Doi: https://doi.org/10.19053/01227238.15636
Artículo de
revisión
Evolución
del modelo universitario de la Universidad Centroamericana (UCA)
de Nicaragua: entre el somocismo excluyente y el sandinismo revolucionario
(1960-1982)[1]
Evolution
of the University Model at the Universidad
Centroamericana (UCA)
of Nicaragua: between Exclusionary Somocismo and Revolutionary Sandinismo
(1960-1982)
Evolução
do modelo universitário da Universidad Centroamericana (UCA)
da Nicarágua:
entre o somocismo exclusivo e o
sandinismo revolucionário
(1960-1982)
https://orcid.org/0000-0001-6347-7533
*Universidad de Costa Rica
Objetivo:
Examinar la evolución del modelo universitario de la Universidad
Centroamericana (UCA), manifestado en su adhesión
política, misión y proyección social, con el fin de determinar la posición de
este centro de estudios en conexión con la sociedad y los procesos políticos
vividos en Nicaragua durante el periodo estudiado, en especial la transición
del somocismo al sandinismo.
Originalidad/aporte:
Se evidencia la vinculación entre el modelo
universitario y el modelo político en Nicaragua, en especial las
transformaciones surgidas con el cambio radical de un régimen autoritario a un
gobierno revolucionario. Además, se ofrece el estudio de una universidad
privada, ámbito original pues la mayoría de las investigaciones sobre educación
superior centroamericana se concentran en el análisis de universidades
estatales.
Método:
Se aplicó un análisis de contenido sobre documentos oficiales emitidos por las
autoridades de la UCA, artículos publicados en
revistas culturales de intelectuales ligados a la UCA
y a la legislación producida por las autoridades nacionales en torno a
políticas de educación superior.
Estrategia/recolección
de información: Se revisaron números publicados
durante el periodo en estudio de Encuentro: Revista Académica de la
Universidad Centroamericana y
la
Revista del Pensamiento Conservador. Junto
a esto se consultaron Lecciones Inaugurales e Informes de Labores de la
Rectoría de la UCA. Además de la Gaceta
Oficial de Nicaragua y decretos de la
Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (JGRN).
Conclusiones:
Se identificó en el inicio de la UCA, durante el
somocismo, un discurso católico conservador, con corte humanista y una
revaloración nacionalista. Es claro el discurso anticomunista de sus
autoridades y la intención de contraponer un sistema de pensamiento cristiano
como alternativa al materialismo ateo marxista.
La
intención es promover un sistema de valores católico para la aplicación de la
política desarrollista, humanizando así a la sociedad. Hacia la década de 1970
se nota un posicionamiento más crítico con respecto a la cuestión social y los
intelectuales de la UCA apelan a un cristianismo más
activo que buscó transformar a la sociedad nicaragüense a partir del análisis
de los problemas nacionales. Con el triunfo del sandinismo, en 1979, el
discurso de la UCA se
identificó con el proyecto revolucionario, afirmando su misión como instrumento
para la creación del “hombre nuevo" y colocando a docentes y estudiantes
al servicio de los intereses de la revolución.
Palabras clave: Universidad
Centroamericana; movimiento revolucionario; enseñanza privada; política
educacional; relación Iglesia-educación.
Abstract
Objective:
Examine the evolution of the university model of
the Universidad Centroamericana (UCA),
manifested in its political affiliation, mission, and social projection, to
understand its position in relation to society and the political processes in
Nicaragua during the period under study, especially the transition from Somocismo to Sandinismo.
Originality/contribution:
The
bond between the university model and the political model in Nicaragua is
evident, especially in the transformations that arose with the radical change
from an authoritarian regime to a revolutionary government. Furthermore, this
study focuses on a private university an original setting,
since most research on Central American higher education focuses on the
analysis of state universities.
Method:
A content analysis was carried out on official
documents issued by the UCA authorities, articles published in cultural
magazines by intellectual members of the UCA, as
well as legislation by national authorities regarding higher education
policies.
Strategy/Data
collection: Issues published by Revista
Académica de la Universidad Centroamericana and Revista del Pensamiento
Conservador were reviewed. Along with this, inaugural
lessons, work reports by the UCA rec- torate, the
Official Gazette of Nicaragua, and decrees issued by the National
Reconstruction Board were examined
Conclusions:
We identified a conservative Catholic discourse,
with a humanist approach and a nationalist revaluation in the early years of
the UCA, during the Somoza era. The anti-communist discourse imparted by its
authorities and the intention to confront atheistic Marxist materialism with a
Christian system of thought is evident. The intention is to promote a Catholic
value system in accordance with the developmentalist policy, thus humanizing
society. Towards the 1970s, a more critical stance on the social question
appeared and the intellectuals of the UCA resorted
to a more active Christianity that sought to transform Nicaraguan society based
on the analysis of national problems. With the Sandinista triumph in 1979, the
discourse of the UCA aligned itself with the revolutionary project, affirming
its mission as an instrument for the creation of the “new man" and placing
teachers and students at the service of the interests of the revolution.
Keywords:
Central American University; revolutionary
movement; private education; education policy; Church-education relationship.
Objetivo: Examinar a evolução do modelo universitário da Universidade Centro-Americana (UCA), manifestada em
sua adesão política, missão
e projeção social, a fim de determinar a posição
deste centro de estudos em conexão
com a sociedade e os processos políticos vividos na Nicarágua
durante o período estudado, especialmente a transição
do somocismo para o sandinismo.
Originalidade/contribuição: A ligação entre o modelo universitário e o modelo político na Nicarágua é evidente, especialmente as transformações
que surgiram com a mudança radical de um regime
autoritário para um governo revolucionário. Além disso, é oferecido o estudo de
uma universidade privada, um escopo original, já que a maioria dos estudos
sobre educação superior centro-americana se concentra na análise de universidades
estatais.
Método: A análise
de conteúdo foi aplicada a documentos oficiais emitidos pelas autoridades da
UCA, artigos publicados em revistas culturais de intelectuais ligados à UCA e à
legislação produzida pelas autoridades nacionais sobre políticas de educação
superior.
Recolha de datos: Foram revistos os números
publicados durante o período de estudo do Encuentro: Revista Académica de la Universidad Centroamericana e Revista del Pensamiento Conservador.
Paralelamente, foram consultadas as Aulas Inaugurais e Relatórios de Trabalho
da Reitoria da UCA. Além do Diário Oficial da Nicarágua e decretos da Junta
Governamental de Reconstrução Nacional (JGRN).
Conclusões: No início da
UCA, durante o Somocismo, identifica-se
um discurso
católico conservador, de corte humanista e revalorização nacionalista. Fica
claro o discurso anticomunista de suas autoridades
e a intenção de se opor a um sistema de pensamento cristão como alternativa ao
materialismo ateu marxista. A intenção é promover um sistema de valores
católicos para a aplicação da política desenvolvimentista, humanizando a
sociedade. Na década de 1970, nota-se uma postura mais
crítica em
relação à questão social e os intelectuais da UCA apelam para um cristianismo
mais ativo que busca transformar a sociedade
nicaraguense a partir da análise dos problemas nacionais. Com o triunfo do
sandinismo em 1979, o discurso da UCA identificou-se com o projeto revolucionário,
afirmando a
sua missão como instrumento de criação do “homem novo" e colocando
professores e alunos ao serviço dos interesses da revolução.
Palavras-chave:
Universidad Centroamericana; movimento
revolucionário; educação privada; política educacional; relação
igreja-educação.
Recibido:
08/07/2022
Evaluado:
18/01/2023
Aprobado: 19/02/2023
Durante
la segunda mitad del siglo XX la
Iglesia católica replanteó su misión dentro de las sociedades latinoamericanas,
en especial su posicionamiento con respecto al modelo desarrollista y al
anticomunismo imperante en los tiempos de la Guerra Fría. En aspectos
generales, el catolicismo pretendió plantearse como un sistema de valores
humanista alternativo al individualismo capitalista y al ateísmo socialista.
Esta institución, al considerarse madre y maestra, se situó como una guía moral
para orientar la conciencia nacional, dando un tono de justicia a las políticas
económicas y sociales practicadas por los gobiernos de la región[3].
En
la década de 1960 las conclusiones emanadas del Concilio Vaticano II, de la II
Conferencia General del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) en Medellín,
Colombia (1968) y la aparición de la Teología de la Liberación dieron más
protagonismo dentro de la Iglesia a las voces que criticaban las condiciones
sociales del subcontinente[4].
En
este contexto las juventudes se convirtieron en un espacio en disputa, pues
diversas ideologías y grupos políticos compitieron por
imprimir su visión de mundo en este grupo e influenciar su comportamiento
social y político. El lugar ideal para lograr lo anterior fue la educación y en
especial las universidades. La Iglesia católica, comprendiendo esto, revitalizó
su papel como administrador de centros universitarios en América Latina, con el
claro propósito de difundir su sistema de valores entre los futuros dirigentes
del país[5].
Ante
este panorama, la ruta seguida por las juventudes universitarias católicas se
planteó en dos posibilidades. Por un lado, se reprodujo la agenda más
conservadora del catolicismo, uniendo el patriotismo con el anticomunismo y
denunciado la infiltración marxista en los centros de
estudio católicos[6].
La
otra alternativa fue la radicalización influenciada por el ala más progresista
de la Iglesia y la Teología de la Liberación. Con un discurso cada vez más
crítico sobre la situación social y política del continente, estos grupos
escalaron a una radicalidad que llevó a muchos a un acercamiento a la izquierda
y a los grupos políticos clandestinos. Un ejemplo paradigmático se puede
observar en el Movimiento Estudiantil Profesional (MEP)
de México, un grupo juvenil católico que transitó desde
un
conservadurismo que denunciaba la decadencia moral
de
movimientos contraculturales como los hippies y
la revolución sexual, hacia la abierta militancia en grupos de la izquierda
revolucionaria durante la década de 1970[7].
En
Nicaragua los estudiantes universitarios se ubicaron dentro de la llamada
“oposición desleal” y fueron una voz crítica del autoritarismo de la familia
Somoza. Ejemplos de ese antagonismo se observan en el movimiento
antirreeleccionista de 1944 y la matanza de estudiantes de la Universidad
Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), el 23 de julio de 1959, realizada por la
Guardia Nacional en León[8].
El
movimiento universitario se convertiría, durante la década de 1960, en el ente
embrionario de los grupos más radicales contra el régimen como el Frente
Estudiantil Revolucionario(FER), organización que
logró reclutar universitarios para posteriormente militar en el Frente
Sandinista de Liberación Nacional (FSLN)[9].
Durante
la inauguración del campeonato profesional de beisbol, en 1966, un grupo de
estudiantes universitarios, entre ellos alumnos de la Universidad
Centroamericana (UCA), irrumpieron en la grama del
Estadio Nacional con una manta en donde condenaban el continuismo de la familia
Somoza en el poder[10]. Después, en
1969, estudiantes organizados tomaron las instalaciones de la UCA en protesta por la muerte de dos estudiantes de
secundaria en Managua y Estelí en un choque con la Guardia Nacional[11]. Aunque
ambos episodios fueron reprimidos por las fuerzas de seguridad y se decretó la
expulsión de los estudiantes involucrados, dejan entrever cómo se manifiestan
dos elementos fundamentales de la juventud universitaria nicaragüense de la
segunda mitad de la década de 1960: su radicalización política y su
posicionamiento claramente opositor al orden político reinante en el país.
Esta
radicalización se robusteció al ponerse en práctica el Plan para la Integración
Regional de la Educación Superior de Centroamérica (PIRESC
I) por parte del Consejo Superior Universitario Centroamericano (CSUCA). Este impulsó una serie de reformas en las
principales universidades estatales del istmo, destacando el incremento de la
matrícula, lo que llevó a una ampliación de la base social del estudiantado, y
la promoción de una visión más crítica de la sociedad a través del examen en
las aulas de la realidad nacional[12].
La UCA se fundó en 1960 como una opción educativa ante este
ambiente sumamente politizado de la estatal UNAN y el giro a la izquierda
realizado por sus grupos estudiantiles[13]. Para financiar su creación
contó con la cooperación de la Alianza para el Progreso, el pueblo católico
alemán y la iniciativa privada nicaragüense. Además, se afilió a la Federación
Internacional de Universidades Católicas (FIUC) y la
Organización de Universidades Católicas de América Latina (ODUCAL)[14].
Este
centro de estudios fue el primero de otros intentos a nivel centroamericano de
crear universidades alternativas a los centros estatales, combatiendo así la
politización en la que estaban sumergidos. Posterior a la UCA
de Nicaragua se funda en Guatemala la Universidad Rafael Landívar (1961)[15] y la UCA José Simeón Cañas en El Salvador (1965)[16]. Estas
nuevas universidades eran de carácter privado, fundadas por grupos
conservadores ligados a la Iglesia católica y administradas por la Compañía de
Jesús. Su principal objetivo fue reproducir el sistema de valores católico
sobre la juventud centroamericana para desvincularla del radicalismo político y
la ideología de izquierda dominante en el ambiente universitario.
Concretamente,
la UCA nace como un proyecto cultural fuertemente
ligado al Partido Conservador de Nicaragua y al círculo intelectual de la
ciudad de Granada. Prueba de esto es que el principal promotor de su creación
fue la Asociación de Ex Alumnos del Colegio Centroamérica (ECCA).
Este colegio se instauró en Granada en 1919 en medio de la ola de creación de
instituciones educativas católicas realizada durante la Restauración
Conservadora (1911-1927)[17]. Los
jesuitas administraron el centro educativo y lo convirtieron en un prestigioso
foco de difusión cultural, calificado por Gioconda Belli
como
“un barco del saber”[18]. Su proyecto
cultural buscó ligar por medio de la educación al patriotismo nicaragüense con
el sistema de valores del catolicismo. Antiguos estudiantes de este centro,
como los poetas Pablo Antonio Cuadra (1912-2002)[19] y José Coronel
Urtecho (1906-1994)[20] tendrían un
importante protagonismo en la construcción de la identidad cultural
nicaragüense, en especial a través del nacionalismo literario del Movimiento
Vanguardia.
El
objetivo principal de este trabajo es examinar la evolución del modelo
universitario de la UCA con el fin de determinar la
posición de este centro de estudios en conexión con la sociedad y los procesos
políticos vividos en Nicaragua desde su fundación en 1960 hasta los primeros
años del gobierno revolucionario sandinista, a inicios de la década de 1980.
Para lograrlo, primero se analiza la adhesión política de la UCA, en
especial su posicionamiento con respecto al somocismo y al proyecto
revolucionario sandinista. Seguidamente se estudia la concepción sobre la
misión universitaria promovida desde la UCA y cuáles
son las metas que, según sus autoridades, deben trazarse para orientar el
quehacer universitario. Finalmente se indaga acerca de la proyección social de
esta universidad y el papel que, desde la visión de este centro de estudios,
debe desempeñar la educación superior en la sociedad.
Metodología
Las
fuentes utilizadas son principalmente documentos oficiales generados por
autoridades universitarias y artículos realizados por intelectuales ligados a
la UCA. Se consultó la revista Encuentro:
Revista Académica de la Universidad Centroamericana, de donde se
extrajeron lecciones inaugurales, discursos de actos de graduación y artículos
sobre el quehacer univer-sitarlo. Igualmente, por el
ligamen de esta institución con el proyecto cultural conservador, se estudió la
Revista
del Pensamiento Conservador, donde se localizaron artículos de
intelectuales y académicos que reflexionan acerca de la vida universitaria.
Junto
a estas publicaciones se consultaron los Informes del Rector de la UCA, en los cuales se recuentan las labores realizadas por
las autoridades universitarias. Finalmente se estudiaron leyes y decretos
relacionados con la fundación y funcionamiento de la UCA
y con la regulación de la educación superior en Nicaragua, tanto durante la
época somocista como durante el
gobierno revolucionario.
A
estos documentos se les aplicó un Análisis de Contenido de carácter manifiesto,
pues se buscó estudiar el contenido explícito de los textos[21]. Se proponen una serie de
indicadores para identificar en los textos posicionamientos políticos,
conceptos sobre la misión de la educación superior y planteamientos acerca de
la proyección social universitaria. De esta manera se utilizaron indicadores como
relación universidad-estado, papel del movimiento estudiantil, sistema de valores
universitario
y relación universidad-sociedad, entre otros.
El
corpus documental analizado es de carácter oficial, por tanto
muestra la visión construida desde la misma UCA de
los fenómenos estudiados. De esta manera el alcance de este trabajo se
circunscribe a la mirada que las mismas
autoridades universitarias aportan sobre la evolución de la UCA
en conexión con los cambios sociales y políticos de Nicaragua. Así, no se
considera la influencia de otros posibles actores (políticos, educativos,
institucionales) en la trayectoria de la universidad y la investigación se
limita a mostrar la interpretación de la propia UCA
sobre su papel en la sociedad y la historia nicaragüense.
A
nivel teórico, se parte de la existencia de dos modelos de universidad católica
promovidos
desde la segunda mitad del siglo XX. El primero, de corte más conservador,
pretende transmitir los valores cristianos a la sociedad, aprovechando las
herramientas que significan la ciencia y la educación. El objetivo de esto es
formar profesionales que dirijan a la sociedad, realizando sus labores dentro
del marco moral cristiano[22].
El
segundo, más progresista, opta por una visión cristiana más comprometida, con
lo cual las universidades son espacios donde se analiza y cuestiona la realidad
nacional. El cristianismo se utiliza como un sistema de valores
que hace reflexionar al estudiante sobre la exclusión y la desigualdad social.
A la vez orienta las transformaciones necesarias para para alcanzar los ideales
de justicia y paz[23].
La
premisa de este trabajo es que la UCA participó de
estas dos visiones, más conservadora durante la década de 1960 en tránsito a un
paradigma más identificado con la transformación social durante la década de
1970. Lo anterior abonó el campo para que esta institución aceptara sin mayor
resistencia el proceso revolucionario de la década de 1980, adaptando su visión
cristiana de universidad al proyecto revolucionario.
Adhesión
política de la UCA: del desarrollismo excluyente a
una revolución para todos
Durante
las décadas de 1950 y 1960 el régimen somocista se encargó de poner en práctica
la política desarrollista patrocinada por la Comisión Económica para América
Latina (CEPAL) y el gobierno de los Estados Unidos. Así logró una modernización
considerable en Nicaragua, aumentando la participación estatal en
infraestructura y servicios públicos. Junto a esto se dio una diversificación
productiva que impulsó la explotación algodonera y ganadera para la exportación
tanto al Mercado Común Centroamericano (MCCA) como
hacia Estados Unidos[24].
En
lo político, para consolidar su posición el régimen aplicó un sistema que
combinó pactismo y represión. Por un lado, se garantizaba su legitimación
negociando con los dos partidos políticos históricos, el Liberal y el
Conservador. Por
el otro, utilizando principalmente a la Guardia Nacional, eliminaba a
opositores que se negaban a participar en dichos pactos. Esta última estrategia
fue aplicada sobre todo contra grupos rebeldes armados y el movimiento
estudiantil[25].
En
este contexto, las universidades se convirtieron en agentes fundamentales para
garantizar la mano de obra requerida por el proyecto desarrollista. Además, las
negociaciones por la autonomía de la UNAN en 1958 y la creación de la UCA en 1960, en un claro pactismo con los Conservadores, le
procuró cierta legitimidad al régimen al darle una fachada democrática[26].
La
radicalización de la oposición al régimen somocista y la unificación del empresariado
conservador,
el movimiento popular y el FSLN, dieron como resultado una insurrección general
que logró, en julio de 1979, el derrocamiento de Anastasio Somoza Debayle y la
instauración de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (JGRN) para iniciar un nuevo gobierno revolucionario en
Nicaragua[27]. Las
universidades pronto se convirtieron en un eje central para poner en práctica
la política de este nuevo régimen. Sus acciones se concentraron en el Consejo
Nacional de Educación Superior (CNES), dentro del
cual se alinearon las políticas universitarias con los objetivos de la
revolución[28].
Con
este contexto, las siguientes páginas pretenden examinar el posicionamiento de
la UCA con respecto a los modelos políticos
practicados en Nicaragua, que han transitado del autoritarismo somocista al
gobierno revolucionario sandinista, observando el grado de adhesión mostrado
por esta casa de estudios a estos regímenes.
Los
Estatutos de la UCA, publicados en la Gaceta
Oficial de marzo de 1961, muestran cómo desde su creación
procuran otorgar una neutralidad política a esta institución. Así, el artículo
4 especifica que “La Universidad y las Asociaciones internas bajo su
dependencia no podrán intervenir en actividades de política partidista”[29].
Durante
su primera década de existencia, el posicionamiento que debería tener esta
universidad frente al gobierno fue estudiado por León Pallais[30], primer
rector de la UCA. Este académico afirmó que toda
institución universitaria estaba en la constante tensión de atacar o defender
lo constituido[31]. Frente a
este escenario, los centros de estudio deberían alejarse de toda violencia que
tenga como consecuencia la interrupción de las labores escolares. Al contrario,
la labor universitaria debería pasar por una constante comunicación entre su
comunidad y la sociedad para evitar desórdenes y subversión[32].
El
rector buscó un punto medio entre la postura que considera que la universidad
debía moderar a la juventud y evitar los cambios bruscos que estos promueven y
las críticas que proclamaban que la universidad estaba inerte y no estimulaba
la transformación de la sociedad. Para el jesuita, si bien es cierto que los
que apoyan o reprueban el accionar del gobierno pasan por la universidad, no
era labor de la institución enseñar la revolución o la contrarrevolución. La
labor universitaria sería “racionalizar nuestro amor y nuestro espíritu de
servicio a la patria”, respetando “las inclinaciones ideológicas de cada cual”[33].
Para
Pallais, el espacio legítimo de participación del
estudiante se encontraba en el gobierno estudiantil. La labor del alumnado era
estudiar y su opinión política debía ir ligada a una crítica constructiva para
mejorar a la sociedad. El rector expresó su apoyo a la política desarrollista al
afirmar que es tarea de la universidad orientarla, formando una nueva capa de
líderes que guiaran al país. Nicaragua sufría la ausencia de un proyecto
nacional principalmente por la separación partidista y la ausencia de un
esfuerzo común. Por eso, la UCA debía enseñar un
espíritu de servicio nacional más allá de los intereses partidistas[34].
En
tanto, Francisco Laínez apuntó que la radicalización de las universidades de
América Latina al final de la década de 1960 fue un proceso nocivo para las
actividades propiamente académicas. Estas jornadas políticas, que también
afectaron a la UCA, fueron en detrimento de las
responsabilidades de los estudiantes. Este autor advirtió sobre evitar que las
conmociones sociales se mezclaran con “ideologías extrañas de corte
internacional”, enfatizando que la actividad política no es la única materia de
estudio y deben priorizarse normas y principios en la universidad que eviten la
desorientación de la juventud. La exagerada actividad políticairía
en contra de la formación de mano de obra calificada y esto último sería el
verdadero aporte que da la universidad para lograr la ansiada transformación de
la sociedad[35].
El
Informe del Rector de 1969 - 1970 aclaraba que la UCA
no era una universidad revolucionaria, en el sentido de desear la destrucción
del orden existente, sino lo era en su compromiso con la reconstrucción de la sociedad
presente. Por ese motivo sus acciones no debían enfrentar al gobierno, antes
necesitaba “cooperar con él libre y desinteresadamente”[36]. La universidad debía ser un
espacio donde pensar fuera la máxima obligación, actividad que convenía
realizar en un ambiente de natural tranquilidad. Aunque existe un genuino
interés por el estudio de los problemas nacionales, esto no debía llevar ni al
alboroto ni a la demagogia. La sensibilidad social mostrada por el movimiento
estudiantil se juzgó como una solución transitoria pero no definitiva a los
problemas nacionales, pues se observó como vacía de ideas, que “hace mucho
ruido, pero poca acción”. De esta manera, la labor de la universidad debía
orientar esa conciencia social presente en el estudiantado, direccionándola, y
atenuándola[37].
Estas
visiones de corte colaboracionista con el proyecto desarrollista pueden
contrastarse con lo expresado por algunos de los alumnos de la institución. Por
ejemplo, Dioniso Marenco, en un discurso a nombre de los estudiantes en el acto
de graduación de 1968, habló sobre la situación social de Nicaragua y la
dirección que estaba tomando el país; el escándalo que había significado para
algunos “cuando los estudiantes de Nicaragua se han atrevido a postular
interrogantes frente a la eficacia de nuestras instituciones y nuestro sistema”[38]. Esto era
más grave en un contexto de carencia de diálogo político como el nicaragüense.
La política en el país, advertía Marenco, se resolvía
solamente con el recurso de la violencia, y termina interpretando al movimiento
estudiantil como un ensayo de organización política en la búsqueda de un orden
más justo.
Edmundo
Jarquín, presidente del Centro Estudiantil de la UCA
(CEUCA) en 1968, recuerda que las protestas
estudiantiles impulsadas desde la Reforma de Córdoba y el proceso de
politización de la universidad le daban nuevas responsabilidades al
estudiantado. Por lo tanto, no se podía pretender que su única preocupación fuera
la de convertirse en profesionales. Para este autor, la sociedad nicaragüense
estaba sometida a grandes tensiones, con los sectores marginados de zonas
rurales y urbanos desarticulados y “la vida política enmarcada en cuadros
dictatoriales”[39]. En este
escenario, declaraba Jarquín, los estudiantes se convirtieron en el único canal
de expresión política y con la universidad como el único espacio crítico del
modelo imperante en el país.
Después
del terremoto de Managua en diciembre de 1972, intelectuales de la UCA dejaron claras las consecuencias políticas de este
desastre natural. Así manifestaron que “de la destrucción total tiene que nacer
una nueva sociedad, un nuevo hombre nicaragüense”. El terremoto mostró la
sociedad de miedo que se vivía en Nicaragua, donde todos desconfiabande
todos y “las fallas geológicas han dejado al descubierto fallas morales que
evidencia que este es un país profundamente dividido”[40].
Con
este panorama el rector Arturo Dibar llamó a
construir una nueva universidad que fuese una fuerza política pero no
partidaria, “ni comunista ni capitalista, ni liberal ni conservadora”[41]. El rector
mencionó que esta nueva institución debía inculcar una ética para juzgar con
igual severidad las limitaciones de los sistemas económicos y políticos, fueran
derivados del marxismo o del liberalismo.
Julio
Linares afirmaba que para lograr construir esta nueva universidad debía
plantearse una reforma universitaria integral que brindara una cultura general
a los estudiantes que, ligada a las ciencias sociales, hiciera comprender a los
alumnos el funcionamiento de una sociedad moderna e industrializada, lo cual
implicaba un mayor compromiso estatal, en especial con en el subsidio a la
educación superior y la planificación de una política educativa efectiva. El
gobierno, apuntaba Linares, debería comprender que hacerlo era financiar un
sector estratégico para el desarrollo del país, que educar moderniza a la
sociedad y trae bienestar económico. Esto garantizaba la creación de una
máquina de progreso, involucrando a los profesionales en el liderazgo del país[42].
Después
del triunfo de la revolución en julio de 1979, la JGRN
inició una serie de políticas para reordenar al país. En materia educativa,
para coordinar los esfuerzos de las universidades se creó el CNES, constituido por un miembro de la JGRN,
los rectores, el ministro de Planificación, el ministro de Educación,
representantes estudiantiles de cada universidad y representantes del
movimiento popular. Dentro de sus funciones destacaba la facultad de modificar
los estatutos de las universidades “para garantizar su uniformidad” y la de
“modificar la estructura de las universidades y demás centros de educación
superior, creando o eliminando Facultades o Carreras con el objeto de lograr
racionalidad en el esfuerzo educativo”[43]. Con esto el CNES suprimía en la práctica la autonomía universitaria y
permitía al Poder
Ejecutivo interferir directamente en elementos tan cruciales como la oferta
académica.
Frente
al proceso revolucionario, la UCA recordó su propia
participación afirmando que miembros de esta universidad “se entregaron con
heroísmo y fe quijotesca a la aventura de transformar radicalmente este país”[44]. Así,
estudiantes de la UCA:
[...]
no solo combatieron al tirano con las armas del pensamiento, sino que entre
ellos se cuentan muchos héroes y mártires de la lucha por la liberación
nacional. De sus aulas salieron no pocos dirigentes sandinistas, caídos en
combate, lo que habla muy claro de la tradición de la lucha revolucionaria que
se incubó en esta Universidad, contrariando las intenciones de quienes
proyectaron para ella otra misión.[45]
En
ese párrafo Carlos Tünnermann, ministro de Educación del gobierno
revolucionario, enfatizaba la paradoja ocurrida en la UCA,
pues juzgaba que había sido una universidad planeada para la élite del país y
dedicada a mantener el orden imperante. A pesar de eso, en sus aulas se
gestaron generaciones de jóvenes que se opusieron al régimen reinante.
Amando
López[46], rector
durante este periodo, se unió a este juicio acerca del papel de la UCA durante el somocismo, pues afirmaba que la institución
en ese periodo realizó una investigación apolítica que neutralizaba la fuerza
de protesta de la universidad. Aun así, jugó el papel de ser una conciencia
crítica de la realidad injusta y conflictiva en Nicaragua, siendo la autonomía
universitaria una isla de libertad en medio de la tiranía, la cual creó una
conciencia contra la dictadura. Por lo tanto, ante la herencia de la ideología
de la época somocista, calificada como clasista y elitista, López sugirió una
reeducación interna para comprender el nuevo sistema de valores que debía
asumirse dentro del nuevo orden, buscando crear un ambiente libre y sin
persecución académica[47].
El
rector advertía que, con el nuevo panorama revolucionario, la UCA necesitaba una transformación estructural coherente
para convertirla en una opción cultural revolucionaria que no obstaculizara el
nuevo proceso nicaragüense. López hablaba sobre la necesidad de materializar
las buenas intenciones de la institución a favor de la revolución. Esto
significaba una mutación radical de la universidad para convertirla en un
patrimonio de las mayorías que cumpliera con la tarea de construir “una nueva
Nicaragua de hombres libres”[48]. La UCA debía realizar una transformación curricular
basada
en las necesidades y problemas de las clases populares, para así responder al
reto histórico que significaba la revolución[49].
Ernesto
Castillo, reforzando las ideas anteriores, mencionaba la necesidad de una
reestructuración de la universidad para convertirla en un verdadero centro cristiano
con apertura democrática y en consonancia con la nueva realidad de Nicaragua y
Centroamérica. Siguiendo esta visión fuertemente autocrítica, Castillo indicaba
que este cambio en la UCA podía mandar el mensaje a
la élite del país de que perdieron “un bastión ideológico para mantener las
ideas del pasado”[50].
Para
Juan Bautista Arrien[51], también
rector de la UCA, las universidades en Nicaragua
tuvieron una “relación intrínseca y [una] inserción en [el] proceso
revolucionario que ha sido eminentemente popular y pluralista”[52]. La UCA, afirmaba el jesuita, dio su apoyo a la movilización
popular y aunque sus raíces provenían de los sectores privilegiados, de ahí
salieron verdaderos revolucionarios.
Según
Arrien, la UCA debía ponerse al servicio de la
revolución para lograr la transformación del país, dado que era una institución
que pertenecía a todo el pueblo y el interés del pueblo estaba unido con el
interés de la revolución. Esta institución debía:
[...]
aceptar que sus verdaderos intereses prácticos son los intereses del pueblo y
contribuir al desarrollo mismo de la revolución. De no hacer esto, la
Universidad será aplastada por la fuerza misma de la revolución y quedará a la
vera del camino de la historia. Será superada, irá perdiendo su sentido.[53]
En
este nuevo contexto político, la motivación de los jóvenes al entrar a la
universidad no sería la obtención de un título ni el estatus social que
conllevaba. En cambio, debería ser la oportunidad de capacitarse humana y
revolucionariamente para servir, para procurar el desarrollo de la revolución y
proteger los intereses del pueblo. La universidad de la nueva Nicaragua tenía
que atender técnicamente las demandas sociales, creando una verdadera relación
con los contenidos sandinistas y su proceso nacionalista- liberador.
El
ministro Tünnermann reafirmaba el compromiso de la revolución por respetar la
autonomía universitaria, aunque expresaba que esta tenía que ser redefinida
para buscar una colaboración activa con la JGRN,
vinculando a las universidades “a todas las formas que necesita la revolución
para su progreso”[54]. Por lo
tanto, decía el ministro, se respetaba la autonomía “mientras no se transforme
en un muro o no se transforme en una protección para la contrarrevolución”[55].
El
proyecto universitario sandinista, continua este funcionario, se plasmó en la
creación del CNES, que buscó integrar fraternalmente
a las universidades del país y dar profesionales al servicio del pueblo. La
participación de estudiantes de la UCA en la Cruzada
Nacional de Alfabetización (CNA), su enrolamiento en las milicias populares y
su colaboración en las campañas de producción reforzó la vinculación de la
institución con la revolución. Esas son luchas, según el ministro, que “han
puesto de manifiesto la esencia popular y humanista del cristianismo
identificado con la revolución” de esta institución[56].
Un
factor determinante para “consolidar” a la UCA
“dentro de los cambios que está viviendo el país” fueron las asociaciones
juveniles y estudiantiles con filiación sandinista que operaron dentro de la
universidad[57]. Después del
triunfo revolucionario, el Centro de Estudiantes Universitarios de la UCA (CEUUCa)
fue el ente que aglutinó a las asociaciones existentes dentro de las facultades
de la universidad. Este se identificó completamente con el sandinismo y el legado
de
la lucha estudiantil contra el somocismo. Esta filiación se hizo palpable en el
trabajo de sus miembros en las campañas de recolección de algodón y en el
Ejército Popular de Alfabetización (EPA).
La
Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN) fue declarada como “voz y
brazo” de “los cambios revolucionarios necesarios”. Esta agrupación estaba
fuertemente influencia por la Juventud Sandinista 19 de Julio (JS-19 Julio) y
la Milicia Popular Sandinista. Para el caso de la UCA,
los estudiantes presentes manifestaron la urgencia de que esta universidad se
convirtiera en un centro “que forjara a los profesionales que requiere la
Revolución Popular Sandinista”[58].
Esta
relación orgánica no se limitó a los estudiantes y también la Asociación de
Trabajadores Docentes de la UCA (ATD-UCA)
se sumó a este apoyo al gobierno revolucionario. La misión de esta organización
era “forjar una conciencia revolucionaria que ayude a todos los docentes a
asumir con el pueblo la Constitución de la Nueva Sociedad [sic]”[59].
Este
compromiso universitario con el sandinismo se complementó con el programa
Alumnos-Ayudantes. Juan Roberto Zarruck señaló cómo
este nació para cubrir la emergencia generada por el desmantelamiento del
cuerpo docente de la UCA al pasar muchos de sus
profesores a ocupar puestos en el nuevo gobierno. La alta demanda por educación
superior generó una enorme presión para contratar profesores que tuvo que ser
solucionada por este medio. El alumno-ayudante tuvo su origen en los brigadistas
de la CNA y muchos de ellos fueron afiliados a la JS-19 Julio. Implementaron en
la UCA lo aprendido en la Cruzada, poniendo en
práctica el modelo de enseñanza-aprendizaje basado en la colaboración
mutua. El alcance político de este esfuerzo educativo se observa cuando
se afirma que uno de sus objetivos era que estos alumnos-ayudantes llegaran “a
comprender estructuralmente en que consiste el proyecto de Sociedad Nueva y
Hombre Nuevo hacia el que apunta el horizonte de la Revolución” desde su
entrenamiento pedagógico[60].
Visión
desde la UCA de la misión universitaria: de la
orientación social al compromiso revolucionario
Durante
el somocismo, por ser concebidas como instituciones que instruían a una minoría
privilegiada que a su vez debía transmitir su conocimiento al resto de la
sociedad, a las universidades se les confirió una misión civilizadora[61].
Con
el triunfo de la revolución la educación superior se convirtió en un campo en
disputa. Su nueva misión transitó entre su instrumentalización y su uso como
herramienta liberadora, con lo cual las tensiones entre los distintos sectores
que pretendían guiar la política educativa pronto se hicieron palpables[62].
El
ejemplo más concreto de esta nueva situación fue la CNA, pues la alfabetización
de miles de campesinos cumplió el doble propósito de brindar una educación que
dignificara a los grupos rurales excluidos durante el somocismo en tanto
integraba de lleno en la revolución a grupos estratégicos como las juventudes y
el movimiento estudiantil[63].
En
esta sección se pretende, dado este contexto, estudiar la visión sobre la
misión universitaria construida por las autoridades de la UCA
para comprender cómo conceptualizaron las responsabilidades de la universidad
en conexión con el modelo político imperante.
La
función primordial con la cual fue fundada la UCA la
hallamos en sus Estatutos; en el Artículo 3 se especifica que su objetivo es
contribuir a la formación integral de la juventud por medio de la ciencia y la
educación, “basada en los principios del Cristianismo,
en servicio principal de las Comunidades de Nicaragua y América Central”[64]. Se observa
que la meta principal de esta universidad fue la transmisión de los valores
cristianos, definidos por Julio Ycaza Tijerino como la restauración “del valor
de Dios y la familia en la sociedad”[65], dentro del sistema de
formación de cuadros profesionales.
Las
metas de esta nueva universidad pueden percibirse en el discurso inaugural
realizado por el mencionado poeta granadino Coronel
Urtecho. El autor argumentaba que las universidades fueron las
instituciones
transmisoras de cultura por excelencia en Occidente. Afirmaba el poeta que en
la época en la cual la Iglesia católica se encargó de la dirección de las
universidades, como durante la colonia, la educación se vio impregnada de los
valores humanistas propios del cristianismo. La secularización liberal del
siglo XIX anuló esta influencia cultural y marcó la decadencia moral de
Occidente. La UCA, como universidad católica, surgió
como una opción ante el exagerado secularismo que hizo de las universidades
existentes en América Latina espacios hostiles y ajenos al sentido cristiano de
la cultura. Así, la misión de este centro de estudios debía ser la de madurar
las mentes jóvenes en las verdades humanas pero orientadas por el cristianismo.
La amenaza que significaba el marxismo antirreligioso sobre las aspiraciones de
la juventud —opinaba Coronel Urtecho— justificaba la
necesidad de una universidad católica que reorientara el ímpetu juvenil hacia
una visión católica de la sociedad.
Esta
universidad debería influir en la sociedad basándose en la promoción de una
cultura cristiana, cuyos valores salvarían al mundo de la barbarie, en especial
al combatir al comunismo, que el poeta juzgaba antihumanista.
Aun así, esta visión también advierte sobre el peligro del progreso
capitalista, pues si este se logra descuidando la espiritualidad se convierte
en un culto al dinero. Por este motivo, decía el poeta, la UCA
buscaba una formación más allá de la profesional, recalcando que el título
universitario no debería verse exclusivamente como un elemento de ascenso
social. Quien estudia en esta universidad debía comprender que su preparación
tenía como fin servir a la sociedad antes que enriquecerse. Los estudiantes de la
UCA debían ser misioneros de la libertad, la cual se
define desde el cristianismo, como la voluntad del amor[66].
En
una línea similar, Rubén Darío y Basualdo se refería al momento crítico en el
que había sido fundada la UCA como una respuesta ante
la amenaza nuclear, el avance del totalitarismo socialista y la propaganda marxista
que
predicaba la decadencia y destrucción de la cultura occidental. Por lo tanto,
la misión universitaria era educar dentro del sistema de valores cristianos
para crear no solamente una ciencia, sino antes una conciencia que ayudara a
combatir este contexto amenazante[67].
Pallais afirmaba que la UCA debía ser un verdadero centro cultural, y no un simple
“almacén de títulos”, un espacio con el deber de enseñar a pensar[68]. El rector
basaba su concepción de universidad en lo definido por el Concilio Vaticano II,
resaltando que el carácter católico era el principal distintivo de esta casa de
estudios, “su inspiración, su alma”. Así, el cristianismo era el elemento que
orientaba “los valores y principios de los cuales deriva una actitud vital ante
el hombre, la sociedad y el mundo”[69], siendo la universidad el
principal vehículo para divulgarlos. Lo anterior debía sensibilizar al alumno
sobre la realidad del continente, en especial en lo relacionado con el
desarrollo y la justicia social.
Esta
labor orientadora del cristianismo se evidencia en el análisis de los
movimientos estudiantiles de 1968 realizado por Pallais.
El autor reconocía “algo positivo en ellos” considerando legitimo el reclamo
por la libertad oprimida en las sociedades industriales. Sin embargo, el rector
reconocía que esas demandas deberían coordinarse con los valores cristianos,
recogiendo y encausando el fervor de la juventud, siendo la responsabilidad de
la universidad dar una respuesta cristiana y humanista a sus inquietudes. La
formación cristiana debía enseñar que se puede apoyar el cambio social y aun
así seguir siendo cristiano[70].
En
el Informe del Rector de 1969-1970, la UCA fue
definida como una universidad necesaria, con una fundación “condicionada por
las necesidades y dolencias del país”. Nicaragua era califica como una nación
donde “el pensamiento camina más lento que el tiempo”. La misión de la
universidad era producir personas consientes de la realidad nacional, con
capacidad de servir, ofreciendo la objetividad científica contra los
dogmatismos de todo lado y evitando así los extremos tanto de la derecha como
de la izquierda[71].
Para
Linares, la modernización del capitalismo llevó a la sociedad a formar
tecnócratas con la función de liderar el cambio social. El problema en
Nicaragua fue que ese tecnócrata no se convirtió en un intelectual que
influenciara a la esfera cultural. La responsabilidad de la universidad
entonces era la de crear a esos intelectuales que lograran integrar
y
orientar a la opinión pública en favor del proyecto modernizador.
Este
autor apuntó como causas de esa debilidad intelectual la ausencia de
investigación en ciencias sociales, la incomunicación entre los gremios
profesionales y los grupos políticos, la falta de un pensamiento colectivo y de
criticidad en los medios de comunicación masiva. La carencia de producción
científica y la orientación profesionalista de las
universidades, opinaba Linares, hizo que los egresados no lograran dominar una
cultura general, no articularan una visión global de la sociedad y no tuvieran
una perspectiva histórica de los problemas nacionales[72].
En
sintonía con lo anterior, José de la Jara mencionaba la responsabilidad de las
universidades católicas de convertirse en entes rectores de la cultura en
sociedades que, como la nicaragüense, carecían de ese tipo de instituciones. La
formación católica debía enfocarse en crear hombres íntegros que además de
conocer “el funcionamiento de las máquinas”, es decir, el dominio técnico,
también adquirieran una sensibilidad social. Así se buscó la formación de los
cuadros dirigentes que necesitaba el país, pero educados con una sensibilidad
cristiana. Para este autor, se estaba ante la necesidad de superar la
“neutralidad filosófica” de los centros universitarios estatales, dando un
matiz católico a la educación superior.
El verdadero cristianismo lograba un balance
entre la ciencia y la fe, por lo cual el catolicismo era un elemento
fundamental en la cultura que la universalizaba y le brindaba valores[73].
A
inicios de la década de 1970 este concepto de cristianismo se ampliaba dentro
de la visión de la UCA. En 1971 se aprobaron varias
modificaciones en sus estatutos, como la establecida en el artículo 6: “La
Universidad Centroamericana propugna por un desarrollo cristiano, armónico,
económico y social de Nicaragua y Centroamérica”[74]. Así, la UCA
incorporó un papel más social al elemento cristiano de su modelo educativo.
Esta
idea de un cristianismo más activo para impulsar la transformación social la
observamos en lo expuesto por Dibar, quien señalaba
que el principal producto humano que debía salir de la universidad era un joven
que imprimiera el sello del cristianismo en la sociedad. Esto se manifestaba en
un profesional que humanizara a la sociedad, reconociendo al otro, y siendo una
conciencia social que alertara sobre las desigualdades presentes tanto en los
bienes espirituales como materiales. Este profesional reconocería al hombre
como principio de todo, desembocando esta noción en una actitud de servicio,
enfocado especialmente en ^
los más desvalidos. La universidad debía asumir la responsabilidad de formar
jóvenes dentro de patrones cristianos que confrontaran a las realidades
temporales, ubicando al hombre como fin prioritario de todo esfuerzo humano[75].
El
rector Arrien profundizó en esta responsabilidad al manifestar que la
inspiración cristiana de la UCA debía reflejarse en
la lucha por la transformación de la sociedad llevada a cabo por los
profesionales que graduaba.
La
inspiración cristiana juzga que la lucha de la transformación y promoción de
los más necesitados, así como el desarrollo de los valores morales y
perfeccionamiento de todos los ciudadanos son exigencias ineludibles para la
recreación de un hombre nuevo en una sociedad nueva, más justa y mejor.[76]
Esta
nueva sociedad debía fundarse sobre la justicia distributiva, la dialéctica del
amor cristiano, la liberación del hombre y la participación de todos. La
inspiración cristiana animaba el sentido de acción terrenal de la lucha contra
la injusticia y la promoción de la libertad de la persona. El cristianismo
debía luchar contra los antivalores que limitaban la justicia y la fraternidad.
El
rector expresaba que la universidad debía actualizar su respuesta según el
momento histórico que se viviera para influir y transformar la realidad. La
universidad es una realidad política, ligada al contexto nacional y preocupada
por los problemas del colectivo, por lo tanto, los profesionales que surgieran
de ahí debían llevar un compromiso ético con el desarrollo y transformación de
Nicaragua[77].
La UCA, afirmaba Arrien, era una institución que tomaba
conciencia del contexto de cambio social y el ambiente revolucionario existente
en América Latina. Asumía su papel en la construcción de una nueva sociedad y
en la búsqueda de “un bien posible dentro del mal presente”. La universidad
debía fomentar el espíritu crítico y ser un modelo cultural que creara un
sistema de valores que utilizara las tensiones sociales a favor de la
transformación. Ni contribuía ni enfrentaba el orden imperante, ante todo su proyecto
debía ser reformista, en procura de una oferta académica orientada a las
necesidades de las mayorías, a la creación de centros de estudio de la realidad
nacional y concientizar al estudiante mediante el servicio social[78].
En
el contexto de cambio de régimen en Nicaragua y el inicio del gobierno
revolucionario, la UCA organizó el Seminario
Educación y Sandinismo. En el discurso inaugural de esta actividad, el rector
López calificaba como una contribución primordial de la UCA,
dentro del proyecto revolucionario, la construcción del hombre nuevo para la
sociedad nueva. La inspiración cristiana de esta universidad le dio una
“obligación especial de mirar con esperanza este proceso revolucionario”,
observando en su desarrollo la llegada del reino de Dios en la Tierra. La
revolución debía dar sentido a la labor del hombre de brindar servicio a los
demás, sin cejar en la búsqueda de justicia para los pobres y los débiles,
elementos fundamentales en el cristianismo. López concluía que,
si
el liderazgo revolucionario se mantenía a la altura de ese proyecto, era la
obligación de una universidad cristiana apoyarlo[79].
Ricardo
Bendaña respaldaba esta visión al mencionar que la inspiración cristiana de la UCA debía manifestarse en el fomento de valores propios del
humanismo, los cuales se encontraban en la idiosincrasia de Nicaragua. Con
esto, la revolución podía aprovechar la contribución del cristianismo y sus
instituciones culturales para contrarrestar la influencia de sectores poderosos
que utilizaban a la misma religión como un arma contrarrevolucionaria[80].
La
aplicación del modelo desarrollista en Nicaragua dio como resultado un aumento
sin precedentes en la economía del país, pero con una distribución muy desigual
del ingreso. Para 1970, el 20 % de la población más rica concentraba el 60 % de
las ganancias generadas. En tanto en 1980 el 62 % de la población estaba en
condición de pobreza, cifra que subía hasta el 80 % en la zona rural[81].
La
mayoría de la clase trabajadora en el país laboraba en peonaje en las fincas de
la zona rural y en pequeños talleres artesanales, tiendas de abarrotes y
trabajos manuales en la zona urbana. La escasa especialización y la reducida
división del trabajo hacía que la mayoría de estas tareas fueran mal
remuneradas. El mayor beneficio de la expansión económica de esta época se
concentraba en los hacendados y en los empresarios, muchos de ellos cercanos a
la familia Somoza[82].
El
objetivo de esta sección es analizar las discusiones en torno a la proyección
social que debía tener la universidad según lo expuesto por las autoridades e
intelectuales de la UCA, ubicado en este contexto
social
de desigualdad y exclusión.
El
Informe del Rector de 1968-1969 reseñaba cómo el compromiso de la UCA con el desarrollo del país se fortalecía al ser esta
una institución promotora de soluciones para los problemas nacionales. Para las
autoridades, este centro de estudios debía involucrarse en la planificación del
desarrollo nacional, formando profesionales de alto nivel calificados para
dirigir a la sociedad. Desde ese punto de vista, “formando al hombre y
humanizando al profesional mediante el contacto con la realidad espiritual y
con la problemática social de Nicaragua”[83] se profundizaba su vocación de
servicio, como agentes de cambio y progreso nacional.
Este
compromiso se reforzó a partir de 1969 con la implementación del Servicio
Social Obligatorio como requisito de grado para los estudiantes. Este servicio
se percibía como fundamental para la promoción del centro de estudios entre la
comunidad, una apertura hacia todas las clases sociales
que evitaba el reproche sobre el posible desface entre las actividades
universitarias y los intereses de la sociedad. Este contacto con la realidad
permitiría superar la vieja estructura aislacionista y estancada que caracterizaba
a las universidades latinoamericanas. De esta manera, la proyección comunal
pretendía brindar insumos al estudiante para entender a la sociedad y el cambio
surgido en esta[84].
Actividades
como la Operación Estudiante y Pueblo, la campaña de solidaridad con los
misquitos del río Coco y la fundación del Centro de Acción Social Juan XXXIII
fueron esfuerzos concretos para guiar esa conciencia social a la que aspiraba
la UCA durante la década de 1960[85].
La
universidad, apuntaba Pallais, no debía ser un
espacio para el disfrute exclusivo de los mismos universitarios. Al contrario,
debía proyectarse a la sociedad para cumplir su función moral, “creando un
ambiente limpio de intereses mezquinos que purifique la atmósfera social”[86]. El rector
mencionaba que una sociedad tiene la necesidad de quien la fiscalice y la
critique. La universidad podía realizar esta tarea mediante el estudio de los
problemas nacionales, pues la ponía en contacto con la realidad del país.
La
base de la labor social de la UCA, afirmaba Ycaza, se desprende de los mismos valores
cristianos que la moldean.
Solo
partiendo del concepto de la criatura humana como imagen de Dios y por lo tanto
del encuentro e identificación de sí mismo en Dios, puede el hombre encontrarse
e identificarse con los demás hombres y realizarse socialmente en la vida y en
la Historia.[87]
Utilizando
como base este principio religioso, este autor sostuvo que la auténtica
democratización de la universidad no se manifestaba aumentando la cantidad de
hijos de campesinos y obreros que accedían a la educación superior. Mas bien,
ésta se daba mediante el servicio que suministraban los profesionales graduados
a esas clases sociales[88]. Así, las
actividades universitarias debían buscar un bien común, superando la condición
de minoría privilegiada de la que gozan los estudiantes. En una línea similar, Kauffman
señalaba
que a la labor docente le correspondía lograr que el estudiante tomara
conciencia de su posición privilegiada y evitara así reproducir la lógica de la
explotación. El saber que alcanzaban debía utilizarse para la ayuda de sus
semejantes, con la ética profesional forjada en el contacto con la realidad
nacional[89].
En
tanto el entonces estudiante Dioniso Marenco acotaba que la UCA
entraría en un contacto más estrecho con las clases populares, “trasladando su
cátedra de ingeniería sanitaria a los barrios basureros de Managua, trasladando
su cátedra de derecho laboral a los patios de las fábricas”[90].
Hacia
1976 Arrien diagnosticaba la realidad de Nicaragua con las siguientes palabras:
[...]
pese al intenso desarrollo que hemos vivido en casi todas las áreas, una mirada
al producto nacional bruto, al ingreso per cápita tal como está distribuido, a
la falta de trabajo, al monto de los salarios, a la situación de la vivienda,
al problema de la alimentación y dela salud, a la
educación, etc., no puede menos que dejar claro la grave necesidad de una
mayoría del pueblo nicaragüense.[91]
Por
este motivo, para el jesuita, la finalidad de la UCA
debía ser el pueblo nicaragüense y las mayorías necesitadas. La universidad
tenía que transformar esta realidad por medio de la técnica y el servicio. La
cultura creada por este centro de estudios debía promocionar a un hombre nuevo
en todas las capas sociales y nuevos valores ajustados a las exigencias del
contexto nacional. Con esto, la UCA sería una
conciencia mística al servicio del pueblo, una minoría privilegiada al servicio
del desarrollo de todos[92].
En
el contexto revolucionario, la proyección social de la educación superior se
observó como un esfuerzo para superar el legado del régimen anterior. De esta
manera la educación debía ser liberadora al comprender lo que piensan y
necesitan los grupos excluidos durante el somocismo. La universidad debía
dignificar el trabajo manual y las labores de campo por medio de la
implementación de carreras técnicas y vocacionales. Asimismo, se comprometía
con la distribución eficiente de los recursos para lograr entrenar a la fuerza
humana necesaria para el éxito de la revolución. De manera similar, para el
rector López las universidades se encargarían de brindar una cuota de libertad
crítica dentro de la revolución, un verdadero diálogo nacional. Por esto la UCA debía salir al campo para superar la histórica división
realizada en el país entre trabajo manual y trabajo intelectual[93].
Arrien
apuntaba que históricamente la educación superior en Nicaragua había
privilegiado a una elite minoritaria, formada
en un espacio de cultura excluyente, desvinculándola de las necesidades y
demandas de la sociedad; aun así, las universidades lograron ser espacios de
conciencia social. Determinada por esta herencia, la UCA
encontró dos posibilidades ante el proceso revolucionario: continuar como un
espacio para las minorías o convertirse en un lugar al servicio de los
intereses de las mayorías[94].
La
inspiración cristina de la UCA necesitaba reflejarse
en la exposición que realizaran sus docentes y alumnos del evangelio de los
pobres. De esta manera, el mensaje de Cristo, de identificarse con los
desposeídos y los oprimidos, debía guiar la misión evangelizadora
universitaria,
cristianizando las transformaciones planteadas por la revolución[95].
Este
compromiso se observó de manera concreta en el trabajo realizado por el
Instituto de Investigación y Acción Social Juan XXIII, el cual impulsó el
financiamiento y asesoraría de cooperativas campesinas creadas por el gobierno
revolucionario:
De
esta experiencia, de este contacto fraterno, estudiantes y campesinos se
enriquecen, dando paso cada día a un modelo de Universidad inserta en el
corazón del pueblo y de sus problemas fundamentales. Cooperativas de
carretoneros, artesanías en cuero, panadería, tiendas de abastecimiento
popular, sastrería, carpintería, ladrillerías,
vivienda, cooperativas agrícolas y agroindustriales, así como granjas y otras
han sido fruto de la labor callada y constante de estudiantes y promotores de
nuestra Universidad.[96]
La
participación estudiantil en este proceso hizo que los alumnos lograran “una
identificación plena con la clase trabajadora”. Así la UCA
encauzó a la fuerza universitaria para la búsqueda de soluciones a los
problemas presentes en los grupos que fueron marginados por el régimen
anterior. Al responder los llamados continuos del gobierno revolucionario para
la reconstrucción rural a partir del cooperativismo, el universitario recibía
del campesino experiencia humana y el campesino recibía del estudiante una
explicación del funcionamiento del proceso revolucionario.
Conclusiones
En
marzo de 1986 el equipo de la revista Envío de la UCA
reafirmaba su apoyo a la revolución al aseverar que:
[...]
la expectativa y el deseo de contribuir a la construcción de un nuevo modelo de
sociedad y a la reconstrucción del país en todos los campos alcanzó también a
los estudiantes. Todo quehacer universitario cobra una nueva visión a la luz de
esa tarea que compete a todos.[97]
Aun
después de la desintegración de la JGRN, el ascenso hegemónico
del
sandinismo dentro del gobierno revolucionario, el autoritarismo vertical de la
Dirección Nacional y la crudeza de la guerra de la Contra[98], la UCA
insistía en identificar la labor universitaria con las tareas gubernamentales
para lograr la reconstrucción nacional. Lo anterior toma relevancia cuando se
reflexiona que dos décadas antes esa misma universidad era fundada dentro de un
claro proyecto anticomunista que buscaba despolitizar al movimiento estudiantil
al transmitirle un sistema de valores cristiano, conservador y marcadamente anturevolucionario.
Este
primer paradigma sintonizaba con el sistema político imperante, la dinastía
somocista, al incluir dentro de su discurso la promoción del nacionalismo y el
desarrollismo, con este centro de estudios como un lugar para crear a los
profesionales que Nicaragua necesitaba para su progreso económico.
Hacia
la década de 1970 se percibe una crítica más constante contra las limitaciones
del modelo económico del país y las carencias manifestadas en la sociedad
nicaragüense. En sintonía con la visión desprendida de Vaticano II y la
Conferencia del CELAM en Medellín, el elemento cristiano de la UCA se observó como una serie de valores que debían
humanizar a la sociedad, procurando la justicia social y denunciando su
ausencia. El cristianismo se exponía como una ideología contestataria al
individualismo capitalista pero alternativa al materialismo ateo marxista.
Con
el triunfo de la revolución, en julio de 1979, la UCA
se identificó por completo con el nuevo orden político, mostrándose autocrítica
con su propio papel en los tiempos del somocismo y recordando la participación
de sus estudiantes en todo el proceso insurreccional. La universidad identificó
sus labores con las tareas de la JGRN y de la CNES y asumió la responsabilidad de apoyar a la revolución
sin cuestionar la nueva institucionalidad de la educación superior
nicaragüense, que en la práctica llegó a eliminar a la autonomía universitaria.
El
autor declara no tener conflicto de interés.
Vicerrectoría
de Investigación de la Universidad de Costa Rica (UCR)
"Acta
de Fundación y Estatutos de la Universidad Católica Centroamericana”. La Gaceta. Diario Oficial, 22 de
marzo de 1961.
Alcántara
Navarro, Mónica. "El Consejo Hispanoamericano de Estudiantes (1979-1980).
La juventud católica intransigente en la Guerra Fría”. Páginas. Revista Digital de la Escuela de Historian, n.° 25 (2019). https://doi.org/10.35305/rp.v11i25.330
Alvarado
Martínez, Enrique. La UCA:
Una historia a través de la Historia. Managua:
Editorial-Imprenta UCA, 2010.
Anónimo.
"Campesinos y universitarios una misma lucha”. Encuentro: Revista Académica de la Universidad
Centroamericana, n.° 18 (1982): 53-55.
Anónimo.
"El papel de las organizaciones en la vida universitaria”. Encuentro: Revista Académica de la Universidad
Centroamericana, n° 18 (1982): 17-34.
Anónimo. "Vida Estudiantil”. Encuentro: Revista Académica de la Universidad
Centroamericana, n° 2 (1968): 48-49, 114-115.
"Apruébense
Reformas a Estatutos de la Universidad Centroamericana”, La Gaceta. Diario Oficial, 4 de
mayo de 1971.
Arnove, Robert. La
educación como terreno de conflicto: Nicaragua, 1979-1993. Managua: Editorial UCA, 1994.
Arrien,
Juan Bautista. "La filosofía universitaria para la nueva Nicaragua”. Encuentro: Revista Académica de la Universidad
Centroamericana, n."
15 (1980): 128-134.
Arrien,
Juan Bautista. "La universidad ante el cambio social”. Encuentro: Revista Académica de la Universidad
Centroamericana, n° 12 (1977): 2-22.
Arrien,
Juan Bautista. "La UCA: una universidad para
Nicaragua”. Encuentro: Revista Académica de la Universidad
Centroamericana, n° 10 (1976): 3-13.
Arrien,
Juan Bautista. "Universidad - cambio y cristianismo”. Encuentro: Revista Académica de la Universidad
Centroamericana, n° 9 (1976): 3-18.
Bataillon, Gilles. Génesis
de las guerras intestinas en América Central (1960-1983). México: Fondo de Cultura Económica, 2008.
Baldizón,
Abelardo. "Nicaragua entre 1945 y los inicios del siglo XXI: de la
exclusión política de la dictadura de los Somoza a la exclusión política del
pacto libero-sandinista”. En Laberintos y
bifurcaciones. Historia inmediata de México y América Central, 1940-2020, editado por Ronny Viales Hurtado. San José:
Centro de Investigaciones Históricas de América Central (CIHAC),
2021, 273-320.
Belli, Gioconda. El país
bajo mi piel. Memorias
de amor y guerra. México: Seix Barral, 2010.
Bendaña,
Ricardo. "Presencia cristiana en la UCA”. Encuentro: Revista Académica de la Universidad
Centroamericana, n.° 18 (1982): 48-51.
Castillo
Martínez, Ernesto. "La UCA de ayer y de hoy”. Encuentro: Revista Académica de la Universidad
Centroamericana, n° 18 (1982): 13-16.
Centro
Regional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (CRESALC). La educación superior en
Nicaragua. Caracas:
CRESALC-UNESCO, 1988.
Chavarria Alfaro, Gabriela. Los
Estudios Generales en las universidades públicas de Centroamérica: 19501970. San José: ALICAC, 2012.
Chaves
Zamora, Randall. "Divina juventud: la Iglesia católica y las juventudes
en América Latina y Costa Rica durante la Guerra Fría (1965-1989)”. Revista Historia, n° 82 (2020): 11-59. https://doi.org/10.15359/rh.82.1
Consejo
Episcopal Latinoamericano (CELAM). Los cristianos en la
universidad. Bogotá:
Departamentos de Educación y Pastoral Universitaria, 1967.
Coronel
Urtecho, José. "Inauguración de la Universidad Centroamericana”. Revista del Pensamiento Conservador 2, n° 9 (1961):
1-5.
Cuartas,
Carlos Julio. "La idea de universidad en Juan Pablo II”.TheologicaXaveriana, n° 146 (2003): 163-189.
Darío y
Basualdo, Rubén. "La Universidad Centroamericana: Nueva expresión de
Cultura”. Revista del Pensamiento Conservador, n° 26 (1961): 18-20.
Dibar, Arturo.
"¿Cuál es el producto humano que debe salir de la Universidad
Centroamericana?”. Encuentro: Revista
Académica de la Universidad Centroamericana, n° 5 (1974): 3-14.
Dibar, Arturo.
"Discurso pronunciado por el Dr. Arturo Dibar,
S.J. Rector de la Universidad Centroamericana en la ceremonia de graduación, el
día 31 julio de 1973”. Encuentro: Revista
Académica de la Universidad Centroamericana, n° 1 (1973): 7-13.
Diez
Calabuig, Lorenzo. "La Universidad Centroamericana a 5 años de labor”. Revista del Pensamiento Conservador 13, n° 62 (1965):
6-8.
Doggett, Marta. Una
muerte anunciada. El asesinato de los jesuitas de El Salvador. San Salvador: UCA Editores, 2001.
Equipo
Envío, "La Universidad en Nicaragua: una transformación en marcha”, Envío, n° 57 (1986): 1-5.
Fernández,
Paula y Fernando Romero, "El movimiento estudiantil en Nicaragua. El caso
del Frente Estudiantil Revolucionario y su participación en el Frente
Sandinista”, en Vjornadas de estudio y reflexión sobre el movimiento estudiantil
argentino y centroamericano, Mar de
Plata, Argentina, 6, 7 y 8 de noviembre de 2014.
García,
Max. "La transformación curricular
de la Universidad Centroamericana”. Encuentro: Revista Académica de la Universidad
Centroamericana, n° 18 (1982): 35-37.
Jara,
José de la. "La universidad católica y el subdesarrollo”. Revista del Pensamiento Conservador 13, n° 62 (1965):
22-26.
Kauffman,
Rafael. "El problema de la enseñanza universitaria”. Encuentro: Revista Académica de la Universidad Centroamericana, n° 12
(1970): 19-28.
Krippendorff, Klaus. Metodología
de análisis de contenido. Teoría y práctica. Barcelona: Paidós, 1997.
Kruijt, Dirk. "Revolución y contrarrevolución: el gobierno
sandinista y la guerra de la Contra en Nicaragua, 1980-1990”. Desafíos 23, n° 2 (2011):
53-81.
Laínez,
Francisco. "Lección inaugural curso 1967-1968”. Encuentro: Revista Académica de la Universidad
Centroamericana, n° 1 (1968): 13-23.
Linares,
Julio. "Hacia una reforma universitaria integral”. Encuentro: Revista Académica de la Universidad
Centroamericana, n° 1 (1973): 48-59.
Linares,
Julio. "Universidad. Estructura intelectual y desarrollo social”. Encuentro: Revista Académica de la Universidad
Centroamericana, n.° 11 (1970): 13-24.
López,
Amando. "Discurso inaugural del Seminario Político Educativo sobre
Sandino, el sandinismo y sus proyecciones en la determinación del Proceso
Educativo realizado en la Universidad Centroamericana, del 27 al 31 de agosto
de 1979”. Encuentro: Revista Académica de la Universidad
Centroamericana, n.° 15 (1980): 6-9.
López,
Amando. "La Universidad Centroamericana ante el Proceso Revolucionario en
Nicaragua”. Encuentro: Revista Académica de la Universidad
Centroamericana, n° 15 (1980): 135-146.
Martí i
Puig, Salvador. La revolución enredada. Nicaragua 1977-1996. Madrid:
Los Libros de la Catarata, 1997.
Medrano
Valenzuela, Gabriel y Mónica Albizúres Gil. Pasado, presente y futuro
de la Universidad Rafael Landívar. Guatemala: Universidad Rafael Landívar,
2001.
Pallais, León.
"La universidad y la sociedad nicaragüense”. Encuentro: Revista Académica de la Universidad
Centroamericana, n° 11 (1970): 25-40.
Pallais, León.
"Raíz humanista del reto social”. Encuentro: Revista
Académica de la Universidad Centroamericana, n° 3 (1968): 123-124.
Pallais, León.
"Ser y misión de la Universidad Centroamericana”. Encuentro: Revista Académica de la Universidad
Centroamericana, n° 1 (1968): 6-12.
Pallais, León.
"La Universidad Centroamericana”. Revista del Pensamiento
Conservador 13, n° 62 (1965): 1-5.
Pallais, León.
"Misión de la Universidad”. Revista del Pensamiento
Conservador, n° 26
(1961): 18-20.
Pallais, León y
Edmundo Jarquín Calderón. "Toma posesión nueva directiva CEUCA”. Encuentro: Revista
Académica de la Universidad Centroamericana, n° 5 (1968): 286-294.
Pallais, León y
Dioniso Marenco Gutiérrez. "Promoción de graduados e inauguración del
nuevo curso”. Encuentro: Revista Académica de la Universidad
Centroamericana, n° 4 (1968): 226-234.
Pensado,
Jaime. "El Movimiento Estudiantil Profesional (MEP):
una mirada a la radicalización de la juventud católica mexicana durante la
Guerra Fría”. Mexican Studies/Estudios
Mexicanos 31, n° 1 (2015): 156-192. https://doi.org/10.1525/msem.2015.31.1.156
Peña, Horacio. "El Nuevo Encuentro”. Encuentro: Revista Académica de la Universidad
Centroamericana, n° 1 (1973): 3-4.
"Reforma
a la ley de creación del CNES”. La Gaceta. Diario Oficial, 6 de
mayo de 1982.
Rocha, José Luis. Autoconvocados y conectados: los universitarios en la
revuelta de abril en Nicaragua. San Salvador: UCA Editores, 2019.
Rodríguez,
Laura. "Las elites católicas y la fundación de universidades (1958-1983)”. En 2.a Reunión Internacional sobre Formación de las
Elites: enfoques y avances de investigación en el estudio relacional de las
desigualdades, coordinado
por Sandra Ziegler, Alicia Villa, Florencia Luci, Sebastián Fuentes, Victoria Gessaghi y Emilia Di Piero. Buenos
Aires: FLACSO Argentina, 2015, 9-21.
Rodríguez
Rosales, Isolda. "La Restauración Conservadora y la creación de colegios
religiosos”. Encuentro: Revista Académica de la Universidad
Centroamericana, 38, n° 71 (2005): 119-135. https://doi.org/10.5377/encuentro.v0i71.4230
Rueda
Estrada, Claudia. Students of Revolution: Youth, Protest, and Coalition
Building in Somoza-Era Nicaragua. Texas:
University of Texas Press, 2019. https://doi.org/10.7560/319307
Sánchez
Rodríguez, Susy. "'Puño en alto... libro abierto': género y Revolución
en la campaña de alfabetización en Nicaragua (1980)”. En Ahora ya sé leer y escribir. Nuevos estudios sobre la
historia dela educación en Centroamérica (siglos XVIII
al XX), editado
por Iván Molina Jiménez. San José: EUNED, 2015,
277-316.
Tünnermann,
Carlos. "Nicaragua”. En Pensadores y forjadores de
la universidad latinoamericana. Pensamiento universitario latinoamericano, editado por Carmen García Guadilla. Caracas: CENDES, IESALC,
UNESCO, 2008.
Tünnermann,
Carlos. "La Universidad Centroamericana en el proceso revolucionario”. Encuentro: Revista Académica de la Universidad
Centroamericana, n.° 18 (1982): 9-11.
Tünnermann,
Carlos. "La nueva filosofía educativa del Gobierno de Reconstrucción
Nacional”. Encuentro: Revista Académica de la Universidad
Centroamericana, n° 15 (1980): 99-111.
Universidad
Centroamericana. Informe del Rector. 1969-1970. Managua: Publicaciones UCA Managua, 1970.
Universidad
Centroamericana. Informe del Rector. 1968-1969. Managua: Publicaciones UCA Managua, 1969.
Vilas, Carlos M. Mercado,
Estados y Revoluciones. Centroamérica 1950-1990, México: UNAM, 1994.
Vilas,
Carlos M. "El Sujeto Social de la Insurrección
Popular: La Revolución Sandinista”. Latin American Research Review20, n° 1 (1985): 119-147. https://doi.org/10.1017/S0023879100034282
Vilas,
Carlos M. Perfiles de la Revolución
Sandinista. La
Habana: Casa de las Américas, 1984.
Walter,
Knut. El régimen de Anastasio
Somoza (1936-1956). Managua:
Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica-UCA,
2004.
Ycaza Tigerino, Julio. "Proyección social del diálogo
universitario”. Encuentro: Revista Académica de la Universidad
Centroamericana, n° 2 (1968): 63-65.
Ycaza Tigerino, Julio. "Razón
de Encuentro”. Encuentro: Revista
Académica de la Universidad Centroamericana, n° 1 (1968): 3-5.
Zarruck, Juan
Roberto. "Programa alumnos-ayudantes”. Encuentro: Revista Académica de la Universidad
Centroamericana, n° 18 (1982): 39-41.
Cómo citar este artículo: Fonseca Zúñiga, Edgardo. “Evolución del modelo universitario de la
Universidad Centroamericana (UCA) de Nicaragua: entre
el somocismo excluyente y el sandinismo revolucionario (1960 - 1982))” Revista
Historia de la Educación Latinoamericana vol. 25 no. 40 (2023).
[1] Este artículo forma parte del proyecto
C2147 "La Universidad Centroamericana (UCA): análisis de su papel dentro
de la transformación cultural y política en Nicaragua (1960s
- 1980s)” adscrito a la Vicerrectoría de Investigación de
la Universidad de Costa Rica (UCR) y con la Sede del Sur de la UCR como unidad
ejecutora.
[2] Licenciatura en Historia. Docente e
investigador de la Sede del Sur de la Universidad de Costa Rica (UCR). Correo
electrónico: edgardo.fonseca@ucr.ac.cr
[3] Randall Chaves
Zamora, "Divina juventud: La Iglesia católica y las juventudes en América
Latina y Costa Rica durante la Guerra Fría (1965-1989)”, Revista de
Historia, n.° 82 (2020): 18. https://doi.org/10.15359/rh.82.1
[4] Jaime Pensado, "El Movimiento
Estudiantil Profesional (MEP): una mirada a la radicalización de la juventud
católica mexicana durante la Guerra Fría”, Mexican
Studies/Estudios Mexicanos vol. 31, n.° 1 (2015): 161.
[5] Laura Rodríguez, "Las elites
católicas y la fundación de universidades (1958-1983)”, en 2.a
Reunión Internacional sobre Formación de las Elites: Enfoques y avances de
investigación en el estudio relacional
de las desigualdades, coord. Sandra Ziegler
et. al. (Buenos Aires: FLACSO Argentina, 2015), 12.
[6] Mónica Alcántara Navarro, "El Consejo
Hispanoamericano de Estudiantes (1979-1980). La juventud católica intransigente
en la Guerra Fría”, Páginas vol.11, n.°
25 (2019). https://doi.org/10.35305/rp.v11i25.330
[7] Pensado, op. cit., 166.
[8] Claudia Rueda Estrada, Students
of Revolution: Youth, Protest, and Coalition Building in Somoza-Era Nicaragua (Texas:
University of Texas Press, 2019), 38.
[9] Paula Fernández y Fernando Romero, "El
movimiento estudiantil en Nicaragua. El caso del Frente Estudiantil Revolucionario
y su participación en el Frente Sandinista”, en V jornadas de estudio y reflexión sobre el movimiento
estudiantil argentino y centroamericano, Mar de Plata, Argentina,
6, 7 y 8 de noviembre de 2014, 9.
[10] Enrique Alvarado
Martínez, La UCA: Una historia a través de la Historia
(Managua: Editorial-Imprenta UCA, 2010), 132; Gioconda Belli,
El país bajo mi piel.
Memorias de amor y guerra (México: Seix Barral,
2010), 124.
[11] Alvarado, op. cit.,134.
[12] Gabriela Chavarría Alfaro, Los Estudios Generales en las universidades públicas de Centroamérica:
1950-1970 (San José: ALICAC, 2012)
[13] José Luis Rocha, Autoconvocadosy
conectados: los universitarios en la revuelta de abril en Nicaragua. (San Salvador: UCA
Editores, 2019), 42.
[14] Lorenzo Diez Calabuig, "La Universidad
Centroamericana a 5 años de labor”, Revista del Pensamiento Conservador vol. 13,
n.° 62 (1965): 8.
[15] Gabriel Medrano
Valenzuela y Mónica Albizúres Gil, Pasado, presente y futuro de la Universidad Rafael Landívar
(Guatemala: Universidad Rafael Landívar, 2001).
[16] Marta Doggett, Una
muerte anunciada. El asesinato de los jesuitas de El Salvador (San Salvador: UCA
Editores, 2001).
[17] Isolda Rodríguez Rosales, "La Restauración
Conservadora y la creación de colegios religiosos”, Encuentro
vol. 38, n.0 71 (2005): 127.
[18] Belli, op. cit., 89.
[19] Hijo del político y abogado conservador Carlos
Cuadra Pasos, fue poeta, ensayista, dramaturgo y periodista. Su visión
cultural, promovida en revistas fundadas por él como Los Cuadernos del
Taller de San Lucas y El Pez y la Serpiente, defendía la identidad
nicaragüense como un mestizaje de elementos indígenas e hispanos, esto último
manifestado principalmente en el catolicismo. Fue docente y director de
Extensión Social en la UCA en la década de 1960. Tuvo una marcada influencia en
el pensamiento nicaragüense, principalmente a través de su trabajo en el diario
La Prensa
y su columna "Escrito a máquina”.
[20] Poeta, dramaturgo y ensayista. Hijo de una
familia conservadora de Granada, se educó en California, Estados Unidos, donde
recibió una enorme influencia de la literatura anglosajona. Fue diputado y
diplomático, cercano a Anastasio Somoza García al principio, después, en 1977,
apoyó la causa del FSLN.
Klaus Krippendorff, Metodología
de análisis de contenido. Teoría y práctica (Barcelona: Paidós,
1997).
Carlos Julio Cuartas, "La idea de
universidad en Juan Pablo II”, TheologicaXaveriana, n.° 146 (2003), 169-170.
Consejo Episcopal Latinoamericano
(CELAM), Los
cristianos en la universidad (Bogotá: Departamentos de Educación
y Pastoral Universitaria, 1967), 16-19. Este texto recoge los documentos
finales del Seminario de Expertos llamado "La Misión de la Universidad
Católica en América Latina” y del Encuentro Episcopal titulado "La
Presencia de la Iglesia en el Mundo Universitario de América Latina”,
celebrados en Buga, Colombia, en febrero de 1967.
[24] Gilíes Bataillon, Génesis de las guerras intestinas en América Central
(1960-1983) (México: Fondo de Cultura Económica, 2008): 82-107.
[25] Knut Walter, El régimen de Anastasio Somoza (1936-1956) (Managua: Instituto de Historia de Nicaragua y Centroaméri- ca-UCA,
2004): 331-366.
[26] Carlos Tünnermann, "Nicaragua", en Pensadores y
forjadores de la universidad latinoamericana. Pensamiento universitario
latinoamericano, ed. Carmen García Guadilla (Caracas: CENDES,
IESALC, UNESCO, 2008): 391-397.
[27] Abelardo Baldizón, "Nicaragua entre 1945
y los inicios del siglo XXI: de la exclusión política de la dictadura de los
Somoza a la exclusión política del pacto libero-sandinista", en Laberintos y
bifurcaciones. Historia inmediata de México y América Central, 1940-2020,
ed. Ronny Viales Hurtado (San José: CIHAC, 2021): 284-290; Salvador Martí i
Puig, La
revolución enredada. Nicaragua 1977-1996 (Madrid: Los Libros de
la Catarata, 1997): 41-60.
[28] Centro Regional para la Educación Superior en
América Latina y el Caribe (CRESALC), La educación superior en Nicaragua (Caracas:
CRESALC-UNESCO, 1988): 21.
[29] "Acta de Fundación y Estatutos de la
Universidad Católica Centroamericana", La Gaceta. Diario Oficial, 22 de marzo de
1961,636.
[30] Nacido en 1913 en Nicaragua. Asume la
asistencia a la Asociación de Ex Alumnos del Colegio Centroamérica (EACC) en
1949, germen de la UCA. En 1960 ocupa la primera rectoría de la naciente
universidad.
[31] León Pallais, "La Universidad
Centroamericana", Revista del Pensamiento Conservador vol. 13, n.° 62
(1965): 1.
[32] León Pallais y Dioniso Marenco Gutiérrez,
"Promoción de graduados e inauguración del nuevo curso", Encuentro,
n.° 4 (1968): 228.
[33] León Pallais, "La universidad y la
sociedad nicaragüense", Encuentro, n.° 11 (1970): 32.
[34] Ibíd, 38.
[35] Francisco Laínez, "Lección inaugural
curso 1967-1968”, Encuentro, n.0 1 (1968): 21.
[36] Universidad Centroamericana, Informe del
Rector. 1969-1970 (Managua: Publicaciones UCA Managua, 1970), 11.
[37] Ibíd, 7.
[38] Pallais y Marenco Gutiérrez, op. cit,
230.
[39] León Pallais y Edmundo Jarquín Calderón,
"Toma posesión nueva directiva CEUCA”, Encuentro, n.° 5 (1968): 293.
[40] Horacio Peña, "El Nuevo Encuentro”, Encuentro,
n.0 1 (1973): 3.
[41] Arturo Dibar, "Discurso pronunciado por
el Dr. Arturo Dibar, S.J. Rector de la Universidad Centroamericana en la ceremonia
de graduación, el día 31 julio de 1973”, Encuentro, n.° 1 (1973): 9.
[42] Julio Linares, "Hacia una reforma
universitaria integral”, Encuentro, n.° 1 (1973): 59.
[43] "Reforma a la ley de creación del CNES”,
La Gaceta. Diario
Oficial, 6 de mayo de 1982, 105.
[44] Amando López, "Discurso inaugural del
Seminario Político Educativo sobre Sandino, el sandinismo y sus proyecciones en
la determinación del Proceso Educativo realizado en la Universidad
Centroamericana, del 27 al 31 de agosto de 1979”, Encuentro, n.° 15 (1980): 6.
[45] Carlos Tünnermann, "La Universidad
Centroamericana en el proceso revolucionario”, Encuentro, n.° 18 (1982): 10.
[46] Nacido en Burgos, España, en 1936, fue
Superior del Colegio Centro América en Managua de 1976 a 1978, y rector de la
UCA de 1979 a 1984. Asesoró un grupo llamado "Cristianos en la
revolución”, en el cual había ministros y funcionarios intermedios del gobierno
sandinista. En 1984 se instala en El Salvador, donde dicta clases de teología y
filosofía en la UCA José Simeón Cañas. En 1989 es asesinado por el batallón
Atlácatl del ejército salvadoreño, junto al rector Ignacio Ellacuría, otros
cuatro sacerdotes y dos trabajadoras en el campus de la UCA en San Salvador.
[47] López, "Discurso inaugural”, 7.
[48] Amando López, "La Universidad
Centroamericana ante el Proceso Revolucionario en Nicaragua”, Encuentro,
n.° 15 (1980): 135.
[49] Max García, "La transformación curricular
de la Universidad Centroamericana”, Encuentro,
n.° 18 (1982): 36.
[50] Ernesto Castillo Martínez, "La UCA de
ayer y de hoy”, Encuentro, n.° 18 (1982): 15.
[51] Español nacido en 1931, en Nicaragua fue
docente del Colegio Centroamérica, con futuros dirigentes de la revolución entre
sus estudiantes, como Edén Pastora y Alfonso Robelo. Asumió la rectoría de la
UCA en 1976 y abandonó la Compañía de Jesús en 1979.
[52] Juan Bautista Arrien, "La filosofía
universitaria para la nueva Nicaragua”, Encuentro, n.° 15 (1980): 130.
[53] Ibíd, 131-133.
[54] Carlos Tünnermann, "La nueva filosofía
educativa del Gobierno de Reconstrucción Nacional”, Encuentro,
n.0 15 (1980): 105.
[55] Ibíd, 104.
[56] Tünnermann, "La Universidad
Centroamericana...", 11.
[57] Anónimo, "El papel de las organizaciones
en la vida universitaria”, Encuentro, n.0 18 (1982): 18.
[58] Ibíd. 21.
[59] Ibíd., 30.
[60] Juan Roberto Zarruck, "Programa
alumnos-ayudantes”, Encuentro, n.0 18 (1982): 41.
[61] Tünnermann, "Nicaragua", 395.
[62] Carlos Vilas,
Perfiles de la Revolución
Sandinista (La Habana: Casa de las Américas, 1984), 357-391.
[63] Robert Arnove,
La educación como
terreno de conflicto: Nicaragua, 1979-1993 (Managua: Editorial
UCA, 1994), 29-69; Susy Sánchez
Rodríguez, "'Puño en alto... libro abierto': género y Revolución en la
campaña de alfabetización en Nicaragua (1980)”, en Ahora ya sé leer y
escribir Nuevos estudios sobre la historia de la educación en Centroamérica
(siglos XVIII al XX), ed. Iván Molina Jiménez (San José: EUNED,
2015), 277-316.
[64] "Acta de Fundación y Estatutos de la
Universidad Católica Centroamericana”, 636.
[65] Julio Ycaza Tigerino, "Razón de
Encuentro”, Encuentro,
n.° 1 (1968): 5.
[66] José Coronel Urtecho, "Inauguración de
la Universidad Centroamericana", Revista del Pensamiento Conservador vol. 2,
n.0 9 (1961): 1-5.
[67] Rubén Darío y Basualdo, "La Universidad
Centroamericana: Nueva expresión de Cultura”, Revista del Pensamiento Conservador, n.0
26 (1961): 20.
[68] León Pallais, "Misión de la
Universidad”, Revista del Pensamiento Conservador, n.° 26 (1961): 18.
[69] León Pallais, "Ser y misión de la
Universidad Centroamericana”, Encuentro, n.° 1 (1968): 6.
[70] León Pallais, "Raíz humanista del reto
social”, Encuentro,
n.° 3 (1968): 124.
[71] Universidad Centroamericana, Informe del
Rector. 1969-1970, 2.
[72] Julio Linares, "Universidad. Estructura
intelectual y desarrollo social”. Encuentro, n.0 11 (1970): 16-17.
[73] José de la Jara, "La universidad
católica y el subdesarrollo”, Revista del Pensamiento Conservador, vol. 13,
n.0 62 (1965): 22.
[74] "Apruébense reformas a Estatutos de la
Universidad Centroamericana”, La Gaceta. Diario Oficial, 4 de mayo de 1971,
1236.
[75] Arturo Dibar, "¿Cuál es el producto
humano que debe salir de la Universidad Centroamericana?”, Encuentro,
n.° 5 (1974): 8.
[76] Juan Bautista Arrien, "Universidad -
cambio y cristianismo”, Encuentro, n.0 9 (1976): 16.
[77] Juan Bautista Arrien, "La UCA: una
universidad para Nicaragua”, Encuentro, n.0 10 (1976): 11.
[78] Juan Bautista Arrien, "La universidad
ante el cambio social”, Encuentro, n.0 12 (1977): 19.
[79] López, "Discurso inaugural..", 9.
[80] Ricardo Bendaña, "Presencia cristiana en
la UCA”, Encuentro,
n.0 18 (1982): 50.
[81] Carlos M. Vilas, Mercado,
Estados y Revoluciones. Centroamérica 1950-1990 (México: UNAM,
1994).
[82] Carlos M. Vilas, "El
Sujeto Social de la Insurrección Popular: La Revolución Sandinista”, Latin American Research Review vol.
20, n.° 1 (1985): 122.
[83] Universidad Centroamericana, Informe del
Rector. 1968-1969 (Managua: Publicaciones UCA Managua, 1969), 24.
[84] Ibíd, 10.
[85] Anónimo, "Vida Estudiantil”, Encuentro,
n.0 2 (1968): 48-49, 114-115; Pallais y Jarquín Calderón, "Toma
posesión nueva directiva CEUCA”, 288.
[86] Pallais, "Misión de la Universidad”, 19.
[87] Ycaza Tigerino, "Razón de Encuentro”, 5.
[88] Julio Ycaza Tigerino, "Proyección social
del diálogo universitario”, Encuentro, n.0 2 (1968): 64.
[89] Rafael Kauffman,
"El problema de la enseñanza universitaria”, Encuentro,
n.0 12 (1970): 27.
[90] Pallais y Marenco Gutiérrez, "Promoción
de graduados...”, 234.
[91]
Arrien, "La UCA: una universidad para Nicaragua”, 9.
[92]
Ibíd., 7-8.
[93]
López, "La Universidad Centroamericana...", 130.
[94]
Arrien, "La filosofía universitaria...", 130.
[95]
Anónimo. "El papel de las organizaciones en la vida universitaria”, 25.
[96] Anónimo, "Campesinos y universitarios
una misma lucha”, Encuentro, n.0 18 (1982): 55.
[97] Equipo Envío, "La Universidad en
Nicaragua: una transformación en marcha”, Envío, n.° 57, (1986): 1.
[98] Dirk Kruijt, "Revolución y
contrarrevolución: el gobierno sandinista y la guerra de la Contra en
Nicaragua, 1980-1990”, Desafíos vol. 23, n.“ 2 (2011): 53-81.