Doi: https://doi.org/10.19053/01227238.14490
Artículo de reflexión
Florencio Aburto Trigos. Maestro de
escuela, catedrático, impresor y empresario veracruzano, 1803-1861[1]
Florencio Aburto Trigos. School and university teacher, printer
and businessman from Veracruz, 1803-1861
Florêncio Aburto Trigos. Professor da escola, professor, impressor e empresário de Veracruz, 1803-1861
Pablo
Martínez Carmona*[2]
https://orcid.org/0000-0003-4013-1729
*Centro de
Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, CIESAS, Sede Regional Ciudad de México, México.
Objetivo: analizar las aportaciones de Florencio Aburto a la educación
elemental del estado de Veracruz (México) de la primera mitad del siglo XIX.
Originalidad/aporte: abordar el caso de un maestro desconocido, que formó a sus
alumnos y renovó los métodos de enseñanza, lo cual ha pasado inadvertido en la
mayoría de las historias de la educación, incluidas las historias de vida y las
biografías de maestras y maestros.
Método: recupera algunos conceptos del giro biográfico, como las
trayectorias y mapas culturales referentes a los contextos cronológicos y los
espacios culturales y geográficos por los cuales transitó el personaje.
Estrategias/recolección
de información: se recuperan
sus aportaciones al ámbito educativo de diversas fuentes documentales, lo cual
requiere revisar también, de manera accesoria, algunos aspectos de su vida
personal y sus facetas como impresor, librero y empresario.
Conclusiones:
su carácter de impresor,
intelectual y empresario, le permitió establecer
vínculos con el poder local y convertirse en un maestro reconocido por innovar
la educación, mediante el impulso de métodos de enseñanza novedosos para su
época, y una organización acorde con la retórica de las autoridades de extender
la educación a todos los sectores, independientemente
de su condición social.
Palabras clave: Veracruz; siglo XIX; biografía;
educación elemental; métodos de enseñanza.
Abstract
Objective: to analyze Florencio Aburtos contributions to elementary education in the state of Veracruz (Mexico)
in the first half of the 19th century.
Originality/contribution:
to address the unknown case of a teacher, who
educated his students and renewed teaching methods. His story has gone
unnoticed like most stories of education, including teacher biographies.
Method: we use concepts of the biographical turn, such as trajectories and
cultural maps referring to the chronological contexts and the cultural and
geographical spaces of the person being studied.
Strategies/Data
collection: his contributions to
the educational field are recovered from various documentary sources. Some
aspects of his personal life and his facets as a printer, bookseller and
businessman are also explored.
Conclusions: his status as a printer, intellectual and businessman led him to bound
with the local power and become a renown teacher of
the leading edge. He promoted innovative teaching methods for his time, and
following the rhetoric of the authorities, he was also concerned that education
should reach all sectors of society, regardless of their social status.
Keywords: Veracruz; 19th century; biography; elementary education; teaching methods.
Objetivo: analisar os contribuições de Florencio Aburto para a educação primária de Veracruz
na primeira
metade do século XIX.
Originalidade/contribuição: abordando o caso de um professor desconhecido, que formou seus alunos e
renovou métodos de ensino, que passou despercebido na maioria das histórias de
educação, incluindo histórias de vida e biografias de professores.
Método: recupera alguns conceitos da viragem biográfica, tais como trajetórias e mapas culturais referentes
aos contextos cronológicos e aos espaços culturais e geográficos através dos
quais a personagem viajou.
Estratégias/ coleta de datos: recuperação de várias fontes documentais sobre os seus contributos para a
campo educacional, para as quais também precisa de rever, de forma acessória,
alguns aspetos da sua vida pessoal e as suas facetas como impressora, livreiro
e empreendedor.
Conclusões: o seu carácter de impressora, intelectual e empreendedor, permitiu-lhe
estabelecer laços com o poder local e tornar-se um professor reconhecido pela
inovação da educação, que consistia em promover os métodos de ensino inovadores
no seu tempo e uma organização de acordo com a retórica das autoridades para
alargar a educação a todos os sectores, independentemente do seu estatuto
social.
Palavras-chave: Veracruz; século XIX; biografia;
educação primária; métodos de ensino.
Recibido: 04/02/2022
Evaluado: 17/06/2022
Aprobado: 19/02/2023
La historia de la educación ha estudiado la
vida y la obra educativa de grandes maestras, maestros y pedagogos mexicanos, como los
frailes evangelizadores, Justo Sierra,
Estefanía Castañeda, Vasconcelos y
muchos otros.[3] Estos
estudios son muy valiosos, pues ayudan a comprender la historia de la educación
desde el punto de vista de grandes personajes y cómo sus acciones orientaron
las políticas educativas de su tiempo. Una tarea pendiente es escribir
historias de vida y biografías de las maestras y maestros de la educación
elemental poco conocidos o desconocidos, que enseñaron en las aulas, formaron a
sus alumnos y pusieron en práctica los métodos enseñanza confeccionados por
esos grandes maestros. Además, hacen falta escritos de etapas, como la que
corre de la transición de la era virreinal a los inicios del porfiriato, y de
espacios geográficos poco estudiados, como la provincia veracruzana.
Los estudios existentes se han centrado en la segunda mitad del
siglo XIX y la primera del XX, como es el caso de la maestra Laura Méndez de Cuenca, en cuya
biografía se puede rastrear el comportamiento de las autoridades educativas con
respecto a las mujeres maestras y a las mujeres en general y cómo fue el
desarrollo de la educación administrada por el gobierno local y el federal[4]. Otros
casos parecidos fueron los del maestro porfiriano Clemente Antonio Neve[5], o el
maestro Ponciano Rodríguez, normalista, editor y funcionario del porfiriato, a
quien Rosalía Meníndez estudia desde la historia
social de la educación, de los actores educativos, y lo analiza en tres
niveles: como maestro, como funcionario y como autor de artículos[6]. También
se han estudiado a maestros y maestras de la educación
elemental considerados como grupos, a las maestras y educadoras desde la época
prehispánica hasta el presente[7].
Este trabajo aborda los aportes hechos por un maestro del estado
de Veracruz, en
donde los escasos estudios también se circunscriben a la etapa porfiriana y la
primera mitad del siglo XX. Por ejemplo, desde la perspectiva de género se
enfocan en las maestras egresadas de la Escuela Normal de Xalapa y sus trayectorias
como alumnas, docentes, subdirectoras, directoras e inspectoras de escuelas,
simpatizantes o innovadoras y líderes de los primeros movimientos feministas y
escritoras de textos pedagógicos[8]. En otro
estudio de caso, Gerardo Galindo estudia al maestro Guillermo Antonio Sherwell,
quien incursionó en los ámbitos del magisterio y la diplomacia y publicó libros
de texto para escuelas primarias[9]. En ese
sentido, el objetivo de este trabajo es analizar la faceta del educador
Florencio Aburto Trigos (1803-1861)[10], quien hizo aportaciones
significativas al ámbito educativo veracruzano de la primera mitad del siglo
XIX y, específicamente, a Xalapa, la capital del estado.
Para estudiar a Aburto se emplean los conceptos biográficos de
trayectoria, vida, labor y obra educativa. El concepto de mapas culturales sirve para identificar los espacios
culturales y geográficos en los que se desenvolvió[11], siguiendo el orden
cronológico y desentrañando la trayectoria de principio a fin[12]. Aunque
el estudio solo está centrado en la actividad educativa, dado que el tamaño de
este artículo no permite desarrollar otros aspectos de la vida de Aburto, se
aborda el contexto de sus relaciones sociales de impresor y hombre de negocios,
pues se vinculó con el poder y se incorporó paulatinamente como parte de la
élite local y esa condición explica sus aportaciones a la educación
veracruzana. En cuanto a sus intereses personales y económicos, se ofrece
información acerca de la acumulación de riqueza, cómo utilizó su condición de maestro de escuela para destacar
entre la élite y cuál fue su orientación política.
Por lo anterior, se busca dar respuesta a las cuestiones esbozadas
tentativamente en un trabajo preliminar: ¿cuáles fueron las contribuciones de
Aburto a la enseñanza de Veracruz?, ¿la pertenencia a la oligarquía local le favoreció para
convertirse en un maestro notorio?, y ¿cuál fue el peso del entorno de Xalapa,
su ejercicio en las aulas y sus vínculos con el poder local?[13]. Se
plantea como hipótesis que su carácter de letrado y editor, así como su
ejercicio en los negocios, le hicieron formar parte del poder local, aparecer
como un maestro destacado
e interesado en mejorar la educación de su ciudad, poniendo en práctica los
métodos de enseñanza más novedosos de su tiempo y una nueva organización e
introducción de prácticas educativas, como los exámenes públicos, acordes con
la continua retórica de las autoridades en torno a que era necesario extenderla
a todos los sectores independientemente de su condición social.
Las fuentes documentales provienen de los archivos municipales del
Puerto de Veracruz y de Xalapa. Para documentar su faceta de editor impresor se
hizo una búsqueda exhaustiva de los textos que trabajó, los cuales se hayan
dispersos en el Archivo General de la Nación; el Fondo José María Lafragua de
la Biblioteca Nacional de México, la Hemeroteca Nacional digital, las
plataformas Geneanet y Family
Search, la
Colección digital de folletos latinoamericanos de la Biblioteca de Harvard,
entre otros más. El escrito está dividido en cuatro apartados. El primero
recupera elementos biográficos y la actividad de Aburto como impresor en la
capital del país (1803 y 1831). Luego revisa su residencia en el puerto de Veracruz y centra la atención en su
ejercicio docente y en la de impresor (1833-1835). Los dos últimos apartados
revisan su práctica docente en Xalapa de 1836 a 1861, para lo cual se refieren
datos de su vida pública, la obra impresa y su carácter de propietario.
El origen y
el comienzo como impresor en Xalapa y en la Ciudad de México (1803-1831)
Las relaciones de Aburto con el poder local, su familia acomodada
y su educación esmerada influyeron en sus aportaciones a la educación primaria
de Xalapa. De acuerdo con las fuentes, Florencio Aburto nació en Xalapa en
1803, y en ese lugar vivió gran parte de suvida,
cuando esta población era una pequeña villa de la intendencia de Veracruz[14]. Florencio, hijo de José María Aburto y de Josefa Trigos, contrajo
nupcias con Paula Rivas hacia 1830 y con ella tuvo tres hijos, M. Félix Aburto Rivas (1832), José Félix Aburto Rivas (1837) y Clara (o Rosa) Aburto Rivas (¿?). Tuvo otra hija de nombre
Emilia, “doña Emilita”. De ella solo se hallaron dos referencias sobre su
muerte, ocurrida también en 1861[15].
Obtuvo el grado de bachiller en algún colegio de la Ciudad de
México, y aunque no se pudo identificar, se presume que lo obtuvo entre 1818 y
1825. Según algunos testimonios que se refieren más adelante, en su formación
adquirió la cultura ilustrada, y luego la liberal, por lo cual consideraba a la
educación y la opinión pública como fuentes fundamentales para formar a los
ciudadanos, fortalecer la autoridad y fomentar el desarrollo económico[16] de
la república. Lo esmerado de su educación se advierte en sus conocimientos
sobre música —sugirió y escribió diversas partituras—, esgrima —daba clases de
florete—, inglés, francés, geometría, encuadernación de libros y otras
materias. Posteriormente, este capital cultural aunado al prestigio de su
familia y a su condición de hombre religioso católico, le serviría para
desenvolverse en los medios social y político de Veracruz y de Xalapa.
Algo que influyó en su formación fue el hecho de ser testigo de
los grandes acontecimientos sucedidos por la transición del régimen virreinal a
la conformación de la república, el Estado nacional y la formación de los
ciudadanos modernos. Vivió su niñez alejado de la
guerra de independencia, pues la villa de Xalapa estuvo al margen de ese
acontecimiento. Con la emancipación del país, en 1821, se incorporó a la nueva
nación como un joven de 18 años que vivía de cerca los grandes cambios
sucedidos en Xalapa, la cual, gracias a sus ferias comerciales de los últimos
años del siglo XVIII y a varios movimientos políticos, se convirtió desde 1823
en la capital del nuevo estado de Veracruz
y, desde 1830, con la adquisición de la categoría de ciudad, en
uno de los principales centros urbanos de la región central veracruzana. Sus
primeros años de vida y su juventud también estuvieron definidos por un cambio,
de la enseñanza por separado de la escritura y la lectura al método de
enseñanza mutuo, con
el cual ambas asignaturas se enseñaban al mismo tiempo a través de monitores
instruidos previamente[17].
Asimismo, Aburto vivió los primeros intentos, datados desde finales de la época
colonial, de formar maestros a través de escuelas normales.
Residió en la Ciudad de México entre 1820 y 1830 y ahí emprendió
su faceta de editor-impresor. En su etapa de estudiante conoció la publicación
de impresos y a los principales impresores y desde 1828 apareció como editor en
la Imprenta del Correo, encargado de la impresión y publicación de libros,
folletos y otros impresos. Entre 1828 y 1830 imprimió al menos una decena de
textos en la Imprenta del Correo. Como la mayoría de los impresores de la
época, su trabajo consistía en editar obras de terceros cuyos temas eran los proyectos
políticos y económicos y sobre todo, acerca de las
coyunturas políticas del momento, en ese caso relacionadas con los motines
causados por las elecciones presidenciales de la transición del gobierno de
Guadalupe Victoria al de Vicente Guerrero[18]. De vuelta a Xalapa, en 1831,
si bien continuó imprimiendo la obra de terceros, incursionó mayormente en la
impresión de papeles oficiales del gobierno de Veracruz[19].
Librero, impresor y maestro de escuela en el puerto de Veracruz (1833-1835)
A principios de 1833 emigró al puerto de Veracruz para seguir con su labor de
impresor, gracias a que ya era conocido en ese lugar e incluso a alguna
recomendación de los editores de la capital[20]. Para ese entonces su primer
hijo, M. Félix, tenía un año, por lo que es probable que viajara con toda su
familia. También es posible que su decisión de probar suerte en el puerto
tuviera que ver con José María Blanco, otro de los maestros e impresores veracruzanos
no biografiados, quien lo habría invitado a formar una asociación de negocios y
aprovechar la demanda de papeles impresos, lo cual le sirvió de catapulta para
incursionar después en otras facetas, pues desde entonces incursionó en el
negocio de la librería. El hecho es que Aburto y Blanco tenían una imprenta y
una librería en una oficina del gobierno del estado.
La librería era un negocio, pues se dedicaban a vender textos
escolares a los maestros particulares, a los padres de familia y al
ayuntamiento, entidad que los destinaba a las escuelas municipales. Incluso
anualmente hacían negocio con la venta de textos y utensilios escolares que la
autoridad adquiría para repartirlos como premios a los niños que obtenían los
primeros lugares en los exámenes públicos de las escuelas. Un ejemplo de la
demanda de estos servicios y de las ganancias obtenidas sucedió ese año de
1833, cuando Blanco y Aburto le vendieron al Ayuntamiento porteño decenas de
ejemplares de silabarios, del Libro segundo de los niños,
el Catecismo del Padre Ripalda, Las obligaciones del hombre,
el Catecismo del Abate Fleury, El Amigo de
los Niños, Amigos del Bello Secso, La Economía de la
Vida, los métodos prácticos para enseñar a leer, la gramática
castellana y otros utensilios escolares como palmetas, pizarras y campanas[21].
Su actividad como maestro en la escuela municipal o “nacional” del
puerto de Veracruz comenzó
en 1834, sustituyendo, por 21 días y como interino, a Andrés González Millán.
González fue director del establecimiento desde 1831 y era considerado como un
profesor reformista[22]. Aburto
habría seguido el ejemplo de González, pues el Cabildo porteño refirió, una
década después, que se había dedicado a “sistemar
[reglamentar] la enseñanza con un método regular”, es decir, había ordenado el
local y las clases, distribuyó las horas de estudio y todo indica que adecuando
los requerimientos del método de enseñanza mutua organizaba las clases para
grupos pequeños; estableció una clase de gramática y una nueva de escritura
mediante el sistema inglés de Joseph Carstairs, lamoso en la década de 1830 por su método rápido[23], lo cual
refiere que estaba al día con los autores europeos renovadores de la escritura;
asimismo se ocupó de mejorar la concurrencia de los alumnos. Por lo cual,
señaló el cabildo que “todo comienza a producir adelantos que prometen para lo
sucesivo que en la casa de estudios en que está encargado se aprovechará la
gran precocidad veracruzana”.[24]
Aburto fue un maestro innovador al seguir los pasos de Andrés
González y, sobre todo, por su capital familiar, económico y cultural, así como
por sus lecturas, las cuales indican que conocía los métodos de escritura
europeos que llegaban a México, y particularmente a su librería, a través del
puerto de Veracruz. Por
lo cual se podría afirmar que su faceta de maestro de escuela fue más una
derivación de su visión de los negocios de la librería y la imprenta. Por eso
formó parte de una destacada generación de maestros, extranjeros y mexicanos,
de las décadas de 1820 y 1830, dedicados a implementar los métodos de enseñanza novedosos en Veracruz, eran políticamente influyentes,
reconocidos educadores e impresores de periódicos y folletería referente a
textos y tratados escolares.
Junto con Blanco en 1834 imprimió el Procurador del Pueblo[25],
un periódico con tendencia liberal, pero centralista, pues esa era la postura
del gobierno del estado. Asimismo, de este año data la primera impresión de un
discurso patriótico escrito y pronunciado públicamente por Francisco Borgia
Garay, un individuo notable de la ciudad de Veracruz, en el día de una celebración
cívica del 16 de septiembre. Por esos mismos días, Aburto obtuvo su
certificación como maestro de primeras letras el 6 de agosto de 1834, cuando el
gobierno del estado de Veracruz le expidió el título de preceptor, para lo cual ofreció su grado
de bachiller. En las primeras indagaciones se advirtió que, como parte de la
actividad reformista de la educación, Aburto se dedicó a reformar y adecuar
algunos cuadernillos escolares a las necesidades de lo
niños. Igualmente, se señaló que formaba parte de un grupo socialmente
favorecido de preceptores entusiasmados por renovar las viejas prácticas de
enseñanza y adecuarlas a las circunstancias locales[26].
Preceptor,
impresor y catedrático en Xalapa (1836-1848)
A finales de 1835 Aburto volvió a Xalapa huyendo, posiblemente,
del clima cálido y malsano del Puerto de Veracruz, para vivir cerca de su familia y
porque la impresión de periódicos del gobierno del estado empezaba a tener
mayor importancia en Xalapa. Al poco tiempo comenzó a imprimir El Amigo de la paz y el orden y buscó la dirección
de la escuela Pía Boza.[27] A
principios de 1836, en los inicios de la República centralista, Aburto asumió
la dirección del establecimiento, en un contexto en que la ciudad contaba con
nueve escuelas para niños a cargo de maestros y doce escuelas para niños y niñas dirigidas por maestras[28], y a nivel nacional el número
de escuelas se había incrementado también debido a las políticas de la
república federal. La escuela Boza, como otros establecimientos de la época,
tenía problemas de concurrencia, de tal modo que el ayuntamiento, a través de
los jefes de manzana, obligaba a los padres para que enviaran a los niños a la
escuela[29].
Desde 1836, la historia de Aburto en Xalapa se delimita por tres
aspectos relacionados: 1. Se convirtió en el editor e impresor más importante
de la ciudad; 2. Con la dirección de la escuela Pía, se acentuó su papel como
reformador de los métodos de enseñanza y de los textos escolares; 3. Sus
vínculos políticos con la autoridad y con la élite xalapeña se fortalecieron[30].
Desde la fundación de la escuela Pía hubo un convenio entre Aburto
y la familia Bárcena, administradora de la capellanía, para instruir a niños
indigentes. Estos alumnos eran, como señala Anne Staples, “muchachos urbanos o
pueblerinos de pocos recursos, hijos de pequeños comerciantes, artesanos,
obreros, militares o burócratas de bajo rango, moradores de vecindades o campesinos.. ,”[31]. Con los
años el acuerdo se amplió para enseñar las materias con autores más modernos.
Estas eran lectura (con los adelantos de gramática castellana compuesta por
Herranz), escritura, nociones de aritmética (con un pequeño compendio de Vallejo con el cual los niños recibían los
conocimientos teóricos necesarios, especialmente de álgebra) y doctrina
cristiana con el catecismo del padre Ripalda y el del abate Fleuri,
un clérigo francés del siglo XVIII. Se incluyeron rudimentos de moral y de
comportamiento con el Libro segundo de los niños
y el Tratado de obligaciones del hombre, la ortografía y
los elementos de gramática castellana[32]. Aburto seguía con la
intención de ir más allá de la enseñanza de nociones de lectura, escritura,
doctrina cristiana y rudimentos de aritmética, al introducir asignaturas
novedosas y que hasta entonces solo se enseñaban en los estudios secundarios,
como dibujo, geografía, geometría, esgrima y los idiomas francés e inglés.
En la década de 1830 la imagen ilustrada de extender la educación
a las mayorías, sobre todo a los pobres, ya estaba muy arraigada. Por eso era
necesario demostrar la pobreza a través de un certificado expedido por la
municipalidad. Por eso Aburto recibía a varios niños pobres junto con 25 niños
de paga (no indigentes) y no debía dar trato preferente. El horario de clases
era de 8 a.m. a 12 a. m. y en la tarde de 2:30 a 5; Aburto no podía ocupar a
los niños en hacer mandados fuera de la escuela. Cada año tenía que presentar a
los niños a examen público para mostrar sus planas y contestar las preguntas de
los sinodales. Igualmente estaba prohibido recibir los costumbrados aguinaldos
y gratificaciones de los niños y de los padres. La paga mensual era de 75
pesos. Por la tarde, al cerrar la escuela, Aburto dirigía a los niños para
rezar un padre nuestro y un avemaría por el alma de
Manuel de Boza y los patronos del establecimiento fallecidos[33].
A partir de la década de 1830 las autoridades de las
municipalidades fomentaron la realización de exámenes generales de todas las
escuelas primarias. Acorde con ello, Aburto presentaba puntualmente el examen
anual de sus alumnos junto con los exámenes de las demás escuelas de Xalapa. La
novedad consistió en impulsar una práctica que, si bien ya era cotidiana en
otros contextos como en la Ciudad de México, en Xalapa aún no se había
arraigado del todo. De acuerdo con la retórica ilustrada del ayuntamiento, Aburto
tenía la misión de mejorar las costumbres al transmitir conocimientos para
formar hombres útiles a la sociedad[34]. Un sinodal nombrado por la
municipalidad, señaló que la educación gratuita de los niños pobres era menos
esmerada que la recibida por los niños de paga[35].
Mientras tanto en 1837 Aburto compró la imprenta que rentaban en
el puerto de Veracruz, la
trasladó a Xalapa y estableció su taller y librería en el domicilio situado en
la esquina de las calles de la Raqueta (actual Carrillo Puerto) y primera
principal (hoy Enríquez), en el primer cuadro de la ciudad[36]. Emprendió entonces su negocio
propio y comenzó con la impresión de algunos ejemplares del Diario del Gobierno de la República Megicana
que se editaba en la capital del país.
Ahora la caridad se combinaba con el derecho a la educación, si
bien no estaba definida la obligación del estado de impartirla, pues se trataba
de una escuela particular. En este sentido, el aspecto del financiamiento de la
escuela Pía muestra un cambio de la concepción de lo público y lo privado,
consistente en que la autoridad municipal se limitaba a regular la inclusión de
sectores pobres en las escuelas particulares y los maestros como Aburto fungían
como mediadores entre los intereses de ambas esferas. Desde su fundación la
escuela [O
piadosa tenía dos fuentes de
financiamiento y Aburto asumió siempre la defensa de los intereses de la
escuela: en primer lugar, se sostenía con 900 pesos anuales que se obtenían en
réditos por la inversión de los fondos de la capellanía en varias panaderías,
los cuales ascendían a 4500 pesos, y una casa, la hacienda Lucas Martín,
ingresos con los cuales podía sostener hasta 100 niños inscritos. Además, desde
1825 el ayuntamiento le asignaba seis o más niños pobres y, para mantenerlos,
un capital de 200 pesos anuales (16 mensuales), pero años después le pedía
sostener 70 niños a cambio solo de 40 pesos[37]. De modo que en ^ promedio Aburto atendía 120 alumnos de los cuales alrededor de 90
recibían educación gratuita y 30 pagaban una cantidad. Por eso en 1842 se le
asignó un ayudante pagado con otros 16 pesos mensuales, en este caso de fondos
públicos que se obtenían del gravamen a las fábricas de tejidos e hilados.[38]
Desde la creación de la escuela el aspecto del financiamiento
generó diversos conflictos entre el patrono, el ayuntamiento y desde 1836, con
Florencio, quien asumió la defensa del establecimiento y, teóricamente, los intereses de los niños[39]. En varios años hizo diversos
reclamos porque el cabildo suspendía el pago de los 16 pesos. Con aprobación
del gobierno del estado y la intrusión de la Compañía Lancasteriana (que
incitaba a los ayuntamientos a atender solo a las escuelas lancasterianas),
desde 1842 el ayuntamiento dejó de hacerlo para destinarlo a la escuela
gratuita lancasteriana y hasta hubo propuestas de clausurar la escuela Pía[40]. El
patrono argumentó que el establecimiento tendría que despedir a 30 niños y que,
si estos pasaban a la nueva escuela gratuita municipal, los adelantados se
perderían porque la
escuela Pía, por el método que usaba Florencio, era la mejor del estado.
Asimismo, el patrono y Aburto argumentaron que la fundación piadosa era
legítima, pues desde sus inicios había sido “pública y gratuita” y sus ramos de
enseñanza se habían creado para el “servicio de Dios Nuestro Señor”, es decir,
para dar caridad a los pobres[41].
En efecto, en 1840 el cabildo de Xalapa creó la primera escuela
municipal gratuita que seguía el método lancasteriano. Las municipalidades
destinaron sus fondos a estas escuelas dirigidas, sobre todo, a niños pobres
(porque ningún establecimiento era completamente gratuito ni para los pobres, pues la mitad de los matriculados
pagaban honorarios). Por un lado, el
discurso ilustrado de formar hombres útiles, mejorar las costumbres y darles
razón de ser a los ciudadanos se reorientó a estos establecimientos y, por
otro, si bien no había edificios idóneos, su creación tenía influencia
lancasteriana en su propósito de atender niños pobres en masa y, supuestamente,
emplear el método simultáneo. Por su parte, un estatuto normó las escuelas que no eran municipales,
es decir, a las que el cabildo no destinaba recursos públicos, pero buscaba
controlarlas y conocer, a través de los informes que daban sus directores, cómo
funcionaban, pues de esa manera se les podría imponer aceptar más alumnos y
emplear los métodos modernos de enseñanza[42].
Ahora las amigas y escuelas particulares como la Boza perdieron el
financiamiento municipal y sus maestros y maestras
pedían licencia para seguir trabajando. La escuela Boza conservó la pequeña
cantidad que el cabildo le asignaba para educar a ciertos niños pobres. Aburto
fue considerado como un preceptor particular y en 1841 pidió autorización para
seguir laborando y tuvo que demostrar su grado de bachiller, informar cómo
había ordenado las clases y cuánto pagaban sus discípulos[43].
A partir de entonces continuó con la organización anual de sus
clases. A la aritmética la dividió en quebrados, denominados, álgebra y geometría por Legendre, fue introduciéndola esgrima en donde se
presentaban niños a combatir con florete e introdujo una clase de inglés, así
como la de geografía por Letroné. Por cada niño
cobraba de dos a seis pesos según los ramos de enseñanza a que estuviera
destinado.[44] Para
defender la importancia de la escuela piadosa, Aburto argumentó que el fomento
de la educación primaria era necesario para fincar “las esperanzas de la
república” y que “sin esta [la república] tendrá jamás vida, ni ciudadanos
conocedores de sus derechos que puedan llamarse tales”.[45] Mientras tanto continuaba
editando papeles públicos.
Desde 1841 las confrontaciones entre Aburto y el ayuntamiento por
el financiamiento fueron abiertas, pero su ascendiente era más notable entre la
élite local, pues en ese año fue invitado a fungir como uno de los comisionados
para la formación de padrones y el reparto de boletas para las cuestiones
electorales, pero se negó a participar porque no deseaba desatender la
enseñanza en la escuela. Su actividad de empresario le restaba bastante tiempo,
pues para entonces —su mejor momento con el negocio de la imprenta— comenzó a
imprimir El Conciliador y El Nacional, dos nuevos periódicos oficiales del
departamento de Veracruz. Por los textos que imprimía y vendía, su perfil encababa muy bien
con el argumento de que los editores-impresores y los escritores fueron
centrales en la configuración de la identidad nacional, ya que con sus
producciones introdujeron la idea de México, el imaginario de nación y una
nueva realidad en formación y fungieron como mediadores culturales pues con sus
impresos influyeron en diversos y amplios sectores de la población[46]. El giro
de Aburto seguía siendo el negocio de publicar los papeles oficiales y los
encargos de terceros dirigidos al público alfabetizado de Xalapa, por lo cual
no se distingue con claridad cuál era su posición política. Prácticamente
Aburto tenía poca competencia en su rol de impresor, por eso a partir de 1842
retomó la impresión de folletos y materiales para las fiestas cívicas. Para la
fiesta del 16 de septiembre de ese año cobró 12 pesos por 250 convites y la
impresión de 11 ejemplares de El Nacional.
Aburto mezclaba su rol de educador con la de empresario, lo cual
le atrajo problemas con algunos padres de familia. En 1843 el artesano xalapeño
Francisco Rojas, en nombre de su esposa Francisca Córdoba, lo acusó de lastimar
a los discípulos, cuando no adquirían el papel rayado que Aburto vendía en su
librería, y que el ayudante Francisco de Paula Ramos azotó a un niño contra una
silla, lo cual le causó el hundimiento de una costilla y murió al poco tiempo
expulsando sangre por la boca. Rojas y Córdoba retiraron la denuncia porque Q la defensa argumentó que los testigos eran mujeres a quienes no se
les creía porque “tienden al chisme”.[47] Algunos ayudantes,
desesperados por no tener el control de tanto niño retozón, irrespetuoso y
pernicioso, sí eran violentos, pero de Paula Ramos fue exonerado por las
influencias de Aburto. Porque otras fuentes indican que los ayudantes de otros
establecimientos eran violentos con los niños y desobedecían la prohibición,
asentada en la Constitución de Cádiz de 1812, de castigos con azotes[48].
Posiblemente, Aburto también era un maltratador de niños (como cualquier
maestro de la época), y un encubridor que forzaba a sus pupilos a adquirir el
papel de su librería.
La denuncia contra Aburto fue desechada, posiblemente por el poder
que había adquirido entre la élite de Xalapa, tanto que en 1843 formó parte del
selecto grupo que fundó el Colegio Preparatorio de Xalapa, junto con José María
Mata, Joaquín Martínez y Manuel Cataño, el rector Antonio María de Rivera y el
licenciado y presbítero Ramón M. Terán. En esa institución fue catedrático de
gramática castellana y de geografía. En estas condiciones de su imprenta
salieron dos publicaciones relacionadas con las actividades del colegio: una
oración cívica para el 16 de septiembre, escrita por Ramón María Terán y el
reglamento interno del colegio.
Desde 1844 el ayuntamiento volvió a pagar los 16 pesos con un
discurso muy liberal, pues sacrificó el impuesto que obtenía del aguardiente de
caña y el gasto de la obra del atrio de la iglesia parroquial para el bien de
la república y de los ciudadanos conocedores de sus derechos, pues con ese
dinero pretendía establecer otra escuela y poner otro ayudante a la existente[49]. El
problema surgió de nuevo en 1849, lo cual ocasionó que Aburto se dirigiera al
gobernador interino Miguel Palacio, pues tenía relaciones con el gobierno del
estado desde que imprimía los periódicos oficiales, para reclamar los pagos
municipales suspendidos por falta de fondos y acusó al ayuntamiento de
indolente y desinteresado por los niños afectados. En 1850 el cabildo resolvió
pagar de nuevo argumentando salvar su honor, el orden y el bien público, la
importancia de la ilustración para el bien de los pueblos y la formación de los
ciudadanos y su utilidad. Estos conflictos indican el poder de Aburto no solo
para hacer peticiones, como los demás preceptores, sino de hacer reclamos al
ayuntamiento e incluso elevar sus quejas a instancias superiores. También
reforzaban de alguna forma su ascendente local, pues los miembros del cabildo
se renovaban anualmente, por lo cual los inconvenientes eran eventuales.
En 1845 de su negocio salió un impreso de Manuel M. Quiroz en el que informa al Congreso del
estado los resultados de la administración pública del año anterior. Este año
fue muy productivo, pues en su taller se comenzó a imprimir el semanario El Zempoalteca, el cual se publicó durante una
década y denota la intención del gobierno del estado de fomentar una identidad
local a través de los nombres de sus publicaciones. Asimismo, editó un texto
del enciclopedista francés Jean Jaques Marmontel, titulado De los deberes hacia la patria, en el que se plantea
una patria preexistente, familiar, comunitaria y territorial, obra traducida
del francés al español por José María Mata, catedrático de filosofía, otro de
sus colegas del colegio. Seguramente, Aburto, al igual que sus colegas, asumía
esta versión tradicionalista de la patria.
Los vínculos de Aburto con la élite local ya eran fuertes. Esto le
permitió formar parte del grupo de los letrados veracruzanos, porque algunos
los hacendados y propietarios también realizaban actividades eruditas. Por eso,
para el certamen público de los niños de la escuela Pía de 1843, invitó a sus
colegas catedráticos del Colegio Preparatorio para fungir como sinodales. Ellos
fueron José María Mata, Vicente Camacho, Ramón María Terán, Juan José Cubas y el párroco José Francisco
Campomanes. Para entonces era reconocido por los demás preceptores de la
ciudad, pues lo invitaban para ser sinodal de los exámenes de sus escuelas particulares, gratuitas
municipales, amigas e indígenas. Esto indica que reconocían su conocimiento de
temas específicos y su habilidad para valorar el saber de los niños. De hecho,
la municipalidad reconocía su importancia al demandarle compromisos con la
niñez veracruzana al atribuirle un “ilustrado patriotismo” y “amor a los
adelantos de la juventud veracruzana”[50]. Estos reconocimientos de la
municipalidad y de la sociedad le daban autoridad para recomendar a otros
maestros que buscaban alguna plaza en una escuela. La guerra con los Estados
Unidos también lo afectó, pues de la misma forma que el gobierno de estado,
según Celia del Palacio, es posible que en 1847 Aburto hubiera instalado su
imprenta en la villa de Huatusco, en el cantón de Córdoba, por el hecho de que
la imprenta del gobierno y la impresión de su periódico oficial, El Zempoalteca, seguían bajo su cargo, pues tuvo que
seguir la ruta de escape del gobierno y salvar el negocio[51].
Aburto también era un filántropo ilustrado, pues en 1848 donó
cartillas y tinteros para la escuela indígena “La independencia”[52]. Con esto
Aburto manifestó su filantropía y su interés por la educación indígena. Por
entonces estaba subiendo a la esfera estatal del poder, pues en ese mismo año
se incorporó en su calidad de preceptor, junto con algunos de sus colegas del
Colegio Preparatorio y algunos magistrados y abogados, como integrante de la
Dirección General de Estudios del estado[53]. Como integrante de esta
institución oficial, ahora podría proponer reformas educativas para toda la
entidad veracruzana, con lo cual pudo compensar la ruina del negocio de la
imprenta debido a la guerra con los Estados Unidos. A pesar de esto, imprimió
una oración cívica del 16 de septiembre escrita por el xalapeño José María Roa
Bárcena, así como varios ejemplares de la Constitución Política del estado,
reformada en ese año.
En 1849 se incorporó como uno de los 20 socios de la “Sociedad
Económica de Amigos del País” creada en el estado y con filiales en varias
ciudades como Veracruz, Xalapa,
Córdoba y Orizaba, la
cual se conformó de 61 alcaldes, regidores, comerciantes y demás individuos
notables. El examen público de la escuela Pía de ese año fue el 8 de diciembre
y los sinodales fueron José María Roa y Bárcena, Francisco de Paula César,
Miguel Rico y José Telésforo Betancourt. Para entonces el ayuntamiento le tributó “un homenaje” por los
adelantos de sus alumnos en el certamen, pero en realidad, se lo otorgaban a
cambio de que no diera los premios de ese año a los niños adelantados por causa
de la carencia de arbitrios[54].
En un documento impreso que salió de su imprenta con la
“clasificación” de los niños para el examen público de todas las escuelas del
25 de febrero de 1849, se advierte la organización que había logrado con la
distribución de las materias usuales de doctrina y lectura, pues esta última ya
no aparecía separada de la escritura. Asimismo, había arraigado las de álgebra,
geometría, geografía, gramática, dibujo, esgrima, música y los idiomas francés
e inglés. Para los niños de paga esta educación era más variada y sofisticada
que la ofrecida en la escuela gratuita municipal, por eso contaba con los niños
más aplicados que seguramente ganaban los principales premios en los certámenes
anuales. Por eso, en ese año, su hijo menor José Félix, quien para entonces
tenía doce años, aparece en casi todas las asignaturas como el más aplicado de
la escuela[55].
Asimismo, en este año imprimió una oración cívica del 16 de septiembre escrita
por el xalapeño Daniel Casas.
Educador,
impresor e integrante de la élite regional (1850-1861)
Al mediar el siglo XIX la población xalapeña aún se desenvolvía en
un ambiente campirano de las propiedades situadas en los alrededores rurales y
el muy transitado camino de Veracruz, lo cual quedó plasmado en varios grabados tanto de la época como
de años posteriores. Asimismo, las actividades diarias se desplegaban en un
contexto pueblerino con sus calles empedradas, casas de una o dos plantas con
gruesos muros y pintorescos tejados.
A principios de 1850 Aburto culpó, ante el gobernador del estado,
de apatía al cabildo xalapeño por el incumplimiento del pago mensual a la
escuela Pía. La municipalidad se declaró en quiebra y señaló que era “como
exigirle que saque sangre de donde no la hay”[56]. Aburto mostró que tenía
relaciones sólidas con individuos del gobierno del estado, pues obligó al
cabildo a saldar la deuda. Los integrantes del ayuntamiento señalaron que su
acción se debía a cuestiones de honor y por retórica de protección de la ilustración
del pueblo, para que conociera y defendiera sus derechos, sacar el hombre de la
nada en que lo había reducido el régimen colonial y elevarlo por la educación
civil y cristiana, a un grado de cultura y perfectibilidad que después de ser
útil así mismo y a su familia lo fuera de la sociedad[57].
Aburto seguía presentando a sus alumnos a examen público en los
primeros días de diciembre de cada año y su ascendente era tal que año tras año
(entre 1850 y 1858) era invitado como miembro de la Junta Patriótica que se
encargaba de organizar toda la logística
de las fiestas nacionales. En ese año de 1850 imprimió dos textos, el primero
es una oración cívica del 16 de septiembre escrita por el xalapeño Ignacio Díaz
Pérez y el segundo el Proyecto de Código Penal elaborado por el Congreso del
estado. Asimismo, en 1851 prensó una oración cívica del 16 de septiembre
escrita por el también xalapeño Manuel M. Escobar. En 1852 compartió el cargo honorífico con otros 22 individuos
importantes de la ciudad, entre ellos el patrono de la escuela Pía. También
imprimió una oración cívica para el 16 de septiembre, en este caso del
licenciado José Mariano López.
En 1854 Aburto incursionó como reformador de textos escolares y
comenzó con el catecismo del padre Ripalda y el libro segundo de los niños del
español Vicente Naharro, con el propósito de
adaptarlos a las necesidades de aprendizaje de los niños. Hizo lo mismo con los
cuadernitos de Herranz y Quirós para enseñar la gramática española, igualmente
imprimió un texto sobre el segundo batallón. Adecuó también las materias a las necesidades
de los niños y a la distribución de los trabajos diarios[58]. Quizá lo hizo para aprovechar
el tiempo disponible, pues para ese año, sorprendentemente, la cantidad de
niños de la escuela Pía había bajado dramáticamente, pues solo tenía 17 de
ambos sexos, lo cual tendría mucho que ver con las deudas del ayuntamiento por
los réditos de la capellanía. En ese año junto con los demás preceptores y
preceptoras recibió una circular del gobierno de Santa Anna, su alteza serenísima, para que la
enseñanza de la doctrina cristiana se hiciera solo con el catecismo de Ripalda[59] y su
nombre apareció junto al de otros tantos ciudadanos xalapeños, quienes
cooperaron para el festejo de las fiestas del 11, 16 y 27 de septiembre.[60] En este
caso aportó dos pesos en calidad de propietario de fincas urbanas.
Para 1855 el ayuntamiento volvió a darle 16 pesos mensuales por
los réditos de 8,110 pesos de la testamentaria de Boza. En ese año el cabildo,
en un informe pedido por el gobierno del estado, señaló que Aburto era un
preceptor con buena conducta que presentaba sus informes anuales puntualmente y
para entonces ya contaba con 21 años de experiencia magisterial, lo que le
había dado gran valía entre la élite local. Era nombrado sinodal para los
exámenes de las escuelas y él mismo presentaba los de la suya. En ese año
comenzó a imprimir El Boletín de la Revolución
o Boletín de Xalapa[61].
No se sabe si imprimió oraciones cívicas del 16 de septiembre de 1853 a 1855,
pero sí lo hizo en 1856 con un texto del xalapeño Manuel M. Alba; también grabó
el nuevo Reglamento del Colegio Preparatorio y una Representación y
contestaciones “al Trait D’Union, dirigidas por los Desterrados de Puebla”, autoría de Manuel Díaz
Noriega, documento
resguardado en el Fondo Reservado Lafragua de la Biblioteca Nacional.
De 1859 a 1860 la escuela Pía otra vez perdió los fondos que se le
destinaba la municipalidad. Para entonces este asunto ya había caducado, ya que
las escuelas municipales gratuitas se habían arraigado y empezaban a ser
consideradas escuelas públicas. Aburto ahora era un poderoso propietario de
fincas urbanas, las cuales, seguramente, había adquirido desde mucho antes[62]. En ese
año de 1850 solicitó permiso para usar un terreno en forma de triángulo
rectángulo para reconstruir y ampliar su casa del centro a cambio de 250 pesos
y de esa manera corregir el ángulo obtuso y formar un ángulo recto con ambas
calles (esto muestra sus habilidades con la geometría), lo cual le fue aprobado[63].
A la vez, entre 1857 y 1859 tuvo problemas legales con el
ayuntamiento y el jefe político del cantón, por cuenta de unos callejones que
pretendían abrir, situados en el camino de la garita de Veracruz, a la altura de las actuales
Avenida 20 de Noviembre y la Central de Autobuses. El
propósito de la jefatura del cantón era ampliar la salida y entrada de
mercancías a la ciudad, donde Aburto tenía algunos terrenos (fincas urbanas
heredadas de su padre, José María) con siembras de maíz, por lo cual también
era patrón y posiblemente temas empleados de las comunidades indígenas
aledañas, seguramente a cargo de Paula Rivas[64]. Como cualquier dueño de fincas, tenía avidez por las propiedades,
pues acaparó los callejones para ampliar su pertenencia, incluso se apropió el
pozo de Tatahuicapan que dotaba agua a los habitantes de los barrios de la
Laguna y de la Garita, con el argumento de que la autoridad se lo había
permitido para no afectar sus sembrados. Los vecinos hicieron varias quejas
hasta que los callejones situados en los terrenos de Aburto fueron abiertos de nuevo, para evitar el contrabando de
mercancías y peajes y se le prohibió a Aburto emplear esos espacios públicos
para la siembra de maíz[65]. Pero el
problema siguió incluso después de la muerte de Florencio, por lo que sus hijos
y su esposa siguieron utilizándolos e impidiendo el paso de los vecinos para el
agua del pozo[66].
Los negocios de la imprenta y de la librería le habían dado muchas
satisfacciones económicas, pues para
esos años se había convertido en el principal distribuidor de impresos de
Xalapa y de la región. En 1860 imprimió una nueva oración cívica para los
festejos del 16 de septiembre, ahora de Joaquín V. Quiroz. La gramática
castellana la vendía a cinco pesos y el libro segundo de los niños en tres.
Desde 1846, se encargaba de imprimir las invitaciones con colores y adornos
vistosos para los certámenes públicos del Colegio Preparatorio. La Tipografía
que Rebolledo, establecida en Coatepec en 1851, también hacía lo suyo, pero no
representaba competencia alguna. Las invitaciones eran parecidas a la
folletería de la época, de dos hojas impresas por alumno, la invitación del
padrino que podría ser el gobernador, el jefe político o el presidente del
Congreso. La otra hoja era la dedicación que realizaba el alumno en testimonio
de gratitud. Estos exámenes también se realizaban en diciembre.
Aburto aún era director de la escuela Pía en 1860. No obstante, en
esta ocasión omitió el certamen público de sus alumnos, porque había salido de
la ciudad para restablecer su salud[67]. Al año siguiente, en 1861,
finalizó la guerra de Reforma y comenzó otro periodo de inestabilidad política
con el gobierno de Benito Juárez, la segunda intervención francesa y el segundo
Imperio mexicano. El ocaso de la primavera de 1861 trajo malos augurios a la
familia Aburto Rivas, pues Aburto había estado muy enfermo y finalmente murió en Xalapa
el 10 de junio de ese año, a la edad de 58 años, víctima de un mal urinario y
de “vértigos”. Así lo señala la plataforma Geneanet y
el testimonio de su hijo mayor M. Félix Aburto, quien para entones tenía 29
años y el 17 de junio solicitó la plaza de director y ofreció estar examinado
en primeras letras[68].
Emilia, la hija menor, murió al poco tiempo, el 16 de octubre, y
fue sepultada, posiblemente, cerca de su padre, en el antiguo panteón xalapeño
de San Dionisio, el cual aún se conserva como monumento histórico. A partir de
1865 la imprenta de Aburto cambió su nombre al de Aburto e hijos, y fue sobre
todo el menor José Félix quien continuó con la labor de la imprenta, pues M.
Félix se orientó desde la década de 1850 a la carrera política, a los negocios
y los cargos públicos, seguramente gracias a la influencia de su padre.
Florencio Aburto fue uno de los pocos maestros de educación
primaria de la primera mitad del siglo XIX que pudo mantener abierto un
establecimiento privado durante casi tres décadas. Esto se debió a su origen
familiar y a su esmerada educación, por ser un letrado que también desarrolló
la faceta de catedrático de gramática y geografía en el Colegio Preparatorio de
Xalapa. Como empresario y miembro de la oligarquía regional, se dedicó al
fructífero negocio de la imprenta, incursionó en la venta de libros, en la
reforma de textos para las escuelas de la ciudad. También fue propietario de
fincas urbanas, propiedades ubicadas en los contornos de la ciudad, las cuales
se obtenían con menoscabo de los barrios y de la población indígena.
A pesar de que el oficio de maestro de escuela no era muy
redituable, Aburto fue director de la escuela Pía durante tres décadas. Esto le
sirvió para promocionar su filantropía por la educación y a la vez, su negocio
de la librería, para conseguir distinción y respeto de las autoridades, de los
vecinos y de padres de familia. Por su carácter de letrado, emuló el carácter
de los grandes pedagogos, pero sus conocimientos en la escuela Pía le
permitieron aportar a la educación primaria de su tiempo, pues llevó a la
práctica y adecuó el método de enseñanza mutua. Esto permitió también aterrizar
la retórica ilustrada de la importancia de extender las primeras letras a la
mayoría de la población pobre y establecer las bases de la formación de los
ciudadanos útiles al Estado y la sociedad. En suma, la pertinencia de recuperar
la trayectoria de Aburto radica en su carácter innovador de la educación
primaria y su contribución en la creación de una cultura letrada y la
incipiente conformación de una población veracruzana alfabetizada. El análisis
aún pendiente de sus escritos educativos, la folletería y los periódicos que
imprimía, así como el carácter de sus negocios, contribuirá a profundizar en
las aportaciones de personajes letrados a la primera mitad del siglo XIX que
hasta ahora no han sido estudiados por la historiografía.
El autor declara no tener conflicto de interés.
Sin Financiación
Archivo General de la Nación (AGN)
Colección de folletería Instrucción Pública
Archivo Histórico Municipal de Veracruz (AHMV)
Caja 161, vol. 215, ff. 518-529; vol. 216, ff. 7-66.
Caja 167, vol. 225, ff. 83-98.
Archivo Histórico Municipal de Xalapa (AHMX)
Libros de Actas de Cabildo Sección México independiente Caja 1, exp. 1, ff. 5-6; 47, 55.
Caja 2, exp. 5, f. 93; ff. 109-114.
Caja 3, exp. 10, f. 5; ff.
1-101.
Caja 5, exp. 3, f. 56.
Caja 8, exp. 2, f. 22.
Caja 9, exp. 1, ff.
5-6; exp. 2, ff. 1-12; exp. 3, ff. 25-26.
Caja 10, exp. 6, ff.
1-8.
Caja 14, exp. 5, ff. 12, 17-18; exp. 6, f.
4.
Caja 15, exp. 6, ff.
4-5.
Caja 19, exp. 3, s/f; exp.
7, ff. 1-34.
Caja 24, exp. 3, ff. 1-12.
Caja 29,
paquete 1, exp. 3, ff.
1-39.
Archivo
Notarial de Xalapa (ANX)
Benson Latin American Collection
Biblioteca México (Fondo Basave)
Centro de
Estudios de Historia de México (CARSO)
Hemeroteca Nacional (HN)
Fondo Reservado Lafragua, Biblioteca Nacional (LAF)
Librería de Harvard: colección digital de folletos latinoamericanos
Sutro Collecction, Catalogue of Mexican pamphlets The Bancroft Library, Berkeley
Library Digital Collections University of Texas Libraries Yale University
Library
Periódicos impresos por Aburto
Diario del Gobierno de la República Megicana, 1837
El Amigo de la Paz y el Orden, 1835
El Conciliador, 1840
El Mensajero Federal, 1827-1834
El Nacional, 1841-1842
El Negador, 1835 a 1877.
El Procurador del Pueblo, 1834 El Zempoalteca, 1845-1868
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Cómo citar este artículo: Martínez
Carmona, Pablo. “Florencio
Aburto Trigos. Maestro de escuela, catedrático, impresor y empresario veracruzano,
1803-1861”. Revista Historia de la Educación Latinoamericana vol. 25 no.
40 (2023).
[1] Este artículo
forma parte de los resultados del proyecto de investigación "Historias de
maestras y maestros y configuración de representaciones y prácticas para
valorar los conocimientos escolares del siglo XIX”, que elaboro en el Centro de
Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS). Algunos
fragmentos preliminares fueron presentados como ponencia en el XVI Congreso
Nacional de Investigación Educativa, 2021, y publicados por el Consejo Mexicano
de Investigación Educativa, A.C en su memoria electrónica. Pablo Martínez,
"Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático, intelectual y
empresario veracruzano, 1803-1861”, (México: COMIE, 2022), URL: https://www.comie.org.mx/congreso/memoriaelectronica/v16/doc/0664.pdf
[2] Doctor en
Historia, profesor-investigador en el CIESAS, Sede Regional Ciudad de México.
Correo electrónico: martinezcarmonapablo@gmail.com
[3] Belinda Arteaga, Pensamiento y práctica de los grandes educadores mexicanos (México: SEP
2012).
[4] Mílada Bazant,
"Una musa de la modernidad: Laura Méndez de Cuenca (1853-1928)”, Revista Historia de la Educación Latinoamericana, vol.
15, no. 21, (2013). DOI: http://dx.doi.org/10.9757/Rhela.21.01
[5] Mílada Bazant,
"Espacios, lugares e imágenes en la construcción biográfica. El maestro
Clemente Antonio Neve durante la época de Maximiliano”, Desacatos, no. 50, (2016). URL: https://desacatos.ciesas.edu.mx/index.php/Desacatos/arti-cle/view/1540/1267
[6] Rosalía Meníndez,
"Ponciano Rodríguez: maestro normalista, editor y funcionario
(1893-1921)”, Diálogos sobre educación. Temas actuales de investigación
educativa, no. 18, (2019). URL: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=553458251004
[7] Rosa María
González Jiménez, Las maestras en México: recuento de una historia
(México: UPN, 2007). URL: https://editorial.upnvirtual.edu.mx/index.php/publicaciones/colecciones/historia-ciudadania-y-magisterio/72-07-las-mae-stras-en-mexico-re-cuento-de-una-historia
[8] María de Lourdes
Herrera y Ana María García, "Mujeres del porvenir: María Ester Rodríguez y
su práctica docente, 19051929”, en Variedad y diversidad. Acercamientos a los trabajos,
actividades y condiciones de las mujeres en México. Siglos XIX y XX,
coord. Gloria A.
Tirado y Elva Rivera (México: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2017),
151-172.
[9] Gerardo Galindo Peláez,
"Trayectoria de un profesor productor de saberes: Guillermo Antonio
Sherwell, 1878-1914”, Revista Mexicana de Historia de la Educación,
vol. 7, no. 13, (2019). DOI: https://doi.org/10.29351/rmhe.v7i13.174
[10] Universidad
Veracruzana, Diccionario Enciclopédico Veracruzano
(Xalapa: IIESES/UV, 2017), URL: http://sapp.uv.mx/egv/index.aspx. Este diccionario refiere las fechas 1805-1864, pero son inexactas.
Aburto solo ha sido estudiado como editor-impresor por Celia del Palacio, Pasado y presente: 220 años de prensa veracruzana (1795-2015)
(Xalapa: Universidad Veracruzana, 2015). Doi 10.25009/uv.352.141; y por Marisol
Alarcón Morales, "Constructores en el arte de imprimir: editores,
impresores y preceptores. Florencio Aburto y Agustín Ruiz, 1847-1878”, Balajú. Revista de Cultura y Comunicación, n.° 2, (2015)
Doi https://doi.org/10.25009/blj.v0i2.1807
[11] Bazant,
"Espacios, lugares e imágenes..."; Mílada Bazant, "Retos para
escribir una biografía", Secuencia, n.0 100
(2018). DOI: https://doi.org/10.18234/secuencia.v0i100.1518
[12] François Dosse, El arte de la biografía: entre historia y ficción
(México: Universidad Iberoamericana, 2007).
[13] Martínez,
"Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático, intelectual y
empresario veracruzano, 1803-1861", 2.
[14] Iglesia de Jesucristo
de los Santos de los Últimos Días, "Florencio Aburto” Family Search, (20 de marzo de 2021), https://www.familysearch.org/es/
15 Martínez,
"Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático, intelectual y
empresario veracruzano, 1803-1861”, 3.
17 Este método
fue la principal aportación de la Compañía Lancasteriana, fundada en la capital
en 1822, Dorothy Tanck, La educación Ilustrada 1786-1836 (México: El Colegio de
México, 1998), 232-236. No existe aún una historia de la Compañía, pero se
puede decir que otras de sus aportaciones fueron la creación de escuelas
gratuitas en la Ciudad de México para pobre, las primeras propuestas de formar
maestros y los intentos de uniformar la enseñanza en todo el país cuando fue
Dirección General de 1842 a 1845, lo cual prefiguró la creación de un sistema
de educación pública.
[18] Nicole Girón, Folletería mexicana del siglo XIX (México: SEP/CONACYT/
Instituto Mora, 2001).
[19] Martínez,
"Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático, intelectual y
empresario veracruzano, 1803-1861”, 3.
[20] Ibid, 3.
[21] "Cuenta del ramo
de escuela y amiga pública que el Exmo. Ayuntamiento de esta H. Ciudad ha
establecido para la educación primaria de ambos secsos”, (Veracruz, 1833) Archivo Histórico Municipal de Veracruz (AHMV), caja
167, vol. 225, ff. 83-98.
[22] Martínez,
"Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático, intelectual y
empresario veracruzano, 1803-1861”, 3.
[23] Ewan Clayton, La historia de la escritura (Madrid: Siruela, 2015). https://www.siruela.com/archivos/fragmentos/LaHisto-riadelaEscritura.pdf
[24] "Nombramiento de
ayudante de escuela” (Veracruz, 1831), AHMV, caja 161, vol. 215, ff. 518-529;
"Escuelas”, (Veracruz, 1830), AHMV, caja 161, vol. 216, ff. 7-66.
[25] Celia del Palacio,
"Imprentas e impresores de Veracruz, 1795-1850”, en Empresa y cultura en tinta y papel (1800-1860),
Coord. Laura Suárez de
la Torre y M. Castro (México: Instituto Mora/Universidad Nacional Autónoma de
México, 2001), 171-192.
[26] Martínez,
"Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático, intelectual y
empresario veracruzano, 1803-1861”, 3.
[27] La escuela era
pública porque aceptaba a cualquier niño sin importar su clase social, y semi
gratuita ya que la mayoría de los niños recibía instrucción gratuita. El nombre
de la escuela se debe al apellido de Manuel de Boza (fallecido en 1787), quien
antes de morir instituyó una capellanía para sostener una escuela que diera
caridad a los pobres. La finca dedicada a la escuela estaba en la calle Real y
había sido comprada a los herederos de Carlos José Garzón. En el Archivo
Notarial de Xalapa (14 de mayo de 1794) (ANX), protocolo, ff. 104-109 y en el
Archivo Histórico Municipal de Xalapa (1799 y 1842) (AHMX), Libros de Actas de Cabildo, se pueden ver los detalles de
los sueldos del preceptor, la fuente de los recursos y la autorización del
virrey marqués de Branciforte.
[28] AHMX, Actas de cabildo, sesiones de 1° de febrero, f.11, y de
13 de febrero de 1836, f. 26.
[29] AHMX, sesión del 11
de julio de 1830, ff. 784-791.
[30] Martínez,
"Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático, intelectual y
empresario veracruzano, 1803-1861”, 4.
[31] Anne Staples, Recuento de una batalla inconclusa: La educación mexicana
de Iturbide a Juárez (México: El Colegio de México, 2005),
23.
[32] AHMX, sesión de 1 de
febrero de 1836, ff.11-12; Martínez, "Florencio Aburto. Educador,
impresor, catedrático, intelectual y empresario veracruzano, 1803-1861”, 4-5.
[33] Ibíd, 5; "Documentos oficiales relativos al
patronato de la escuela gratuita de Boza fundada en 1794 por Bárcena y Blanco”
(Xalapa, 1836), AHMX, caja 29, paquete 1, exp. 3, ff. 1-39.
[34] AHMX, sesión de 11
de agosto de 1841, f. 471.
[35] AHMX, sesión de 21
de noviembre de 1838, f. 179.
[36] "Solicitud de
D. Florencio Aburto en que pretende se le conceda hacer uso de un triángulo
rectángulo en la calle de la Raqueta” (Xalapa, 1850) AHMX, caja 10, exp. 6, ff.
1-8.
[37] "Noticias
estadísticas de Xalapa en el año de 1837 elaborado por su muy Ylustre
Ayuntamiento”, (Xalapa, 1837), AHMX, caja 1, exp. 1, ff. 5-6.
[38] "Escuelas
particulares. Estado de la escuela de Amiga” (Xalapa, 1842), AHMX, caja 2, exp.
5, ff. 110-112.
[39] El primer conflicto
documentado sucedió en 1803 y luego existen otros de 1818 a 1820, 1848 y 1851
de nuevo.
[40] "Escuelas
particulares...", AHMX, 1842, caja 2, exp. 5, f. 93; Sobre la injerencia
de la Compañía en Xalapa, Archivo General de la Nación (AGN), Instrucción Pública, tomo 84, legajo 30, f. 205.
[41] "Informes
remitidos al gobierno sobre escuelas y amigas existentes en esta ciudad”,
(Xalapa, 1855), AHMX, caja 15, exp. 6, ff. 4-5.
[42] Martínez,
"Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático, intelectual y
empresario veracruzano, 1803-1861", 6.
[43] Ibid, 6.
[44] "Establecimiento
de la escuela gratuita” (Xalapa, 1841), AHMX, caja 1, exp. 1, ff. 47 y 55.
[45] AHMX, sesión de 13
de enero de 1844, s/f.
[46] Suárez de la Torre,
op. cit, 141-166.
[47] "Escuelas
municipales” (Xalapa, 1843), AHMX, caja 3, exp. 10, ff. 1-101; Martínez,
"Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático, intelectual y
empresario veracruzano, 1803-1861”, 6.
[48] Ibid., f. 5.
[49] "Escuelas
particulares. Estado de la escuela de Amiga” (Xalapa, 1842), AHMX, caja 2, exp.
5, ff. 109-114.
[50] Escuelas
municipales” (Xalapa, 1843), AHMX, caja 3, exp. 10, f. 15; Martínez,
"Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático, intelectual y
empresario veracruzano, 1803-1861”, 7.
[51] Del Palacio,
"Imprentas e impresores de Veracruz, 1795-1850”, 173.
[52] "Creación de
la junta inspectora de la comunidad de indígenas” (Xalapa, 1845), AHMX, caja 5,
exp. 3, f. 56. La inauguración de la escuela fue el 27 de septiembre de 1848.
En ese día se conmemoraba la consumación de la Independencia de México, cuyo
héroe central fue Agustín de Iturbide.
[53] "Decreto
número 61 sobre la dirección de estudios” (Xalapa, 1849), AHMX, caja 9, exp. 1,
ff. 5-6; Martínez, "Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático,
intelectual y empresario veracruzano, 1803-1861”, 7.
[54] "Escuelas de
amigas, exámenes” (Xalapa, 1849), AHMX, caja 9, exp. 3, ff. 25-26.
[55] "Informes
remitidos al gobierno sobre la educación primaria” (Xalapa, 1848), AHMX, caja
8, exp. 2, f. 22.
[56] "El C.
Florencio Aburto, director de la escuela Pía, solicita presupuesto” (Xalapa,
1849), AHMX, caja 9, exp. 2, ff. 1-10.
[57] Ibid., ff. 11-12;
Martínez, "Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático, intelectual
y empresario veracruzano, 18031861”, 7.
[58] "El Ministerio
de Justicia e Instrucción Pública solicita noticias sobre el estado de la
educación primaria” (Xalapa, 1854), AHMX, caja 14, exp. 5, ff. 12, 17-18.
[59] "Estado de las
escuelas gratuitas y pía” (Xalapa, 1854), AHMX, caja 14, exp. 6, f. 4.
[60] Pablo Martínez Carmona, "Fiestas
religiosas y ceremonias cívicas en la educación de la ciudad de México y Veracruz, 1821-1872”, Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México,
n.° 56 (2019). URL: https://moderna.historicas.unam.mx/index.php/ehm/article/view/64128
[61] Del Palacio,
"Imprentas e impresores de Veracruz, 1795-1850”, 183.
[62] Martínez,
"Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático, intelectual y
empresario veracruzano, 1803-1861”, 7.
[63] "Solicitud de
D. Florencio Aburto...”, op. cit.
[64] Desde 1807 las
actas notariales consigan que José María Aburto tenía propiedades hacia el
oriente del Barrio de San José, lo cual coincide con el lugar de los terrenos
de Florencio. ANX, protocolo 1807, 5 de mayo, ff. 114 vta.-117.
[65] "Clausura de
callejones que conducen al camino principal de Veracruz” (Xalapa, 1859),
AHMX, caja 19, exp. 7, ff. 1-34.
[66] "Apertura de
los callejones del barrio” (Xalapa, 1864), AHMX, caja 24, exp. 3, ff. 1-12.
[67] "Escuelas
particulares, exámenes” (Xalapa, 1859), AHMX, 1859, caja 19, exp. 3, s/f.
[68] "Documentos
oficiales...” (Xalapa, 1861), AHMX, caja 29, paquete 1, exp. 3, f. 28;
Martínez, "Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático, intelectual
y empresario veracruzano, 1803-1861”, 8.