Mujeres en la caficultura tradicional colombiana, 1910-1970*
Women in Colombian Traditional Coffee Growing, 1910-1970
Femmes dans la caféiculture traditionnelle colombienne, 1910-1970
Renzo Ramírez Bacca1
Universidad Nacional de Colombia-Sede Medellín
1 Ph.D. en Historia, Universidad de Goteburgo-Suecia. Profesor Titular adscrito a la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas, Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, Colombia. Investigador Senior (IS). Grupo de Investigación: Historia, Trabajo, Sociedad y Cultura. Líneas de investigación: historia agraria y laboral. rramirezb@unal.edu.co
* El presente texto es derivado de la ponencia titulada: "Tabloneras, escogedoras y recolectoras en la caficultura colombiana, 1910-1970", leída en el XVIII Congreso de la Asociación de Colombianistas convocado por la Asociación de Colombianistas y Fitchburg State University en Weston, Massachusetts (EE.UU.), 10-13 de julio de 2013. Además producto del proyecto de investigación titulado: El proceso colonizador y la conformación socio-cultural y laboral en el Suroeste antioqueño. La especialización agrícola-comercial y las dinámicas de poblamiento, financiado por el Departamento de Historia de la Universidad Nacional, Sede Medellín.
Recepción: 28/08/2014 Evaluación: 01/09/2014 Aceptación: 12/11/2014
Artículo de Investigación e Innovación.
Resumen
El texto trata sobre la compleja y diversa dinámica laboral de la mujer en los sectores rural y urbano de la industria cafetalera colombiana. Es una comprensión sucinta limitada a la fase de producción del grano bajo la técnica bajo sombrío en la zona andina durante gran parte del siglo XX. Resalta la condición de la mujer a partir de su condición de recolectora, escogedora o tablonera. Se trata de un enfoque descriptivo e historicista apoyado en un extenso acervo documental y fuentes secundarias.
Palabras clave: mujeres, trabajadoras, caficultura, Colombia.
Abstract
This article discusses the complex and diverse labor dynamics of women in rural and urban sectors of the Colombian coffee industry. This concise analysis is limited to the production stage of the grain grown under shade, a technique that has been used during a large part of the twentieth century in the Andean region; and highlights the status of women, considering their condition as collectors, sorters or tabloneras. This study has a descriptive and historical approach supported on an extensive documentary archive and secondary sources.
Keywords: working women, coffee growing, Colombia.
Résumé
Ce texte reconstruit la dynamique complexe et diverse du travail des femmes dans les secteurs rural et urbain de l’industrie caféière colombienne. Il s’agit d’une étude succincte limitée à la phase de production du grain sous la technique de la culture dite « sous l’ombre » dans la zone andine pendant une grande partie du XXe siècle. Il souligne la condition de la femme à partir de sa condition de cueilleuse, escogedora ou tablonera. On y entreprend une analyse descriptive et historiciste appuyée sur un ensemble documentaire étendu ainsi que sur une large bibliographie.
Mots-clés: femmes, travailleuses, caféiculture, Colombie.
1. Introducción
Este texto considera a la mujer en su calidad de actor y sujeto histórico en una de las actividades socio-productivas más importantes en Colombia durante el siglo XX: la caficultura.
Esta industria fue representativa del sector agrario andino y se caracteriza porque dinamizó las prácticas laborales de colonos y campesinos en las zonas de frontera agrícola hasta consolidarse industria agro-industrial. Pero, de igual modo, permitió iniciar procesos socio-culturales que no tenía antecedentes en la historia agraria nacional. Es la motivación para plantear: ¿cuál fue el papel de la mujer durante la fase de producción tradicional del café bajo sombra?2
La historiografía colombiana sobre la problemática cafetera en realidad tiene diferentes énfasis y relaciones que se derivan de la historia económica, la sociología y la antropología. Ramírez Bacca ofrece una revisión bibliográfica en torno a la caficultura colombiana, con la cual se advierte la no incorporación de la problemática de la mujer y los núcleos familiares en los trabajos clásicos sobre el café, pero sí los aportes de Garzón, Meertens y Chacon, cuyos antecedentes lo constituyen León de Leal, García, Medrano, Arcila y Campillo3.
Como concluye:
El vacío se debe en parte a la carencia de fuentes primarias, que permitan trabajar el tema desde una perspectiva histórica. Así mismo, por la falta de investigaciones sistemáticas sobre los núcleos familiares campesinos y su relación laboral en estructuras agrarias. No obstante, el concepto de género es una categoría de análisis que bien puede identificarse y seguir aplicándose en los estudios agrarios.4
No extraña entonces, que en los últimos años se hiciera el trabajo de Rodríguez Giraldo5, quien advierte sobre las representaciones ideales creadas desde instituciones como la Federación Nacional de Cafeteros (FNCC), en torno a los núcleos familiares dedicados a la caficultura6, y como instrumentalizando la categoría de género se contribuye a visibilizar y analizar el papel de la mujer en el contexto rural de las zonas cafetaleras colombianas. El otro texto importante es de Ramírez Bacca sobre las escogedoras de café vinculadas al sector semi-industrial del café en Antioquia7. Y, las recientes tesis de Rodríguez Valencia sobre la mujer y la familia en tres localidades cafeteras colombianas: Calarcá y Montenegro en el Quindío y Sevilla en el Departamento del Valle del Cauca8; y de Suárez Quintero sobre la construcción cultural de la identidad de la mujer en localidad de Marquetalia en el Departamento de Caldas9. No se consideran aquí otras líneas de producción académica relacionadas con las trabajadoras rurales de otros sectores productivos, la familia y la historia laboral colombiana10.
Ya en el ámbito latinoamericano, países productores del grano como Brasil y Costa Rica, se destacan por ciertos estudios que revitalizan el concepto y el papel de la mujer; de hecho Scott defiende la importancia de la categoría de género para los análisis históricos11. Un ejemplo lo ofrecen Grossman y Leandro, quienes estudian la mujer en la caficultura a partir de los casos de Costa Rica y Brasil, pero situando el análisis en una perspectiva funcionalista de desarrollo socio-económico y participación laboral y socio-productiva de la mujer con información estadística12. Así mismo, los trabajos de Stolcke con un enfoque histórico-antropológicos sobre la mujer y la familia en haciendas de Sao Paulo constituyen un referente importante13.
En cuanto a la metodología, este artículo desarrolla un enfoque histórico-crítico cuyas fuentes de información se apoyan en información estadística, institucional, gremial y resultados de investigación. Los datos, de naturaleza fragmentada, permiten una comprensión interpretativa, que da cuenta de ciertas características funcionalistas del papel socio-productivo de la mujer. Hay en cambio una intencionalidad y técnica hermenéutica con el objeto de comprender el contexto socio-cultural de la mujer en la fase productiva tradicional del café bajo sombrío. En tal sentido, se trata de una representación historicista, que por la limitación del marco temporal propuesto, no contempla otros fenómenos y procesos recientes en las zonas cafeteras. Y, cuyas herramientas conceptuales, se definen a lo largo del texto, en especial por la naturaleza descriptiva del enfoque propuesto.
2. Antecedentes
Analizar el papel de la mujer en la caficultura tradicional colombiana significa considerar las dinámicas poblacionales y procesos de experimentación agro-industrial14. Podemos considerar, a modo de contexto, la gran transformación del sector rural y el campesinado iniciada a finales del siglo XIX. McGreevey lo señala, cuando indica que una quinta parte de esta población realmente logró su especialización gracias al café entre 1870 y 193015. Nunca antes en la historia económica se había presentado un fenómeno similar16. Los efectos de este proceso implicaron también una especialización agroexportadora de la economía nacional, evidenciada en los niveles de producción y exportación entre 1910 y 193017. La industria creció un 500 %, ofreciendo un dinamismo sin precedentes. En igual sentido, las exportaciones no hubieran aumentado sin los avances en el sistema de transportes, en especial el desarrollo de las líneas de ferrocarril, el cable aéreo y las carreteras o caminos que van al río Magdalena18.
Fue una época de bonanza en la que aumentó la capacidad adquisitiva de la población y se logró cierta industrialización gracias a las exportaciones. También hay que reconocer, que el éxito del cultivo se debió a las excelentes tierras y los buenos climas, en una fase en la que ya se habían consolidado un sinnúmero de poblados y fincas, resultado de las distintas políticas de repartición de baldíos y migraciones interregionales. En ese proceso el aporte del núcleo familiar también fue importante, en particular por su función socio-laboral. A lo que se le puede agregar los distintos sistemas de financiación y estrategias de difusión desarrollados con los pequeños y medianos propietarios.
El gran problema que tuvieron los productores fue la mano de obra, por esta misma razón el empleo de mujeres e infantes se convirtió en una estrategia, que fue señalada en la época, ya por el excesivo uso de la misma o porque incluso fue insuficiente en los periodos de recolección del grano. Pero, así como la caficultura se apoyó en el núcleo familiar, numeroso en prole, tal y como se presentó en la zona actual de Antioquia y el Eje Cafetero19, fue necesario el enganche laboral de las zonas más pobladas del altiplano cundiboyacense20. En igual sentido, el papel de la mujer fue importante en la fase semi-industrial del café, concretamente en las trilladoras en calidad de recogedoras del grano; en parte por representar la conformación de un nuevo grupo socio-laboral urbano durante las primeras décadas del siglo XX, y porque su papel como recolectoras de café se hizo de igual modo fundamental en las zonas rurales (figura 1).
3. El sector rural: tabloneras y recolectoras
En las zonas de frontera del espacio andino se configuraron distintos tipos de estructuras agrarias21, -pequeñas, medianas y grandes propiedades-; que se consolidaron según la extensión de los cultivos permanentes -cafetales de variedad Coffea Arabica (Bourbon, Maragogipe y Typica) sombreados con leguminosas, en especial con árboles frondosos de guamo y carbonero-. También era parte del hábitat los cultivos de pancoger -maíz, arracacha, fríjol, etcétera-, la cría de cerdos y ganado, y los cultivos de caña de azúcar, que en conjunto constituían una cultura de autoabastecimiento y subsistencia. Todo eso no era posible sin la presencia del núcleo familiar.
En las grandes propiedades las relaciones de aparcería con las familias arrendatarias fue importante22. En tiempos cuando tener una hacienda cafetera era una cuestión de prestigio para un dinámico y proyectado sector de comerciantes urbanos. Fueron ellos los que empezaron a configurar Sociedades Agrícolas, que no era otra cosa sino una asociación de inversionistas capitalistas e industriales, dispuestos a invertir en las zonas de frontera, al fragor de ciertas políticas de baldíos, que les permitía adquirir la posesión de predios estatales bajo la condición de tener cultivos permanentes, o incluso gracias al bajo costo de la tierras en las zonas de frontera23. Esa práctica sólo podía fortalecerse gracias a las familias de arrendatarios, con quienes las relaciones se dieron de distinto modo; ya por ser una relación consuetudinaria, también llamada la "imperante fuerza de la tradición" en la región, o por el impacto que generaron las regulaciones estatales sobre la aparcería durante el siglo XX.
El tabloneo, como vulgarmente se conocía, tiene relación con el sistema llamado en unas partes de partija y en otras de compañía. El poseedor de la tierra -en este caso el hacendado- ofrece el área para las siembras y suministra las semillas, los semovientes, las herramientas y utensilios necesarios; y el partijero -localmente conocido como tablonero- hace la siembra y atiende a la conservación de los cultivos -1000 a 3000 árboles-. El producto de cada cosecha se reparte luego entre el poseedor de la tierra y el tablonero, en las condiciones convenidas previamente24. Dicho de otra manera, el tablonero es quien bajo contrato oral o escrito recibe un cafetal o tablón para administrarlo en compañía con la hacienda25.
Gonzalo París, quien estudió la geografía de la provincia del Tolima a comienzos del siglo XX, señala que este sistema era una práctica común en muchas plantaciones de café, aunque se daba con ciertas variantes26. La primera cuando el labriego recibía una parte de la plantación -tablón- y se encargaba de su recolección, beneficio y lavado, para luego dividir por mitad el producido con el dueño, quien a su vez asumía los gastos que ocasionaban los desyerbes y las máquinas descerezadoras. Ello sin contar con la casa para vivir que adquiría el tablonero, la posibilidad de hacer cultivos y tener animales domésticos. Había otras formas de acuerdo. Por ejemplo, cuando se entregaba el lote de cafetal a varios trabajadores, quienes lo cuidaban, para luego durante la cosecha repartir el grano recolectado cada día y comprar el café recogido al dueño a un precio convencional local. También se dio la tercera opción, cuando el labriego recibía la tierra para la siembra de los árboles de café hasta la primera cosecha, acordando un precio con el dueño por el número de cafetos sembrados, quien los pagaba, y así en adelante hacer un nuevo arreglo que podía ser una de las dos variantes anteriormente señaladas.
En cualquier caso, los "cabeza de hogar" eran responsables directos con el hacendado o sus gerentes o administradores de los temas relacionados con la recolección y los préstamos en dinero. La evidencia empírica es muy limitada para hacer un análisis demográfico de esta población, lo que si podemos advertir es que para un predio con 100.000 árboles de café, lo probable era contar con 40 ó 50 familias de tabloneros27. Muy pocas mujeres responsables directas ante la administración, aunque a juzgar por la evidencia casi siempre eran ellas quienes asumían el cuidado de los árboles en épocas complejas de tensión. Las guerras y los conflictos llevaron a la victimización de hacendados y trabajadores en las zonas cafeteras. Recordemos que desde 1870 el país vivió cuatro guerras civiles (1876, 1885, 1895 y 1899), la más larga y decisiva fue la Guerra de los Mil Días (1899-1902), distintos movimientos sociales y huelgas (años 30), reformismos agrarios (década 1930 y 1960), y la violencia bipartidista que azotó a todas estas regiones (décadas de 1950 y 1960). Indistintamente de los anteriores fenómenos o factores políticos, el papel de la mujer siempre fue decisivo para el mantenimiento de la mano de obra permanente familiar, con críos e infantes; pero también el temporal, en el caso de reclutarse trabajadores migrantes provenientes de otras regiones. Visto desde una perspectiva socio-laboral y funcional el trabajo doméstico, los cultivos de autoconsumo o la granja o huerta familiar, la recolección del café, la cría de animales domésticos y la reproducción biológica de la mano de obra familiar tipifican el trabajo de las mujeres tabloneras.
En las primeras décadas del siglo XX, cuando existieron los hacendados-exportadores directos, las relaciones de producción apoyadas en el núcleo familiar tuvieron su época dorada. Posibilitaron incluso que la administración directa del hacendado no interviniera en la contratación de mano de obra temporal, y por el contrario se fortalecieron las relaciones de aparcería, con una gran autonomía por parte de tabloneros sobre los medios de producción. Entonces, las relaciones de subordinación eran patriarcales, los códigos del trabajo eran diferentes, y la generosidad del hacendado se mezclaba con las relaciones de compadrazgo. También fue la época dorada de la caficultura colombiana en términos de su producción tradicional y el fin de una dinámica y proceso que especializó al país con el café. Hacia 1937, las haciendas con limitaciones laborales y económicas, sólo contaban con una mano de obra familiar y aparcera. Ellos representaban, según Dávila sólo el 1,5 %, unos 551 arrendatarios, de la población rural del Líbano (Tolima). Ellos eran la base social y laboral del conocido: "sistema del tablón" y fueron también, quienes garantizaron no sólo la expansión del cultivo, sino también su cuidado, mantenimiento y recolección desde los albores de su vulgarización28.
4. El papel de la mujer
Las zonas cafeteras de la cordillera Central resaltan por una alta inmigración producida por las perspectivas económicas del proceso de expansión del grano. En dicho espacio deben considerar una homogenización socio-cultural especialmente antioqueña, pero que converge con elementos cundiboyacenses, caucanos y tolimenses, entre otros29. La característica era la existencia de un tipo de familia con un alto nivel de procreación y con ciertos rasgos de puritanismo religioso. Si bien, en las zonas de frontera baldía es evidente la presencia de la institución eclesiástica, la pequeña propiedad, los tablones, los cultivos de pancoger y la escasa influencia de las crisis económicas generales sobre los fenómenos demográficos ofrecían la seguridad necesaria30.
En ese contexto la mujer se destaca en su ámbito socio-familiar por su trabajo doméstico y la procreación de la fuerza de trabajo familiar, pero también por la subordinación de su papel en la esfera privada del hogar. Sin embargo, también se le acusa de cierta pasividad ante las tendencias modernizantes de esos años, por lo cual es señalada por su cultura religiosa y grado de analfabetismo31. Eran muy activas en la infinita labor de trabajo doméstico, en un contexto socio-cultural, donde el oficio de "soplar la candela", cocinar, servir la comida y lavar la vajilla se definían como trabajos exclusivamente femeninos. A lo que habría que añadir ciertos patrones de conducta, que eran bien claros y definidos para las mujeres de la época, a juzgar por el manual de comportamiento de don Manuel Mejía y las normas de comportamiento para las mujeres de un hogar tradicional32. Eran costumbres y prácticas que las madres, por lo general hacían en compañía de alguna hija o nuera, de tal modo que transmitía la fuerza de la costumbre.
En una cultura agrícola de autoconsumo, los valores en torno a la prosperidad eran diferentes. La abundancia de productos y alimentos, el número de cafetales, animales domésticos y, en fin, la prosperidad de la granja familiar parcelaria o minifundista determinaban la calidad de vida del núcleo familiar, pero también su participación en el trabajo, ya como alimentadora, recolectora o escogedora. Ellas participan en el proceso de producción en las distintas estructuras agrarias especializadas en la caficultura, pero de modo subordinado. Lo evidente es que el hacendado podía disponer ocasionalmente de su trabajo también o incluso en la alimentación del personal temporal.
Hay que señalar que la participación laboral de la mujer varió según las haciendas y sus necesidades eventuales. Por ejemplo a comienzos del siglo XX, un informe del consulado británico sobre el estado del comercio cafetero en Colombia señala que la recolección "la llevan a cabo mujeres y niños", a quienes "se les da generalmente la comida gratis"33. Las mujeres eran protagonistas en las épocas de recolección de café, allí se les conocía como las "chapoleras".
La hacienda podía disponer ocasionalmente de su trabajo en tareas específicas, pero también como escogedoras en la trilladora hacendal, urbana estatal o privada, y como "alimentadora" del personal temporal34. En cambio en el hogar campesino era el soporte del tablonero para el manejo del cafetal asignado. Era recolectora de café, alimentadora, ayudaba a la cría y alimentación de animales domésticos - cerdos, gallinas, pavos-; y trabajaba en los cultivos de pancoger y la huerta familiar.
Ya fueron señalas las evidencias sobre el uso de mano de obra femenina e infantil, ante la ausencia del personal masculino. La Revista Nacional de Agricultura señala que las condiciones sociales de la mujer eran realmente deplorables hacia la década de 192035. Había quienes consideraban que la causa se debía a su amancebamiento y porque la responsabilidad familiar recaía sobre ellas. La miseria y las enfermedades eran su agobio, sin excluir la violencia intrafamiliar y la opresión del hombre. El exceso de trabajo y simultaneidad de un sinnúmero de tareas eran sus cargas.
En los años treinta la situación social de la mujer es más crítica. Algunos agricultores sugirieron que se lograran compromisos entre los hacendados, para "moralizar" las haciendas. Por ejemplo, a través de la exclusión de los trabajadores que vivieran amancebados, y el ofrecimiento de plazos prudentes para legitimar las uniones o para desocupar las viviendas36. Ese alto grado de explotación era igual en el sector urbano, como veremos más adelante.
Lo anterior representa la intencionalidad en diferentes décadas de hacendados e instituciones por el mejoramiento de las condiciones sociales de la mujer rural. El alcance es desconocido. En cualquier caso, las diferencias y responsabilidades sociales en el ámbito familiar cambiaron y variaron considerablemente al interior de éstas o las mismas localidades.
5. Pequeñas y medianas propiedades
En cambio en las medianas y pequeñas propiedades, posiblemente su trabajo tuvo un estimulante adicional, debido a que no sólo se tenía una posesión de lotes de café, sino también la posesión de la tierra. La tierra y su tenencia era la garantía como medio de producción para tener una gran familia en zonas, donde la deserción escolar era excesivamente alta en época de cosecha, o donde sencillamente no se contaba con tales establecimientos (figura 2).
La transformación del sector rural y la participación de numerosas familias en pequeñas y medianas propiedades fueron evidentes. Recordemos que hacia 1932 existían alrededor de 150 mil fincas cafeteras. La mayoría eran pequeñas propiedades menores de diez hectáreas. Muy distinto de las 5000 fincas se calcula que existía sesenta años atrás37. La expansión del café a partir de pequeños propietarios fue exitosa, sin desconocer la prevalencia en algunas zonas de grandes plantaciones. El minifundismo era evidente en los departamentos cafeteros. Ya a mediados del siglo XX, Guhl señala que el 48 % de la producción nacional estaba en propiedades que contaban con 5000 árboles38. Pero la realidad social y cultural del pequeño productor era muy precaria.
El apoyo de un pequeño propietario era su canasto y sus hijos, o incluso si no tenía tierras la compañía del dueño del cafetal. Andaba con los pies descalzados y mal cubiertos de ropa, por lo que era propenso a los ataques de los parásitos intestinales y el zancudo. Ya en la tarde descerezaba y despulpaba el café. La pulpa quedaba en el piso creando mosquitos y miasmas, o formando un piso baboso. Todos los días sacaban el café al sol para secarlo o para guardarlo dependiendo del invierno.
Los sábados muy madrugados se iban al pueblo por una trocha. El campesino cafetero agarraba su ruana y el zurriago y se dirigía al pueblo, alegre y optimista. En el pueblo descargaba donde el intermediario -banquero o loteador-, el que le facilitaba el dinero para los mercados mientras el grano florecía. La costumbre era comprar al fiado las herramientas, ropa y sal. El campesino no siempre tenía el café seco, limpio, soplado y sin ninguna basura y guayaba. Por lo tanto no siempre lo compraba la Federación Nacional de Cafeteros39 y quedaba a merced del intermediario, quien lo compraba mucho más económico. Es el cuadro de la mayoría de los agricultores pobres40.
A la par del minifundismo cafetero, decenas de pueblos recién fundados en el siglo XIX también entraron con cierto vigor industrial y se convirtieron en ofertantes de mano de obra, alguna relacionada con la recolección del grano en el sector rural en fincas cafeteras, y otra con la fase semi-industrial, en las trilladoras de café.
6. Sector urbano: escogedoras
Tomemos el caso del Departamento de Antioquia, donde mejor podemos observar parte de este fenómeno. Alejandro López señala que hacia 1913 en tan sólo 50 municipios existían alrededor de treinta millones de árboles41. La zona norte del Departamento del Tolima, con pueblos en su mayoría de ascendencia antioqueña, de igual modo contaba con millones de árboles. El Departamento de Caldas y sus municipios vivían el mismo fenómeno. Lo que es evidente en este contexto, es que a la par de los millones de árboles debieron florecer las trilladoras y las actividades comerciales. Los informes estadísticos de Monsalve (1927, 271-275) indican la existencia de 42 trilladoras y 8.142 despulpadores en 81 municipios antioqueños hacia 192742. Fredonia y Medellín eran los municipios con mayor número, con un total de 22. En este contexto hay una emergencia de una clase obrera urbana asalariada y femenina.
Eran las "escogedoras" una nueva modalidad de trabajadoras. Es cierto que había un predominio demográfico de la mujer con respecto al hombre, lo cual indica que era también mayor el predominio de mujeres proletarias43. Ellas constituían el grupo mayoritario de trabajadores con respecto a otras industrias. Representaban, para el caso de Medellín, el 34 % de la población obrera urbana hacia 192244. Hay que resaltar que se trataba de un grupo que debía cumplir con unos requisitos mínimos respecto de su conducta, salud, y gremio anterior. Los límites de edad podían estar entre los 15 y 50 años, y con ello la advertencia que no estaba permitido el uso de mano de obra infantil, que sí era generalizado en el sector rural; pero contra el cual se estaban haciendo campañas para su prohibición durante esos años.
Fue un grupo con obligaciones contractuales definidas, lo que no siempre se dio en el sector rural, de esas primeras décadas del siglo XX. Participan de un régimen laboral, que contaba con un sistema de administración jerárquico, que podía incluir jefes inmediatos, directores, administradores o incluso personeros o el Consejo de la localidad, como logramos evidenciar en el caso del municipio de Concordia (Antioquia)45. Las "escogedoras" tenían también prohibiciones en dicho régimen, que como es natural estaba relacionado con cualquier acción o impedimento, que afectara su jornada de trabajo. Adicional a las prácticas que pudieran atentar con la honra de las personas y la prohibición del tabaco46. Podemos imaginar el potencial de este grupo de trabajadoras, cuando el café era la principal riqueza del municipio con un cálculo aproximado de 1.4 millones de árboles, que permitían una producción entre 130 y 150.000 arrobas de café anual47.
En todo caso, el grado de explotación al que era sometida la mujer era igualmente alto en el sector urbano-industrial, en las trilladoras e instalaciones de beneficio del grano para la exportación. Eran los tiempos en que las ideas socialistas empezaron a incursionar con más fuerza en sectores proletarios, y cuando los esfuerzos del Partido Comunista se orientaron a la organización de la fuerza laboral femenina, atada a las trilladoras urbanas de café, y a la reivindicación de mejoras en sus salarios y bienestar48. Recordemos que en 1936 trabajaban cerca de 3.500 personas en las trilladoras, y el 85 % de los trabajadores eran escogedoras, que trabajan a destajo o por horas49. La única excepción la muestra el caso de la Trilladora Municipal de Concordia50, donde la obligación era cumplir con jornadas de ocho horas. Según Bergquist, el salario más elevado de la escogedora más rápida no alcanzaba el nivel del salario promedio que recibían los hombres por su trabajo en la industria urbana51. La mayoría ganaba entre la mitad y dos terceras partes de dicho salario. Eduardo Santa confirma también que en el Líbano los sindicatos más fuertes fueron los de los zapateros, los matarifes y las escogedoras de café52. Su situación y explotación laboral llegó a tal extremo que la Federación Nacional de Cafeteros, a través de su gerente Mariano Ospina Pérez planteó la necesidad de mejorar las condiciones de la mujer, especialmente en el logro de una remuneración equitativa por su trabajo, y de un mejor trato en las haciendas53.
Las circunstancias y los distintos factores político-sociales tendieron a la organización de huelgas de escogedoras, movimientos de arrendatarios y posteriormente el episodio de la llamada época de La Violencia, que tuvo como epicentro las zonas cafeteras. Es claro que las características fueron la expulsión de los núcleos familiares en zonas potenciales de conflicto, generando migraciones interregionales y "desplazamientos políticos", o en el caso contrario la convivencia de las familias y sus mujeres con los actores del conflicto: autodefensas, guerrillas, bandoleros y militares.
Finalmente, hacia 1970 y según el censo cafetero la geografía cafetera identificaba 315.000 fincas cafeteras con una extensión de 4.500.000 hectáreas, de las cuales 1.000.000 estaban sembradas de café. En esa década se inicia la tecnificación de la caficultura, que de igual modo trajo cambios en los hábitos laborales y económicos de los trabajadores. Se calculaban aproximadamente unas 3.500.000 millones de personas dedicadas al cultivo, adicional a un 1.000.000 de jornaleros que trabajaban temporalmente en tiempos de cosecha. Lo cierto es que el café hasta ese momento había cimentado una auténtica economía nacional y una cultura laboral rural que no existía en el siglo XIX, donde la mujer y el núcleo familiar fueron los principales garantes de mano de obra.
7. Conclusiones
Lo anterior fue una comprensión sucinta sobre las condiciones y modo de participación laboral de mujeres y núcleos familiares, donde su función socio-productiva también fue esencial. La caficultura surgió y generó procesos que permitieron la consolidación de fenómenos de explotación agro-industrial y poblamiento. Las evidencias indican que las condiciones laborales eran deplorables y los salarios eran bajos para las mujeres y el núcleo familiar campesino. Aunque ellos se caracterizaron por lograr cierta identidad en torno a la tenencia de la tierra, los lotes de café y el trabajo; durante cierto tiempo acompañado por la función gremial de la Federación Nacional de Cafeteros. Recolectoras en el sector rural y escogedoras en el urbano. En fin, trabajadoras a destajo o asalariadas con bajos ingresos, en un contexto donde la producción del grano, orientada al mercado internacional, representó también cierta identidad para la economía nacional y sus productores.
Los fenómenos socio-políticos también tuvieron su impacto, en especial porque alteraron su hábitat y esfera socio-laboral, pero de igual manera evidenciaron su politización o sindicalización, y consecuentemente su visibilización. No era para menos. La mujer de igual modo, en una escala global, también se hizo presente en dinámicas de modernización y emancipación a comienzos del siglo XX. Pero, en realidad, la mujer no es tan representativa en cuanto a su condición de titular o derechos de propiedad sobre la tierra, e incluso en las relaciones jurídicas, propias de las relaciones de aparcería. Habría que sugerir una pregunta para futuras investigaciones: ¿Cuáles fueron sus funciones y cambios en la fase de producción cafetera tecnificada? En un escenario donde lo tradicional cambió y por ende el tipo de relaciones socio-laborales y productivas también.
Pie de página
2 En la historia agraria y sobre el café colombiano se identifican dos fases de producción relevantes. La primera conocida como la fase de producción tradicional bajo sombrío con la técnica de sembrados bajo sombra con base a la variedad Coffea Arabica -Bourbon, Maragogipe y Typica- fue predominante desde los comienzos de la vulgarización sistemática del cultivo en la segunda mitad del siglo XIX hasta los inicios de la segunda fase con la implementación de cultivos tecnificados sin sobra. Esta fase tiene sus primeros antecedentes en la década de 1960, pero su sistematización masiva sólo se observa en la siguiente década con la variedad Caturra -Coffea Arabica Caturra-, variedad brasilera introducida y promocionada por la Federación Nacional de Cafeteros.
3 María Arcila, El caturra y la familia campesina cafetera, o cambios económicos y familiares entre pequeños productores de café del municipio de Andes (Tesis de grado: Universidad de Antioquia, 1984); Martha Isabel Garzón Castro, Mujeres trabajadoras del café (Bogotá: Ministerio de Cultura, 2002); Sara Teresa Chacón Maldonado, La presencia de la mujer en el desarrollo de la zona cafetera colombiana (Bogotá: Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, 1990); Colombia, Ministerio de Agricultura y Fabiola Campillo, Situación y perspectivas de la mujer campesina colombiana. Propuesta de una política para su incorporación al desarrollo rural (Bogotá: n.d, 1983) (fotocopia); Magdalena León de Leal, Mujer y capitalismo agrario, estudio de cuatro regiones colombianas (Bogotá: Asociación Colombiana para el Estudio de la Población - ACEP, 1980); Diana Medrano, Mujer campesina y organización rural en Colombia: tres estudios de caso (Bogotá: Fondo Editorial Cerec-Universidad de Los Andes-Departamento de Antropología, 1988); Diana Medrano, "La mujer en la región cafetera del suroeste antioqueño", en Mujer y capitalismo agrario (Bogotá, Colombia, 1980); Donny Meertens, Tierra, violencia y género. Hombres y mujeres en la historia rural de Colombia 1930-1990, (Holanda: Editorial de la Universidad Católica de Nijmegen-Katholieke Universiteit, 1997); Renzo Ramírez Bacca, "Trabajo, familia y hacienda, Líbano-Tolima, 1923-1980. Régimen laboral-familiar en el sistema de hacienda cafetera en Colombia", Utopías Siglo XXI, N° 11 (2005): 89-98; Renzo Ramírez Bacca, " Estudios e historiografía del café en Colombia, 1970-2008. Una revisión crítica", Cuadernos de Desarrollo Rural, N° 64 (2010): 13-29; Magdalena León de Leal, Mujer y capitalismo agrario, estudio de cuatro regiones colombianas (Bogotá: Asociación Colombiana para el Estudio de la Población - ACEP, 1980). Léase también Claudia García, Honor y mujer en el homicidio (Trabajo de grado optativo al título de Licenciado en Ciencias Sociales, Universidad del Tolima, 1992); Mary García, Migración laboral femenina en Colombia (Bogotá: Ministerio de trabajo y Seguridad Social, Senalde, 1979). Serie Migraciones Laborales N° 16; Cecilia Muñoz, El niño trabajador migrante en Colombia (Bogotá: Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Senalde, 1980). Serie Migraciones Laborales N° 18; Myriam Ordóñez, Población y familia rural en Colombia, (Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 1986).
4 Renzo Ramírez Bacca, "Estudios e historiografía…",22.
5 Viviana Rodríguez Giraldo, "Contexto rural caficultor en Colombia: consideraciones desde un enfoque de género", La manzana de la discordia, N° 1 (enero- junio, 2009): 53-62.
6 La caficultura es un término utilizado que engloba las prácticas socio-laborales, productivas y culturales de los distintos agentes -productores, trabajadores, funcionarios, técnicos, entre otros- en la industria cafetalera.
7 Renzo Ramírez Bacca, "Clase obrera urbana en la industria del café. Escogedoras, trilladoras y régimen laboral en Antioquia, 1910-1942", Desarrollo y Sociedad, N° 66 (2011): 43-69.
8 Lina María Rodríguez Valencia, "La riqueza invisible: familia y mujer en tres localidades cafeteras" (Tesis de Maestría en sociología, Universidad del Valle, 2013).
9 Johana Paola Suárez Quintero, "Un álbum, una historia, una identidad: Estudio sobre la construcción cultural de la identidad de la mujer cafetera en Marquetalia-Caldas" (Tesis de Magíster, Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá: 2011).
10 No obstante, es sugerente considerar los textos de Gabriela Arango Gaviria, "El proletariado femenino entre los años 50 y 70. Las mujeres en la historia de Colombia (mujeres y sociedad)", en: Las Mujeres en la Historia de Colombia, Tomo III Mujeres y Cultura, Velásquez Toro (Bogotá: Consejería Presidencial para la Política Social, Presidencia de la República de Colombia, Grupo Editorial Norma, 1995); Gabriela Arango Gaviria. "Trabajadoras en campos y ciudades: Colombia y Ecuador", en: Historia de las mujeres en España y América Latina. Del siglo XX a los umbrales del XXI, (2006); Elssy Bonilla y Eduardo Vélez, Mujer y trabajo en el sector rural colombiano (Bogotá, 1987); Carmen Diana Deere y Magdalena León de Leal, Women in Andean agriculture: peasant production and rural wage employment in Colombia and Perú (Geneva: International Labour Ofice, 1982); Carlos Arnulfo Escobar Belalcázar, Historia furtiva: mujer y conflictos laborales, las escogedoras de café en el Antiguo Caldas (1930-1940) (Pereira: Universidad Tecnológica de Pereira, 1995); Magdalena León de Leal, Mujer y capitalismo agrario, estudio de cuatro regiones colombianas (Bogotá: Asociación Colombiana para el Estudio de la Población - ACEP, 1980); Diana Medrano, Mujer campesina y organización rural en Colombia: tres estudios de caso (Bogotá: Fondo Editorial Cerec-Universidad de Los Andes-Departamento de Antropología, 1988); Magdalena Velásquez Toro (ed.), Las mujeres en la historia de Colombia. Tomos I-III (Bogotá: Consejería Presidencial para la Política Social, Presidencia de la República, Editorial Norma, 1995).
11 Joan W. Scott, "El género: una categoría útil para el análisis histórico", en El Género: la construcción cultural de la diferencia sexual (México: PUEG, 1996; 265-302, http://www.inau.gub.uy/biblioteca/scott.pdf (30 de octubre de 2014).
12 Shana Grossman y Leandro Harold, "La mujer en el proceso productivo del café. Los casos de Costa Rica y Brasil", Ciencias sociales, Nos. 45-46: (1986): 143-154. http://revistacienciassociales.ucr.ac.cr/wp-content/revistas/45-46/grossman.pdf (30 de octubre de 2014).
13 Verene Stolcke, "The exploitation of Family Morality. Labors Sistems and Family Structure on on Säo Paulo Plantations, 1850-1980", en: Kinship Ideology and Practice in Latin America, (1984); Verena Stolcke, Coffee Planters, Workers and Wives: Class Conflict and Gender Relations on Säo Paulo Plantations, 1850-1980, (New York: St. Martin’s. Press, 1988).
14 Sobre procesos de colonización, población y experimentación agrícola comercial ver a Eduardo Santa, Arrieros y fundadores (Líbano: Alcaldía Popular del Líbano, 1997); Eduardo Santa, La Colonización Antioqueña, una empresa de caminos (Bogotá: TM Editores, 1993); Hermes Tovar, Que nos tengan en cuenta. Colonos, empresarios y aldeas: Colombia 1800-1900 (Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1995); Albeiro Valencia Llano, Vida cotidiana y desarrollo regional en la colonización antioqueña (Manizales: Universidad de Caldas, 1996); Marco Palacios, El café en Colombia 1850-1970. Una historia económica, social y política (México: El Colegio de México, 2009); James Parsons, La colonización antioqueña en el occidente de Colombia, (Bogotá: Banco de la República, El Áncora Editores, 1997); Catherine LeGrand, Colonización y protesta campesina en Colombia (1850-1950) (Bogotá: Ediciones Universidad Nacional de Colombia, 1988); Renzo Ramírez Bacca, Colonización del Líbano. De la distribución de baldíos a la formación de una región cafetera, 1849-1907. Serie Cuadernos de Trabajo de la Facultad de Ciencias Humanas, 23 (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2000).
15 En realidad, hacia 1875 el sector exportador y sus servicios afines probablemente no empleaban más de 35.000 trabajadores. Medio siglo más tarde se calculaba la existencia de unos 900.000 campesinos miembros de familias cultivadoras. En tal sentido, entre 1870 y 1930 una quinta parte de la población campesina colombiana se desplazó hacia una agricultura de exportación, como consecuencia de la expansión del café. Cf. William Paul McGreevey, Historia económica de Colombia, 1845-1930 (Bogotá: Tercer Mundo, 1982): 176. N de A: La cifra se obtiene a partir de la existencia de unas 5000 fincas cafeteras que suponen la permanencia de una familia con unos seis miembros en promedio.
16 Sobre la historia económica y agraria se puede considerar, entre otros autores, a Jesús Antonio Bejarano, "El fin de la economía exportadora y los orígenes del problema agrario", Cuadernos Colombianos, Tomo II, N° 8, (Cuarto Trimestre, 1975): 539-638; Jesús Antonio Bejarano, Ensayos de historia agraria colombiana (Bogotá: CEREC, 1987); Salomón Kalmanovitz, "El régimen agrario durante el siglo XIX en Colombia", en: Manual de Historia de Colombia. Vol. 2, (Bogotá: Editores Procultura SA, 1984); Carlos Mario Londoño, Economía agraria colombiana (Madrid: Ediciones RIALP, S.A, 1965); Absalón Machado et al. El agro en el desarrollo histórico colombiano. Ensayos de Economía Política (Bogotá: Punta de Lanza, 1977); León Zamosc, La cuestión agraria y el movimiento campesino en Colombia (Ginebra: Instituto de Investigaciones de las Naciones Unidas para el Desarrollo Social, 1987).
17 La producción da un salto cualitativo entre 1910, año en que se producen 570 mil sacos de café de 60 kilos; y 1930 cuando la producción alcanza la suma de 3118 mil sacos. Cf. Renzo Ramírez Bacca, "Clase obrera…124.
18 La importancia del ferrocarril como medio de transporte y estímulo en la fundación de cultivos se da al considerar cómo en 1888 en el ferrocarril de Antioquia se transportaron 5 mil sacos de café, mientras que en 1923 se transportaron 517 mil sacos de café. Cf. Gabriel Poveda Ramos, Historia económica de Antioquia (Medellín: Autores Antioqueños, 1988), 191.
19 El llamado Eje Cafetero lo comprenden los departamentos de Caldas, Risaralda, Quindío, la zona nor-oriental del Departamento del Valle del Cauca, el suroeste del Departamento de Antioquia y el nor-occidente del Departamento del Tolima. Esta zona logró una especialización socio-productiva con el café, que también es resultado de fenómenos de poblamiento logrados con mayor intensidad en la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX.
20 Léase un estudio comparado entre México y Colombia sobre el enganche laboral en el sector cafetero en Renzo Ramírez Bacca, "Colonización y enganche en zonas cafeteras. Los casos de Tapachula (Soconusco -México) y Líbano (Tolima-Colombia), 1849-1939", en: Miradas de contraste. Estudios comparados sobre Colombia y México (México: Universidad Autónoma de San Luis Potosí-Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, Miguel Ángel Porrúa Editor, 2009): 187-229.
21 La estructura agraria se entiende aquí como un espacio socio-productivo en el cual se identifican diferentes agentes laborales y administrativos especializados en la producción cafetera, cuya disposición en torno a los medios de producción -la tierra y los cultivos- se apoya en relaciones de trabajo jerarquizadas y con un carácter consuetudinario y legal. Estas se transforman en el tiempo según las circunstancias cambiantes de carácter coyuntural o procesal histórico.
22 Ver un importante texto sobre la aparcería en Colombia en Donny Meertens, "La aparcería en Colombia…"11-62.
23 Autores como Carlos Dávila, "Autosemblanza de empresarios agrícolas. Tres reseñas: Santiago Ede, Rafael Jaramillo Montoya y Medardo Rivas", Cuadernos de Agroindustria y Economía Rural, N° 10 (Primer Semestre, 1983): 9-26; Renzo Ramírez Bacca. "Formación de una hacienda cafetera: mecanismos de organización empresarial y relaciones administrativo-laborales. El caso de La Aurora (Líbano, Colombia), 1882-1907", Cuadernos de desarrollo rural, N° 42 (1999): 83-116; Hermes Tovar, Que nos tengan…1995, trabajan la problemática empresarial desde una perspectiva histórica.
24 Renzo Ramírez Bacca, "Formas organizacionales y agentes laborales en la caficultura tradicional colombiana, 1882-1972", en: Vías y escenarios de la transformación laboral: aproximaciones teóricas y resultados de investigación, (Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2008): 179-206.
25 En los procesos de colonización o apropiación de terrenos baldíos es posible encontrar ciertos acuerdos notariales, a modo de contratos, sobre los distintos modos de participación laboral y distribución de la producción; sin embargo, la práctica de acuerdo verbal, fue la más frecuente en el tiempo. Solo hasta mediados del siglo XX, con la consolidación del Ministerio de Trabajo, incluso con la difusión de prácticas asociativas de carácter sindical, y resultados de reformas agrarias en los años 30 y 40 se hizo más frecuente el contrato escrito en las zonas cafetaleras.
26 Gonzalo París, Geografía económica de Colombia. Tolima. Tomo 7 (Bogotá: Editorial Santafé, 1946), 166-167.
27 Un análisis más amplio de esta dinámica ver en Renzo Ramírez Bacca, Historia laboral de una hacienda cafetera. La Aurora, 1882-1982 (Medellín: La Carreta Editores E.U., 2008).
28 Josué Dávila, "Informe sobre el municipio del Líbano", en: Anuario Estadístico del Tolima (Ibagué: Contraloría del Tolima, 1937), 146.
29 Léase sobre los procesos de homogenización en la cordillera Central a Renzo Ramírez Bacca e Isaías Tobasura Acuña, "Migración boyacense en la cordillera Central, 1876-1945. Del altiplano cundiboyacense a los espacios de homogenización antioqueña", Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinos, N° 2 (2004): 225-253.
30 El caso del departamento de Caldas léase en Antonio García, Geografía económica de Caldas (Bogotá: Banco de la República, 1978): 181-213. Cf. Darío Fajardo, Violencia y desarrollo. Transformaciones sociales en tres regiones cafeteras del Tolima, 1936-1970 (Bogotá: Suramericana, 1979), 91-92.
31 En 1912 un articulista señala, de manera cruda, la pasividad de la mujer ante los "movimientos modernos del progreso nacional, educacional, social, etc." Pero en especial el estado de su cultura religiosa y analfabetismo. Cf. El Cronista, mayo 04, 1912.
32 Fondo Cultural Cafetero, Don Manuel. Mister Coffee, Tomo 1 (Bogotá: s.e, 1989).
33 Dickson Spencer S., "Informe sobre el estado actual del comercio cafetero en Colombia, septiembre 11 de 1903", Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, (1976): 103.
34 La trilladora es el lugar en donde, por medio de máquinas, se trilla el café, quitándole el cisco o cáscara. Luego de trillado pasa a las mesas de plano inclinado en donde las escogedoras le quitan toda impureza y pasilla hasta dejar el grano listo para la exportación. Tomado de Euclides Jaramillo Arango, Un extraño diccionario: el castellano en las gentes del Quindío, especialmente en lo relacionado con el café (Armenia: Editor Comité Departamental de Cafeteros del Quindío, 1998), 321.
35 Revista Nacional de Agricultura (febrero, 1920).
36 Absalón Machado et al., El agro en el desarrollo…51.
37 William Paul McGreevey, Historia económica…
38 Ernesto Guhl, "El aspecto económico-social del cultivo de café en Antioquia", Revista colombiana de antropología N° 1, (1953): 198-257.
39 Sobre los inicios de la Federación Nacional de Cafeteros, léase: Steinar Saether, "Café, conflicto y corporativismo. Una hipótesis sobre la creación de la Federación Nacional de Cafeteros", Anuario Colombiano de Historia y de la Cultura, N° 26 (1999): 134-163, http://www.bdigital.unal.edu.co/20608/1/16770-52549-1-PB.pdf (30 de octubre de 2014).
40 Ernesto Guhl, "El aspecto económico-social…231-233.
41 Alejandro López, Escritos escogidos (Bogotá: Editorial Andes. Serie Biblioteca Básica de Colombia, 1976), 387-388.
42 Diego Monsalve, Colombia Cafetera (Bogotá: Artes Gráficas SA, 1927), 271-275.
43 Fernando Botero indica ese predominio, a tal punto que en 1918 había en el departamento 1276 mujeres por cada mil hombres, y en 1912 la proporción era de 1265 por cada mil; que aumenta para la ciudad de Medellín. Cf. Fernando Botero, La industrialización en Antioquia (Medellín: Hombre Nuevo, 2003): 119.
44 Anuario estadístico del Distrito de Medellín, 1922, (Medellín: tipografia Bedout, 1923).
45 Archivo Histórico de Concordia (AHC) Concordia-Colombia, Decretos, 1942, Resolución N° 11, hoja 1.
46 AHC…
47 AHC. Concordia-Colombia. Municipio de Concordia. Tomo 227, "Fundación Concordia Monografía", 1947-1949, 8.
48 Sobre la participación del Partido Comunista Colombiano y las ideas socialistas en la organización sindical de los trabajadores obreros ver Mauricio Archila Neira, Cultura e identidad obrera. Colombia 1910-1945 (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1992); Charles Berquist, Los trabajadores en la historia latinoamericana. Estudios comparativos de Chile, Argentina, Venezuela y Colombia (Bogotá: Siglo XXI, 1988).
49 Lecturas sobre la sindicalización de los trabajadores obreros en: Gloria Gaitán, Colombia. La lucha por la tierra en la década del treinta, génesis de la organización sindical campesina (Bogotá: Tercer Mundo, 1976); Norma Villarreal Méndez, "Movimiento de mujeres y participación política en Colombia, 1930-1991", en: Historia, género y política: movimiento de mujeres y participación política en Colombia, 1930-1991 (Barcelona: Seminario Interdisciplinar Mujeres y Sociedad, 1994), 57-78.
50 Sobre los orígenes de la Trilladora Municipal de Concordia ver: Renzo Ramírez Bacca, "Clase obrera urbana…43-69. En la actualidad su espacio es considerado un parque educativo ver Gobernación de Antioquia, "De trilladora municipal a parque educativo", http://antioquia.gov.co/index.php/prensa/historico/12192-de-trilladoramunicipal-a-parque-educativo
51 Charles Bergquist, Café y conflicto en Colombia, 1886-1910. La guerra de los mil días: sus antecedentes y consecuencias (Medellín: Fondo Rotatorio de Publicaciones FAES, 1981).
52 Eduardo Santa, Recuerdos de mi aldea, perfiles de un pueblo y de una época (Bogotá: Ediciones Kelly, 1990). Léase también el caso de las escogedoras del antiguo Caldas en Carlos Arnulfo Escobar Belalcázar, Historia furtiva…
53 Federación Nacional de Cafeteros, "Informe rendido por el Gerente Mariano Ospina Pérez, Gerente de la Federación Nacional de Cafeteros al VI Congreso Nacional de Cafeteros" (Pasto, Informe leído en el VI Congreso Nacional de Cafetero en 1934): 42-43.
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Citar este artículo:
Renzo Ramírez Bacca, "Mujeres en la caficultura tradicional colombiana, 1910-1970", Historia y Memoria N°10 (enero-junio, 2015), 43-73.