Artículos
Persecución
sobre Clio.[1] Cuando el presentismo neoliberal
alcanzó a las humanidades [2]
Persecution
on Clio. When neoliberal presentism
reached humanities
Perseguição
sobre o Clio. Quando
o presentismo neoliberal atingiu
as humanidades
*Universidad
de Guadalajara,
México
Presidente de SHELA 2016-2020 Grupo de investigación HISULA - UPTC
RESUMEN
En las últimas décadas, producto
de los acelerados procesos de modernización industrial, comercial y de la
comunicación, han empezado a cimbrase diferentes pilares que habían sostenido
secularmente a las sociedades modernas. Estos vertiginosos cambios se hacen aún
más drásticos cuando
impactan en las sociedades en desarrollo, puesto que sus mecanismos de
estabilización y fortaleza estructural son precarios, desiguales y débiles.
Partiendo de la situación del panorama
latinoamericano, estos impactos se hacen sentir también en la educación
superior, sobre todo en la enseñanza de las ciencias sociales, otrora eslabón fortalecedor para el
análisis e interpretación de los fenómenos humanos, particularmente la
historia, como recurso de conciencia y el tiempo. Pero no solo ella ha
resentido los embates silenciosos y discretos pero a la vez contundentes y
crudos de una modernidad disciplinar presentista que ha venido desplazando y
refuncionalizando los currículos, las profesiones,
así como los espacios y sobre todo los paradigmas de las ciencias sociales y de
las humanidades, a
efecto de ir insertando disciplinas del campo de las ciencias naturales,
exactas y administrativas, convirtiéndolas en alternativas y propósitos
unívocos para darle mayor
énfasis
a la formación universitaria
contemporánea.
El presente texto aborda el problema de las
universidades, tomando como referencia a México y en particular a la
Universidad de Guadalajara.
Se
parte de una mirada panorámica de cómo se fueron forjando las
humanidades, tomando como parangón la disciplina de la historia y a quienes
fueron sus primeros profesores y profesoras. Se desbroza históricamente la
trayectoria difícil y cuesta arriba de la construcción de sus paradigmas hasta que los
esfuerzos docentes y de investigación permitieron su profesionalización y
legitimación en las universidades mexicanas.
Sin embargo, en los últimos 25
años, aproximadamente
de
manera vertiginosa y multifactorial, se fueron implementando políticas
de acotamiento para reorientar presupuestos, programas, escuelas y
modelos acordes con los nuevos paradigmas que se sustentan en un neoliberalismo
académico que tiene como consigna, la productividad, la rentabilidad, la
eficiencia y por lo tanto la formación de cuadros destinados a esos fines. Este
asunto ha afectado a las ciencias sociales. Aquí se hace un breve recuento de
que efectos han repercutido en muchos ámbitos respecto a usuarios, currículos
y
carreras.
El método de exposición de este
ensayo se sustenta en un recuento de evidencias y
experiencias documentales y bibliográficas tanto de la trayectoria y
construcción humanística, como de las influencias e implicaciones del modelo
presentista neoliberal.
Palabras clave: Universidad; ciencias
sociales; historia; neoliberalismo; currículum.
ABSTRACT
In recent decades, as
a result of the accelerated processes of industrial, commercial and
communication modernization, different pillars that had sustained modern
societies for centuries have begun to form. These dizzying changes become even
more drastic when they impact on developing societies because of their
mechanisms of stabilization and structural strength
are precarious, unequal and weak.
Starting from the
situation of the Latin American panorama, these impacts are also felt in higher
education, especially in the teaching of social sciences, seen in the past as a
strengthening element for the analysis and interpretation of human phenomena.
History, particularly, as a resource of awareness and time. But it has not been
the only one resenting the silent and discreet but at the same time forceful
and crude attacks of a presentist disciplinary modernity that has been
displacing and re-funcionalizing curricula, professions, as well as spaces and,
especially, the paradigms of the social sciences and the humanities. This, in order
to insert disciplines from the field of natural, exact, and administrative
sciences as alternatives and
univocal purposes to give greater emphasis to contemporary university
education.
The present text
addresses the problem of universities, taking Mexico and in particular the
University of Guadalajara as a reference. The starting point is a panoramic
view of the consolidation of the humanities. History is taken as a paragon
discipline along with those who were the first teachers. The difficult and
painful trajectory of the construction of its paradigms is historically cleared
until the point when teaching and research efforts achieved
professionalization and the legitimization in Mexican universities.
However, in the last
25 years, approximately in a vertiginous and multifactorial manner, restrictive
policies have been implemented to reorient budgets, programs, schools and
models in accordance with the new paradigms, based on an academic neoliberalism
and whose slogan is productivity, profitability, efficiency and therefore; the
creation of scenarios that allow these ends. This issue has affected the social
sciences. We offer here a brief account of the events that have affected many
areas with respect to users, curricula, and careers.
The method of
exposition of this essay is based on a series of evidence and documentary and
bibliographical experiences from the humanistic trajectory and construction, as
well as from the influences and implications of the neoliberal presentism.
Keywords: University; social
sciences; history; neoliberalism; curriculum.
RESUMO
Nas últimas décadas, como resultado
dos processos acelerados de modernização industrial, comercial e de
comunicação, diferentes pilares que haviam sustentado as sociedades modernas
começaram a se formar. Essas mudanças estonteantes se tornam ainda mais drásticas
quando impactam as sociedades em desenvolvimento, já que seus mecanismos de
estabilização e força estrutural são precários, desiguais e fracos.
Com base na situação
do panorama latino-americano, esses impactos são sentidos no ensino superior,
especialmente no ensino das ciências sociais, uma vez elo fortalecedor para a
análise e interpretação dos fenômenos humanos, particularmente história,
como um recurso de consciência e tempo. Mas não só ela sofreu ataques
silenciosos e discretos, mas forte e modernidade bruto disciplina presentista
foi em movimento e refunctionalizing
currículos, as profissões, bem como espaços e, acima de todos os paradigmas das
ciências sociais e as humanidades, a fim de inserir disciplinas do campo das
ciências naturais, exatas e administrativas, convertendo-as em alternativas e
propósitos unívocos
para
dar maior ênfase à educação universitária contemporânea.
Este texto aborda o
problema das universidades, tomando como referência o México e em particular a
Universidade de Guadalajara.
É
baseado em uma visão panorâmica de como as humanidades foram forjadas, tomando
como paradigma a
disciplina da história e aqueles que foram seus primeiros professores. A
difícil e árdua trajetória de construção de seus paradigmas é historicamente
desmatada até que os esforços de ensino e pesquisa permitiram sua
profissionalização e legitimação nas universidades mexicanas. No entanto, nos
últimos 25 anos ou maneira tão tonta e multifatorial, as políticas foram
implementadas boundedness para reorientar os orçamentos, programas, escolas e
modelos em linha com
os
novos paradigmas que são sustentados em uma neoliberalismo acadêmica cujo lema,
produtividade , a rentabilidade, a eficiência e, portanto, a formação de
tabelas destinadas a esses fins. Esta questão afetou as ciências sociais. Aqui
está uma breve descrição dos efeitos que afetaram muitas áreas em relação a
usuários, currículos e carreiras.
O método de exposição
deste teste é baseado em uma contagem de provas documentais e experiência e
literatura tanto caminho e construção humanista como influências e implicações
do modelo neoliberal
presentista.
O método de exposição deste teste é baseado em uma contagem de provas
documentais e experiência e literatura tanto caminho e construção humanista
como influências e implicações do modelo neoliberal presentista.
Palavras-chave: Universidade; Ciências Sociais; história; neoliberalismo; currículo.
Recepción: 10/12/2018
Evaluación: 16/01/2019
Aceptación: 17/02/2019
Se cierne sobre las humanidades,
en particular sobre las carreras universitarias de Historia, la amenaza de su
pulverización, disminución drástica o desaparición, en aras de convertirlas,
junto con otras disciplinas humanísticas, en disciplinas complementarias útiles
para apoyar el despegue multidisciplinar de carreras propedéuticas, a fin de
dejar el campo más libre a las carreras enfocadas a la producción material de
productos y servicios, al desarrollo tecnológico, y a la reconversión de
sistemas y formas posmodernas de reproducción dentro de la órbita de la
globalización. En esta estrategia, la historia como profesión reduciría su corpus disciplinar
y se iría convirtiendo en una especialización, solo accesible a un selecto
grupo de estudiosos a nivel de posgrados de excelencia.
En esta tendencia se han ido
configurando estrategias para restar apoyos financieros e institucionales del
Estado a las Universidades de manera general, las cuales aplican restricciones
a los pregrados en el campo de las humanidades,
acompañando todo este proceso en disminución de matrícula, abandono de programas
y
convenios para
incentivar
la titulación y cancelar paulatinamente contenidos curriculares humanísticos
desde la educación básica hasta la media superior. El objetivo: buscar su
conversión a áreas no prioritarias del currículo o de
plano irlas desapareciendo del mapa curricular de los
niveles y sistemas educativos. En esta perspectiva, la comunidad universitaria,
enclavada en una tradición formativa en el campo de las ciencias sociales y la Historia,
no
parece advertir esta amenaza y continúa impasible su tarea tradicional
de
impartición docente y cada vez menos de investigación
institucionalizada, dejando este último campo a elites de especialistas
de
alto nivel.
1. De sabio y anticuario a profesionista
de la Historia. Algo que contar
La
Historia como contenido enciclopédico
La segunda mitad del siglo XX fue
la legitimación del estudio de los estudios históricos a nivel disciplinar e
institucional. En América Latina las universidades fueron
insertando la disciplina como carrera profesional a mediados del siglo XX,
integrándola a las profesiones clásicas ya existentes.[4] Surgieron así los historiadores
de probeta, con su título y todo y fueron quedando atrás los grandes
historiadores solitarios; acuciosos y enciclopedistas de los siglos anteriores,
particularmente de los siglos XVIII, XIX, aunque también del XX en su
primera mitad.[5]
Aquellos historiadores eruditos, herederos de los grandes cronistas de Indias y
bajo la influencia y raíz de los historiadores-filósofos europeos[6]
abrieron brecha sobre el conocimiento del pasado en México y América Latina.
Todas las naciones del continente americano tienen a sus próceres en este campo,
los cuales fueron publicando las grandes obras que delinearon las explicaciones
estelares de nuestro pasado continental y nacional. Ellos encontraron,
rescataron, recuperaron y fueron organizando fuentes y archivos durante más de
dos siglos.
Durante el periodo colonial, la
gran mayoría de los historiadores elaboraron su narrativa partiendo de cómo la
nación española iba ejerciendo su dominio sobre hombres y territorios. Sin
embargo, hubo también quienes además de recuperar acontecimientos a los que les
dieron por primera vez un orden y un calificativo, impregnaron en ellos un
sentido crítico sobre los hechos; Franciscano Jerónimo de Mendieta, por
ejemplo, denunció la terrible situación de los aborígenes; otros, como Antonio
de Remesal y, sobre todo, el dominico Fray Bartolomé de las Casas en la Nueva
España expusieron con valentía las atrocidades e injusticias en la conquista y
colonización. Esta concepción de la Historia, elaborada más allá
de la complacencia y el sentido épico, fue luego recuperada por los
historiadores universitarios en el siglo XX que expusieron la voz de sus
antecesores críticos.[7]
De esa forma la Historia hecha desde las universidades y desde Centros
dependientes de ellas ha representado un referente cuestionador y privilegiado
de todo este trecho recorrido en el continente americano y en otras latitudes.
Los historiadores del siglo XIX
mexicano, y en gran parte latinoamericano, reflejaron por su parte los procesos
históricos estelares del siglo en cada nación, particularmente la
emancipación de América como la gran epopeya, construyendo una escuela
historiográfica de largo aliento que la caracterizó. Esta escuela no se
sustentó desde luego en una formación académica disciplinar, sino que se
produjo de manera empírica, sustentada en el genuino interés y el amor por el
estudio del pasado, lo cual hizo involucrarse a los historiadores en un
ejemplar trabajo.[8]
Eran historiadores basados en un autodidactismo multirreferencial,[9]
fueron desarrollando una suerte de efecto mimético que hizo que
reprodujeran todos ellos un estilo narrativo-enciclopédico, muy peculiar;
modelo que fue
luego aderezado además por los
paradigmas vigentes en su momento, como el culto a la personalidad (los grandes
personajes, héroes, acontecimientos estelares); la fascinación por la
Ilustración como sinónimo de progreso; sus visiones concebidas desde el
paradigma liberal; después el positivismo y su acuciosidad por el dato, también
el historicismo
y
el florilegio de sus interpretaciones, igualmente la influencia de las
ideologías de las revoluciones, la corriente marxista, etc.,
según la cronología política del continente.[10] Fundaron además, cuando aún no
existía el cobijo oficial ni universitario, asociaciones y revistas.[11]
2. La carrera de Historia en la
Universidad
Cuando se insertaron las carreras
de Historia en el currículo universitario mexicano, muchos de esos
decanos de una Historia enciclopédica, regularmente apologética y erudita en
una gran
proporción,
fueron cediendo el paso
a
una historia-problema respecto a acontecimientos hasta entonces
concebidos como producto del
destino
o bajo criterios entonces sujetos a lo descriptivo y aleccio- nador.[12]
Sin embargo, una gran parte de aquellos historiadores eruditos, alcanzaron
incluso a ser los primeros profesores de las flamantes carreras de Historia y
contribuyeron a formar un profesorado que a su vez inició la formación de
cuadros profesionales. El historiador J.M Muriá, egresado de la carrera de
Historia de la U. de G. en 1966, al evocar el recuerdo del Dr. Ladrón de
Guevara, representante de esa generación de historiadores empíricos-sabios
en la Universidad de Guadalajara
refiere
que "Si la enseñanza de la historia ha logrado superar [...]
aquellos viejos vicios de la excesiva anécdota, el uso y el abuso del detalle
exacto, la patriotería desorbitada y la preocupación casi exclusiva por
asuntos
de carácter militar y político, ello en gran medida se debe al Dr. Alberto
Ladrón de Guevara." [13]
La carrera, ya universitaria,
empezó a conformar un determinado perfil: se estudiaba ahora para ser profesor
de Historia en el nivel superior así como hacer investigación histórica.[14]
La entonces Universidad Nacional de México, ya había sido la primera en México
que desde su refundación abrió una carrera vinculada a la Historia,[15]
la cual fue refrendada en la década de los cuarenta del siglo XX.[16]
En la Universidad de Guadalajara
(UdG)
la Facultad de filosofía y Letras se fundó en 1957[17] y con ella la carrera de
Historia,[18]
aunque no se ofrecía entonces como licenciatura.[19] En la Universidad de Puebla se
abrió en 1965. En la de Sinaloa
en
1988, -antes ya se había establecido la Maestría en esa disciplina en 1984-. En
l956, en la Universidad Veracruzana.
3. Nuevos historiadores, nueva historia
La construcción de los currículos
fue
desde un principio un reto colosal, pues se trató de integrar todo el
conocimiento histórico que fuese posible; desde las fases de la prehistoria
hasta el proceso dvilizatorio del mundo,[20] además de insertar la historia
nacional y algunos elementos de lo regional.[21] No faltó además la filosofía
de la historia, para darle sustento al sentido de la disciplina. Tarea
imposible por
ambiciosa,
pero producto de una concepción curricular basada en un
aprendizaje informativo y erudito; por ello los planes de estudio privilegiaron
el contenido más allá de las formas de su tratamiento en el aula.[22]
Esta forma de abarcar todo lo posible era sinónimo de preparación
historiográfica. La Pedagogía, como instrumento para mejorar el aprendizaje
quedó al margen, porque la sapiencia de los viejos historiadores,
entonces
habilitados como
catedráticos parecía
suplir cualquier necesidad didáctica. [23] Su sabiduría libresca y su
experiencia en los archivos era la clave de la trasmisión del saber histórico.
Por ello, los enfoques y nuevas
formas de trabajo historiográfico no tuvieron necesidad de ser impulsadas hasta
la década de los setenta, cuando se consideró que los egresados podrían ser
profesores a nivel medio básico, medio superior y superior.[24]
La modernización productiva y la
masificación de las urbes y las universidades fueron permitiendo que las
carreras fueran ampliando su espectro curricular, lo que se reflejó en las
humanidades y las ciencias sociales desplegando un abanico disciplinar que
estaba ya en su apogeo. Resultado de esta expansión se gestó la reconversión de
la carrera de Historia que, junto con otras carreras afines, entró a competir
en la formación de miles de jóvenes ávidos de ser profesionistas; de ahí el
boom de las profesiones liberales, de salud, experimentales y administrativas y
que poblaban abrumadoramente bajo el cobijo del positivismo y el funcionalismo
el espectro profesional. En esa inercia, los nuevos paradigmas sociales contribuyeron
a construir currículos. La
carrera de Historia, junto con los de Filosofía y Literatura, Trabajo social,
etc., se fueron consolidando y una vez que formaron parte del espectro
profesional. Irrumpieron también otras disciplinas hermanas como la Antropología,
Sociología, Ciencias Políticas, Geografía, etc. Con ello, las Universidades
fueron adquiriendo el rango de ser espacios de pensamiento crítico,[25]
evidencia de la legitimación de estas disciplinas como campos de conocimiento
profesional necesarios.[26]
Si existen como carreras profesionales, existen como ciencia.
En su primer trecho como carrera
profesional, la Licenciatura de Historia y luego sus diferentes instancias,[27]
especializaciones y posgrados contribuyeron a la exploración nunca antes vista
de fuentes documentales y no documentales, al establecimiento paulatino de
enfoques y métodos;[28]
a la revisión historiográfica de su legado y a la construcción sistematizada de
hallazgos y nuevas conjeturas. Influenciada, en gran parte, por los renovados
enfoques; primero del pensamiento liberal-positivista, luego marxista[29]
y
luego de nuevas corrientes historiográficas que privilegian el trabajo amplio
de auscultación documental, oral e incluso iconográfico. Al recordar al Dr.
Alberto Ladrón de Guevara, profesor emblemático en la transición de la historia
empirista y la historiografía moderna, dicen Muriá y Gutiérrez de Velasco:
"Él fue quien introdujo el
conocimiento de la historiografía francesa, quien hizo conocer a los últimos
ingleses y norteamericanos y quien arremetió con mayor fuerza contra esa
concepción romántica, patriotera y maniqueista (sic) de la historia que aún
campeaba en Guadalajara al comenzar la década de los setenta."[30]
Pudieron entonces conjuntarse
equipos de trabajo bien definidos con apoyos de financiamiento universitario y
de programas de fomento gubernamental a la investigación, lo que dio lugar al
reconocimiento académico de la Historia como profesión legítima y necesaria.
Así, la profesión se encaminó a la proliferación de estudios temáticos
a
gran escala, monográficos
locales,
regionales y multite- máticos, así como también a la producción de colecciones
bibliográficas de Historia. De esta manera la disciplina ayudó a entender no
solo el devenir de periodos de largo y mediano aliento (la larga
duración,
los grandes
acontecimientos,
las particularidades históricas),[31]
sino a abrir nuevas fronteras de conocimiento interdisciplinar,[32]
como la microhistoria[33]
y los estudios sobre mentalidades y culturales, que por lo tanto, facilitaron
la explosión de nuevas fuentes.
Esta renovación en teorías,
métodos y temas se fue integrando lenta pero paulatinamente en los mapas curriculares
de
las carreras
de
Historia, pero con especial énfasis en los posgrados. Este asunto impactó desde
luego las temáticas de los trabajos de tesis e intensificó la labor colegiada,[34]
estimulando la realización de seminarios y congresos para exponer hallazgos y
fomentar las discusiones, lo que propició nuevos conocimientos y una revisión
paulatina de las viejas verdades de las historias monumentales, o
cuando menos,
matizó
muchos de sus postulados.
Las universidades fundaron
centros o institutos de investigaciones históricos,[35] donde ingresaron a laborar
historiadores con posgrado que fueron consolidando líneas de investigación y colecciones
bibliográficas, dando además cobijo para sus prácticas profesionales a
egresados de las carreras. Con los presupuestos universitarios se fueron
publicando revistas y volúmenes individuales y colectivos que fueron
conformando un acervo historiográfico que hoy es de gran importancia. Muchos de
esos volúmenes se utilizan hoy como contenidos de estudio en las licenciaturas
y posgrados.[36]
Otro elemento que aportó al
estudio profesional de las humanidades fue el desarrollo del concepto
profesional de la investigación en catedráticos y alumnos. A diferencia de la
gran mayoría de carreras, cuyo signo identificatorio es la preparación
profesional del egresado para un ejercicio pragmático de la disciplina:
abogados, ingenieros, médicos, las humanidades -la Historia en particular-,
contribuyeron a desarrollar ya desde los años setenta el concepto de
profesor-investigador. De ahí que un importante número de profesores
universitarios de la carrera de Historia se fueron convirtiendo a su vez en
investigadores y no solamente en docentes.[37] En la UNAM hubo desde entonces
la preocupación por analizar el concepto de la carrera, sus cambios y rezagos.
Coadyuvó a esta etapa dorada de
la carrera la revolución epistemológica del pensamiento histórico en Europa y
Estado Unidos. Ahí se fueron desplegando nuevos paradigmas historiográficos
particularmente a partir de los años sesenta del siglo XX, lo que llevó a plantear
enfoques más críticos de la historia y menos sustentados en la erudición ni en
contenidos informativos. Con ello, las carreras de Historias y de Humanidades
consagraron las Universidades como espacios fundamentales para el desarrollo
del conocimiento del mundo social.[38] Esto implicó que se
fueran estudiando las características antes invisibles de los pliegues sociales
en el tiempo; las contradicciones y las expresiones culturales de las regiones,
los estudios de grupos antes invisibilizados, minorías y mayorías. Escuchar a
las gentes sin voz, edificar explicaciones desde los márgenes de la existencia;
integrar a las explicaciones las imágenes y los imaginarios, la memoria
colectiva y las características ocultas de poder y las resistencias. La escuela
de los Anales y luego otros grupos intelectuales del campo de lo social,
interconectaron enfoques, métodos, y temáticas entre las disciplinas. Con ello,
la historia se convirtió en un referente imprescindible del conocimiento humano
e incluso para la proyección del mundo en el futuro. Para el caso de México,
este crecimiento tuvo que ver, sin duda, con el desarrollo de la historiografía
nacional y de
estudiosos extranjeros sobre la realidad mexicana.
En un momento dado, ser
profesional de la Historia con un título universitario significó una realidad
reconocida a pulso por instituciones, catedráticos y egresados. La historia
ganó y el perfil del hombre, las sociedades y la cultura fue entendida con mayor
rigor. La historia, vinculada con la Etnografía, la Sociología, la
Microsociología, la cultura material y simbólica, la Antropología cultural, los
procesos económicos y la ciencia política han significado un gran avance para
entender el ser de la raza humana, sus obras y sus tragedias y sus glorias. De
esa manera, el currículo de las carreras se hizo denso y se
expandió hasta los niveles de los estudios de posgrado y especialización.
4. El Neoliberalismo y su efecto en el
humanismo
Las políticas encaminadas a
imponer el modelo
privatizador
en los sistemas
educativos
es mundial e implica la reducción drástica o desaparición a corto o largo plazo
de las áreas formativas humanísticas
y del campo social y cultural.
Las ciencias sociales se
encuentran en una de las mayores encrucijadas y desafíos de su corta historia,
tanto a nivel mundial como nacional; por un lado, la configuración de una
tendencia mundial a descalificarlas y expulsarlas de los procesos formativos en
todos los niveles, como lo demuestra la exigencia del Ministro
de Educación de Japón de cerrar las carreras de humanidades en 60
universidades, y la eliminación de la filosofía y la reducción curricular de las ciencias
sociales en educación básica en países como España, Chile y México.[39]
El cercenamiento de lo
social-humanístico va más allá de imponer los criterios de
utilidad y rentabilidad que argumentan las políticas de globalización, sino que
hay atrás una explicación política: despolitizar la formación universitaria,
reducirle su connotación crítica y cuestionadora, buscando con ello
reducir:
a) El
estudio de conocimientos disciplinares (historia, geografía, filosofía,
economía, etc.)
b) La
formación de sujetos sociales y políticos, que implica la constitución de la
subjetividad política y el aprendizaje ciudadano para expresar y ejercer la
capacidad de ser actores sociales y políticos
c) La
comprensión de saberes, imaginarios, prácticas sociales, cosmovisiones y
concepciones que hacen parte de un contexto cultural particular, que a su vez
involucran las actividades y formas de actuar propias de una comunidad o etnia
específica.
¿Qué "utilidad" tienen
-desde un punto de vista neutro-, estos objetivos para el desarrollo de un
país? -Mayor democracia, mejor calidad de vida, respeto por el otro, empatía,
imaginación, pensamiento crítico, participación política, convivencia, derechos
y deberes, incremento del sentido de la vida. Además, la evidencia
de
que el famoso crecimiento económico tiene una escasa correlación con la
democracia, la salud o la educación es absolutamente contundente y por tanto,
su justificación no solo es falaz y acomodaticia sino que niega, de un manotazo
arrogante y torpe, las posibilidades de una vida digna y el florecimiento
espiritual y cultural de las naciones, reduciéndolo a proyectos puramente
rentables y económicos, como si esa fuera la única razón de ser de los humanos.[40]
Así, a partir de la década de los
ochenta, el paradigma de la globalización neoliberal ha venido a afectar el
paradigma humanista intentando substituirlo con otros de carácter
pragmático-competitivo. La teoría del mercado, no solo como referente
productivo, sino como instrumento de socialización, comunicación, el vínculo
entre personas y sociedades ha ido insertándose cada vez con mayor peso en la
vida social de América Latina. Esta estrategia actúo soterradamente y luego
de manera abierta cuando los regímenes no tuvieron ya tapujos para reconocerlo
y vociferarlo con una retórica que mostró la entronización de la vida
productiva y utilitaria como principales opciones en el mundo.
La instrumentalización de este
paradigma partió de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos), cuyas funciones no son educativas, pero desde los años noventa
invadió esta esfera para imponer a los países
criterios de racionalidad y disciplina en las políticas educativas y lo que
es
más inaudito; para establecer sus propios criterios sobre el conocimiento
escolar, lo que constituyó la obligación de acatar sus paradigmas por parte de
los países
miembros. Surgieron así los informes PISA a partir de la imposición de tres
competencias que consideraron exclusivas para el desarrollo del conocimiento
humano: Matemáticas, Comprensión lectora y Ciencias. Esta disposición desterró
por insignificantes e intrascendentes a la humanidades, y con ellas, a la
Historia.[41]
México no sirvió ni para un barrido ni para un fregado, le excluyeron las
humanidades y en las otras disciplinas quedó peor. [42]
En América Latina y en México, de
manera desigual y combinada se han empezado a desplazar poco a poco las conquistas
y
realidades de un mundo que mantenía entonces latente los cánones de la
racionalidad, el análisis, los valores de la laicidad, las doctrinas
filosóficas, sociológicas e historiográficas y las vertientes críticas del
modelo en los currículos
universitarios
de las ciencias sociales.
En los últimos años,
esos efectos neoliberales se van haciendo rigurosos y amenazan con derrumbar
estrepitosamente el espectro humanístico que subyace
en la educación superior, especialmente cuando las universidades, por sus
crisis presupuestales, quedan sujetas a los apoyos adicionales condicionados
por los Estados que van obligándolas a reorientar los paradigmas programáticos
de las carreras y a reducir su presencia a su mínima expresión con el pretexto
de expandir las ofertas emergentes de carreras necesarias para atender el
mercado.
"Hacia fines de la década
del 80 e inicios de la del 90 se introdujeron en el marco de los procesos de globalización,
estrategias de carácter neoliberal que tendieron a reemplazar las políticas de
bienestar impulsadas por el Estado por otras en las que predominaban las
concepciones de mercado y de privatización de los servicios públicos, entre
ellos la educación. Las crisis nacionales en materia económica llevaron a una
fuerte restricción del financiamiento público para los sectores sociales, en
general, y para la
educación y la universidad, en particular."[43]
La estrategia se sustentó en los
criterios de acreditación y evaluación, para condicionar los apoyos financieros.[44]
El problema es mucho más severo en el continente americano que en
Europa, cuyos recursos destinados a la educación superior pueden paliar las
tendencias privatizadoras. En América Latina el panorama se sustenta en una
disyuntiva: desarrollo de la educación superior a costa de lo no
imprescindible, de lo no prioritario, que serían las humanidades y
las ciencias sociales, tal como lo advertía ya el colombiano Mejía Velilla,[45]
y que en otras latitudes se refleja con más o menos celeridad. Han sido los
estudiosos del campo de la educación y los sociólogos los que
más han advertido sobre el asunto. Carla Cordua, denuncia con sobrados
argumentos que:
El adiestramiento técnico y la
enseñanza puramente utilitaria de aplicaciones del conocimiento científico
ocupan cada vez más exclusivamente los programas lectivos
de todos los niveles formativos en una gran mayoría de los países del
mundo. Esta poderosa tendencia internacional sacrifica el tiempo antes
destinado a las disciplinas
humanísticas, cuyo sentido era la formación de una personalidad compleja y
matizada, la preparación para una coexistencia social civilizada y para el
desempeño de una ciudadanía consciente y responsable. En el presente, los
estudios humanísticos han sido gravemente recortados, arrinconados y pasados a
llevar por la ola de la preocupación económica y el predominio de un
ventajismo miope y manipulador, incapaz de verse como tal y de
reconocer lo que sacrifica.[46]
La instrumentación soterrada o
encubierta de una retórica de modernización ha cedido el paso a una estrategia francamente abierta
hacia la supresión, en lo posible, del campo social en las Universidades. Carla
Cordua toma como sustento de su crítica el excelente texto de la gran filósofa
estadounidense Martha Nussbaum, quien en su libro: "Sin fines de lucro:
por qué la democracia necesita de las humanidades", refiere:
[...]recupera
una conexión directa con lo que sucede a nuestro alrededor, que no siempre
reconocemos claramente debido a que nos es presentado a menudo bajo apariencias
engañosas. Somos inducidos a convertirnos en productores de bienes monetarios
mediante técnicas y conocimientos de los que depende la creciente movilización
de los mercados y los consumidores. Pero nada garantiza que las personas
entrenadas solo en generar ingresos sean capaces de construir sociedades en las
que valga la pena vivir. El libro de Nussbaum es también una lección en
pensamiento crítico que nos hace muchafalta[...][47]
La tesis central de Nussbaum
intenta mostrar como las nuevas políticas neoliberales están castrando a uno de
los elementos de mayor significación que caracteriza al ser humano y a las
graves consecuencias dvilizatorias que traería su perdida:
No
objetamos, sostiene el ensayo, el hecho de que se ofrezca una buena educación
científica y técnica; tampoco nos oponemos a los esfuerzos que preparan para
favorecer el progreso económico: nuestra preocupación concierne a las
posibilidades humanas descuidadas por esta clase de preparación. "Mi
preocupación es que esas otras habilidades, igualmente decisivas, están en
peligro de perderse en el jaleo competitivo, habilidades internamente cruciales
para la salud de cualquier democracia y para la creación de una
cultura mundial decente capaz de abordar constructivamente los problemas más
urgentes del mundo" (p. 7)[...] Nussbaum se refiere a
las habilidades personales, sociales y políticas asociadas a una educación en
las materias humanísticas, en las artes, en el pensamiento crítico, en la
reflexión y la comprensión de los otros y de sí.[48]
Pero el debate sobre las
humanidades no se circunscribe al grosero y a la vez sugerente embeleso
espectral del neoliberalismo y sus calculadoras secuelas mercantilistas. En el
caso de la educación, se ha desatado una escala de valores que privilegian en
el currículo
el
aprendizaje sobre la modernización y la operación de la industria, la
electrónica y el intercambio, estrategia que no tendría nada de objetable, incluso
muy
necesaria y oportuna, sino que se hace a costa de la minimización
de otras fuentes del conocimiento.
Pero es, incluso, dentro de las
mismas entrañas de la institucionalidad universitaria donde la
desvalorización de los fundamentos humanísticos se
ha ido fraguando, si se quiere, de manera sutil pero persistente. Ya por
mandato de los lineamientos impuestos por el modelo neoliberal o ya por
decisión propia de los planificadores y directivos, lo cierto es que, como
refiere el escritor francés Anatole France, las profesiones van perdiendo esa
mística sustentada en una formación integral muy propia de otra época,
independientemente de que desplieguen su paradigma disciplinar.[49]
De esta forma los futuros egresados van perdiendo la conciencia, la
sensibilidad, la preocupación los efectos e influencias que su profesión tiene
con la cultura, su entorno social y los problemas más preocupantes de los
usuarios con los que convivirá. Solo la influencia formativa de las
humanidades, en cualquier campo de conocimiento, es capaz de proporcionar una
visión más integral del entorno productivo. Es una crisis que afecta a toda la
vida social, no solo la escuela, pero de la cual, por desgracia, pocos toman
conciencia. Tal como lo refiere el colombiano David Mejía: "[.. .]crisis
que dentro de esta descomposición corresponde a la universidad [...]
pienso que (esta) se ha desprendido del abandono de la enseñanza de las
humanidades en los distintos grados dentro de la instrucción escolarizada."[50]
El escritor español José Luis
Descalzo esculpe un concepto crudo y aterrador: monstruos educadísimos, para
ilustrar como el abandono desde hace décadas de un sustento humanístico que
dotase de herramientas reflexivas en torno a la condición humana a quienes
pasan por las aulas,
los
hace ser fríamente eficientes. Parte descalzo de una vivencia
infantil, impactante y dolorosa:
En 1948, siendo yo casi un
chiquillo, tuve la fortuna-desgracia de visitar el campo de concentración de
Dachau. Entonces apenas se hablaba de estos campos, que acababan de
«descubrirse», recién finalizada la guerra mundial. [...], en
aquellos tiempos un descubrimiento de aquella categoría podía destrozar los
nervios de un muchacho. Estuve, efectivamente, varios días sin poder dormir.
Pero más que todos aquellos horrores, me impresionó algo que por aquellos días
leí, escrito por una antigua residente del campo, maestra de escuela. Comentaba
que aquellas cámaras de gas habían sido construidas por ingenieros
especialistas. Que las inyecciones letales las ponían médicos o enfermeros
titulados. Que niños recién nacidos eran asfixiados por asistentes sanitarias
competentísimas. Que mujeres y niños habían sido fusilados por gentes con
estudios, por doctores y licenciados. Y concluía: «Desde que me di cuenta de
esto, sospecho de la educación que estamos impartiendo.»
«Efectivamente:
hechos como los campos de concentración y otros muchos hechos que siguen
produciéndose obligan a pensar que la educación no hace descender los grados de
barbarie de la humanidad. Que pueden existir monstruos educadísimos. Que un
título ni garantiza la felicidad del que lo posee ni la piedad de sus actos.
Que no es absolutamente cierto que el aumento de nivel cultural garantice un
mayor equilibrio social o un clima más pacífico en las comunidades. Que no es
verdad que la barbarie sea hermana gemela de incultura. Que la cultura sin
bondad puede engendrar otro tipo de monstruosidad más refinada, pero no por
ello menos monstruosa, tal vez más.»[51]
La educación no será nunca una
panacea, tal como lo creían los liberales clásicos, que apostaban todo a la
ilustración de las masas, hasta que llegó la pedagogía crítica a mostrar como
los mecanismos reproductores de la vida material y sus equivalentes culturales
dejan sin fuerza los sistemas educativos, avasallados por intereses del poder
establecido. Y si a esto le aumentamos la vorágine monolítica del
industrialismo curricular,
entendemos
la crisis
de
nuestra educación. La Universidad contemporánea latinoamericana, urgida por los
Estados a coadyuvar a la edificación de los nuevos modelos de competencia
económica, crea a discreción carreras que legitimen su vigencia coyuntural. Ha
perdido paulatinamente su autonomía académica conquistada a través de muchos
años, pues:
Lejos de ser un organismo
independiente
y representante
del
pensamiento crítico, la Universidad está estancada en la gran red del sistema.
La competiti- vidad empresarial se ha adueñado de su sentido y de sus métodos.
Como un aparato que no busca la "virtud" personal como meta sino la
"excelencia", la Universidad se ha convertido en una institución
desarrollada para formar a sus alumnos desde una perspectiva productivista, comercial.[52]
¿De qué ha servido estudiar
críticamente a la sociedad, su pasado, y su presente si no se ve reflejado en
el mejoramiento material de cada persona? Esta parece ser la pregunta latente
que lanzan los Estados latinoamericanos preocupados por atender las
recomendaciones y las recetas del Banco Mundial también en lo educativo y
respecto a la utilidad de la Historia y las humanidades. En 2004 se dijo
abiertamente en la misma UNAM:
“La idea
es dejar de desperdiciar los recursos de la universidad en opciones educativas
que no garantizan un sustento digno para los estudiantes. Hasta la fecha, la
única aportación de la Facultad de Filosofía y Letras ha sido engrosar las
filas del desempleo y el subempleo", declaró el rector José Narro.[53]
Dicha declaración la expresó en
el marco de un plan de renovación académica que incluye "una iniciativa
para
eliminar de la oferta educativa los estudios profesionales que carecen de
aplicación práctica en el mundo real." [54] La nota informativa mantiene
juicios realmente
amenazantes
e insólitos, muy propios de una racionalidad mercantilista inaudita.
"Hemos
traído exalumnos de Filosofía a platicar con los alumnos para que, al verlos,
se desalienten a seguir adelante con la idea de desperdiciar 5 años de su vida
en ejercicios intelectuales completamente inútiles, pero no ha funcionado ya
que sigue habiendo matrícula", fue la explicación de Narro a la abrupta
cancelación de esta facultad. [...]
La universidad destacó la necesidad de elevar la competitividad del país
mediante la aportación de profesionistas capaces de desempeñar labores
tangibles que se traduzcan en mejorar su calidad de vida, visión que, aseguran,
es incompatible con los planes de estudio de carreras que giran
alrededor de la literatura y la filosofía.[...]
De qué les sirve interpretar la realidad a través de la epistemología al
entender la fuente y los límites del conocimiento y creer que el objeto del
conocimiento está preformado o construido por la actividad cognoscitiva, si no
saben cambiar una llanta?", se preguntaron durante el informe."
Uno de los principales
señalamientos acusatorios contra la carrera de Historia -y todas las
disciplinas humanísticas-, es su bajísima vinculación con el mercado de
trabajo. Pero esta situación se enmarca en un problema general que aqueja a
toda América Latina,[55]
lo que ha contribuido a detonar la amenaza que sobre el destino de las
carreras. El origen está, desde luego, en la crisis general de empleo para
todas, asunto muy característico de los países pobres de América Latina como
México donde sobran profesionistas y faltan profesionistas. Pero para los
gobiernos el problema está en el desperdicio de recursos, no en analizar el modelo
de
desarrollo prevaleciente que propicia esa paradoja de falta de
profesionales en todos los campos, y desempleo por el otro. Tanto en Colombia
como México las tijeras neoliberales cercenan el currículo creyendo
que de esa manera se resuelve el problema. En Colombia el problema se agudiza:
Colombia
es uno de los países del mundo que menos atención y esfuerzo le pone a la
enseñanza y al estudio de la Historia, tanto, que hoy la mayoría de los padres
de los más de 10 millones de niños y jóvenes que van a los colegios públicos y
privados no saben que esta materia desapareció hace 20 años de los currículos
escolares.
Por eso, muchos de sus hijos hoy no saben si Nariño es un prócer, un
expresidente, un departamento o un frente de las Farc.[56]
6. Nadie quiere ver cómo se cierra la
tijera
Todo parece indicar que tanto la
vorágine neoliberal y la propia institucionalidad universitaria están cerrando
el círculo a una de las carreras liberales humanísticas que si bien llegaron
hace apenas algunas décadas al currículo esencial de las universidades,
ahora su existencia está amenazada, o cuando menos, se ven forzadas a refuncionalizar
su identidad para sobrevivir como un bastión curricular de las
humanidades. Todo el mundo apuesta a las nuevas carreras que reconstruyen el
tejido profesional de la educación superior en aras de cubrir el expediente
productivo y con
esto
rendirse inconmensurablemente ante las fuerzas pragmáticas del mercado. Es
cierto, es innegable que el mundo cambia tan aceleradamente como lo demanda el
avance globalizador, industrial y comunicativo, y que en esa misma medida lo
hacen las universidades, pero es una verdadera desgracia que sea a costa de
constreñir la enseñanza de lo esencialmente humano, su pasado, su presente, su
porvenir. Los estudios sobre profesiones poco han tomado en cuenta la
problemática de los estudios de humanidades.[57]
Si no se detiene la drástica
caída del mercado de trabajo para los egresados de Historia, si no se
reivindica la necesidad imprescindible y obligada de pensar la trayectoria del
hombre y las sociedades a través del tiempo; si no se construyen nichos
disciplinarios para el desarrollo expansivo de su profesión en diversos
campos
de la vida social y productiva; en fin, si no se edifican o amplían en
instancias públicas y privadas la investigación histórica, lo más probable es
que en algunos años, si no es que por inanición, ¿quién querrá estudiar
historia en una sociedad donde el presentismo avasalla la memoria, el recuerdo,
el pensamiento analítico del pasado y el presente?, entonces, por mandato
institucional, se cerrará la profesión. Por desgracia el propio gremio de los
profesores universitarios de Historia en México, o no ha tomado conciencia del
asunto o no le interesa,
enfrascados solo en cómo mejorar la calidad de los aprendizajes, asunto que
retrata la preocupación por su materia de trabajo, pero olvidan que flotan aún
en un barco que tiende a hundirse.[58]
7. El Departamento de Historia en la UdG
La cobertura que se ofreció desde
el sexenio pasado para
que
egresados de educación superior puedan trabajar como maestros en las Escuelas
Secundarias en Jalisco abrió el frente laboral de la enseñanza media básica
para los egresados de la carrera de Historia.[59] Un número pequeño pero
significativo ha ganado por concurso horas en algunas secundarias en la
asignatura de Historia. Merito enorme de estos egresados que pudieron superar a
los de la Escuela Normal Superior cuyo perfil esta precisamente para ser maestros
de ese nivel. Pero esto es solo un paliativo minúsculo, pues la gran mayoría
de egresados de la carrera
no
encuentran trabajo desde hace ya casi 15 años en ningunas parte, razón por la
cual hay una grave crisis de empleo, ni como docentes en cualquier nivel,[60]
y menos como investigadores, desde que la Universidad canceló hace dos décadas
los concursos de oposición para bachillerato y licenciatura. [61]
La carrera de Historia se había
venido convirtiendo en un baluarte de su paradigma académico de la Universidad
de Guadalajara desde 1957. Tuvo entonces maestros eméritos como Alberto Ladrón
de Guevara, José Cornejo Franco, José Luis Razo Zaragoza, Francisco Ayón
Zester, Federico Solórzano, Diego Huizar Martínez, Ignacio Martínez quienes le
dieron renombre en el Estado y a los que se sumaron después egresados de esa
misma escuela: José María Muriá, Jaime Olveda, y Carmen Castañeda. Algunos años
después fue director el Dr. Manuel Rodríguez Lapuente y se integró también a la
lista de docentes-investigadores
el
gran historiador chileno Andrés Orrego Matte, Mario Aldana Rendón, Angélica
Peregrina, y Alma Dorantes. Algunos años después: Agueda Jiménez, Refugio de la
Torre, Sergio Valerio, Francisco Barbosa, Pilar Gutiérrez, Jaime Orta, Gabriela
Ruiz, Marina Mantilla, Rosy López Taylor, entre otros, que contribuyeron a
darle una imagen investigativa a la licenciatura de entonces, que contaba con
un perfil fundamentalmente de docencia. Cuando de ella egresaron a quienes les
toco trabajar fuera de los marcos del viejo cacicazgo UNIFEG comandado por
Carlos Ramírez Ladewig, la Facultad ganó reconocimiento y después se convirtió
en Departamento y creció en profesores, y alumnos. Así, un número importante de
sus docentes le han dado relieve en los últimos 20 años en cuanto a su papel en
el aula y la investigación.
Pero una cosa es la docencia
individual y otra su funcionamiento como carrera, es decir su proyecto curricular y su
operación como programa. En todo su historial, fuera de las acreditaciones
formalistas que obliga la SEP para acreditarla y los lineamientos académicos
que permitieron la conformación de cuerpos académicos; apoyo a ponentes para
presentar investigaciones en congresos; estímulos para el
desarrollo profesional y al Sistema Nacional de Investigadores (SNI),
-dispositivos de superación todos ellos externos-, la carrera de Historia ha
navegado en la inercia total, atendiendo dispositivos tradicionales que en nada
han elevado su calidad como proyecto disciplinar (los consabidos coloquios de
avances de tesis que no han elevado el porcentaje de titulación, trabajo de academia cuyos
acuerdos la autoridad ignora, trabajo de tutoría burocratizado y sin
que se tomen medidas, seminario
mensual de investigación muy selectivo, tutorías organizadas individuales y
colectivas cuyos reportes de trabajo no son discutidos ni se toman medidas,
etc.).[62]
El Departamento no ha tenido nunca un programa de trabajo estratégico ni un
auténtico diagnóstico. [63]Si
lo hubiera tenido, se habrían percatado quienes lo dirigen de la gravísima
crisis de la carrera; deficiencia terminal al más bajo nivel, deserción,
mercado de trabajo cerrado, ausentismo, graves desniveles en la calidad de la
docencia, nula investigación promovida como política del Departamento,[64]
etc.
La carrera camina a ciegas, es
decir, sujeta a una inercia administrativista que la mantiene postrada en todas
sus esferas, sujeta como todas las demás licenciaturas de ciencias y
humanidades a las correas de transmisión neo-corporativa que se gestó desde el
establecimiento de la Red Universitaria, es decir un patrimonio ad hominem,
camuflajeado desde un modelo departamental.[65] La falta de una vigilancia
diagnóstica por décadas, así como de una revisión de su trayectoria histórica
remota y coyuntural, no le ha permitido ver sus problemáticas en perspectiva.
La ausencia de una revisión sobre su trayectoria, no obstante que de suyo la
carrera tiene esa naturaleza retrospectiva que debía permitir analizar su pasado
y su presente, no se ha hecho; situación inverosímil e inaudita. Mejor lo han
realizado para otras carreras sus egresados.[66]
El destino ha alcanzado a la
carrera, no solamente por el contexto amenazante del presentismo neoliberal,
sino por la parsimonia, complacencia y abandono de la
propia Universidad sobre uno de los proyectos que han representado su
identidad académica. Es lamentable el desperdicio de talento de
decenas de alumnos que han pasado por las aulas de Historia y no encuentran
futuro para ellos mismos como profesionales de la Historia ni para contribuir a
construir una explicación plural sobre lo que ha sido nuestro
devenir como ciudad,
como
región, como sociedad. La directriz política sustentada en un patrimonialismo faccioso
prevalece
sobre cualquier concepto institucional y académico respecto al funcionamiento del
Departamento.
8. La Historia en la Universidad de Guadalajara (UdG) Una
golondrina que hace verano
El derrumbe de los estudios
históricos en la UdG viene mostrándose desde la cancelación de las asignaturas
de Historia Universal e Historia de México de sus escuelas preparatorias a
partir del año 2008 en la cobertura de la inserción del Bachillerato General
por Competencias. Cuando esta cercenada curricular sucedió ni
siquiera el Departamento de Historia de la propia Universidad hizo algo al
respecto, no obstante que el bachillerato era uno de los pocos espacios
laborales para sus egresados. En su lugar se establecieron asignaturas multite-
máticas (llamadas a partir de entonces "Unidades de Aprendizaje Curricular", cuyos
contenidos, debido a su diversidad y dispersión en realidad se han diseñado
como capsulas insulsas con información muy general y presentados con un método
de exposición completamente desangelado.[67]
Lo más preocupante es que los
propios docentes de la Escuela preparatoria, en el marco de la reforma del
Bachillerato por Competencias, propusieron la desaparición de la historia en
aras de promover un pensamiento más global.[68] Un marcado
eufemismo caracterizó el fenómeno, pues si bien en los considerandos planteados
para el nuevo currículo
se
habla de que, al incluir como asignatura por ejemplo; Raíces culturales (3er
semestre), donde se aborda Historia Regional, se expresa que:
“La
historia es la memoria de los pueblos. Por ello, a través de la educación se
revisa el pasado con una mirada analítica que permita reconocer los aciertos y
errores de la actuación de los grupos humanos o individuos en los procesos
histórico-sociales. La finalidad es aprender de ellos, valorar nuestros
orígenes, reconocernos en los diferentes procesos históricos que originaron la
nación mexicana y la identidad del ser mexicano"[69]
En realidad, el enfoque histórico
está orientado por un criterio humanitarista que no reconoce el papel crítico
ni
contradictorio de la historia, ni toma como instrumentos analíticos las clases
sociales ni describe
los modelos
políticos,
así como tampoco las características del poder y las hegemonías. Sino que son
los errores, tal
vez
involuntarios, las omisiones o equivocaciones -trágicas en ciertos casos-, y
los aciertos, los que han conducido el devenir de la Historia. Un criterio muy
pobre. Ciudadanía mundial sustituyó a Historia Universal. El programa de chile,
dulce y manteca, -como diríamos en México-, propone abordar un sinfín de
temáticas desarticuladas y concebidas con un espíritu informativo y capsular.
El libro de texto obligatorio para los estudiantes tiene 128 páginas a media
carta, sin que
medien
estrategias que infundan a los estudiantes conocimiento profundo sobre
la sociedad y mucho menos sobre su historia; situación ajena
totalmente a los propósitos epistemológicos de las ciencias sociales y las
humanidades que debían promover el conocimiento y la toma de conciencia sobre
los temas abordados. En Historia incluye desde el Renacimiento hasta la
emancipación de América, todo en 27 páginas, incluyendo siete actividades de
aprendizaje, es decir solo veinte de contenido efectivo. [70]
La asignatura Historia de México
fue sustituida por Democracia y Soberanía Nacional, librito de 133 páginas y
con el mismo formato y características del de Ciudadanía solo que en este se
abordan temas de Historia mexicana concebidos como minitemas tan panorámicos
que no se ve nada realmente. Empieza con el imperio azteca y concluye con el
neoliberalismo al iniciar el nuevo siglo.[71]
Convertidas en materias de
relleno, las humanidades contradicen los propósitos que con tanto cuidado
redactaron los planificadores de la reforma al bachillerato. Ni identidad ni
mirada histórica ni conciencia ciudadana parece lograrse en los alumnos que
pasan por las escuelas preparatorias de la UdG. Por esa falta de conciencia
política, son regularmente objeto de carne de cañón[72] y sujetos a constantes
arbitrariedades en las escuelas.[73]
Las políticas universitarias
mutan su cascarón patrimonial para sobrevivir a las exigencias de las nuevas
realidades. Y en ese sentido parece ser necesario olvidarse de
susceptibilidades románticas y de dejar de apostar a la formación espiritual de
la condición humana; del milagro de su trayecto desde que nuestros ancestros
abandonaron las cavernas o pintaron figuras en ellas. Lo que más se vislumbra es que,
en aras de sobrevivir, se fusionen las carreras humanísticas: Historia, Letras,
Filosofía, Antropología, estudios políticos, Arte, etc., y se constituya una
sola carrera que las abarque a todas desde una perspectiva propedéutica y que
una vez los cuadros egresados se gradúen de ella puedan entonces ingresar a
posgrados de esas mismas disciplinas y conformar cuadros
especializados de elite: Maestría o Doctorado en Historia, por
ejemplo. Ya no más licendadillos que, partiendo de los criterios del Estado,
hacen gastar dinero
improductivamente, se dedican a elucubrar, y luego no obtienen siquiera su
grado académico y mucho menos, trabajo.
La dejadez de la conciencia
profesional es manifiesta desde los niveles del poder administrativo. El
servicio social de los egresados de historia sin un plan estratégico de
inserción de pasantes en instituciones afines como el INAH, CIE- SAS, INI,
INBA, museos; en convenios con las Universidades o instituciones
gubernamentales o empresariales para recuperar su historia: UPN, ITESO, Col de
Bachilleres, Ayuntamientos, Cámara de comercio, Cámara de Industriales,
Asociación de Fútbol, de Charros, de la fiesta Brava, etc.,[74] o como auxiliares de
investigación con los tiempos completos del propio Departamento.
Para encarar esta crisis algunas
Carreras de Historia en América Latina apoyadas por sus Universidades
implementan dispositivos externos como proyectos-convenio, obtención de
recursos de empresas -como el de la asociación de cafetaleros de Colombia- para
hacer una Historia del Café en el país (siglos XIX y XX), o Historia de la
producción de flores (1940-1990) con los empresarios exportadores de flores
colombianas.[75]
De esta manera se forman equipos de historiadores para trabajar en estos
proyectos. En Cuba, está la Oficina del Historiador de la Habana y se le da
trato de rector; hacen sus prácticas y colaboran ahí egresados y estudiantes de
la Universidad de la Habana y de otras universidades cubanas. [76]
También en Colombia, en particular, en la UPTC apoyada por Col- ciencias, se ha
creado desde hace algunos años la figura de Joven Investigador, otorgándoseles
becas a jóvenes estudiantes sobresalientes para colaborar como auxiliares de
investigación. También se les otorgan premios en efectivo a los mejores
trabajos que presenten y becas para estudiar en el extranjero.[77]
En este programa han participado estudiantes de Ciencias Sociales. Sin embargo,
por lo general el panorama es desolador.
En México son contados los
programas encaminados a coadyuvar a los egresados o alumnos de los últimos
semestres para integrarlos al trabajo profesional, cuando menos en las áreas de
humanidades. Sálvese quien pueda, parece ser la consigna de las autoridades. El
problema latente es la baja eficiencia terminal, lo cual aqueja a aquellas
carreras cuyos egresados no ven futuro para el empleo y optan por no titularse.
[78]
En la UNAM se han implementado programas para abatir la no titulación. Esta
estrategia partió sin embargo de una red social. [79] en la ENEA existe desde el
2002 un programa de apoyo a la titulación,[80]pero solo hasta ese propósito.
Existen bastantes evidencias
sobre la conversión silenciosa pero progresiva de los dispositivos de los
lineamientos neoliberales que en el campo de la educación superior se han
venido implementado
y
que han propiciado las limitaciones de las carreras en el campo de lo social y
los estudios humanísticos. En términos concretos, no es solo el sistema global
y sus jerarquías políticas desde los Estados los que han impulsado curricular y
normativamente un nuevo modelo eficientista, sino que han sido muchas veces las
propias instituciones universitarias, a través de sus directivos y gobiernos,
las que a motu
proprio han venido promoviendo como estrategia de supervivencia,
pero en muchos casos con un convencimiento calculador, la
inserción de paradigmas, carreras, y currículos que privilegian los modelos
administrativistas, cientificistas y de adecuación a la industria y a los
factores productivos.
Es de reconocer que este vínculo
entre producción y universidad ha sido y es imprescindible. Puesto que las
instituciones no pueden estar al margen de los nuevos paradigmas de
desarrollo estratégico de la ciencia, la tecnología, la comunicación, y la
administración pues desde siempre pero particularmente en estos tiempos de
intercambio tecnológico, la electrónica y el comercio debe estar totalmente
vinculado con la educación superior. Sin embargo, tal vez por las crisis
presupuestarias; la confección de todas las nuevas carreras y remodelaciones
incluso pedagógicas, -como el paradigma de las competencias-, en muchos
casos han sido a costa de la cancelación o recorte de otros campos
como
los de los estudios de las humanidades y las ciencias sociales. De esta forma,
a mayor crecimiento y modernización universitaria, mayor cancelación o merma
del paradigma plural y participativo de las
universidades en otras dimensiones de su quehacer filosófico o humano.
Como consecuencia, la Universidad
va perdiendo la histórica vertiente critica que había conquistado no sin gran
esfuerzo y sacrificio en las sociedades, perdiendo paulatinamente a esa masa
crítica que en múltiples campos de lo social y político ejercía una vigilancia
epistemológica, política y disciplinar de nuestra sociedad.
En el campo de la Historia esta
tendencia se ve reflejada en la disminución o estancamiento de los estudios
sobre los procesos sociales, las comunidades, las problemáticas surgidas en el
tiempo. La cancelación de proyectos desde lo antropológico, la
arqueología y la etnología, las ciencias políticas; la disminución de cuadros
destinados a estudiar las gestas o vida cotidiana remota de nuestros
antepasados y de las grandes revoluciones, así como la mirada diagnóstica
contemporánea va haciendo estelar y natural el curso de esas políticas
encaminadas al involucramiento universitario en el crecimiento neoliberal y,
recíprocamente, en la diminución de una mirada humana de la civilización.
¿Epitafio?
La Historia es la madre del
pensamiento humano porque atestigua con la memoria construida, lo que
seguramente fue; lo que pasó. En realidad, las cosas tal vez no hayan sido como
nos lo cuentan los historiadores, sin embargo, son los únicos que intentan
desesperadamente darnos una versión honesta y analítica de nuestro devenir. De
esa forma podemos satisfacer una de las preocupaciones del ser humano, ¿Qué fue
lo que sucedió? Dice Stéphanie Mochonneau: el historiador está involucrado en
el cuestionamiento sobre el pasado, como si la sociedad le pidiese que rindiese
cuentas de lo ocurrido.[81]
En ese discurrir, los historiadores legitimaron su misión al ser cobijados por
las universidades. La historia construida ahora desde los equipos de
investigación universitaria y la difusión masiva de sus productos le han dado a
la disciplina un estatus de referente imprescindible en las ciencias sociales
y humanas. A su vez, la Universidad se enalteció cuando dentro de su ramaje
había una disciplina fortalecida y en renovación que daba cuenta de la
importancia de la memoria histórica como ingrediente clave para explicar el
mundo presente. Es un linaje mutuo que no debíamos perder. Pero las evidencias
y las asechanzas son aterradoras.
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Esta obra está bajo una licencia
Creative Commons.
Reconocimiento-No
Comercial-Sin Obra Derivada 2.5 Colombia.
[1] Una versión resumida de este artículo fue
presentada en el XVIII Congreso de la FIELAC. Celebrado de 25 al 28 de Julio de
2017 en Belgrado, Serbia. Y como investigación será presentada y publicada en
el VI Congreso Internacional de Universidades Iberoamericanas en Carmona,
Sevilla, España los días 6 y 8 de junio de 2018. Evento coordinado por el grupo
HIUSLA - UPTC.
[2] Tomamos la definición de humanismo de la
profesora chilena Carla Cordua: “Cuando hablamos hoy de ‘humanidades’ ya no nos
referimos a la concepción renacentista nombrada de esta manera, la cual fue
cuestionada y dejada atrás durante el siglo pasado. Usamos esta designación, en
cambio, para un grupo de disciplinas que formaban parte de todos los niveles de
la educación formal que se impartía todavía hace algunas décadas. Estas
disciplinas comprenden a la filosofía, la historia, la lingüística, las
ciencias sociales y políticas, las artes y la literatura, el derecho, ciertas
variantes de la sicología y la antropología y algunos aspectos de las ciencias
estrictas y las especiales de la naturaleza.” Revista de Filosofía. Vol. 68.
Universidad de Chile. Santiago. 2012.
[3] Doctor en Historia, actualmente profesor de
la Universidad de Guadalajara - Mexico, es integrante del grupo de
investigación Historia y prospectiva de la Universidad Latinoamericana - HISULA
de la UPTC. Correo electronico: mmarmando@gmail.com
[4] Lo mismo sucedió con carreras como Filosofía
y Literatura; las cuales fueron integradas al fundarse las Facultades de
Filosofía y Letras. En la UNAM se fundó en 1924 al desaparecer la Escuela
Nacional de Altos Estudios. Cfr.: Menéndez y M. Libertad. Escuela Nacional de
Altos Estudios y Facultad de Filosofía y Letras. Planes de Estudio, Títulos y
grado. 191’-1040. Tesis de doctorado. FFyL. UNAM 1996.
[5] En Jalisco, México, el padre Antonio Tello,
como la más monumental obra histórica colonial de la Nueva Galicia; para el
siglo XIX Luis Pérez Verdía, Alberto Santoscoy; etc. A nivel de todo el país,
Vicente Riva Palacio, Justo Sierra, entre muchísimos más. Todos ellos sujetos a
la influencia política y cultural de su época. Manuel Cambre, en su
introducción a su obra “La Guerra de 3 años”, hace referencia a los más
connotados historiadores de varios Estados de la República del siglo XIX. SMGE.
Guadalajara. 1904.
[6] Los historiadores -estudiosos integrales de
la explicación y la reflexión en tanto que para entonces las disciplinas
estaban imbricadas, abordan sus estudios desde lo que hoy sería la filosofía de
la historia, la historiografía, la sociología descriptiva, las antípodas de lo
que sería la antropología cultural, la economía de la ilustración, etc. En este
perfil están por ejemplo, Giambattista Vico (1668-1744, Johann Gottfried von
Herder (1744-1803), David Hume (1711-1776), Adam Smith (1723-1790, Leopold Von
Ranke, Menéndez y Pelayo, Edward Gibbon, Heodor Mommsen, Alexis de Tocqueville
y François Guizot, entre decenas de ellos. En México, los conquistadores
cronistas como Herman Cortés y Bernal Díaz del Castillo, que conjugan la
crónica profética con la explicación justificadora de la conquista.
[7] Esta historiografía del continente es
espacialmente abundante; algunos textos que recuperan los trabajos de los
historiadores críticos coloniales son: Francisco Esteve Barba. Historiografía
Indiana. (Gredos. Madrid, 1992). Ramón Iglesia. Cronista e Historiadores de La
conquista de México. (México, 1972). Hugo Cansino. Et al. Miradas desde ¡a
Historia Social y La Historia intelectual. América Latina en sus culturas: de
¡os procesos independistas a ¡a globalización. U.C. Córdoba/ U. Veracruzana.
México, 2012. Janette, García Yépez, Pedro Rodríguez R. América Latina y ¡a
visión de ¡os otros: breve revisión crítica de ¡a historiografía
latinoamericana. http:// www.ub.edu/histodidactica/images/documentos/pdf/america_latina_vision_otros_revision_historiografia_latinoamericana.pdf.
Entre muchísimos otros textos.
[8] Siendo la Abogacía una carrera tan antigua,
muchos de ellos fueron abogados, lo que les permitió ser rigurosos en el uso y
orden de documentos.
[9] Las obras publicadas abarcaban historias
monumentales, que incluían lo político, lo diplomático, lo militar, y todos los
fenómenos dignos de ser registrados.
[10] La historiografía europea, abundante y diversa
consagró a la Historia como disciplina necesaria y abarcadora, pero esto no
significó que se organizara entonces una carrera para preparar en esa
disciplina. Un gran número de historiadores empíricos recibieron el apoyo de
los gobiernos para la edición de sus obras, muchos fueron condecorados y
recibieron honores; de ahí, la tendencia oficialista de muchas de sus obras
para darle un tratamiento que justifique determinados acontecimientos. Un
estudio importante sobre este aspecto: Coloquio Internacional de Historiografía
europea. Autores y métodos. Actas del primer Coloquio Internacional. Mar de
Plata. 8 y 9 de septiembre de 1994. España, 1996. También Cohen Amselem y
Peinado Santaella (eds.): Historia, historiografía y ciencias sociales,
Universidad de Granada, Granada: 2007. Muchos historiadores de este periodo
recibieron el apoyo de los gobiernos para la edición de sus obras, de ahí, la
influencia oficialista en el campo de la Historia para darle un tratamiento
justificatorios a determinados acontecimientos. Esto tiene que ver desde luego
con la edición de libros de Historia oficiales para la escuela infantil.
[11] En España, publicaciones que abordan
regularmente a América Latina: Revista de Indias, Anuario de Estudios
Americanos (desde 1944), etc. En México: Boletín del Archivo General de la
Nación, Memorias de la Académica Mexicana de Historia, (su matriz en Madrid,
también publicando a los historiadores mexicanos), Etc. En México: Historia
Mexicana, Relaciones, fundadas a mediados de los años cincuenta. En:
Guadalajara, la Sociedad de Historia “Fray Antonio Tello” “Estudios Históricos”,
principalmente, Un trabajo que recoge la producción historiográfica del Colegio
de México, está en: Cristina Restrepo, Arango, Producción bibliográfica de los
historiadores del Colegio de México. Investigaciones Bibliográficas, vol. 25,
no. 54. Mayo/Agosto. 2011. México.
[12] Las Universidades posibilitaron que
quienes estudiaran historia no tenían que hacer ya una historia “a modo”, sino
con un carácter más independiente. Estudiar en la Universidad posibilitó más
independencia de criterio y menos sometimiento oficial, consciente o
inconsciente.
[13] José María Muria. “El Dr. Alberto Ladrón
de Guevara" Folleto de autor. S/f. (publicado por la muerte del Dr. L. de
Guevara en 1978), 5.
[14] En la Universidad de Guadalajara al
establecerse la carrera de Historia, quedó integrado el perfil de docencia,
para que los egresados pudieran ser profesores de esa disciplina. Muchos de los
alumnos inscritos eran profesores de niños.
[15] Dice Xavier Talavera Anguiano: “Podemos
afirmar que la carrera de Historia que actualmente se sigue en la Facultad de
Filosofía y Letras es legítima heredera de aquellos cursos informales que el
ilustre doctor don Nicolás León, a quien tanto deben en México la arqueología y
la historia, logró establecer en el Museo Nacional el año de 1902”. “La carrera
de Historia en México.” Historia Mexicana. vol. 5 no. 2. El Colegio de México.
México. (1955):626.
[16] En 1924, mediante un decreto
presidencial se llevó a cabo la transformación de Escuela Nacional de Altos
Estudios (establecida cuando se refundó la Universidad en 1910, en Facultad de
Filosofía y Letras. Ahí se podía seguir cursando la carrera de historia. Cfr.:
Gabriela Cano. La Escuela Nacional de Altos Estudios y la Facultad de filosofía
y Letras. 19110-1929. En: Enrique González G. Coord. Estudios y Estudiantes de
Filosofía. (UNAM. México. 2008), 541-572.
[17] El gran escritor jalisciense Agustín
Yáñez promovió la fundación de la Facultad de Filosofía y Letras en la
Universidad de Guadalajara (UdeG), la cual abrió sus puertas el 5 de febrero de
ese año de 1957.
[18] Sesenta aniversario de la Facultad de
filosofía y Letras de la Universidad de Guadalajara.
http://www.udg.mx/es/evento/2017/60-aniversario-de-la-fundacion-de-la-facultad-de-filosofia-y-letras..
[19] La carrera se ofrecía inicialmente para
ser: “Maestro en Historia”, no como licenciatura, pero antes de cambiar a este
último grado se tomaba en cuenta para el doctorado. Así sucedió con la Dra.
Carmen Castañeda que ingresó al Doctorado del Colegio de México. Un estudio
pionero sobre la carrera de Historia en México, -que en realidad es sobre la
UNAM-, es el de Agustino Talavera. Ibíd.
[20] Bajo una influencia enciclopédica,
positivista, el currículo de Historia en las Universidades mexicanas implicaba
el abordaje erudito de una historia monumental, basta ver planes de estudios de
los años 70 y 80 de las carreras de Historia. En la Universidad de Guadalajara,
toda la historia del mundo vista en 4 años.
[21] En los años noventa se desató un boom
regionalista que sigue vigente, en el cual se empezaron a desplegar estudios sobre
la región y sobre el concepto de región y a criticar la historiografía
centralista.
[22] Para el caso de la UNAM ver: Menéndez y
M. Libertad. Ibíd.
[23] Los egresados de la carrera en la UdG,
debían para graduarse, además de hacer su examen profesional, dar una cátedra
ante profesores y alumnos; sin embargo, no se cursaba ninguna asignatura de
tipo didáctico. Se partía de asimilar una pedagogía natural, fruto de la
formación historiográfica, como la de sus profesores de la carrera.
[24] Situación motivada por el crecimiento
acelerado de la matrícula universitaria y con ello de las escuelas
preparatorias que requerían profesores de Ciencias Sociales. Ver: Rubí
González, Mario Guillermo. La educación superior en Los sesenta: Los atisbos de
una transformación sin retorno. Revista Sociológica. no. 68. Sep-dic.
(2016):15-59. UAM. Azcapotzalco. México. También por el crecimiento de las
Escuelas secundarias, donde los egresados de Historia podían impartir Historia
universal, de México y Civismo Margarita Zorrilla. “La educación secundaria al
filo de la Reforma”. REICE. vol. 2. no. 1. (2004).
[25] Seguramente que este antecedente influyó
para que las Universidades fuesen espacios liberados de la hegemonía ideológica
y política estatal. El ingreso de funcionarios y candidatos oficiales a los
recintos universitarios fue desde entonces considerado un agravio. Ver:
AboiteS, Hugo. Partido y Universidad. Editorial en la Jornada. 15.04.2017.
México. Ver también: Javier Mendoza. “Vinculación universidad-necesidades
sociales.” Especialmente: “La Universidad como conciencia” En: Ricardo Pozas.
(Coord.). Universidad nacional y sociedad. (UNAM. México 1990), 365-370.
[26] Para la sociedad, la Historia fue
adquiriendo reconocimiento como ciencia y no solo como un arte erudito a partir
de su inclusión como carrera en el currículo universitario. Ver: Lidia Rosa
Ordaz López. Algunas reflexiones sobre la Historia como ciencia y el
conocimiento Histórico. Contribución a las Ciencias Sociales.
http://www.eumed.net/rev/cccss/08/lros.htm
[27] En la UNAM, el Instituto de
investigaciones históricas, al igual que el de la Universidad Michoacana de San
Nicolás de Hidalgo. En la Universidad de Guadalajara el Instituto de Estudios
Sociales. El Instituto de Investigaciones Histórico Sociales de la Universidad
Veracruzana, etc.
[28] Desde luego que la historia francesa de
los Anales, las historias del poder y las locuras (Foucault), la historia
económica, entre otras.
[29] La Escuela de los Annales, enfoque
innovador de la historiografía francesa impactó definitivamente los estudios de
Historia de América, particularmente en la reconversión de nuevos currículos de
las carreras de Historia, desterrando en parte la visión inte- gracionista
temática y universalista. Aunque, habrá que decirlo, las aportaciones de la
historiografía latinoamericana enriquecieron el enfoque para el continente.
Ver: Martiniére Guy. La Escuela de los «Annales»y las Américas Latinas (1929
-1949). Revista Estudios Latinoamericanos 6, p. II UNAM. México (1980):
133-153.
[30] José María Muria; Manuel Gutiérrez de
Velasco. Prólogo a: Alberto Ladrón de Guevara. Charlas sobre historia.
Colección la Feria. (Universidad de Guadalajara 1988): 9; Justo Cuño Bonito.
Reforma y Contrarreforma de la Enseñanza Primaria durante la II República
Española y el Ascenso del Fascismo (1932-1943). Revista Historia de la
Educación Latinoamericana vol. 15 no. 21 (2014): 89-106.
https://doi.org/10.19053/01227238.2468.
[31] Historia de instituciones y el
pensamiento novohispano, de las rebeliones indígenas, historia la medicina, de
instituciones coloniales, de la Infancia, de los pueblos indígenas, de las
mujeres, del movimiento obrero o campesino, ciclo de revoluciones, de la
educación, biografías, de las ciudades, de la iglesia, de las guerras,
económica y social, etc.
[32] En los años ochenta la historia económica
marxista tuvo un boom, luego la historia social, las mentalidades y en seguida
la historia cultural a partir del año dos mil.
[33] Esta corriente de origen italiano,
pronto echó raíces en México y propició un boom en la producción de estudios
monográficos en los trabajos de tesis y en artículos de revistas; siendo, a
partir de “Pueblo en Vilo” de Luis González, un referente historiográfico
fundamental. Una gran cantidad de tesis y artículos tuvieron desde entonces
esta tendencia.
[34] La vieja idea del historiador anticuario
solitario cambio al del trabajo en equipo, o en todo caso: un decano y su
equipo de colaboradores. Surgiendo nuevas metodologías para el trabajo
interdisciplinar. El vínculo entre Antropología e Historia se fue consolidando
con el desarrollo de la Historia Cultural. Las Universidades estimularon esta
tendencia propiciando la formación de Cuerpos Académicos, Grupos de
Investigación. Trabajo colaborativo. Ver: Santos López Leyva. “Cuerpos
Académicos: factores de integración y producción de conocimiento”. Revista de
la Educación Superior. no. 39. no 155. Julio Sept. (2010).
[35] En la Universidad de Guadalajara, se
fundó a iniciativa del Dr. Manuel Rodríguez Lapuente el Instituto de Estudios
Sociales en 1976, que privilegió los estudios históricos. Esta institución no
dependía de la Facultad de Filosofía y Letra, donde funcionaba la carrera de
Historia. La UNAM había fundado en 1945 el Instituto de Historia, antecedente
del Instituto de Investigaciones Históricas.
[36] La producción monográfica producida ha
sido desde entonces abundante e ininterrumpida, mostrando los hallazgos del
trabajo de fuentes; sin embargo, sus aportes y hallazgos muy poco se han visto
reflejados en la actualización de los libros de Historia de educación básica y
media superior.
[37] Desde luego que esta influencia fue
retomada de las universidades norteamericanas y europeas, cuyos catedráticos
son por lo general investigadores.
[38] La aportación de los grandes
historiadores europeos del siglo XX, ya con una sólida formación académica,
sentaron las bases del pensamiento y el conocimiento histórico. La influencia
que ejercieron en sus alumnos y sus obras publicadas son parte esencial del
conocimiento del mundo; algunos nombres: Fernand Braudel, (1902-1985), Lucien
Febvre 1878-1956), March Bloch (1886-1944), Jacques Le Goff (1924-2014), Pierre
Nora (1931), E.P Thompson (1924-1993), Peter Burke (1937), Carlo Ginzburg
(1939), Pierre Vilar (1906-2013), Manuel Tuñón de Lara (1915-1997) Claudio
Sánchez Albornoz (1893-1984), entre muchos otros.
[39] Jairo Hernando Gómez Esteban. Las
tribulaciones de la enseñanza en ciencias sociales. Palabra Maestra.
http://compartirpalabramae-
stra.org/columnas/las-tribulaciones-de-la-ensenanza-de-las-ciencias-sociales;
José Molina Bravo, “Educación Pública, Autonomía Universitaria y Cambio
Político: Notas para el Análisis del Movimiento Universitario en Chile, 2011”.
Revista Historia de la Educación Latinoamericana 15 (2014): 263-82.
https://doi.org/10.19053/01227238.2473.
[40] Ibíd.
[41] Jordi Ibáñez Fanés. El reverso de la
historia, (Calambur, Barcelona. 2016).
[42] “Aunque esto no es ninguna novedad,
conviene recordarlo. El sistema educativo de México sigue siendo el peor
evaluado dentro de los países de la Organización para la Cooperación Económica
(OCDE), según el más reciente informe PISA (Programa Internacional para la
Evaluación de Estudiantes). (...) México se encuentra muy por debajo del
promedio en ciencias, lectura y matemáticas, al obtener una media de 416 puntos
frente a los 493 de los 34 países que conforman la OCDE. (informe de 2016)
https://news.vice.
com/es/article/mexico-peor-evaluado-ocde-educacion-informe-pisa.
[43] Norberto Fernández Lamarra. Los procesos
de evaluación y acreditación Universitaria en América Latina. ANECA. (Madrid,
2003).
[44] En México, en 1989, se creó la Comisión
Nacional para la Evaluación de la Educación Superior (CONAEVA), en el seno de
la Coordinación Nacional para la Planeación de la Educación Superior (CONPES);
Ibíd., 4.
[45] David Mejía Velilla.
“Crisis y porvenir en las humanidades en la universidad actual”. Revistas
Pensamiento y cultura. no 1. Bogotá. (1998).
[46] Cordua. Ibíd.
[47] Cordua. Ibíd.
[48] Cordua. Ibíd.
[49] Refiere el premio Nobel: “Quienes tienen
el poder y hacen reforma curricular, bajan las carreras de 12 a 10 semestres,
simplemente quitando todas las humanidades del programa. Qué hazaña, digna de
aplauso, los hijos de esta figura vivirán las consecuencias de una sociedad sin
humanidades”. Anatole France. Existe en todos nosotros un fondo de humanidad
mucho menos humano de lo que se cree.”
En:
Yolanda M. Guerra. “¿Las humanidades en crisis o la crisis de la humanidad?”.
Revista Educación y Desarrollo Social. vol. 2 no. 2. (2008).
[50] Pensamiento y Cultura 18 no. 1.
Colombia. (1998): 18-26.
[51] José Luis Martín Descalzo. Apartado 31.
Una fábrica de monstruos educadísimos. En: Razones para la alegría. Ediciones
Sígueme. Salamanca. España. 2008.
[52] Arend Hannah. La Universidad, ¿hacia ¡a
excelencia?
http://www.unitedexplanations.org/2016/09/22/el-reverso-de-la-historia-y-la-crisis-de-Ias-hu-
manidades/
[53] http://eldeforma.com/2014/03/04/unam-desaparece-facultad-filosofia-y-letras/
[54] Dice la nota periodística: “La
desaparición de la Facultad de Filosofía y Letras es considerada como uno de
los pilares para el logro de los nuevos objetivos de la máxima casa de
estudios, al calificar sus carreras y cursos como parásitos, ya que “gastan el
presupuesto educativo en formar individuos incapaces de aportar acciones
concretas en pro de su bienestar y el de sus familiashttp://eldeforma.
com/2014/03/04/unam-desaparece-facultad-filosofia-y-letras/
[55] Solo 40 de cada 100 profesionistas en
México tienen un empleo relacionado con su formación universitaria, de acuerdo
con la Subsecretaría de Educación Superior de la SEP y la Encuesta Nacional de
Ocupación y Empleo del tercer trimestre de 2012 (...) en los próximos diez años
aumentarán las dificultades para que los profesionistas consigan un empleo
relacionado con sus estudios universitarios, debido a que el bono demográfico
hará más reñida la competencia. (...) la SEP indican que cada año 450 mil
jóvenes terminan su carrera, incluidos licenciados, ingenieros y técnicos
superiores. Periódico Excélsior “Sin ejercer, 60 % de profesionistas”
30/07/2012. Nota de Lilian Hernández, México.
[56] http://www.semana.com/nacion/articulo/la-crisis-historia/255378-3.-
24 de marzo del 2012.
[57] Estudios como el de Burgos Flores,
Benjamín y Carla López Montes. La situación del mercado laboral de
profesionistas”, que en el 2010 revisó exhaustivamente la situación laboral de
universitarios, pero no repara en reconocer la crisis de las carreras de
humanidades. Revista de Educación Superior. Vol. XXXIX. No. 156. Págs. 19-33.
[58] Congregados cíclicamente en un
importante congreso nacional sobre docencia, difusión e investigación de la
historia, sus entusiastas participantes no abordan el problema del futuro de la
carrera, tal como se advierte por ejemplo en las ponencias presentadas en las
Memorias del V Encuentro Nacional de Docencia, Difusión e Investigación de la
Enseñanza de la Historia, celebrado del 9 al 12 de septiembre de 2014 en la
Universidad de Guadalajara. Taller Editorial Casa del Lago. UdG. Septiembre de
2014.
[59] Y para los de la Licenciatura de Letras
para ser profesores de español, y los de Filosofía para dar Formación Cívica y
Ética. Todo a partir de profesiograma establecido por la Secretaría de
Educación Jalisco. Diciembre de 2010.
[60] Un número reducido de egresados ha logrado
acomodo como docente en escuelas preparatorias particulares, donde el régimen
laboral se caracteriza por bajos salarios, no pago de vacaciones ni aguinaldo
ni prestaciones.
[61] En el bachillerato, para poder
insertarse en esas materias que sustituyeron a las de historia, deben gozar de
influencia política, como pertenecer a la Federación de Estudiantes
Universitarios -quienes por lo general no asisten a clases, pero si consiguen
horas de docencia-, o tener un vínculo con quienes controlan las preparatorias (director
o jefe político). Cfr.: Martinez. Op cit.
[62] Cuenta la exalumna Adriana Mojica Ponce
de León: “Estudié tres semestres de Historia en la Universidad de Guadalajara
(UdeG), y tras un largo proceso de pensamiento muy doloroso decidí que la
historia me gustaba demasiado como para seguir ahí. Algo similar a la frase “Si
amas algo, déjalo ir.." Sentía que ahí estaban quitándome mi pasión más
grande, y no podía permitirlo, así que con todo el dolor de mi corazón le dije
adiós.." Replicante. Cultura Crítica y Periodismo digital. 20 de marzo de
2013. http://revistareplicante. com/la-peor-universidad-en-la-que-he-estado/
[63] Recientemente el Departamento fue
acreditado para 2017; seguramente por el trabajo voluntarioso y el talento de
la jefa de Depar-
tamento;
pero los problemas estructurales ya referidos persisten y se incrementan.
Seguramente que a las autoridades de la SEP les tienen su cuidado. ¿Si se
acreditó Derecho por qué no Historia?
[64] No existe una política de investigación
histórica ni una colección de publicaciones. Las dos Revistas de Historia
-impresa y virtual-, que se publican son a iniciativa de profesores o de
Academia. Para abundar sobre la problemática de las ciencias sociales en la
universidad ver: Armando Martínez Moya. Una Red atrapada por otra: EL Trasfondo
Instituyente de la Universidad de Guadalajara. Ponencia: presentada en el VI
Congreso Internacional sobre Historia y prospectiva de las Universidades de
Europa y América. Tema: “El futuro de la Universidad Latinoamericana a debate.
Desafíos y nuevas perspectivas. Universidad Pedagógica y Tecnológica de
Colombia., Tunja, 11, 12 y 13, octubre de 2016.
[65] Op. Cit.
[66] Luz Bermejo. ¿Es lo que conoces o a
quién conoces? El mercado laboral y el proceso de inserción laboral de egresado
de Estudios Políticos y Gobierno de la Universidad de Guadalajara. (Universidad
de Guadalajara. México, 2010). Salvador Gutiérrez González. Historia particular
de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad de Guadalajara. Ediciones
del autor. (Guadalajara, 2008). José Cesar Mendoza Cornejo. Historia de la
División de Ciencias Biológicas y Ambientales. (UdG. Guadalajara, 2005). Juan
de Jesús Taylor Preciado. Et al. División de Ciencias Veterinarias. Centro
Universitario de ciencias biológicas y Agropecuarias. Universidad de
Guadalajara. En: Historia de la Educación Veterinaria en México. Asociación
Mexicana de Escuelas y Facultades de Medicina Veterinaria y Zootecnia. 2a.
Edición. (Universidad de Guadalajara, 2010). 79-92.
[67] Ver al respecto los volúmenes
obligatorios para alumnos: Raíces Históricas, Ciudadanía Mundial, y Democracia
y soberanía nacional. BGC. Ediciones Escolares de Occidente. Guadalajara, 2015.
Materiales utilizados para la Escuela Preparatoria Tonalá Norte.
[68] “Los programas actualizados ... son
resultado de una amplia consulta y participación de los actores de las
distintas escuelas del SEMS. El proceso inició con un diagnóstico, llevado a
cabo por la Dirección de Educación Propedéutica, en el cual se diseñaron y
aplicaron tres instrumentos para conocer la percepción de los profesores (de
manera colegiada en academias), directivos y alumnos sobre la efectividad de
los programas, a través de la plataforma del SEMS. La fase de consulta directa,
autorizada por la Comisión de Educación, involucró la realización de 11 foros
desarrollados entre los meses de mayo y julio de 2014: cinco metropolitanos y
seis regionales, en los que se presentaron 438 ponencias elaboradas por 1,760
profesores de educación media superior de la Universidad de Guadalajara. Por
último, la integración de las propuestas para la actualización de los 44
programas de las Unidades de Aprendizaje Curricular (UAC) básicas estuvo a
cargo de 81 profesores agrupados en 17 comisiones; asimismo, de manera
complementaria, 122 académicos, divididos en 38 comisiones, tuvieron la
responsabilidad de elaborar los programas de cada una de las Trayectorias de
Aprendizaje Especializante (TAE).”
[69] Raíces Históricas. BGC. Ediciones
Escolares de Occidente. Guadalajara 2015. Texto utilizado para la Escuela
Preparatoria Tonalá Norte, entre otras.
[70] Blanca Azucena González López. Francisco
Javier Lora Velázquez. Ciudadanía Mundial. BGC. (Ediciones Escolares de
Occidente. Guadalajara, 2015).
[71] Silvia Lorena Barragán Santana. et al.
Democracia y soberanía nacional. BGC. (Ediciones Escolares de Occidente.
Guadalajara, 2015). Según un profesor que elaboró los textos, cada unidad de
aprendizaje solo debe contener 600 palabras. Poco que decir realmente.
[72] En las pasadas elecciones para
presidente municipal de Guadalajara, México en el año 2015, por disposición
oficial de las autoridades universitarias, cerca de 5 mil estudiantes de
bachillerato hicieron una valla de más de 10 kilómetros para agitar banderas
del PRI en la caravana de cierre de campaña del candidato a la presidencia de
la ciudad: Ricardo Villanueva, a cambio de acreditación en la materia de
ciudadanía mundial. Un espectáculo grotesco. Ahí se observa el grado de
conciencia que adquieren los estudiantes que aceptaron a pie juntillas esa
propuesta voluntaria. Así es como se construye la identidad democrática.
[73] Compra obligatoria de libros nuevos y
otros enseres. Manipulación estudiantil desde la Federación de Estudiantes
Universitarios FEU. Nadie se opone.
[74] En lugar de eso es común ver a los
prestadores en las oficinas de Historia en el Departamento y en la División,
cumpliendo funciones secretariales y sacando copias fotostáticas.
[75] Fernando Estrada. Por Los
senderos del café. La bebida del diablo: Historia económica y política del café
en Colombia. (Universidad del Valle. UNAM, México. Universidad Externado de
Colombia). Fernando Tenjo G, Enrique Montes U., Jorge Martínez. Comportamiento
reciente (2000-2005) del Sector Floricultor Colombiano T.l enero-2006. Tuvieron
apoyo del Banco de la República de Colombia. Existen muchos más. Un interesante
Estudio sobre seguimiento de egresados de programas académicos de pregrado, es
de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia.
http://puj-portal.javeriana.edu.co/portal/page/portal/PORTAL_ VER-
SION_2009_2010/resources_v4/SPEGRE2012V1.pdf
[76] El historiador en jefe tiene la misión
de investigar sobre la historia de la ciudad junto con su equipo, así como la
restauración de la Habana Vieja.
https://es-la.facebook.com/Programa-Cultural-de-la-Oficina-del-Historiador-de-la-Ciudad-de-La-Ha-
bana-147693218580377/
[77] María Nubia Romero B. Jóvenes
investigadores. La formación del ser investigador: obstáculos y desafíos. Index
Enferm vol.16 no. 57 Granada nov. 2007.
http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1132-12962007000200011
[78] En la UdG, la bajísima eficiencia
terminal de la carrera de Historia e incluso de todas las carreras de
humanidades es alarmante, por el porcentaje y porque no hay programas que
ataquen el problema.
[79] La Asociación “Palabra de Clío” lanzó
convocatoria para el concurso de estímulos a la elaboración de tesis 2017, para
fomentar la titulación de los estudiantes de licenciatura, maestría o doctorado
en Historia de la UNAM. Para tal fin se creó un apoyo económico en Fundación
UNAM, con el propósito de premiar, mediante un concurso de selección, a diez
proyectos de nivel licenciatura y cinco de posgrado.
[80] En la Escuela Nacional de antropología e
Historia, ENEA, el Programa de apoyo a titulación (PRAT) busca la atención integral
a los alumnos, a él inscritos, mediante asesorías grupales y personalizadas en
cuestiones teórico-metodológicas desde la concepción del proyecto de
investigación, durante el desarrollo de la misma y la redacción final de la
tesis, manteniendo seguimiento puntual y estrecho, en coordinación con el
director de tesis, de los avances del trabajo de titulación que desarrolla el
alumno en las modalidades de: tesis, conjunto de ensayos, trabajo monográfico o
catálogo. No hay un programa de inserción al mercado laboral.
[81] La memoria: ¿objeto de la historia? En:
Justo Meramendi; María Jesús Baz. (Edits). Identidades y Memoria imaginada.
PUV. (Universidad de Valencia. 2008). 43.