Doi: https://doi.org/10.19053/01227238.11939
Artículos
Una aproximación a la descolonización
de los estudios de paz:
la experiencia intercultural
y de abajo
del pueblo Nasa Wes'x
Tolima, Colombia[1]
An
Approach to the decolonization of peace studies: The interculturalexperience
and top to bottom of the people Nasa Wes'x Tolima - Colombia
Uma aproximação da descolonização dos estudos de paz: a experiência intercultural
desde o povo Nasa Wes’x Tolima – Colômbia
Eduardo Andrés Sandoval-Forero*[2] https://orcid.org/0000-0003-1659-7588
José
Javier Capera Figueroa**[3] https://orcid.org/0000-0003-1823-2814
*Universidad Autónoma del Estado de México, México
**Universidad Iberoamericana Ciudad de México -
Tijuana
RESUMEN
El
objetivo del artículo consiste en discutir
teórica y conceptualmente el paradigma tradicional de la investigación
moderno/colonial desde una perspectiva de paz descolonizadora a partir de la
experiencia intercultural del pueblo Nasa Wes'x
Tolima (Colombia), con respecto al conflicto entre los actores legales e
ilegales inmersos en sus territorios. La originalidad consiste en abordar la problemática
desde la ruptura epistémica de la interculturalidad para la paz. El método utilizado fue el de la investigación
fundamentada a partir de análisis de texto y de discursos de los indígenas, concluyendo que la experiencia de paz del pueblo
Nasa Wes'x se articula con la perspectiva
descolonizadora e intercultural de la paz,al
enjuiciar los esquemas tradicionales de pacificación promovidos desde los
intereses y dinámicas del Estado hegemónico; por el contrario, apela a la
autonomía y liberación de la madre tierra, siendo el reflejo del sentipensar desde los territorios en el marco de la
construcción de paces como la motivación de sus propias luchas por otra
realidad posible en el ámbito comunitario.
Palabras
clave: Descolonialidad;
estudios para la paz; Nasa Wes'x; Colombia; sociología emergente.
ABSTRACT
The objective of the article is to
discuss in a theoretical and conceptual way the traditional paradigm of modern
/ colonial research from a decolonizing peace perspective based on the intercultural experience
of the people. Nasa Wes'x Tolima - Colombia,
regarding the conflict between legal and illegal participants immersed in their
territories. The
originality
consists in addressing the problem from the epistemic rupture of interculturality for peace. The method applied was the text
analysis research based on indigenous discourses, concluding that the experience of
peace of people Nasa Wes' x joint with the
decolonizing and intercultural
perspective
of peace, when judging the traditional schemes of pacification promoted from
the hegemonic State's interests and dynamics, on the contrary, it appeals to
the autonomy and liberation of the mother earth being the reflection of the
thought-feeling from the territories in the framework of the peace construction
as the motivation of their own struggles for another possible reality in the
community sphere.
Key words: Decoloniality; Studies for the Peace; Nasa Wes’x; Colombia; Emerging
Sociology.
RESUMO
O objetivo do artigo consiste em discutir teórica e conceitualmente
o paradigma tradicional da pesquisa moderno/
colonial de uma perspectiva da paz descolonizadora, a
partir da experiência intercultural do povo. Nasa Wes’x Tolima –
Colômbia, com respeito ao conflito
entre os atores legais e ilegais
imersos em seus territórios. A originalidade consiste em abordar a problemática desde a ruptura acadêmica da interculturalidade para a paz. O método utilizado foi a pesquisa fundamentada a partir da análise
de texto e de discursos dos indígenas, concluindo que a experiência
de paz do povo Nasa Wes’x
se articula com a perspectiva descolonizadora e
intercultural da paz, ao processar
os esquemas tradicionais de pacificação
promovidos a partir dos interesses e dinâmicas do Estado hegemônico,
pelo contrário, apela para a autonomia
e libertação da mãe terra sendo reflexo
do sentipensar a partir dos territórios
no marco da construção da paz como a motivação de suas próprias lutas por outra realidade possível no contexto comunitário.
Palavras-chave: Descolonialidade; Estudos
para a Paz; Nasa Wes’x; Colômbia;
Sociologia Emergente.
Evaluación:
17/04/2020
Aceptación:
28/05/2020
INTRODUCCIÓN
El debate moderno sobre la construcción de un
estatus científico de las ciencias en el siglo XX representó un escenario de
largo alcance entre la comunidad académica y las universidades en una dinámica
globalizadora. La tarea depromover paradigmas,
métodos, enfoques y metodologías desde las corrientes dominantes como son: el
positivismo, el historicismo, el racionalismo y la teoría crítica/clásica, se
instituyó en un esquema predominante que genera una identidad sobre el quehacer
en las disciplinas del conocimiento que incorporan las ciencias sociales y las
humanidades.
Los estudios de paz no fueron ajenos al contexto
social, político, económico y científico, que se caracterizó por impulsar la
necesidad de la investigación en el campo de los conflictos, la violencia, la
guerra y los intereses bélicos entre los gobiernos de la Europa de las guerras
mundiales. Por ello, la emergencia de analizar la paz más allá de los intereses
armamentista en la mitad del siglo XX representó el escenario por excelencia de
dicho campo del conocimiento de las ciencias sociales[4]. Parte de
esta apuesta respondía a una idea de la restructuración de los contenidos
epistémicos que requerían las disciplinas nomotéticas de los estudios sociales,
para que lograran interactuar de forma más pertinente, crítica e intersubjetiva
con la realidad social y los problemas que acomplejaban la sociedad moderna.
La situación de complejizar las narrativas
epistémicas sobre la configuración de conceptos, temas, fenómenos y
problemáticas que fueran de gran relevancia para el análisis multidimensional
provenientes de los estudios de paz
implicarían la capacidad de comprender los contextos mediados por el conflicto,
las paces y violencias, debido a las dinámicas de choques y correlación de
fuerzas en un determinado escenario, tiempo y espacialidad. A su vez sería la
base para reflexionar sobre los estatus epistémicos de este campo de
investigación en función de la construcción de una disciplina en constantes
devenires teórico-metodológicos, acorde con su condición eurocentrada
del conocimiento.
En efecto, las narrativas provenientes de las
discusiones sobre el desarrollo de los paradigmas estuvieron fundamentada en la
diatriba por establecer los cánones que generaría la concepción de validez, la
falsedad, la cientificidad o la demostración empírico-analítica, que requería
la investigación con respecto a los fenómenos sociales que constituyen las
problemáticas de las sociedades modernas en el desarrollo del sistema
mundo-capitalista y la globalización liberal de la ciencia[5].
Tal como lo describe Immanuel Wallerstein, al reconocer que:
En el curso del siglo XIX las diversas disciplinas
se abrieron como un abanico para cubrir toda una gama de posiciones
epistemológicas. En un extremo se hallaba primero la matemática (actividad no
empírica), y a su lado las ciencias naturales experimentales (a su vez en una
especie de orden descendente de determinismo -física, química, biología). En el
otro extremo estaban las humanidades (o artes y letras) [...].[6]
La discusión epistémica de plantear un campo de los
estudios de paz entre el paradigma de la investigación cualitativa y
cuantitativa representó un camino por pluralizar los debates internos/extemos que conforman las investigaciones tradicionales,
clásicas o sociales en el espectro de los conflictos, las violencias y las
paces en los diversos ámbitos de la esfera pública. Por ende, el sentido de
impulsar la paz como una herramienta para la unificación estatal y la
superación de las grietas conflictivas resultó ser una muestra enfocada a
descubrir la oportunidad de generar formas de control y sumisión materializadas
en la dominación o emancipación de la ciudadanía con respecto a los procesos
políticos instituidos de las estructuras monolíticas del Estado moderno.
Las observaciones y misiones internacionales,
promovidas en el año de 1940 en el marco de conflictos bélicos como la Primera
Guerra Mundial, y en aquel momento la Segunda Guerra Mundial, simbolizó el
interés central y colonizador de convertir la paz como una política de Estado
que lograra subsanar los déficits existentes de las democracias y los
autoritarismos políticos de los gobiernos sumidos en prácticas políticas de
exclusión, violencia y belicismo, es decir, los autoritarismos y totalitarismos
tanto de izquierda y derecha[7].
A su vez, el corpus epistémico proveniente de la oportunidad de problematizar
desde una perspectiva tradicional, clásica o crítica propia de la corriente
eurocéntrica cimentada en el trinomio paz-conflicto-violencia, despertó para
las escuelas de pensamiento europeas una coyuntura pertinente para las ciencias
sociales y su desarrollo en los procesos políticos en materia de la resolución
de conflictos o pacificación que instituye la condición humana y la necesidad
de normalización de los procesos socio-políticos que conforman las
instituciones del Estado capitalista[8].
Por tal motivo, los estudios de paz pasaron a ser un
campo de relevancia para la investigación empírica o social, aunque cargaron
con el velo del colonialismo interno y epistémico europeo, y la hegemonía de un
tipo de ciencia funcional a los requerimientos de los grupos de arriba afines a
los intereses del capitalismo moderno-colonialista[9]. La apuesta
por producir un tipo de conocimiento en términos de paz, vinculado a los
intereses pragmáticos de los Estados nacionales representaría la encrucijada
colonial de dicho campo del conocimiento que se enfrentaba a darle mayor
preponderancia a la racionalidad instrumental del Estado o las formas de
expresión de lo político, la crítica política y la resistencia de la sociedad
civil en las diversas regiones víctimas de los conflictos armados[10].
La necesidad de entender la difícil situación de
orden ético-político que represente el conflicto, el cual tiene una serie de
procedimientos de orden teórico-metodológico, de gran interés para el campo de
reflexión de los estudios paz, implica asumir una grieta a dicha corriente
disciplinar y tradicional del conocimiento, para así suscitar la emergencia de
paradigmas subalternos y descolonizadores, que apuestan por ir más allá de la
narrativa oficial e institucional del poder político hegemónico, el cual
enajena y promueve una cultura e imaginario de sumisión, control y manipulación
en contravía de los intereses reales y nobles propios de la liberación y lucha
desde abajo que emprenden las comunidades, la sociedad civil emancipada y los
movimientos sociales sobre el rol de la democratización de la esfera pública en
el marco de la horizontalidad de los poderes públicos moderno-institucionales.
Por el contario, frente a la visión eurocentrada de los estudios de paz, toman fuerza las
narrativas subalternas de orden teórico-conceptual y con gran potencia
metodológica, expuestas por Cruz y Fontan[11],
Sandoval[12]
y Cruz[13],
sobre el campo de los estudios de paz, al reconocer la preponderancia que
existe de la perspectiva epistémica eurocéntrica sobre los temas, discusiones y
enfoques que configuran la paz o paces como un espacio de investigación en las
ciencias sociales colonizadas. A su vez, mencionan la vitalidad de promover
análisis desde las experiencias/casos de los grupos vulnerados, de abajo o en
resistencias como situaciones descolonizadoras que hagan frente a las olas de
violencias sistémicas provenientes de los grupos hegemónicos y estatales en el
marco de la sociedad neoliberalizada y el paradigma
del desarrollo capitalista.
La oportunidad de impulsar investigaciones sobre los
conflictos, los racismos, la xenofobia y los fenómenos socio-culturales que
intervienen en situaciones de violencia son parte del repertorio de análisis de
los estudios para la paz que observan desde la descolonización los escenarios
conflictivos proclives a ser generadores de situaciones de violencias
sistémicas[14].
Así pues, la emergencia de constituir contextos de pacificación, conciliación y
democratización de las paces desde una perspectiva integral, simboliza parte de
la narrativa por superar el colonialismo epistémico e interno de la paz
neoliberal que es reproducida por los organismos internacionales sumidos en la
dinámica del sistema mundo-capitalista[15].
Por ende, es importante reconocer que:
Cuando hablamos de paz nos estamos refiriendo
también a las situaciones de conflicto. La paz se conforma por aquellos
escenarios de no conflicto antagónico, de no exclusión, de no intolerancia, de no
violencia, de no discriminación y de no abusos. Con esto queremos decir que
unas herramientas importantes para construir la paz son la negociación, el
diálogo, la mediación y la transformación pacífica de los conflictos a partir
del diálogo, las leyes, los derechos humanos y el reconocimiento de todas las
diversidades culturales, étnicas, religiosas, políticas y sociales que permitan
el fortalecimiento de las instituciones encargadas de garantizar y promover el
bienestar social.[16]
La exigencia histórica de comprender el surgimiento
de los estudios de paz en la sociedad moderna tiene que ver con la construcción
de propuestas de pacificación desde el campo de estudio de los analistas de la
violencia, afines a corrientes como el liberalismo y el funcionalista en
primera instancia, las cuales se caracterizaron por promover la razón
instrumental del Estado capitalista y la dinámica de despojo, violencia y
conflicto negativo de la sociedad neoliberalizada.
Por ende aparecen los primeros centros, universidades, escuelas, programas e
instituciones orientadas a la investigación para la paz desde el ámbito de la
educación superior, lo cual implica la articulación de temáticas como la
cultura, los conflictos, la política y la resolución de situaciones de
violencia en el marco de la pacificación de los grupos tradicionales hacedores
de un imaginario de cooptación/dominación y sumisión funcionales a la
naturaleza del poder modernocolonizador.
Parte de este panorama refleja la fuerza que asumió
la perspectiva hegemónica de los estudios bélicos en medio de las guerras
imperfectas y devastadoras, que sirvieron como insumo para la configuración de
una mirada institucionalizada, liberal, privada y sistèmica de
la paz vista desde el Norte-Global[17]. Al
convertirse, en un imperativo moderno de los gobiernos en su afán de imponer un
modelo político de democracia procedimental/liberal, a través del control y
normalización de las violencias en el interior de sus estructuras
institucionales del poder moderno[18].
La agenda teórico-politica
auspiciada por los organismos
internacionales y las instituciones público-privadas funcionales al poder
hegemónico, lograron imponer en los establecimientos educativos formales e
informales la apuesta de una paz de orden liberal, la cual se instaura como un
instrumento de control encaminado a la mercantilización, la privatización y el corporativismo de
las narrativas de paces derivadas de las luchas de los grupos en resistencia o víctimas
de las violencias en sus territorios, lo que refleja un conjunto de normas,
procedimientos, reglamentos y requisitos de naturaleza moderno/coloniales
propios de una perspectiva de la democracia moderna/liberal-capitalista[19].
Por tanto, parte de este conjunto de conocimientos
de naturaleza positivista, lineales y sistémicos, demuestran tener una fuerte
influencia de dicho paradigma en la construcción epistémica de los estudios
para la paz, pues contempla que:
La paz implica, al igual que la violencia, variados
entornos de la vida del hombre, por ello referirnos solo a un tipo de paz o a
un tipo de conflicto o de violencia, resulta poco cercano a la realidad, pues
cada continente, país, región, estado, municipio o localidad, presenta
contextos sociales y culturales históricos y del presente, que le impregnan su condición
particular de aplicarse, abordarse, entenderse y de enseñarse.[20]
La necesidad de superar el velo del colonialismo
epistémico desde la posibilidad de establecer un diálogo inter-subjetivo entre
los actores y la praxis por superar la crisis dvilizatoria
involucra darle sentido a los estudios de paz desde abajo, puesto que consiguen
cuestionar fenómenos sociales vinculados a las violencias, las injusticias, la
corrupción y las prácticas de conflictos negativos que fueron históricamente
reflexionados por las escuelas tradicionales/positivistas que instauraron
modelos orientados a la legitimidad de los discursos lineales, de validez
normativa, empíricos y técnico-científicos sobre la paz, el conflicto y la
violencia, siendo funcionales a los procesos de dominación desde la
estatización de la paz sobre la sociedad civil y la ciudadanía.
La descripción tradicional sobre la violencia y la
paz, según Galtung[21], tiene que
ver con los fundamentos estructurales, culturales y normativos que constituyen
la función propia de la paz positiva, aunque en el plano histórico se reconoce
que:
Los estudiosos anotan que en los años 1934 y 1945
surgen en los Estados Unidos las primeras organizaciones no gubernamentales
(ONG), que después se encargarían de proliferar un nuevo pensamiento, una nueva
cultura de paz y una nueva forma de vivir la vida a través de cátedras,
seminarios y talleres de convivencia. En los años 20, Wright y de Richardson,
con sus análisis, y Pitirim Sorokim,
con sus teorías, clarificaban los motivos de la guerra. Considerándose éstos
como los primeros antecedentes y padres fundadores de estudios para la paz en
su versión más genuina de "paz negativa". Sin embargo, es posible
afirmar que los estudios para la paz no empezaron como campo académico hasta
después de los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado.[22]
El
proceso de superar la lógica positivista de los estudios de paz tiene que ver
con la importancia de articular teoría y praxis desde un plano equitativo en el
marco de los procesos epistémicos inter-disciplinares que tomen distancia con
la lógica disciplinar o monolítica de hacer ciencia desde un paradigma
dominante en las ciencias sociales; aquí la lucha por superar los proyectos de
naturaleza epistémico-colonial que desconocen las luchas de los grupos
populares en medio de la reexistencia por otro mundo
posible y necesarios en sus espacios cotidianos[23].
El desafío por generar grietas en el interior de los
centros de poder epistémicos, los cuales son funcionales a las demandas y
requerimientos de los grupos hegemónicos del Norte-Global (Estados
Unidos-Europa)[24],
denota la necesidad de romper con las dinámicas de la academia orgánica/liberal
de naturaleza procedimental que concibe la paz como una herramienta de
dominación/control estatal al servicio del sistema mundo-capitalista. Parte de
esta razón demuestra la fuerte tradición eurocèntrica
que cargan los estudios de paz
dentro de las ciencias sociales y cómo estos han logrado de forma tardía dar el
salto hacia posturas de condición más críticas y descolonizadoras que sirvan
como insumo para los análisis integrales en materia de los acuerdos, consensos,
disensos y tratados sobre la pacificación de los gobiernos en medio, teniendo
en cuenta situaciones de violencia sistèmica y bélica.
Por tal motivo, la preponderancia que existe en los
estudios de paz desde las tradiciones epistémicas de los centros de
investigación hegemónicos devela la necesidad de forjar modelos alternos de
investigar desde abajo y adentro de las comunidades y los territorios, teniendo
en cuenta la crítica radical hacia los procesos políticos, sociales y
culturales que son funcionales a los intereses de los actores institucionales y
van en contravía de las necesidades reales de unas ciencias sociales de
carácter emancipador[25].
La crítica epistémica, asumida por escuelas
emergentes en el Sur-Global, aparece como una oportunidad por superar los
dilemas ético-políticos de aquellas disciplinas que generaron un corpus teórico-metodológico
acorde con los intereses privados de los grupos hegemónicos. Al mismo tiempo,
se concibe como la posibilidad de indagar corrientes críticas y subalternas que
contemplen el diálogo abierto, la interacción intersubjetiva y la praxis por
constituir otros escenarios de liberación desde abajo.
Por tal motivo, la finalidad del presente artículo
consiste en la problematización teórico-conceptual de la perspectiva de paz
descolonizadora a partir de la experiencia intercultural y de abajo del pueblo
Nasa Wes'x, Tolima (Colombia) frente a actores
legales e ilegales inmersos en sus territorios, como son la guerrilla, el
paramilitarismo, el narcotráfico, las bandas criminales y las fuerzas
militares, lo cual devela una experiencia subalterna de paces que apuesta por
la autonomía, la defensa de la vida, la tierra y la unidad por el buen vivir en
comunidad en medio de una sociedad sumida en múltiples violencias estatales y
sistémicas afines a los intereses del Estado moderno-capitalista.
1. Aproximaciones a las epistemes de paz
interculturales y descolonizadoras
El debate por romper con los esquemas tradicionales
de los estudios de paz se encuentra orientado desde la posibilidad de generar
vínculos epistémicos de forma horizontal con otras áreas y enfoques del
conocimiento, tal como sucede con la pedagogía, la filosofía, la antropología y
los estudios de género, desde una perspectiva crítica integral, los cuales
sirven para promover la pluralidad de pensamientos en torno a los diferentes
fenómenos que implican algún tipo de reflexión sobre las paces, las violencias
y los conflictos desde la dimensión de una episteme emergente y crítica en el
sur-sur[26].
Dicho contexto se constituye en el panorama de largo
alcance en el que coexisten los estudios para la paz en América Latina, al ser
un campo teórico-conceptual encargado de reproducir narrativas positivistas de
paz perfecta, imperfecta, negativa o positiva desde la interacción con los
espacios académicos, gubernamentales e investigativos de las escuelas
tradicionales del saber de paces en el Norte-global[27]. Por ende,
se proclama un tipo de conocimiento, que concibe el conflicto como una
condición humana, que debe ser controlado bajo las necesidades de las
instituciones en contrapelo del sentipensar de los
sujetos de las comunidades, pueblos y movimientos sociales en los territorios[28].
La importancia de asumir la paz como la posibilidad
de establecer diálogos abiertos y desde el sentir de la otredad se configura en
la oportunidad por cuestionar desde abajo a la izquierda crítica y decoLonial las narrativas epistémicas normativas sobre los
estudios de paz, para darle sentido a la praxis ético-política de los grupos
subalternos que rompen con las tradiciones epistémicas impuestas por los entes
político-académicos encargados de reproducir un conocimiento de índole privado
y colonialista en el ámbito de la paz.
En la apuesta por reconocer la interculturalidad
como un proceso de larga duración, que tiene presente la dialogicidad
como vínculo para la superación de los conflictos desde la praxis de los de
abajo, toma relevancia la necesidad de establecer espacios de deliberación de
lo público y construcción colectiva de las paces desde el sentido ético de lo
público, y la crítica a los esquemas hegemónicos del conocimiento propio de la coLonialidad del saber, siendo contrario a la noción por
descolonizar la paz e interculturalizar las
relaciones de poder desde abajo que están sustentadas en obedecer de forma
colectiva las necesidades, demandas y luchas colectivas en la comunidad[29].
La propuesta por impulsar una perspectiva
descolonizadora de la paz recae en la necesidad de generar grietas en las
epistemologías dominantes, aquellas que desconocen la práctica, saberes,
memorias y tradiciones de los grupos subalternos: pueblos indígenas, negros,
campesinos y populares, los cuales, desde su cotidianidad, ejercen en los
territorios una serie de procesos de lucha desde abajo, orientados a la
pacificación de situaciones desde la horizontalidad de la política[30].
Asimismo, en la crítica a los proyectos de inversión público-privada que
imponen un tipo de paz neoliberal pensada desde la racionalidad instrumental y
los intereses de los de arriba en el marco de la generación de prácticas de extractivismo epistémico, social, económico y político en
los territorios[31].
La iniciativa teórica de los estudios de paz desde la
dimensión de la descolonización responde a los siguientes imperativos
epistémicos: (1) la crítica a los procesos de colonialidad
del saber que desconocen los conocimientos provenientes de los grupos
oprimidos; (2) la pluralidad de saberes propios de una ecología que apuesta por
el reconocimiento de otras narrativas que establecen un diálogo intersubjetivo
entre la realidad y la praxis de los de abajo; (3) la democratización de los
conocimientos como una práctica orientada a superar las estructuras endogámicas
de los centros e instituciones educativas modernas/ coloniales; y (4) la
construcción de redes de conocimientos interculturales que logren el
intercambio horizontal de experiencias, narrativas y discursos, enfocado a
superar la cultura cerrada y privada propia de una élite de la investigación
social anquilosada en las universidades corporativizadas y neoliberalizadas
en el sistema mundo-capitalista[32].
Por tal razón, la iniciativa de descolonizar la paz
recaer en la oportunidad de lograr un proceso instituyente de las paces desde
los grupos y actores excluidos, los cuales demandan otra forma de reconocer el
conflicto para así construir escenarios que contribuyan a la canalización de
las violencias; aquí emerge la capacidad de superar las brechas endémicas de la
desigualdad, la pobreza y la precariedad, que afectan de forma directa a las
comunidades victimas del mal desarrollo moderno-capitalista[33].
La lógica de articular la paz más allá del paradigma
del liberalismo para así dar oportunidad a los estudios de(s)coloniales, parte
de contemplar la posibilidad de romper con el velo del colonialismo interno y
epistémico que históricamente ha predominado en las estructuras modernas de la
ciencia[34].
Al mismo tiempo, consiste en una lucha subalterna contra los grupos cerrados y
mafiosos que han mercantilizado y corporativizado la narrativa de las paces en
el marco de los intereses sistémicos propios de las organizaciones
internacionales de carácter moderno-colonial, las cuales promueven un
repertorio de la neoliberalización de la paz por
medio de convenios de cooperación que pasa por encima de la autonomía en los
territorios y comunidades[35].
La iniciativa de romper con el velo del colonialismo
interno en los estudios de paz reside en lograr incorporar aquellos conocimientos
desconocidos y negados por parte de los grupos hegemónicos sean visibilizados
desde su propia lucha por emerger en medio del control y la dominación que
impera en los centros epistémicos y hegemónicos del poder
sistémico-colonialista[36].
Por ello, la necesidad de difundir aquellas experiencias alternas que van en
contravía de las corrientes hegemónicas de un tipo de paz neoliberal reside en
la posibilidad de reconocer las luchas populares y las resistencias
comunitarias como formas instituidas de repensar desde abajo una episteme
intercultural crítica que consiga explorar las cosmovisiones de los pueblos
indígenas y su legado milenario en materia de defensa de la vida, la tierra, la
unidad y el territorio[37].
En las últimas décadas del siglo XX, las luchas
socioculturales de los grupos subalternos en nuestra América representan un
contexto en proceso de integración y ruptura con los esquemas tradicionales de
hacer ciencia desde las directrices de los actores hegemónicos, siendo una
muestra por buscar fortalecer y legitimar las epistemologías del sur y la
interculturalidad como iniciativas alternas que van más allá de los marcos
normativos de carácter moderno-coloniales propios del eurocentrismo epistémico,
teórico, conceptual, metodológico e investigativo de nuestro tiempo[38].
La crisis dvilizatoria de
pensamiento y praxis ético-política en el campo de la paz demuestra la
preponderancia que toma la violencia estatal frente a las demandas y luchas por
resistir desde abajo en el marco de los procesos de movilización y el hacer
política desde la subjetividad del sujeto dentro de la sociedad[39].
Una muestra de la necesidad de impulsar la construcción de la paz territorial
desde los procesos de liberación de las comunidades, es la propuesta de
repensar las paces como el reflejo de las experiencias en reexistencia
frente a las prácticas tradicionales que conllevan a una postura cerrada con
respecto a un conocimiento, un método y una metodología científico-positivista,
aquella que rechaza la emergencia de las experiencias de emancipación desde los
sujetos en sus diversas situaciones sobre la esfera pública.
La mirada intercultural crítica de la paz radica en
la necesidad de establecer procesos de diálogo abierto y horizontal que logren
cimentar un ambiente de confianza e interacción societal
entre los diversos escenarios que son disimiles o divergen
frente alguna situación en concreto. La paz requiere de la capacidad de superar
las diferencias desde el sentipensar de la otredad,
logrando reconocer los problemas, dificultades y conflictos que subyacen en la
raíz de los sujetos, las comunidades y los movimientos sociales en sus distintos
contextos socioculturales.
La oportunidad de un diálogo intercultural simboliza
la sensibilidad emocional, espiritual, material e inmaterial del sujeto en sus
dimensiones cotidiana, social, económica y política. Involucra tener la
oportunidad de superar las visiones restringidas propias de la sociedad
disciplinar para así articular una lógica de la ecología de saberes, lo que
demostraría un canal que vincula las experiencias, las narrativas, las
prácticas y las luchas de los colectivos, movimientos y grupos sociales
orientados a la defensa de la vida, el territorio y el buen vivir en comunidad.
La perspectiva intercultural de los procesos de
luchas populares y subalternos tiene que ver con el sentido de construcción
desde debajo de la paz en los distintos escenarios socioculturales, ya que
consiste en la oportunidad de establecer redes y medios que superen la lógica
discursiva monolítica de los discursos coloniales y poner en tela de juicio las
estructuras cerradas y endogámicas del saber y el hacer política desde arriba.
Igualmente, señala la convergencia de los procesos interculturales desde
adentro que logran desvincularse de las formas tradicionales de hacer política
y permite la interacción horizontal sobre las luchas encaminadas a superar las
necesidades colectivas y públicas de las comunidades.
El proceso de la descolonización de la paz en clave
intercultural crítica radica en la necesidad de articular los siguientes
enunciados analíticos desde la praxis en las dinámicas sociales, comunitarias y
populares:
1.
La iniciativa epistemológica del
sur, orientada en articular teoría y práctica desde la
ética de los más necesitados debido a que ponen en jaque las formas
tradicionales de hacer ciencia desde los esquemas de los grupos hegemónicos.
Por el contrario, se caracteriza por la integridad de las paces desde la praxis
de la liberación y la lucha subalterna de los grupos excluidos y víctimas de la
modernidad-colonialidad.
2.
La perspectiva descolonizadora de la paz consiste en la oportunidad de romper con los
esquemas, modelos y narrativas oficiales e institucionalizadas por el poder
político hegemónico, los protocolos y acuerdos pensados desde el Norte-Global;
aquí las experiencias de resistencia emanadas de las luchas subalternas de los
pueblos, comunidades y movimientos sociales se instituyen en una corriente
contra-hegemónica que pone en jaque los lineamientos moderno-coloniales propios
de la sociedad capitalista y el Estado neoliberal.
3.
La mirada crítica de la paz descolonizadora articula los procesos interculturales desde una
lógica emergente de las epistemes del sur en las ciencias sociales, es decir,
tiene la capacidad de establecer una dinámica de reconocimiento de la otredad
desde su propia condición humana y sodocultural,
siendo el reflejo de aquellas iniciativas que promueven la configuración y la
ecología de saberes, de luchas, resistencias y prácticas subalternas orientadas
a la pacificación democrática y popular frente a las violencias sistémicas
estatales[40].
Parte de esta situación revela las formas en que se
constituyen las narrativas de paz desde la posibilidad del reconocimiento del
otro y la deliberación de los sentires y pensares del sujeto en comunidad; aquí
la concepción de los espacios de carácter público/privado representa la
posibilidad de re-significar concepciones de paz,
participación, construcción y democratización desde las necesidades reales de
los grupos subalternos y la visión de una ciudadanía sustantiva en la sociedad
civil.
Siendo de gran importancia, reconocer que
La falta de educación intercultural senti-pensante para los conflictos y la Paz en el aula, se
traduce en prácticas de racismo, exclusión, intolerancia, xenofobia, misoginia,
violencia física, social, cultural y simbólica. Se desestructura la convivencia
escolar teniendo en cuenta que los problemas, conflictos y violencias en el
aula y la escuela se entienden como una relación social basada en la confrontación
de subjetividades, intereses o necesidades entre dos o más sujetos educativos,
derivados de la intolerancia y el rechazo a las diversidades.[41]
La visión teórica de los estudios de paz asociados a
una corriente alterna de la investigación social parte de un principio ético
del reconocimiento a la otredad y la deliberación de las ideas con el fin de ir
más allá de las corrientes tradicionales, positivistas y mecanicistas que se
encuentran en medio de una discusión teórica de la década de 1980, es decir, la
concepción clásica positiva/negativa de la paz. En efecto, las lógicas teóricas
de dichos grupúsculos de poder y académicos asumen la investigación de paz como
un campo proclive a la resolución de los conflictos desde los intereses de los
lineamientos institucionales y lineales del Estado, en donde narrativas
exploradas por Lederach, Galtung
y Fisas, entre otros, los convierte en los fundadores
de un paradigma para la investigación de un tipo de paz monolítica, moderna y
colonialista.
La lógica teórico-analitica
de la epistemología de paz en el
plano tradicional y positivista se caracteriza por construir informes,
propuestas y protocolos desde los requisitos de los centros, universidades y
grupos de investigación vinculados a las estructuras moderno-coloniales propias
del capitalismo cognitivo, dándole espacio a la visión del Norte-Global que
establece una corriente cerrada sobre los análisis de paz, dado que encasilla
las narrativas entre la visión del Estado, las instituciones y la sociedad
civil que coexisten en lo público.
De esta forma, las propuestas de:
Connotados investigadores de la paz (Galtung, Vicent Martínez, Viceng Fisas, Francisco Muñoz, y
muchos otros), consideran que los estudios en este campo tienen sus orígenes
formales después de la segunda guerra mundial (siglo XX), iniciando entonces
una preocupación en torno a estudiar maneras distintas de generar paz desde
disimiles puntos estratégicos como el social, cultural, económico, político y
educativo.[42]
La divergencia sobre los modelos de hacer ciencia en
el campo de los estudios de paz eurocéntricos se articulan con la lógica de la
modernidad/colonialidad, dado que parten de
adjudicarse la pacificación como política de los Estados y la oportunidad real
y factible de lograr consensos desde el ámbito de la participación ciudadana.
La apuesta por emprender una perspectiva crítica desde la praxis del sujeto que
tenga en cuenta la transformación de los procesos políticos desde las luchas y
demandas de los abajo tiene como base legitimar las propuestas que emergen
desde las iniciativas de las comunidades, territorios y grupos marginados, pues
se instituye en la oportunidad de impulsar repertorios orientados a la
configuración de narrativas micro/macro de paces desde la intersubjetividad
propia de la experiencia del sujeto en el ámbito cotidiano de la vida pública
en sociedad.
Por tal razón, la emergencia de cuestionar los
estudios de paz eurocéntricos dándoles sentido a las experiencias
descolonizadoras reside en la necesidad de legitimar las luchas, las
resistencias y prácticas propias de los sujetos en los ámbitos colectivo y
popular. Asimismo, se constituye en la necesidad de ir más allá de los
discursos institucionales, normativos y procedimentales, para darles relevancia
a las herramientas, demandas y propuestas que se construyen desde la praxis de
los grupos subalternos. Dicho escenario se articula con un conjunto de las
iniciativas enfocadas en superar el velo de la colonialidad
del poder para así darle preponderancia a las iniciativas populares de los de
abajo[43].
La interculturalidad crítica para la paz se
caracteriza por romper con las corrientes sociales conductistas y positivistas
sobre el conflicto y la violencia en el análisis de las sociedades modernas
puesto que reconoce la importancia de otras posturas críticas desde la acción
del sujeto en la comunidad al ser un escenario que toma distancia de los
esquemas monolíticos típicos de la ciencia moderno/colonial. Por el contrario,
la apuesta de concretar diálogos abiertos desde la otredad en el marco de la
comunicación horizontal se distingue como mecanismo para la superación de las
diferencias y la resolución de los conflictos internos que constituyen las
sociedades modernas en nuestros tiempos.
En este sentido, los estudios interculturales e
integrales para la paz, que establecen un proceso de diálogo inter-epistémico
con corrientes alternas como los análisis críticos de orden descolonial,
se convierten en una apuesta por pluralizar los enfoques de la investigación
social y colaborativa del sujeto en la comunidad. Sin dejar a un lado el
reconocimiento de experiencias, memorias y testimonios de pueblos indígenas,
comunidades populares y rurales, las cuales expresan formas de construcción
desde abajo en el marco del intercambio de saberes de forma equitativa y
colaborativa desde la condición humana y sentipensante
del sujeto[44].
La iniciativa de los estudios para la paz interculturales
desde el marco epistémico de la descolonización se identifica por generar una
crítica desde adentro a los centros, institutos, revistas y academias eurocentradas del conocimiento que responden a los
lineamientos e intereses sistémicos de Norte-Global (Estados Unidos y Europa),
para así darles legitimidad a los saberes, prácticas y narrativas ancestrales,
populares y subalternas de los grupos marginados de la modernidad-colonialidad.
En efecto, la condición epistémica alterna de
superar los dilemas eurocentrados del conocimiento
radica en la posibilidad de repensar los procesos de pacificación, resolución
de conflictos y construcción de paces desde el lenguaje telúrico y popular de
los grupos de abajo, aquellos que ponen en jaque los modelos
político-burocráticos de implementación de los acuerdos y protocolos de paz
desde una dimensión vertical, en contravía de las demandas, luchas y
necesidades de las comunidades en sus territorios[45].
La narrativa descolonizadora de los estudios de paz
se identifica por tomar distancia de los clivajes políticos, sociales y
culturales estipulados por la historia oficial (vencedores), que muestra el
sentido negativo de las luchas y resistencias de los grupos populares. Por el
contrario, la apuesta intercultural y descolonial se
caracteriza por revitalizar los saberes de aquellos grupos marginados de la
modernidad-capitalista. Al mismo tiempo, reconoce los valores olvidados
producto del desconocimiento y el desprecio hacia la memoria e historia oral de
los actores subalternos, que enuncian sus divergencias frente al orden impuesto
desde la racionalidad hegemónica de los de arriba.
En este sentido, las experiencias, situaciones y
fenómenos que configuran las resistencias de los grupos subalternos develan la
oportunidad de romper con el velo eurocéntrico de los estudios de paz
anglosajones, dándole espacio a los proyectos de pacificación, resolución de
conflictos y transformación positiva de la violencia desde la concepción de una
sociedad emancipada. Las experiencias de acuerdos de paz en el sur-global
involucran una integración de saberes orientados a romper con la noción de
control y sumisión por parte de los grupos hegemónicos sobre los actores en
resistencia. A su vez, tiene que ver con las luchas sociales y las dinámicas
políticas de los movimientos de corte feminista, anti-nuclear, ambiental, estudiantil
y comunal, ya que se articulan con las luchas post-coloniales y
anti-colonialistas en los territorios emergentes de paces[46].
La noción teórico-conceptual de articular la paz
desde la dinámica de la inter-culturalidad crítica
tiene que ver con la posibilidad de incursionar en nuevos campos analíticos de
reflexión para la investigación social en temas de paz. Del mismo modo, se
instituye en la oportunidad por superar el velo colonialista de los grupos
hegemónicos y dar sentido a las formas de lucha sociocultural frente a la resolución de los conflictos, lo que
implicaría reconocer el valor ético-político de los actores sociales en asumen
voluntad por constituir otra realidad desde su praxis y sentipensar
colectivo. La capacidad de pensar la paz desde la necesidad de las comunidades
en medio de sus razones, sentires y motivos que promueven la superación del
conflicto en el marco de los lazos interculturales entre los sujetos que logran
coexistir en el interior de los diversos fenómenos implícitos en la sociedad
neoliberal y el Estado capitalista, al ser los reproductores de las formas de
control, violencia y dominación sobre los intereses reales de los grupos
subalternos en los territorios.
La concepción descolonizadora de la paz tiene que
ver con la superación de escenarios en crisis en donde preexiste de forma
directa la condición y dignidad humana de la ciudadanía en la esfera pública.
4. Ruptura epistémica y paz emergente
Los estudios de paz desde la década de 1990 han
generado grietas frente al fenómeno de neoliberalización
de las ciencias sociales y el fortalecimiento del post-positivismo como
paradigma que concentraría las formas de investigar desde la paz. Parte de esta
situación responde a la crítica radical hecha a los modelos de concebir la
pacificación desde una concepción militar, intervencionista, estatista y
legalista que no responde a las luchas reales desde abajo, en donde los actores
subalternos rompen con dichas concepciones gubernamentales de la implementación
de modelos de paz de naturaleza neoliberal.
En la actualidad aparece la corriente epistémica
alternativa de los estudios de paz, que articula procesos de larga duración en
materia de investigación de conflictos, violencias y problemáticas que afectan
de forma directa la paz al interior de los grupos sociales. De esta forma, la
lógica de reconocer la pacificación como una práctica que proviene de las
necesidades reales de los grupos subalternos tiene que ver con la crítica a la
visión anacrónica de control desde el Estado, para darle sentido a la
interacción y dialogicidad
entre los pueblos, los movimientos y los colectivos, teniendo en cuenta las
narrativas y discursos populares que permiten comprender otras visiones sobre
la posibilidad de construcción de paces desde el sentipensar
de las comunidades en resistencia. La interculturalidad, la etnopaz
y la descolonialidad para la paz son enfoques
coherentes que toman distancia de la crisis epistémica sobre la investigación
tradicional en la región[47].
Parte de esta propuesta teórico-conceptual sobre la
paz descolonizadora se articula con la lógica teórica que pone en juicio los
modelos tradicionales de pacificación para así impulsar la deconstrucción de
los paradigmas, las escuelas y los centros que han constituido un discurso
hegemónico en el plano de la colonialidad del saber
eurocéntrico; asimismo han puesto en cuestión la razón instrumental del
conocimiento positivista sobre la emergencia de una ecología de saberes de
concepción popular y desde abajo, que sirve como antecedente para la compresión
de las luchas socioculturales de las comunidades en sus territorios.
El reconocimiento de la descolonización en los
estudios de paz como un enfoque pertinente e innovador para la investigación en
las ciencias sociales resulta ser una propuesta alterna, que va más allá de la
visión pragmática, normativa y tradicional, propia de la colonialidad
del saber, dado que impulsa procesos emergentes resultado del diálogo
intersubjetivo entre la realidad sodai de los pueblos, comunidades y movimientos sociales o
populares que se convierten en constructores de paces a partir de su propias
experiencias y luchas en los territorios.
De esta forma, la necesidad de reconocer el campo
epistémico de la interculturalidad como un escenario acorde a la oportunidad de
superar situaciones de violencia sistèmica, demuestra la posibilidad de promover una cultura e
imaginario de superación de las diferencias mediante el diálogo abierto y solidario
que consiga solventar los problemas que constituyen las distintas vicisitudes
entre los sujetos y los intereses que coexisten en los distintos espacios societales. La iniciativa de constituir procesos de
integración desde el sentipensar dei sujeto en el
marco de la interacción con escenarios locales, regionales y nacionales que
sirvan como muestra de alternativas de pacificación, la no-violencia y la
resolución de violencias desde ia praxis ético-política
de las comunidades en movimiento.
Otro
aspecto que denota la descolonización de la paz desde una lectura intercultural
crítica radica en la ruptura con los procesos de investigación tradicionales propios
de un sistema moderno-colonial, el cual desconoce las formas de lucha,
resistencia y expresión socioculturales de los grupos oprimidos. Parte de esta
situación permite la articulación de experiencias de investigación desde la acción,
la participación y la colaboración, teniendo presentes las demandas de las
comunidades.
El
postulado de asumir la descolonización de los estudios de paz desde la crítica
a los modelos, enfoques y postulados tradicionales de investigación en dicho
campo se instituye en la oportunidad de reconocer otras metodologías desde la
praxis del sujeto y la condición de transformación del espacio social. Al mismo
tiempo, apuesta por superar los lineamientos históricamente reproducidos por
los grupos hegemónicos y la universidad moderno-colonial, aquella que desconoce
las expresiones, sentires y luchas propias de la liberación desde la capacidad
de problematizar los fenómenos como una forma de hacer ciencia a partir de la
narrativa intersubjetiva de los actores en el interior de sus comunidades[48].
El
enfoque de la descolonización de la paz se convierte en un espacio que rompe
con las nociones de la investigación para las paces, tales como positiva, negativa,
constructivista, hermenéutica y clásica. Asimismo, se concibe como una oportunidad
epistémica que diverge de la teoría critica tradicional y las formas de
interpretación ambiguas de la violencia y el conflicto desde el marxismo ortodoxo,
puesto que logra interconectar miradas como la interculturalidad de los
pueblos, la praxis emergente de los subalternos y la lucha por constituir otra realidad
social desde la lógica de resistencia desde abajo.
La oportunidad de incursionar por rutas innovadoras
de análisis en la investigación social de la paz toma relevancia con la descolonialidad como una forma de abordar los fenómenos de
violencia, conflicto e injusticia desde las áreas de las ciencias sociales,
tomando distancia de miradas eurocéntricas de análisis socio-política. Por el
contrario, propone tejer saberes desde los estudios lingüísticos, el feminismo,
la narrativa, la ontosemiótica, la cultura y la
memoria oral y escrita de los sujetos[49].
La perspectiva de superar las visiones antiguas de
las ciencias sociales, dándole paso a las formas de expresiones no-legitimadas
y validadas por la ciencia moderna/colonial, simboliza la distancia epistémica
con los modelos de pacificación estatal promovido por los grupos hegemónicos. Sin
dejar a un lado la resistencia desde abajo que se articula con la construcción
de las formas de hacer la paz desde la integración y el diálogo abierto entre
los actores y las comunidades en sus territorios[50].
Pues se hace necesario señalar que:
Uno de los objetivos a cumplir para el logro de una
convivencia capaz de neutralizar las contradicciones que suscita la
conflictividad social y las diversas causas que la generan, es la supresión de
la violencia como expresión y compulsión de la fuerza que en modo alguno debe
convertirse en principio de control social por parte del Estado. Es obvio que
el Estado posee las competencias normativas para gerenciar
la fuerza directa o indirecta en el ámbito de la vida pública, pero se trata de
señalar y a la vez cuestionar, que quizás no es esta efectividad de su fuerza
la que puede caracterizarlo como un Estado democrático.[51]
La emergencia de la descolonización de la paz se
encuentra vinculada a la posibilidad de establecer un escenario de
interculturalidad desde la praxis, la narrativa y los discursos de los sujetos
en resistencia. A su vez se configura como una oportunidad orientada a romper
con los esquemas dicotómicos/lineales de pacificación estatal, para dar el
salto al reconocimiento de la integración de paces desde la educación, la
cultura, la identidad, la música, el folclore y la dialogicidad de los actores o
movimientos populares en los territorios.
Por tal motivo, la paz se convierte en un campo de
gran relevancia para el análisis de los fenómenos políticos en el marco de los
procesos de investigación social. La necesidad de indagar rutas alternas que
superen las formas de control, dominación y sumisión históricamente
constituidas por los grupos hegemónicos, se constituyen
en un escenario que apuesta por el reconocimiento de las luchas populares y
subalternas, localizadas en la praxis ético-política de los actores marginados.
La narrativa crítica de la paz se identifica por:
Los severos problemas que han ocasionado los
procesos excluyentes de la producción y el consumo del Estado neoliberal han
acentuado sus insuficiencias y contradicciones y su incapacidad para responder
a la anomia del orden social, que lo transforma cada vez más en un sistema
coactivo y punitivo. Se radicaliza su función represora y se pierde el
horizonte del consenso como instancia de mediación que tiene la ciudadanía para
desarrollar sus prácticas deliberativas. Es casi inevitable la situación de
crisis por la que atraviesa este tipo de Estado que cada vez más, coloca en
riesgo de pérdida la paz cívica. Se precipitan en el espacio público fuerzas
adversas que reaccionan con intolerancia a las normas y terminan muchas veces
por rebasarlo a causa de su ausencia de los escenarios donde se trama la
conflictividad de realidad, porque también él termina al servicio de
estrategias o alianza de clases hegemónicas enquistadas en el poder.[52]
La dimensión intercultural y descolonizadora de los
estudios de paz se encuentra en un proceso de fortalecimiento y discusión en el
marco de articular teorías, enfoques, paradigmas, métodos y metodologías desde
las experiencias, casos, iniciativas y propuestas que proceden de la dinámica
sociocultural y política de los movimientos, actores, comunidades y grupos
subalternos que apuestan por reconfigurar las demandas, necesidades y
propuestas en la esfera pública y la democratización de los poderes públicos
propios de la paz y los procesos anti-hegemónicos frente al sistema mundo-capitalista
y la sociedad neoliberalizada.
5. La experiencia intercultural de paz del pueblo
Nasa Wes'x, Tolima[53]
La historia de la violencia sistémica en Colombia ha
sido un tema de gran interés para el campo de las ciencias sociales. La
necesidad de analizar las dinámicas que confluyen en la reproducción de las
oleadas de pobreza, miseria y despojo en los territorios asociados a escenarios
del conflicto armado entre los actores armados, tanto institucional como al
margen de la ley, representa parte de la complejidad de situaciones que
configura la época del conflicto bélico de larga duración en el país en el
orden geopolítico de la región.
El conflicto armado, promovido por los intereses
privados de grupos tradicionales y hegemónicos de la política moderna-colonial,
representa un escenario que revela las construcciones de las élites de
izquierda y de derecha orientadas a la obtención del poder y el control de las
instituciones público-privadas al servicio de los intereses corporativos,
siendo el reflejo de las dificultades que implica la construcción de una paz
desde los territorios, duradera y estable, que logre agrupar las demandas de
las comunidades.
La falta de oportunidades que garanticen condiciones
mínimas de desarrollo y dignidad de los grupos sociales se convirtió en uno de
los elementos que más influyó en la agudización prolongada de las acciones
internas/externas que configuran las olas de violencias desde la racionalidad
instrumental de los grupos hegemónicos en el Estado colombiano. Así pues, la
importancia de lograr dar el salto de una historia marcada por el control de
las mafias y los grupos de poder tradicionales sobre las instituciones,
simboliza un camino que implica el diálogo, la reconciliación y una justicia
real congruente con un principio de corresponsabilidad ética, que apuesta por
superar las narrativas de corrupción, clientelismo
y dominación por parte del Estado
moderno-colonial.
El conflicto armado en Colombia ha dejado múltiples
secuelas a distintos grupos de la sociedad civil; los impactos de operaciones,
acuerdos fallidos y estrategias de militarización interna y externa en los
territorios demuestran la complejidad de dificultades que han enfrentado los
sectores más populares y marginados de una racionalidad privada propia de un
Estado-capitalista, funcional al interés de la modernidad-colonial. De modo que
el impacto profundo recibido por sectores como los campesinos, los indígenas,
las negritudes y artesanos, entre otros, son el reflejo de las ambigüedades y
daños colaterales de las violencias sistémicas del gobierno[54].
El origen de la violencia desde la década de 1940 en
las regiones más profundas y marginadas de la política centralista/nacional se
convirtió en un factor que presionó el surgimiento de emociones, sentires y
pensamientos orientados a la emergencia de procesos de rebelión, inconformidad
y la aparición de grupos guerrilleros con una incipiente formación
socio-política. A su vez, los problemas de ingobernabilidad y falta de
instituciones fuertes que fueran coherentes con la distribución de los poderes
públicos y los recursos/bienes públicos para los sectores más
desfavorecidos sería parte de los elementos que impulsarían un conflicto de
intereses en los territorios.
De esta forma, regiones ubicadas en el centro del
país y particularmente en ciertas zonas del departamento del Tolima se
instituyeron en cuna de conflictos, discusiones e interés sobre la necesidad de
establecer el control de las tierras entre los sectores tradicionales:
gamonales, mafias y caciques frente a los campesinos, indígenas, negritudes y
grupos obreros, entre otros; dicha rivalidad sobre la redistribución de los
territorios desde las necesidades reales de las comunidades, develó uno de los
factores estructurales que impulsaron la violencia armada y sistèmica entre
los distintos grupos sociales frente a las formas de gobernar desde arriba,
contrarias a las exigencias de la democratización de los poderes desde abajo.
E1 territorio del pueblo
indígena Nasa Wes'x, ubicado en el corregimiento de Gaitania, fue escenario del choque de los intereses privados
y públicos de los grupos guerrilleros, las fuerzas militares y otros actores
armados criminales, que promovieron la activación de una autodefensa indígena
por cuenta de proporcionar todas la herramientas materiales e inmateriales para
armar a la población de los cabildos y el resguardo. En efecto, el plan
proveniente del ejército resultó positivo y conllevó a una confrontación
política, ideológica y armada entre los indígenas y frente a los demás actores
armados, en particular con la guerrilla de las Farc-EP.
Dichos acontecimientos, que permitieron la
consolidación de un entorno de violencia sistèmica, tomaría fuerza con el paso del tiempo y dejaría
familias resquebrajadas por el dolor de sus seres queridos caídos. Al mismo
tiempo, el ambiente de división y pérdida del tejido social y comunitario sería
otro factor que motivaría al pueblo indígena Nasa Wes'x
en su tarea de promover los diálogos de paz frente a la guerrilla de las Fare, para así buscar
un pacto de pacificación, no-militarización y superación de las experiencias
negativas del conflicto armado entre ellos, teniendo en cuenta que fue
promovido por el ejército nacional y las fuerzas oscuras del Estado colombiano
en dicho territorio.
Por tal motivo, la experiencia de paz del pueblo
Nasa Wes'x se articula con la perspectiva
descolonizadora e intercultural de la paz, dado que pone en tela de juicio los
esquemas tradicionales de pacificación promovidos desde los intereses y
dinámicas del Estado hegemónico; por el contrario, apela a la autonomía y liberación
de la madre tierra, siendo el reflejo del sentipensar
desde los territorios en el marco de la construcción de paces como la
motivación de sus propias luchas por otra realidad posible en el ámbito
comunitario.
La lógica intercultural de vincular a otros actores
no-institucionales pero que coexistieran en la región, como la Iglesia
católica, la Defensoría del Pueblo y la Cruz Roja Internacional, así como
algunos voceros y líderes comunales que vieron de forma positiva dicha
iniciativa orientada a la construcción de un acuerdo de paz local/territorial
que permitiera la pacificación de la región y la superación de las secuelas de
un conflicto armado muy ajeno a los intereses del pueblo indígena pero cerca a
los que mantenían los grupos hegemónicos incrustados en el poder
político-colonial y mafioso del gobierno nacional.
La dimensión del acuerdo de paz de carácter
subalterno promovido por la comunidad Nasa Wes'x se
instituye en una experiencia que demarca una ruptura epistémico-política con
respecto a la concepción de pacificación y normalización del conflicto armado
por parte de la institucionalidad y los grupos hegemónicos. Así pues, convergen
dos planos distintos sobre la apropiación y reconocimiento de la paz desde la
cosmovisión de los pueblos indígenas frente a la racionalidad instrumental de
institucionalización del conflicto por parte de las estructuras estatales.
La fuerte experiencia de resistencia desde abajo,
basada en matices interculturales del pueblo indígena Nasa Wes'x,
representa un campo emergente de reflexión que rompe con los cánones de la paz
moderno/liberal para darle sentido a la construcción de tejidos socioculturales
de pacificación desde el sentipensar de las
comunidades y la praxis ético-política de los grupos subalternos. Por ende,
analizar de forma crítica los discursos de cada una de las fases, rutas y
esquemas de negociación rompe con la dimensión vertical de imponer una
racionalidad en función del capital para optar por la necesidad de superación
del conflicto armado mediante el buen vivir comunitario y la pedagogía de paces
en el territorio.
De esta forma, el pacto firmado el 6 de julio de
1996 simbolizaba un ejercicio de diálogo abierto en materia del reconocimiento
intercultural de los actores involucrados en dicha problemática aguda de la
violencia armada, lo cual reflejaba una iniciativa por darle la vuelta a la
página de la "guerra ajena" para así impulsar procesos de integración
en el marco del fortalecimiento de los tejidos socioculturales de las familias
indígenas en su territorio.
A pesar de la inviabilidad e ilegalidad decretadas
por el Estado colombiano frente a la apuesta de lograr un acuerdo local y
territorial de paz por parte del pueblo Nasa Wes'x,
este siguió adelante gracias a la motivación de recuperar la paz y la
iniciativa de una cultura de paz que hiciera contrapeso a los sentimientos
negativos encontrados por parte de los distintos actores armados en el
territorios. El resultado sería una experiencia descolonizadora de paz desde
abajo, que haría peso a la lógica de pacificación y reconciliación
institucional promovida por los organismo internacionales, el Estado
capitalista y la sociedad civil neoliberal en nuestros tiempos.
Así se evidencia en el apoyo que recibió la
iniciativa de paz por parte de las mujeres Nasa:
Otra preocupación de las mujeres, era tener que ver
a sus hijos repitiendo la historia de sus padres, muriendo en una guerra en la
que eran utilizados como carne de cañón: "Ellas decían: gobernador yo
quiero que dialoguen con la guerrilla, la guerrilla mató a mi marido, y yo
luché por mis hijos y nadie me dio, aunque sea una libra de sal para mis hijos.
Pero ahora mis hijos crecieron y quieren seguir lo mismo, y yo no quiero eso.
Entonces gobernador dialogue con la guerrilla para que no nos mate más".
(José Paya, entrevista, 23-02-2017).[55]
Otros aspectos positivos, posteriores a la firma del
acuerdo, fueron: (1) la voluntad comunal de dar el salto de la guerra a una
cultura de la paz desde abajo, que sirviera como insumo para la reconstrucción
de un diálogo abierto y deliberativo desde el sentipensar
de los lideres/as en su territorio. (2) La capacidad de interactuar con la
alteridad de los grupos armados, en particular con la guerrilla de las Farc, al lograr cimentar una base del perdón desde el
presente haciendo memoria viva de la necesidad de paz en el interior de sus
familias. (3) La muestra de superar los impedimentos político-burocráticos
característicos del Estado capitalista, que desconoce las iniciativas populares
desde abajo, las cuales ponen a contrapelo las estructuras moderno-coloniales
propias de la sociedad neoliberal.
La iniciativa intercultural de la comunidad indígena
en medio de diálogos y reflexiones con líderes, coordinadores de proyectos,
presidentes de juntas, miembros de la Iglesia católica, comerciantes y
empresarios locales del municipio, emprendieron una labor de gran escala que
consistió en lograr un ambiente de integración y deliberación comunitaria,
orientado a buscar el camino, el desarrollo y las condiciones para la
pacificación del resguardo Nasa Wes'x en el sur del
Tolima.
Parte del acuerdo para avanzar en la firma y la
voluntad de pacificación con la guerrilla de las Farc-EP,
en donde fueron copartícipes y garantes algunos funcionarios y representantes
de instituciones, entre ellos, el personero municipal, un delegado de la Cruz
Roja y monseñor Luis Serna, obispo del Líbano, por parte del clero católico,
fueron:
Presentación:
Según la legislación indígena, los terrenos
pertenecientes al resguardo son gobernados y están gobernados solamente por los
directivos del cabildo y miembros de la comunidad indígena, según la Ley 59 de
1980 y los artículos 246, 247, 329, 330 y 357. La nueva Constitución de
Colombia indica que los cabildos son autónomos y podrán aplicar su propia
justicia, según usos y costumbres; también velar por la paz dentro y alrededor
de la comunidad y proponer soluciones de negociación para garantizar la
supervivencia de sus comuneros.
Propuestas:
Artículo Primero: Quedan rotundamente prohibidas las
amenazas entre campesinos e indígenas y viceversa.
Artículo Segundo: El porte de armas queda prohibido
para la comunidad indígena y campesina en general, dentro del resguardo y
territorio indígena; toda arma que quede decomisada dentro del resguardo y
territorio indígena será destruida ante testigos del cabildo sin derecho a
apelación a la decisión tomada.
Artículo Tercero: Todo indígena que ingrese,
colabore con alzados en armas, Policía, Ejército, cooperativas de seguridad,
quedará inmediatamente excluido del resguardo indígena y perderá los derechos y
garantías indígenas.
Artículo Cuarto: Los delitos de hurto que sucedan en
el resguardo, serán castigados y sancionados por la autoridad indígena
competente, según usos y costumbres; en caso de incidencia y de mayor gravedad,
serán trasladados a la justicia penal competente, para que sean castigados por
la Ley.
Artículo Quinto: No se permitirá la estadía de
grupos militares, cooperativas de seguridad o alzados en armas dentro del
resguardo en territorio indígena.
Artículo Sexto: Cualquier problema que sea
denunciado por un miembro indígena ante los jefes alzados en armas, será
transferido por el grupo a la autoridad indígena competente.
Artículo Séptimo: Todo miembro de la comunidad no
pagará cualquier clase de impuesto a los alzados en armas o cooperativa de
seguridad.
Artículo Octavo: Los puntos anteriormente tratados y
convenios, serán comunicados a todos los frentes de las Farc
EP que operan en este sector, inclusive al secretariado general de las Farc.
Artículo Noveno: El anterior convenio será
fiscalizado y velado para su fiel cumplimiento por las entidades oficiales como
las asesorías municipales, autoridades eclesiásticas, delegados de derechos
humanos, Cruz Roja y asuntos indígenas. Artículo Décimo: Léase y cúmplase.
Firmado el 26 de julio de 1996 "Jerónimo
Galeano" (Por las Farc).
Virgilio López (Representación cabildo)
Testigos, Cruz Roja Internacional; por parte el
clero, monseñor Luis Serna de Líbano.[56]
En efecto, el acuerdo de paz emprendido por la
comunidad Nasa Wes'x representa un caso excepcional
en medio de un escenario de violencia armada sistèmica y
profunda que coexiste en la realidad política colombiana. La capacidad de
establecer puntos en común en medio de las dificultades, sentimientos y
emociones encontradas en diversos actores, implicó la capacidad de lograr una
interlocución con la otredad desde su propia condición humana, resultó ser una
iniciativa que superó las visiones monolíticas propias de los modelos de paz
desde arriba, para darle vitalidad a las experiencias descolonizadoras de paces
desde abajo y en los territorios.
La experiencia de paz intercultural y de abajo
esbozada en la presente reflexión refleja la capacidad de articular narrativas
descolonizadoras desde el sentipensar de las
comunidades. La tarea de romper con los paradigmas tradicionales y funcionales
al poder hegemónico de los grupos tradicionales sumidos en formas de control,
manipulación y sometimiento, vulnerando las luchas, demandas y necesidades de
los actores subalternos, se constituye en un horizonte encaminado a promover
análisis en esta dimensión de los estudios de paz en el sur-sur.
En efecto, la descolonización de la paz en la región
atravesó por diferentes momentos, circunstancias y razones que rompieron con la
dimensión lineal/ liberal de la pacificación desde las instituciones
modernas-coloniales, las cuales responden a un patrón de dominación funcional a
las dinámicas de la sociedad neoliberal y el Estado-capitalista en nuestros
tiempos. El proceso de acuerdos desde abajo y diálogo abierto entre diferentes
partes demuestra ir más allá de los discursos impuestos desde las élites para
darle sentido a la praxis ético-política de los actores subalternos que
apuestan por escenarios de paz desde la liberación de sus territorios.
Las epistemes interculturales de paz en
Latinoamérica simbolizan un camino de larga duración articulado con la lógica
de la descolonización del saber y la crítica a los procesos de orden
moderno-coloniales propios de un tipo de ciencia monolítica, positivista y
privada, la cual se encuentra a contravía de las luchas y sentipensares
de las comunidades que ven más allá de la dimensión institucionalizada del
poder político hegemónico.
El sentipensar emprendido
por las comunidades Nasa Wes'x en su ardua tarea de
superar la dimensión de la paz desde la legalidad del Estado, logra demostrar
la complejidad que implica la temática de los proyectos autonómicos, de
resistencia y liberación emprendido por los pueblos indígenas en sus
territorios. Asimismo, la posibilidad de constituir acuerdos y puntos en común
que superen la narrativa de la violencia, el odio y el resentimiento sobre la
otredad, refleja la posibilidad de construcción de paces desde el sentir
colectivo y público que impera más allá de los valores privados, mercantiles y
cerrados de la paz neoliberal.
En últimas, la paz en Colombia no consiste
propiamente en un acuerdo firmando y refrendado por las élites a través de las
instituciones público-privadas, sino la posibilidad de sumar voluntades que
superen la racionalidad privada e instrumental propia de la sociedad neoliberal
y el Estado-capitalista. Posiblemente, la apuesta radica en aprender desde la
experiencia de otras epistemes que muestran la capacidad de los procesos
interculturales críticos que logren un diálogo abierto y deliberativo desde el
sentir, las necesidades y las demandas desde los grupos subalternos, teniendo
como base las condiciones materiales, inmateriales y espirituales que residen
en sus territorios.
Alonso, Jorge. "El planeta tierra, los
movimientos antisistémicos y la alerta roja
zapatista". Obtenido de Estado y sociedad (2008): https://cdigital.uv.mx/bitstream/handle/123456789/33197/29a39ph2008n4.pdf?sequence=1&isAllowed=y (feb., 2020).
Alonso, Jorge. "Un sujeto a la zaga de sujetos
de movimientos: pistas de indagaciones para la cons-trucción
de una teoría crítica". Utopía y Praxis Latinoamericana 15, n.° 49 (2010): 35-52.
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Cómo citar: Sandoval-Forero,
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Esta
obra está bajo una licencia Creative Commons. Reconocimiento-No
Comercial-Sin Obra Derivada 2.5 Colombia.
[1] Este artículo de investigación hace parte
del proyecto inter-comunitario/universitario denominado "Epistemologías decoloniales para la paz en el Sur-Global-Homenaje al
filósofo del pensamiento antihegemónico Álvaro Ballardo Márquez-Fernández", a cargo de la Red
Constructores de Paz Latinoamericana, el fondo de publicaciones del Laboratorio
de Investigaciones Semióticas y Literarias (LISYL) - Universidad de los Andes
(Venezuela), la Red de Pensamiento Decolonial
(capítulos latinoamericano y francés) y Arkho
Ediciones. Se agradece la corrección y revisión de estilo de la literata Indira
Enríquez.
[2] Doctor en Sociología de la Universidad
Nacional Autónoma de México. Maestro en Estudios Latinoamericanos, Universidad
Autónoma del Estado de México y antropólogo social de la Escuela Nacional de
Antropología e Historia (México). Miembro del Sistema Nacional de
Investigadores de México, nivel III. Profesor invitado de universidades de
Estados Unidos, América del Sur, España e Italia. Fundador y coordinador
académico de la Maestría y el Doctorado en Educación para la Paz y la
Convivencia Escolar en México. Investigador-Profesor del CIEAP, Universidad
Autónoma del Estado de México. Correo electrónico: forerosandoval@gmail.
com
[3] Doctorando en Ciencias Sociales y Políticas
de la Universidad Iberoamericana (México). Maestro en Sociología Política del
Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. Politólogo de la
Universidad del Tolima. Analista político y columnista del periódico El Nuevo Día (Colombia) y
Rebelión.org (España). Correo: caperafigueroa@gmail.com
[http://josecaperafigueroa.blogspot.mx/]
[4] Immanuel Wallerstein,
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[18] Boaventura de Sousa
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[19] Juan Cruz, "Reseña del libro Descolonización de la paz
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[20] Sandoval, Educación para la paz integral,
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[21] Johan Galtung, Tras la violencia, 3R: reconstrucción,
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[22] Sandoval, Educación para la paz integral,
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23 Álvaro B.
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[24] Germán Valencia, Alderid
Gutiérrez y Sandra Johansson, "Negociar la paz: una síntesis de los estudios
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[25] Victoria Fontan, Decolonizing Peace (Lake Oswego, USA:
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[26] Raúl Fornet-Betancourt,
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[27] Beatriz Molina y Francisco Muñoz, eds., Manual de paz y conflictos
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[28] Arturo Escobar, Sentipensar con la tierra: Nuevas lecturas sobre desarrollo,
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[29] Raúl Fornet-Betancourt,
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[30] Boaventura de Sousa
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[31] Zulay Díaz y Raúl Fornet-Betancourt, "Interculturalidad para la emancipación
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[32] Eduardo A. Sandoval, Etnografía e investigación acción intercultural para
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[33] José M. Tortosa, comp.,
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[34] Márquez-Fernández, "Crisis de la episteme
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[35] Álvaro B. Márquez-Fernández, "Presentación:
La alternativa de una paz democrática", Utopía
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[36] Sandoval, Educación para la paz integral.
[37] Cruz, "Los estudios de paz latinoamericanos".
[38] Cruz y Fontan, "Una
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[39] Jorge Alonso y Rafael Sandoval, "Pensar
crítico y ética política en tiempos de guerra capitalista", Utopía y Praxis Latinoamericana
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[40] Jorge Alonso, "El planeta tierra, los
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zapatista", obtenido de Estado y
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[41] Sandoval, Etnografía e investigación,
81.
[42] Sandoval, Educación para la paz integral,
27-28.
[43] Jaime-Salas, "Descolonizar los Estudios de
Paz"..
[44] Xochitl Leyva
Solano y Shannon Speed,
"Hacia la investigación descolonizada:
nuestra experiencia de co-labor", en Gobernar (en) la diversidad:
experiencias indígenas desde América Latina. Hacia la investigación en co-labor, coords.
Xochitl. A. Leyva y
Shannon Speed (México-Ecuador-Guatemala:
CIESAS/FLACSO, 2008).
[45] Eduardo Sandoval, "Educación, paz integral sustentable y duradera", Ra Ximhai
vol. 10, n.0 2 (2014).
[46] Fontan, Decolonizing Peace.
[47] Sandoval, Educación para la paz integral.
[48] Jorge Alonso, "Un sujeto a la zaga de sujetos
de movimientos: pistas de indagaciones para la construcción de una teoría
crítica", Utopía y Praxis
Latinoamericana vol. 15, n.° 49 (2010).
[49] Adele E. Clarke, Carrie Friese y Rachel Washburn, eds., Situational Analysis in Practice: Mapping
Research with Grounded Theory (Nueva York: Routledge, 2016).
[50] Márquez-Fernández,
"Presentación: La alternativa".
[51] Ibíd., 8.
[52] Ibíd., 9.
[53] Los Nasa Wes’x son
un pueblo indígena que habita en el sur del departamento del Tolima (Colombia),
específicamente en el corregimiento de Gaitania,
perteneciente al municipio de Planadas. Como resultado del liderazgo de Tomás
Valencia los Nasa Wes’x se asentaron en este
territorio a fines del siglo XIX y principios del XX (1899-1906). Se conoce que
su proceso de migración responde "posiblemente a causa de huir de la guerra de
los Mil Días, provenientes de Belalcázar-Cauca, se
asentaron en las tierras a orillas del río Atá,
actual municipio de Planadas, donde constituyeron el Cabildo de la comunidad
indígena Paéz de Gaitania
entre 1984 y 1987, posteriormente recibieron el título de Resguardo mediante
Resolución 046 del 26 de junio de 1990 otorgado por el Instituto Colombiano de
la Reforma Agraria (INCORA), por el territorio que habitan, este consta de 4900
hectáreas, 433 familias y 2125 habitantes. Sin embargo, estos no son los únicos
Nasa que llegaron al Tolima, varias familias se asentaron en la vereda
Barbacoas municipio de Rioblanco, desde 1925, cuando
canjeaban tierras en el Valle del Cauca, por tierras en el Tolima, en el año
1982 estos se constituyeron como Cabildo, reconocido legalmente por la
Dirección General de Asuntos Indígenas del Ministerio del Interior y de Justicia,
en 1992". [Yeison Esquivel y Boris Salinas, Memoria sonora del resguardo indígena paéz de Gaitania, Tolima. Relatos
de sus músicos (Ibagué: Alcaldía de Ibagué, 2015:15)].
[54]
Cynthia J. Arnson, et
al., Los procesos de paz en Colombia: Múltiples negociaciones, múltiples
actores, (Washington: Woodrow Wilson Center, Latin
American Program Special Report, 2007), https://www.academia.edu/6374851/L_A_T_I_N_A_Los_procesos_de_paz_en_Colombia_M%C3%BAltiples_negociaciones_m%C3%BAltiples_actores.
[55]
Nohora I. Barros y Santiago A. Padilla, "Sentido y
memoria del acuerdo de paz Nasa Wes’x: la autonomía
como posibilidad" (tesis de pregrado en Ciencia Política, Universidad de
Ibagué, 2017), 75.
[56]
Ibíd., 84-85.