Articulo
de Reflexión
https://doi.org/10.19053/01227238.17220
Los desafíos de la
universidad en la construcción de nuevos conocimientos, capacidades y
habilidades. Universidad y prospectiva de la educación superior
The challenges of the university in the
construction of new knowledge, capabilities, and skills. University and
prospective of higher education
Os desafios da universidade
na construção de novos
conhecimentos, capacidades e competências.
A universidade e o futuro
do ensino superior
Óscar Hugo López Rivas[1]* https://orcid.org/0000-0002-1892-619X
Emilsa Solares Castillo[2]* https://orcid.org/0000-0003-1624-650X
José Enrique Cortez Sic[3]* https://orcid.org/0000-0001-6944-3035
*Universidad
de Guatemala, Guatemala
Resumen
Objetivo: La educación, en el
ámbito universitario, tiene muchos retos
y desafíos, máxime con la invasión aplanadora de una globalización y mundialización que requiere y demanda hacer transformaciones
trascendentales y significativas
en su quehacer
cotidiano. La universidad, como institución de educación superior, tal es el caso de la Universidad de San
Carlos de Guatemala (USAC), tiene una
misión determinada, donde fija su
mirada en tres ejes centrales:
docencia, investigación y extensión universitaria. Esos pilares en
los cuales se sostiene dan la pauta para abrirse a nuevas oportunidades, que le permiten
responder a una problemática
no sólo nacional, sino que, también regional y mundial.
Originalidad/aporte: La
universidad debe estar alerta y atenta a ese llamado con una mirada en
prospectiva, sin perder de vista, la mirada retrospectiva, que deja grandes
lecciones aprendidas para dar paso, a un escenario futuro, lleno de esperanza
para una juventud que está ansiosa por adentrarse a caminos inhóspitos, pero
que, a la vez, la devoran con las nuevas tecnologías de la información y
comunicación. El propósito de este artículo radica en analizar acerca del papel
que tiene la universidad en el siglo XXI, de acuerdo con los cambios en los
cuales se inserta la educación superior y cuál sería el nuevo arquetipo de una
educación universitaria que demanda la inserción de cambios.
Método: revisión de
un marco filosófico, que reviste la misión y visión, como el componente
axiológico; un marco académico. De la misma manera, apuesta a una reflexión
académica, dirigir preocupación con los diferentes actores de la comunidad
académica, con la intención de que se establezcan espacios de diálogos
académicos.
Estrategias/recolección de
información: Consistieron en la utilización de las técnicas, tales
como: Análisis textual o de contenido, que permitió investigar los distintos
puntos de vista documentales para llegar a una reflexión. Análisis de sitios
web, para recopilar información relevante, dada la producción de material
vinculado con el estudio. Revisión documental, que permite evaluar los
documentos para verificar su validez y confiabilidad de su contenido. Fuentes
abiertas y base de datos, que permiten tener un acercamiento con la información
que interesa analizar para complementar el estudio.
Conclusiones: Es necesario
revisar tanto el diseño de programas como su desarrollo, así como la
alfabetización digital y la mirada transdisciplinaria. Es fundamental contar
con un marco legal, que revise el concepto de la autonomía universitaria, las
funciones propias de la universidad, y las políticas universitarias, que deben
cimentarse en ejes transversales que estén presentes en todos los programas
académicos. De esta forma, la
universidad no queda en una obsolescencia total, ya que los egresados son los
que se insertan al mercado laboral, tanto del sector privado como del sector
público.
Palabras
clave: Educación
superior; universidad; prospectiva; autonomía universitaria.
Abstract
Objective: Education,
at the university level, faces many challenges, especially with the flattening
invasion of globalization and globalization that requires and demands
transcendental and significant transformations in its daily work. The
university, as an institution of higher education, as is the case of the Universidad de San
Carlos de Guatemala (USAC), has a specific mission,
which focuses on three central axes: teaching, research, and university
extension. These pillars support and guide its openness to new opportunities,
to respond to national, regional, and global problems.
Originality/contribution: The
university must be alert and attentive to this call with a prospective view,
without losing sight of the retrospective learnings that can be of help to face
future scenarios, especially for youth people, who full of hope, are eager to
enter inhospitable paths and at the same time are devoured by the new
information and communication technologies. The purpose of this article is to
analyze the role of the university in the 21st century, regarding the changes
in higher education and the possible new archetype of a university education
that demands the insertion of changes.
Method: review
of a philosophical framework, which covers the mission and vision, as well as
the axiological component; an academic framework.Likewise,
it consists of an academic reflection that intends to call the attention of the
different actors of the academic community, with the intention of establishing spaces for academic dialogues.
Strategies/information
collection: They consisted of the use of techniques,
such as: Textual or content analysis, which made it possible to investigate the
different documentary points of view in order to
arrive at a reflection. Website analysis, to gather relevant information, given
the production of material related to the study. Documentary review, which made
it possible to evaluate the documents to verify their validity and reliability
of their content. Open sources and database, which allow to have an approach
with the information that interests to analyze to complement the study.
Conclusions: it
is necessary to review both the design of programs and their development, as
well as digital literacy and the transdisciplinary approach. It is essential to
have a legal framework that revises the concept of university autonomy the
university’s own functions, and university policies, which should be based on
transversal axes that are present in all academic programs. In this way, the
university is not left in a total obsolescence, since the graduates are those who
are inserted into the labor market, both in the private and public sectors.
Keywords: higher education;
university; prospective; university autonomy.
Resumo
Objetivo:
A educação, a nível
universitário, enfrenta muitos desafios,
especialmente com a invasão
achatadora da globalização
e mundialização
que requer
e exige transformações
transcendentais e significativas no seu
trabalho diário. A universidade, enquanto
instituição de ensino superior, como é o caso da Universidade de San Carlos de
Guatemala (USAC), tem uma missão específica, que se
centra em três pilares centrais: o ensino, a investigação e a extensão
universitária. Estes pilares constituem a base para a abertura a novas
oportunidades que lhe permitem dar resposta a problemas não só nacionais, mas
também regionais e mundiais.
Originalidade/contribuição: A
universidade deve estar alerta e atenta a esse chamado com um olhar prospetivo,
sem perder de vista o olhar retrospetivo, que
deixa grandes lições aprendidas para dar lugar a um cenário futuro, cheio de
esperança para uma juventude ávida por adentrar caminhos inóspitos, mas que,
ao mesmo tempo, a
devoram com as novas tecnologias de informação e comunicação. O objetivo deste
artigo é analisar o papel da universidade no século XXI, de acordo com as
mudanças em que o ensino superior está inserido e qual seria o novo arquétipo
de uma formação universitária que exige a inserção de mudanças.
Metodo: Revisão
de um quadro filosófico, que abrange a missão e a visão, bem como a componente
axiológica; um quadro académico. Da mesma forma,
compromete-se com a reflexão académica, dirigindo
a preocupação para os diferentes actores da
comunidade académica, com a intenção de estabelecer espaços de diálogo
académico.
Estratégias/coleta de
dados: Consistiram na utilização de técnicas como:
Análise textual ou de conteúdo, que permitiu investigar os diferentes pontos de
vista documentais para chegar a uma reflexão. Análise de sítios Web, para
recolher informação relevante, dada a produção de material ligado ao estudo.
Revisão documental, que permitiu avaliar os documentos para verificar a
validade e a fiabilidade do seu conteúdo. Fontes abertas e base de dados, que
permitem ter uma aproximação com a informação que interessa analisar para
complementar o estudo.
Conclusões: É
necessário rever tanto a conceção dos
programas e o seu desenvolvimento, como a literacia digital e a visão
transdisciplinar. É essencial dispor de um quadro jurídico que reveja o
conceito de autonomia universitária, as funções próprias da universidade e as
políticas universitárias, que devem basear-se em eixos transversais presentes
em todos os programas académicos. Desta forma, a universidade não se torna
totalmente obsoleta, uma vez que são os licenciados que entram no mercado de
trabalho, tanto no sector privado como no público.
Palavras-chave: Ensino
superior; universidade; prospetiva; autonomia
universitária.
Recibido: 19/12/2022
Evaluado: 17/04/2023
Aprobado: 19/07/2023
Este
artículo tiene como propósito reflexionar acerca de la universidad en el siglo
XXI, con base en los cambios que experimenta la educación superior, que le
permitan acercarse a un nuevo paradigma en la educación universitaria para el
siglo XXI sin que esta pierda su naturaleza propia, para la cual ha sido
creada, pero que también tenga en cuenta la visión de la posmodernidad.
La
universidad en la actualidad necesita plantearse algunas interrogantes, como, por
ejemplo, ¿cuál es el desafío que enfrenta en este siglo XXI? ¿cómo hará para
incorporarse a una sociedad y a un mundo del conocimiento, de una cultura
global y de la tecnología? ¿qué herramientas e instrumentos requiere para
resolver la problemática existente? ¿quiénes son los antiguos y nuevos actores
que entran en el escenario académico? Para ello, precisará de políticas
educativas universitarias que estén en consonancia con esas nuevas herramientas
e instrumentos que posibiliten el desarrollo y aseguren una cohesión de
carácter social. En tal sentido, a la universidad le
espera un largo camino por recorrer, con sus
alzas y bajas respectivas, con sus oportunidades y desafíos por enfrentar en el
diario vivir. No todas las respuestas a estas interrogantes serán fáciles, pues
algunas implicarán un alto nivel de complejidad para solucionarlos.
Frente
a este panorama, la Organización de Naciones Unidas (ONU) ha propuesto una
agenda para todos los países, que sirve de guía a la educación pública,
incluida la educación pública universitaria. Se trata de los Objetivos de
Desarrollo Sostenible (ODS)[4] con sus
respectivas metas en cada uno de los 17 objetivos establecidos para su
cumplimiento. Esto implica encaminarse hacia una nueva ruta, pero tratando de
que esto no afecte en alguna medida la cultura universitaria acostumbrada o que
esa adhesión a los ODS pueda generar controversias en cuestiones que puedan
catalogarse como una falta de legitimidad o de eficacia, o que contravengan una
misión universitaria determinada en el sector público. De la misma manera, es
relevante atender que la educación universitaria tiene su propia dinámica, ya
que se enfrenta constantemente a una serie de presiones internas y externas,
debido
a que las transformaciones que quiere realizar son refutadas y cuestionadas por
la comunidad universitaria, en algunos casos.
Uno
de los ODS que incumbe directamente a la
universidad es el número cuatro, que se refiere a una educación
de calidad, pues entre las metas del objetivo está que, para el
2030, debe garantizar el acceso equitativo de todas las mujeres y hombres a una
educación técnica, profesional y terciaria asequible y de calidad, incluida la
universidad, y señala también que para el 2030 debe aumentar sustancialmente el
número de jóvenes y adultos que tengan habilidades relevantes,
incluidas
habilidades técnicas y vocacionales, para el empleo, los trabajos decentes y el
espíritu empresarial[5]. Este
postulado en cuanto al tema educativo, es preciso examinarlo a la luz de la
misión universitaria estatal.
A la
par de esta mirada un tanto expectante que se propone con los ODS, se requiere
que en la transformación de las instituciones universitarias exista una
reflexión acerca de las instituciones
llamadas microversitarias
que están al servicio del aparato productivo, despojadas de su conciencia
crítica, donde se deben considerar tres elementos fundamentales: el nuevo
modelo de relación del Estado y la universidad pública; la fuga de talentos y
su impacto en el desarrollo de los países; y la desinversión en educación pública y la relación con la
desigualdad de la renta. Lo anterior debe ser considerado a fin de recuperar el
sentido universalista de la universidad pública[6].
Por
tal razón, la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC) tiene diseñado su
Plan Estratégico 2030, que está vinculado con los ODS; situación que para
algunos grupos podrá resultar gratificante, mientras que para otros podrá verse
como contraria a la misión universitaria que ha prevalecido por mucho tiempo.
Origen del término universidad
Al
revisar cualquiera de las concepciones acerca del origen del término universidad
sobresale un interrogante clave: ¿qué es una universidad? Una respuesta podría
ser que esta es una
escuela de aprendizaje
universal; es el lugar, donde todas las escuelas de pensamiento pueden
contribuir, es el lugar donde se puede especular, es el lugar donde se puede
encontrar el equivalente o el antagónico, es el lugar donde existe un
juzgamiento continuo de la verdad, (...) la
universidad tiene que educar a la gente para la vida, tiene que ser liberal y
universal, tiene que enseñar como una persona puede llegar a convertirse en
intelectual en vez de profesional, la universidad tiene que buscar la verdad
sin presiones debido a que es un derecho de la humanidad[7].
La
primera imagen que viene a la mente de toda persona al aludir al término universidad
es la de una institución educativa dedicada a la producción de
conocimientos científicos apoyada en la investigación, a la formación de
profesionales y a la divulgación del saber[8]. Se indica un componente
valioso, la investigación, eje fundamental en todo quehacer universitario, ya
que por medio de la investigación se puede incidir en la academia, de ahí que
su vinculación sea necesaria.
En
cuanto al origen de la palabra universidad, esta “se deriva de
la palabra latina universitas, que significa el
conjunto integral y completo de los seres particulares”[9]. De igual manera, Max Scheller afirma que “(...) la universidad quiere ser un
totum, el todo, lo omnicomprensivo; esto es, pretende representar la universitas del saber y de la cultura”[10]. En ese mismo contexto, Karl
Jaspers expresa que “La universidad, de acuerdo con
su nombre, es universitas y debe dar una orientación
hacia el todo”[11]. El término universidad
está referido
a la
comunión del trabajo de las personas, que incluye maestros y discípulos, como
ese conjunto para el logro del estudio. Por otra parte, también se refiere a la
totalidad de saberes. Este es un dilema que debe ser resuelto
por
la
universidad, si la primera premisa es la que más se acerca a este contexto o es
la segunda la que prevalece.
Si
la universidad pretende ser ese “todo”, habrá que definir ese término, ¿cómo se
interpreta
en
la actualidad? y a la vez, hacer un ejercicio hermenéutico sobre
el
significado de omnicompresivo en un
contexto académico, social, político, económico y cultural, ¿qué idea se tiene
de ello para su abordaje? Es aquí donde
entran en juego varias disciplinas para
su
interpretación. Esa relación multi e interdisciplinaria permite
entrever hacia donde se encamina su actividad y, además, que esta es una
relación multidimensional y no
unidimensional.
Origen de la universidad
La
relevancia que ha tenido la universidad desde su creación,
ha llevado a discutir su propósito, significado y
alcance. Su origen se remonta a la invasión bárbara en la época medieval,
cuando se constituye en una organización de índole social. Aquí cabe mencionar
que los griegos
y romanos no tuvieron una formación universitaria, pero sí
una formación superior. El investigador Hastings
Rashdall
asevera que la idea propiamente dicha de universidad es esencialmente medieval,
y que es curioso observar que esa idea continúa y aún domina en tiempos
modernos en los proyectos educativos[12].
En
otro orden de ideas, es importante resaltar las dos grandes vertientes de la
universidad: la primera se centra en la búsqueda constante de la verdad y el
conocimiento, y la segunda tiene una función utilitarista, de acuerdo con
los requerimientos de la
sociedad. Esto último lleva a una reflexión constante de la universidad,
particularmente de la estatal, si en efecto es la que se cumple en el contexto
político, social y académico.
Por
otra parte, durante la época medieval, con el apoyo de la Iglesia, se inicia el
desarrollo de la universidad como un instrumento propicio para
la formación de quienes estaban necesitados y ávidos de conocimiento, en el
marco de una formación de orden espiritual. Esta concepción de la universidad
se enmarca en un contexto propiamente religioso y con un carácter elitista, de
ahí que la universidad se constituyera en “reservorios intelectuales de la
organización eclesiástica”[13].
En
el Renacimiento surge la universidad imperial,
con
un matiz distinto al que se había establecido en la época medieval. Una
universidad inspirada en los ideales politécnicos con dos puntos medulares que
no eran parte de este proceso de formación: la investigación y la cultura. Está
el ejemplo de la primera universidad, la de Bolonia, que inició con una
facultad, luego sigue con cuatro y finaliza con once. Entre las facultades
estaban: medicina, magisterio, química, farmacia, ingeniería, veterinaria,
economía, administración, estadística y derecho. En un contexto similar surge
la universidad en París.
La
universidad alemana, por su parte, priorizaba la investigación como eje
central, por lo que adquiere una connotación particular, con ello, no solo se
logra inspirar y motivar a un cuerpo docente, sino que también se forja una
vinculación con el quehacer universitario y con la academia misma. Es aquí
donde radica la importancia de la conexión entre la realidad existente y los
estudios en las aulas universitarias. Se reitera lo indicado en párrafos
anteriores, donde se ubica a la investigación como la base o fundamento de la
universidad, ya que este ejercicio académico permite hacer transformaciones
profundas y responde a las exigencias formuladas por la comunidad académica.
Pero, en la actualidad ¿es una prioridad este eje?, ¿es parte de la formación
universitaria?
Adicionalmente,
hay que mencionar que los sistemas de educación en el mundo europeo son tan
antiguos como sus culturas y que la principal herencia recibida por Europa
provino de Egipto y Mesopotamia, donde
se estableció un sistema de enseñanza memorístico que duraba alrededor de doce
años. El alfabeto fue difundido por los fenicios, de quienes lo tomaron los
griegos y romanos. Esto permitió que los griegos, cuando iniciaron los estudios
de la naturaleza sin motivaciones religiosas, pudieran transmitir su conocimiento
con facilidad. Surge, entonces, la filosofía griega y la ciencia occidental.
Los romanos, conquistadores de los griegos, establecieron un sistema educativo
para sus élites, mediante el cual los jóvenes debían aprender estrategias
guerreras y convencer al Senado de utilizar dichas estrategias en la expansión
militar. Este sistema dio origen a los estudios primarios, secundarios y
superiores. Se tuvo en su momento, un modelo de educación eclesiológico que
causaba algún resquemor en las autoridades civiles y monárquicas de la época,
ya que la Iglesia tenía el control total de la formación de las personas. De
acuerdo con lo que señala Sagastume, así fue el proceso de desarrollo de las
universidades en Oxford, Inglaterra, en el siglo XI, y París, en el siglo XII[14]11.
En
cuanto a Latinoamérica, Olmedo España dice que en 1538 se funda la primera —
universidad en Santo Domingo, República Dominicana. Le siguen Lima, Perú;
México y Guatemala. Además, menciona que los estudiantes hispanoamericanos
llevaban cien años de atraso con relación a los europeos.
En
el siglo XIX, las universidades norteamericanas comenzaron a doctorar a sus
profesores de la universidad. Cien años después, se inicia este proceso en las
universidades de la región latinoamericana[15]12.
Para
el caso de Guatemala, la USAC, el primer antecedente de su fundación es la
gestión realizada por el primer obispo licenciado Francisco Marroquín ante el monarca
español
en su carta de fecha 1 de agosto de 1548, en la cual solicita la autorización
para fundar una universidad en la ciudad de Santiago de Guatemala, hoy Antigua
Guatemala. Posteriormente, el Ayuntamiento de la Ciudad de Santiago de
Guatemala, la Real Audiencia y varias de las órdenes religiosas también
enviaron similares peticiones, pues la necesidad de una institución de
educación superior era evidente en ese momento. El 31 de enero de 1676, el rey
Carlos II promulgó la Real Cédula de Fundación de la Universidad; documento que
llegó a Guatemala el 26 de octubre de 1676. Las primeras siete cátedras
impartidas en la Universidad fueron: a) Teología Escolástica, b) Teología
Moral, c) Cánones, d) Leyes, e) Medicina y f) dos de Lenguas. La Universidad de
San Carlos abrió por primera vez sus puertas el 7 de enero de 1681 a 60
estudiantes inscritos: 7 estudiantes de Teología, 36 de Filosofía y los
restantes de Institute y Cachiquel[16].
Para
la elaboración de las constituciones y estatutos de la Universidad se tuvo como
modelo las constituciones y estatutos de la Universidad de Salamanca y México.
Al observar la historia de la USAC, el papa Inocencio XI emite la Bula Ex
Suprema el 18 de julio de 1687, en la cual se otorga a la Universidad de
Guatemala el título de Pontificia, quedando en forma definitiva el nombre de
Real y Pontificia Universidad de San Carlos, en honor a San Carlos de Borromeo,
santo que dedicó su vida a la vocación de servicio comunitario. Cabe recordar
que el Reino de Guatemala se integraba por las provincias de Chiapas,
Guatemala,
El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. La Universidad de San Carlos
cubría todo el Reino y era el centro cultural e intelectual de la región
centroamericana en ese momento, aunque se presentaban
muchas disputas y controversias a causa del interés por independizarse de cada
una de las provincias que conformaban el Reino.
El
primer escudo de la Universidad data del año 1681 y es muy similar al actual.
Durante el gobierno del Dr. Mariano
Gálvez (1832-1838) se sustituyó la Universidad por una Academia de Ciencias,
con el objeto de popularizar la enseñanza superior y sacarla de la gran
influencia clerical. Por medio del Decreto n.° 140
del 1 de julio de 1875, dictado por Justo Rufino Barrios, se clausura la
Pontificia Universidad de San Carlos de Borromeo y en su lugar se crea la
Universidad de Guatemala.
La
Universidad otorgaba los grados de bachiller, licenciado, maestro
y doctor. Posteriormente, por medio del
Decreto n.° 12, de 9 de noviembre de 1944, el cual
entró en vigor el 1 de diciembre de 1944[17], se declaró la autonomía de la
Universidad de San Carlos de Guatemala.
En
el escudo aparecen los dos santos patrones, Santa Teresa de Jesús y Santiago
Apóstol. El siguiente escudo, creado en 1686, se coloca en una forma ovalada y
la inscripción que aparece alrededor es la misma del anterior, aunque dice,
además: Pontificia Universidad del Reyno de Guatemala. Dentro del óvalo se
encuentran la tiara y las llaves del Pontificado, dentro de un óvalo más
pequeño está la imagen de San Carlos de Borromeo, y en la parte inferior, la
del Apóstol Santiago y solamente dos volcanes,
el de Agua y el de Fuego. Cabe mencionar que el lema que aún prevale tiene su
origen en el Evangelio de San Mateo (28, 16-20): “En aquel tiempo, los once
discípulos se fueron a Galilea y subieron al monte el que Jesús los había
citado. Al ver a Jesús se postraron aunque algunos
titubeaban. Entonces Jesús se acercó a ellos y les dijo: ‘Me ha sido dado todo
poder en el cielo y la tierra. Id, pues y enseñad a todas las naciones’. En
latín: “ite et docete omnes
gentes”[18].
Durante
todo este recorrido, la USAC transitó por una serie de cambios de nombre y de
los estatutos iniciales de su creación, ya que dependía de la dinámica política
con la cual el país era gobernado en su momento por el gobierno de turno.
Históricamente, Guatemala hasido regido por gobernantes
de corte militar y dictatoriales. Eso provocaba que las autoridades
universitarias fueran nombradas por el mismo presidente o jefe de Estado.
En
otro orden de ideas, la principal preocupación que tiene la USAC es
precisamente la enseñanza para todos sin discriminación alguna, es un espacio
para quienes estén interesados en su formación en las distintas disciplinas que
se ofrecen a la población en general.
Las funciones de la
universidad
El
fundamento de la universidad estribaba en varios aspectos: preservar, crear y
transmitir conocimientos y cultura. Obviamente, los conocimientos han variado
según las necesidades y cambios que exige la sociedad en general. La
universidad sirve como acervo y depositaria de saberes y de
la formación de valores universales. Se puede decir que es utilizada como una
fábrica de esos saberes y conocimientos, donde se gestan ideas, información,
teorías, entre otros, por lo que se enfatiza la relevancia que tiene la
universidad para que cumpla con las funciones tradicionales que le han sido
encomendadas[19]. Al revisar
este modelo inicial en el que se cimentaba la universidad, se puede observar
que su razón de ser radica en una institución que sirve para replicar y
transmitir conocimientos, con una formación de un juicio crítico, análisis,
reflexión y discernimiento ante los acontecimientos y problemas de orden social
que atañen a una universidad estatal y como un actor clave en un grupo
societario en la orientación para la resolución de problemas.
La
universidad mantiene y consolida la tradición académica y cultural de una
sociedad. Considera que hace falta algo más: tener la capacidad de promover,
liderar y realizar cambios que favorezcan y faciliten la transformación social[20]. Esto se
logra gracias al conocimiento, ya que repercute en la mejora de la sociedad. La
relevancia que tiene la misión de la universidad debe estar centrada, según sea
el entorno o contexto, en educación/formación, producción de conocimiento
científico y tecnológico, y relación con las comunidades. Esto puede traducirse
en los tres ejes tradicionales: docencia, investigación y extensión. La
universidad tiene un abanico de posibilidades de repensarse y establecer nuevas
formas de relacionamiento con distintos miembros universitarios (docentes,
personal administrativo, estudiantes, egresados) y con grupos societarios.
Además,
debe plantearse que la identidad de la universidad consiste ante todo en ser un
faro de auténtica creatividad cultural. Se hace alusión al término creativo en
el sentido de novedoso, innovador, revolucionario. De esta forma, se apuesta
por una universidad que debería ser creativa por antonomasia, pues es su
función inherente. Que permita conocer la realidad material y así interpretar
la realidad social, y que esté impregnada de un espíritu de búsqueda de la
verdad.
La
universidad tiene como misión el cultivo del espíritu y la formación del
universitario y que no se centre en una actividad eminentemente academicista y
de acumulación de datos, pues insta a transformar el mundo y su realidad, de
modo que se ennoblezca el espíritu humano. Ramos menciona una cita que bien
vale resaltar: “Decía Jaspers que
la universidad es la base sobre la cual la sociedad y el Estado pueden dar
lugar a la más clara conciencia de la época. (...) es una institución con
objetivos reales. Sin embargo, estos objetivos se alcanzan en un impulso
ascendente del espíritu que trasciende toda realidad
para regresar a ella con más claridad, seguridad y firmeza”[21]. Un pensamiento que sigue
vigente hasta la fecha, en el que puede observarse una dualidad: se forma al
profesional con esquemas estructurados, pero la realidad es otra, donde se
encuentra con esquemas cuasi estructurados.
Esta
clase de funciones dependerán también del tipo de universidad que se busca
desde su fundación, así como del modelo de Estado, y con el paso de los años se
puede observar la evolución o la involución que pueda tener, según el contexto,
las necesidades y las demandas de la sociedad. Por ejemplo, han existido dos
tendencias en la concepción de la universidad; una, denominada universidad
idealista, y otra, conocida como la universidad funcional. Para comprender esta
tipología hay que agregar algunos elementos que son relevantes, tal es el caso
de la universidad idealista (también conocida como la universidad del
espíritu), es la que ha existido en países como Inglaterra, Alemania y los
Estados Unidos.
Por
lo que se debe tener cuidado al momento de concebir el espíritu que debe
prevalecer en la universidad, ya que existen dos funciones principales: la
función docente,
que
en muchos casos puede ser más intensa que la función investigadora, como ya se
mencionó.
Para
el caso de la universidad denominada del poder, esta se caracterizó por el
modelo soviético, debido que se consideraba la institución como un factor
de
producción, se centró en la producción de manuales y recursos didácticos para
formar docentes e investigadores; la
divulgación de los conocimientos científicos fue la tarea principal,
se
trazó como meta construir la sociedad comunista; en todos los textos escolares
se orientaba su trabajo hacia las necesidades de la economía nacional y para
ello establecía vínculos con la
actividad económica y trabajaba en simbiosis con los medios no universitarios
para formar una élite de dirigentes que desarrollaran el socialismo[22].
Un
aspecto para resaltar en este modelo es la investigación, como fundamento de
incidencia en la sociedad en general. La asociación con medios no
universitarios también le posibilitaba establecer alianzas estratégicas que
crearan puentes de comunicación con todos los sectores societarios. Las
universidades del poder desarrollaron agendas utilitarias que permitieran
avanzar en la investigación científica para lograr ventajas económicas y
agrícolas tangibles para la sociedad y consideraron al gobierno como un jugador
dominante
en
esta transición hacia las universidades basadas en la ciencia. La intervención
del Estado en la educación se hizo para formar ciudadanos autónomos, de un
gobierno limitado y, por lo tanto, de una sociedad, por lo que se puede colegir
que la universidad del poder se constituyó en una universidad de masas. Así que
el auge del individualismo es el fin de la universalidad y de la universidad:
la globalización excluye el reconocimiento de sí en el otro, si no es a través
del uso, del fin utilitarista convertido en medio[23].
De
esa manera, la universidad se convierte en su espacio geoacadémico[24], que
discierne entre lo significativo y lo no significativo para la población
estudiantil. Ese espacio académico establece límites precisos, tiene marcadas
las zonas en las que entra a debate, se usa la famosa opinión, el dictamen de
los eruditos en distintas áreas disciplinares, para comprender entre lo
servible y lo inservible, en términos pedagógicos.
Por
lo tanto, ambos modelos de universidad dejan entrever tanto las bondades de su
estructura y funcionamiento como aquellas debilidades que puedan surgir al
trabajar en lo interno y externo de una comunidad universitaria conformada por
diversos grupos y sectores interesados en el tema de la educación superior. Cada
uno prioriza
lo
que considera el centro de su misión, definido sin términos medios. Existe una
relación diacrónica y sincrónica, que podría esbozarse a lo largo del tiempo
para la universidad.
Queda
la pregunta en el ambiente, ¿podrá este tipo de modelos persistir en estos
tiempos donde la posmodernidad es una invitada clave, junto con la
mundialización y globalización?, ¿la universidad se habrá visto coaccionada por
los docentes y estudiantes para cumplir con
el
proyecto universitario delineado?, ¿se ha percibido por la comunidad
universitaria alguna incongruencia o discrepancia en cuanto a la formación de
personas libres y la dotación de profesionales críticos en su pensar y actuar?
Principales desafíos de la
universidad
Para
desarrollar este punto se requiere examinar las universidades latinoamericanas
en estos 15 años del siglo XXI, con cargas provenientes de su pasado, con
nuevos desafíos y retos producto de los vertiginosos cambios sociales,
económicos y educativos que se originaron en el siglo XX, lo que implica
determinar estrategias que permitan contribuir de manera significativa en la
vida de una universidad. Además, se señala, que los estudiantes que ingresan a
las universidades latinoamericanas y del Caribe poseen características propias
y distintas a los de las universidades norteamericanas y europeas[25]. Esto sirve
como un referente clave, ya que sus expectativas son distintas, dadas las
particularidades de los problemas comunes que existen en esta región.
Al
entrar en ese debate, no se pretende descubrir fórmulas o dar una especie de
recetario para seguirlo al pie de letra, sino que se trata únicamente de tener
un espacio de reflexión para conocer los puntos álgidos en los que se encuentra
detenida la acción universitaria. No cabe duda de que deben cuidarse algunos
elementos que necesitan debatirse. Uno de ellos es el tema de la normativa
metodológica que la dota de validez y no se refiere a una aproximación
teórica-metodológica, sino más bien a un estilo de trabajo, que vaya encaminado
hacia la constante relativización y vigilancia epistemológica, hacia la
formación de los profesionales con una visión epistémica del mundo real,
concreto, con infinitas posibilidades de conocimiento y no centrado en un positivismo
determinista y reduccionista.
Por
ende, es necesario analizar aquellos vínculos existentes entre la universidad
latinoamericana y la “colonialidad del saber”[26]. Santiago
Castro-Gómez opina que las ciencias sociales y las humanidades que se enseñan
en la mayor parte de nuestras universidades no solo arrastran la “herencia colonial”
de
sus paradigmas sino, lo que es peor,
contribuyen a reforzar la hegemonía cultural, económica y política de
Occidente. Obviamente, aquí puede observarse este paradigma colonial,
porque
las universidades,
particularmente la USAC, surgen en la época de la colonia y evangelización. El
autor ha denominado su tesis hibrys
del punto cero[27],
lo que traduce y argumenta que tanto el pensamiento como la estructura de la
universidad se insertan en una estructura triangular de la colonialidad:
colonialidad del ser, colonialidad
del poder y colonialidad del saber. Afirma que se
lleva a cabo la incorporación de nuevos paradigmas de pensamiento y
organización, que contribuyen a cambiar estos arquetipos con los cuales ha
funcionado la universidad.
Por
su parte, Lyotard se refiere a los metarrelatos acerca de la universidad. El primero de estos,
trata
de
la educación del pueblo, donde destaca la relevancia que tiene la universidad
para formar ingenieros, constructores de carreteras, administradores,
funcionarios; en fin, toda una serie de personajes dotados de capacidades
científico-técnicas para vincularse al progreso material de la nación. El
segundo señala que la función de la universidad ya no sería tanto formar
profesionistas, ingenieros, administradores o técnicos, sino formar humanistas,
sujetos capaces de “educar” moralmente al resto de la sociedad. No se hace
tanto énfasis aquí en los saberes técnicos sino en las humanidades. “En este
segundo meta-relato, la universidad busca formar los líderes espirituales de la
nación. La universidad funge como el alma máter de la sociedad, porque su
misión es favorecer la realización empírica de la moralidad[28].
Otro
elemento
clave
interno de la universidad, como producto de un esquema y estructura lineal,
está basado en el pensamiento de Descartes, que identificaba al mundo con una
máquina, donde se desmembraba y se reducía al mayor número de fragmentos, esto
es, dividido en partes. En sentido metafórico, así sucede en la universidad,
donde hay facultades, escuelas, departamentos, coordinaciones, programas, áreas,
disciplinas,
entre otros. Se reitera el esquema lineal, de arriba hacia abajo y nada más.
Sobre cada unidad académica hay una mirada disciplinar, sin tener la agudeza de
crear puentes pedagógicos y curriculares para intercambiar anécdotas,
experiencias, debilidades; en otras palabras, es una evidente desarmonía. Se
consideran, en cierta medida, feudos, donde cada uno tiene su propio reinado e
impone sus propias normas. Cada profesor y estudiante se mueve en su propio
mundo sin tener comunicación. La universidad se mueve apenas en una
disciplinariedad, no reconoce la interdisciplinariedad, es una vecina solitaria
que ni está interesada en establecer una relación amigable ni alternar con
ella.
El
reto de la universidad no es quedarse petrificada ante una disciplinariedad,
es dar un salto cuántico a la multidisciplinariedad, para
transitar a un nuevo modelo de interdisciplinariedad y quizá ser más osada para
desplazarse a una transdisciplinariedad. El papel de la universidad debe verse
de manera conjunta e integral, de
una forma análoga, debe ser concebida como un
parque de diversiones, donde se tienen juegos para niños y para adultos. El
nuevo paradigma requiere crear puentes holistas, sistémicos. La
vida pretende que no se vea de manera fragmentada ni aislada, sino con una
visión de conjunto, vinculada. La lógica en la cual se forma en la universidad,
con el modelo occidental, es excluyente, separada, divorciada, desajustada.
Por
ejemplo, el sociólogo Zygmunt Bauman[29] acuñó
el término “modernidad líquida”, lo que no quedaría muy lejos de la posverdad,
pues, al fin y al cabo, describe con ello a una sociedad que se guía por
impresiones, sin pilares estables. Esto quiere decir que prevalece un serio
dilema existencial
en
la universidad y que predomina el modelo de una posmodernidad, impregnada de
individualismo, materialismo existencial y, de alguna manera, una cultura del
yo. Por lo que se puede hablar de una sociedad sinsentido[30]. Entonces, ¿qué papel
desempeña la universidad en esta sociedad líquida? Con este razonamiento, ¿cuál
es el principal desafío al que se enfrenta la universidad en estos tiempos?,
¿qué debe hacer para debatir esta complejidad que le espera atender?, ¿seguirá
la universidad con una visión ortodoxa, reduccionista y determinista? Son
muchos los interrogantes que quedan por responder.
Relacionado
con este aspecto, un punto central en la discusión acerca de la institución
educativa llamada universidad es la autonomía, ya que busca la realización de
los valores que se catalogan como legítimos. Tiene que ver también con la
capacidad política para enfrentar en su recorrido lo que le atañe cumplir. La
pronta resolución de esas presiones en ocasiones es compleja. Al respecto,
Carlos Luna dice que debe considerarse la práctica universitaria que llevan a
cabo los sujetos, pues, en esa misma medida, se tendrá claridad para digerir
este término de autonomía[31].
No
se trata de un discurso etimológico, pero sí conviene conocer el origen de este
vocablo para entrar en una reflexión. Por ejemplo, se puede encontrar que se
deriva del griego auto,
“uno mismo”, y nomos, “norma”. En tal sentido,
se refiere a esa libertad que tiene el ser humano en la toma de decisiones sin
la intervención de factores exógenos que modifiquen ya sea su conducta, forma
de actuar o de pensar. La autonomía universitaria se convierte en una variable
clave en un gobierno universitario, para realizar cambios y transformaciones profundas
dentro
de la universidad. Requiere crear puentes de diálogo entre las estructuras que
están establecidas en un marco legal, que, en
muchas ocasiones, se convierten en un muro de contención que es difícil
derribar.
Así que,
este
tema debe ser objeto de reflexión por los actores
sociales y políticos que conforman este gobierno universitario. Debe
considerarse vital en una agenda política que las autoridades universitarias
conversen acerca del tema y dejarlo plasmado para su análisis en ese juego político
y social, y no perderlo de vista, pues ello implica para la universidad enfrentar
todos aquellos desafíos que el mundo solicita en medio de una ferviente
invasión de mudanzas vertiginosas, que cada vez avanzan y dominan sin tregua
alguna.
Es
relevante analizar ese gobierno universitario en el contexto de la autonomía,
donde los invitados especiales sean la gestión pública, la gobernanza y la
gobernabilidad democrática; donde se apueste por un verdadero desarrollo
social, económico y político más equitativo, y que ese mejoramiento de la
capacidad interna que tiene la universidad pueda cumplir con sus fines y
alcanzar las metas establecidas. De igual manera, todo en un marco de búsqueda
de consenso en un diálogo abierto, que sirva de acicate en la comunidad
universitaria. Es ahí donde se dinamiza lo que se denomina un
sistema democrático.
Modelo universitario en
prospectiva
Por
iniciativa de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH)
en la V Reunión Ordinaria del CSUCA, celebrada en San
Salvador en 1960, se declaró “la necesidad de elaborar un proyecto de
planeación de la educación superior en escala centroamericana, donde se
recapitula el propósito esencial de las universidades centroamericanas”. En la
construcción de este primer plan regional participaron académicos como Carlos
Martínez Durán, quien era en ese momento el rector de la USAC.
Es
importante observar que se aprobaron principios para el establecimiento de un
Programa de Educación General, entre los cuales se citan: constituye un
continuo e inacabable proceso individual, es
una auténtica tarea universitaria, debe ser común para todos los
universitarios, es amplia y liberadora, está orientada a la comprensión
fundamental de los hechos básicos, los programas de Estudios Generales son un
medio, no un fin, exige flexibilidad y experimentación, precisa una específica
estructura universitaria. Esto lleva, sin duda alguna, a repensar esta
contribución realizada en ese período y a tener en
cuenta si alguno de estos principios sigue vigente, así como los resultados que
se obtuvieron al momento de su implementación[32]. Igual que con la experiencia
presentada por Honduras acerca de las reformas universitarias, también han
surgido por iniciativa de movimientos estudiantiles, universitarios o sociales,
y la USAC asimismo ha acogido estas transformaciones, concebidas por este tipo
de movimientos organizados por la comunidad universitaria.
Los
esfuerzos realizados en el año 1948 mostraron el interés por integrar la
educación superior en el ámbito centroamericano; por ejemplo, fue muy acertada
la decisión de la Universidad de San Salvador de armonizar los estudios
superiores y promover el intercambio de profesores, estudiantes y egresados con
las universidades públicas de la región. Con
estas
finalidades se creó la Confederación de Universidades Centroamericanas y su
máxima autoridad, el CSUCA, como el espacio común de
las universidades públicas para la deliberación y toma de decisiones en el
ámbito académico[33]. Esto debe
ser tomado como una experiencia valiosa y digna de reproducir, dado que ese
bagaje de conocimientos permite hacer las transformaciones que se requieren.
Para
que estos cambios surjan, uno de los grandes retos que tiene la universidad es
la descolonización del conocimiento y la descolonización de las instituciones
productoras o administradoras del conocimiento, que han sido diseñadas para
esto. Lo que se requiere es acercar al investigador a los fenómenos sociales o
naturales, establecer una relación más cercana, más vinculada con la realidad y
el contexto. No se trata de predicar desde el púlpito, se trata de predicar con
el ejemplo, con y para la gente[34].
Este
término de descolonización es interpelante para quienes tienen una ideología
fijada en su mente y en su contexto. Desde luego, que promueve e inquieta a
quienes, por largos años, han estado abstraídos en un paradigma convencional
hacia determinados intereses individuales y colectivos, pues hace que se mueva
esa zona cómoda que demanda cambios trascendentales.
Por
ejemplo, es imperativo decodificar y deconstruir el currículo
diseñado
para cada una de las carreras que se ofrecen a la población estudiantil. La
decodificación requiere comprender el nuevo lenguaje abstracto y simbólico, ya
que ese lenguaje primitivo en el cual las disciplinas tienen su origen ha
pasado y trastocado una evolución, en muchos de los casos, súbita y abrupta. En
cuanto a la deconstrucción, se requiere deshacer para luego darle una nueva
estructura a lo que se tiene en su momento. Sin duda alguna, constituye una
provocación y prueba para toda universidad, la inversión del tiempo y de
recurso humano que tenga esa finura y un paladar refinado para llegar a una
transformación de esa índole.
La universidad estatal se establece en un
medio lleno de tensiones, presiones, conflictos, que marcan el paso del camino
que sigue, donde instituciones gubernamentales también ejercen su influencia,
que, en muchos casos, no es de beneficio en su totalidad. Salta a la palestra
el modelo universitario del espíritu o funcional, que
sirve de arquetipo de universidad, moldeada en tiempos remotos y que está
vinculada con ese proceso de descolonización académica.
En
tal sentido, las disciplinas se visualizan como únicas
y muchas veces no existe relación entre cada una de ellas, porque
ese fue el modelo inicialmente adquirido. Como se mencionó en párrafos
anteriores, en algunos casos apenas se llega a delinear una somera
multidisciplinariedad, en la que se reconoce la variedad de disciplinas
existentes. Se apuesta por una interdisciplinariedad, que conjugue una
simbiosis de las disciplinas curriculares. Esa integración
permite tener una visión holista en su momento, completa, sin separación
alguna. Se debe resaltar el papel hegemónico del conocimiento, tarea que ha
sido encomendada a la universidad por largo tiempo.
Pero
existe algo más que una interdisciplinariedad en este juego académico,
es la trans- disciplinariedad, en el cual se establecen relaciones de los
conocimientos, diálogo de los saberes. Se está a las puertas de una sinergia
entre esos saberes, sin minimizar, sin descartar, sin excluir, sin demeritar o
subvalorar algunas de las disciplinas. Igualmente, se proponen dos aristas
principales, que es la flexibilización transdiciplinaria y la
transculturización del conocimiento. Esto se puede lograr, de acuerdo con esa
decodificación y deconstrucción curricular, con
el auxilio de un mapeo de aquellos
conocimientos que fueron invalidados, excluidos, intrascendentes, por ejemplo,
la cultura desempeña un papel decisivo, así como la historicidad del contexto[35].
Uno
de los temas que han invadido de manera abrupta a toda una sociedad -y la
universidad no es ajena a ello- es la tecnología de la información y la
comunicación. Esta irrumpió con el propósito de dominar y conquistar para tener
el poder absoluto, sin discusiones. Estas tecnologías no conocen fronteras ni
tampoco conocen un mapa geopolítico en el cual puedan anidarse con exclusividad
en un lugar o espacio determinados. Para el caso de la universidad, afirma Bouaventura de Sousa, esta tiene un territorio llamado
campus, donde en el régimen de estudios tiene ahora una invitada, que es la copresencia frente a una comunicación presencial. Hoy se
tiene una copresencia on line, esto
quiere decir que los instrumentos pedagógicos deben sufrir una transformación
jamás imaginada[36]. Adicional a
ello, existen aspectos que deben preguntarse ante esta escalada de la
tecnología, la informática y la digitalización, pues revelan que en este mundo ultracapitalista no se producen ni reproducen ya “clases
sociales”, sino “modelos de vida” que se exponen a la venta en los aparadores
del mercado[37].
Quizá
sea necesario detenerse un momento para examinar si se vive en la actualidad un
neocolonialismo[38] de la
posmodernidad del siglo XXI de la tecnología de la información y comunicación,
tal como se dio en su momento histórico el colonialismo epistémico en el
contexto social, político y económico cuando se fundan las primeras
universidades y que a la fecha se ha seguido ese mismo paradigma en cada una.
Este
nuevo modelo universitario trastoca la famosa autonomía, que es necesario
revisar de acuerdo con cuestionamientos fuertes a la luz de los valores que se
tienen en ese estilo de trabajo, en un marco epistémico. A la par de esta
autonomía universitaria debe revisarse el tema de la descentralización
universitaria, así como las funciones que le han sido designadas a la
universidad a lo largo del tiempo. Con ello, habrá que repensar entonces el
término de autonomía universitaria. Con la invasión del neocolonialismo de la
posmodernidad se tendrá que deconstruir esa palabra, para hacer las
transformaciones que se requieren para su momento[39].
Existe
un tránsito del conocimiento universitario a un conocimiento pluriuniversitario, el cual significa un desafío para las
universidades, en particular, para la universidad estatal. Por ejemplo, se
menciona que existe una relación entre conocimiento y sociedad, que ha sido
alterada en cierta medida y que deben hacerse los ajustes
necesarios.
En el siglo XX se daba el conocimiento disciplinar, pero estaba totalmente
descontextualizado de las necesidadesdel mundo real.
Era un conocimiento homogéneo, jerárquico, ortodoxo, dominado
por el determinismo
y
la objetividad.
El
tránsito a un conocimiento pluriuniversitario -que no
es más que un conocimiento contextual, afín
a la aplicación misma que se le pueda dar- marcó internamente a la universidad,
ya que alteró su zona cómoda. La palabra mágica es “vinculado con”, con un currículo
extramuros.
Lo que se propone es tener a la vista sistemas abiertos, menos rígidos, que no
sean jerárquicos y donde la ciencia y la sociedad hagan gala de su relación
dialógica. Además, existe una heterogeneidad que cuestiona la hegemonía y la legitimidad.
Definitivamente, esto causa un cisma del conocimiento, de estilos o modelos de
trabajo, estructura, relaciones, entre
otros.
Las
reflexiones acerca de lo que debería ser el sistema educativo universitario en
tiempos de la posmodernidad son variadas, así que puede aludirse a los mitos y
las utopías vinculados a la universidad, entre los
cuales están la economía, la globalización, y sobre los que,
sin
duda alguna, la pandemia marcó un antes y un después. Durante la modernidad, la
universidad cumplía con determinados estándares de calidad, acreditación y
evaluación, lo que significaba que estaba en un rango de competitividad con
otras
universidades del país y del ámbito internacional[40].
Otro
punto central es la educación virtual y los ambientes
virtuales versus una educación tradicional, a la que estaba
acostumbrada. En la posmodernidad se toma en cuenta la alfabetización digital
con los recursos virtuales y digitales, sin dejar a
un lado las estrategias de enseñanza y aprendizaje, las técnicas de evaluación,
el desarrollo profesional de los docentes, entre otros. Para el caso de las
universidades estatales, las brechas cada vez son más
extensas y abismales; en ellas se manifiestan las desigualdades
para lograr un aprendizaje y un acceso a la educación, como un derecho
irrenunciable de la persona. Aspecto que ya fue abordado en párrafos anteriores
al hablar de la tecnología y su invasión.
Queda
repensar y replantear una transformación universitaria que propicie una
disrupción del paradigma en el cual está cimentada la universidad. Quizá suene
un tanto utópico este modelo que podría adoptarse en estos tiempos, pues, de lo
contrario, quedaría en una distopía nada más o, en otros casos, en una
entropía, donde se esquematicen escenarios llenos de incertidumbre, o quizá se
le pueda retar a una retropía, donde se rectifiquen
aquellos defectos, donde se resuciten o se vuelva a los ideales que se han
considerados propicios para un futuro mejor.
De
modo que habrá que razonar estos cambios que se avizoran en el espacio
académico, si el neoliberalismo actual significa subvertir los valores
universalistas de generación de un pensamiento crítico de parte de la
institución universitaria, para acomodarlo a las necesidades inmediatas de las
grandes corporaciones multinacionales, donde la universidad ejercería como un
mero suministrador de capital humano especializado. Al respecto, Justo Cuño
Bonito plantea, como un primer punto de análisis[41], un contraste entre los viejos
modelos universitarios y los paradigmas neoliberales establecidos, a los que la
educación universitariano es ajena. Quizá, el
elemento central es ver si la universidad estatal forma mano de obra para el
sector privado, dados los cambios a los que los organismos internacionales
quieren encaminar a las universidades estatales, de acuerdo con las nuevas
tendencias que ya existen con el uso de la inteligencia artificial, por
ejemplo.
Pues
bien, las organizaciones exponenciales (ExO)
surgieron en Singularity University (SU)
en el año 2008 y su cofundador es el destacado futurista, autor y emprendedor convertido
en director de IA para Google, Ray Kurzweil. El objetivo
era
crear un nuevo tipo de universidad, una cuyo currículo fuese
constantemente actualizado. Su propósito era, en su momento,
centrarse
solamente en el crecimiento exponencial, es decir, en las tecnologías
aceleradoras. Se considera que los estudiantes serían los más destacados
emprendedores en el mundo. La misión sería ayudar a las personas a impactar
positivamente en las vidas de mil millones de personas. Esta universidad no fue
aprobada, pero llama la atención el aspecto curricular,
que debería ser actualizado de manera permanente. Situación que en la
actualidad no sucede en ningún centro de estudios, en particular en lo que se
refiere a la educación superior universitaria en el sector público. Esto se
puede lograr en un esquema de una democratización[42].
Esto
hace referencia justamente, a lo que se denomina la cuarta revolución, que ha
surgido para convertir a las instituciones en ExO,
donde lo fundamental ya no es la experiencia, sino la innovación y creatividad.
El uso de las herramientas digitales, redes académicas y de cooperación
científica, permite a la universidad avanzar y convertirse en un modelo o en un
arquetipo de un gobierno universitario abierto a la comunidad académica, donde
la participación sea un elemento clave en su quehacer cotidiano[43].
Es
relevante anotar en cuanto a la conformación de las ExO,
que se requiere hacer cambios profundos en materia curricular,
donde
lo que interesa es dejar fluir la creatividad, y el centro de todo ello lo
constituye un currículo actualizado, de acuerdo con
los tiempos en los cuales las TIC se hacen presentes e incursionan en el campo
educativo. Según lo indicado en las conclusiones de la Pacific
Northwest Conference on Higher
Education -que se realizó del 20 al 22 de abril de 1967
en Estados Unidos y en la que el objetivo central era plantear una propuesta curricular
para
la alta educación-, la universidad debía tener: “Currículos flexibles.
Desarrollar la creatividad frente al pragmatismo imperante. Desarrollar los
departamentos con interdisciplinariedad. Utilizar la tecnología para la
educación personalizada y para que el profesor tenga más tiempo libre para la
investigación”[44]. Dada estas
premisas, existe una concordancia entre estas conclusiones formuladas en 1967 y
lo que indican las ExO en pleno siglo XXI. Ahora
viene el interrogante, ¿será que la universidad estatal está preparada para
incursionar en este nuevo paradigma educativo?, ¿posee la claridad sobre estos
cambios súbitos a los cuales se la quiere llevar?
Sin
embargo, conviene formularse algunos cuestionamientos, que son relevantes
dentro de este cambio que está presente y que en muchos casos no es tan simple
descartar o dejara la deriva. Es preciso hacer
hincapié en las preguntas que son clave para un cambio o transformación, y que
pueden tener en determinado momento una o varias respuestas. Por eso cabe
preguntarse ¿acaso estamos en presencia de una visión emergente del currículo?,
¿es
posible pensar en un currículo posmoderno?, ¿cuáles
son los riesgos y oportunidades que ofrece? o ¿acaso estamos en presencia del
agotamiento de uno de los metadiscursos que en la Modernidad fueron el centro
de gravedad de la escuela, como es el currículo? No se trata
aquí
de defender posiciones a ultranza ni estamos ofreciendo paquetes publicitarios
ni andamos fundando una religión, nos interesa un sentido más profundo que debe
tipificar al docente universitario en una sociedad en proceso de cambio[45].
Sin
embargo, en el año 2020 la vida universitaria fue marcada por un suceso
mundial, que fue la presencia de una pandemia denominada COVID-19, que hizo que
el paradigma tradicional en el cual se había ubicado la educación,
pasara a un nuevo modelo de índole virtual, donde las asimetrías fueron
evidentes en el contexto socioeconómico y cultural de los aprendientes.
Algunos, como Harry Strasser,
lo ven en las aplicaciones para la comunicación y por este motivo centran la
conceptualización en las telecomunicaciones, internet, medios, electrónica y
servicios. La convergencia digital se caracteriza por la escritura digital,
hipertexto,
aplicaciones multimedia, hipermedia, ciberespacio, medios masivos, e-learning y
“el deseo humano de estar conectado con otros”[46]. Sin duda alguna, enfatiza la
importancia que tiene que el ser humano, quien es por naturaleza un ser social,
de comunicación con otros seres.
A
este respecto, cabe reflexionar acerca del futuro de las universidades, por
ejemplo, de las universidades colombianas y, por ende, de las latinoamericanas,
desde la convergencia digital, que
lleva a plantear la viabilidad de las TIC en un medio donde se abre camino la
educación virtual que partió de la educación a distancia. Por lo que se ha
analizado en otras ocasiones, “no podemos actualmente proyectar la universidad
sin analizar las tendencias de desarrollo de esta institución dentro de la
‘sociedad del conocimiento’, que articula nuevos procesos sociales, que
involucran espacios físicos, mentales, de comunicación y nuevos actores”[47]. En ese
contexto, la USAC tampoco es indiferente a este tipo de interpelaciones, dado
que es necesario preguntarse si realmente se está preparado para estos cambios.
La
universidad debe ser el ejemplo de ese compromiso ético. Los egresados de una
casa de estudios requieren promover una nueva cultura política, pues el siglo
XX estuvo impregnado de la búsqueda de certezas científicas y el desarrollo
acelerado de las diferentes disciplinas, pero el siglo XXI se caracteriza por
la incertidumbre como un incentivo para el avance del conocimiento, aunado a
las realidades virtuales y las megatendencias de la
sociedad actual[48].
Tal
es el caso del Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificación
Económica y Social (ILPES), que tiene a su cargo
apoyar a los países adherentes de la región en laformulación
y elaboración de sus propios planes de acción, y que es una entidad que forma
parte de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), que se especializa
en la planificación y en la gestión pública. ILPES
centra su atención en tres ejes: investigación; cooperación técnica y formación
en planificación, economía, y gestión del sector público.
En
igual sentido, por ejemplo, está el caso de la Red Académica de Gobierno
Abierto Internacional (RAGA), que surge en el año 2015 en Argentina, coordinada
por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), y cuyo propósito, según
lo indicado en su sitio web, es
favorecer la generación de espacios de colaboración a nivel local, regional y
global en el sector académico, a fin de difundir,
investigar, enseñar y publicar sobre el enfoque de gobierno/Estado abierto; así
como cocrear, con otros actores de la sociedad civil y gobiernos, propuestas de
apertura institucional y ciudadana, de transparencia, de acceso a la
información, rendición de cuentas, participación y colaboración. Y al mismo
tiempo, avanzar en la detección y transferencia de buenas prácticas,
especialmente sobre temas aún poco desarrollados como la gestión transversal y
sistémica de la participación, la gestión del conocimiento; los mecanismos de
creación de culturas abiertas/valores en las instituciones y ciudadanía, y el
fortalecimiento institucional y ciudadano.
Una
muestra de lo anterior es lo que ocurrió en diciembre de 2022, cuando la CEPAL,
por medio del ILPES y junto con la RAGA
Internacional, reconoció a 16 instituciones académicas de 7 países de
Iberoamérica que participaron en la convocatoria sobre “Buenas prácticas del
sector académico en la promoción del Gobierno/Estado abierto para un desarrollo
sostenible”. Las instituciones reconocidas fueron las siguientes:
·
Universidad Nacional de
Rosario (Argentina)
·
Universidad Nacional de Cuyo
(Argentina)
·
Universidad del Litoral
(Argentina)
·
Universidad de Concepción
(Chile)
·
Universidad de Hemisferios (Ecuador)
·
Universidad Autónoma de
Barcelona (España)
·
Universidad de Valladolid
(España)
·
Universidad de Murcia
(España)
·
Universidad de los Andes
(Colombia)
·
Universidad Nacional de
Costa Rica
·
47 universidades de México.
Ahora,
retomando el caso de Guatemala, la
USAC es la entidad académica que tiene a su cargo la educación superior en el
país y es la única estatal. En tal sentido, requiere hacer transformaciones
profundas en el contexto político, académico, social
y cultural; además, puede incorporar nuevas tendencias que la misma
globalización y mundialización exigen. Se observa la misión de la USAC desde lo
que prescribe la Constitución Política de la República de Guatemala (que fue
aprobada el 31 de mayo de 1985 y entró en vigor a partir del 14 de enero de
1986) en su artículo 82:
Autonomía
de la Universidad de San Carlos de Guatemala. La Universidad de San Carlos de
Guatemala, es una institución autónoma con personalidad jurídica. En su
carácter de única universidad estatal le corresponde con exclusividad dirigir,
organizar y desarrollar la educación superior del Estado y la educación
profesional universitaria estatal, así comola difusión de la cultura en todas sus manifestaciones.
Promoverá por todos los medios a su alcance la investigación en todas las
esferas del saber humano y cooperará al estudio y solución de los problemas
nacionales[49].
Por
lo tanto, existe un mandado constitucional que la hace única en el país, que
implica que debe estar vinculada con la problemática nacional para la solución
de los inconvenientes que aquejan al país, desde una perspectiva académica, con
la presentación de procedimientos viables en todo momento. Sin embargo, la USAC
tiene algunos problemas internos que debe resolver primero, además, debe
atender los externos, ya que tiene una vinculación directa con la formación de
profesionales que se incorporan al sector público y al sector privado.
Aunado
con lo mencionado, algunas universidades solo exigen el fin de la burda
injerencia política en los asuntos académicos y de gestión propios de las
instituciones universitarias públicas. Las universidades públicas no se pueden
desvincular completamente del Estado (al fin y al cabo, forman
parte de este), pero el Estado debe garantizar la autonomía universitaria
requerida para el fomento de un pensamiento crítico de excelencia que el ámbito
universitario está obligado a generar[50].
El tema de autonomía universitaria se constituye en un punto de referencia, tal
como fue abordado con antelación, que requiere su observancia, pero también
indagar sobre cómo se comprende este término por la comunidad universitaria,
léase, rector, directivos generales, directivos de las facultades, docentes,
estudiantes, personal administrativo, personal
técnico, personal operativo, entre
otros.
Los aspectos
en
los que se concentra esta investigación
documental lo constituyen la revisión de algunos puntos centrales, tales
como,
· Marco
legal de la Universidad de San Carlos de Guatemala
· Marco
filosófico de la Universidad de San Carlos de Guatemala
· Marco
académico de la Universidad de San Carlos de Guatemala
· Políticas
de la Universidad de San Carlos de Guatemala
Como
producto del análisis documental y de las referencias consultadas, se puede
inferir de algunos puntos que se consideran relevantes, que podrían convertirse
en neurotransmisores para gestar cambios en su abordaje en el campo académico, Justo
Cuño Bonito. La universidad Latinoamericana en la encrucijada: amenazas,
desafíos y soluciones. Revista Historia de
la Educación Latinoamericana 18 (26):241-77. 2016
Tabla 1.
Fuente:
elaboración propia con información obtenida en las
referencias bibliográficas consultadas.
Conclusiones
El
análisis de documentos clave que tienen como vector central el quehacer de la universidad, sirve de marco de referencia para hacer una
retrospección de la forma de funcionamiento, principios, fines y marco
axiológico de la universidad. Para ello, se require
analizar
los postulados sobre el origen del término universidad,
teniendo como referentes la misión y la visión de la institución.
Otro
aspecto importante por analizar conjuntamente es la autonomía
universitaria, ya que puede referirse a una autonomía
intelectual, y quizá sea necesario adentrarse en ello, si este tipo de
deliberaciones pueden ayudar a evitar el descuido de las responsabilidades que
le son propias e irrenunciables para el cumplimiento de sus fines y propósitos.
La
universidad, como institución de educación superior, tiene el serio compromiso
de atender los retos y desafíos, mostrando una actitud digna basada en un marco
axiológico, pues, indudablemente, los valores centrales son claves en su
inspiración filosófica y deben estar visibles en todo momento. E igualmente, el
componente ético debe ir de la mano con ese marco axiológico.
La
universidad tiene en sus manos la formación de profesionales que se
incorporarán en una sociedad
cada vez más demandante y cambiante, principalmente para
contextos pluriculturales y debido a las transformaciones en materia de
tecnología e información digital. De ahí la trascendencia de refrescar e
innovar las carreras que tradicionalmente han ofertado. El mundo sufre
metamorfosis, así que la universidad debe ofrecer un abanico de oportunidades
para la población que atiende.
La
posmodernidad influye de manera significativa en la forma de pensar y de
actuar; repercute en las artes, la ciencia, la ética,
el estilo de vida, en lo social, en lo político y en lo económico. Sus
consecuencias son insospechadas. Y, por supuesto, el contexto educativo se ve
seriamente impactado en relación con las profesiones que se requiere diseñar,
para que vayan en plena coordinación con la sociedad y su marco axiológico.
Sin
embargo, según Capalbo[51], la hipermodernidad
es el paradigma que absorbe a la posmodernidad y se extiende desde 1990 hasta
la primera década del siglo XXI. Agrega que algunos filósofos como Feinmann y
Vattimo aseguran que “la posmodernidad ha muerto”, y otros hablan de una
transición o evolución del posmodernismo a una “sobremodernidad”.
Eso hace pensar que la universidad debe formular nuevos planteamientos acerca
de su razón de ser y del camino que ha de seguir.
Es
relevante recapitular con una de las lecciones principales que ha dejado a
todos los países, sin excepción alguna, la presencia de la pandemia del
COVID-19. Esto, por supuesto, también ocurrió en América Latina y el Caribe,
incluida la educación superior, donde el 97 % de los y las estudiantes
enfrentaron el cierre total y parcial de sus instituciones durante un promedio
de 56 semanas, según datos de septiembre de 2021[52].
Ello
hace repensar y replantear el escenario que se pueda avizorar a futuro para las
instituciones de educación superior en el sector público, donde las asimetrías
han sido evidentes. Por ejemplo, se puede citar el caso del sistema de
monitoreo de la UNESCO sobre la reapertura de educación superior que indicaba
que, a mediados del año 2021, 11 de los 22 países de la región con información
disponible aún mantenían cerrados sus centros educativos, en 10 existían
diferentes modalidades de educación híbrida y solo Nicaragua tenía todos sus
centros entregando educación en forma presencial. El mismo reporte indicó que,
al finalizar el año 2021, solo quedaban tres países cerrados en su totalidad
(Jamaica, Haití y Honduras), mientras que 18 estaban entregando educación en
forma híbrida, pues únicamente en el Uruguay se había retornado completamente a
la presencialidad[53]. En tal
sentido, en la región centroamericana, solamente Nicaragua mantuvo su postura
en la implementación de clases de manera presencial, sin que haya emitido
disposiciones para el cierre de las instalaciones.
Esto
fue notorio al momento de observar disposiciones sanitarias de carácter legal,
que obligaron desde comienzos del año 2020 al cierre presencial de casi todo el
sistema escolar y de educación superior a nivel mundial, lo que representó una
situación histórica en los últimos cien años. Pero los retos para la
universidad en general están relacionados con el caso de la pandemia de
COVID-19, sin que se pueda desvincular en su momento, ya que las lecciones
dejadas han sido diversas para cada uno de los sectores, en especial para la
educación en todos los niveles de los sistemas educativos nacionales.
Existen
diversas preocupaciones por atender después de evaluar la situación en la
educación y todos sus niveles debido al COVID-19. En la educación superior
pueden observarse no solo las implicaciones en materia sanitaria, económica,
sino también en materia social con la variable del proceso de enseñanza y
aprendizaje. Tema que es más latente en la actualidad. Las instituciones
educativas se vieron obligadas a implementar modelos
de educación a distancia en condiciones precarias, donde el soporte tecnológico
era escaso o nulo. Sus presupuestos eran exiguos y sus metodologías,
incipientes; los docentes experimentaban dificultades para utilizar las
plataformas virtuales, los dispositivos tenían serias limitaciones y, para
colmo de males, carecían de un modelo de acompañamiento pedagógico[54].
Existe
una preocupación ingente que debe ser atendida, y es sobre las implicaciones
para la oferta y demanda por educación superior a partir del COVID-19. Como ya
se indicó, se requiere visualizar las carreras que hoy se ofertan y las que
demanda la población en general. Esto se puede ver en el avance tecnológico tan
veloz y en la academia que va con serias dificultades técnicas, pedagógicas,
presupuestarias, de infraestructura, entre otras. En tal sentido, la
universidad debe establecer lazos y alianzas estratégicas con diferentes
sectores de la sociedad para asegurar una vinculación con lo que se demanda.
Eso permitiría, en alguna medida, la inserción de los egresados en el campo
laboral. Tampoco se pretende formar mano de obra barata por parte de la universidad
estatal para el sector privado, sino actualizar la generación de nuevas
oportunidades[55]. La
universidad debe seguir ese camino hacia el futuro con mirada expectante; debe
cimentar su labor en una nueva gestión pública en congruencia con el
conocimiento y la innovación, ya que las competencias y habilidades del siglo
XXI están impregnadas de una prospectiva unida a una gestión estratégica que
mejore su trayectoria.
Uno
de los puntos en los cuales debe poner su atención es en los valores, ya que
constituyen los cimientos de una sociedad que genera una sinergia y empatía
entre los egresados de la universidad y la sociedad, en la que debe
considerarse para qué y para quién se forman esas profesiones que se
incorporarán en un mundo que cada vez más altera y desafía a la misma ciencia.
Se debe alfabetizar a la
universidad en temas que eran desconocidos, pero que hoy demandan otro lenguaje
y símbolos para comprender este nuevo modelo de educación en el contexto
universitario: el campo digital.
La
educación superior no debe quedarse obsoleta. En este punto cabe resaltar que
la globalización misma no es buena ni mala, sino que tiene su propia dinámica y
se convierte en una oportunidad de crecimiento en general. Es una relación que
ya no es unidimensional, sino multidimensional. Además,
ese replanteamiento de la autonomía es innegociable y prioritario, porque esta
se convierte en una aliada de la libre expresión de ideas y opiniones, es
decir, se traduce como un ejercicio democrático. Si, por el contrario,
la
universidad guarda silencio ante una problemática social y política, no solo
menosprecia este ejercicio proactivo, sino que permite que le castren su más
noble razón de ser y aquellas facultades para cultivar en las nuevas
generaciones la conciencia crítica; en otras palabras, les coarta a estas
generaciones su formación como ciudadanos.
Contribución de los autores:
Oscar
Hugo López Rivas, administración del
proyecto, metodología, investigación, escritura (borrador original) revisión; Emilsa Solares Castillo, escritura (borrador); José Enrique
Cortez Sic, investigación,
visualización, escritura (borrador original).
Sin
financiación
Los
autores declaran que no tienen conflictos de interés.
Los
autores declaran que este articulo no tiene implicaciones éticas en la
escritura o publicación.
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económica. Argentina 20024.
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Cómo
citar este articulo: López Rivas, Óscar Hugo, Solares
Castillo, Emilsa y Cortez Sic, José Enrique.“ Los desafíos de la universidad en la construcción
de nuevos conocimientos, capacidades y habilidades. Universidad y prospectiva
de la educación superior” Revista Historia de la Educación Latinoamericana
vol.25 no.41 (2023).
[1] Doctor en Educación. Director del
Instituto de Investigaciones Educativas IIE de la EFPEM/USAC. Grupo de Investigación Formación Docente (FORDO). ohlr45@gmail.com
[2] Doctora en educación, Universidad de
la Salle de Costa Rica. Investigadora instituto de investigaciones educativas
de Efpem, Usac. Guatemala
[3] Doctor en Estudios Humanísticos.
Coordinador del Instituto de Investigaciones Educativas IIE
de la EFPEM/USAC. Grupo de Investigación Formación
Docente (Fordo). encorsi@gmail.com
[4] Organización de las Naciones Unidas, Objetivos de
Desarrollo Sostenible. Agenda 2030, ONU.
[5] Organización de las Naciones Unidas, Objetivo
cuatro, metas del objetivo. Agenda 2030. ONU.
[6] Justo Cuño Bonito, "El espacio
iberoamericano del conocimiento en la perspectiva de transformación de la
universidad en una microversidad". Revista historia de la
Educación Latinoamericana 21 n.°
32 (2019): 35-58.
[7] Arturo Fidel Díaz, "Concepciones
sobre la universidad". Estudios Latinoamericanos,
(1983): 36. https://revistas.udenar.edu.co/index.php/rceilat/article/download/3264/3809/10947
[8] Carlos Luna-Cortés. "Universidad y
significado". Revista
Renglones, n.° 3 (1987). http://rei.iteso.mx/handle/11117/2009
[9] Olmedo España Calderón, El
porvenir de la universidad. La Universidad en el Siglo XXI. Cuaderno Pedagógico
n.° 15.
(Guatemala: Ministerio de Educación, 2001), 71.
[10] Max Scheller,
citado por Olmedo España Calderón, El porvenir de la
universidad, 72.
[11] Karl Jaspers, citado
por Olmedo España Calderón, El porvenir de la
universidad, 72.
[12] Hastings Rashdall,
citado por Arturo Díaz, "Concepciones sobre la universidad". Estudios Latinoamericanos,
(1983): 3443. https://revistas.udenar.edu.co/index.php/rceilat/artide/download/3264/3809/10947
[13] Olmedo España Calderón, El
porvenir de la universidad.
[14] 11Marco Antonio
Sagastume, Síntesis
histórica de la Universidad de San Carlos de Guatemala.
Guatemala: Universidad de San Carlos de Guatemala, 2013. https://www.usac.edu.gt/historiaUSAC.php#dee
[15] 12Olmedo España Calderón. El
porvenir de la universidad.
[16] Marco Antonio
Sagastume, Síntesis histórica de
la Universidad de San Carlos de Guatemala. Guatemala:
Universidad de San Carlos de Guatemala, 2013. https://www.usac.edu.gt/historiaUSAC.php#dee
[17] Ibid
[18] Ibid.
[19] Ramón Mayorga, Los
desafíos a la universidad latinoamericana en el siglo XXI. Cuaderno Pedagógico
No. 15. (Guatemala: Ministerio de Educación, 2001).
[20] Pablo Patiño, "La razón de ser de la universidad". Revista Universidad de Antoquia, (2017): 11-13. https://revistas.udea.edu.co/index.php/revistaudea/article/download/330468/20786799/
[21] José Manuel Ramos, "Razón de la universidad: identidad,
misión y desafíos". Cuadernos
de Pensamiento, n.° 30
(2017): 11-27. https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/6304479.pdf
[22] Arturo Díaz, Concepciones
de la universidad.
[23] Justo Cuño Bonito. "El espacio iberoamericano del
conocimiento en la perspectiva de transformación de la universidad en una microversidad".
[24] Neologismo, por fuente propia.
[25] Diana Elvira Soto Arango y
Aracely Forero Romero, "La universidad latinoamericana y del Caribe en los
desafíos del siglo XXI". Revista Historia de la
Educación Latinoamericana, 18 n.°
26 (2016): 279-309.
[26] Santiago Castro-Gómez, "Decolonizar
la universidad. La hybris del punto cero y el diálogo
de saberes". En El
giro decolonial, reflexiones para una diversidad epistémica más allá del
capitalismo, editado por Santiago Castro-Gómez y
Ramón Grosfoguel. (Bogotá: lesco-Pensar-,
Siglo del Hombe Editores, 2007). https://www.academia.edu/download/54874113/04Jn-terculturalidad-y-colonialidad-del-poder1.pdf#page=77
[27] Ibid.
[28] Lyotard, citado por Santiago
Castro-Gómez, "Decolonizar la
Universidad...".
[29] Zygmunt Bauman. Modernidad
líquida. Fondo de cultura económica. Argentina 20024.
[30] José Manuel Ramos García, "Razón de la universidad:
identidad, misión y desafíos".
[31] Carlos Luna-Cortés, "Universidad y
significado".
[32] Murillo Lizandro, Orlando y
Diana Elvira Soto Arango. "Reformas
universitarias en Centroamérica: la influencia de Rudolph
Atcon".
Revista
Historia de la Educación Latinoamericana 24 n.° 39 (2022).
[33] Ibid.
[34] Santiago
Castro-Gómez, "Decolonizar la universidad".
[35] Ibid.
[36] Bouaventura de
Sousa, "La universidad en el siglo XXI. Para una reforma democrática y
emancipadora de la Universidad". Revista Umbrales,
(2007): 13-70. https://www.boaventuradesousasantos.pt/media/La%20universidad%20siglo%20xxi_RevistaUmbrales.pdf.
[37] Salvador Mancillas y Enedina Heredia,
"Las
universidades públicas más allá de la posmodemidad".
En Sociedades
locales bajo riesgos globales: observaciones desde las ciencias sociales,
coordinado por Carlos Haefner y Daniel Ca- marena, 105-130. (México: Ediciones del Lirio, 2021). https://www.researchgate.net/profile/Carlos-Haefner/publica-tion/353719579_sociedades_locales_bajo_riesgos_globales_Observaciones_desde_las_Ciencias_Sociales/links/611d-03b01ca20f6f862d4441/sociedades-locales-bajo-riesgos-globales-Observaciones-desde-las-Ci
[38] Neocolonismo, por fuente propia.
[39] Carlos Luna-Cortés, "Universidad y significado".
[40] Guillermo Isaac González Rodríguez, "La realidad como mito:
el contexto de las universidades ante la complejidad posmoderna". Diálogos sobre Educación
22 n.° 12 (2021). https://doi.org/10.32870/dse.v0i22.910
[41] Justo Cuño Bonito, "La universidad
Latinoamérica en la encrucijada: amenazas, desafíos y soluciones". Revista Historia de la
Educación Latinoamericana 18 n.°
26 (2016): 241-77.
[42] Ismail Salim, Michael Malone y Yuri Van Geest. Organizaciones
exponenciales. (Madrid:
Bubok, 2016).
[43] Ibid.
[44] Diana Elvira Soto Arango, Fredy Yesid Mesa Jiménez y
Edgar Orlando Caro, "Convergencia digital
en
la universidad colombiana. Del siglo
XX al XXI".
Revista
Historia de la Educación Latinoamericana 14 n.° 19 (2013). https://doi.org/10.19053/01227238.1995.
[45] José Pascual Mora-García, "Las reformas
en la historia del currículo en Venezuela. El
proceso de implantación de la Educación Básica 1980-1998". Revista Historia de la
Educación Latinoamericana 15 n.°
21 (2014): 51-88.
https://doi.org/10.19053/01227238.2464.
[46] Harry Strasser, citado por Diana Elvira Soto Arango,
Fredy Yesid Mesa Jiménez, Edgar
Orlando Caro. "Convergencia digital en la universidad colombiana".
[47] Ibid.
[48] Carlos Tünnermann. La educación superior frente
a los desafíos contemporáneos. (Bogotá: Asociación
Colombiana de Universidades, 2011).https://repositorio.unal.edu.co/bitstream/handle/unal/10327/carlostunnermannbernheim.20111.pdf?sequence=1
[49]
Constitución Política de la República de Guatemala, 1986.
[50] Justo Cuño
Bonito. La universidad Latinoamericana en la encrucijada: amenazas, desafíos y
soluciones. Revista Historia de la Educación Latinoamericana 18
(26):241-77. 2016
[51] Cristian Capalbo, Nuevo desorden mundial,
posmodernidad, hipermodernidad y fin de la historia.
(Entre Ríos: Universidad Adventista del Plata, 2022). https://publicaciones.uap.edu.ar/index.php/davarlogos/artide/view/1038/1029
[52] Juan Pablo Valenzuela y
Natalia Yáñez, Trayectoria
y políticas de inclusión en educación superior en América Latina y el Caribe en
el contexto de la pandemia. (Cepal, 2022). https://repositorio.cepal.org/server/api/core/bitstreams/65df3572-
99dd-4401-9a6f-2bec2202581c/content
[53] Ibid.
[54] Ibid.
[55] Ibid.