Doi: https://doi.org/10.19053/01227238.16448
Artículo de revisión
La
educación femenina en la sociedad nicaragüense: una contrariedad de la
Revolución Liberal (1893-1909)
Female
education in Nicaraguan society: a nuisance for the Liberal Revolution
(1893-1909)
A
educação das mulheres
na sociedade nicaraguense: um
retrocesso da | Revolução Liberal
(1893-1909)
https://orcid.org/0000-0001-8915-808X
*Academia de Geografia
e Historia de Nicaragua
**Academia Nicaragüense de Ciências
Genealógicas
Resumen
Objetivo:
Analizar los propósitos y los programas educativos del modelo conservador para
educar a la mujer, en antítesis con la proyección económica, política y social
de la Revolución Liberal nicaragüense (1893-1909).
Originalidad/aporte:
Se aporta al estudio historiográfico de la mujer visto desde el Programa de
estudio, en oposición a la proyección económica, política y social de la
Revolución Liberal.
Método:
Se trata de una investigación cualitativa pues mediante la revisión
bibliográfica y hemerográfica se examinan los programas de estudio y los
espacios culturales donde se desarrolla este nuevo proceso de educación
conservadora, en una época que proclama la libertad.
Estrategias/recolección de
información: Se compiló y organizó la información
documental de la Biblioteca del Banco Central de Nicaragua, del Instituto de
Historia de Nicaragua y Centroamérica (IHNCA-UCA) y
de la Biblioteca Nacional de Nicaragua.
Conclusiones:
1) Los propósitos de la educación femenina durante la Revolución Liberal
consistían en prepararla para la vida conyugal y la crianza de sus hijos; sin
embargo, las mujeres pudieron asirse de las oportunidades que le asignó el
Estado como educadoras en los niveles de kindergarten, primaria y secundaria
para transmitir sus ideas en pro de la mujer. Años después, ellas o sus alumnas
encabezarían el nacimiento de la lucha femenina en Nicaragua. 2) Los programas
educativos empleados para educar a la mujer fueron un remedo de modernidad,
pues eliminaron los Planes de Estudios del Colegio de Señoritas de Granada que
habían adaptado las profesoras norteamericanas, y establecieron sus planes con
el propósito de formar a las mujeres en la vida doméstica. 3) Cabe recalcar
que, durante los dieciséis años de Revolución Liberal, los burgueses
introdujeron en el país modelos de vida europeizante. Estas diferencias se
atenuaron en la sociedad y se expresaron en la educación femenina. El modelo de
educación de la mujer debía ser funcional para la familia y el del hombre debía
ser para la sociedad y la toma de decisiones en la política, la economía, la
sociedad, y la misma familia. El liberalismo fue transformador, pero limitó a
la mujer a la mínima expresión, configurándose en la antítesis más fiel de una
revolución.
Palabras
claves: Educación; programas educativos; mujer;
revolución liberal.
Abstract
Objective:
Analyze the purposes and educational programs of the conservative model for
female education, in antithesis with the economic, political, and social
projection of the Nicaraguan Liberal Revolution (1893-1909).
Originality/contribution: this
work contributes to the historiographic study of women from an academic
perspective, in contrast to the economic, political, and social projection of
the Liberal Revolution.
Method: This
is a qualitative research. The study programs and
cultural spaces of this new process of conservative education in an era that
proclaims freedom were examined through bibliographic and hemerographic
review.
Strategies/Data
collection:
Documentary information from the Biblioteca del Banco Central de Nicaragua, the Instituto
de Historia de Nicaragua y Centroamérica (IHNCA-UCA), and the Biblioteca
Nacional de Nicaragua
were compiled and organized.
Conclusions:
1) The purpose of female education during the Liberal Revolution was to prepare
women for married life and the raising of their children; however, women took
advantage of the opportunities assigned by the State as educators at the
kindergarten, primary and secondary levels to transmit their ideas in favor of
women. Years later, they or their students would lead the birth of the womens fight in Nicaragua. 2) The modern curriculum for
female education was a farce. The curricula of the Colegio de Señoritas de
Granada, adapted by the North American teachers, were eliminated to establish
the training of women for domestic life. 3) It should be emphasized that during
the sixteen years of the Liberal Revolution, the bourgeoisie introduced
Europeanized life models into the country. These differences settled in society
and were expressed in womens education. The model of womens education was meant to be functional for the family
and that of men was for society and decision-making in politics, economy, and
family. Liberalism was transformative, but it limited women to the minimum
expression, becoming the most faithful antithesis of a revolution.
Keywords: Education;
educational programs; women; liberal revolution.
Resumo
Objetivo:
Analisar os propósitos e os programas educacionais do modelo conservador de
educação da mulher, em oposição à projeção econômica, política e social da
Revolução Liberal Nicaraguense (1893-1909).
Originalidade/contribuição:
Contribui para o estudo historiográfico da mulher a partir do Programa de
Estudos, em oposição à projeção econômica, política e social da Revolução
Liberal.
Método:
Trata-se de uma pesquisa qualitativa, pois examina os programas de estudo e os
espaços culturais onde se desenvolve esse novo processo de educação
conservadora, em uma época que proclama a liberdade, por meio de uma revisão
bibliográfica e de jornais.
Estratégias/coleta
de datos: As informações documentais
foram compiladas e organizadas na Biblioteca do Banco Central da Nicarágua, no
Instituto de História da Nicarágua e Centroamérica (IHNCA-UCA) e na Biblioteca Nacional da Nicarágua.
Conclusões:
1) O objetivo da educação feminina durante a Revolução Liberal era preparar as
mulheres para a vida de casadas e para a criação dos filhos; no entanto, as
mulheres puderam aproveitar as oportunidades oferecidas pelo Estado como educadoras no jardim
de infância, no ensino fundamental e no ensino
médio para transmitir suas
ideias a favor das mulheres. Anos mais tarde, elas ou seus alunos liderariam
o nascimento da luta das mulheres na Nicarágua. 2) Os programas educacionais usados para educar as mulheres
eram uma zombaria da modernidade, pois eliminaram os currículos do Colegio de Señoritas de Granada, que haviam sido adaptados pelos
professores norte-americanos, e
estabeleceram seus planos com o objetivo
de treinar
as mulheres para a vida doméstica. 3) Deve-se observar
que, durante os dezesseis anos da Revolução Liberal, a
burguesia introduziu modelos de vida europeizados no país. Essas diferenças
foram atenuadas na sociedade e expressas na educação das mulheres. O modelo de
educação das mulheres deveria ser funcional para a família e o dos homens
deveria ser funcional para a sociedade e para a tomada de decisões na política,
na economia, na sociedade e na própria família. O liberalismo foi
transformador, mas limitou as mulheres à expressão mínima, tornando-se
a antítese mais
fiel de uma
revolução.
Palavras-chave: Educação;
programas educacionais; mulheres; revolução liberal.
Recibido:
11/10/2022
Evaluado:
06/01/2023
Aprobado: 19/02/2023
Para estudiar los procesos históricos de nuestra
región centroamericana, es necesario asirse no solamente de hechos
documentados, sino también de la conciencia del porqué los actores actuaron de
determinada manera. En ese sentido, estudiar la evolución histórica de la
educación de la mujer entre los años de 1893 y 1909 es una oportunidad para
quienes hacemos estudios culturales sobre la región.
Antes, durante y después de la colonia
española, la mujer nicaragüense no tuvo acceso a la educación. Incluso pasada
la independencia, la sociedad patriarcal le asignó el papel de “reina del
hogar”, transmisora y sostenedora de la familia. Es solo hasta la consolidación
de los “Treinta años conservadores” que la mujer pudo formarse académicamente,
con la lectura y la escritura como la base de todo ese quehacer. En este
periodo se asientan los “propósitos A
de la educación femenina”, es decir, el
prepararla para ser esposa y madre puesto que, de no hacerlo, el esposo y los
hijos “se aburrirán é irán á
buscar en otro lado el atractivo y las comodidades que se le niegan en su
propio hogar; dándosele el caso de que por una cuestión al parecer
insignificante se turbe la paz de la familia”[2].
Pero, además, hay que asistirla para que sea el medio donde el hombre y sus
hijos puedan reposar y distraerse. Es decir, se requiere de la “mujer culta” en
el hogar, por lo tanto, debe tener conocimientos de canto, instrumentos
musicales (piano) y de dos idiomas: inglés y francés. El primero porque es un
idioma universal y debe dominarse “como instrumento de cultura” y el segundo
porque ofrece conocimiento pedagógico útil para educar a los hijos, así como la
distracción en la lectura de revistas y libros. Para lograr tales fines se
diseñó un programa de estudio encaminado a volver la educación “funcional para
la mujer”.
Es necesario señalar que, con la fundación
del Colegio de Señoritas de Granada, en 1882, la educación de bachillerato de
la mujer se equiparó a la de los hombres, puesto que se aplicaba el programa de
estudio estadounidense, adaptado a las realidades nicaragüenses. Aunque en
Nicaragua el gobierno era conservador —en la región permeaba el liberalismo— y
se encaminaban obras muy liberales como la Biblioteca Nacional, el Archivo
Nacional, el Ferrocarril e Instituciones de Salud Pública, la sociedad no había
experimentado cambios sustanciales.
La Revolución Liberal (1893-1909) atenuó la
verdadera educación conservadora, todo en un doble discurso que la proclamaba
como gestora del “mejoramiento intelectual y moral de los nicaragüenses”, en
palabras del general José Santos Zelaya, mientras que en su administración
nacían asignaturas para que las niñas pudieran desenvolverse en el hogar; al
tiempo que desarrollaban la economía y gestaban políticas de transformación
social, mantenían la idea de la mujer vista como un instrumento al servicio de
la familia.
Con este trabajo se pretende aportar al
estudio historiográfico de la mujer desde el punto de vista del programa de
estudio, en oposición a las proyecciones económica, política y social de la
revolución. Este periodo es de gran relevancia en la historia nicaragüense
porque se sientan las bases de importantes transformaciones en diversas áreas
de la sociedad.
Alrededor de la mujer nicaragüense existen
estudios de mucha valía: “Evolución de la mujer en nuestra historia”, de Ligia
Madrigal Mendieta[3] [4], en el que
localiza acciones de protagonismo de la mujer en la historia; por otro lado, la
doctora Isolda Rodríguez Rosales, en el apartado “Educación de la mujer” de la Historia
de la Educación en Nicaragua: La educación durante el liberalismo: 1893-19094,
aborda el tema de manera breve, pues alude al programa de estudio sin detenerse
en su impacto; mayor sería su aporte con el ensayo “Educación de las mujeres en
el siglo XIX o la construcción de la identidad doméstica”[5], en el que rememora las
acciones del Estado para educar a la mujer como esposa y madre, además de citar
un sinnúmero de primeros centros educativos para mujeres; y por último, la
“Mujer nicaragüense a través de la educación (1858-1909)”[6], de Rafael Casanova
Fuertes,
quien hace un recorrido sobre cómo la mujer se ha sobrepuesto a los retos que
le impuso el patriarcado.
Que la educación de la mujer en Nicaragua se
ha visto ligada siempre a patrones conservadores
instituidos por la Iglesia, la familia y el Estado, es la hipótesis que sirve
de punto de partida para este trabajo. Tras la Revolución Liberal, la sociedad
se desarrolló en diversas áreas aunque la educación
femenina no tuvo ningún empuje, por el contrario, se institucionalizó el
aprendizaje doméstico y dentro del Programa educativo se insertó el tema
“especiales”, pues el liberalismo proponía que la mujer debía estar preparada
para la vida hogareña.
Para ubicar los debates de la época sobre los
intereses de educar a la mujer con ese sistema es definitivo el uso de fuentes
bibliográficas y hemerográficas, espacios desde los cuales se pudieron
determinaron los propósitos de la educación conservadora para la mujer, las
reformas en 1900 del pénsum académico por considerar que los planes debían ser
reducidos, así como los conocimientos propios del quehacer femenino, antítesis
en materia económica, política y social de la Revolución Liberal.
Contexto histórico
La educación colonial
sin la mujer
Durante la Colonia en Centroamérica, el
hombre era el único que podía acceder a la formación académica. Las familias
pudientes (cafetaleros o hacendados) contrataban a abogados para que les
enseñaran a sus hijos gramática castellana, aritmética (cuatro reglas
generales) y catecismo católico. Pocas familias podían enviar a sus hijos a
estudiar a la Universidad de San Carlos de Borroneo (Guatemala), o a la
Universidad de León (Nicaragua), y mucho menos a Europa. Para las familias
criollas la educación de la mujer no representaba prioridad alguna.
Eran tan centralizados estos centros
educativos que el padre Pedro Ximena, en 1789, estableció un colegio en Granada
para niños pobres e indígenas, pero excluyendo a las niñas de ambas
poblaciones. En un informe del padre Ximena, citado por Jorge Eduardo Arellano,
comenta:
[...] se
enseña gratis a leer y escribir a los niños pobres de la referida ciudad
[Granada], principalmente a los indios del pueblo de Jalteva,
a quienes suministra cartillas, catecismos, papel y demás necesario,
advirtiéndose mucha utilidad con tal loable establecimiento.[7]
Y agrega Arellano
—en
tono sarcástico— que estos colegios de los jesuitas, puestos en funcionamiento
desde inicios del siglo XVII, servían para preparar a los jóvenes “vaqueros y
hombres de campo en muy buenos gramáticos y latinos”[8].
Como la educación tenía el propósito de
adoctrinar y castellanizar a las poblaciones, en casos excepcionales la mujer
aprendió a leer y a escribir. Desde
ese lente, el hombre era el único que podía acceder a la formación académica, y
este, a su vez, transmitir el conocimiento a su núcleo familiar.
Si bien la educación básica en Nicaragua, a
finales de la Colonia, no tuvo más empuje que el preparar el programa de
estudio de las asignaturas latinidad, teología moral, filosofía, cánones,
teología escolástica, instituto, civil y leyes,
continuó siendo el centro de preparación para sacerdotes, hijos de los
indígenas (hijos de caciques) y alumnos laicos. Fue hasta 1821 que se
reglamentó lo que debían saber aquellos que estuvieran dispuestos a enseñar
primeras
letras. Las asignaturas consistían en
lectura, ortografía, caligrafía, aritmética, moralidad y política, y pedagogía;
el propósito de esta última era verificar si el futuro educador contaba con la
capacidad intelectual para desempeñar dicha función, afirmaba Carlos Meléndez,
citado por Arellano puesto que “el
talento y la aplicación de un niño dan esperanzas probables de adquirir mayores
luces [...]
no suceda que en vez de enseñar se oprima y atormente a los niños, haciéndoles
contraer odiosos vicios de la hipocresía y envilecimiento del alma”[9]. La educación
de la mujer, como hemos visto, esperaría hasta 1816, cuando se funda la primera
escuela para niñas en Nicaragua.
En este periodo, la educación respondía a los
intereses ideológico y económico de los conquistadores. Por esa razón la mujer
encontraría nuevas rutas para demostrar sus capacidades. La MSc.
Ligia Madrigal Mendieta lo señala: “Pese al autoritarismo que revistió lo
masculino, durante el periodo colonial, la figura de la mujer encontró las
maneras para destacar y hacerse ver como protagonista de acontecimientos que
dejaron huella en la sociedad [.. ,]”[10]. No era para
menos. Aunque luego de la independencia del Reino de Guatemala este sistema fue
heredado al nuevo periodo. La mujer siguió pasando inadvertida y tal hecho lo
vemos expresado en el Acta de Independencia y las Constituciones de la
República (1826-1838 y 1858). La mujer, vista desde los documentos anteriores,
es una “ciudadana” pero sin que le asistan los derechos de tal condición. Desde
1821 hasta ya entrado el proceso conservador, la educación pasó a
estandarizarse y sus cimientos se consolidaron.
La educación
republicana conservadora
La formación académica de la mujer entre los
años 1824 y 1857 no recibió mayor impulso. La norma básica indicaba que las
niñas solamente debían leer, escribir y tener conocimientos del hogar.
Posterior a la Guerra Nacional (1856), se gestaron las primeras pautas —con
marcado enfoque de género— para que la mujer accediera a la educación de modo
que en el futuro pudiera formar a sus hijos en el hogar.
Bajo esa premisa se buscaron proyectos
educativos de corte privado y que sirvieran de modelo para otras poblaciones y,
para ello, el presidente y sus ministros iniciaron visitas a diversas escuelas
del país. La nación había logrado estabilizarse en materia política, pero aún
sin hacer mayores esfuerzos por invertir en educación. En la Gaceta
de Nicaragua (23 de mayo de 1868), aparece una nota anónima en la
cual se comenta que la Escuela de Niñas de Rivas
es
una de las mej ores del país, y asume que la “educación
de la muger (sic) [.] en A nuestro país ha quedado
descuidada por tanto tiempo”. En una sesión realizada el 10 de mayo de 1868, la
estudiante Matilde Santos de la Escuela de Niñas de Rivas,
tomó
la palabra y dijo, entre otras cosas: “Que reunidas las niñas que aquí veis,
recibimos juntas las lecciones instructivas que son adecuadas á nuestro sexo, bajo la inspección de una preceptora que
cuida sin omitir desvelos de guiar nuestros primeros pasos en la vida”[11]. Ese mismo
año, el Estado crearía los Estatutos de Instrucción Pública, que establecen las
tres modalidades de la enseñanza: primaria, secundaria y universitaria. El
primero para los pueblos, el segundo para las cabeceras departamentales y el
tercero para León o Granada.
Pero los mayores aportes al presupuesto del
Ministerio de Instrucción Pública se registraron entre los años de 1871 y 1884,
pues ascendía a 700 639 pesos. La inversión había pasado de 4000 pesos en el
bienio 1871-1872, a 338060 en el bienio de 1883-1884. Pero la formación de los
educadores era una de las tantas dificultades que se avizoraban, puesto que
hasta este momento las Escuelas Normales aún no funcionaban. En 1877 se
autorizó la creación de la primera Escuela Normal en Managua, pero el
presupuesto llegaba a 61547 pesos para todo el Ministerio, cifra que no cubría
los gastos del nuevo proyecto por lo que tuvo que clausurarse la gestión. Fue
hasta que el profesor Pablo Hurtado Gago funda la Escuela Normal de Granada
(1893-1897) que comenzaría a subsanarse esa necesidad[12].
Los testimonios en pro de la mujer
nicaragüense y de su integración a la sociedad hechos por el profesor Hurtado
Gago, miembro fundador de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua,
fueron notables. Al concluir su discurso con motivo de la inauguración del año
académico de 1878-1879 en el Colegio de Granada, expresó: “Libertad, igualdad,
fraternidad, emancipación política del hombre, influencia social de la mujer,
respeto a los derechos individuales, espíritu de asociación, relaciones entre
la Iglesia y el Estado, relaciones internacionales en los pueblos”[13]. Esa
creciente participación de la mujer se evidencia en las últimas tres décadas
del siglo XIX. Desde las escuelas públicas las mujeres tendrán una mayor
participación a partir de algún grado de autoridad. Además “la educación de
niveles primarios sufrió un proceso de feminización que desalojó a muchos
profesores varones, en manos de quienes había estado la educación en ese nivel”[14].
El antecedente más revelador en Nicaragua
—para el cual se buscaron modelos modernos de educación para la mujer— es la
fundación del Colegio de Señoritas de Granada, compuesto de una Junta de Padres
de Familia con el consentimiento del presidente de la República, Joaquín Zavala.
Don
José Dolores Rodríguez, exsecretario de la delegación de Nicaragua en los
Estados Unidos, presentó un minucioso informe sobre las escuelas americanas en
la Gaceta
Oficial del 9 de marzo de 1882. Concluye Rodríguez:
Tiene
muchas cosas buenas [el sistema de educación de los Estados Unidos] que
pudiéramos nosotros adoptar a nuestras necesidades. No es aventurado el afirmar
que este sistema admirable, bajo el cual se forman por completo, hombres y
ciudadanos libres, y mugeres (sic) aptas para los
sagrados ministerios de esposa y madre.[15]
El 16 de diciembre de 1882 —nueve meses
después del informe de Rodríguez— se rememora en la Gaceta
Oficial el prospecto del Colegio de Señoritas de Granada, que
incluye la Junta de Padres de Familia, el directorio, personal de profesores,
cuadro de enseñanza (pénsum) y las condiciones para la admisión de alumnas. La
iniciativa, que nace del senode las familias
granadinas con auspicios gubernamentales, pretende solicitar al gobierno de los
Estados Unidos de América un cuerpo docente seleccionado de entre los mejores
institutos de enseñanza, así como materiales didácticos de primera generación
que reúnan las cualidades para la enseñanza en Nicaragua, cuyo modelo
pedagógico, textos y materiales de enseñanza, provienen del método de enseñanza
estadounidense.
Se
hacía sentir aquí, hace mucho tiempo, la necesidad de un colegio de niñas bien
organizado y con los medios necesarios para dar a la enseñanza de la mujer el
desarrollo que exige el grado de cultura al que hemos llegado, y las naturales
aspiraciones de la sociedad a mejorar de condición.[16]
Aquí se formaría a la primera generación de
seis mujeres que pondría en la palestra la discusión sobre los nuevos roles que
debería tener la educación: María M. viuda de Rodríguez, Isabel Espinoza
Carranza,
Zoila Mora de Dessureault, Juana Vicenta Cabrera,
Francisca Berta Rivas y Josefa Toledo de Aguerri. Todas,
en algún sentido, aportarían en la transformación de la pedagogía en Nicaragua.
Diversos hechos históricos de Nicaragua
durante la anarquía (1821-1856) ocasionaron el estancamiento del sistema
educativo. Solamente un reducido grupo de estudiantes con suficiente capacidad
económica accedieron a la educación básica y media en su más grande aspiración
en el exterior, es decir, Chile, Francia o Estados Unidos. Si bien la educación
para la mujer nicaragüense tampoco tuvo desarrollo durante esta época, sí es
evidente que se le permitió formarse en los centros de educación básica y
profesional.
Economía, política y sociedad liberal en
antítesis con la educación femenina
La Revolución Liberal nicaragüense
(1893-1909), que se proyectó con acierto en diversas áreas del quehacer de la
nación, no permitió que la mujer tuviera espacios propios de su época. No se
puede negar que este proceso marcó un parteaguas en la historia de Nicaragua:
“Los treinta años conservadores” (1857-1893) y el proceso de transformación del
Estado que se gestó en 1893 y concluyó en 1909, tras ser emitida la “Nota Knox”
por el Secretario de los Estados Unidos de América, Philander Knox.
Pero también el Estado nicaragüense se vio
influenciado por una nueva Constitución Política, llamada “Carta Fundamental
Libérrima”, que estableció una serie de principios fundamentales divididos en
21 títulos: De la nación, De los nicaragüenses, De los ciudadanos, De los
derechos y garantías, De la forma de gobierno, Del Poder Legislativo, De las
atribuciones del Poder Legislativo, De la formación, sanción y promulgación de
la ley, Del Poder Ejecutivo, De los deberes y atribuciones del Poder Ejecutivo,
El Poder Judicial, Del presupuesto, Del tesoro público, Del ejército, Del
gobierno departamental, Del gobierno municipal, De la responsabilidad de los
empleados públicos, Leyes constitutivas y Las Reformas de la constitución y
leyes constitutivas. Además, estaba convenida la separación del Estado e
Iglesia, el matrimonio civil, registros públicos para las personas, y la
educación primaria laica, obligatoria y gratuita para toda la niñez
nicaragüense.
En el
Art. 50 de la Constitución de la República (1893) se establecía:
“Se garantiza la libre enseñanza. La que se costee con fondos públicos será
laica y la primaria será además gratuita y obligatoria. La ley reglamentará la
enseñanza sin restringir su libertad ni la independencia de los profesores”.
Esta nueva educación sirvió para reeducar a la población y llevar el guion
ideológico y así continuar con el control, en diversas áreas, por parte del
nuevo régimen. “Las principales medidas de Zelaya y los caficultores estaban
orientadas a debilitar los cimientos políticos y económicos del antiguo Estado
Conservador”[17]. Y la
manera de hacerlo de forma sutil fue desde el vehículo de la educación mediante
las asignaturas moral y urbanidad, constitución patria y ejercicios militares
—expresadas como Ley Fundamental de Instrucción Pública
(1894)— las cuales sirvieron de plataforma para elevar el espíritu de
identificación con la cultura y la obligación de manifestar respeto y lealtad a
la patria. Por ejemplo, en la asignatura moral y urbanidad, que se impartía dos
veces a la semana, los estudiantes aprendían las normas de aseo y deberes que
debían tener con sus familias y la patria. Por otro lado, la asignatura de
ejercicios militares era propia de los varones y se enseñaba una vez por semana
junto con los ejercicios calisténicos. Fue hasta 1900
que se estableció en Managua una Academia Militar encargada de instruir a los
jefes, oficiales, sargentos, cabos y soldados. De acuerdo con el contexto en
que se vivía, era necesario fomentar en los niños y jóvenes la preparación para
cualquier conflicto armado.
Esta nueva aristocracia cafetalera surgida en
el periodo conservador, llega al poder y realiza
cambios sustanciales en los diseños arquitectónicos de las ciudades del
Pacífico. Al parecer, estas familias pretendían —en mayor o menor grado—
asemejarse a una familia extranjera, para marcar diferencia con el resto de la
población. Tomaron Europa como modelo, 48 acentuando
aún más las distancias sociales con los grupos de trabajadores.
Las viviendas de las familias adineradas no
solo se diseñaron con elementos propios — sino que modificaron todo el
funcionamiento del hogar. Ahora los alimentos se servían en vajillas de plata o
porcelana, se acostumbraba a tomar el té para compartir noticias, leer una
revista o un libro, el vestuario de alta costura era traído de Europa, en las
casas los espejos de cuerpo entero adornaban los salones y se amenizaban las
tardes con música de piano[18].
Por esa razón, el modelo educativo que establecen es funcional, necesario para
satisfacer las tareas asignadas a la mujer y estuviese así capacitada para
desempeñar su rol en la familia.
El ministro de Instrucción Pública, Joaquín
Sansón, alrededor de la educación funcional para la mujer, afirmaría: “La vida
práctica exige estudios serios y utilitarios, porque las necesidades de la
existencia se imponen con severidad”. Sin embargo, el discurso oficial del
general José Santos Zelaya era más inclusivo.
El
beneficio de la instrucción [...] no es un privilegio de
las clases acomodadas. Todas las clases están obligadas a estudiar. La
instrucción es gratuita y la paga el Estado, dotando de mobiliario a las
escuelas, de libros a los alumnos, de viviendas cómodas para los maestros.[19]
Considerada la educación como la puerta a las
libertades, la modernización
del Estado y la prosperidad del individuo, se incrementan entonces los recursos
presupuestóles, según explicaba el presidente de la
República José Santos Zelaya en su intervención en la Asamblea Legislativa del
5 de agosto de 1900.
No
ha omitido esfuerzo ni gastos ninguno cuando se ha tratado de hacer el bien a
los pueblos.
Por
eso y por qué juzga que la educación intelectual fuente preciosa de positivo
bienestar para ellos, es lo único que podrá echar raíces de nuestro futuro
progreso, es que siempre ha sido su constante empeño impulsar poderosamente el
importante ramo de Instrucción Pública[20].
Finalmente, no se puede obviar que durante el
periodo conservador se realizaron significativos avances, puesto que los
gobiernos nicaragüenses eran permeados por las revoluciones
liberales que ya se avistaban en la región centroamericana. La profesora Kinloch expresa que:
“Pese a sus diferencias políticas,
conservadores y liberales coincidían en torno a un interés común: estrechar
vínculos comerciales con los países industrializados como vía para alcanzar el
progreso”[21]. Esas ideas
económicas movían a los políticos para que el país entrara en la consolidación
de mercado internacional, por lo que la industrialización del café, la
atracción de inversores externos —una apuesta por la inmigración de Estados
Unidos y Europa— y el desarrollo agroexportador se convirtieron en un eje del
nuevo gobierno.
Si bien la mujer tuvo acceso a la educación
formal a través del programa de estudio, no se le permitió realizar estudios
universitarios puesto que la educación, primaria y bachillerato, estaba instrumentalizada
para
moldear a la mujer del hogar.
La educación femenina nicaragüense:
¿conservadora o liberal?
Entre los años de 1882 (se gesta la fundación
del Colegio de Señoritas de Granada) y 1909 (el fin de la Revolución Liberal),
aumentó la participación de la mujer desde el Ministerio [E de
Instrucción Pública, en dos aspectos: gestión educativa como educadora y acceso
a la educación de las colegialas, punto de partida para la participación de las
mujeres en cargos de responsabilidad en el campo educativo. En este apartado
identificaremos los propósitos de la educación con el modelo conservador
durante el periodo de la Revolución Liberal, cuya población estudiantil
femenina superaba, en 1899, a la de los varones, comportamiento que continuó
hasta 1905[22].
Por ser la mujer la esencia de la familia, debía prepararse para ese quehacer dentro de la
sociedad de finales del siglo XIX. Toledo de Aguerri afirmaría
al respecto que “El instinto maternal, pronunciado en la maestra, la hace más
apta que el hombre para el magisterio en los grados inferiores de la escuela.
El amor secundado por una buena preparación pedagógica,
es el más a propósito para impartir nobles ideales”[23]. Los pocos espacios que, en
materia social, económica y política, los hombres le permitirían a la mujer
fueron evidentes desde
el programa educativo que construyeron en la
Ley Fundamental de Instrucción Pública (1894) y que el 23 de diciembre de 1900,
en una disposición relativa a Instrucción Pública, admiten que la mujer
adquiera el título de Bachillerato en Ciencias y Letras aplicado en los
institutos y colegios del país. El argumento, para tal fin, es que “la mujer
exige conocimientos especiales y menos extensión en algunas asignaturas de las
que corresponde a la enseñanza secundaria”. Esa nota explicativa al nuevo Plan
de Estudios sería una contrariedad a los proclamados por Toledo de Aguerri:
Para
marchar parejo en la obra nacional es necesario que el hombre y la mujer, los
dos factores que forman la sociedad, estén capacitados cada uno para desempeñar
su misión separadamente perfeccionada, conjuntamente ordenada y, aparejada
hacia un fin común. Ambos miembros sociales compenetrados como conviene[24].
Entre los ideales proclamados del liberalismo
estaban la “libertad individual”, la “libertad económica” y la “libertad
política” aunque no se pusieran en práctica pues el motor de aquella revolución
fueron las familias cafetaleras, que requerían de mano de obra calificada para
mover la economía pues consideraban necesario ampliar los lazos comerciales con
otros países e ingresar en la era de la Revolución Industrial. Para lograrlo,
se preparan una serie de políticas estatales que modernizan el Estado: Constitución
Política, Ley Orgánica de Municipalidades, Ley de Imprenta, Ley orgánica de
Tribunales, Ley de Cementerios Laicos, Ley Reglamentaria del Matrimonio, Ley
Marcial o Seguridad Pública, Ley sobre Agricultura y Trabajadores, Ley de
Amparo, Ley Fundamental de Instrucción Pública, entre otras.
En el artículo 4 de la Ley Fundamental de
Instrucción Pública (1894), intentan alcanzar 50 esa
cota de modernidad en la educación. Se reconoce “La enseñanza primaria,
costeada por el Estado será gratuita y obligatoria”[25]. Aunque, en la Memoria de
Instrucción Pública del bienio 1877-1878, citada por Jorge Eduardo Arellano,
ya
se reconocían los mismos derechos para los infantes: “La instrucción pública de
los niños de ambos sexos es gratuita y obligatoria”[26]. Nótese la diferencia: en el
documento del periodo conservador se cita, expresamente, a “los niños de ambos
sexos”, mientras que en la ley de 1894 se omiten los géneros. Será evidente que
el sistema educativo puesto en marcha dará prioridad al hombre en cuanto a
prepararlo para la adquisición de conocimiento científico y práctico, y a la
mujer se la encamina a desarrollar habilidades para administrar el hogar.
Acuña señala que “Para los
liberales de principios del siglo XX, las mujeres no podían tener presencia en
la vida ciudadana. [...] El lugar de la mujer
debía ser el hogar y su función principal la procreación”[27]. Esa costumbre mantuvo a la
mujer alejada de intereses públicos, ceñidos estos a las obsesiones heredadas
de la colonia española. A la mujer, que se la concibe como “administradora del
hogar, la guía espiritual hacia la religión, la que inclinaba sus actos hacia
la piedad y el prójimo”[28], recibe
entonces la educación enfocada a desarrollar o potencializar aspectos
tales como Enseñanza del hogar sobre base científica, Preparaciónpara
la vida cívica, Cursos para trabajadoras y profesionales, Higiene y sanidad
doméstica, Puericultura, Estudio de los alimentos, Educación del niño
(Psicología infantil, Religión, Ética y Estética), Costura y moda, Sombraría,
Labores de aguja y arte.
Durante el Congreso Pedagógico Hispano-Portugués-Americano, reunido en octubre de 1892 en
la ciudad de Madrid, se analizaron las relaciones entre la educación de las
mujeres y los hombres. Entre las personalidades que discuten sobre la educación
de la mujer destacan la poeta Emilia Pardo Bazán, Bertha
Wilhelmi
de Dávila, Asunción Vela, María Fernández, Concepción Aleixandre, Manuel Ruiz
de Quevedo, Rafael Torres Campos y Luis Ballesteros. El Gobierno de Nicaragua
asume la importancia de este evento pedagógico y publica en la Gaceta
Oficial la síntesis de la sesión académica. Al publicarlo en ese
medio adquiere el carácter legal y la simpatía por lo que concierne al
Gobierno. Aunque nunca se llevó a la práctica, vale la pena anotarlo:
-El
Congreso reconoce y declara que la mujer tiene los mismos derechos que el
hombre para resolver y cultivar, en bien propio y de la especie, todas sus
facultades, así físicas como intelectuales.
-Siendo
así, ¿debe darse á la mujer una educación igual en
dirección e intensidad á la del hombre?
-¿Debe facilitarse ampliamente
a la mujer la cultura necesaria para el desempeño de todas las profesionales?
-¿Debe facilitarse ampliamente
á la mujer la cultura necesaria para el desempeño de
todas las profesionales?
-En
caso contrario, ¿se le reconoce el derecho para el ejercicio de la enseñanza en
todos sus grados, á partir de párvulos?
-¿Debe ser de su exclusiva
competencia el desempeño de estas últimas escuelas?
-¿Deberá capacitarse á la mujer para el desempeño de ciertos destinos y de
determinados servicios públicos; ¿como, por ejemplo,
los de beneficencia, prisiones, correos, telégrafos y teléfonos, ferrocarriles,
contabilidad y archivos y bibliotecas?
-En
caso afirmativo, conviene empezar el sistema de la coeducación de los dos sexos
en la escuela primaria, ampliando el número de las escuelas mixtas.[29]
Un año después, del 1 al 25 de diciembre de
1893, se realizaría en Guatemala el Primer Congreso Pedagógico Centroamericano.
Se reconoce en este escenario que, desde el punto de vista de la educación, la
justicia no se ha evidenciado para la mujer, pues solamente se la ha utilizado
para el goce masculino y la procreación. “Este Congreso ha aceptado ya,
tácitamente, la igualdad sustancial en la educación del hombre y de la mujer,
al adoptar idénticos programas y métodos de enseñanza para las escuelas de uno
y otro sexo”[30]. Aquella
nota protestataria fue oficializada en la Memoria y rubricada por Constantino
Fiallos, Rafaela del Águila, Carlos A. Velásquez y Timoteo Miralda.
Los delegados nicaragüenses en el congreso
fueron el licenciado José María Izaguirre y Miguel Ramírez Goyena, quienes
participan activamente y votan a favor de la unidad educativa centroamericana.
Se publican los resultados en la Gaceta Oficial el sábado 2 de
diciembre de 1893, y el 14 de abril de 1894 el Ministerio de Instrucción
Pública convoca auna conferencia a los educadores
Pablo Hurtado, Antonio Salaverry, Eugenio López, Francisco Castro, Francisco
Zamora, Dr. Francisco J. Medina, Dr. José María Izaguirre, J. Alberto Gámez, J.
D. Navarro, Dr. Manuel Coronel Matus, Ricardo Contreras,
Lic.
Santiago Ordozgoitia Lic. Silvano Matamoros y
Trinidad Cajina. El papel de la mujer educadora para esta época ya es evidente
en el país —Josefa Toledo de Aguerri es la directora del Colegio
de Señoritas de Granada— pero no es citada para tomar decisiones en pro de sus
congéneres. Aunque los liberales querían reorganizar la educación nicaragüense,
se muestran reacios a la participación y la toma de decisiones por parte de la
mujer. Desde la conferencia se toman siete variables que intentan sistematizar
y modernizar —desde la visión de los hombres— la educación:
-El
Gobierno adopta para las cabeceras de departamentos las resoluciones y el Plan
de estudios del Primer Congreso Pedagógico, celebrado en Guatemala, referente a
la escuela elementa; más nos siendo posible ponerlas en práctica en las
escuelas rurales y municipales, ¿Cuál será la organización que deba darse a
estas?
-¿Será
conveniente que las escuelas Normales estén incorporadas a los Institutos? ¿Si
no lo es, cuántos establecimientos de esta clase debe haber en la República y
dónde deben situarse? ¿Cuál debe ser la organización y plan de estudios
convenientes para unos y para otros? -La enseñanza secundaria continúa por
cuenta particular en la misma forma en lo que está al presente; más no pudiendo
sostenerse y mejorar sin el auxilio del Gobierno, ¿cuál debe ser este auxilio?
¿Cuál debe ser el que preste a la enseñanza primaria?
-¿Cuál debe ser la
organización que se dé a las escuelas nocturnas para los obreros, que el
Gobierno proyecta establecer?
-¿Cuál debe ser la
organización que se dé a la escuela de Derecho, y a donde convendrá
establecerla?
-¿Cuál la que se dé a las
Escuelas de Medicina y de Farmacia, y dónde convendrá establecerlas?
-¿Cuál la que se dé a la
Escuela de Ingeniería, y dónde podrá establecerse con mayores ventajas?[31]
La reforma educativa liberal omite las
discusiones sobre la “Educación de la mujer centroamericana” publicadas en el
Primer Congreso Pedagógico Centroamericano y Primera Exposición Escolar
Nacional, instalados en la ciudad de Guatemala en diciembre de 1893 bajo la
protección del señor general don José María Reyna
Barros[32]. Estos
modelos eran vistos por los hombres como inadecuados. En un informe entregado
al Ministerio de Instrucción Pública sobre las inspecciones de los exámenes que
se han realizado en el Colegio Inmaculada, se lee: “Bien puede decirse que [...]
se enseña y se educa verdaderamente: las alumnas adquieren en el conocimiento
que enriquecen la mente y ennoblecen el corazón, y las buenas maneras y el
porte correcto que hacen de la mujer el encanto de la sociedad”[33].
En su edición del 29 de agosto de 1897, el
periódico El
Aviso publicó “La educación de la mujer”, una nota sin firma que
refleja bien los intereses de construir una imagen de la mujer en la que
resalte, en primer lugar, su belleza estética y luego las habilidades que debe
tener para desarrollar los quehaceres domésticos:
La
mujer, flor del Paraíso, delicia del hogar, con su deslumbradora belleza y sus
gracias seductoras ha venido a formar el encanto de la sociedad. Desde su
tierna infancia clama por su educación, que la hace digna de ocupar el puesto
de honor que le da para la sociedad doméstica [...] La mujer sin educación es
como los ojos sin vista.[34]
Las preocupaciones de la época con respecto a
la educación femenina giran en tomo al desarrollo de habilidades para ser
buenas madres y así puedan replicar el ciclo “en el hogar doméstico”.
El 2 de enero de 1908, los comisionados para
presenciar los exámenes de las Escuelas de San Rafael del Sur (Nicaragua),
presentan al ministro de Instrucción Pública un informe en el cual resaltan las
virtudes desarrollas en la Escuela de Niñas en trece asignaturas: lectura,
escritura, aritmética, idiomas, geografía, historia patria, economía doméstica
(“Deberes de ama de casa, higiene, moralidad y costumbres que debe tener”),
geometría, ciencias naturales, moral y urbanidad, dibujos (“Flores, sombras y lineales”),
labores de mano (“Según opinión por ellas manifestada, los referidos labores de
mano merecieron casi todos el calificativo de muy buenos”), y ejercicios calisténicos y canto. Los comisionados concluían: “Así
dejamos evacuado nuestro informe, congratulándonos de los adelantos obtenidos y
felicitando al mismo tiempo al Supremo Magistrado de la Nación [...]
por el incansable anhelo que siempre ha tenido por el adelanto intelectual del
pueblo”[35]. Aunque hay
un intento por desarrollar la educación, la influencia masculina y su visión
patriarcal en la formación de la mujer, siempre está presente.
El director y redactor en jefe del periódico El
Liberal, Manuel Riguero de Aguilar,
iniciaba su editorial “El ángel del hogar”, publicado en julio de 1897, así:
Será
cuestión de raza; pero es lo cierto que nosotros, los latinos, preferimos a la
mujer reina del hogar. El hombre fue creado recto, anguloso, fuerte para la
lucha. La mujer armoniosa en las curvaturas, suave, débil de cuerpo y grande de
espíritu, para las casas; para la familia.[36]
Y luego sostiene el discurso exaltando a la
“hija ejemplar”, “esposa amantísima” y “madre abnegada”, además de la
influencia que tiene para sostener y animar al marido en la adversidad. Estas
discusiones, que son sostenidas desde diversos espacios en documentos impresos,
no están exentas de la búsqueda para asistir a la mujer de conocimientos
científicos, moralidad espiritual y un cargado programa del hogar. De esos
temas trata la carta titulada “La educación de la mujer”, del profesor Pablo
Hurtado, dirigida a la educadora Josefa Toledo de Aguerri:
La
educación que da a las niñas es esmeradísima y la más apropiada paraformar a la futura esposa que decidirá de la suerte y
felicidad de la familia. Las arma usted muy bien para
que puedan salir triunfantes en la lucha por la vida, y afirmar esa
superioridad universalmente conocida hasta hoy: su aptitud para el gobierno de
la casa [...]
Según una buena distribución del tiempo, enseña usted a las niñas el trabajo de
la señora
de casa: lavado, planchado, zurcido y conservación de la ropa;
valor alimenticio, elección y precio de los víveres. Enresumen, la educación que da
usted a las niñas tiene por objeto formar a la mujer para el hogar condición
necesaria para la existencia de la familia.[37]
La mujer y el
matrimonio
Una de las necesidades fundamentales de este
periodo es institucionalizar una serie de responsabilidades que antes estaban
en manos de la Iglesia católica, entre ellas el matrimonio. Para lograrlo, la
Asamblea Nacional Constituyente decretó la Ley Reglamentaria del Matrimonio,
documento compuesto de VIII títulos que fijan las condiciones para adquirir y
disolver el contrato matrimonial.
Fruto Chamorro publicó en su periódico Mentor
Nicaragüense el “Capítulo sobre el matrimonio” de la escritora
inglesa Hannah More (1745-1833),
defensora de los derechos de la mujer y de los niños. Desde su visión
conservadora describió —a manera de consejos— cuatro tipos de mujeres que son candidatas
para
el matrimonio: las esposas, las compañeras, las señoras y las damas. En el
texto elogia las virtudes de la esposa y ve con desdén el papel de las otras
figuras femeninas:
El hombre se une a una esposa, se casa con
una compañera, obsequia a una señora y se apalabra con una dama. [...]
Cuando un hombre enferma, lo atiende la esposa, le compadece la compañera, le
visita la señora y se informa de su salud la dama. Si un hombre empobrece le
consuela la esposa, le aconseja la compañera, le riñe la señora y le abandona
la dama. Si el marido muere, se desespera la esposa, llora la compañera, se
consuela la señora y se casa la dama porque las damas son las que menos pueden
aguantar la viudez.[38]
Como se ha apuntado, la difusión del quehacer
de la esposa tenía un papel fundamental en la sociedad. No era bien vista la
mujer que actuara apartada de la norma establecida. El matrimonio podía
disolverse si la mujer había cometido adulterio, pero en el caso del hombre no
se adjunta ese término, sino el de “concubinato escandaloso”. La mujer desde
siempre se le ha impuesto a la esclavitud. “Cuadro desgarrador. El hombre: la
mente, la voluntad, el alma. La mujer: la cosa. El hombre, el látigo. La mujer,
la espalda”[39].
El vaivén de los programas educativos:
“formando las madres futuras”
Como se ha señalado, los
modelos educativos de la Revolución Liberal no tuvieron cambios que
transformaran totalmente el sistema. Más bien se realizaron adaptaciones con el
propósito de continuar con el legado del gobierno anterior. En este espacio se
hará un contraste del programa educativo conservador que fue aplicado a las
mujeres que accedieron a la educación entre los años de 1893-1909.Traída a
cuento como un error sobre la historia de la educación, el miércoles 2 de mayo
de 1894 fue publicada en la Gaceta Oficial la nota “El arte
como elemento de la educación”. El autor anónimo —que se aceptaba como voz
“desautorizada”— intentaba sistematizar en tres apartados la enseñanza de las
Bellas Artes.
Nuestros
planes de educación han sido tomados de los libros de los educacionistas
europeos; pero no se han hecho los adaptadores de esos mismos planes de una
circunstancia que es importante en absoluto. La diferencia incalculable que hay
entre el medio social nuestro y el medio social europeo.[40]
A la cita anterior se le hicieron dos
acotaciones: Es evidente que los planes de estudios eran una copia de
diferentes naciones y no partían de las características propias del individuo.
Cada país tiene su propia cultura y el programa de estudio debe estar asistido
de esa herramienta fundamental que conecta a los ciudadanos. De esa manera
logramos fortalecer la identidad y formar al ciudadano que será el arquetipo de
la nación. En palabras de Josefa Toledo de Aguerri: “No
debe educarse como europeo, ni como asiático, ni como africano, ni copiar para
él lo que hacen otros países para los suyos, porque el problema educacional
sólo se resuelve acertadamente adaptándose a las condiciones étnicas,
históricas y sociológicas de un país”[41].
Y la segunda acotación tenía que ver con las
diferentes influencias que contenía la educación secundaria en Nicaragua, como
el Colegio de Rivas (1870) fundado por
Máximo Jerez, que siguió el modelo del Liceo de Costa Rica, modificó los planes
educativos nicaragüenses y dividió los niveles de la educación en primaria
elemental, primaria superior e intermedia; la cultura peninsular y el
enciclopedismo tuvieron gran influencia en el Colegio de Granada (1874) puesto
que sus maestros fueron contratados en España; y en el Colegio de Señoritas de
Granada (1882), donde se aplicó el programa de estudios de los Estados Unidos
de América, por primera vez asomaba el laicismo en el horizonte de la educación
nicaragüense con el equipo de docentes conformado por Ms.
Mary E. Oliver, Ph. B. de la Universidad de Cornell;
Ms. Emihe C. Day,
del
Colegio Normal de Nueva York;
Mrs. C. B. de Álvarez, de la Escuela Superior de Milford,
y
el único educador nicaragüense, don Pablo Hurtado, profesor del Colegio de
Granada. Los métodos de Pestalozzi y Froebel fueron la clave del éxito
educativo de aquel centro de estudios.
El Colegio de
Señoritas de Granada: moderno y modernizador
Antes de 1882 la mujer no tenía la
oportunidad de acceder al Bachillerato en Ciencias y Letras, dado que las
preocupaciones en torno al aprendizaje de la mujer se enfocaban apenas en
lectura, escritura, operaciones fundamentales, moral, religión y labores de
mano. La mujer no ejercía, por consiguiente, ninguna acción dentro de la
sociedad.
Fue con la fundación del Colegio de Señoritas
de Granada, en 1882, y la aplicación del nuevo
pénsum que comenzó la modernización de la educación femenina, eliminando en
cierta medida “el viacrucis que a través de la historia ha recorrido la mujer
con la cruz acuestas de su inferioridad”[42]. El programa
de estudio (véase la tabla 1, apartado 1) estaba dividido en tres niveles:
Escuela Elemental, Sección Intermedia o Fundamental (compuesta de tres
niveles): Filosofía y Letras, Ciencias y Artes; Sección complementaria
(compuesta de cinco niveles): Filosofía y Letras, Ciencias, Artes, Industriales
y Religión.
Es evidente que con el nuevo Plan de Estudios
del Colegio de Señoritas de Granada se quería preparar a la mujer para la
modernidad, pero desde el pensamiento del hombre, era una formación de “mujeres
masculinizadas” en una sociedad nicaragüense llena de prejuicios heredados de
la Colonia. Aquella formación no se reducía a conocimientos del hogar sino a un
manual de enseñanza de la nueva mujer. Con este método se formaría a la primera
generación que pondría en la palestra álgidas discusiones sobre los nuevos
roles que debería tener: María M. viuda de Rodríguez, Isabel Espinoza Carranza,
Zoila
Mora de Dessureault, Juana Vicenta Cabrera, Francisca
Berta Rivas y Josefa Toledo de Aguerri.
Debe tenerse en cuenta que el “objeto
indispensable” para la formación de las estudiantes del Colegio de Señoritas y
los del Colegio de Granada (de varones) son similares: “La reforma del Plan de
estudios para que los niños que de aquí salgan con el título de Bachiller,
puedan ingresar a las universidades de Europa o Estados Unidos sin necesidad de
cursos preparatorios”[43].
Tabla
1. Programas de estudio para la mujer
nicaragüense
1. Colegio de Señoritas de Granada (1882) Escuela Elemental: lectura; escritura;
nociones de la gramática castellana, inglesa y francesa; nociones elementales
de geografía e historia con dibujo de mapas; aritmética elemental hasta los
quebrados; principios sobre colores; forma y números de minerales, plantas y
animales; principios de historia sagrada; nociones de moral y urbanidad;
dibujo; música: canto y piano. Sección Intermedia o Fundamental: filosofía y letras:
nociones de la gramática castellana, inglesa, francesa, latina y alemana;
retórica y poética; conversación y composición; literatura; nociones de
mitología; geografía universal e historial universal. Ciencias: matemáticas: aritmética, algebra y
geometría; física, química, zoografía y botánica; mineralogía y geología;
geografía física y fisiología; artes, dibujo, música y obras de mano. Sección complementaria: filosofía y letras:
idiomas, literatura, filología, etimología; arqueología; historia; economía
política; constitución del país; derecho internacional; psicología y lógica; ética,
teodicea e historia de la filosofía. Ciencias: algebra, trigonometría, geometría analítica,
cálculo diferencial, cálculo integral, anatomía, comparativa, física y
química. Artes:
pintura y dibujo; música y piano; arquitectura; teneduría de libros;
pedagogía y metodología. Industriales: economía doméstica y obras de mano. Religión: fe católica. 2. Ley Fundamental de Instrucción Pública (1894) Enseñanza Primaria: lectura; escritura;
aritmética, geometría objetiva; nociones de geografía; geografía e historia
de Nicaragua; ejercicios prácticos del lenguaje; moral y urbanidad;
constitución patria; nociones de ciencias físicas y naturales; dibujo;
música; artes manuales; nociones de agricultura; gimnasia, ejercicios calisténicos y ejercicios militares. Educación Intermedia: Bachillerato general:
gramática castellana, inglés, francés; aritmética razonada, álgebra,
geometría y elementos de trigonometría; cosmografía elemental; geografía física
e historia de Centroamérica; elementos de historia natural; elementos de
fisiología e higiene; elementos de historia universal; elementos de filosofía
positiva; elementos de mecánica y física; elementos de química; taquigrafía;
gramática general y retórica; teneduría de libros; economía política; dibujo
y gimnasia. Bachillerato en Letras: Bachillerato general:
historia; literatura; estética o filosofía del buen gusto; latinidad, griego
y clásicos griegos; historia de las bellas artes; filosofía positiva;
historia general de la filosofía. Bachillerato en Ciencias fisicomatemáticas: Bachillerato general:
trigonometría esférica; geometría analítica; geometría descriptiva; elementos
de geometría moderna; nociones de geometría no euclidiana; análisis
algebraico; análisis infinitesimal; topografía y geodesia; mecánica;
astronomía; elementos de física, matemática y ampliación de la general;
historia de las ciencias y filosofía de las ciencias. Bachillerato en Ciencias químico-naturales: Bachillerato general:
química y análisis químico; anatomía general y comparada; fisiología general
y comparada; botánica; zoología; mineralogía; cristalografía; geología;
elementos de paleontología; biología; historia de la química y de las ciencias naturales y filosofía de las
ciencias. 3. Colegio de Señoritas de Managua (1898) Escuela Primaria: lectura y composición
oral; escritura; aritmética; geografía e historia patria; elementos de
geografía e historia universal; lecciones de cosas; nociones de ciencias
naturales; higiene y economía doméstica; escritura al dictado; instrucción
moral, social y religiosa; principios de gramática y composición escrita;
labores; dibujo; ejercicios calisténicos y canto. Sección Intermedia: aritmética y teneduría de
libros; algebra, geometría y trigonometría; geografía e historia universal y
de centro américa; geografía física y cosmografía; fisiología e higiene;
zoografía, botánica y mineralogía; jardinería y horticultura; física y
química; gramática, composición; literatura y ejercicios de recitación;
francés, inglés; dibujo y pintura; economía doméstica, teórica y práctica;
labores y costura; música y canto. Título de Maestra de Instrucción Superior: Pedagogía. Título de Maestra de Instrucción Primaria: cumplimiento de las normas
de la Ley de Normalista. Asignaturas opcionales: piano y pintura. 4. Ley reglamentaria / Ministerio de
Instrucción Pública (1900) Escuela Primaria De primer a sexto grado: lecciones objetivas;
lectura; escritura; aritmética; geometría; geografía; historia patria; idioma
nacional; moral y urbanidad; instrucción cívica; ciencias naturales; dibujo; música;
trabajo manual (para niños y niñas); agricultura
(para niños); gimnasia (para niños); ejercicios calisténicos
(para niños); ejercicios calisténicos (para niñas);
ejercicios militares (para niños); labores de mano (para niñas); economía
doméstica (para niñas); jardinería (para niñas). Enseñanza secundaria* Primer año: gramática castellana; aritmética demostrada;
geografía universal; geografía de América Central; historia general; dibujo
de perfil; ejercicios calisténicos; labores de mano
y música vocal. Segundo año: gramática castellana; álgebra; geografía
universal; historia general; historia de América Central; lengua inglesa;
dibujo de sombra; ejercicios calisténicos; labores
de mano y música vocal. Tercer año: literatura y gramática general;
geometría y trigonometría; teneduría de libros; […] doméstica; lengua
inglesa; lengua francesa; dibujo de lineal y música vocal. Cuarto año: cosmografía; física; química;
historia natural; jardinería; higiene; lengua francesa y música vocal. Título Maestra de Educación Elemental:
Asignaturas de primaria, primero y segundo de secundaria, y Pedagogía y
Metodología (1 curso) Título Maestra de Educación Superior:
Asignaturas de primaria, Secundaria y Pedagogía y Metodología (2 cursos). Fuentes: 1- Colegio de Señoritas de Granada.
(16 de diciembre de 1882). Prospecto del Colegio de Señoritas de Granada
fundado por una Junta de Padres de Familia. Gaceta Oficial, XX (30),
pp. 322-323; 2- Gobierno de Nicaragua. (1896). Constitución
y Leyes de Reforma de la República de Nicaragua. Managua: Tipografía
Nacional; 3- Toledo de Aguerri, J. (1898). Colegio de
Señoritas de Managua. Managua: Sin imprenta; 4-Ministerio de Instrucción
Pública (22 de octubre de 1898); Compilación de Leyes de Instrucción Pública
1876-1916. Editada por orden del señor presidente general Emiliano Chamorro,
por el subsecretario del ramo, Dr. Don Emilio Álvarez. Managua: Tipografía Nacional,
1917, pp. 178-197; * Ministerio de Relaciones Exteriores e Instrucción
Pública (23 de diciembre de 1900). Plan de Estudios: enseñanza secundaria.
Gaceta Oficial, V (1249), pp. 1-2. |
Y desde el plan de estudios puede
certificarse que se enseñaban nociones de las gramáticas castellana, inglesa y
francesa. Pero no existe evidencia de que una mujer haya podido estudiar en el
exterior, ya sea con fondos del Estado o propios. Toledo de Aguerri fue
a realizar estudios sobre la enseñanza norteamericana a principios de la
segunda década del siglo XX, auspiciada por el general Emiliano Chamorro
Vargas. Sin embargo, en las “Memorias de Instrucción Pública” se puede
comprobar que los hombres sí tuvieron la oportunidad de estudiar en el
exterior. A esa preparación es a la que se alude en un trabajo enviado al
Congreso de Señoras de las Américas: “El hombre se cree el único
responsable de cuanto se refiere a artes, ciencias, letras, industrias,
comercio y más principalmente en la política”[44]
“Cada mujer que se
educa es una escuela que se funda”
Un año después de la Revolución Liberal
(1893) se creó Ley Fundamental de Instrucción Pública (1894) y se inician
nuevas rutas para educar a la juventud. Cuatro tipos de bachilleres surgen en
el país: bachillerato general, bachillerato en letras, bachillerato en ciencias
fisicomatemáticas y bachillerato en ciencias químico-naturales (véase la tabla
1, apartado 2). No existe un plan de estudios específico para la mujer, pero se
evidencian las primeras disciplinas “propias de su campo”; en la Enseñanza Primaria:
ejercicios prácticos del lenguaje, dibujo, música, artes manuales y gimnasia.
Se retoma la experiencia del Colegio de Señoritas de Granada y continúan las
asignaturas de lectura, escritura, nociones elementales de geografía e historia
con dibujo de mapas, aritmética elemental hasta los quebrados, principios sobre
colores, forma y números de minerales, plantas y animales, nociones de moral y
urbanidad. Aunque se eliminaron dos asignaturas, nociones de las gramáticas
castellana, inglesa y francesa (que se estudiarán en el Bachillerato General),
y principios de historia sagrada, esta última en cumplimiento de la
Constitución que declaraba el laicismo de la educación. Además, se agregaron
cuatro asignaturas para los hombres: Constitución patria, nociones de
agricultura, ejercicios calisténicos y ejercicios
militares.
El bachillerato conserva las mismas
asignaturas para ambos sexos, exceptuando el Bachillerato General en el que la
mujer debe estudiar elementos de fisiología e higiene, dibujo y gimnasia. Y
aunque en el nivel técnico —el único nivel superior al que ellas pueden
acceder— el rol principal que se le asigna a la mujer es educar a la familia y
a la sociedad. La Enseñanza Normal no había sido reglamentada hasta aquel
momento. El Colegio de Señoritas y el Colegio de Granada (de varones) se
encargaban de ofrecer este servicio al Estado. Sobre estas ideas, la educadora
Josefa Toledo de Aguerri cita al exministro de
Instrucción Pública, don José Dolores Gámez, el cual proponía que las Escuelas
Normales eran fundamentales para el desarrollo de las Escuelas Primarias. “La
cultura de un país se juzga por el adelanto de sus escuelas primarias; las escuelas
primarias son el resultado de las normales; luego la nación se apreciará por la
calidad de sus normales”[45].
En un informe presentado el 25 de diciembre
de 1895 al ministro de Instrucción Pública, la profesora Josefa Toledo,
señalaba las vicisitudes que había logrado superar el centro educativo y cómo
gracias a los auspicios del Gobierno Liberal pudieron salvarlo cuando estaba
“pronto a extinguirse”. Además, se explica que “[L]as normalistas que se educan
en este plantel son 44, incluyendo 20 de la Junta y 4 de la municipalidad de
Granada [...] Debo
decir con franqueza que se ha modificado mi opinión respecto de la formalidad
con que antes era tratado este asunto porque veo ahora mayor interés de parte
del Gobierno [.] es el único establecimiento que, por su carácter seminormal, abastece
de maestras a los colegios y escuelas particulares del país; razón demás para
dedicarle gran atención”[46]..
Esas preocupaciones del Gobierno se ven
expresadas en mayor presupuesto para la iniciativa privada de Toledo de Aguerri, y
la presencia directa del Ministerio de Instrucción Pública y el Gobierno de la
República. En ese sentido, el viernes 19 de marzo de 1897, en la sección
editorial del Diario
Oficial, aparece referenciada la visita del
gabinete del Gobierno a una velada cultural de cierre del curso educativo
1896-1897, ofrecida en el teatro de Granada. Dentro de las costumbres de la
época, el teatro era la mejor herramienta para demostrarse culto y evidenciar
poder económico. El evento reflejaba la educación utilitaria que recibían las
estudiantes en el Colegio de Señoritas de Granada. Además, se probarían en su
mayor expresión los resultados de la educación liberal para la mujer. La agenda
de la noche estuvo marcada por bailes, recitaciones poéticas y ejercicios de
calistenia. La nota anónima agregaba:
En
los palcos lucían sus admirables gracias las más bellas señoritas y ostentaban
su elegancia cultas y respetables damas, acompañadas por sus deudos y amigos [...] La
concurrencia fue mayor de la que admite cómodamente el bonito coliseo
granadino. [...]
Los ejercicios de baile y calistenia y la recitación hecha por la señorita
Carmela Noguera, de una hermosa poesía que entusiasmó a los concurrentes, por
la gracia e inteligencia con que fue interpretada [...]
Podemos asegurar sin ninguna exageración que la velada del Colegio de Señoritas
fue una muestra muy lúcida del adelanto alcanzado por tan importante centro de
enseñanza, y dio ocasión al propio tiempo de que la sociedad granadina mostrara
la cultura de que siempre se ha ufanado.
El Colegio de
Señoritas de Managua, puente hacia el siglo XX
La inteligencia y la laboriosidad ejemplar de
Toledo de Aguerri fueron bien vistas por el
gabinete del Gobierno y la élite que buscaba nuevas rutas para preparar a la
mujer nicaragüense. En 1898 se gestarían dos proyectos de mucha valía en
Nicaragua: el Colegio de Señoritas de Managua y el Colegio Cristóbal Colón de Bluefields.
El primero fue un centro privado de formación primaria, secundaria y normal del
Pacífico, y el segundo, un Instituto Nacional del Gobierno fundado para formar
bachilleres y normalistas que “tiene por objeto la formación de maestros
idóneos de la tribu mosquita, para que difundan la instrucción popular en sus
pueblos”[47].
El Colegio de Señoritas de Managua marcaría
una pauta para la modernidad de la capital, pero no significa que la ciudad no
tuviese escuelas para niñas. En ese momento existían un sinnúmero de centros
educativos para mujeres, como la Escuela Superior de Señoritas (1895) que
dirige Cesárea Gutiérrez, y las profesoras Teódula
Gutiérrez, Lucrecia Sierra, Paula Noguera y Virginia Zavala;
además,
el Colegio de Señoritas n.° 1, dirigido por la
señorita Julia de Zubiría, y la Escuela Superior de Señoritas n.° 2, tutelada por Cesárea Gutiérrez; pero no marcaban de
forma significativa los intereses de los liberales, puesto que estos centros
solo ofrecían educación primaria. En otras palabras, estos centros no influían
“en la vida cultural y el Gobierno estaba interesado en ampliar la oferta
educativa de los managuas”[48].
El Colegio de Señoritas de Managua (véase la
tabla 1, apartado 3) hizo un nuevo pénsum que establecía dividir la enseñanza
en tres secciones: Kindergarten, primaria y secundaria. La novedad de este
periodo consistió en incluir a la preparación de la mujer la educación desde la
infancia (prescolares), y dividió primaria y secundaria en cuatro grados para
cada una. Las asignaturas propias de la mujer fueron más evidentes pues
intentaba Toledo de Aguerri instruir a la mujer en conocimientos útiles para
que pudiera “atender mejor a la educación social, al bienestar físico y hacer
extensiva la enseñanza”. La mujer conseguiría graduarse con tres tipos de
diplomas: alumna graduada en Ciencias
y Letras, maestra de Instrucción Superior y maestra en Instrucción Primaria.
Como institución privada y al cuidado del
Gobierno, doña Josefa Toledo intenta a través del folleto Colegio
de Señoritas de Managua crear una plataforma donde los
padres/madres de familia pudieran educar a sus hijas. En el documento aparece
la normativa de comportamiento para maestras y estudiantes, y el Plan de
estudios. Además, apunta:
Se
pondrá especial cuidado en la esmerada educación de las niñas, tanto en social
y doméstico, como en lo moral y religioso.
[...]
Aunque
el Colegio de Señoritas de Managua es una empresa particular, el Gobierno lo
apoya eficazmente, y en el deseo de dotar a esta capital de un centro que
satisfaga todas las necesidades que requiere la educación del bello sexo.[49]
“La mujer exige
conocimientos especiales”
El 23 de diciembre de 1900 se publicó en el Diario
Oficial una disposición relativa al Plan de Estudios. El
considerando expresa:
Que
la Ley Reglamentaria de Instrucción Pública prescribe para el Bachillerato
General en Ciencias y Letras sólo es aplicable á los
institutos y colegios de varones, puesto que la índole de la mujer exige
conocimientos especiales y menos extensión en algunas asignaturas de la que
corresponde a la enseñanza secundaria.[50]
Es la primera ocasión que el Estado
institucionaliza un Plan de Estudio de Bachillerato (véase la tabla 1, apartado
4) destinado a la mujer nicaragüense. Aunque ya se había establecido un plan de
estudios diferenciado para varones y mujeres: ambos sexos estudiarían lecciones
objetivas, lectura, escritura, aritmética, geometría, geografía, historia
patria, idioma nacional, moral y urbanidad, instrucción cívica, ciencias
naturales, dibujo, música y trabajo manual. A las niñas se le sumarían cuatro
asignaturas: ejercicios calisténicos, labores de
mano, economía doméstica y jardinería. Por otro lado, los niños estudiarían
agricultura, gimnasia, ejercicios calisténicos y
ejercicios militares.
En 1904 se publicaría otra reforma al
programa de estudio. Se dejaron tres formas de bachillerato: General o Ciencias
y Letras, y dos especialidades, Ciencias y Letras. La doctora Isolda Rodríguez
Rosales afirmaría a propósito: “Estas medidas revelan una política centralista,
en la que el Estado controlaba los contenidos curriculares, los
métodos de enseñanza y la calidad del personal docente. Solo de esa manera
podían garantizar (o intentar hacerlo), el cumplimiento de las Leyes de
Instrucción”[51]. Todas las
instituciones que ofrecían este tipo de estudios estaban obligadas a cumplirlo
y de esa manera obligaban a las instituciones que impartieran la enseñanza a no
influir en aspectos religiosos.
El liberalismo intentó justificar el proceso
de enseñanza diferenciado hacia la mujer con diferentes artículos que
aparecieron en 1908 en la Gaceta Oficial. Tal es el caso
del libro La
escuela de niñas de la pedagoga española
Matilde García del Real y Álvarez Mijares (18561932)
publicado en fascículos. El 6 de febrero apareció publicado:
Basta
reflexionar un instante en el destino futuro de las niñas para comprender cuan
necesario es prepararlas a cumplir ese destino por medio de la educación. Basta
visitar una escuela para convencerse de que á todo se
atiende menos á prepararlas para su vida de esposas y
madres, y ni siquiera para ganarse un pedazo de pan el día que se encuentren en
pobreza ó miseria.[52]
A manera de resumen, la mujer siempre ha
estado ligada al quehacer de su familia. Es educadora por antonomasia en la
sociedad. Su figura maternal ha sido utilizada por diferentes épocas. Sin
embargo, fue la excusa de los liberales decimonónicos para que la mujer no
participara activamente en el quehacer político, excluyéndola y asignándole la
administración del hogar como eje donde se podía desenvolver como “reina del
hogar”. En ese proceso hubo iniciativas de mujeres en pro de sus derechos. Tal
es el caso de la profesora Josefa Toledo de Aguerri, que
conservó a través de sinnúmero de informes y artículos la memoria histórica de
sus luchas y conquistas.
Y aunque los propósitos de la educación
durante la Revolución Liberal se orientaban a prepararla para la vida conyugal
y sus hijos, la mujer supo asirse de las oportunidades que le asignaron como
educadora en los niveles de Kindergarten, primaria y secundaria para transmitir
sus ideas. Años después, la mujer encabezaría junto a sus alumnas el nacimiento
de la lucha feminista en Nicaragua.
Como se evidencia, el programa educativo
empleado para educar a la mujer fue un remedo de modernidad, pues eliminó el
plan de estudio del Colegio de Señoritas de Granada, que había traído a las
profesoras norteamericanas, y estableció su plan con el propósito de formar a
las futuras madres. Los planes más antagónicos se vieron expresados en el Diario
Oficial del 23 de diciembre de 1900. Se afirmaban que “la mujer
exige conocimientos especiales” y por lo tanto debía crearse un plan
diferenciado. Hasta este momento se adaptaba un método específico para educar a
la mujer. El refinamiento de la forma de vida de la élite de los liberales
exigía que las niñas estuvieran preparadas en labores de mano, economía
doméstica, jardinería y ejercicios. Sin obviar otras materias de interés, que
modificarían la conducta de la mujer, como moral y urbanidad, instrucción
cívica, dibujo, música y trabajo manual.
Durante los dieciséis años de Revolución
Liberal, los burgueses introdujeron en el país modelos de vida europeizante
—para diferenciarse de las clases obreras— entre los que destacan: vestimenta,
arquitectura, formas relacionarse (trabajador frente a capataz) patrones de
consumo, uso de cubiertos e indumentaria del hogar, tipos de lectura, etcétera.
Estas diferencias se atenuaron en la sociedad y se vieron expresas en la
educación femenina. El modelo de educación de la mujer debía ser funcional para
la familia y el del hombre debía ser para la sociedad y la toma de decisiones
en la política, la economía, la sociedad, y la misma familia. El liberalismo
fue transformador, pero limitó a la mujer a la mínima expresión, configurándose
en la antítesis más fiel de una revolución.
El autor declara no tener conflicto de
interés.
Sin financiación
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Cómo citar este artículo: Zosa-Cano, Alexander. “La educación femenina en la sociedad nicaragüense:
una contrariedad de la Revolución Liberal (1893-1909))” Revista Historia de
la Educación Latinoamericana vol. 25 no. 40 (2023).
[1] Miembro de la Academia de Geografía e
Historia de Nicaragua (Managua, Nicaragua) y de la Academia Nicaragüense de
Ciencias Genealógicas (Managua, Nicaragua). Realizó estudios en la Escuela
Normal Regional Gregorio Aguilar Barea (2010), licenciado en Ciencias de la Educación con mención
en Lengua y Literatura Hispánica (UNAN-Managua, 2015). Actualmente estudia la
Maestría en Estudios de la Cultura Centroamericana con énfasis en Literatura en
la Universidad Nacional de Costa Rica. Es Miembro Correspondiente de la
Academia de Geografía e Historia de Nicaragua, Miembro de Número de la Academia
Nicaragüense de Ciencias Genealógicas y Miembro Directivo del Clan Intelectual
de Chontales. Correo electrónico: alexander.soza@rcjuigalpa.uni.edu.ni
[2] Matilda García del Real, La escuela de niñas
(Madrid: Viuda de Hernando, 1890), 245.
[3] Ligia Madrigal Mendieta, "Evolución de
la mujer en nuestra historia”, Revista de la
Academia de Geografía e Historia de Nicaragua, 2.a época, tomo 84 (2019).
[4] Isolda Rodríguez,
"Educación de la mujer”, en Historia
de la Educación en Nicaragua: La educación durante el liberalismo: 1893-1909 (Managua: Hispamer, 2012), 142-151.
[5] Isolda Rodríguez, "Educación de las
mujeres en el siglo XIX o la construcción de la identidad doméstica”, Encuentro, n.° 73 (2006).
[6] Rafael Casanova, "La mujer nicaragüense a
través de la educación (1858-1909)”, Acahualinca:
Revista Nicaragüense de Cultura,
n.° 5 (2019).
[7] Ximena citado en Jorge E. Arellano, "La enseñanza en la provincia
española de Nicaragua”, Revista de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua, n.0 70 (2010), 121.
[8] Ibíd.
[9] Ibíd., 123.
[10] Madrigal Mendieta, op. cit., 37.
[11] Gaceta de
Nicaragua, "Discurso pronunciado por la
niña Matilde Santos, en la visita que el Supremo Gobierno hizo a la escuela de
niñas de la ciudad de Rivas”, 23 de mayo, 1868, 167.
[12] Alexander Zosa-Cano, "Pablo Hurtado en la educación nicaragüense del
siglo XIX”, Revista de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua, 2.a época, tomo 87 (2021): 134-135.
[13] Gaceta
Oficial, "Discurso leído del profesor
don Pablo Hurtado, en el acto inauguración del curso académico de 18791880”, 7 de junio,
1879, 224.
[14] Madrigal Mendieta, op. cit, 40.
[15] Gaceta
Oficial, "Informe del señor don José
Dolores Rodríguez exsecretario de la Delegación de Nicaragua en los Estados
Unidos sobre las escuelas americanas”, 9 de marzo, 1882, 78.
[16] Gaceta
Oficial, "Prospecto del Colegio de
Señoritas de Granada fundado por una Junta de Padres de Familia”, 16 de
diciembre, 1882, 322.
[17] Casanova,
op. cit., 252.
[18] Víctor Hugo Acuña, "Los cambios
políticos y sociales (1870-1930)”, en Historia del istmo
centroamericano, coord.
V.
H. Acuña (Costa Rica: Coordinación Educativa Cultural Centroamericana, 2000),
365.
[19] Santos Zelaya citado en Jorge E. Arellano, Brevísima historia de la educación en Nicaragua (De la Colonia a los años 70 del Siglo XX) (Managua: Instituto Nicaragüense de Cultura Hispánica, 1997), 64.
[20] Diario
Oficial. Sección Oficial. "Mensaje
del Presidente de la República a la Asamblea Nacional Legislativa”, 5 de
agosto, 1900, 1
[21] Frances Kinloch Tijerino, Historia de
Nicaragua (Managua: IHNCA, 2018), 167.
[22] Casanova, op. cit.
[23] Josefa Toledo de Aguerri (1935), Temas pedagógicos
(Managua: Alcaldía de Managua, 2020), 34.
[24] Ibid., 35.
[25] Diario de
Nicaragua, Asamblea Constituyente. "Ley
Fundamental de Instrucción Pública”, 28 de noviembre, 1894, 1.
[26] Arellano, Brevísima
historia.., 35.
[27] Acuña, op. cit, 321.
[28] Madrigal Mendieta, op. cit., 41.
[29] Gaceta
oficial, "Congreso Pedagógico Hispano
Portugués Americano, C. P Conclusiones: en virtud de lo que dispone la octava
de las bases de este Congreso, se somete a la aprobación del mismo”, 20 de
septiembre, 1893, 2.
[30] Primer Congreso Pedagógico Centroamericano. Primera Exposición
Escolar Nacional (Guatemala: Tipografía y Encuadernación
Nacional, 1894), 280.
[31] Gaceta
Oficial, "Circular de Mayorga Rivas”, 21 de abril, 1894, 2.
[32] Ibid., 280-282.
[33] Pablo Hurtado, Gabriel Lacayo y F. Derbyshire, "Carta
al Honorable señor Ministro de Instrucción Pública”, Gaceta
Oficial XXXII, n.° 24, 7 de abril, 1894,
3.
[34] El Aviso, "La educación de la mujer”, 29 de agosto, 1897, 1.
[35] Claudio Lanuza, Ramón Arola y Alfredo Brantome,
"Informe de los comisionados para presenciar los exámenes de las Escuelas
de las Escuelas de San Rafael del Sur”, Gaceta
Oficial, 2 de enero, 1908, 9.
[36] Miguel Riguero de Aguilar, "El ángel del
hogar”, Revista de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua, 2.a época, tomo 84 (2019): 56.
[37] Pablo Hurtado, "La educación de la mujer”.
Diario El Comercio,
7 de marzo, 1913.
[38] Hannah More, "Capítulo sobre el matrimonio" Revista de la
Academia de Geografía e Historia de Nicaragua, 2.a época, tomo 84 (2019): 49.
[39] Santiago Argüello, "La esclavitud
histórica de la mujer”, Revista de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua, 2.a época, tomo 84 (2019): 83.
[40] Gaceta
Oficial, "El arte como elemento de
educación”, 2 de mayo, 1894, 5.
[41] Toledo de Aguerri, op. cit., 30.
Revista Femenina Ilustrada, "Discurso pronunciado por don Pablo Hurtado, en el XLVIII
aniversario de la fundación del Colegio de Granada” (s. f.): 251.
[44] Josefa
Toledo de Aguerri. Anhelos y esfuerzos (Juigalpa: Fondo de Ediciones Espiral, 2020), 32.
Josefa Toledo
de Aguerri, Puntos críticos sobre la enseñanza nicaragüense (Managua: Imprenta Nacional, 1933).
Diario de Nicaragua.
"Informe presentado por la directora del Colegio de Señoritas de Granada,
al señor Ministro de Instrucción Pública”, 5 de enero, 1896, 2.
[47] Diario
Oficial. Ministerio de Instrucción
Pública. "Reglamento del Colegio Cristóbal Colón, 22 de octubre, 1898.
[48] Alexander Zosa-Cano, "El Colegio de Señoritas de Managua en 1898:
Presentación de Alexander Zosa-Cano”, Revista de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua, 2.a época, tomo 89 (2022): 194.
[49] Josefa Toledo de Aguerri, "Colegio de Señoritas de Managua”, Managua, 1898, 1, 12.
[50] Diario
Oficial. Ministerio de Instrucción
Pública. "Ley reglamentaria de Instrucción Pública”, 23 de diciembre,
1900, 1.
[51] Rodríguez Rosales, "Educación de la
mujer”, 66.
[52] García del Real, La escuela de
niñas, 243.