independistas en Iberoamérica y la Nueva Granada. En: Escobar
Villegas, Juan Camilo, Sarah de Mojica & Adolfo Maya Salazar. (Eds.) Tomo 2
de la Colección 2010. Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2011,
179-212.
"Memoria
y nación: una introducción", "Canon y clásicos literarios en la
década de 1930",
"Exculpación
y exaltación de Miguel Antonio Caro", "En lugar de un epílogo. La modernización
cultura y el orden de los vivos y los muertos". En: Carlos Rincón, Sarah
de Mojica & Liliana Gómez-Popescu, Entre
el olvido y el recuerdo. iconos, lugares de memoria y cánones de la historia y
la literatura en Colombia. Tomo 1 de la Colección 2010. Bogotá:
Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2010.
"Liberación,
fracaso, construcción de la nación, o el presente como masa activa de la
quiebra de sus futuros pasados". En: La Construcción de la Nación en
Iberoamérica. Siglos XIX al XX, Rudecolombia, Búhos Editores, 2010.
"Carpentier
'francés'". En: René Ceballos, Claudia Gatzemeier, Claudia Gronemann,
Cornelia Sieber & Juliane Tauchnitz (Eds.), Passagen: Hybridity, Transmédialité,
Transculturalidad.
Festschrift für Alfonso
de Toro. Hildesheim, Zürich, New York, Georg Olms Verlag, 2010. 67-80.
"Carpentier
'francés': Documents, Bifur, Un Cadavre y
dos cartas a Georges
Bataille". En: Nuevo Texto Crítico, XXII, 42-43, 2009. 101-121.
"Carpentier,
"extranjero indeseable". En: Revista de Crítica Literaria
Latinoamericana, XXXIV, 68, 2008, 185-200.
"Memoria
cultural y canon. Del país de la Atenas Suramericana y el Sagrado Corazón de
Jesús a la lectura en la época de la reproductibilidad digital". En:
C.E.Acosta & C. Alzate et al. (Eds.), Literatura, Prácticas críticas y
transformación cultural. Bogotá, Editorial Pontificia Universidad
Javeriana, 2008, 17-32.
"Sobre
la recepción de María en Colombia, Crisis de la lectura repetida y pérdida de
autoridad del canon (1938-1968)". En: Darío Henao Restrepo (Ed.), Memorias
del primer simposio internacional Jorge Isaacs. El creador en todas sus
facetas. Cali: Universidad del Valle, 2007, 79-109.
"Die
Topographie der Auerbach-Rezeption in Lateinamerika". En: Karlheinz Barck
& Martin-Treml (Eds.), Erich
Auerbach, Geschichte und Aktualität eines europäischen Philologen.
Berlin: Kulturverlag Katmos, 2007. 371-390.
"Werner
Krauss (1900-1976). En:
Boletín de la Asociación Internacional de Hispanistas,
13, 6, 2007, 25-28.
"Sobre
el debate acerca del postmodernismo en América Latina. Una revisión de La no Simultaneidad de lo simultáneo.
Postmodernidad, globalización y culturas en América Latina". En: Cartografías y estrategias de la
'postmodernidad' y la 'postcolonialidad' en Latinoamérica. 'Hibridez' y 'Globalización'.
Alfonso de Toro (Ed.),
Frankfurt a.M:
Vervuert Verlag, 2006, 93-127.
"Mentiras
verdaderas: la oximetáfora de Sergio Ramírez". En: Karl Kohut
& Werner Mackenbach (Eds.), Literaturas centroamericanas hoy. Desde
la dolorosa cintura
de América.
Madrid-Frankfurt am Main: Vervuert Verlag, Americana Exstettensia, Serie A, 23, 2005, 279-287.
"Lecturas
y lectores del Quijote". En: Sarah de Mojica & Carlos Rincón (Eds.), Lectores del Quijote 1605-2005.
Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2005, 15-32.
"Carlos
Fuentes lector del Quijote". En: Sarah de
Mojica/Carlos Rincón (Eds.), Lectores
del Quijote 1605-2005. Bogotá: Editorial Pontificia Universidad
Javeriana, 2005, 257-296.
"Introducción".
En: Sarah de Mojica & Carlos Rincón (Eds.), Lectores del Quijote 1605-2005.
Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2005, 9-10.
"Cátedra
Michel de
Certeau". Conferencia inaugural.En : Cuadernos Pensar en público,
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"Sobre
Aracataca a principios de los años treinta". En : Cuadernos de Literatura,
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"Bogotá,
Athens of
South America". En: ReVista. Harvard Review of Latin America, Vol. II, No. 3, 2003, 35-39.
Dröscher, Barbara (Ed.), "
Vorwort: Carlos
Fuentes - und kein Ende". En: C. Rincón & B.Dröscher (Eds.),
Carlos Fuentes' Welten. Kritische Relektüren, Berlín: Verlag Walter Frey, 2003, 11-17.
"
Lektüren mit und nach Carlos Fuentes". En:
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Dröscher (Eds.), Carlos Fuentes' Welten, 2003, 21-44.
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"La
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La invención de Morel. En:
Alfonso de Toro & Susanna Regazzoni (Eds.), Homenaje a Adolfo Bioy Casares. Una
retrospectiva de su obra. Literatura-Ensayo-Filosofía-Teoría de la
Cultura-Crítica Literaria. Madrid-Frankfurt a.M.:
Iberoamericana - Vervuert Verlag, 2002, 317-28.
"Naiv/Naivität". En: Karlheinz Barck
& Martin Fontius et al. (Eds.), Ästhetische Grundbegriffe.
Historisches Wörterbuch in sieben Bänden. T. 4. Stuttgart-Weimar:
Verlag J.B. Metzler, 2002, 347-76.
"Laudatio auf Ana Teresa Torres". En: Argonautenschiff.
Jahrbuch der Anna Seghers
Gesellschaft, 11, Berlín:
Aufbau Verlag, 2002, 17-19.
"El debate internacional de la
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crítica cultural en tiempos de turbulencias. Bogotá: Centro Editorial
Javeriana, 2002, 104-121.
"
Imagen y palabra en Un
señor muy viejo con unas alas enormes de Gabriel García
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"Texto
e imagen más allá de la comparación. Presentación". En: Revista de Crítica Literaria
Latinoamericana, Año XXVII, No. 56, 2002, 7-18.
"Las
imágenes en el texto: entre García Márquez y Roberto Bolaño. De la alegoría del
tiempo al universo de las imágens". En: Revista de Crítica Literaria
Latinoamericana, Año XXVII, No. 56, 2002, 19-38.
"Exotismus".
En: Karlheinz Barck
& Martin Fontius et al. (Eds.), Ästhetische Grundbegriffe Historisches
Wörterbuch in sieben Bänden. T. 2. Stuttgart-Weimar: Verlag J.B. Metzler, 2001,
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"Magisch/Magie".
En: Karlheinz Barck & Martin Fontius et al. (Eds.), Ästhetische
Grundbegriffe. Historisches Wörterbuch in sieben Bänden.
T. 3. Stuttgart-Weimar: Verlag J.B. Metzler, 2001, 724-759.
"Del amor y otros demonios", páginas 9 a
11; o, sobre la reescritura de las "Foundational fictions"
norteamericanas. En : Sarah de Mojica (Ed.), Mapas culturales para América Latina.
Culturas híbridas-no simultaneidad-modernidad periférica. Bogotá:
CEJA, 2001, 132-157.
"Metáforas y estudios culturales". En: Sarah de Mojica (Ed.), Mapas culturales para América Latina.
Culturas híbridas-no simultaneidad-modernidad periférica. Bogotá: CEJA, 2001, 157-174.
"Das
Phantastische als Simulacrum:
Jorge Luis Borges. En: Gerhard Bauer & Robert Stockhammer (Eds.), Möglichkeitssinn, Phantasie und Phantastik in der
Erzählliteratur des 20. Jahrhunderts, Wiesbaden: Westdeutscher
Verlag, 2000, 161-179.
"Metáforas
y estudios culturales". En: Mabel Moraña (Ed.), Nuevas perspectivas desde/sobre América
Latina: El desafío de los estudios culturales. Santiago: Editorial Cuarto
Propio-Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, 2000, 57-72.
"Antropofagía,
reciclaje, hibridación, traducción o: de cómo apropriarse de la
apropiación", en: Joño César de Castro Rocha & Jorge Rufinell (Eds.), Anthropofagie Today ? Nuevo Texto
Crítico, Nr. 23-23, 2000, 339-354.
"Antropofagía.
Sobre las vicisitudes de la metáfora de Oswald de Andrade".
En: Olaf Gaudig et
al.(Eds.), Zwischen Literatur und Philosophie. Suche nach dem
Menschlichen. Festschrift zum 60. Geburtstag von Víctor Farías. Berlín: Wissenschaftlicher Verlag Berlin, 2000, 253-270.
„Avantgarde
in Lateinamerika". En Wolfgang Asholt & Walter Fähnders (Eds.), Der Blick vom Wolkenkratzer. Avantgarde -
Avantgardekritik - Avantgardeforschung (Avant Garde Critical
Studies, 14), Amsterdam: Editions Rodopi, 2000, 207-229.
"Laudatio
für Carmen Boullosa". En: Argonautenschiff.
Jahrbuch der Anna Seghers Gesellschaft Berlin und Mainz e.V. AufbauVerlag: Berlín, 1999, 188191.
"Simulacro
e Imagen":
Huitzlopochtliburg hoy, La Habana ayer».
En: Claudius Armbuster & Karin Hopfe (Eds.), Horizontverschiebungen. Interkulturelles Verstehen und
Heterogenität in der Romania. Gunter Narr Verlag: Tübingen, 1998,
331346.
"Streams
out of Control: The Latin American Plot". En: David PalumboLiu & Hans
Ulrich Gumbrecht (Eds.), Streams of Cultural Capital. Stanford University Press: Stanford, 1997.
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Cómo
los colombianos llegaron a ser normativamente pluriculturales[4]
(Texto
para la conferencia magistral dictada en la Universidad Pedagógica y
Tecnológica de Colombia (UPtC)
en junio de 2012 que trata del tema PLURICULTURALISMO
relacionándolo con las circunstancias que condujeron a introducir la definición
pluriculturalista en la Constitución Colombiana de 1991).
La Asamblea que proclamó el 4 de julio
de 1991 una nueva Constitución para Colombia, no solo puso fin a la vigencia de
la Carta, que con modificaciones había regido el país desde 1886. Al atribuirle
a la sociedad colombiana el carácter de "pluricultural", cambió
postulados que, por 180 años, habían sido inherentes a las diversas y sucesivas
formas estatales de los territorios del antiguo Virreinato de la Nueva Granada:
República de Colombia (1819-1830), Nueva Granada (1831-1857), Confederación
Granadina (1857-1861), Estados Unidos de la Nueva Granada (1861-1863), los
Estados Unidos de Colombia (1861-1886) y por último, la que se llamó desde 1886
República de Colombia. Sin embargo, según se desprende de la revisión de la
prensa diaria capitalina y regional, los magazines
semanales de noticias y las revistas
especializadas en análisis político, apenas se tomó nota de esa redefinición.
El 6 de mayo de 1991, en el debate sobre el tema Principios, cuyo ponente fue
Alberto Zalamea, se había aprobado con 64 votos favorables y sin votos
negativos ni abstenciones, el Artículo 5: "El Estado reconoce el carácter
multiétnico y pluricultural del pueblo colombiano" y con 46 votos a favor,
1 negativo y 9 abstenciones, el Artículo 6: "Es obligación del Estado
y de la comunidad proteger el patrimonio cultural y natural de la Nación,
patrimonio de las actuales y futuras generaciones" (Gaceta Constitutional,
31 de mayo de 1991). Pero a pesar de ello, y de la escenificación como evento
televisivo de la firma de los constituyentes de un texto del que aún no
disponía, resulta difícil desechar una impresión: ¿Es falso que los colombianos
se recogieron en sus lechos en la noche del 4 o del 7 de julio de 1991 siendo
monoculturales, monolingües y monorreligiosos ("Todavía rige la
Constitución de 1886", se leía en El
Espectador del 7 julio), y a la mañana siguiente, fiat
lux, despertaron normativamente
pluriculturales?
Una segunda serie de hechos ha formado
parte de una realidad cotidiana, que en 1991 ya
venía de atrás y se prolonga hasta el presente. Colombia pudo estar al borde
pero no llegó a ser un colapsed state como
lo fueron, en las décadas de los 70 y 90, el Líbano, Somalia y Nigeria. Sin esa
calidad, como otros estados en el África, el Asia y la misma América Latina, el
estado colombiano no ha sido capaz de proporcionar a su población bienes
públicos indispensables: derecho a la vida, habeas
corpus, propiedad, leyes, tribunales, escuelas,
hospitales, bancos, seguridad. Por lo demás, la violencia ejercida o propiciada
por organismos estatales; la infraestructura que está deteriorada, es
insuficiente, o no existe; y la corrupción como componente inseparable de las
formas de gobernar han sido denunciadas de manera reiterada. Y al igual que en
otros estados, las pugnas sangrientas por posesión de tierras e ingresos
provenientes de narcotráfico y recursos minerales (Rotberg), en Colombia estas
han sido la regla.
Pectus es quod disertos facit
Un proyecto tan amplio y con tesis tan
generales como el realizado por Steven Pinker sobre el desarrollo de la
violencia y las condiciones de lo que puede considerarse su retroceso en la
historia de la civilización tiene que conllevar inevitablemente esquemas y
simplificaciones controvertibles. En The
Better Angels of Our Natures: The Decline of Violence in History
and Its Causes
(2011) pueden haber remanentes de eurocentrismo cuando considera a la
Ilustración el movens de una
reorientación epocal, por la condena moral y social de diversas formas de
violencia - tortura, castigos crueles, persecusión religiosa, esclavitud - y
las revoluciones "humanitaria" y "de los derechos" que
acarreó. Puede resultar poco complejo su modelo del cálculo estratégico que
decidiría en cada caso, bajo circunstancias particulares, qué permite una vida
mejor, el recurso a los "ángeles mejores" - empatía, razón,
sentimiento moral, autocontrol - , o el apoyo en los "demonios
internos" - robo, ambición de poder, sadismo, ceguera ideológica, venganza
- y el llamado a reforzar con instancias de control aquellos cambios culturales
y materiales en el mundo de la vida, que hacen de la conducta pacífica la mejor
alternativa. Pero lo que sí parece cierto es, primero, que en la historia
reciente de Colombia, el proceso civilizatorio occidental, consistente en
depositar derecho y violencia en el estado, en lugar de tomarlos en sus propias
manos, ha tenido desarrollos muy paradógicos; y secondo, no resultan tendencialmente
dominantes las fuerzas históricas que, según Pinker, actúan hoy contra la
violencia - el estado democrático de derecho con su monopolio de la fuerza, el
progreso de la ciencia y la razón, la feminización de la sociedad, el
cosmopolitismo, algunos de los efectos de la globalización económica.
Nos proponemos aquí investigar aquellas
formaciones de saber que, como memoria cultural exteriorizada en colecciones,
formas y prácticas simbólicas, han dado identidad a los colombianos, en sus
relaciones con los procesos de construcción de la nación, procesos que no han
podido ser más accidentados ni incompletos. La consideración de estos es hoy
tan contradictoria que, al llegar con el siglo XXI un mundo posnacional, puede
seguirse pretendiendo como en tiempos de la Revolución francesa que la
"nación" sea para los colombianos un "concepto de futuro".
La memoria cultural, por su parte, se determina en
las sociedades de acuerdo con necesidades actuales, sentidas en los respectivos
presentes, que mueven a diversos sectores sociales para que se dirijan a
distintos pasados en busca de elementos estabilizadores. Así se determinan las
formas concretas que adopta, y la organización y administración que esa memoria
cultural recibe en el proceso de ser hecha transmisible y de ser transmitada:
sus formas precisas en materia de imágenes, objetos, textos, topografías, ritos
(Assmann, Hölscher). Será objeto de estudio el proceso
disfuncional de Nationbuilding en el caso
de Colombia, en sus relaciones con aquellas reservas de saberes que estatuyen
identidad, externalizadas en formas simbólicas o medios de almacenamiento y
designadas con el término "memoria cultural". Los rasgos específicos
tanto del proceso de construcción de la nación como del establecimiento de la
memoria cultural colombiana hacen necesario destacar desde un comienzo la
significación que ha podido tener el mito político de los orígenes de la
comunidad, la conformación de una memoria colectiva más general, central para
la identidad de amplios sectores.
Sin embargo, un conjunto de
circunstancias, entre ellas no solo la dificultad que parece haber para darle
un lugar dentro de la investigación que se ocupa de la Constitución de 1991
(Jiménez Martín; Mejía Quintana; Lora), sino ante todo por estar puesta en candelero,
la degradación en Colombia, en la primera década del siglo XXI, de la
problemática del pluriculturalismo y la diversidad cultural al estatus de
consigna propagandística gubernamental, hacen que se imponga la necesidad de
examinar parte de las dos series de hechos aludidos inicialmente. Humberto de
la Calle, uno de los principales protagonistas del proceso constitucional de
1991, como vocero gubernamental y ministro de gobierno, comenzaba en 2004 un
testimonio sobre aquel, precisando razones que le movieron a escribirlo:
Muchos de los sucesos, que tuvieron
incidencia determinante en la historia reciente, han quedado inéditos,
guardados en la memoria de los protagonistas, simplemente porque ocurrieron en
los pasillos, en reuniones informales, en contactos extramuros, adonde no
llegan las actas ni los registros oficiales (65).
La adopción normativa del
pluriculturalismo en Colombia en 1991 no revistió carácter alguno de
acontecimiento. Las únicas líneas que de la Calle dedica al pluriculturalismo en
su libro son estas dos que aparecen al concluirlo, en el epílogo titulado
"Balance político": "La Constitución descubrió la Colombia
inédita: las etnias, las comunidades negras del Chocó. Y reconoció sus
derechos" (325). Tal vez la declaración constitucional sobre el
pluriculturalismo sea mucho más que eso.
Buscar establecer hoy recuerdo social
sobre la ocasión perdida a medias que fue, cuando se estaba al borde de
convertirse en un colapsed state, la
proclamación normativa del pluriculturalismo en Colombia, toca indirectamente
con asuntos de memoria cultural. Sería, cuando más, cuestión de recuerdo y
memoria social comunicacional (Welzer). Pero no por eso deja de ser necesario
el trabajo de contramemoria y de resistencia a intentos de apoderamiento con usufructo
propagandístico, para restituirle en esa forma su condición de acontecimiento,
con las características de don, invento, ejercicio de perdón y gesto de
hospitalidad que implicó como "irrupción de lo inesperado".
Historias que estuvo vedado escribir
Era de suponerse que al emerger el
pluriculturalismo dentro de la nueva normatividad constitucional colombiana,
tenía que haber muchas historias por escribir. La primera de todas era
obligatoriamente la de las constantes institucionales y discursivas que permitieron
y aseguraron durante 180 años la vigencia de concepciones identitarias
excluyentes, epítome de antimodernidad. Pero ni esa ni otras historias, que
habría sido de esperarse, se emprendieron: ¿Con qué estrategias había podido
denegarse, una y otra vez, el hecho básico en la economía de la comunicación en
Colombia, la preponderancia de lo oral y lo performativo? ¿Cómo surgieron las
posiciones desarrolladas en Colombia entre 1917 y 1940 acerca de la
"degeneración de la raza", por causa de la indigenización
incontrolada de la población, mientras que a partir de México se expandía de
manera casi simultánea, por toda América Latina, el discurso identitario del
mestizaje? ¿Por qué nunca, ni siquiera después de mitades del siglo XX, se
produjo en Colombia ninguna reflexión acerca de "identidad nacional"
con argumentaciones apoyadas en ciencias modernas? ¿A qué se debe que no haya
un solo libro que pueda cotejarse, o emparentarse siquiera, con las
preocupaciones de Ezequiel Martínez Estrada en Radiografía de la pampa (1933), Sergio Buarque
de Holanda en Raízes do Brasil (1936), El laberinto de la soledad (1950) o Guatemala las líneas de su mano (1955), de
Octavio Paz y Luis Cardoza y Aragón? ¿Y, en materia de propuestas de síntesis
histórico-filosófica, con La
expresión americana (1957), de José Lezama Lima?
¿No se escribieron acaso por cuanto
esas historias hubieran podido tener de siniestro, o por saberse que resultaban
historias de derrotas? Dos historias sobre todo, situadas a un nivel básico, no
hubieran sido superfluas después de 1991, en un momento de reposidonamientos
económicos, geopolíticos, e identarios en todo el globo. La primera ni siquera
se avisoró: la historia del cambio de discursos que en otras latitudes había
hecho posible recibir los conceptos de "différence"
y "pluralisme"
elaborados en Francia desde la década de 1960, y más tarde debatir en los
Estados Unidos acerca de "Multiculturalism",
"Cultural diversity" y propugnar por lo que se denominó "the politics of recognition" y "the cultural politics of difference".
En uno de sus epigramas Marcus Valerius
Marcial escribe sobre las difficiles
nugae, las "laboriosas bagatelas" a que algunos pueden
dedicarse. A ellas y a anécdotas se redujo casi la segunda historia, por
completo colombiana. En una correlación inestable de fuerzas, una coalición
propiciada por reivindicaciones y preocupaciones culturales, intelectuales y
políticas había conseguido formarse en el seno de la Constituyente colombiana,
hasta apropiarse del poder que, en principio, le estaba negado, acordar la
terminología adecuada, y así proponerse redefinir a la sociedad colombiana como
pluricultural. ¿Hasta dónde estuvo entre sus objetivos, al cambiar la
normatividad de la autocomprensión de los colombianos acerca de las relaciones
étnicas, de raza, de clase, de género - los mecanismos básicos de dominación
del proyecto de la modernidad occidental - , modificar esas relaciones? ¿Era
esto lo que ese grupo consideraba precondición en Colombia para cualquier
avance como sociedad, o por lo menos para alcanzar la mínima estabilidad
requerida para no convertirse en un failled
state? ¿Fue eso lo que se intentó condensar, en un país donde el
último gobierno de sectores de la izquierda política databa de 1938, con la
redefinición de la sociedad como pluricultural? A pesar de la calidad de
algunos materiales preparatorios o de primera hora (Calle; González Díaz; Sáchica,
Vidal Perdomo), de relatorios y testimonios de primera mano (Sarria; Zalamea)
no hubo, sin embargo, la pluralidad de voces, de tramas, de tipos de síntesis
capaces de dar cuenta siquiera de las dimensiones e intensidades, del modus faciendi de
algo con potencialidades no de un cambio sino de una mutación.
La declaración del pluriculturalismo y
la imposibilidad de considerarla un acontecimiento
El debate internacional sobre los
tópicos acontecimiento-estructura alcanzó resultados desde la década de 1970.
Según ellos un acontecimiento es algo sucedido en un punto localizable y
datable en el tiempo. Resulta único y pasajero, de modo que su fugacidad
implica que no es suceptible de estabilizarse como estado ni ser reproducible
como tal. Desprovisto de contexto, nadie podría reconocerle ni hacerle
comunicable. Narración, memoria comunicativa y abordajes historiográficos
tienen que darle forma, para hacer al acontecimiento reconocible (Koselleck
560-62). Sin embargo, la actualidad intelectual revela que redimensionada, la
cuestión del Ereignis/évènement (acontecimiento)
ha pasado a tomar hoy el lugar que tuvo la différence.
Con anterioridad a ese debate, Martin Heidegger ya
había desarrollado en Identität und Differenz (1957)
una concepción del acontecimiento histórico, que no se reducía a comprenderlo a
partir de su importancia para desarrollos posteriores. Para Heidegger en
el instante en que se vive el acontecimiento, cesa de regir la relación
causa-efecto. El concepto de "site
(lieu) événementielle" de Alain Badiou, sobre el que gravita, desde la publicación
de L'Etre et
l'événement (1988), parte del debate político-filosófico sobre el
acontecimiento, le dio a esa
visión una continuación no esperada. Consentir con una política de lo no
sublime, articular acontecimiento y situación, parecen ser sus atractivos
principales. Paralelamente, en el libro Zur Sache
des Denkens (1969),
publicado con motivo de su ochenta aniversario, Heidegger preguntó:
Was ist das
Ereignis? (¿Qué es el
acontecimiento?), para separarse de su comprensión corriente, en el sentido del
acontecimiento político, social o histórico y pensar, a partir del
acontecimiento, la relación ser y tiempo. Esa segunda intervención de Heidegger
sirvió de transfondo a la conferencia Une certaine
possibilité impossible de dire l'événement de Jacques Derrida, en el seminario organizado en Montreal por Alexis Nouss
y Gad Soussana sobre Dire l'événement, est-ce possible?
(1997). En ella
diferenció los acercamientos al acontecimiento practicados por la información y
la comunicación, de un decir que actúa
y tiene
efecto.
Se está llevando así a encontrarle un
porqué a la imposibilidad de hallar un modo de tratar el pluriculturalismo
constitucional como acontecimiento, y a entrever el alto grado de contingencia
de la inscripción constitucional de la pluriculturalidad en 1991 en Colombia:
la dependencia que tuvo, dentro de la Asamblea Constitucional, de arreglos
internos transaccionales cuyas repercusiones se creían predecibles. Ir ad fontes, como
lo propio del oficio de hacer historiografía documentarista, basándose en
hechos duros, derivados del examen crítico de las fuentes documentales del
pasado, es un modelo criticado desde hace mucho. Esto hace superfluo insistir
en que ese estilo de escribir historias convierte una parte de los instrumentos
técnicos de la representación historiográfica en su "esencia",
cayendo con la extensión de ese componente en "la recurrente tentación de
hacer un fetiche de la investigación de archivo" (LaCapra 19). De más interés
resulta, en cambio, tener en cuenta que a partir de esa critica se llegó a
proporcionar informes narrativos y descripciones que buscan ser densas o a
someter lo historiable "a los procesos analíticos de formación de
hipótesis, sometimiento a pruebas y explicación" (18). Pero aún en estos
casos, dentro de la jerarquía tácita de las fuentes, el primer rango lo tienen
los documentos que se toman como directamente informativos. Si ayer fueron los
informes burocráticos, hoy lo constituyen lo dicho on the record. Para el modelo del oficio
historiográfico documentalista, considerar, además de la colección de la Gaceta Constitucional, las grabaciones de la
Constituyente de 1991, puede dar ocasión a establecer, en términos de
diferencias cualitativas, el alcance que se les concedió al enfocarlos a
diferentes temas y hasta a asuntos en disenso; sin embargo, la relación entre
ellos o la diferenciación sistemática que se les impuso, no están fijadas en
las cintas en forma captable para ese modelo de práctica historiográfica. Sobre
todo, en el caso que aquí interesa, escapan a ese abordaje la fragilidad, la
contingencia que selló la adopción de la pluriculturalidad constitucional
colombiana y el acontecimiento de la inscripción con ella de valores
universales que pasaron por ser absolutamente particulares.
¿Matriz de nuevos conocimientos y
actitudes, o una pieza más del discurso propagandístico gubernamental?
En los años que siguieron
inmediatamente a la determinación normativa constitucional del
pluriculturalismo como determinación básica de la sociedad colombiana, no fue
tematizada la cuestión más obvia: las tradiciones políticas que debía
reemplazar. Sin determinaciones tampoco de lo que debía desprenderse de él, ni
requerimientos académicos de cartografiarlo, era imposible conseguir estatuirlo
siquiera como una comprobación descriptiva acerca de la facticidad de la
sociedad colombiana. Fue distinto, en cambio, lo sucedido al nivel de las
definiciones y de las dinámicas político-culturales. A partir de 1994 se
bosquejó un salto real. Se buscó estatuir tentativamente la variedad de
significados y efectos que el pluriculturalismo conllevaba, los procesos que
podía implicar.
Con una plataforma que incluía la
reflexión que había unido en Norteamérica el Multiculturalism con la reivindicación de los Individual Rights y la Citizenship (Taylor 42-44), se superó de
entrada el principio epistemológico liberal de la ceguera ante la diferencia.
El pluriculturalismo conseguía perfilarse en Colombia, a ese nivel, en las
actividades político-culturales de personalidades como Isadora de Norden, Juan
Luis Mejía y, en el caso concreto de la capital, Paul Bromberg, o en el
Documento CONFES 2773 de 1995 de apoyo al etnodesarrollo autónomo y sostenible
de los pueblos indígenas como matriz de nuevos conocimientos y actitudes
transformadas. Pero el destino del país ya había pasado a depender de los
detalles de una práctica financiera institucionalizada hasta hoy en los
comicios electorales. A través del jefe de la campaña Fernando Botero Zea y del
anticuario y tesorero del partido liberal Santiago Medina, dineros del grupo
económico del narcotraficante Miguel Rodríguez Orejuela habían alimentado los
recursos con que, en la segunda vuelta de los comisios, resultó electo en ese
año Ernesto Samper presidente de la República.
Lo que fue gala de alardes de
creatividad e inteligencia en la fase inicial de implementación de políticas
culturales que operacionalizaron la cuestión del pluriculturalismo colombiano y
lo que se pudo pensar y hacer en años posteriores tomó, a partir de 2002, una
reorientación significativa. Dentro de los propósitos de "refundar la
patria", el grupo que llegó entonces al poder con un 54% de abstención y
un voto favorable de 53% de los sufragantes para mantenerse en él durante ocho
años, le dio al discurso sobre el pluriculturalismo y la diversidad cultural
una inflexión particular. Hizo de él otro de los varios, que buscó controlar en
términos propagandísticos, para hacerlo redundar en adhesión y aceptabilidad.
Después de haber fracasado el intento
de posponer las celebraciones del Bicentenario de la Independencia, según lo
pretendía el documento gubernamental Visión
Colombia II Centenario 2019, estas se iniciaron en 2010. Al cabo
de 200 años de vida independiente Colombia era en ese momento, según los
índices de desigualdad, después de Haití y Angola, el tercer país del globo. Un
por ciento mínimo de la población era dueña de casi la mitad de la riqueza: dos
mil accionistas y tres mil propietarios poseían respectivamente el 82% de las
acciones y 40 millones de hectáreas, en tanto tres millones de familias habían
dispuesto, en las condiciones más peligrosas y precarias, de menos de cinco
millones de hectáreas. En los últimos quince años, en connivencia con notarios,
registradores y jueces, los campesinos que trabajaban cuatro de los nueve
millones de hectareas cultivables, habían sido despojados de ellas. En esa
forma, después de Nigeria, Colombia pasó a ser el segundo país en el mundo por
el número de desplazados. Con 300 mil homicidios en cerca de un cuarto de
siglo, 90% adjudicables a fuerzas públicas y paramilitares, y una tasa de 70
homicidios por cada cien mil habitantes, se encontró también entre los más
violentos del mundo. Que Colombia continuara siendo el primer país cultivador y
exportador de cocaína, después de treinta años de política antidrogas de
orientación norteamericana, y de ser el segundo país en el mundo por las
cantidades de ayuda militar de esa proveniencia, ya resultaba para muchos
analistas un dato subentendido. Nuevo era, en cambio, que se pusiera en el tope
de la producción de billetes de dólar falsificados, cuando toda la región había
pasado a estar a cargo del Pentágono y el Comando Sur.
¿Qué podía ser en esas circunstancias
la celebración gubernamental del Bicentenario de la Independencia? ¿Qué papel
tenía la pluriculturalidad en ese orden colombiano? La funcionaría María
Cecilia Donado García escribió la presentación de El gran libro del Bicentenario. Del cargo de
gerente del Carnaval de Barranquilla había pasado al de Viceministra de
cultura, y de allí al que ocupaba en 2008:
Desde que asumimos en la Alta
Consejería Presidencial para el Bicentenario de la Independencia (...)
entendimos que esta tendría que ser una ocasión para unir a los colombianos en
torno a nuestro camino de construcción nacional, a nuestros sueños comunes y a
nuestra diversidad y multiculturalidad, que en lugar de separarnos nos
enriquecen (25).
La traducción directa sirve ahí para
introducir un unum, el de un
"nuestro camino de construcción nacional" (una Nationbuilding) y un dream no contradictorio con un Multiculturalism (Multi y no
pluriculturalidad), ignorantes de los conflictos políticos, económicos y
culturales que afectan la vida diaria de los colombianos. A este manejo
desapropiador de un clisé, juntó el de un capital simbólico. Postuló un tronco
genealógico de medio siglo de figuras ("íconos") dieciochescas y
decimonónicas, un par de externalizaciones de la memoria cultural y pasó a
encarnarlas con curiosas fórmulas retóricas en un "nosotros":
Doscientos años parecen muchos, pero
son apenas cuatro, cinco o seis generaciones las que nos separan a los
colombianos de la actualidad de aquellos que participaron en los eventos de
esos días decisivos: de Galán, de Beltrán, de Santos; de Nariño y de Zea, de
Torres y de Acevedo; de Caldas y de Lozano, de Córdova y de Sucre; de Santander
y de Bolívar. Esos íconos de nuestra historia viven en nosotros, no sólo en el
recuerdo, no sólo en los billetes, en los museos, en los nombres de las
regiones que los honran o en los libros de texto. Viven también en nuestra
sangre y en el espíritu de nuestra libertad, que seguimos defendiendo, como
ellos, a capa y espada (26).
Imaginar continuidades así de
heterógeneas, o combinar amalgamas como esa dejó de ser necesario desde más de
un siglo atrás en países como Argentina o México, en donde habían tenido lugar
procesos de construcción nacional que culminaron hacia 1880, o se dieron
procesos nacionalistas desconocidos en Colombia hasta la década de 1930. Así
como se estableció que era quimera una nación argentina en la época colonial, o
procesos de independencia generadores de un estado o una identidad nacional, se
había situado a los protagonistas de la Revolución de Mayo, según sus intereses
y objetivos. Después de una nueva revisión del archivo de escritos entre 1846 y
1880 acerca del proyecto y la construcción de una nación, Tulio Halperín Donghi
se ha referido a las situaciones posteriores a la derrota de Juan Manuel Rosas
en Caseros en 1852 y la llegada a la presidencia del general Julio A. Roca en
1880, que hicieron superfluas las ficciones legitimadoras en torno a la
Independencia:
Quienes creían poder recibir en
herencia un Estado central al que era preciso dotar de una definición
constitucional precisa pero que, antes de recibirlo, podía ya ser utilizado
para construir una nueva nación, van a tener que aprender que antes que esta -
o junto con ella - es preciso construir el Estado. Y en 1880 esa etapa de
creación de una realidad nueva puede considerarse cerrada, no porque sea
evidente a todos que la nueva nación ha sido edificada, o que la tentativa de
construirle ha fracasado irremisiblemente, sino porque ha culminado la
construcción de ese Estado nacional que se suponía preexistente. (33)
Por otra parte, la mayoría de las
posiciones independentistas de las figuras que menciona Donado García resultan
difícilmente paragonables con las del sacerdote José Servando de Santa Teresa
Mier y el abogado Carlos María de Bustamente. Estos no solo justificaron la
independencia del Anáhuac, reivindicando la existencia de una supuesta nación
mexicana anterior a la Conquista de la Nueva España, sino que hicieron del
grito de Dolores el día de conmemoración nacional, y construyeron un Panteón de
héroes para poner junto a Monctezuma y a Cuauhtemoc al sacerdote Miguel Hidalgo
y a José María Morelos, como fundadores de la Independencia. Otros de sus
propósitos - la adopción del nombre Anáhuac, de los colores de Monctezuma para
la bandera mexicana - estuvieron a punto de salir avante. Pero ya los
liberales, empeñados en tiempos de Benito Juárez en poner fin a la perpetuación
del sistema colonial, así como supieron distinguir la calidad diferencial del
movimiento independentista en el Virreinato de la Nueva España, vieron a de
Bustamente, con su indigenismo neoclásico, la defensa de la Virgen de Guadalupe
y el republicanismo conservador, como el último florecimiento de lo que se ha
llamado el "viejo patriotismo criollo". Él y Fray Servando
"siguieron siendo criollos de corazón, hijos y descendientes de
españoles", que se habían apropiado de la antigüedad azteca "con el
único propósito de liberarse de España" (Brading 128).
Las paradojas de la proclamación del
pluriculturalismo en Colombia
Esta involución de ideas y prácticas
que se situaron, en un principio, en la apertura de un desarrollo cuando menos
democratizador, para convertirlas en slogans
de un remedo de nacionalismo, no tenía nada de accidental. Para conseguir
articularse, circular e institucionalizarse en prácticas jurídicas, educativas,
políticas y culturales, el pluriculturalismo normativo constitucional, y las
narrativas que han debido legitimarlo, hubieran requerido de dos series de
operaciones. La primera, conseguir focalizarse de manera decidida en las
representaciones de sociedad, cultura e historia, y la segunda, considerar el
pluriculturalismo no una opción política de ocasión o una cuestión moral sino
una compleja producción histórica con funciones políticas. Pero ni una ni otra
resultaron factibles dentro del horizonte político y cultural colombiano.
Vista en estos términos, la declaración
del pluriculturalismo en Colombia presenta tres paradojas. Las dos primeras
hacen de esa definición identitaria, como sucede con la generalidad de las
externalizaciones de la memoria cultural que hemos podido investigar, procesos
situados en la encrucijada de múltiples desarrollos internacionales. Para que
la actividad de un grupo muy reducido de constituyentes pudiera llevar a
declarar pluriculturales a los colombianos, fue necesario previamente, junto
con la derogación de la Ley 89 de 1890 por la cual se declaraba "la manera
como deben ser gobernados los salvajes que vayan reduciéndose a la vida
civilizada", y la ratificación (Ley 21 de 1991) del Convenio 169 de la OIT
de 1989 sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes:
-
Desde
los años de 1960, en algunos de los estados norteamericanos, la cuestión del Multiculturalism se comenzará a convertir en
problemática relevante para establecer un pluralismo y el reconocimiento de una
"genuine diversity" como
precondiciones para debatir los problemas económicos, políticos y sociales de
los Estados Unidos. Pues desde el final de la American Civil War (1861-1865) hasta esa
década, el racismo era USA
Law, con prohibición de matrimonios interraciales, medidas de
separación de razas, y penas de prisión a quienes se declararan partidarios de
la igualdad social entre White
and Neger - clasificación en la que se incluyó en los años de
1930 a "mexicanos" y "latinos". En la década siguiente, en
el contexto posterior a los movimientos por los Civil Rights, bajo ese término pasó a
reconocerse el carácter fundamental multiétnico y multirracial del país, y
hacia 1980 consiguió relevancia para la comprensión general de la historia y la
vida social norteamericanas, así como en lo que se imaginaba la edificación de
una democracia racial, más allá de cualquiera de las variantes del "cultural pluralism". Los
colombianos se proclamaron constitucionalmente "pluriculturales" en
1991, gracias a que un cuarto de siglo antes, entre los norteamericanos, se
había comenzado a abrir camino la concepción de que la sociedad norteamericana
es "multicultural".
-
Dentro
de la articulación supranacional de las cuestiones de identidad cultural, con
las grandes revisiones que nuevos actores sociales impusieron en la década de
1980 en algunos países latinoamericanos a esa problemática, la Constitución
mexicana fuera la primera en consignar el carácter pluricultural del
estado-nación mexicano. Los colombianos fueron declarados normativamente
"pluriculturales", gracias a que tiempo antes los mexicanos habían
considerado que la pluriculturalidad definía
su sociedad y lo habían establecido en su Carta constitucional, medida que fue
imitada luego en otros países de América Latina.
No ignorantes de esos desarrollos
políticos y culturales internacionales, y con nuevas visiones del presente y el
futuro de los colombianos, inseparables del particular sentido de la
oportunidad histórica que tenían y de un sentido de identidad muy preciso, los
integrantes de un grupo mínimo dentro de la Constituyente colombiana de 1991,
lograran algo que no era de esperarse. Con un imperativo categórico inseparable
de un nuevo horizonte para la articulación de los sujetos políticos, negociaron
el pluriculturalismo, y consiguieron hacerlo aprobar, en un compromiso de
"doy para que des". La paradoja resulta redoblada pues, desde el
momento mismo en que tuvo lugar la aprobación negociada del pluriculturalismo,
a la vez que puso bajo una nueva luz las autocomprensiones de los colombianos,
se hacía un don capaz de realizar lo imposible - perdonar lo imperdonable -, y
como espacio de creación, realizaba con su invención misma, la de una nueva
hospitalidad intercultural.
Tres momentos del MulticulturaUsmo
El rótulo Multicultural education agrupó
en la década de 1960 en California y en otros estados norteamericanos,
búsquedas, reivindiaciones y experimentos que partieron de cuatro de los cinco
principales sectores panétnicos del país. Los factores demográficos,
económicos, políticos y sociales que los propiciaron, pueden haber tenido cada
vez peso particular. Debe retenerse en todo caso que, de parte de African
Americans, Asian Americans, Latino Americans y American
Indians, hubo
una demanda principal: los transfondos, horizontes y valores
de los European
Americans no podían continuar siendo el referente
único y exclusivo de la vida escolar.
A nombre de la igualdad de
oportunidades y la democracia cultural, el rechazo de las posiciones
excluyentes y las jerarquías raciales se tradujo en un requerimiento que
definió qué era "multicultural
education". En
su calidad de valor cultural, la consideración de las distintas formas de
socialización infantil, propias de los diversos grupos, debía proporcionar
pautas para el diseño de estrategias en el campo de la educación y las
prácticas pedagógicas (Rodríguez). Lejos de fijarse o agotarse en tópicos de
afirmación de herencias e identidades étnicas o raciales, dentro del radio de
la Multicultural education fue
incluída una paleta amplia de cuestiones. Estas fueron desde reforma del curriculum, redimensionado de acuerdo con la
diversidad de culturas, razas, lenguas y religiones, actitudes docentes,
relaciones de género, puntos de vista raciales y administración escolar, hasta
especificidades de la comunidad y cuestiones económicas.
Las amplias bibliografías de y con
destino a la Multicultural education,
preparadas
a partir de 1970 por Margaret
S. Nichols
para el State Department of
Education de California y la Multicultural Collection de
Stanford University, pusieron de presente dos
realidades nuevas. El Multicultural
pluralism había
comenzado a reemplazar la problemática del Cultural
pluralism, planteada
en un célebre ensayo por el inventor del término, Horace M. Kallen, y de las variantes posteriores de este (Menard 346).[5]
La problemática de la Cultural
diversity, centrada en valores y habitus resultaba
desplazada en función de dos razonamientos. No era posible ignorar las
diferencias de posición social que determinaban esos valores ni la
insuficiencia de estos y de las normas unidas a ellos, ante la
necesidad de sentido en la vida
corriente.
El segundo gran momento del Multiculturalism lo señalan en la década de
1970 los cambios asociados con el Civil
rights movement, incluidos
aquellos en los que se involucró directamente el estado, como primera de las
instituciones políticas nacionales. En el clima asociado con el Movimiento por
los Derechos civiles, al nivel de las bases y en el mundo intelectual, tuvo
lugar en los Estados Unidos la recepción de la problemática de las filosofías
de la diferencia, y se produjo el giro cultural -cultural turn- en las humanidades y las
ciencias sociales. Cambios radicales en las formas de conceptualizar y
operacionalizar cultura e identidad, propiciadas por nuevas formaciones de
saber social, marcharon así a la par con el afianzamiento de proyectos en el
campo educativo, para la escuela primaria y secundaria. Desde la segunda mitad
de la década de 1970, tres publicaciones con repercusión nacional permiten
confirmar este acerto. Carl A. Grant editó entonces un volumen de la
Association for Supervision and Curriculum Development, con el título de Multicultural Education: Commitement, Issues, and
Applications (1977), y Dolores F. Cross, Gwendolyn C. Baker y
Lindlay J. Stiles, uno de los libros más estimulantes dentro del debate: Teaching in a Multicultural Society: Perspectives and
Professional Strategies (1977). Y en el año siguiente se
recogieron en el tomo State
Legislation, Provisons and Practices Related to Multicultural Education
(1978), los resultados del proyecto sobre estándares de acreditación para los
maestros de educación multicultural, patrocinado por la American Association of
Colleges for Teaching Education, que dirigió Frank H. Klassen.
El concepto de Interaction, como proceso en dos direcciones,
con el que las posiciones involucradas en ella resultaban relativizadas, fue
clave para abrir la posibilidad de nuevos desarrollos. En la década de 1980 fue
determinante para rebasar dualismos tales como asimilación-pluralismo,
separatismo-autonomía, equidad-diversidad, jerarquía-igualdad, con lo que la
igualdad política pasó a constituir el núcleo de las consideraciones sobre la
interacción cultural. Quedó despejado de esta manera el camino para la
transformación de las concepciones acerca de identidad, representación y raza
(McCarthy, Crichlow), y un replanteamiento, que se venía perfilando, de la
alternativa entre: unifying center - multiple core culture.
Ahora bien, entre los slogans escritos en las pancartas que llevaban
los manifestantes que escucharon en Washington en 1963 I have a Dream, el discurso de Martin Luther
King, estaba Jobs and Freedom. La
demanda común de igualdad de derechos, puestos de trabajo, salarios y
sindicalización correspondía a una convicción surgida con el crecimiento
continuo de la economía desde el fin de la II Guerra mundial: la ciudadanía
democrática conllevaba como derecho inherente la participación en el progreso
socio-económico. Pero el crecimiento sostenido durante más de un cuarto de
siglo estaba ya en proceso de disminuir. En la década siguiente la solución
adoptada para la pacificación social - democracia política garante de aumento
permanente del nivel de vida y medidas de protección social - perdió vigencia,
para dar paso a demandas incompatibles de seguridad de empleo y mayor
participación en el ingreso nacional, por un lado, y de maximizar las ganancias
de las inversiones, por el otro (Streeck). Como solución a esa oposición, la
política neoliberal de Ronald Reagan abandonó uno de los pilares del
capitalismo predicado hasta entonces: el mantenimiento del empleo y el incremento
de los ingresos. El resultado ha sido, tres décadas después, la repetición de
la Gilded Age, la edad
enchapada en oro de Mark Twain con su Winner-takes-all
Economy (Hacker): un 1 %
de la población poseedor del 37 %
de la riqueza, mientras el 80 % de la población tiene apenas el 12 %. El
desempleo como medida, dicho con los términos de Margaret Thatcher, no podía
afectar la organización de la sociedad, por una sencilla razón: la
"sociedad" no existe.
En medio de una reorientación política
de tantos alcances, el debate sobre el Multiculturalism
entró en su tercer momento. Con la visión retrospectiva a que dio lugar The Great Multicultural Debate (Nash), puede
decirse que el "white racial consensus in the
Post-Civil Rights Era" (Alba; Omi, Winaut), incluyó el Multiculturalism como forma legítima del American way of life. Así lo consignó un
volumen de los Annals of the American Academy of
Political and Social Science sobre el tema America as a Multicultural Society (1981),
editado por Milton M. Gordon. Al mismo tiempo que en materia educativa el
Master Plan para la educación superior en el estado de California (CaliforniaFaces... Californias Future: Education for
Citizenship in a Multicultural Democracy, 1988) incluyó
lineamientos generales que se podían imaginar extensibles a todo el país, en
todas las instancias del mundo cultural, desde la cultura masiva hasta la
política de instituciones como museos y bibliotecas, el Multiculturalism se hizo de facto fenómeno determinante (Lipsite;
McCormick Adams; Abilock). Disciplinas y líneas de trabajo académico tan
variadas como la sociología, los estudios jurídicos, históricos y literarios, y
nuevos programas universitarios, tales como los Women's studies, Ethnic studies y Cultural studies
abordaron y explayaron el tema. La Guide
to Multicultural Resources (1989), editado por Charles Taylor,
fue producto de ese contexto. Black
Athens: The Afroasiatic Roots of Western Civilzation (1987), de
Martin Bernal, y The Signifying Monkey: A Theory of
African-American Literary Critics (1988) de Henry Louis Gates
Jr., demostraron, como opus
magnum de sus respectivos autores, los niveles investigativos que
podían alcanzarse, con enfoques renovados gracias al Multiculturalism.
Guerras culturales y Political
Correctness
En un cuarto momento de significación
mayor, el Multiculturalism concluyó
por constituirse en el American
Public Discourse en solución para tres problemáticas principales.
Como podía desprenderse de los materiales preparatorios de una conferencia de
1992 en la University of California sobre el tema: Translation Cultures: the Future of Multiculturalism?,
a un mismo tiempo, el Multiculturalism:
-
Conjugando
cultura y política, representó la precondición de un tipo específico de
reconocimiento y de derechos, como forma concreta de ciudadanía.
-
Centrado
en la igualdad como principio principal, sirvió de base para reemplazar
metáforas y fórmulas claves de la autoimagen del estado-nación norteamericano,
tales como el Melting Pot -crisol de
razas- y E Pluribus Unum -De
muchos, uno- que habían implotado.
-
Convertido
en espacio de confluencia y punto de cruce de nuevas formaciones de saber
social y de búsquedas interdisciplinarias, proporcionó el marco de análisis de
las relaciones intergrupales en los Estados Unidos, dando papel determinante a
las perspectivas de etnia, raza y género.
Pero para ello el Multiculturalism debió pasar antes, a lo largo
de un lustro, a partir precisamente de 1987, por la coyuntura de una
"guerra cultural", con gran presencia en los media. En ella se convirtió en término
controvertido. Investigaciones como las de Bernal
y Gates Jr., pero sobre todo el manejo
interdisciplinario delas teorías dela diferenciaporparte de los círculos
académicos designados como "feminist"
y "minority
scholars", causaban
particular escozor.
A esto se referían, en materiales para
públicos no especializados, Catherine
R. Stimpson cuando titulaba un informe:
"Multiculturalism. A
Big Word at the Presses" (New York Times Book Review, 22 septiembre 1991), y John Leo al revisar
un vocabulario nuevo: "The Words of the cultural War" (U.S. News
and World Report, 28 de octubre de 1991). Guerra o guerras
culturales, en plural,
que se dieron en todos los terrenos en donde el Multiculturalism
operaba: Primary,
Secondary y Higher
Education, the Humanities, the Corporat World, the Public Policy, the Media,
the Arts and Museums. Pocas
exposiciones han realizado en los Estados Unidos una hazaña tan grande como The West as America, presentada en 1991 en el National Museum
of American Art, en donde se desmontaron los mitos
nacionales norteamericanos, distorcionantes y romantizadores del genocidio, el
racismo, las destrucciones ecológicas y la explotación económica de the
Frontier y the
American West (Truettner) y que hayan sido objeto de
debate a lo largo y ancho del país.
Un libro de Allan Bloom marcó el inicio de esta nueva fase: The
Closing of the American Mind.
How Higher Education Has Failed Democracy and
Impoverished the Souls of today's Students (1987). No solo vendió más de medio millón de ejemplares, para poner a su autor en la portada
del New York Times Magazine.
"Convertido
en sinécdoque de la vieja guardia" (Atlas 34), se debatió durante un
lustro (Bové 67-79). Publicaciones como esa dieron la tónica en la constelación
intelectual inmediatamente anterior al final de la Guerra Fría: en el número de
verano de 1998 de National Interest Francis Fukuyama, antiguo alumno de Bloom, publicó su artículo "The
End of History". El tópico "Problemática del Multiculturalism" recibió así, con participación
de sectores que no se habían ocupado antes de él y ahora intervenían para ponerlo
en cuestión, una nueva coloración conflictiva. Después de la caída del muro de
Berlín y en tiempos de la disolución del campo socialista y de la URSS, con lo
que los Estados Unidos se constituyeron en superpotencia única, el Multiculturalism pudo ser acusado de minar el
consenso cultural norteamericano o de propiciar cuando
menos, según la fórmula de Arthur
Schlesinger Jr. The Desuniting
of America:
Reflections
on a Multicultural Society
(1992).
El problema dejaba de ser así
el de una educación para
la ciudadanía en una
sociedad multicultural, como lo planteaba James Lynch. En medio de lo que el
lingüista y filósofo John Searle llamó The
Storm over the University (New York Review of Books, 6 diciembre
de 1990), la opinión pública norteamericana se halló involucrada en
una controversia que le concernió directamente. El debate acerca de la acción
positiva en favor de las
minorías, la reestructuración del curriculum, el sistema nacional de innovación
y el proyecto integrativo Building a
Multiracial,
Multicultural University
Community, -título de un informe presentado en Stanford University en 1989- , se encontró reducido a la
vez a dos grandes objetos de desacuerdo y ampliado a las dimensiones de un tema
de absoluta relevancia nacional. Después de imponerse en el campo de la
educación (Sleeter, Grant), el debate acerca del Multiculturalism había versado sobre la
necesidad de nuevos standards sociales,
políticos, económicos, morales y culturales impuestos por nuevos
requerimientos. El desacuerdo tuvo como focos: The Canon y la Political Correctness (P. C.) (Reflections ...). El significado de la
ampliación la acertó a señalar James Hunter en el título de su libro Culture Wars: The Struggle to Define America
(1991). Bajo el rubro P.C. se incluyeron asuntos que venían discutiéndose desde
quince o más años atrás. Los nuevos standards
establecidos para el salón de clases y el campus
habían incluído políticas de representación, revisión de libros de texto para
hacerlos inclusivos, regulaciones sobre acoso, códigos de lenguaje y seminarios
de tolerancia (Berman). Con la definición de la sociedad norteamericana como Multicultural democracy, basada en el derecho
al reconocimiento (Taylor), se tendió a abandonar the canonical narrative of origins, y el ideal
de una cultura unificada como necesarias para la existencia de los Estados
Unidos.[6]
Aquí interesa destacar la primera cuestión mencionada, por referirse muy de
cerca al tema de la memoria cultural.
What was the canon?
Kanon (regla, cordón) fue el nombre griego
que recibieron las recopilaciones de materiales en prosa y verso, realizadas en
los siglos II y III d. C. por sabios de Alejandría, con los mejores ejemplos de
los respectivos géneros. Entendido como lista cerrada de "autores" y
"textos" de las más variadas procedencias, Kanon apareció inicialmente hacia 320 d.C. en
la historia de la Iglesia de Eusebius, y en el siglo IV se estableció en el
terreno del derecho como el conjunto de normas de la fe y el orden de la
comunidad, fijadas jurídicamente (Moog-Grünewald). No un libro propiamente
dicho sino toda una biblioteca en sí misma, la Biblia se produjo en ese mismo siglo, como
resultado de una selección muy compleja, realizada por clérigos, entre una gran
cantidad de materiales a cual más heterogéneos, y con las preocupaciones y
demandas de esos tiempos. El propósito de ella fue acoger a unos, por el
"origen" divino -es decir, la autoridad- que se les otorgó, como
"canónicos" (ortodoxos), y rechazar a otros, que escapaban a los
propósitos de esa unificación, como "apócrifos" (heterodoxos,
heréticos). Ese proceso pidió atención particular a aquellos materiales con que
se confeccionó el Nuevo Testamento (Serna). Desde el siglo XV "Canon"
y "Apocripha" difirieron para fieles protestantes y clero católico.
Las cuestiones relacionadas con
fenómenos de concretización de un canon literario secular surgieron en Francia
y en los países de lengua alemana en el paso del siglo XVIII al siglo XIX.
Según puede observarse en De l'Allemagne (1813),
de Anne-Louise-Germaine baronesa de Staël, el canon dejó de ser entonces un
dispositivo destinado a la reproducción de jerarquías estamentales, para
redefinirse dentro de un nuevo concepto de literatura, regido por el principio
de la formación del individuo (Gumbrecht 290-93). Más tarde, al llegar el siglo
XX, los lineamientos de la primera teoría de la literatura, formulada por los
formalistas rusos y los planteamientos de la literatura comparada, llevaron a
que los estudios literarios dispusieran de nuevos terrenos, problemáticas y
categorizaciones, que les permitieron manejar la crisis del pensamiento
histórico posterior a Friedrich
Nietzsche, y la de sus prácticas
centradas en la historia de las literaturas nacionales,
de donde obtenían su marco de referencias y su función social. Los trabajos de los años veinte y treinta
del siglo XX de Mikhaďl Bakhtin, ErichAuerbach y Walter Benjamin, desarrollados después de ese cambio de
orientaciones, recién fueron conocidos en Francia y en los Estados Unidos en
década de 1970. Entre tanto, la preocupación principal fueron cuestiones de
autor-obra-tradición, para la definición del estatus de los clásicos de las
letras norteamericanas, y de una Great Tradition canónica
en lengua inglesa (Leavis).
Desde las publicaciones en esa lengua
sobre el control institucional de la interpretación de los textos (Kermode) y
el tema del canon (Hallberg), se tendió a tipificar los tres grandes conjuntos
de fenómenos canónicos arriba reseñados, y a buscarles un denominador común. Se
observó que en todos ellos tenían lugar procesos análogos: 1. Las normas fijas
del derecho canónico, emanación del orden que se consideró inspirado por
Dios, se impusieron a un orden social en transformación permanente; 2. La suma
de los textos que se designó de inspiración divina para hacerlos formar parte
de la Biblia, sirvió para resguardarlos
de las lecturas actualizadoras; 3. El canon literario impuesto culturalmente,
pretendió abrazar el conjunto de las obras poseedoras de valor intemporal. En
todos los tres casos, los cánones intentaban escapar al efecto del tiempo,
cobrar una autoridad fundacional sobre la posteridad, e imponer a esa
descendencia el deber de salvaguardarlos.
Cuando ya se comenzó a pensar en los
Estados Unidos la cuestión del canon literario en términos no solo de
"obras" y "autores", sino que se pasó a considerar
convenciones y normas, con las nuevas ofertas teóricas se produjo una innovación.
Ideas desarrolladas por Bakhtin hacia 1934-35 en torno al discurso de la
novela, fueron particularmente productivas, como se comprobó en el simposio Masterpieces: canonizing the literary que tuvo
lugar en 1988 en Princeton University. En él, alcanzó gran efecto
el término traducido por Caryl y Michael Holquist en 1981 como canonization, ajeno a las secuencias:
testimonio de sangre-de vida ejemplar/representación/proceso jurídico, de las
iglesias ortodoxa y católica, con sus altares y figuraciones tan distintas al
de otras religiones. Las formulaciones de Bakhtin acerca del proceso
de canonization de fenómenos
literarios unieron su concepción de los géneros literarios con su visión de dos
desarrollos del "lenguaje literario", que era para él categoría
básica de la filología. Por una parte, mostró que el lenguaje literario se
basaba en textos canónicos fijados, preservados y diseminados institudonalmente
de manera garantizada, desde los niveles de enseñanza gramatical más elemental.
De esa manera el lenguaje literario fue visto como producto de las situaciones
sodoinstitudonales propias del sistema educativo. Por otro lado, Bakhtin
estableció dos tendencias. De acuerdo con la primera, el lenguaje literario
cambia con un ritmo mucho más lento que el lenguaje extraliterario. Las inercias
de la segunda tendencia hacen que en todos los géneros, las normas y
convenciones siempre temporales tomen la apariencia de ser universales, y las
evaluaciones consideren a su vez que esas normas y convenciones reflejan no
valores limitados por el tiempo y las culturas sino "lo universal".
Hay que subrayar, sin embargo, que
aparte de las tres acepciones señaladas del canon, la que centró la atención en
el debate sobre el Multiculturalism fue
otra. Situándose en un marco socioinstitucional educativo concreto, y con una
historia propia, el término Canon
tenía en los Estados Unidos una significación específica, que también reclamaba
la pertenencia a un nivel supratemporal acabado de señalar. La meta aceptada de
los estudios universitarios de pregrado era en los Estados Unidos dotar al
estudiante de "un sentido de la interconexión de ideas y acontecimientos
-un marco de referencia que le permite aprender a lo largo de toda la vida-
(Cheney). Parte de su base esencial eran los Western Culture courses o Western civ (civilización occidental) I and II, en donde se estudiaban the Great Books. Esto era exactamente The Canon: Platón, Aristóteles, Sófocles o
Esquilo, la Biblia, Agustinus, Dante, Machiavelli, Hobbes, Rousseau, Marx, John
Stuart Mill, el conjunto de obras leídas y comentadas durante décadas, de
acuerdo con el currículum de Western Culture o Western civ en los Colleges y Universidades norteamericanas. The West, por su parte, como denominación
política, fue acuñado por los británicos en 1900, durante la represión militar
del levantamiento de los Bóxer en el Norte de China.
Al anecdotario y las leyendas de
Stanford University, con su pléyade de Premios Nobel, sus relaciones desde
siempre con la White House, y con el Silicon Valley desde que este comenzó a
existir, aparece una marcha con Jesse Jackson, en la segunda mitad de los años
1980, en que los estudiantes habrían coreado: "Hey, hey, ho, ho, Western culture's gotta
go". Para atender a demandas de "cultural
diversity", prerrequisitos en Culture/Ideas/Values (CIV) - cursos sobre
cuestiones de clase, etnicidad, raza, religión, género y orientación sexual - ,
reemplazaron en el pregrado de toda la universidad el antiguo currículum de Western Culture. Con ese paso, Stanford
University, una de las instituciones que definió y sigue definiendo globalmente
lo que es una World class university,
se convirtió en escenario privilegiado del debate sobre the Canon. Que resultaba ser, como instrumento
de constricción, "la propiedad de una pequeña y poderosa casta lingüística
y étnicamente unificada" (Pratt 18).
De este aspecto central de la guerra
cultural acerca del Multiculturalism se
desprendió una historización completa de la formación y funciones de The Canon, que comprendió dos dimensiones. En
la más inmediata, según demostró Mary Louise Pratt, The Canon resultó ser un fenómeno
norteamericano relativamente reciente. Surgió en 1917, cuando los Estados
Unidos, dejando su posición aislacionista (Bourne), intervinieron en Europa,
para decidir la Guerra mundial. Para que oficiales y soldados, que iban a
combatir en los campos de batalla europeos, comprendieran por qué iban a
hacerlo, las instancias responsables de la formación en las academias militares
habrían adoptado esa solución: ponerlos a leer los clásicos de la Western Civilization, sus "obras
inmortales".
En los años de 1920 y luego, de manera
generalizada, a partir de New
Deal en la década posterior a la crisis económica mundial, esa
lista de lecturas se trasladó a la educación superior. Entró a formar parte del
currículum propedéutico
en sus instituciones, con un nuevo objetivo. La Higher Education pasaba entonces por la
primera masificación de la matrícula universitaria, dejando de estar reservada
exclusivamente a la autorreproducción de las élites. Con esos jóvenes que por
causa de la crisis económica no podían incorporarse al mercado de trabajo, ni
disponían del capital cultural de los estudiantes de la antigua universidad,
pero tuvieron acceso a comienzos de los años de 1930 a instituciones de
educación superior, los cursos de Western
Civ pasaron a servir de principal base para una "nueva"
socialización académica, inspirada por un idearium
no muy alejado del de Matthew Arnold en Culture
and Anarchie (1869). Según él, la familiaridad con lo mejor que
se ha pensado y dicho -con the
best literature-, hace a los ciudadanos miembros pacíficos y
productivos de su sociedad.[7]
En su segunda dimensión, historizar The Canon permitió considerar el Multiculturalism desde una amplia perspectiva
histórica, con la que resultaba ser la condición inicial del occidente. Solo se
habría hecho restrictivo, a partir del momento en que pueblos del norte de
Europa impusieron, sobre bases raciales, una cultural superiority en otras regiones. La
idea de la unidad cultural se esfumó como espejismo, producto de un proyecto de
supremacía, que habría acabado por formar parte también, a través de
contaminación, de los proyectos del nacionalismo decimonónico europeo (Barnes).
La agenda del otro gran debate sobre el canon literario en su sentido
tradicional, el English-literature syllabus, la
definió Henry Louis Gates Jr. con su artículo "The Master's Pieces: On Canon Formation and the African American
Tradition" (New York Times Books Review, 26 febrero de
1989). A la contingencia, la relatividad del valor y la distancia frente a los high-culture critics se adicionó luego la
demolición de libros que pretendían establecerse como obras de consulta - fue
el caso de la nueva Columbia Literary History of the United
States (1988). Los New
Canonist tuvieron diversa procedencia, incluidos en primer lugar
los programas de Woman's Studies y Afro-American Studies, pero fueron los
departamentos de inglés, literatura comparada y los media sus principales escenarios.
Muy pensadas listas alternativas de
lectura acompañaron las tomas de posición en el debate sobre el canon
propedéutico. En su bestseller, Cultural Literacy: What
Every American Needs To Know (1987) (lo que todo americano debe
saber), E.D. Hirsch incluyó una lista y el comentario que hizo de ella James
Atlas, no podía ser más desarmante: "¿en dónde (...) está el Bhagavad Gita? ¿En dónde está Cien años de soledad? ¿Ritmo y blues? [...]
Esperar un consenso en el curriculum
es fútil: diversidad es la esencia de la sociedad democrática" (60, 130).
Para ver los alcances de lo que estuvo en juego en materia educativa en los
debates sobre Multicultiralism en
general, y en el del canon en particular, hay que ir más bien a la revista Change (Levine, Curaton), y al libro de Gates
Jr. Loose Canons: Notes on the Culture Wars
(1992). Queda por retenerse que uno de los resultados de ese último debate fue
que el establecimiento y modifiación del canon se hicieran inseparables de la
pedagogía de la enseñanza del lenguaje. Entran a formar parte del canon
tendencialmente, aquellas obras que resultan adecuadas para las necesidades más
o menos complejas de la enseñanza del lenguaje, en diferentes niveles y
períodos históricos (Guillory 240-43; 55-82).
El pluriculturalismo, respuesta a la
crisis de la sociedad mexicana
La consolidación hacia adentro del
estado nacional mexicano, y del territorio del país hacia el exterior, la
posición de México en América Latina y la vecindad de los Estados Unidos, no habían
sido óbice para que en 1968 el gobierno del PRI de Luis Echeverría, con la
masacre de Tlatelolco - la Plaza de las Tres Culturas - marcara con piedra
negra la historia moderna de México. En la década que siguió, el complejo y
contradictorio desarrollo desigual y no simultáneo de México, condujo al país a
una encrucijada. Problemas que se habían vuelto endémicos continuaban sin
solución: pobreza e insuficiente satisfacción de necesidades básicas en
regiones periféricas; deficiencias estructurales en lo económico y lo social;
desarrollo sociocultural, incluido el sistema de ciencia y tecnología, en
retraso con los nuevos niveles internacionales, y baja integración en el
mercado mundial. Sin embargo, el enorme incremento de los ingresos de divisas
desde la crisis petrolera de 1973 y la sobreoferta en el mercado financiero de
créditos sin las garantías usuales e intereses decrecientes, llevaron al
gobierno y a sectores de la empresa privada, a considerar que gracias a las
inversiones que ahora podían realizar lograrían catapultar a México al Primer
mundo. En la etapa más avanzada dentro del modelo de desarrollo endógeno de
substitución de importaciones, México debía alcanzar así su etapa de
industrialización completa, y con ella la superación del subdesarrollo.
Los planes de inversiones adoptados no
contaron con infraestructura ni recursos de mano de obra calificada y
profesional adecuados, su rendimiento y productividad no tuvieron el ritmo
previsto. Al mismo tiempo, el incremento del nivel de los intereses de los
préstamos obtenidos en condiciones blandas se disparó, a causa, entre otros
factores, de la deuda externa norteamericana. A diferencia de lo que sucedía en
el este y el sudeste asiático, las consecuencias para la economía mexicana
fueron catastróficas, al mismo tiempo que se asistió a una desaparición
vertiginosa de la capacidad del estado nacional mexicano para manejar la
crisis. El resto es conocido y dramático: con el rostro demudado, el presidente
Miguel de la Madrid, cuya imagen política había especulado con el mítico
retorno de Quetealcóatl, informó en 1982 a los mexicanos que el país estaba en
quiebra.
En todo el resto de América Latina se
produjeron quiebras semejantes de las economías nacionales, por motivo de la
crisis de la deuda externa. Con ello no solo se hundía el intento de sacar
beneficio de una oferta coyuntura! en los mercados financieros. Con la crisis
de 1982-83 fracasaron en América Latina todos los planes de desarrollo
económico y social puestos en práctica desde 1920-30. Todas las concepciones
teóricas, todos los bocetos de futuro, y todos los imaginarios políticos y
socioculturales que los acompañaron, se hallaron deslegitimados. Las
tradicionales cuestiones de independencia, soberanía, cambio social,
desigualdad, continuidades histórico-culturales resultaron desfazadas: se
planteaban en forma no solo diferente sino inédita, o perdieron su pertinencia.
En cuanto a los esquemas de los investigadores en ciencias sociales y de los
politólogos, la carencia de validez, lo insuficiente de sus concepciones para
establecer qué sucedía con sus sociedades y los alcances de lo que ocurría,
eran patéticos.
Dentro de las grandes innovaciones
tecnológicas y de mercadotecnia de la década de 1970, de las que se comenzaba a
tener noticia, se encontraban la computarización, la miniaturización, el
invento de nuevos materiales, el establecimiento de líneas de producción
completamente automatizadas, y el desarrollo de estrategias de localización y
distribución que en el Japón se denominaron Glocalization.
El auge económico de los tigres asiáticos, lo mismo que la reestructuración
mercantilista neoliberal de los mercados y de sociedades como la
norteamericana, parecía tener relaciones con esas innovaciones. Tal como ahora
ocurría con las de América Latina, las imposibilidades de una
(pos)modernización en esa línea, parecía haber condicionado la caída de otras
economías asiáticas. Nadie imaginaba, pues se desconocía su estado real, que
algo semejante iba a ocurrir con las del campo socialista, bajo la enorme
presión de la modernización, la erosión de la ideología, consecuencia de la
Conferencia de Helsinki de 1975 y además, en el caso de la URSS, el desgaste
causado desde 1979 por al guerra en Afganistán.
La economía y el estado de México
habían estado expuestos, sin defensas de ninguna especie, a los efectos
destructivos de esos procesos, incluida la nueva división internacional del
trabajo, que iba a cambiar la que había regido en el mundo durante 150 años
(Ernst); sin embargo, las poblaciones mexicanas poseían recursos societales que
consiguieron mobilizar en esa crítica situación. Recursos que el proyecto
occidental de la modernidad, al que la expansión ilimitada en el tiempo y en el
espacio había sido inherente y ahora llegaba a sus límites, había consumido o
amenazaba consumir, tal como ocurría con los hidrocarburos y la diversidad
biosférica. A finales de la década de 1980, como respuesta desde una
perspectiva cultural y teórico social a la mayor crisis que había conocido
desde los tiempos de la Revolución de Madero, Villa y Zapata, la sociedad
mexicana se reconoció, con un cambio real en su autocomprensión, no solo
heterogénea sino pluricultural. En octubre de 1987 Carlos Monsiváis sostenía:
A los movimientos sociales en el México
de estos años les corresponde un paisaje político y económico en ruinas, que
corresponde a la "década perdida" que la CEPAL le diagnosticó a
Latinoamérica, con los oprobios de la deuda externa, la inflación, el fracaso
de las medidas para redistribuir el ingreso, la burocratización estatal, el
desempleo, y les toca tambiénoponerse al autoritarismo de viejo y de nuevo
cuño, de los caciques y de los tecnócratas. Organizadas o caóticas,
autoritarias y libertarias a la vez, estas tendencias de masas se alimentan del
derrumbe de las certezas que han sostenido la jerarquización brutal, con sus
represiones y su perpetuación ritual del poder (12).
Las articulaciones de los nuevos
actores sociales que salieron así a la superficie, tales como el movimiento
urbano-popular y la disidencia magisterial, transformaron prácticas y discursos
acerca de nación, identidad, pertenencia étnico-radal, cultura, sociedad y
política. La emergencia del que Guillermo Bonfil Batalla llamó México profundo. Una civilización negada
(1987), conllevó el paso de la ideología indigenista al indianismo y el
bosquejo de un redefinido proyecto nacional, basado en el pluriculturalismo y
la democracia plural, que pusiera fin a la "normalidad" del
autoritarismo. El final de las identidades originales o naturales, y el perfil
que tomaron las relaciones identidad-alteridad, identidad- diferencia, llevaron
a hacer de la afirmación de una diferencia, condición para organizar la
formación de otra identidad. Su rasgo definitorio: ser susceptible de reconocer
la multiplicidad de elementos que constituyen la variedad de ellas, de
pluralizar pertenencias y desactivar potenciales de violencias, inseparables de
toda construcción identitaria.
La Coalición de Mujeres había
aglutinado desde 1976 a la militancia femenina, y señalado los tres causes
políticos que iba a tomar decididamente el feminismo mexicano: maternidad
autodeterminada, combate contra la violencia sexual, reivindicación de la
libertad de expresión sexual y familiar. En las nuevas circunstancias, las
mujeres de Juchitán se hicieron emblema nacional y el Frente Nacional por la
Liberación y los Derechos de las mujeres se convirtió en espacio recolector de
fuerzas, desde el que se adelantó la redefinición solidaria del sujeto
político, y la estructuración de narrativas de género y pluriculturalidad.
Tales fueron en México las manifestaciones del fenómeno estudiado en el
seminario de 1985 sobre Nuevos
Movimientos sociales y Estado en Latinoamérica, en que las
características destacadas fueron la pluralidad social y el rompimiento con un
imaginario político totalizante, según documentó la revista Latin American Studies.
Innovadoresplanteamientos sobre
mestizajeymarianismo, desarrollados en torno a la densidad social y simbólica
de la Madre por parte del feminismo mexicano, confluyeron con el debate sobre
mestizaje que tuvo uno de sus puntos de referencia en La jaula de la melancolía. Identidad y metamorfosis del
mexicano (1987), de Roger Bartra. Mientras que cuestiones de
nación, territorialidad, lenguas e identidades eran replanteadas en ese mismo
año por Gloria Alzaldía con Borderlands/La
frontera: The new mestiza. La resurrección y la promoción de
Frida Kahlo como icono, hasta convertirse en la artista más celebrada del siglo
XX en el mundo, resultó parte de ese movimiento emergente, con un vínculo entre
pluralismo cultural mexicano, producción artística y cultural, historias que
habían creado identidades, y movimientos culturales actuales. El retorno sobre
el proyecto de un mexican way of life de
comienzos de la década de 1940, con las topografías de Coyoacán y Cuernavaca,
nuevo Monte Veritá, como espacios que hicieron captables contenidos semimíticos
de memoria colectiva, reactivaron el aura de Frida Kahlo con momentos y
elementos utópicos de la cultura popular. El trabajo de investigadoras y
artistas chicanas, centrado en subjetividades, agendamiento y traducción había
contribuido a transmutar la figura de Malintein Tenépatl, que tomó relevancia
estratégica y programática (Droscher, Rincón). El entremado de género, cuerpo,
etnicidad, raza, cultura medial y empoderamiento en la puesta en escena de la
identidad, que le proporcionaron a la figura de Frida Kahlo artistas y
activistas chicanos, como primer conjunto de apropiaciones y comprensiones
creativas desviadas en la comunicación intercultural, fue un primer paso
indispensable para la posterior explosión de la Fridomanía -fenómeno que se apoderó de New
York en 1990-91- entre públicos internacionales. El ícono Frida Kahlo se hizo
de ese modo referencia a cual más adecuada para "mitologización, leyendas
y posidonamientos y con ello para procesos de apropiación cultural
deformantes" (Droscher 118; Sullivan).
La
solidaridad de la población en realidad fue toma de poder, el título de la primera parte del
collage de Monsiváis sobre lo sucedido en ciudad de México a raíz de los sismos
que asolaron la megápolis el 19 de septiembre de 1985, resume el papel
metafórico alegorizador que tomó el terremoto, en las circunstancias mexicanas
de entonces. El terremoto, escribió Monsiváis, determinó el "auge"
del término sociedad civil,
"sustentado en el rechazo de la impunidad gubernamental":
(...) ya el 22 de septiembre su uso se
generalizó, al principio sinónimo de sociedad, (...) Y a principios de octubre
la práctica es dominante: sociedad
civil es el esfuerzo comunitario de autogestión y de solidaridad,
el espacio independiente del gobierno, en rigor la zona del antagonismo. (...)
La sucesión de catástrofes deja oír las voces populares, un acontecimiento
inusitado. Estamos frente a colectividades cuyo repertorio magnífico de hablas
y experiencias, se ha ido construyendo en los intersticios de la industria
cultural, al margen de los poderes y, desdichadamente, al margen casi siempre de
la lectura. Detrás de una sociedad inerte y convencional, ni tradicionalista ni
moderna, se descubrió la dinámica de grupos y sectores, combinados
desigualmente, la mayoría de ellos suspendidos en sus manifestaciones críticas
y creativas por las censuras del autoritarismo (79-80).
Los
días del terremoto,
escrita para la revista Proceso,
es una de las siete crónicas de Entrada
libre, la cuarta de las recopilaciones de crónicas publicadas por
Monsiváis desde Días de Guardar (1969).
Para México, para su capital, Amado Nervo fue en su tiempo "un cronista
indispensable" (Monsiváis 28), tras aprender en Baudelaire "la
encomienda de los cronistas: conducir hasta donde se pueda, de preferencia a la
posteridad, el culto a lo efímero" (23). Monsiváis hizo de Nervo su
"precursor". También aprendió mucho de The
New Journalism
(Wolfe), de
la "revolución literaria" que significó, localizado entre
"género artístico" y "forma rápida" (51). Pero el perfil
que Monsiváis le confirió a la crónica fue resultado sobre todo de su trabajo
diario, al darle una característica básica y tornarla dos cosas a la vez.
Hacerla inclasificable bajo ningún rótulo genérico, convertida en cita de
"elementos de diferentes tradiciones", como novela, ensayo, diario,
reportaje "para situarse entre ellos"; conseguir dar respuesta en lo
sociológico a "la transformación de la masa de proyección
negativa de la élite en el concepto energético de cultura popular, que no es
excluyente" (Borso 281-282). Fue así demostración implícita de otra forma
de crítica, "que necesita la inmersión que difícilmente se puede practicar
en las instituciones académicas actuales" (Franco 20): una crítica
cultural como crítica de la cultura.
A Monsiváis no le bastó con poner
definitivamente en los anaqueles, en calidad de testigos de lo pasado, los
discursos identitarios esencialistas sobre la mexicanidad y el mestizaje como
programa para México, con las caracterizaciones de su cultura que habría estado
marcada por el signo de la orfandad o la alteridad. "La desestabilización
de los mitos fundacionales sobre la cultura que legitima al poder, sea cual
fuere su coloración" (Borso 289 n. 22), he ahí su logro:
En lugar de buscar el eje temporal como
cumplimiento de una misión histórica, Monsiváis busca el espacio intersticial
de una crisis, que deja entrever en cada momento un posible nuevo comienzo. Las
visiones apocalípticas de México se convierten en síntoma de una crisis que
lleva a mostrar abiertamente la insensatez de las acostumbradas jerarquías de
sentido, al igual que el absurdo de los mitos sobre el pasado y el futuro
nacional. (289)
Sin las actividades, los
agenciamientos, a que dieron lugar los movimientos sociales en México, en las
circunstancias económicas, políticas y culturales posteriores a la quiebra de
1982, resulta desprovisto de razón de ser la enmienda sobre el
pluriculturalismo, incluida en la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos. Tan específicas como fueron las circunstancias, los escenarios y los
caminos de esa modificación constitucional mexicana, son los que llevaron a lo
largo de un cuarto de siglo en los Estados Unidos, llegada la década de 1990, a
hacer del Multiculturalism, con la
"universalización" de la igualdad del
respeto hacia todas las culturas,
"una extensión lógica de la política de la dignidad" (Taylor 68) y el nuevo aglutinador social nacional. Cambios como
esos estuvieron directamente vinculados con lo que Anthony Gidden presagiaba en
su libro sobre The National-State and Violence (1987),
como la problemática de la estructuración concreta del mundo
como un todo.
La anomia: efecto colateral de la
economía colombiana del narcotráfico
El 20 de enero de 1949 el presidente
norteamericano Harry
S.Truman había puesto el estigma
deficitario de "subdesarrollados" a la mayor parte de los pueblos del
mundo, con lo que buscó determinar la única vía en que tendrían que moverse
(Sachs 25). Dos décadas más tarde, ese concepto de Development, asimilado al de
"crecimiento", había mostrado no pasar de ser una comprensión
empírico-histórica, entre otras, del desarrollo industrial capitalista, que
como programa no había cumplido sus promesas. Se comprobó que se basaba en una
ficción pura y simple: pretender hacer sinónimos "progreso" económico
y "progreso" social (Weede 29). El camino colombiano hasta la
consagración constitucional del pluriculturalismo fue muy distinto al que llevó
en México a hacer necesario ese concepto en el debate público, y el que llevó a
que la autocomprensión de la sociedad norteamericana se pueda basar en el Multiculturalism. Como también lo fueron las
relaciones entre lo local y lo global, que surgieron en el caso colombiano con
la economía de la droga[8]
en la nueva globalización, iniciada en la década de 1970. La producción en
Colombia y el transporte y distribución para los Estados Unidos de la Magdalena Gold, y otras variedades de canabis, parece haber dejado de ser ignorada
de manera oficial por los gobiernos colombiano y norteamericano en un momento
relativamente tardío y preciso. Cuando estaba ya realizado el paso del control
de toda la operación, de manos de sus empresarios iniciales, exmiembros del Peace Corps del gobierno Kennedy con pilotos
veteranos de Vietnam, al de clanes familiares de territorios caribeños
colombianos del Magdalena y la Guajira, y era un hecho la substitución de la
producción de marihuana por la de pasta de coca, por parte de los
"mágicos" colombianos. La decisión gubernamental colombiana, tomada
al más alto nivel, de laissez
faire, laissez passer para que se enriquecieran muy velozmente
los nuevos empresarios colombianos, podría haber estado inspirada no sólo por
la amistad, sino alimentada por el espejismo de que estos, con la "bonanza
marimbera", contribuirían al "desarrollo" de su región. Lo
cierto es que la administración de Alfonso López Michelsen (1976-1980) legó a
los colombianos un producto colateral no previsto, del inmensamente rendidor
negocio del narcotráfico, y la instalación en el país de su economía: la
anomia.
La investigación contemporánea sobre
anomia de Robert K. Merton y David Riesman, hasta la actualidad, le dio
alcances universalistas al concepto y lo llevó hasta el análisis de prácticas
cotidianas y matrices de interacción personal. Basta aquí, sin embargo, con
retener la definición de su inventor, Emile Durkheim, quien se refirió con él a
"situaciones de ordenamiento social insuficiente" o de
"desintegración social":
Caída la jerarquía en desorden, no es
posible improvisar una nueva. Se requiere tiempo para darles a hombres y cosas
otra jerarquía, de acuerdo con conceptos válidos. Mientras las fuerzas sociales
así liberadas no encuentren su equilibrio, cualquier valor social permanece
indeterminado para ellos, y durante cierto tiempo todo ordenamiento es
insuficiente. No se sabe qué es posible y qué no, qué resulta todavía adecuado
y qué ya no lo es, qué pretensiones y expectativas son permitidas y cuáles
rebasan la medida. (280-1)
Una gran novela de Gabriel García
Márquez y un valioso reportaje de José Cervantes Angulo, publicados en 1980-81,
dieron visibilidad en Colombia, substituyendo la parte por el todo, a las
consecuencias anómicas de la estrechez y anacronismo de las normas y del
colapso de ellas. En Crónica de una muerte anunciada
(1981), en una comunidad con estructuras sociales semipetrificadas, la rigidez
destructiva de las normas de una moral católica del honor, de la que depende
la identidad, impone comportamientos por completo estereotipados y
destructivos. De esa manera, valores en los que ya nadie cree, un código de
moral y conducta se concretizan en las figuras masculinas y femeninas como
dotados de absoluta vigencia, y legitima sus actos. La noche de las luciérnagas (1980) incluye una
advertencia preliminar donde se informa que todos los episodios que narra el
libro son verídicos y los nombres propios, cuando aparecen, se ajustan a lo
relatado y son inevitables. Fue ese libro el primero en presentar, con
documentado rigor en cada detalle, el funcionamiento de la nueva agroindustria
de la marihuana, como parte del mundo colombiano cotidiano más corriente.
Resulta sobre todo significativo de lo que estaba ocurriendo, que la anomia no
está unida en el libro de Cervantes Angulo,
con el sentimiento de que para el
individuo nada puede mejorar, como ocurre en la novela de García Márquez. En el
mundo de los protagonistas de la bonanza
marihuanera, la anomia es resultado de
las necesidades de romper con el marco de las relaciones de dominación,
impuestas bajo presión y violencia. Solo quebrantando las reglas que hasta ese
momento habían contribuido al mantenimiento de ese sistema, les resultaba
posible a muchos de ellos, con un despliegue de energías criminales, realizar
expectativas legítimas: alcanzar mobilidad social y mejoramiento económico, que
en otra forma les estaba vedado.
Pero si hubo algo que impresionó a los
primeros lectores, en el mundo entero, de esa metaficción perfecta que es Crónica de una muerte anunciada, fue este
hecho: ninguno de los protagonistas de lo narrado desarrolla, en la novela de
García Márquez, conciencia de lo que pasa, o ha pasado, a su alrededor. El
"nosotros" del capítulo final no es deliberativo, ni capaz de asumir
la elaboración colectiva, y mucho menos la responsabilidad, de lo sucedido con
su participación. Solo el "autor" como "cronista" pone de
presente la responsabilidad política, social, cultural colectiva por ese pasado
vivido y por el silencio acerca de él. "El tema principal de la crónica no
es el destino sino la responsabilidad", como escribía Rossana Rossanda en
una carta personal enviada a García Márquez (Il Manifesto
11
julio 1982). Los efectos de la situación anómica imperante hicieron que la
generalidad de la sociedad colombiana, viviera la bienvenida de una nueva
desregularización unida al narcotráfico, como la forma contemporánea de un colombian way of life del que todos los
sectores e instituciones, quién más quién menos de acuerdo con sus
posibilidades y energías, debía, según un verbo en voga, "aprovechar".
Las transacciones y sus resultados: la
Asamblea Constituyente y el Pluriculturalismo
"Durante años, las actividades
ligadas a la droga han contribuido mucho más directamente a desestabilizar las
instituciones y la sociedad colombiana, que la confrontación armada". El politólogo Daniel
Pécaut, uno de los especialistas internacionales más calificados en materia de
asuntos colombianos, recordaba en 1999 ese hecho obvio en el artículo
panorámico introductorio de un número monográfico de Problèmes
d'Amérique Latine, antes de pasar a exponer la situación
colombiana:
La economía de la droga ha presidido
una conmoción de las estructuras sociales. No solamente ha suscitado un boom
inmobiliario y del sector financiero. Ha acarreado lo que algunos han llamado
una "contrarreforma agraria" (cuatro millones de hectáreas de las
mejores tierras han pasado a manos de los traficantes), reforzado las
desigualdades económicas, provocando una mobilidad social de tipo "browniano"
que haciendo temblar las viejas jerarquías sociales, transforma los
comportamientos, en particular los de los jóvenes. (...)
Un efecto menos visible pero también
importante ha sido ensanchar todavía más la separación entre la sociedad y el
Estado. La desconfianza frente al estado no es, por cierto, algo nuevo en
Colombia, se enraíza en una historia multisecular. Pero con la droga, una parte
de la sociedad, que desborda ampliamente aquella implicada de manera directa en
el tráfico, ha podido definir sus propias normas, redes de influencia, códigos
de transacción, sin cuidarse de las regulaciones estatales y jurídicas, salvo
para desviarlas en beneficio propio. Las barreras entre legalidad e ilegalidad
se han borrado ampliamente. Confrontada con este rumbo, la otra parte de la
sociedad no tiene razón alguna para dar crédito a un estado que desde hace
mucho tiempo parece dejar hacer. Se ha producido una especie de emancipación de
la sociedad, pero de una sociedad fragmentada y parcelada, rebelde a las
ingerencias de todo gobierno, una sociedad muy poco "civil". (9)
El crecimiento exorbitado, junto con el
inmenso boom de la construcción palpable en Bogotá y en otras ciudades como
Medellín, Cartagena y Pereira, fueron parte de los efectos de la economía de la
droga que menciona Pécaut. En 1986 el estallido del gran escándalo financiero
protagonizado por Jaime Michelsen, el vértigo de la violencia, con 16.000
homicidios, y la cifra de 1.400 asesinatos políticos, ha debido tener el efecto
de la primera trompeta del Apocalipsis, cuando Karol Woytila (Juan Pablo II)
visitó Colombia como el Papa de Los
funerales de la mama grande. No fue así. Dos años después el
número de asesinatos políticos se duplicó, mientras los homicidios anuales
superaron por primera vez - la cifra se habría de mantener - los veinte mil.
Había alcanzado entre tanto un nuevo nivel la cooperación de esa sociedad
"muy poco civil" a que aludió Pécaut con el narcotráfico, el
paramilitarismo y organismos del estado.
Desde comienzos de los años de 1980
hacendados-políticos de regiones de Antioquia y del Río Magdalena Medio
organizaron grupos armados antidemocráticos que bautizaron con nombres como
Audodefensas del Nordeste antioqueño y Asociación campesina de ganaderos y
agricultores del Magadalena Medio. Esta última fue dirigida por Iván Roberto
Duque (alias Ernesto Báez), y desde 1983 la financió Gonzalo Rodríguez Gacha,
figura principal de la economía del narcotráfico. Dos años más tarde, las
Autodefensas emprendieron el exterminio físico de la dirigencia de la
izquierda, de defensores de los derechos humanos como Héctor Abad Gómez, de
sindicalistas, y de todos los niveles de dirección y militantes destacados de
la Unión Patriótica, un movimiento con objetivos electorales, surgido en mayo
de 1985 como receptor de reincorporados a la vida civil, después de
negociaciones entre las FARC-EP y el gobierno de Belisario Betancour (Delgado
301).
Después de los cursos y el
entrenamiento que dio a los paramilitares Yair Klein, a la cabeza de un grupo
de instructores militares israelies mercenarios, la dinámica en que entraron
aquellos, los sectores civiles que los sostenían y miembros de la mitad de las
brigadas militares del ejército colombiano, selló en Colombia el segundo lustro
de la década de 1980 (Medina, Palacio, Rojas). Es esta la época en que los
generales Farouk Yanine y Manuel Murillo habrían alternado con paramilitares
como Henry Pérez y Alonso de Jesús Baquero, tanto en los territorios en donde
operaban como en la Escuela Militar del Ejército en Bogotá, en la Escuela
Paramilitar El50 en Puerto Boyacá y en la Base militar de Tolemaida.[9]
El asesinato de tres candidatos presidenciales -Carlos Pizarro, Luis Carlos
Galán y Jaime Leal Pardo- , y una serie de masacres con rasgos atroces en las
regiones de Urabá y Córdoba, dieron la señal para el comienzo de una brutal
ofensiva paramilitar que en 1990-91 causó centenares de muertos y fijó los esquemas
a emplearse desde entonces para expulsar a los campesinos y apropiarse de las
tierras: terror-deplazamiento-legalización notarial de títulos- vinculación con
firmas extranjeras.
Una de las tesis de Pécaut sobre
Colombia, acerca del "verdadero resorte de la legitimidad" (9) de los
respectivos regímenes, es que desde las guerras civiles del siglo XIX este no
ha sido otro, que aquellos compromisos establecidos a través de transacciones
con los sectores por fuera de la legalidad estatal. Sin que sea del caso entrar
en la situación alarmante en que los organismos legislativos debieron ceder el
paso a medidas transaccionales, un hecho reciente corroboraba para Pécaut esa
tesis. Los dos nombres que menciona al comienzo de la cita que
sigue son de presidentes colombianos.
Las siglas corresponden a las guerrillas del Movimiento 19 de abril y el
Ejército Popular del Pueblo:
En 1990-91, Virgilio Barco y César
Gaviria han obtenido la desmobilización del M 19, del EPL y de otras
organizaciones de menor importancia: la transacción ha consistido en la
convocatoria de una asamblea constituyente que iba a renovar completamente los
cimientos de la democracia colombiana (9).
En un comienzo, el M 19 reclamaba
cuando más, al lado de otros cambios, una reforma constitucional. Las
circunstancias políticas hicieron que, en definitiva, esto desembocara en una
Constituyente soberana, y que el EPL encontrara allí un motivo para
desmobilizarse.
En 1982 fue fundada la Organización
Indígena de Colombia y cuatro años después se realizó el II Congreso Nacional
de Movimientos cívicos y
Organizadonespopulares.Enladécadanofueronpocaslasmovilizadonesdvicas y
populares de actores sectoriales y de provincias, al nivel de barrios,
municipios y regiones. Consiguió visibilidad la presencia de 84 culturas
indígenas, con 64 idiomas, en un poco más del 30% del territorio colombiano. A
mediano plazo, una organización con bases indígenas como Mujeres en minga por
el Cauca, iba a resultar ejemplar, pero esa articulación no tuvo las
dimensiones culturales y políticas de los nuevos movimientos sociales mexicanos
y de los debates en torno a los derechos civiles y el Multiculturalism en los Estados Unidos.
Designaciones y elecciones de los miembros de la Asamblea Constituyente le
dieron, sin embargo, una composición tendencialmente distinta al de las
corporaciones públicas, manejadas por el clientelismo y, ya en parte, por la
economía del narcotráfico.
Esa composición proporcionó una base
mínima para que llegara a ser planteada, en el curso de los trabajos de la
Constituyente, la cuestión del pluriculturalismo.
En una entrevista de 2001, Floro
Alberto Tunubalá Paja, quien formó parte del equipo de asesores de los
constituyentes indígenas Lorenzo Muelas, Alfonso Chepe Peña y Francisco Rojas
Birri, decía al respecto:
La composición humana permitió mirar
los diferentes ángulos. Había constituyentes de la izquierda colombiana que
habían llegado allí, como el Movimiento diecinueve de abril (M-19), el Ejército
Popular de Liberación (EPL), y el Partido Revolucionario de los Trabajadores
(PRT), el movimiento indígena, asimismo sectores tradicionales como el Partido
Liberal, el Partido Conservador.
(...) En el caso particular de los
constituyentes indígenas, tenían que recoger una propuesta para los pueblos
indígenas, para las comunidades afrocolombianas y para los raizales de San
Andrés y Santa Catalina al norte de Colombia (Un gobierno alternativo ... 155).
Entre los dirigentes que habían logrado
sobrevivir hasta el momento de la disolución del M-19 se encontraba Antonio
Navarro Wolf. Con su participación en la constituyente buscó redimensionar el
horizonte político, dando cuenta de la multiplicación de sus nuevos espacios, y
de la necesidad de rebasar la distancia entre representantes y representados, e
hizo suyo el tema del pluralismo social y cultural. En un artículo de 2008
Navarro Wolf mencionó, entre otros factores que "generaron un ambiente que
permitió grandeza, generosidad, visión a largo plazo, concertación, trabajo
intenso", la decisión por parte de la Corte Suprema de Justicia de
"abrir un proceso constituyente sin restricciones", y "la
reconciliación de antiguos contendientes como Álvaro Gómez y las guerrillas
desmovilizadas" (Navarro Wolf).
Los proyectos de los constituyentes
indígenas habían sido concebidos a partir de la diversidad étnica y racial, de
las diferentes historias y de la condición cultural
propia de cada uno de los grupos cuya
representación asumían. Reivindicación de la diversidad, y atención a la
pluralidad social y cultural, llevaron a convergencias y enlaces. Creyendo era
acogida con sus alcances más inmediatos la demanda de reconocimiento por parte
del estado de "la diversidad étnica y cultural de la
sociedad colombiana", los constituyentes indígenas esperaron fueran
tenidos en cuenta asuntos de importancia, ante todo la tenencia de los
territorios. Los artículos 329 y 330 debían reconocerla también, pero no sería
así. A ese propósito, Muelas señalaba en 2008 que "mi estadía en la
Constituyente fue una tragedia humana". La única salida que encontraron
los constituyentes indígenas fue manifestar su desacuerdo:
faltando tres días para la culminación
de la Asamblea Nacional Constituyente (...) nos levantamos de nuestras curules y
denunciamos ante el país al gobierno, a los delegatarios del partido de
gobierno y a la Comisión redactora, que eran como los más antiindígenas que se
recuerden en la historia. Que se elijan ellos, nosotros no suscribimos en la
Constituyente (Muelas).
Esa situación se mantuvo estacionaria
hasta la última hora. En su entrevista Tunubalá Paja ya había hablado de un
"momento difícil":
Hicimos parte del equipo de los
constituyentes indígenas y eso nos permitió conocer a los constituyentes para
solicitar su apoyo a la propuesta indígena que había recogido la de sus
comunidades, las afrocolombianas y las de los isleños raizales. El final fue un
momento difícil porque a escasas horas del cierre de la Asamblea Nacional
Constituyente, los constituyentes se habían negado a reconocer los derechos de
los indígenas y de las minorías nacionales. Los tres indígenas amenazaron con
retirarse y eso obligó a presionar al presidente de la República y demás
constituyentes para que cambiaran a favor de la propuesta, y eso se logró.
(155)
El desasosiego parece no haber sido
exclusivo del final. Dos fuentes internas de intranquilidad estaban unidas al
grupo conservador de Álvaro Gómez Hurtado, quien presidía las sesiones. Enemigo
asérrimo de derogar la Constitución de 1886, consideraba que el trabajo de la
Constituyente se reducía a una modernización institucional, que debía ponerse
cuanto antes en manos gubernamentales, procediendo a disolverla. La otra fuente
de inquietudes fue la Comisión codificadora: replegada a la hacienda de Yerbabuena,
la versión que redactaba era
muy distinta de lo discutido y resuelto
por los miembros de la Asamblea. En lo que se refiere a la presión sobre los
"demás constituyentes", Alberto Zalamea dio en 1996 una versión, que
se ajusta a su papel como intelectual y, hasta hacía muy poco, embajador en
Venezuela y Vicepresidente de la Conferencia de cancilleres del Sistema
Económico Latinoamericano, en la Constituyente. En 1996, durante una
conversación con participantes en el primer simposio del Programa internacional
interdisciplinario de Estudios culturales sobre América Latina, se le preguntó
sobre el tema. No son sus palabras textuales, pero sí las siete informaciones
que dio:
Los indígenas no tenían ninguna
posibilidad de que les aprobaran nada. Se iban a salir. Navarro Wolff, que era
Copresidente, y algún ministro los llevó a negociar con Alvaro Gómez Hurtado,
que sí podía poner mayorías. Él les dijo: ustedes no me tocan la tierra, y yo
les pongo los votos que necesitan. Así entró, por lo menos, la cosa
pluricultural.
Lider nacional de uno de los sectores
principales del conservatismo, y representante de los intereses que inspiraban
de su parte esa transacción, parecería como si Gómez Hurtado no hubiera
concebido mucha significación a la cuestión del pluriculturalismo, y buscara
mantener un status quo ante, sin
otorgarle mayor beligerancia a la "contrarreforma agraria" en curso.
Aunque como lo da a entender Pécaut,
utilizar ese término, en donde nunca hubo Reforma agraria, es impropio. Pues
eso ha sido lo cierto: el país que hoy se llama Colombia jamás conoció una
Reforma agraria. Ya en la década de 1850 el general-presidente Tomás Cipriano
de Mosquera imitó la aventura del presidente de gobierno Juan Álvarez
Mendizábal en 1836 en España, quien pretendió inspirarse de las medidas de la
Revolución francesa y fue imitado en seguida en México: poner a la venta los
bienes de la Iglesia católica y las órdenes religiosas, para ser adquiridos por
grandes compradores. El ministro no se atrevió, en cambio, a tocar las tierras
improductivas de la nobleza, por temor a acciones que podían poner en peligro
el ascenso social y el enriquecimiento de la conservadora y provinciana
burguesía española. El sueño secular de los labradores, ser dueños de un pedazo
de tierra, fue sepultado al descartarse cualquier conato de reforma en el campo
español. La nobleza mantuvo sus latifundios y se refinanció, la burguesía no
estuvo interesada en la industria sino en comprar más tierras con los
beneficios que obtuvo de la desamortización, dando nacimiento a un nuevo
latifundismo. La venta de los bienes eclesiásticos desde tiempos de la Nueva
Granada y la Confederación Granadina obedeció, por su parte, ante todo al
propósito de sanear las arcas estatales. Las estrategias para el desalojo y el
despojo de tierras, practicadas por Mosquera, se utilizaron hasta el siglo XX.
Hasta cuando ya fue realidad en el mundo la crisis económica europea de
1873-76, y después del final del poder temporal del Pontífice romano con Pius
IX y de la Commune parisina, se
mantuvo en los Estados Unidos de Colombia el arcaico sistema crediticio
colonial eclesiástico de hipotecas (préstamos a censo), y el régimen de
acaparamiento de manos muertas. Posteriores medidas de 1936 y en la década de
1970, no son asimilables al concepto de reforma agraria.
Pero sí, desde ese punto de vista,
puede resultar inapropiado utilizar el término "contrarreforma
agraria", para referirse al proceso de despojo que culminó en Colombia a
partir de 2002, su uso responde a un requerimiento: dar cuenta de sus
abrumadoras dimensiones destructivas, con su parafernalia atroz de motosierras,
cementerios de descuartizados, y excrecencias escandalosamente sintomáticas,
como alguna unida al Tratado de Libre Comercio con los Estados
Unidos (Portada. Andrés Felipe Arias, Exministro de Agricultura,
¿Irá a la cárcel?, Semana, 25 julio-1 agosto
2011). En cuanto al cumplimiento de lo fijado en la Carta de 1991, diez años
después de expedida, tras mencionar una serie de contravenciones Tunubalá Paja
concluía: "Significa que todo esto es una política que va en contra de lo
que manda la Constitución Política. Por un lado van las normas y por otro se
actúa en forma distinta" (155). En su conferencia de 2008 Sobre la Constitución política de 1991 y los pueblos indígenas
de Colombia, Muelas insistió, en términos parecidos: "yo
también estaba convencido de que las autoridades nacionales, el gobierno o los
legisladores fueron respetuosos de la Constituyente, pero me equivoqué (...),
por eso estamos en la situación que estamos". En esas condiciones, en la
antesala de las celebraciones del Bicentenario el gobierno, que tuvo entre sus
metas desmontar el "estado social de derecho" conseguido con la
Constitución de 1991, podía pretender exaltar "nuestra diversidad y
multiculturalidad" (Donado García 25), para nimbar la imagen que buscaba
darse.
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Carta de
condolencias, In memoriam del Dr. Carlos
Rincón 25 de diciembre de 2018
Fusagasugá, 25 de diciembre de 2018
Sra. GERDA SCHATTENBERG
Querida Gerda
En este momento doloroso y luego de
esos meses de acompañamiento, combatiendo un cáncer invencible, que se ha
llevado a nuestro querido amigo Carlos Rincón, este 24 de diciembre de 2018,
sólo puedo mitigar mi angustia recordando contigo, en tu calidad de compañera
de viaje permanente, que lo fuiste por más de cincuenta años y expresarte que
la amistad que iniciamos, en la primavera de 1996, con el casual encuentro en
la casa de mi primo Fernando en Berlín, ha sido de un gran aporte para mi vida
académica y lo que he representado con los proyectos en mi país.
Fue precisamente, allí donde
compartimos nuestras experiencias de colombianos en el exterior. Le comenté de
la Red Caldas, que coordinaba por esa época en Madrid y que teníamos como
objetivo colaborar con nuestro país en proyectos académicos a través de
Colciencias. Le expresé la propuesta de crear un doctorado en Historia de la
Educación con universidades regionales y que seria para las mismas su primer
programa de este nivel. Las horas pasaron y al día siguiente nuestra cita fue
en la Biblioteca del Instituto de Estudios Latinoamericanos de Berlín. Allí,
nuestros sueños se proyectaron no sólo en la propuesta de doctorado sino
también en la vinculación al grupo de investigación "La Ilustración en América
Colonial" ILAC. Y, organizamos lo que sería nuestro primera coordinación de un
evento conjunto con el simposio "Recepción y divulgación de textos ilustrados
en América" que se desarrolló en el "II Coloquio de latinoamericanas europeos",
en Halle, Alemania, del 5 a 8 de septiembre de 1998, donde asistí con un grupo
de los docentes que para ese momento ya sería una realidad el doctorado que al
final se denominó en Ciencias de la Educación.
Este evento marco la estrecha relación
académica que mantendría ininterrumpidamente por estos 20 años con nuestro
programa de doctorado y tu Gerda, con vuestra generosidad de siempre, esperando
a nuestros colegas en el aeropuerto de Berlín, colaborándonos permanentemente
en hospedajes y al final como Carlos me lo repetía, "coordínalo con Gerda".
Si bien iniciamos, con el grupo ILAC,
pronto nos daríamos cuenta que los intereses comunes se centraban en la
Universidad Latinoamericana. De esta manera, nos dimos a la tarea de preparar
un libro sobre esta temática. Duraríamos 4 años con el proyecto, que fue
mediado por las coordinaciones conjuntas que realizamos de los simposios sobre
la Universidad Latinoamericana, en el en 50a Congreso Internacional
de Americanistas, que se realizó en Varsovia, Polonia, del 9 a 15 de julio de
2000. En el Simposio "La universidad en América Latina y el Caribe. Balance y
perspectiva. Reformas Universitarias", en X Congreso de la Federación
Internacional de Estudios sobre América Latina y el Caribe, FIELAC., que se
llevó a cabo del 25 a 29 junio del 2.001 en Moscú, Rusia. El Simposio "Historia
y prospectiva de la Universidad Latinoamericana", en el 51° Congreso de
Americanistas. Santiago de Chile, del 14 al 18 de julio del 2.003, Chile. Y, el
Simposio "Historia y prospectiva de la Universidad Latinoamericana", que se
coordinó en el "IV Congreso Europeo CEISAL de Latinoamericanistas", en Bratislava, Checoslovaquia, del 4 al 7 de julio de
2004.
Es en este contexto, que editamos en
conjunto con Manuel Lucena Salmoral y Carlos Rincón el libro[1] titulado:
.Estudios sobre la universidad Latinoamericana. De la colonia al siglo XXI.
Reformas universitarias. Tomo I, de la que sena
el inicio de la Colección "Historia y prospectiva de la universidad
latinoamericana".
La colaboración de Carlos Rincón con
nuestro doctorado, no sólo fue en eventos, publicaciones conjuntas, sino en
especial, destaco ese apoyo académico desde la cátedra compartiendo su
conocimiento y luego el apoyo para que nuestros estudiantes y profesores
viajaran a Berlín a su universidad y al siempre punto de encuentro la Biblioteca
del Instituto de Estudios Latinoamericanos de Berlín. Carlos, impartió docencia
, fue director de tesis y jurado en la mayon'a de los CADES. Asistió a casi
todos los eventos de Vendimia que programamos desde la UPTC y por supuesto no
se perdía el viaje a su pueblo natal de los ancestros en Boyacá.
Finalmente, sólo puede decirte, que fue
un honor para nosotros haber tenido de compañero de viaje, en este trayecto de
nuestra vida, al gran pensador Carlos Rincón. Por su parte, desde Rudecolombia,
le debemos un eterno agradecimiento por las generaciones que nos colaboró en su
formación y enseñanzas. Su pensamiento, forma de vida y generosidad,
permanecerán por siempre en nuestras mentes y corazones.
Con especial gratitud hacia ti y
vuestra hija inmemoria de Carlos Rincón
Diana Elvira Soto Arango
Fusagasugá, 25 diciembre de 2018
[1] SOTO ARANGO Diana, LUCENA SALMORAL
Manuel, RINCON Carlos (2004).Estudios sobre la universidad Latinoamericana. De
la colonia al siglo XXI. Reformas universitarias. Tomo I, Colección Historia y
prospectiva de la universidad latinoamericana. Madrid, RUDECOLOMBIA.
COLCIENCIAS, Ediciones Doce Calles. Universidad de Alcalá de Henares,
Universidad Libre de Berlín. Dirección de Investigaciones. Universidad
Pedagógica y Tecnológica de Colombia. 352 págs. ISBN: 84-9744-008-0.
Publicado
en:
NEWSLETTER
DOCTORADO
EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UPTC-RUDECOLOMBIA
UNIVERSIDAD
PEDAGÓGICA Y TECNOLÓGICA DE COLOMBIA
[1] Durante
el Año de Karl Marx, la universidad de Leipzig fue
renombrada Universidad Karl Marx, nombre que conservó hasta 1991.
[2] Cronología
elaborada por la investigadora Gerda Schattenberg-Rincón, 23 septiembre de
2019.
[3] Deutscher Akademischer Austauschdienst (Servicio Alemán de Intercambio
Académico).
[4] Documento facilitado por la
investigadora Gerda
Schattenberg.
[5] Resultado
de la primera revaluación del Cultural Pluralism fue el volumen: Horace M. Kallen. Cultural Pluralism and the American Idea:
An Essay in Social Philosophy, with comments by Stanley H. Chapman, Steward G.
Cole, Elizabeth F. Flower, Frank P. Graham, R. J. Henle, S. J., Herold C.
Hunt, Milton R. Konvitz, Leo Pfeffer,
and Gordon Watson. Philadelphia: University of Pennsylvania Press,
1956. En las décadas de 1980
y 90 fue objeto de usos y valoraciones muy
diversos, en una gama que abarca desde el Diversity
Project en Berkeley, de la University
of California, hasta
los de Arthur Schlesinger Jr.
[6] La
revisión completa de la visión anglocéntrica, teleológica y excepcionalista,
que databa del siglo XVIII (Michael
Kammen, "The Problem of American Exceptionalisme: a Reconsideration". American Quarterly 1, 45 (1993): 7), y propiamente
imperial del que Charles McLean
llamó The Colonial Period of American History (1934-38),
se inició con libros como el clásico de Francis
Jennings. The
Invasion of America: Indians, Colonialism, and the Cant of
Conquest (1975). Con
la consideración de los "pueblos
sin historia" (Eric R. Wolf.
Europa and
the People Without History. 1982), la "periferia caribeña" (Andrew J. O’Shaughnessy. An Empire Divided: The American Revolution and the British
Caribbean. 2000), la "Frontier "(Steven W Hackel (ed.). Alta California: Peoples in Motion, Identities in Formation
1769-1850. 2010),
y el desarrollo de la "Atlantic history" (Jack P Greene; Philip D.
Morgan. Atlantic
History. A Critical Appraisal. 2009). La situación investigativa se ha transformado por completo. Así lo
corrobora Daniel K. Richter
en su Before the Revolution. America’s Ancien Pasts (2011).
[7] Como
medida político-cultural del primer gobierno del Frente Nacional, la
transferencia en 1959 de los cursos de Western Civ,
con una lista reducida de lecturas, a la Universidad Nacional de
Bogotá, fue la primera medida amplia de norteamericanización de la educación en
Colombia. En su etapa inicial el Programa de
Humanidades Iy II estuvo dirigido por Tomás Ducay Fairén. Entre
sus docentes se encontraron, entre otros, Antonio de Zubiaurre, José María
Caballero Bonald, y Antonio Caro Mendoza. Con la adopción posterior del modelo
norteamericano para la formación de medicina, esa Facultad estableció un
programa propio de Humanidades.
[8] Con la evidencia de la coca 3.000 A.C.
David T. Courtwiright señala un hecho crucial para determinar su lugar en la
historia de las drogas y la "revolución psicoactiva": fueron de hecho
dificultades en "la tecnología del transporte lo que retardó la globalización
de la coca y de su principal alcaloide psicoactivo, la cocaina"
(Forces of Habit. Drugs and the Making of the
Modern World. Cambridge, Ma., London: Harvard University Press, 2001, 46). A pesar de la gran cantidad de
publicaciones sobre el narcotráfico colombiano, ninguna biblioteca o archivo
las ha coleccionado. James D. Anderson en Víctima de
la globalización. La historia de cómo el narcotráfico destruyó la paz en
Colombia. Trad. Magdalena Holguín. Bogotá: Siglo del hombre,
2012, ha conseguido ofrecer una primera visión panorámica.
[9] En 1997, con gran desconcierto entre
la opinión pública, el general Manuel José Bonett, comandante del ejército
colombiano y primera instancia de la justicia penal militar, ordenó cancelar
todo procedimiento en contra el general Farouk Yanine. La Fiscalía de Derechos
Humanos le había vinculado a una de las muchas masacres que despertaron en su
momento revuelo. En ella fueron asesinados por paramilitares 19 comerciantes
del Magdalena Medio, y a ella siguió, en 1989, otra masacre, en que fueron
asesinados todos los miembros de una Comisión de jueces. El paramilitar Alonso
de Jesús Baquero participó en ellas, y entre 1987-89 dio muerte a más de cien
personas. (Semana 14-21 julio 1997)