Doi: https://doi.org/10.19053/01227238.14672
Artículo de reflexión
Nombramientos de preceptores rurales en el Paraguay de posguerra
(1880-1886)
Appointments
of rural preceptors in postwar Paraguay (1880-1886)
Nomeações de tutores rurais no Paraguai do pós-guerra (1880-1886)
Jorge García Riart*[1]1
https://orcid.org/0000-0001-9728-3702
*Centro de Investigaciones de Historia Social del Paraguay
Resumen
Objetivo: Identificar
los nombramientos de preceptores y preceptoras rurales en un pueblo del
interior en el Paraguay entre 1880 y 1886, veinte años después de la Guerra
contra la Triple Alianza.
Originalidad/aporte: Profundizar
en el conocimiento de la restauración de la educación pública durante el
periodo de 1880 y 1886, así como en la reorganización política del Paraguay.
Método: Se adopta
el enfoque cualitativo, descriptivo e inductivo para estudiar los
nombramientos de preceptores y preceptoras en un pueblo rural del Paraguay
Villa Florida, y formular conclusiones generales sobre la reorganización
política y la enseñanza pública.
Estrategias/recolección de información: Se revisan fuentes manuscritas como los decretos de
nombramientos en los Registros Oficiales Públicos y en la Sección
Educación-Ministerio de Justicia del Archivo Nacional de Asunción, y algunas
fuentes secundarias. A partir de ellas se cuantifica la creación de escuelas
rurales, sean éstas de 1.a, 2.a o 3.a clase, y
luego, se configura una relación de designaciones de preceptores y preceptoras
en coincidencia con la de jefes políticos y jueces de paz, entre 1880 y 1886.
Conclusión: La lista de
nombramientos de preceptores y preceptoras concatenada con la de jefes
políticos y jueces de paz demuestra -mediante acomodamientos personales y
familiares- la formación de una nueva burocracia institucional que sustenta la
preeminencia de la reorganización política por sobre la reorganización de la
enseñanza pública que sucedió en la segunda década de posguerra en el Paraguay.
Palabras clave: Enseñanza pública; maestro/a;
escuela; clase; Paraguay.
Abstract
Objective: To identify the appointments
of rural preceptors in an inland village of Paraguay between 1880 and 1886,
twenty years after the War of the Triple Alliance.
Originality/Contribution:
Delve into the topic of the restoration of public education during this period,
as well as the political reorganization of Paraguay.
Method: Qualitative,
descriptive and inductive approaches are adopted to study the appointments of
preceptors and preceptresses in Villa Florida, a rural village of Paraguay.
These methods allow us also to formulate general conclusions about political
reorganization and public education.
Strategies/Data collection:
Handwritten sources such as the decrees of appointments in the Official Public
Records and in the Education-Ministry of Justice Section at the National
Archives of Asuncion, and some secondary sources are reviewed in order to quantify the creation of rural schools, from 1st
to 3rd grade, and then relate the appointments of preceptors coinciding with
that of political leaders and justices of the peace.
Conclusion: The list of
appointments of preceptors concatenated with that of political leaders and
justices of the peace demonstrates -through personal and family accommodations-
the formation of a new institutional bureaucracy that supports the preeminence
of political reorganization over the reorganization of public education that
took place in the second postwar decade in Paraguay.
Keywords: Public education; teacher; school; class; Paraguay.
Resumo
Objetivo: Esta pesquisa tem como objetivo identificar as nomeações de
preceptores rurais no Paraguai na segunda década do período que se seguiu ao fim da
Guerra contra a Tríplice Aliança, entre 1880 e 1886, com foco em uma
determinada cidade do interior.
Originalidade/contribuição: O assunto é relevante
para aprofundar a restauração do ensino público, entre 1880 e 1886, bem
como a reorganização política no Paraguai.
Método: A abordagem qualitativa, descritiva e indutiva
é adotada para estudar as nomeações de
preceptores em uma cidade rural do Paraguai, Villa Florida, e
formular conclusões gerais sobre reorganização política e educação pública.
Estratégias/coleta de datos: São
revisadas as fontes manuscritas, como os
decretos de nomeação nos Registros Públicos Oficiais
e na Seção de Educação-Ministério da Justiça do Arquivo
Nacional de Assunção. A partir das quais, se quantifica a criação de escolas
fora de Assunção (capital), se estes são de 1a., 2a. ou 3a. lições. Então, configura-se uma relação de nomeações em coincidência com
as de chefes políticos ou juízes de paz, entre 1880 e 1886.
Conclusão: A lista de nomeações de tutores e chefes políticos demonstra a
formação de uma nova burocracia institucional -através de acomodações pessoais
e familiares- que sustenta a preeminência da reorganização política sobre a reorganização educacional, o que
aconteceu no pós-guerra.
Palavras-chave: Educação pública; professor; escola; classe; Paraguay.
Recibido: 10/08/2022
Evaluado: 17/11/2022
Aprobado: 19/02/2023
Entre 1865 y 1870, el Paraguay enfrentó a tres países vecinos,
Brasil, Uruguay y Argentina, en una guerra sin igual. Los vencedores de la
llamada Guerra contra la Triple Alianza (GTA), sobre
todo Brasil, controlaron la política local durante gran parte de la primera
década de posguerra. Argentina tuvo, en cambio, mayor influencia en el aspecto
cultural. Sobre este escenario de acomodamientos políticos y de carencias
económicas y sociales, hubo que reconstruir una nación.
Los gobiernos de posguerra en el Paraguay se dedicaron a
recomponer las instituciones al formular, por ejemplo, una nueva Constitución
Nacional, crear ministerios, nombrar autoridades en los pueblos del interior y
fundar escuelas de primeras letras, primeramente, y escuelas graduadas,
posteriormente.
La primera impresión que tenemos al revisar el conjunto de
nombramientos oficiales realizados por los gobiernos en las postrimerías de la GTA es el empeño en reorganizar la enseñanza pública. Las
encuadernaciones de decretos, en el periodo que sigue al terminar la contienda,
están saturadas de designaciones de preceptores y preceptoras de escuelas,
muchas de ellas para escuelas rurales. Otros investigadores también pusieron
atención en estos oficios. “El nombramiento de preceptores para las escuelas
del país abunda en los documentos consultados”[2].
Para identificar los nombramientos de preceptores y preceptoras
rurales del Paraguay entre 1880 y 1886, enfocamos la búsqueda de datos
documentales y cronológicos en un pueblo del interior denominado Villa Florida,
como continuación de una investigación sobre el surgimiento de este pueblo en
la cabecera de las antiguas misiones jesuíticas. Revisamos los Registros
Oficiales del Paraguay (ROP) y la Sección
Educación-Ministerio de Justicia del Archivo Nacional de Asunción (ANA) entre
1878 y 1886, periodo conocido como el de la Regeneración, y cruzamos estas
fuentes primarias con ediciones locales de complemento.
En este cometido, los decretos de nombramientos de preceptores y
preceptoras de escuelas rurales que encontramos coinciden consecutivamente con
nombramientos de jueces de paz, a la sazón, jefes políticos, lo cual nos hace
suponer que el criterio intencional de formar una burocracia institucional
apegada a las ideas políticas de los gobiernos de posguerra era el de
acomodamientos personales o familiares.
Una investigación ulterior podría demostrar si esta burocracia
salpicada de nuevas ideas liberales contribuyó a mejorar la enseñanza pública
del Paraguay. No obstante, por ahora, nos interesa saber si acertadamente los
nombramientos de preceptores y preceptoras se correspondieron con el afán de
reorganizar la enseñanza pública en la segunda década del periodo de posguerra,
entre 1880 y 1886.
Hay voces, en principio, disonantes o, que al menos plantean un
criterio distinto. “Durante las primeras dos décadas posteriores a 1870 todo lo
que ocurrió en el campo de la educación surgió de un interés político más que
pedagógico”[3]. Esto nos
hace pensar entonces que la aspiración no fue solo educativa sino también
política.
La literatura histórica local sobre la reorganización de la
enseñanza pública, especialmente tras la GTA, no es
exhaustiva. La obra Sobre los escombros de la guerra
(primera edición de 1925), de Héctor Francisco Decoud,
se dedica a narrar los acontecimientos políticos y jurídicos del nuevo
ordenamiento nacional, pero no profundiza sobre la educación, aunque, siendo el
libro un testimonio de los regeneracionistas que tuvieron como lema “la educación
del pueblo”, poco o nada explica sobre las acciones en materia de educación
emprendida por el Gobierno Provisorio.
En Historia de la
Instrucción Pública en el Paraguay, de Juan Bautista Rivarola
Paoli, se cuenta con muchos detalles la historia del Colegio Nacional, fundado
en 1877, y de la segunda Escuela de Derecho, fundada en 1888, convertida luego
en Universidad Nacional de Asunción.
Una buena relación de leyes, decretos y reglamentos sobre
educación surgidos en la posguerra podemos encontrar en Historia de la Educación en el Paraguay
1812-1932, de Juan Speratti y en Historia Política del Paraguay (1869-1886),
de Arturo Bordón.
Otros trabajos contemporáneos como Relaciones entre autoritarismo y educación en
el Paraguay 1869-2012, de David Velázquez; Voces de mujer en la historia paraguaya,
de Ana Barreto y De la autonomía a la dependencia,
de Viviana Paglialunga realizan interesantes análisis
para ubicar políticamente la reorganización de la enseñanza pública en los años
siguientes al final de la GTA. Velázquez se empeña en distinguir el
autoritarismo político del autoritarismo pedagógico a lo largo de la historia
de la educación paraguaya. Barreto se concentra en el impacto del Normalismo (formación de maestras) o de la feminización del
magisterio en el Paraguay. Y Paglialunga sospecha de
los avances concretos de la introducción de las ideas liberales desde la
Argentina a la educación paraguaya.
Hay algunos libros más sobre la posguerra que interpretan la
situación política, económica y social del Paraguay pero sin ninguna referencia
a la reorganización de la enseñanza pública, como La segunda república paraguaya,
de Ricardo Caballero Aquino, o explican el debate ideológico de la época, como Progresismo Republicano y las ideas liberales,
de Julio César Frutos, o narran las marchas y contramarchas del proceso
político-militar como Memorias de
ocupación 1869-1876, de Fabián Chamorro y Humberto Trinidad. En
cambio, Le Paraguay (1889), de Emmanuel de Bourgade
la Dardye, editado originalmente en francés, recoge
un informe breve sobre la educación del país entre 1882 y 1887 de tenor
favorable al gobierno de Bernardino Caballero[4], cuyas
decisiones sobre la educación pública profundizaremos más adelante.
Pese a la carencia cuantitativa de referencias secundarias sobre
la educación de posguerra en el Paraguay se puede mencionar la notable y
acertada disertación doctoral de Flavio Florentín, Historia de la Educación en el Paraguay de
Postguerra 1870 a 1920. El autor quiere demostrar que durante los
primeros veinte años posteriores a 1870, las decisiones con respecto a la
educación surgieron de un interés político más que pedagógico.
La regeneración educativa
La investigación a la que nos abocamos debe ser contextualizada en
el escenario de la llamada Regeneración. “La regeneración es un vocablo que
presupone que algo está degenerado, por lo que se aspiraba a su nueva
reproducción, previamente la destrucción de su causa motora”[5].
Como resultado de la GTA, se insertó en
la dirigencia política una élite ideológicamente liberal “deseosa de enterrar
todo el pasado lopista y francista”[6] para
iniciar un nuevo proyecto cultural, social, económico y político en el país. El
vocero institucional de esta campaña fue precisamente el periódico llamado La Regeneración, el cual apareció
el 1 de septiembre de 1869 y “cumplió estrictamente su programa y su culta
prédica”[7]. Esta
prensa fue a su vez “el órgano en el cual el gobierno provisorio mandaba hacer
público sus actos oficiales”[8]. El
siguiente breviario recoge las ideas principales del periódico: “Nuestro norte
es la felicidad del Paraguay; nuestra norma, la Ley; nuestro partido, el
pueblo; nuestra bandera la libertad, el progreso; nuestra ciencia social, la
educación del pueblo [.. ,]”[9].
Fuente: Kuña
Róga (https://kunaroga.org).
|
Imagen 1. Rosa Peña, preceptora (1843-1899)
Una de las herederas de las familias exiliadas del Paraguay, en
tiempo de los López, fue Rosa Peña, hija de Manuel Pedro de la Peña, fiero
publicista en contra de los López desde Buenos Aires. A ella, formada con el
argentino Domingo Faustino Sarmiento, se le encomendó la dirección de un centro
de formación de preceptoras en Asunción[10].
La educación fue el mecanismo que imaginó Sarmiento para
incorporar a vastos sectores al proyecto civilizatorio que guió
su pensamiento [...] Como
respuesta a la falta de cohesión social e identidad nacional, Sarmiento
convirtió a las escuelas, especialmente a las primarias, en el elemento que
debía transformar a analfabetos en ciudadanos.[11]
Antes que egresaran las primeras mujeres formadas con Peña (31 de
enero de 1879), ya se había instituido una escuela de niñas en la capital del
Paraguay a cargo de Asunción Escalada, nieta del argentino Juan Pedro Escalada,
quien fuera maestro de los hijos de C. A. López. Sin embargo, Asunción escribió
el 30 de enero de 1869 un alegato contra la tiranía y a favor del rol de la
mujer en la educación, dirigido al presidente de la Junta Municipal de
Asunción:
Al aceptar Sr Presidente, a pesar de mi
inexperiencia, el puesto que me ha designado, es porque me hallo poseída de los
mismos sentimientos que esa corporación me ha significado, cooperando con mis
débiles esfuerzos a cubrir los surcos profundos que la tiranía ha dejado en pos de sí, despojando a la mujer, por medio de la
corrupción y la ignorancia, de su rol civilizador en las sociedades cristianas.[12]
Era claro y necesario -según sostenían en los primeros años de
posguerra- reconstruir la identidad sobre los cimientos de una nación
destrozada a la que condujeron los gobiernos de Francia y de los López. La
pretensión de los regeneracionistas era borrar todo el pasado paraguayo
considerado bárbaro, premoderno y autoritario[13].
En definitiva, “el escenario de la batalla por la educación en la
posguerra fue el escenario político, es decir, la construcción de un país
liberal en lo político que aborreciera las tiranías”[14], como explícitamente quedó
plasmado en el Manifiesto del Triunvirato del 10 de septiembre de 1869.
Entre 1869 y 1873, se produjeron una serie de actos jurídicos de
relevancia para la reorganización de la enseñanza pública, en general, y de las
escuelas rurales, en particular. El 27 de agosto de 1869 se crearon varios
ministerios, entre ellos el del Interior, que se ocupó de la instrucción
pública. El 7 de marzo de 1870, por medio del Decreto “Reorganización de las
Escuelas de Instrucción Primaria”, se obligó a los jefes políticos de cada
departamento y a los comandantes de las villas a establecer escuelas de niños
de primeras letras en sus jurisdicciones territoriales.
Con la jura de la nueva Constitución Nacional, el 25 de noviembre
de 1870, se creó el Ministerio de Instrucción Pública y consecuentemente,
aparecieron decretos y leyes reglamentarios dirigidos a reorganizar las
escuelas del país. El 23 de abril de 1872, se creó el Consejo de Instrucción
Pública; el 14 de agosto de 1872, se autorizó por ley la contratación de
preceptores extranjeros y, el 2 de noviembre de 1873, la inclusión en el
Presupuesto de Gastos de la Nación (PGN) el sueldo de
85 preceptores de escuelas rurales cuyas erogaciones debían empezar a
ejecutarse en 1874.
En la tabla 1 presentamos la relación de aquellos actos jurídicos
importantes para la expansión de las escuelas rurales en el país.
Tabla 1. Actos
jurídicos relacionados con
escuelas rurales en
posguerra
Fecha |
Instrumento |
Acto jurídico |
27/08/1869 |
Decreto |
Se crea el
Ministerio del Interior, que tiene a su cargo la instrucción pública. |
7/03/1870 |
Decreto |
Reorganización
de las Escuelas de Instrucción Primaria. |
25/11/1870 |
Constitución Nacional |
Se crea el
Ministerio de Instrucción Pública. |
23/04/1872 |
Decreto |
Se crea el
Consejo de Instrucción Pública. |
14/08/1872 |
Ley |
Se autoriza
la contratación de preceptores extranjeros. |
2/11/1873 |
Ley |
Inclusión
en el PGN para 1874 el sueldo de 85 preceptores de
escuelas rurales. |
El reconstruccionismo educativo
Otra consecuencia de la derrota del Paraguay en la GTA fue la aparición de un movimiento colectivo conocido
como los reconstruccionistas. “Por la reconstrucción que sobrevino después de
la guerra tuvo el signo de renacimiento y nunca del regeneracionismo como
aspiraba una minoría de paraguayos impresionados por teorías exóticas [.. ,]”[15].
El reconstruccionismo se apropió de las
posturas nacionalistas con base en la época de Francia y de los López. Estas
ideas confluyeron en la fundación de la Asociación Nacional Republicana (ANR), también conocida como Partido Colorado, bajo el
liderazgo de B. Caballero, su primer conductor[16].
Sobre el punto, la década de 1880 se caracterizó por la presencia
política tanto de excombatientes de la GTA como de
otras figuras relacionadas con el gabinete del malogrado Francisco Solano
López, como lo fue Caballero[17].
Con el tiempo, durante la segunda mitad del siglo XIX y gran parte
del siglo XX, la escuela fue vista como un espacio de transmisión de valores y
principios sostenidos por el Estado, “en los cuales los héroes, los patriotas,
se transfiguran en seres primordiales en la formación de la nación”[18].
Personajes como Caballero y Solano López se convirtieron en los arquetipos del
caudillo paraguayo[19]. Juan E. O’Leary, un intérprete nacionalista de la
década de 1920, convirtió a Caballero en “el centauro de Ybycui”.
“Caballero fue el caudillo, el conductor, el pastor de multitudes, la gran
bandera del resurgimiento nacional”[20].
La escuela y sus preceptores se convirtieron en agentes de
transmisión de valores y principios sostenidos por el Estado. “No queda ninguna
duda de que la ideología del gobierno se había trasladado a la escuela”[21].
Más allá de la instrumentalización política de la educación, los
problemas eran complejos. Muchos maestros de buena voluntad no sabían leer ni
escribir y sus métodos de enseñanza eran arcaicos[22]. El cuadro educativo de la
época era preocupante. Había edificios ruinosos, faltaban libros, útiles y
ropas para los alumnos[23]. Cabe
señalar que solo hasta 1914 se analizó la posibilidad de introducir uniformes
en las escuelas.
Los gobiernos de posguerra hicieron esfuerzos para adquirir libros
escolares del extranjero, pero también para producir textos nacionales, si bien
con autoría extranjera. Es emblemático de esta situación el Compendio de Historia del Paraguay escrito por el
colombiano Próspero Pereira Gamba y el siciliano Leopoldo Gómez de Terán, publicado en 1879
por la imprenta La Reforma.
Reorganización
de escuelas bajo mandato de B. Caballero
B. Caballero fue primeramente ministro del Interior durante el
gobierno provisorio de Salvador Jovellanos, en 1873, en plena campaña
regeneracionista, que explicamos más arriba. Pero, también, opositor al régimen
de ocupación, contra el cual encabezó levantamientos armados apoyado en un gran
número de correntinos que integraban su ejército[24], porque tras los fracasos de
los primeros golpes se refugió en Corrientes, Argentina, para arreglarse[25].
En 1880, evitó que el vicepresidente Adolfo Saguier asumiera la
presidencia después de la muerte de su amigo Cándido Bareiro y se hizo del
poder hasta 1886. Bajo su gobierno, primero durante el periodo provisional
(1880-1882) y luego en el periodo constitucional (1882-1886), surgieron nuevas
disposiciones de carácter fundacional con respecto a las escuelas del país.
Bajo el primer mandato presidencia de Caballero, el 17 de
noviembre de 1881, se crearon Consejos Escolares en las escuelas de 1.a
y 2.a clase, que habrán sido entonces muy pocas.
Se les autorizó a estos consejos a sugerir o recomendar (no a
designar) el nombramiento de preceptores y a hacer un seguimiento de las
condiciones del acto educativo. Favorecieron la participación de las familias
más acomodadas del pueblo siempre y cuando los representantes de éstas fueron
hombres.
El 23 de diciembre de 1881, otro decreto estableció el Reglamento
General para las Escuelas Públicas, inaugurando así, por primera vez en el
país, la escuela graduada del 1.° al 3d grados.
Desde el 30 de noviembre de 1881, por decreto, se crearon las
primeras escuelas de 1.a, 2.a y 3.a clase en
varias localidades, casi sucesivamente, contabilizándose en el periodo
alrededor de 80 nuevas escuelas, hasta entonces de niños. El 12 de enero de
1884 se crearon las primeras escuelas de niñas de la campaña, “haciendo así más
extensivos los beneficios de la educación común”[26].
En la normativa de la época no encontramos ninguna definición
exacta sobre escuelas de 1.a, 2.a, 3.a o 4.a
clase. En principio, las categorías representaron diferencias en la asignación
de salarios a los maestros contratados. Quizás por imitación, en los primeros
años de reorganización de las escuelas se tuvo en cuenta la Ley de Educación
Común de Argentina de 1875. En esta norma, la escuela de primera clase era una
escuela superior; la de segunda clase estaba situada en capital de provincia;
la de tercera clase en capital de departamento y la de cuarta clase era rural.
La tabla 2 presenta, en orden cronológico, los principales actos
jurídicos que, a nuestro criterio, contribuyeron a reorganizar las escuelas en
el Paraguay de posguerra, según hemos descripto.
Tabla 2. Principales decretos sobre escuelas rurales (gobierno de B. Caballero)
Fecha |
Instrumento |
Acto jurídico |
17/11/1881 |
Decreto |
Se crean
los primeros Consejos Escolares en pueblos del interior donde funcionan
escuelas de 1.a y 2.a clase. |
30/11/1881 |
Decreto |
Se crean
primeras escuelas graduadas de niños de 1.a, 2.a y 3.a
clase en varios pueblos. |
23/12/1881 |
Decreto |
Se
establece el Reglamento General para las Escuelas Públicas. Se crean los
grados 1.° al 3.°. |
30/01/1884 |
Decreto |
Se crean
las primeras escuelas de niñas de la campaña. |
Fuente: Elaboración propia a
partir de ROP
En su primer informe presidencial dirigido al Congreso Nacional,
B. Caballero mencionó que con pocos recursos intentó mejorar la idoneidad de
los maestros y facilitar a los estudiantes de textos y útiles, entre otros
logros. Afirmó que “la instrucción primaria se encontraba en un estado harto
deplorable”[27].
En resumen, un recuento rápido que pudimos hacer a partir de los
decretos publicados durante el periodo provisional de gobierno de Caballero
(1880-1882) da cuenta de que se fundaron 84 escuelas de niños en dos años,
siendo más de la mitad de ellas de 3a. clase (43); 8 escuelas de niños de 1a.
clase, 10 de 2a. clase y 23 sin especificar (S/E). Ninguna escuela de niñas fue
creada en este plazo[28]. Si se
cambia 1a, por primera, habría que cambiar en los demás párrafos y
en la tabla. Recomiendo dejar la grafía 1a. y etc.
Sin embargo, en el siguiente periodo (1882-1886), se crearon en
varias localidades 44 escuelas rurales: 6 de niños y 38 de niñas; este último
dato marca la expansión, que fuera relegada por tanto tiempo, de la educación
básica a las niñas, y significa, sobre todo, la inserción de mujeres a la
educación por primera vez en la historia[29].
En este lapso, Caballero creó 3 escuelas de 2.a clase,
2 de 3.a clase y 1 S/E, para niños; cabe aclarar que no hay
registros de creación de ninguna escuela de primera clase en este periodo.
También, para niñas, el presidente autorizó la formación de 10 escuelas de 1.a
clase, 26 de 2.a clase y 2 de 3.a clase.
El total general de escuelas rurales creadas bajo el gobierno de
Caballero, según nuestro conteo, fue de 128. En la tabla 3, los datos
cuantitativos están ordenados por escuela para niñas, por periodo de gobierno y
por clase.
Tabla 3. Creación de escuelas rurales entre 1880 y 1886
|
Escuela de niños |
Escuela de niñas |
||||
Clase |
1880-1882 |
1882-1886 |
Subtotal |
1880-1882 |
1882-1886 |
Subtotal |
1a. |
8 |
0 |
8 |
0 |
10 |
10 |
2a. |
10 |
3 |
13 |
0 |
26 |
26 |
3a. |
43 |
2 |
45 |
0 |
2 |
2 |
S/E |
23 |
1 |
24 |
0 |
0 |
0 |
Subtotal |
84 |
6 |
90 |
0 |
38 |
38 |
Total |
128 |
Fuente: Elaboración propia a
partir de Arturo Bordón, op. cit,
207-222.
Un viajero francés, cuya visita técnica al Paraguay entre 1887 y
1888 concluyó en un libro sobre geografía y sociología del país, registró en
tono bastante auspicioso que, para 1882, ya existían 175 escuelas y para 1886,
213 escuelas[30], tiempos
que coinciden con el gobiernode B. Caballero con
quien entabló amistad y a quien le dedicó la obra. Los datos recogidos por el
investigador tienen un porcentaje 166 % superior a los que nosotros pudimos
sumar. ¿Hubo un error o hubo fanatismo?
A pesar de estos datos que indican, de todos modos, la dirección
que tomó el gobierno de B. Caballero en la reconstrucción de la enseñanza
pública, a nivel educativo el Paraguay no avanzaba suficientemente -según
críticas- pese a las promesas del liberalismo[31].
Funciones y
nombramientos de preceptores
Para entender la función de los preceptores de posguerra en el
Paraguay -al menos en primera instancia, ya que se sucedieron ajustes consecuentes-,
es necesario recurrir al decreto del 7 de marzo de 1870 conocido como
“Reorganización de las Escuelas de Instrucción Primaria”.
Mediante el artículo 9.° de la citada
norma, se ordenó a los preceptores como regla de conducta el mejor tratamiento
a los niños, limitando los castigos por las faltas a las penas penitenciarias.
El artículo 107 los autorizaba a no permitir la dicción en las escuelas en
idioma guaraní[32], sino
únicamente en español. El artículo 117 decía que los maestros debían atender
que los estudiantes siempre se presentaran aseados y evitar chanzas de mano y
groserías. El artículo 127 señalaba que era
obligación de los maestros instruir en los principios de la religión y el
artículo 137 que eran responsables de todo abuso y falta de sus
deberes.
Otros artículos del reglamento hacían referencia a las funciones
de los preceptores. El artículo 137 indicaba que
debían firmar certificados de retiro de alumnos; el artículo 227,
que confeccionarían el horario escolar de acuerdo con el Consejo Escolar; el art. 257,
que debían presentar el programa de examen a la comisión evaluadora; el
artículo 497 pretendía evitar la utilización del aula para
fines ajenos a la educación, concretamente, prohibía levantar o promover en las
escuelas públicas suscripciones o contribuciones entre los alumnos, cualquiera
que fuera el objeto a que se destinasen.
El ordenamiento jurídico fue contundente con respecto al rol de
los preceptores. Pero, en un país que se “regeneraba”, ¿cuál era la cantera de
preceptores?; es decir, el desafío era dónde encontrar maestros para cubrir la
reorganización de la enseñanza pública, sobre todo en las escuelas rurales.
Si bien los esfuerzos por formar preceptoras comenzaron
tímidamente en Asunción, la realidad de la demanda superó la buena voluntad. La
primera academia de preceptores se creó recién en 1888. El Gobierno comprendió
que era necesario valerse del concurso de preceptores extranjeros, mejor
procedentes de la Argentina, en especial de las provincias colindantes con el
país, por razones culturales y políticas. Por eso, promulgó la ley del 14 de
agosto de 1872.
No obstante, todos los maestros recién llegados a los pueblos
debían ser nombrados por los jefes políticos respectivos, a la sazón, jueces de
paz en muchos casos, con el parecer del vecindario[33]. El art. 5.° del decreto del 7 de marzo de 1870 decía concretamente que la
elección de las personas para preceptores la harían los jefes políticos,
“consultando su aptitud y buena conducta, que sepa leer y escribir”.
La disposición habría funcionado regularmente si no operaba otro
criterio superior. Podía suceder que las carencias en la formación de los
docentes admitieran cierta discrecionalidad en los nombramientos, sea por
cercanía política o familiar.
Aun así, la calidad de los preceptores designados en la campaña
entre 1870 y 1880 fue dispar. Los informes de los jefes políticos y los
visitadores de escuelas muestran dos realidades oscilantes entre el libre
empeño y la adecuada competencia.
En algunos casos se tenían preceptores con muy buena voluntad,
pero con escasa capacidad para la enseñanza. En otros casos, los preceptores
disponían de una capacidad innata, pero tenían poca voluntad para enseñar, la
cual se debía a una situación externa que obligaba a los preceptores a buscar
otros recursos de subsistencia. La falta de pagos o prolongados retrasos en los
pagos por los servicios realizados alentaban las constantes renuncias al cargo
de preceptor de escuela.[34]
Responsabilidades de los jefes políticos
La responsabilidad de los jefes políticos, a falta de ellos jueces
de paz, sobre la educación de sus pueblos también emergió del decreto del 7 de
marzo de 1870. A ellos se les encomendó la tarea de establecer “uno o más
establecimientos de escuelas de primera letras” (art. Lo), inicialmente para
niños.
Los jefes políticos según el art. 147 eran responsables “por lo que
les concierne” de los establecimientos de educación primaria y no debían
“omitir ningún medio que pueda contribuir al adelanto de los niños”. El art. 157 les obligaba a visitar
mensualmente las escuelas de sus departamentos “para ver el estado, saber las
necesidades que tengan y el comportamiento de los preceptores”.
Bajo estas consideraciones normativas se pueden comprender las
constantes notas dirigidas, en 1876, al entonces ministro de Instrucción
Pública, Bernardino Caballero, solicitando útiles escolares o autorizando el
nombramiento de maestros de campaña, según el afán por la educación que se
recibe en los distintos pueblos. Son ejemplo de estas solicitudes, la carta del
juez de paz de San José[35], otra del
juez de paz de Ajos[36] y otra
del jefe político de Itapé[37], entre muchas otras que pueden
encontrarse en la Sección Educación-Ministerio de Justicia del Archivo Nacional
de Asunción (ANA).
A pesar de los arreglos normativos realizados en los sucesivos
años de posguerra, la práctica de escribir a la autoridad educativa central por
parte de los jefes políticos continuó, al menos hasta 1888. En este sentido, de
la Sección Educación-Ministerio de Justicia del ANA, podemos extraer un
importante número de solicitudes dirigidas al entonces Consejo Superior de
Educación. Por ejemplo, el jefe político de Santa María[38], pide, entre otras cosas,
nombramiento de maestros; el jefe político de San Miguel[39] solicita el pago de sueldos y
ayudante de escuela, la misma solicitud del jefe político de San Juan Bautista[40].
Hay muchas otras notas con sellos de las jefaturas de paz en
las que se adjuntan planos de escuelas, listas de libros, útiles y otras
necesidades de las escuelas. En todos los casos, se puede leer la mediación y
la intervención de los jueces de paz en la educación de sus comunidades, en
tanto estaba prescripto que así sea.
Caso: escuela de Villa Florida
Nos parece que la situación político-institucional que envolvió
los nombramientos de preceptores y preceptoras rurales en el Paraguay de
posguerra puede ser descripta ejemplarmente mediante su focalización en un
pueblo determinado como lo es Villa Florida, ubicado al sur de Asunción, en la
margen izquierda del río Tebicuary
La historia de este paraje y su conformación como núcleo
poblacional recorre siglos de ocupaciones, arrendamientos y utilización
estratégica, además de conflictos de intereses, hasta que el 6 de setiembre de
1880 (mediante decreto firmado por B. Caballero, quien así inicia su gobierno
presidencial), el antiguo Paso de Santa María fue elevado a la categoría de
villa con el nombre de Florida[41].
Hasta entonces, ni en tiempo colonial, ni bajo el gobierno de
Francia y de los López, se estableció siquiera una escuela de primeras letras
exactamente en esta localidad ribereña.
En 1886 la villa llegó a ser la primera economía del departamento
de Misiones, según registros estadísticos[42]. Se calcula que el capital
representado per cápita en el pueblo era de 6,4 pesos fuertes, cuando el
promedio nacional estaba en 11,5 pesos fuertes. Ciertamente, compartía este
guarismo con la vecina localidad de San Miguel, en cuyos territorios en conjunto
estaban asentadas 1937 personas, entre ellas 42 hacendados, casi todos
migrantes de Corrientes y Uruguay que fueron favorecidos por el Gobierno, desde
el fin de la GTA, para introducir su ganado a las
Misiones paraguayas[43]. El resto
de la población fue registrada mayoritariamente como agricultora.
Otro hecho —escasamente auspicioso- de la presidencia de B.
Caballero fue la venta de tierras fiscales y yerbales del Estado a $ 1,50
moneda nacional la cuadra de 10.000 varas superficiales, con el pretexto de que
la nación se consideraba imposibilitada de administrar y sacar provecho de
dichas tierras.[44].
La Ley de “Ventas de Tierras Públicas” de 1885 señaló que los
campos de Villa Florida eran de primera clase, lo cual tuvo correspondencia
directa con la intención gubernamental de hacerse de recursos económicos con la
venta de las estancias de esta localidad.
La pujanza económica y la introducción de migrantes presionaron a
que se organizaran en el nuevo municipio instituciones de orden público como
ameritaba[45]. Lo
primero en constituirse fue el Juzgado de Paz, que ofició de hecho como
jefatura política. Después, se conformó el Consejo Escolar que, según la
normativa en vigencia, debía recomendar al jefe político y, vía éste, al
ministro del ramo el nombramiento del preceptor o de la preceptora que
correspondiera.
En este orden: primero, el nombramiento del jefe político y
segundo, el nombramiento del preceptor de la escuela de niños o de la
preceptora de la escuela de niñas serán representativos del nuevo ordenamiento
político-institucional de Villa Florida, cuya relación de hechos entre 1880 y
1886, que coinciden con los años de gobierno de B. Caballero, presentamos en el
siguiente apartado.
Ordenamiento político
Muchos creen que la vida política de Villa Florida comienza en la
segunda mitad de 1880, cuando se decreta su elevación a villa y cambio de
nombre, olvidando su larga tradición como paso fronterizo entre la Provincia
del Paraguay y la Provincia Jesuítica, así como su fundamental ubicación como
puerto de carga y descarga ya en tiempos de la república[46].
Sin embargo, no hay dudas de que desde 1880, tras la GTA, comienzan a constituirse una serie de instituciones
oficiales en Villa Florida para atender las necesidades del intercambio
comercial y de la nueva población que se estableció en el lugar. Las
designaciones de autoridades que se recogen en los registros públicos son
características de la organización política en desarrollo[47].
Entre las instituciones políticas que nos interesa destacar está
la creación del Juzgado de Paz, que actuó originalmente como jefatura política
o delegación de gobierno en una jurisdicción de hasta dos leguas en la margen
izquierda del río Tebicuary El 28 de enero de 1882 se
nombraron los primeros jueces de paz, titular y suplente, respectivamente.
También se creó la escuela por primera vez, la cual, de 1883 a 1884, saltó a
ser de 1.a clase, a pesar de su precariedad.
Para atender la demanda escolar, se constituyó, el 21 de marzo de
1884, el Consejo Escolar, aunque tardíamente porque, desde el 17 de noviembre
de 1881, se puso en vigencia el decreto de creación de consejos escolares en
pueblos del interior donde funcionaban escuelas de 1.a y 2.a
clase; empero hubo que esperar el salto de nivel para que, en la lógica
jurídica, pudiera crearse el Consejo Escolar.
Finalmente, en 1884, la nueva villa adquirió el nivel de
municipalidad con la elección del Consejo Municipal y la instalación de las
autoridades locales. Es un hecho interesante y quizás paradigmático que, en
Villa Florida, primero se constituyó un Consejo Escolar y luego un Consejo
Municipal (17 de agosto de 1884).
En la tabla 4 exponemos la cronología de hechos relevantes sobre
la organización política y educativa en Villa Florida, tomando como fuentes el ROP y la Sección Educación-Ministerio de Justicia del ANA.
Tabla 4. Cronología de organización política y educativa en Villa Florida
Hecho |
|
06/09/1880 |
Se renombra
al Paso de Santa María como Villa Florida por ley. |
28/01/1882 |
Se crea el
Juzgado de Paz. |
6/02/1883 |
Se crea la
escuela de 3.a clase. |
30/01/1884 |
Se
establece escuela de 1.a clase. |
21/03/1884 |
Se crea el
Consejo Escolar. |
16/05/1884 |
Se
establece por ley la municipalidad. |
17/08/1884 |
Se realizan
elecciones para conformar Consejo Municipal. |
20/02/1885 |
Se eleva a
categoría de 2.a clase la escuela de niños. |
Fuente:
Elaboración propia a partir de ROP y ANA.
Nombramientos de jueces de paz y preceptores
Mediante la consulta en el ROP y en la
Sección Educación-Ministerio de Justicia del ANA, podemos construir la relación
de nombramientos de jueces de paz y preceptores en Villa Florida entre 1882 y
1886, periodo que coincide con el gobierno constitucional de Bernardino Caballero.
En los dos primeros años del rebautizado pueblo de Villa Florida,
no se produjo ningún nombramiento de preceptor o preceptora, al menos hasta la
aparición de los primeros jueces de paz. El 28 de enero de 1882, por decreto,
Ángel Martínez (más tarde jefe político de San Miguel, pueblo vecino al sur de
Villa Florida) y Nicasio Franco fueron designados jueces de paz titular y
suplente, respectivamente. Muy pronto, Nicasio Franco renunció (coincidió con
su casamiento en San Ignacio con Juana Evangelista Llanes; su padrino fue José
de los Santos Miño, por aquellos años influyente político militar de Misiones)
y fue sustituido, el 30 de enero de 1883, por Agustín Quiñones. Tenemos así
tres nombramientos políticos oficiales en los primeros años de vida municipal.
Empero, aún no se constituía el Consejo Municipal.
El primer preceptor de escuela de niños de Villa Florida fue
Enrique Zelaya, nombrado el 6 de febrero de 1883; posiblemente vino desde
Santiago y era contador. Permaneció en el cargo poco más de año y medio tras el
nombramiento de un nuevo juez de paz suplente, Cancio Benítez (6 de diciembre de 1883), y la conformación del primer
Consejo Escolar (21 de marzo de 1884).
Por su parte, el primer Consejo Escolar de Villa Florida fue
integrado por Juan A. Gorrino, Gerónimo Riart, Pedro
González (titulares), Tomás Barboza y Miguel Acevedo (suplentes). Muchos de ellos
fueron migrantes procedentes de Corrientes con influencia comercial en la zona.
También el nuevo preceptor y su esposa, Nemesia R. de
Zelaya, nombrada maestra de 2.a clase, el 1 de abril de 1884, fueron
correntinos. Acevedo vino
del Uruguay[48].
Tras la salida del matrimonio Zelaya de la escuela local, se
procedió a los reemplazos. El 13 de junio de 1884, Onofre Sosa asumió como
preceptor de escuela de niños, y el 14 de junio de 1884, Lucía Franco, como
preceptora de 2.a clase.
Sucedieron dos años más de nuevas recomposiciones. Primero, se
cubrió la vacancia en el Juzgado de Paz (por renuncia de Ángel Martínez) con la
nominación de Antonio T. Zelada, el
6 de marzo de 1885.
“En 1880, hubo un cambio en el ámbito político de Argentina con la
ascensión al poder del Gral. Julio A. Roca del Partido Unitario. Esto causó que
muchos correntinos abandonaran Argentina y se trasladaran a Paraguay”[49]. Devino,
tras ello, la calificación de Martina Ferreira de Barrios como preceptora de la escuela de niñas de 2.a
clase, el 5 de marzo de 1885. Cabe anotar que meses después, el marido de
Martina, Doroteo Barrios, fue designado vicecónsul argentino con residencia en
Villa Florida (22 de julio de 1885). Ambos llegaron de Bella Vista, Corrientes,
donde ella trabajó como maestra y él como juez pedáneo, desde 1873. “Don
Doroteo y Misia (mi señora) Martina, como se la llamaba en distinción y cariño,
fueron pulcros en aseo personal y de la casa, en la vestimenta y en la mesa,
afables e interesantes en el trato y castizos en el hablar”[50].
Cancio Benítez renunció como juez de paz suplente y lo sustituyó De
Jesús Giménez, el 14 de abril de 1885, quien estuvo hasta fin de año. Guillermo
Sánchez asumió aquel puesto el 4 de diciembre 1885. También renunció Onofre
Sosa como preceptor de escuela y fue reemplazado por Francisco Candia, el 15 de
junio de 1885, como preceptor de escuela de 2a. clase de niños. Candia actuó
más adelante, en la década de 1890, como evaluador de las escuelas de dos
pueblos cercanos, San Ignacio y San Juan Bautista, así como de Villa Florida.
Cuatro años después fue designado jefe político de San Miguel.
El 31 de diciembre de 1885, ingresó como miembro titular del
Consejo Escolar un hombre de confianza de B. Caballero, el mayor Juan A. Jara,
quien 4 años más tarde fue nombrado comandante y jefe político de San Juan
Bautista de las Misiones (19 de octubre de 1889) en sustitución de José de los
Santos Miño, otro confidente de B. Caballero, quien fue también comandante
mayor de San Ignacio desde 1875. En la misma fecha y por el mismo decreto, Miño
fue nombrado miembro titular del Consejo Escolar de San Juan Bautista de las
Misiones. La familia Barrios tenía afinidad con Miño porque Cornelio, hermano
de Doroteo, se desempeñó como su ayudante[51]. Ambos, el coronel Miño y el
sargento Barrios, del lado del Gobierno, fallecieron heridos de bala en el
asalto al cuartel escolta, en Asunción, el 18 de octubre de 1891[52].
A mediados de 1886, Martina Ferreira pidió permiso de su cargo como
maestra para ausentarse temporalmente del país, pero en realidad nunca más
volvió a esa posición en Villa Florida. El 11 de septiembre de 1886 la
reemplazó Delfina F de Candia. A Martina, la encontramos nombrada el 20 de abril
de 1887, como preceptora de la escuela de niñas de 2.a categoría en
San Juan Bautista.
Fuente: https://paraguayologia.com (2022)
Imagen 2. Coronel José de los Santos Miño, jefepolítico
militar de Misiones (siglo XIX)
El 23 de septiembre de 1886, Pedro González, miembro del Consejo
Escolar, pasó a ser juez de paz, por renuncia de Antonio T. Zelada, quien se trasladó a Caapucú.
En resumen, en el periodo de estudio se realizaron seis cambios de
jueces de paz desde el nombramiento de los primeros jueces. La misma cantidad
de nombramientos de preceptores se produjo de modo alterno y consecutivo, en
dicho periodo, lo cual muestra la estrecha relación política entre ambos
puestos y, al mismo tiempo, la inestabilidad del proceso.
A pesar de la novedosa designación de mujeres como preceptoras,
ninguna provenía de Villa Florida. Celsa Rolón y Carmen Ingenieri habrían sido
las primeras maestras florideñas, recién en el siglo
posterior[53]. El
hermano de Carmen, Herminio Ingenieri, llegó a ser
jefe político de Villa Florida en 1917.
En la tabla 5 presentamos la relación de nombramientos de jefes
políticos y de preceptores y preceptoras en Villa Florida de modo cronológico,
de 1882 a 1886, que se corresponde con los periodos de gobierno de B. Caballero
en la presidencia de la república.
Tabla 5. Jueces de
paz y preceptores en Villa Florida, 1882-1886
Fecha |
Nombre |
Cargo |
28/01/1882 |
Ángel
Martínez |
Juez de paz
titular. |
28/01/1882 |
Nicasio
Franco |
Juez de paz
suplente. |
30/01/1883 |
Agustín
Quiñones |
Juez de paz
suplente (por renuncia de Nicasio Franco). |
6/02/1883 |
Enrique
Zelaya |
Preceptor
de escuela de niños. |
6/12/1883 |
Cancio Benítez |
Juez de paz
suplente. |
21/03/1884 |
J. A.
Gorriño, Gerónimo Riart, Pedro González
(titulares); Tomás Barboza y Miguel Acevedo (suplentes) |
Miembros
del Consejo Escolar. |
01/04/1884 |
Nemesia R. de
Zelaya |
Maestra de
2.a clase. |
13/06/1884 |
Onofre Sosa |
Preceptor
de escuela de niños (por renuncia de Enrique Zelaya). |
14/06/1884 |
Lucía
Franco |
Preceptora
de 2.a clase. |
6/03/1885 |
Antonio T. Zelada |
Juez de paz
(por renuncia de Ángel Martínez). |
6/03/1885 |
Agustín
Rolón |
Jefe
político de San Miguel y Villa Florida. |
5/03/1885 |
Martina Ferreira de Barrios |
Preceptora
de escuela de niñas de 2.a clase. |
14/04/1885 |
De Jesús
Giménez |
Juez de paz
suplente (en reemplazo de Cancio Benítez). |
15/06/1885 |
Francisco
Candia |
Preceptor
de escuela de 2.a clase de niños (en reemplazo de Onofre Sosa). |
4/12/1885 |
Guillermo
Sánchez |
Juez de paz
suplente (por renuncia de Giménez). |
31/12/1885 |
Juan A.
Jara |
Ingresa
como miembro titular del Consejo Escolar, en reemplazo de J. A. Gorriño. |
11/09/1886 |
Delfina F. de
Candia |
Preceptora
(reemplaza a Martina Ferreira). |
23/09/1886 |
Pedro
González |
Juez de paz
(por renuncia de Antonio T. Zelada). |
Fuente: Elaboración propia a partir de ROP
y ANA.
Casi dos décadas después de la GTA, en
1887, se crearon los primeros partidos políticos del Paraguay la ANR-Partido Colorado y el Centro Democrático-Partido
Liberal, como resultado de las controversias que los principales caudillos
sobrevivientes se disputaron en torno al poder político. B. Caballero fue el
fundador del Partido Colorado cuando ya no estaba en la presidencia de la
república. En adelante, la política local funcionaría de manera pendular entre
una u otra agrupación y con el tiempo, cada una tejería sus propias redes de
congruencia, de oportunidades y de beneficios.
El periodo de gobierno de B. Caballero fue aséptico a los partidos
políticos, pero no por ello dejó de ser un tiempo preñado de ímpetus políticos
que fueron configurando las afinidades hacia uno u otro club ideológico. En
este contexto, entendemos que la reorganización educativa jamás pudo quedar
fuera de los ajustes de posguerra, aunque estaba expresamente prohibido hacer
propaganda en las escuelas.
Sin embargo, la secuencia de nombramientos de jueces de paz -quienes
actuaron como delegados políticos- y de preceptores y preceptoras, parece
corresponderse a los intereses del Gobierno de turno. Obviamente los jefes
políticos tenían que ser leales a la presidencia y es por ello entendible que
los puestos hayan sido ocupados por amigos, conocidos, parientes, civiles o
militares con empatía hacia B. Caballero, no solo en espacios de decisión
política, como las jefaturas políticas y los juzgados de paz, sino también en
los consejos escolares. Revisemos el caso del mayor Juan Jara que sustituyó a
J. A. Gorriño en el Consejo Escolar de Villa Florida en 1885.
Los consejos escolares debieron de haber actuado como bisagra
entre el interés político y el interés social. No obstante, en su conformación
siempre se prefirió optar por personas con mejor posición económica o posición
política. En definitiva, la designación de maestros y
maestras de las incipientes escuelas rurales se colocó en las manos de
los jefes políticos. Entonces, no cabe otra suposición más que la concordancia
que aquellos nombramientos pudieron tener con las ideas regeneracionistas o
reconstruccionistas de la época.
Cabe reconocer que la labor nacionalista de aquella época quedó en
manos de extranjeros -incluso algunos escribieron libros sobre la historia
paraguaya- porque no había preceptores locales capacitados. Por eso, debió de
favorecerse la voluntad de los migrantes, muchos de ellos procedentes de
Corrientes, con una prescripción legal especial.
Los ajustes normativos y la atención a las carencias de las
escuelas, durante el periodo que analizamos, señalan también las bases de una
burocracia educativa emergente: nombramientos, sueldos, solicitudes, sellos,
firmas, etc., que tienen como actor principal no al maestro de escuela sino al
delegado del poder político de turno. Entonces, con el pretexto de la
reorganización de la enseñanza pública, también se reorganizó el control
político-institucional desde el Estado sobre las comunidades rurales, en general,
y sobre las escuelas rurales, en particular.
Aparentemente el modelo introducido en las escuelas debió
funcionar con eficacia. Pero las dificultades no pudieron salvarse tan pronto,
precisamente porque la educación recayó generalmente en manos de políticos y
personas de buena voluntad sin la idoneidad
necesaria[54]. Recordemos que el preceptor
de Villa Florida, Enrique Zelaya, por ejemplo, fue contador, no maestro de
formación.
El informe del inspector, Vicente R. de Oliveira, producido el 10 de julio de 1888,
fue lapidario en cuanto a la marcha de la escuela de Villa Florida,.
Con relación a la escuela de niños escribió: “su preceptor es de lo menos
malo”. De los 54 alumnos, marcó que “solo 18 saben leer y escribir”. Sobre la
escuela de niñas, señaló: “la preceptora deja mucho que desear”. De las niñas,
subrayó que “hállanse en un lamentable estado de
ignorancia”[55].
Esta descripción final sin dudas abre otros enlaces posibles y
necesarios de estudiar con respecto a los resultados del modelo educativo implementado a corto, mediano o largo plazo en
el Paraguay de posguerra. La pregunta orientativa para futuras investigaciones
es: ¿Cuáles fueron los resultados del regeneracionismo o del reconstruccionismo en el aprendizaje de niños
y niñas de las escuelas rurales del Paraguay?
El autor declara no tener conflicto de interés.
Sin financiación
Archivo
Nacional de Asunción (ANA), Asunción, Paraguay. Sección Educación-Ministerio de
Justicia, vol. 3, ff. 4, 5, 6.
Archivo
Nacional de Asunción (ANA), Asunción, Paraguay. Sección Educación-Ministerio de
Justicia, vol. 9.2, ff. 1-12; 23-30; 76-79; 112, 113.
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Nacional de Asunción (ANA), Asunción, Paraguay. Sección Educación-Ministerio de
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Cómo citar este artículo: García Riart, Jorge.
“Nombramientos de preceptores rurales en el Paraguay de posguerra (1880-1886)”,
Revista Historia de la Educación Latinoamericana vol.25 no.40 (2023).
[1] Doctor en Educación Superior por la Universidad de Palermo, Argentina.
Actual presidente del Centro de Investigaciones de Historia Social del Paraguay
(CIHSP) y miembro de la Sociedad de Estudios Históricos y del Patrimonio de la
Educación Paraguaya (SEHPEP). Sus temas de investigación histórica son las
comunicaciones (postas, caminos, telegramas) y la educación (maestros/as,
escuelas, universidades). Correo electrónico: jordiriart@yahoo.com.
[2] Flavio Florentín, Historia de la Educación en el Paraguay de Posguerra1870 a 1920 (Asunción: El Lector, 2017), 32.
[3] Ibíd, 150.
[4] Nacido en 1839, en Ybycui, y fallecido en
1912, en Asunción. En adelante, por la recurrencia de su nombre que se
corresponde con el periodo de estudio, será citado como B. Caballero.
[5] Julio César Frutos, Progresismo
republicano y las ideas liberales (Asunción: Medusa, 2008), 59.
[6] Por pasado lopista entiéndase los gobiernos
de Carlos Antonio López (1841 -1862) y de Francisco Solano López (18621869), y por pasado francista, el
gobierno de Gaspar Rodríguez de Francia (1813-1840). Ana Barreto, Voces de mujer en la historia paraguaya (Asunción: Asociación Trinidad: Ciudadanía, Cultura y Desarrollo,
2012), 104-105.
[7] Héctor Francisco Decoud, Sobre
los escombros de la guerra (Asunción: Servilibro, 2015), 347.
[8] Ibíd, 348.
[9] Ibíd., 347.
[10] Mary Monte de López Moreira, Adela y Celsa Speratti. Colección
Protagonistas de la Historia, n.° 7 (Asunción: ABC color/ El Lector, 2011), 37.
[11] Diego Valenzuela
y Mercedes Sanguineti, Sarmiento periodista. El caudillo
de la pluma (Buenos Aires: Sudamericana, 2012), 255.
[12] Asunción Escalada, "Al Sr. Presidente de
la Junta municipal de esta Capital”, La Regeneración,
Asunción, 3 de noviembre, 1869.
[13] Gaya Makaran, Paraguay: El nacionalismo y sus
mitos (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2014),
62-63.
[14] David Velázquez, Relaciones entre autoritarismo y educación en el Paraguay: 1869 -
2012. Un análisis histórico. Primer volumen 1869-1930 (Asunción: Serpaj,
2014), 19-20.
María Viviana Paglialunga. De la autonomía a la dependencia. La educación en el Paraguay
antes y después de la Guerra del 70 (Asunción: Servilibro, 2012), 85.
[19] Ricardo Caballero Aquino, La
segunda república paraguaya, 1869-1906. Política-Economía-Sociedad
(Asunción: Arte Nuevo Editores, 1985), 247.
[20] Juan E. O'Leary,
El centauro de Ybycui: Vida
heroica del general Bernardino Caballero en la guerra del Paraguay (París: Le Livre Libre, 1929), 433.
[21] Paglialunga, op. cit., 137.
[22] Barreto, op. cit., 107-108.
[23] Velázquez, op. cit., 36-37.
[24] Richard Stover, Seis Rayos de Plata. La vida y obra de Agustín Barrios Mangoré (Paraguay: Centro de proyectos Barrios Mangoré, 2010), 284.
[25] Fabián Chamorro y Humberto Trinidad, Memorias
de la ocupación 1869-1876. Colección Episodios de la Guerra
Grande, n.° 5 (Asunción: El Lector, 2014), 71.
[26] Juan Speratti, Historia de la Educación en el
Paraguay 1812-1932, Biblioteca de Estudios Paraguayos, vol. 52
(Asunción: CEADUC, 1996), 82-83.
[27] Erasmo González, Bernardino Caballero. Colección
Protagonistas de la Historia, n.0 5 (Asunción: ABC color/El Lector,
2011), 69-70.
[28] Arturo Bordón, Historia Política del Paraguay.
Era Constitucional 1869-1886, tomo I (Asunción: Edición del
autor, 1976), 207-214.
[29] Ibid., 214-222.
[30] Emmanuel de Bourgade la Dardye, El Paraguay (1889)
(Asunción: Arte Nuevo/Embajada de Francia, 2009), 76.
[31] Paglialunga, op. cit., 91.
[32] Nota del autor: El guaraní es una lengua de la
familia tupí-guaraní reconocida actualmente como oficial del Paraguay después
de siglos de postergación.
[33] Florentín, op. cit., 44;
Velázquez, op. cit., 35.
[34] Florentín, op. cit., 32.
[35] "Propuesta de nombramiento por parte de
un jefe político, renuncias, listado de útiles, entre otros temas”, Archivo
Nacional de Asunción (ANA), Sección Educación-Ministerio de Justicia, vol. 3,
f. 4.
[36] Ibid., f. 5.
[37] Ibid., f. 6.
[38] "Informes de varias localidades al
Ministro de Justicia y al Consejo Escolar”, ANA, Sección Educación-Ministerio
de Justicia, vol. 9.2, ff. 1-12.
[39] Ibid., ff. 23-30, 76-79.
[40] Ibid., ff. 112-113.
[41] Jorge García Riart, Qué
y quién pasó por el Paso Grande de Santa María (Paso de Tyvycuary).
Biblioteca de Estudios Paraguayos, vol. 123 (Asunción: CEADUC, 2021), 191 -192.
[42] Oficina General de Estadística, Anuario
Estadístico de la República del Paraguay, año 1886, libro primero
del anuario (Asunción: Fischer & Quell, 1888).
[43] Frutos, op. cit., 64.
[44] Arturo Bray, Hombres y épocas del Paraguay
(Asunción: Nizza, 1957), 106.
[45] Con algunas inexactitudes en las fechas,
pueden consultarse las notas de Eduardo Ramírez, Villa Florida, portal de las
históricas tierras misioneras (Asunción: edición del autor,
2007), 29-30.
[46] Riart, op. cit., 116.
[47] Ramírez, op. cit., 29.
[48] Ibíd., 35.
[49] Stover, op.
cit., 294.
[50] Josefina Cáceres, San Juan Bautista, su historia, su gente, sus instituciones (Asunción: Servilibro, 2014), 96.
[51] Stover, op.
cit., 284.
[52] L. T. P, "Datos para la Historia.
Revolución del 18 de octubre de 1891”, Revista del Paraguay,
año 1, n.0 1 (1891): 575.
[53] Ramírez, op. cit., 37.
[54] Monte de López Moreira, op. cit., 42.
[55] "Notas de diferentes localidades sobre
escuelas a la Superintendencia de Instrucción Pública”, ANA, Sección Educación-
Ministerio de Justicia, vol. 11, f. 171v.