Colombia y su participación en la Guerra de Corea: Una reflexión tras 64 años de iniciado el conflicto*

Colombia and its participation in the war of Korea: A reflection 64 years after the conflict started

La Colombie et sa participation dans la Guerre de Corée: une réflexion 64 ans après les débuts du conflit

Juan David Meléndez Camargo1
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Tunja, Colombia

1 Historiador, Pontificia Universidad Javeriana. Candidato a Magíster en Historia, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Grupo de Investigación: Conflictos sociales siglo XX. jd_mmcc@hotmail.com

* Este artículo es producto del proyecto de investigación titulado: La prensa y la participación de Colombia en la guerra de Corea.

Recepción: 20/07/2014 Evaluación: 12/08/2014 Aceptación: 27/11/2014
Artículo de Investigación e Innovación.


Resumen

El texto hace una reflexión sobre la participación de Colombia en la Guerra de Corea y las implicaciones políticas que tuvo para el país. Dicha participación generó mucha polémica porque Colombia fue el único país latinoamericano que colaboró con la causa norteamericana para derrotar la expansión del comunismo. En este contexto geopolítico de la Guerra Fría se iniciaron las llamadas "guerras satélite" patrocinadas por los Estados Unidos y la extinta Unión Soviética. Para este estudio, la prensa de circulación colombiana es de gran relevancia porque permite hacer seguimiento al desarrollo de esa confrontación armada, desde la perspectiva de los soldados colombianos y lo que esta intervención le dejó al Ejército y al país. En términos generales la competencia ideológica de Estados Unidos y la URSS, que inició tras la Segunda Guerra Mundial, vinculó a muchas naciones tercermundistas en la coyuntura del agitado orden político mundial y polarizó sus relaciones políticas.

Palabras clave: Guerra de Corea, Guerra Fría, Colombia, Batallón Colombia, Comunismo.


Abstract

The document is a reflection on the participation of Colombia in the war of Korea and the political implications it brought to the country. Such participation generated much controversy in Colombia because this decision turned the nation into the only Latin American country that cooperated with the North American cause to defeat the expansion of communism. In this geopolitical context of the Cold War, the so called "satellite wars" began, sponsored by the United States and the former Soviet Union. The Colombian circulating press was widely relevant for this study in political history. It allowed to monitor the development of this armed confrontation from the perspective of Colombian soldiers in Korea, and to reflect about what this intervention achieved for the army and the country. In general terms, the ideological race of the United States and the USSR that began after World War Second, involved many third world nations into the agitated political world order, polarizing their political relationships.

Keywords: War of Korea, Cold War, Colombia, Colombian army, communism.


Résumé

Ce texte propose une réflexion à propos de la participation de la Colombie dans la Guerre de Corée et des implications politiques qu’elle a eues pour le pays. Cette participation a suscité de vives polémiques parce que la Colombie a été le seul pays latino-américain à s’engager dans la cause nord-américaine dont le but était de stopper l’expansion du communisme. C’est dans le contexte géopolitique de la Guerre Froide qu’ont débuté certaines guerres dites "satellites", parrainées par les Etats-Unis et la disparue Union Soviétique. Pour cette étude, est d’une grande importance la presse colombienne qui permet de suivre au pas le développement de cette confrontation du point de vue des soldats colombiens, et d’analyser les conséquences de cette intervention tant pour l’Armée que pour la Colombie. En somme, la dispute idéologique des Etats-Unis et de l’Union Soviétique, entamée dès la fin de la Deuxième Guerre Mondiale a entraîné beaucoup de nations du Tiers-monde dans la conjoncture mondial d’un ordre politique trouble, en polarisant leurs relations politiques.

Mots clés: Guerre de Corée, Guerre Froide, Colombie, Bataillon Colombie, Communisme.


1. Introducción

A más de sesenta años del alto al fuego establecido alrededor del paralelo 38 que dio fin a la guerra entre las dos Coreas, y por la persistencia de profundas diferencias políticas y diplomáticas en esa zona, resulta apropiado hacer una retrospectiva que pueda dar un plano general de este acontecimiento. Aprovechando la vasta producción historiográfica al respecto, también es importante revisar las implicaciones que en el marco de la Guerra Fría tuvo la noticia de la participación del país en el conflicto asiático.

Dicha guerra que vio acción entre 1950 y 1953 en tierras de Corea del Sur y del Norte, fue uno de los conflictos con más participación de países extranjeros en un solo territorio y, evidentemente, fue una confrontación casi directa entre los Estados Unidos y la Unión Soviética en un periodo que se caracterizó por presenciar la más grande tensión política internacional del siglo XX. Y es que para 1950 el orden político mundial era bastante complejo, ya que las estrategias expansionistas y de contención de los bloques de poder moldearon el devenir diplomático en el planeta, y la lucha contra el comunismo se generalizó en algunas regiones.

Puede resultar sorprendente que para Colombia este conflicto en tierras lejanas tuviera efectos y, más aún si se habla de soldados colombianos víctimas mortales en Corea o de veteranos que hoy cuentan su historia. Esto por una discutida decisión que convirtió a Colombia en el único país latinoamericano que colaboró real y materialmente con la causa norteamericana, para derrotar la expansión del comunismo en Corea, un gran contingente de nacionales combatió contra norcoreanos y chinos en la península.

Esa vinculación activa de Colombia al conflicto significó el inicio de una fuerte polémica que hoy aún se discute cuando se recuerdan las condiciones que el país vivía en lo social, en una época marcada por la violencia y que se considera clave para poder entender algunos procesos que hoy siguen vigentes. Ese apoyo a la defensa de Sur Corea, que no era más que otra batalla de la política anticomunista de Estados Unidos en el Pacífico, fue amparado por la mayoría conservadora en Colombia, grupo político que reflejaba el pensamiento occidental que reinaba para la época en el país; pero por otro lado, ese respaldo fue visto como un desacierto que ignoraba la realidad nacional de guerra partidista que se vivía y que ponía en riesgo la soberanía de un país sin experiencia notable en guerra de guerrillas a nivel internacional2.

La noticia tomó por sorpresa a los ciudadanos, pero con el pasar del tiempo se fue convirtiendo en una realidad que, en la prensa por ejemplo, se iba confirmando a través de titulares como: "Ayuda efectiva de Colombia en Corea anuncian"3 o "La oferta colombiana a Corea no es platónica, declara el Canciller"4.

Bajo el contexto de Guerra Fría y de la Violencia en Colombia, se desarrolló la cruenta confrontación en la península coreana por tres años, dejando más de medio millón de pérdidas humanas, con una polémica decisión de participación nacional, pero también a un contingente colombiano reconocido por los mismos norteamericanos por su desempeño5. En palabras del recientemente fallecido General y capitán del Batallón Colombia, Álvaro Valencia Tovar, se puede afirmar que: "Más tinta se ha gastado en las rotativas de periódicos y revistas colombianos en discutir la presencia militar del país en Corea que en elogiar sus proezas en el campo de batalla"6.

Para hacer esa revisión es fundamental tener presentes los siguientes interrogantes: ¿El supuesto de un comunismo enemigo del orden, hizo entender a los colombianos que la participación del país en la Guerra de Corea era una obligación diplomática?, ¿La participación de Colombia en la Guerra de Corea fue el resultado de una necesidad particular que se sobrepuso a la difícil situación local?, ¿El desempeño del Batallón Colombia en la confrontación en Oriente sirvió para algo más que la satisfacción de un interés gubernamental? O, ¿Cuáles fueron finalmente las utilidades de participar en la Guerra de Corea?

Este trabajo está dividido en tres partes. La primera contextualiza la dinámica de la política internacional que vio el surgimiento de la Guerra Fría y la Guerra de Corea. La segunda aborda la problemática local, cuando Laureano Gómez responde afirmativamente el llamado de la ONU en pleno periodo de "la Violencia". Finalmente la tercera parte se ocupa del desarrollo de la Guerra y de la entrada en acción del Batallón Colombia y lo que esto dejó para Colombia.

2. Expansión o contención: Se vislumbra lo que sería una guerra no tan fría

En válidas e innumerables investigaciones y publicaciones hechas en torno al enfrentamiento ideológico que ocupó medio siglo XX, entre las dos potencias que emergieron tras la Segunda Guerra Mundial, desde la orilla en la que se mire, la concepción cambia radicalmente, por eso es clave ver esta estructura de transformaciones sociales y políticas siendo conscientes del ideario occidental que imperaba para Colombia y la región7.

Los Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, aquellas dos potencias que se repartieron el poder mundial desde el viejo continente, tiñeron el periodo de posguerra de desconfianza y la tensión política dejaba ver el nacimiento de la amenazante Guerra Fría. La división política y económica del mundo estaba claramente marcada con los acuerdos de Yalta y Potsdam, y los intereses eran lo suficientemente opuestos como para pensar que las relaciones diplomáticas se normalizarían después de la gran guerra.

El gobierno de Estados Unidos, además de estar concentrado en la reconstrucción de Europa, por su posición geográfica y por sus intereses económicos en regiones como la del Pacífico y Medio Oriente, en donde por ejemplo el petróleo jugaba un papel muy importante, se convertiría en patrocinador de confrontaciones tanto internas como de carácter internacional para apoyar grupos de terceros, que a la postre se convertirían en militantes de todo tipo en zonas tan apartadas como estratégicamente apetecidas.

Por tal motivo, dentro de la nueva política exterior de los Estados Unidos adoptada desde 1947, los territorios asiáticos tendrían suma importancia, tanta como la misma Europa occidental, y se buscaría detener el avance comunista desde allí. Para 1950 con Harry S. Truman en su segundo mandato al frente de los Estados Unidos, dicha política exterior se basó en la contención y el espionaje. Los norteamericanos se encontraban en pleno rearme de sus fuerzas y la reconstrucción de Europa, respaldada por el capitalismo marchaba, pero las críticas a algunas decisiones del mandatario iban en aumento. En abril de ese mismo año, el Consejo Nacional de Seguridad de Estados Unidos decide abandonar su política de no intervención, que permitió el avance comunista de China, y pasa a reconstruirse como una potencia militar capaz de responder a cualquier desafío8.

Del otro lado, el comunismo soviético en cabeza de Stalin comenzaba a verse como una fuerza de riesgo desde 1946 cuando, en un discurso con un evidente contenido ideológico, el máximo líder soviético anunciaba el rumbo de posguerra que su país iba a seguir. Para los estadounidenses, aquello significaba la "ruptura definitiva con el espíritu de la Gran Alianza; el discurso no contenía ni una sola palabra amistosa hacia las potencias occidentales"9. Poco a poco se creaba un ambiente de rechazo y hostilidad hacia los norteamericanos y el comunismo era una opción para una parte de la devastada Europa, "la revitalización del chauvinismo y el nacionalismo y la creencia ideológica en la hostilidad agresiva del ‘imperialismo occidental’ hacia la Unión Soviética fueron factores que contribuyeron a crear la poderosa amalgama, que hizo que millones de ciudadanos soviéticos suscribieran de buena fe los planes de posguerra de Stalin"10.

La Guerra Fría se desarrollaría entonces con dos líderes que, sin llegar a una confrontación agresiva directa, tenían bajo su control a varias naciones que actuarían a nombre de ellos, o peor aún, definirían sus problemáticas locales en sus tierras y con su gente, pero con el respaldo bélico condicionado e interesado de las potencias. La naturaleza del conflicto cobraba un carácter global y se situaba en el marco de una "lucha universal entre el bien y el mal"11.

La llamada teoría de la contención promovida por los Estados Unidos buscaba únicamente una cosa: mantener el comunismo lejos de la zona occidental y controlarlo en los lugares en donde ya tuviera influencia. La idea era bloquear cualquier posibilidad de avance expansionista de la teoría soviética, más allá de lo que se conocería como la "cortina de hierro". La labor era monumental y se buscó por todos los medios hacer ver a los países que estaban bajo influencia de los Estados Unidos, que el enemigo era el comunismo y la erradicación de cualquiera de sus formas de introducción era fundamental para que los gobernantes la aplicaran y así, no arriesgar su estabilidad política y económica.

En el caso de Latinoamérica, el surgimiento de la Guerra Fría fue de gran impacto, transformó la política regional totalmente y llevó esta mentalidad anticomunista hasta los niveles más recónditos de la sociedad. Bárbara Skladowska define muy bien lo que fue una guerra extranjera para el continente y sobre todo para Colombia, en donde se apropiaron de varias situaciones del contexto mundial a nivel local, para ella es interesante ver "cómo el continente latinoamericano traduce las coyunturas externas, cómo se apropia de ellas. Cómo configura sus representaciones, tratando de encontrar un lugar de significación en la compleja geopolítica de la Guerra Fría"12.

Esa visión de la ideología oriental como la amenaza que debía ser erradicada a nivel global, llevó a considerar ciegamente que aliarse con los Estados Unidos en esta misión sería un buen camino para darle una imagen de firmeza al gobierno ante los focos comunistas que existían ya en Colombia13. La contención en Colombia se aplicaría entonces como se hacía a nivel mundial, desvirtuando los discursos comunistas y atacando las corrientes o los movimientos que apoyaran las políticas de la URSS en la región14.

Un ejemplo de los reiterados intentos que el partido Conservador hizo para combatir la presunta alianza entre liberales y el partido Comunista, lo podemos ver en la invitación que en 1949 hizo el Directorio Nacional Conservador para la creación de un Frente Nacional Anticomunista, argumentando los supuestos peligros y los daños que traían a la patria esas nuevas ideas totalitarias.

Colombia para la época, tenía buenas relaciones con el gobierno norteamericano y en lo diplomático se pueden destacar los siguientes puntos que al finalizar la Segunda Guerra Mundial sirvieron como elementos cohesionadores en las políticas internacionales de los dos países: primero la "subordinación activa" aplicada por el gobierno liberal; segundo el nombramiento de Alberto Lleras Camargo como líder continental del sistema panamericano; tercero el ingreso a la ONU en 1945; cuarto la creación del Tratado Internacional de Asistencia Recíproca con Estados Unidos; y quinto la creación de la OEA con Colombia como pieza fundamental del proceso15.

13 Una visión radical, pero que es reflejo absoluto del pensamiento de esa época la de José M. Nieto, quien afirma que "el comunismo colombiano no actuaba como una rueda suelta sino como un engranaje de la gran maquinaria dirigida desde Moscú, interesada en fomentar un extenso movimiento social comunista en todos los países de América". José M. Nieto R., La batalla contra el Comunismo (Bogotá: Empresa Nacional de Publicaciones, 1956), 20.

Para un gobierno que se reconocía anticomunista, como la gran mayoría de las naciones americanas a mitad del siglo XX, respaldar a los Estados Unidos en una causa como frenar la expansión del comunismo chino en Asia, representaría un reconocimiento a futuro por los norteamericanos, pero también podría significar un fracaso en lo militar y en lo económico para el país. Para los Estados Unidos, la posible ayuda de un país latinoamericano no dejaba de ser algo menor, ya que no era mucho lo que los norteamericanos podrían recibir materialmente de naciones del tercer mundo, pero, como se evidenciaba de voz de los principales líderes y desde las Naciones Unidas16, la necesidad era grande y había urgencia de recibir cualquier tipo de apoyo y esta acción se esperaba prontamente sin importar la nación17. Tal vez, el factor humano sí representaba un aporte significativo a las tropas que se dispondrían en Corea, pero políticamente los países de la región seguían en una relación de sumisión ante el país del norte, lo que prácticamente obligaba a hacerse notar con un contingente. Tal fue el caso de Colombia.

Pero todo comenzó al otro lado del Pacífico, cuando el escenario de hostilidad se formaba y la tensión de la naciente Guerra Fría se intensificaba con la victoria de la revolución comunista en China en 1949, fue entonces cuando la URSS entendió la importancia de completar el dominio en la región18. El control de la península coreana, que desde 1945 había sido arrebatado a Japón y repartido a conveniencia con un paralelo como referente, estaba en manos de lo que se empezó a reconocer como Corea capitalista y Corea comunista. Desde ese momento el sector adquirió un trasfondo político global con los dos bloques de poder como actores principales, pero con la problemática particular y los intereses de los gobernantes de la zona como detonantes.

Las tropas del ejército norcoreano de Kim II-Sung, con un Mao manejando los hilos militares desde la China Popular continental, atraviesan el paralelo 38 el 25 de junio de 1950 llegando a las afueras de Seúl con gran facilidad y dando así inicio a la Guerra de Corea. Este estallido de la guerra "militarizó radicalmente la Guerra Fría y redujo prácticamente a cero el espacio para las conversaciones de paz y los acuerdos en Europa"19. Tanto Estados Unidos como la Unión Soviética ese mismo año acababan de retirar el grueso de sus tropas de la península coreana, establecidas allí como garantes del desarme japonés tras la Segunda Guerra Mundial, y el rearme parecía ahora inminente.

Luego de conocer la noticia del avance del ejército norcoreano hacia el sur, Truman decide usar la fuerza para responder a la invasión y, sin consultárselo al Congreso, aprueba una defensa militar de la zona enviando buques y regimientos e inmediatamente solicitó el apoyo de las Naciones Unidas, que sin muchas demoras aprobaron la intervención. Quienes se reunieron alrededor del presidente en Washington creían que la invasión se había decidido en Moscú y que el gobierno norcoreano no hacía más que obedecer órdenes, lo que no era cierto; "años después, cuando se abrieron los archivos de Moscú, quedó claro que había sido decidida por el joven e impulsivo Kim II-Sung y que Stalin, siempre prudente, se había plegado a sus deseos de mala gana"20.

Pese a no ser el resultado de una orden directa de Stalin, la incursión norcoreana contaría con el respaldo del líder soviético y del triunfante ejército popular de China. La Guerra de Corea nacía entonces como una guerra subsidiaria, es decir, en tierra de las emergentes naciones coreanas, medirían fuerzas las dos potencias más poderosas del mundo, controlando a distancia las acciones y dándoles el respaldo económico y material a unos actores de reparto que, por la coyuntura, se sumergían en un enfrentamiento que era inevitable.

Pero no se trataba sólo de Estados Unidos y la URSS, porque detrás de ellos se encontraban otros importantes elementos como lo eran las Naciones Unidas y el comunismo chino, solo por mencionar algunos. De tal manera que ante esta situación los países aliados de las potencias sabían que su posición de respaldo era fundamental y se dieron las declaraciones de ayuda en lo político y en lo militar a todo el mundo. Es importante tener claro que dicha colaboración en muchos casos no fue tan voluntaria como se creería, ya que los norteamericanos no hablaban de ayuda directamente con los gobiernos, pero sí sugerían el involucramiento de tropas y en ocasiones presionaron económicamente a los países que estaban bajo su egida y hasta a los mismos ciudadanos foráneos que en la unión americana se encontraban.

Cuando el recién creado Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas rápidamente reprobó el hecho y ordenó la asistencia necesaria para repeler el ataque y restaurar la seguridad en la región, el presidente estadounidense Harry S. Truman, ordenó la puesta en acción de sus fuerzas y junto con el contingente convocado por las Naciones Unidas, se reunieron tropas que sumaron cerca de 50.000 hombres. Bajo el mando de las Naciones Unidas hicieron parte también tropas de Australia, Bélgica, Luxemburgo, Canadá, Etiopía, Francia, Gran Bretaña, Grecia, Países Bajos, Nueva Zelanda, Filipinas, Sudáfrica, Dinamarca, India, Suecia, Tailandia, Turquía y Colombia.

Visto desde una orilla del análisis político de la época, más allá de la defensa de la integridad de una nación, se trataba de compromisos y deberes que coordinaban los Estados Unidos, "más que el espíritu de cruzada lo que inspiraba a los responsables de Washington era una generalización de la doctrina de la contención del comunismo"21. La Guerra de Corea era una confrontación política por sobre todas las cosas y, como lo diría Hobsbawm, desde la otra orilla, "el carácter general de la guerra es un problema más importante que las razones específicas que la determinan. Por ejemplo, es más importante que preguntarse si se ha tratado o no de una guerra justa".22

El estallido de la Guerra de Corea significó entonces lo que se puede llamar una materialización o militarización de la Guerra Fría, hija de la posguerra, denominación que para el caso coreano resultaría paradójica por la intensidad de los enfrentamientos. Todo el mundo estaba esperando un estallido bélico de esa tensión, tal vez a una escala nuclear, pero esta confrontación política e ideológica, como lo ha demostrado la historia, no fue más que de tipo político, que generó un avance extremo en el desarrollo tecnológico militar armamentista y, obviamente, un temor generalizado en cada rincón del planeta, mientras que la guerra de los coreanos fue todo lo que las potencias no querían enfrentar a nombre propio y en sus territorios.

3. La polémica decisión de ir a Corea en medio de la Violencia

La sociedad de mediados del siglo XX en Colombia se caracterizó por ser testigo de cambios en muchos aspectos y de dificultades en coyunturas internas que históricamente influyeron en el desarrollo del país como una democracia. El inicio de la década de los cincuenta puede entenderse como un momento trascendental en lo social, político, diplomático e incluso militar, esto por dos reconocidos acontecimientos que hacen parte de esa historia nacional: primero, la sorpresiva y polémica participación del Batallón Colombia en la Guerra de Corea; segundo, el incremento de la violencia partidista23tras el estallido de los hechos de abril del 48.

Al finalizar la República Liberal (1930-1946) en Colombia, los conservadores obtuvieron el poder, pero acompañado de una etapa de tensiones políticas y sociales entre simpatizantes de los partidos que mantenían una confrontación sangrienta, mientras que los directorios liberales y conservadores experimentaban fuertes divisiones internas. Esta fase de la Violencia iniciada en 1946, se sentía con fuerza y las zonas rurales básicamente estaban en plena lucha con el surgimiento de las guerrillas liberales en 1948, que tardíamente respondieron a los crímenes y abusos de grupos oficiales como la policía "chulavita"24. La influencia norteamericana se sentía en nuevos movimientos anticomunistas en la política nacional y, por otro lado, la situación era de tensión entre el gobierno y los nacientes grupos rebeldes de tendencia liberal25. Años atrás, en el Bogotazo (9 de abril de 1948), se acusó, por un lado, a la entrada de políticas comunistas internacionales, reflejadas en ese liberalismo radical y, por el otro, a la influencia y al apoyo definitivo de la CIA en grupos con pensamiento radical de derecha, de ser autores intelectuales del asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, reflejando así una polarización que impregnaba todos los ámbitos de la política nacional, en muchos casos con acusaciones y enfrentamientos poco fundamentados. La discusión sobre el por qué de la muerte de Gaitán, detonante de la rebeldía y de esos violentos hechos, es una pieza clave para entender y contextualizar el periodo y muchas de las actuaciones posteriores tanto de gobernantes como de la sociedad26.

Las diferencias entre partidos se hicieron abismales y serían características de la política colombiana de ahí en adelante, por lo que no es extraño ver una realidad que en la actualidad persiste; así como afirma Daniel Pecaut, hay dilemas tan fuertes que aún hoy existen con diferentes personajes, "en el plano político, primero, nos encontramos ciertamente con actores distintos pero nos estaríamos aproximando a dilemas similares: el país de los años cuarenta, en los límites de la insurrección popular y el compromiso partidista, el de hoy, debatiéndose entre la guerra y la paz negociada"27.

Visto de esta manera, el partidismo históricamente ha sido un factor determinante en nuestra nación, tanto en la guerra como en la búsqueda de la paz e incluso en aspectos temporalmente alejados de los diferentes conflictos, pero que aún hoy, en menor medida, conserva ese tinte y se ha relejado en la evolución socio-política de Colombia. Como es de suponer, para la década de los 50, ese flagelo de la violencia partidista se apropió de la esfera social y política local, por lo que adherirle la polémica participación nacional en un conflicto internacional pudo haber significado esa peligrosa chispa que hacía falta en el complejo panorama colombiano. Basta con una mirada atenta al periodo, para determinar que este acontecimiento sería de suma importancia para bien o para mal y que pesaría en la imagen del gobierno de turno28.

No es difícil afirmar entonces que Colombia tenía sus propios problemas internos y responsabilidades sociales y políticas en la época, como para haber intervenido en un proyecto que podría representarle más inconvenientes y pérdidas que beneficios. Pese a un leve incremento en el aspecto económico que el país tuvo para la fecha29, un país latinoamericano no estaba en capacidad de sobrellevar una intervención militar duradera en el extranjero, ya que había prioridades sociales como la urbanización que para la época comenzaba30. Sin embargo, con Laureano Gómez se fortaleció a la clase dominante y se consolidó la dependencia económica frente a los Estados Unidos. Pese a que fue Gómez quien oficializó la oferta de participación activa de Colombia en la Guerra de Corea, ésta era una decisión que se había estudiado en los últimos días del gobierno de Mariano Ospina Pérez cuando los Estados Unidos y las Naciones Unidas buscaban apoyo latinoamericano en la contienda para así demostrar que occidente en su totalidad estaba en contra de la expansión comunista31. Durante un año se discutió el tema y se negoció la forma en que se prestaría apoyo al ejército norteamericano, ya que pese al interés del gobernante conservador, el país era consciente de que su apoyo no podía ir más allá de lo diplomático y los Estados Unidos aceptaban un apoyo de ese tipo, pero era lógico que el interés estadounidense iba enfocado en algo tangible, tal como finalmente se dio con Gómez.

El polémico presidente conservador, Laureano Gómez, desde sus inicios mostró sus inclinaciones hacia las tendencias de derecha, estructuradas desde una visión católica muy definida. Con gran experiencia en el ámbito de las relaciones internacionales por sus múltiples cargos en el extranjero en representación del gobierno colombiano, Gómez comenzó su carrera por la presidencia escalando posiciones en importantes cargos públicos, pero también fue transformando su visión política a tal punto de apoyar la falange española con discursos cargados de odio al comunismo y a la república, y haciendo apología de la violencia para justificar la legítima defensa32.

El partido Liberal fue blanco de las más férreas críticas del mandatario cuando éste se refería a los peligros del comunismo y la relación del partido con esa ideología. Para Bárbara Skladowska: "(…) el imaginario anticomunista alcanzó un matiz particular, claramente antiliberal que separará el nosotros, es decir colombianos, católicos y conservadores, del perverso ellos, los comunistas, los bandoleros, los ateos y además liberales"33. Pero también, el partido Liberal fue el constante antagonista de las políticas de Gómez y de su gobierno desde el momento mismo de la posesión del conservador34.

Además de los cuestionamientos sobre la magnitud de la idea, todas las críticas "(…) preguntaban por qué razón este hombre, al parecer tan opuesto a los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, habría de movilizar fuerzas para luchar junto con aquel país en Corea"35. Teniendo en cuenta esa posición de Gómez en la mitad del siglo XX, cuando apoyó al fascismo europeo36, puede decirse que el mandatario conservador estaba urgido de borrar esa imagen ante Estados Unidos para así lograr sus propósitos políticos más inmediatos. Evidentemente "al surgir los Estados Unidos como el mayor poder anticomunista en el mundo, se produjo un cambio radical en la relación entre el líder conservador y la nación que había calificado en el pasado como la peor enemiga de Colombia"37.

Laureano Gómez fue uno de los líderes conservadores a quien poco le importó ocultar esa simpatía por la falange, pero tal vez, a dicha característica se le ha dado mucha trascendencia, más que al resto de expresiones políticas que el mandatario pudiera haber tenido en sus manifestaciones públicas, como por ejemplo, ese gran resentimiento que le guardaba de tiempo atrás a los Estados Unidos con la pérdida de Panamá38. Su actuación puede verse como un movimiento oportuno para congraciarse con ellos y conseguir beneficios militares para el ejército colombiano. Para el investigador César Torres del Río, Laureano con su actitud incondicional hacia los Estados Unidos, perseguía mejoras específicas de armamento para su ejército, a diferencia de lo que otros gobiernos hacían, con intereses más planificados39.

Aprovechando su posición de enemigo reconocido del comunismo en la región, porque su discurso siempre dejaba ver su interés de lucha contra la expansión de esta ideología por el mundo y por Colombia, Gómez buscó acercarse a los norteamericanos. El diario El Siglo deja ver muchas de las apariciones de Laureano Gómez y su nueva posición ante los estadounidenses, aquí una muestra:

La prosperidad de los Estados Unidos y la de toda la tierra está amenazada de muerte por el morbo comunista que detesta el bienestar de los pueblos y no busca sino la ruina y desesperación para estímulo del resentimiento que es la base fundamental de su sistema y del odio de unos hombres contra otros, fuerza animadora y única de sus métodos. Los Estados Unidos han comprendido el evidente peligro y se están defendiendo contra él con decisión irrevocable.40

El mandatario podría considerarse, a los ojos de la política anticomunista de Truman, como un aliado importante para los intereses de los norteamericanos en la zona. Esta posibilidad era clave para el presidente colombiano, más cuando estaba interesado en borrar su pasado anti-americano. La política nacional también estaba enfocada en esa visión occidental y la posición estatal era, tal vez, la más evidente muestra de ello41. Declaraciones oficiales a favor de la erradicación y de la guerra contra la ideología comunista y su expansión, dejaban ver poco a poco ese interés del gobierno, de convencer a la opinión pública que una intervención en Corea debía ser aceptada y respaldada. De tal manera que para la época, el estallido de la Guerra de Corea fue para Gómez una oportunidad de sacar ventaja en ciertos aspectos, y quizá, de tener aprobación de una sociedad que no lo apoyaba del todo en su mandato. Tal como lo afirma Álvaro Valencia Tovar, la oposición veía la acción de Gómez como una forma de ganar aceptación política y neutralizar las presiones42. Pero este era un proyecto que se enmarcaba perfectamente en el contexto que se vivía y la decisión estaba acorde con la coyuntura política de la región, el interés en la inversión extranjera y el creciente pensamiento anticomunista serían elementos clave en la decisión, y el presidente sabía muy bien cuáles eran las ganancias que esto le traería a él, a su gobierno y a su ejército.

También se puede pensar que, el aspecto partidista tuvo mucho que ver por ejemplo, en el envío de oficiales liberales a Corea que, por una u otra razón (política), no eran de los afectos del Presidente y éste se libraría de dos pesos en un solo acto, pero esta posibilidad se desechó fácilmente porque, como afirma Bushnell: "(…) esta idea, aparte de carecer de evidencias concretas, es en cierto modo improbable. Los oficiales liberales podrían cubrirse de gloria en campos de batalla extranjeros y luego regresar al país para intentar derrocar a Gómez"43. Lo anterior, sin duda, podría resultar en extremo conflictivo para los intereses del mandatario, al ver transformados y recibidos como héroes a militantes del partido opositor.

En oposición a explicaciones como las de Henderson, está la teoría que Eduardo Sáenz expone al afirmar que lejos de ideas o de partidismo, la apertura de Gómez hacia los Estados Unidos en lo diplomático, político y militar, "obedeció a una estrategia de pragmatismo, casi de supervivencia política, y no a simples motivaciones ideológicas"44.

Los dos grandes puntos de crítica o de discusión en cuanto a los motivos que tuvo el Presidente para apoyar la causa norteamericana estaban: el comunismo como enemigo de Gómez y no como enemigo de una nación y, la guerra como una herramienta política y económica para cumplir con los intereses y necesidades de la nación, su Ejército y del propio mandatario. Es fundamental analizar las justificaciones que se dieron en su momento y verlas desde la perspectiva del poder, un trascendental elemento de las relaciones entre lo que era el Estado y la ciudadanía de la época, con un discurso transmitido a través de la prensa, la infalible herramienta de los gobernantes a través de los años en nuestro país. Remitiéndonos a Philip Abrams, el Estado entendido no como algo oculto en la práctica política, sino como un conjunto de relaciones y prácticas de poder no superficiales, o mejor dicho, "esa máscara que nos impide observar la práctica política tal cual es"45.

La importancia en ver cómo el gobierno moldea la opinión pública o determina lo que se informa o no se informa, radica en las implicaciones que dicha práctica tuvo en determinada época. Para el caso de los gobiernos conservadores habría que decir que el manejo que se le dio a la noticia a través de la prensa no tuvo que ser tan complejizado, ya que en muchos niveles de la política y la sociedad se podía percibir el temor a la expansión comunista y esa visión occidental tan sólo era resistida por algunos sectores liberales. Posiblemente había un interés de legitimación del propio Laureano Gómez, no simplemente con la participación en una guerra internacional, que muy seguramente sus motivos de peso giraban en torno a intereses políticos o ideologías, sino por el contexto local que se podía ver en la censura a la prensa (1949-1957). De tal forma que la información que recibían los ciudadanos venía seguramente modificada, alejada de la realidad, o sesgada por editoriales oficialistas.

La misma esencia de la época marcó el camino de la concepción que la sociedad pudo tener de esa noticia y, posiblemente lo que se transmitía respondía a una tendencia política del momento y no se permitió hacer crítica de la situación, de tal manera que la ciudadanía se acomodó a una visión particular de los acontecimientos. La búsqueda de legitimación propia o de los actos y determinaciones de su gobierno, llevó a Gómez a manipular, hasta donde le fuera posible, la información o el acceso a la misma, para así controlar eso tan importante que giraba en torno al pueblo visto como una masa popular que aprobaba o desaprobaba su gestión. El objetivo era dominar mediante un discurso a ese grupo fundamental, y, para el caso que tratamos, los medios impresos fueron entonces un puente entre la autoridad y esa sociedad que presenciaba los hechos noticiosos que llegaban del extranjero.

Desde la prensa, para Laureano Gómez las críticas venían desde diarios de la oposición liberal como El Tiempo, que como lo anota Adolfo León Atehortúa, afirmaba el 22 de agosto de 1950 que, "lo mejor sería enviar a diez mil fieras chulavitas para luchar contra las fieras comunistas y al mismo tiempo pacificar al país"46. Este no es el único ejemplo de la gran cantidad de voces que salieron a oponerse a los planes de Gómez, pero sí es el reflejo de una inconformidad de un pueblo que sumido en la violencia pedía más sensatez por parte de su Presidente.

En cambio, el diario oficialista El Siglo, de propiedad de Laureano Gómez, defendía la decisión y explicaba cada punto que justificara el acercamiento a los Estados Unidos por medio del apoyo militar. En este diario se hacía énfasis en una urgente necesidad de suministro de armas para luchar contra el comunismo47.

Un punto en el que coinciden estos dos representantes de la prensa para el periodo de guerra es en el que ven la unidad de Colombia con Estados Unidos como una estrategia de poder, que al final de cuentas va a beneficiar a las dos naciones, a una de manera inmediata y a otra en el futuro.

Un enfoque teórico de gran utilidad para hablar del papel del poder en ese complejo periodo de la historia colombiana e internacional, podemos remitirnos a Max Weber, autor que habla de un poder netamente estructurado que se da en las relaciones de las "comunidades políticas" y que es reflejo de una lucha de clases que busca posiciones. Por medio de la metodología estructuralista de Weber, podemos ver un poder en dos vías, primero como el eje del desarrollo de una lucha al interior del mundo de la política y segundo, como el fin único de los personajes que hacen parte de esa estructura que se basa en lo social, pero que tiene intereses personales en su trasfondo48.

Los intereses globales, entendidos como la búsqueda de la mayor utilidad en el escenario de la política mundial en este caso, se pueden ver como el centro de una relación entre unos y otros que se caracteriza por alinearse con una causa (la que resulte más conveniente) y esto se define sabiendo quien es el que tiene el prestigio y el poder49. La ayuda colombiana a los Estados Unidos sería entonces vista como una estrategia personal con diferentes objetivos que se alcanzarían si se encajaba adecuadamente en el mapa internacional con la decisión. Indudablemente no se puede recargar todo el peso del asunto a un mero afán personal, ya que había mucho más en el contexto, pero esto fue clave en esa determinación soberana con fines diplomáticos, políticos y económicos si se quiere. Para el caso del contexto político colombiano de 1950 a 1953 se puede hablar de un pensamiento generalizado a escala internacional, que permeó el ámbito local y que fue la base para la organización de gobierno de los líderes locales que aprovecharon las circunstancias para arremeter contra sus rivales políticos, congraciarse con diferentes sectores y satanizar lo que desde el norte se veía como una posible amenaza50. Esto es evidente cuando Gómez en su discurso de posesión en agosto de 1950 enfatiza en el papel fundamental de Estados Unidos en la lucha contra el comunismo y en la importancia de respaldar esa causa:

El 7 de Agosto de 1950, en la ceremonia de posesión como presidente, Gómez dio su respaldo incondicional a la política exterior del gobierno norteamericano y a su papel en Corea por su "heroico esfuerzo para salvar la civilización"; calificó a los Estados Unidos como "el [país] defensor de la soberanía e independencia del pueblo y de la libertad y la dignidad de los hombres que la tiranía comunista quiere destruir".51

Poco tiempo después hace el ofrecimiento específico de un batallón completo y creado para el conflicto en Asia y de una embarcación que prestaría apoyo logístico y de vigilancia en las costas surcoreanas. Aquí un aparte de la carta oficial que el gobierno colombiano envió a Estados Unidos:

[…] el gobierno de Colombia coloca a disposición del Comando Unido un batallón de infantería, compuesto de aproximadamente 1.080 efectivos bien entrenados, sin apoyo de artillería, componente de las fuerzas regulares. Dicho batallón en la actualidad está equipado con una variedad irregular de armamento de infantería europeo y estadounidense. Sería necesario, entonces, que, antes de su partida hacia Corea, fuera dotado de las armas de la infantería de los Estados Unidos y entrenado en su uso. El gobierno de Colombia reconoce que contraerá la obligación de reembolsar al gobierno de los Estados Unidos el valor del entrenamiento, el apoyo logístico y cualquier otra prestación que el batallón deba recibir […]52

La ONU acepta esta opción y la noticia es dada a conocer por los medios de comunicación en Colombia, y la polémica inevitablemente surge en la opinión pública colombiana. La acción se oficializa con el viaje que hizo el ministro de Guerra a Washington para concretar las condiciones de la ayuda53, que pese a ser pequeña era importante, ya que ningún otro país de la región había enviado tropas a la zona de conflicto (cabe recordar que la OEA no logró concretar una contribución masiva de la región al conflicto, tan solo Costa Rica y Colombia de manera no simbólica).

Esa lucha anticomunista que lideraba Estados Unidos y que Laureano Gómez reivindicaba desde su gobierno, sirvió para que indudablemente el mandatario conservador se acercara a los norteamericanos y es por esto que desde el punto de vista diplomático, no sería de extrañar esa actuación en el contexto mencionado54. Pero pese a las diferentes circunstancias y el trasfondo de la decisión tomada por el gobierno, la Guerra de Corea haría parte de la historia militar del país a partir de ese momento.

Y es que desde años atrás, Gómez venía manejando un discurso de patriotismo que encajó perfectamente en esa coyuntura cuando él fue mandatario. Siempre buscó hablar de orden y de la importancia de defender a la nación por sobre todas las cosas, con la fe religiosa que lo caracterizó; ahora una guerra en el exterior que buscará acabar con una "amenaza" para la patria sería plenamente respaldada, todo con el fin de luchar contra el caos y el mal55.

Sin tener mayor opción, los soldados que conformaron el Batallón Colombia, debían defender las banderas de un conjunto de naciones que luchaba contra algo más que un simple ejército agresor, sin pensar en las motivaciones y en la utilidad real de esta participación en una guerra de magnitudes globales.

A los ojos del presidente, esta era la oportunidad de mejorar la situación para asegurar un futuro que era prometedor con el aliado del norte, sin importar el esfuerzo político y económico que le representara a él. No hay que olvidar que los Estados Unidos además del discurso anti comunista siempre promovieron una unidad panamericana para ganar aliados en la región, entonces para Gómez no había nada que perder en cuanto a los motivos que internacionalmente se defendían, ya que él denunciaba una posible penetración del comunismo extranjero por medio del liberalismo. Por su lado, el partido Liberal en Colombia hacía fuertes críticas a la compra de armamento por parte del gobierno conservador, que finalmente se firmó en 1952. Otra crítica no menos sonada fue la del envío de soldados a luchar y, muy posiblemente, morir en Corea como si estuvieran pagando una pena de muerte56.

El reto para Laureano Gómez era conformar el contingente y concretar el armamento con el que se contaría en combate y que, muy seguramente, retornaría al país para hacer parte del Ejército Nacional. El proceso no era nada sencillo, ya que al hacer parte de los países que aceptaban el llamado a colaborar con las Naciones Unidas, Colombia debía responder con su propio armamento o de lo contrario, pagar para que éste le fuera proporcionado por los Estados Unidos, y ésta era la opción a tomar por el gobierno de Gómez, aunque, antes de firmar el acuerdo, se tuvieron que negociar aspectos económicos y peticiones de parte y parte, pero que al final serían aceptadas porque el país norteamericano -por la intensidad de la guerra que se avecinaba- obviamente recibiría con brazos abiertos el aporte colombiano, así fuera inferior al ofrecido por otras naciones.

No pasó mucho tiempo de haber acordado la ayuda militar cuando el gobierno de Gómez solicitó a Estados Unidos armamento para el batallón y así generar una buena imagen del país y tener una actuación aceptable en la península coreana. También en 1951 el ministro de guerra colombiano consultó la posibilidad de la obtención de armamento para el mejoramiento de las Fuerzas Militares en el país. Esta situación evidentemente era muy inoportuna para la causa norteamericana que se encontraba necesitada, pero no estaba en capacidad de prestar ayuda y Colombia no estaba en plena condición de pagar.

4. La Guerra y lo que trajo el Batallón Colombia

Los estadounidenses en varias ocasiones estuvieron presionando para que Colombia pagara por los mejoramientos de la tropa y los equipos en Corea, pero no fueron más allá porque conocían la situación y eran conscientes que cualquier sanción o acción causaría la retirada del batallón y otros aliados ya no querrían ayudar. Un estudio realizado por las fuerzas armadas de ese país, concluyó que era necesario reacondicionar en su gran mayoría al batallón Colombia y era poco viable hacerlo, pero finalmente se hizo.

Sobre el enfrentamiento en la península coreana, muchas investigaciones nos han ilustrado el cómo de esta guerra, resaltando la estrategia militar a cargo del General Mac Arthur al frente de las tropas defensoras de la ONU, o la eficacia de los ejércitos comunistas por el bando norcoreano57. Para el caso colombiano, el libro de Valencia Tovar es un referente que describe paso a paso la labor de los soldados colombianos en Oriente58. Si se quiere estudiar detenidamente la participación del Batallón Colombia en Corea, también es fundamental examinar el trabajo del brigadier General Gabriel Puyana García Por la libertad... en tierra extraña. Crónicas y reminiscencias de la guerra de Corea59, texto en el que revive el día a día de los soldados colombianos en la península y muestra su perspectiva del conflicto cuando se desempeñó como teniente del Batallón Colombia. Por último, es de gran aporte la investigación realizada en conjunto por estos dos importantes militares colombianos llamado En Corea por la libertad y por la gloria: participación colombiana en la guerra 1951-195360, en este trabajo con enfoque netamente militar se encuentra un análisis del accionar del militar colombiano en la sangrienta guerra contra los comunistas.

La participación activa colombiana comenzó con el decreto 3230 de 1950 en el que se disponía del envío de la fragata "Almirante Padilla" y con el decreto 3927 de diciembre de 1950 se creó el Batallón de infantería N°1 Colombia, que sería entrenado en Bogotá y los Estados Unidos y después se uniría a una de las compañías norteamericanas en la zona de combate61; 1050 hombres conformaban el contingente enviado a Corea, el cual arribó a Pusan el 16 de junio de 1951 y fue recibido por el presidente de Corea del Sur, Sygman Rhee. Como comandante del batallón Colombia fue designado el teniente coronel de infantería Jaime Polanía Puyo y como ejecutivo y segundo comandante, el mayor Alfonso Novoa Morales. Los refuerzos se unieron a la 24 división americana y vieron combate por primera vez el 7 de agosto. Sobre esta fecha, encontramos un relato detallado del capitán Álvaro Valencia en El Espectador, aquí un aparte del texto que describe el ingreso a la "zona de fuego" del Batallón Colombia:

La mañana del 7 de Agosto llegó a la línea delantera del Tercer Batallón después de una noche de vigilia en que cinco violentos ataques chinos se estrellaron en su furia suicida contra las posiciones tenazmente defendidas […] a las siete y quince, los patrulleros avanzaban por entre los matorros y lentamente se iban aproximando hacia la altura. Miré el reloj: las siete y treinta…Una figura se diseñó tras los quemados troncos que coronaban la cumbre, y una explosión sacudió el aire […]62

Los militares colombianos montaron una recordada defensa de Kumsong del 13 al 23 de octubre, a comienzos de 1952 fueron transferidos con la división 31 de infantería de Estados Unidos y pelearon notablemente en el "Old Baldy" antes de ser relevados por el 2do. batallón americano el 4 de julio. Para la fecha que el batallón abandonó Corea en octubre de 1954, 131 colombianos habían muerto en combate63.

El grupo especialmente conformado para la Guerra de Corea se caracterizaba por la gran cantidad de voluntarios que, además de las variadas y diferentes realidades personales, probablemente decidieron ir a una confrontación fuera de su país por motivaciones particulares. Un ejemplo de esto lo relata el veterano Raúl Tibaduiza:

[…] yo tenía 21 años y se me dio por meterme a prestar el servicio, porque uno no podía salir tranquilo a ningún lado, cuando llegaban los del Ejército y pedían papeles, eso me cansó y me regalé, (risas). Llevaba 3 meses y un día a mi compañía de 30 soldados nos dijeron que teníamos que ir a luchar en una guerra en Corea. Nosotros con la ilusión de viajar y de conocer, pues no pensábamos más allá […]64

Estos hombres combatientes en Oriente sabían por lo menos que luchaban a favor de la causa de los Estados Unidos y, sabían que su enemigo era el comunismo, pero escasamente entendían el contexto amplio de la situación, ellos estaban allí por una causa mayor e invisible desde las trincheras, batallando por la "Patria grande" que los había enviado, desde esa "Patria chica"65 que no era más que el campo de guerra donde no tenían más opción que juntarse con sus similares y defender no una causa sino su integridad. En pocas palabras, se puede decir que iban sin motivación, por lo menos general, y también, sin un conocimiento de lo que iban a hacer específicamente y en algunos casos, no sabían ni dónde lo harían66.

Muchos de estos soldados, en especial los más jóvenes, se enlistaron fue para conocer una guerra desde su interior y para lograr reconocimiento, muchas veces sin saber si regresarían o no a Colombia. Otros casos eran los de los civiles voluntarios reservistas que por motivos legales o por simple desempleo vieron en Corea una nueva oportunidad y el gobierno consciente de su situación los enlistaba sabiendo que no tenía nada qué perder. Por último estaban los oficiales y suboficiales que por su comportamiento o por sus inconvenientes en las fuerzas fueron prácticamente obligados a ir al combate, en este caso lo de voluntarios "no correspondía a la realidad", también se dice que la filiación política de muchos de éstos tuvo que ver. Se dice que la moral de muchos miembros del recién conformado batallón no era la adecuada y que no estaban ahí precisamente por buena conducta o porque generaran mucha confianza en sus comandantes67.

Pero esa oposición a los testimonios de los soldados venía desde los altos mandos de las Fuerzas Militares que años después de la Guerra afirmaban que el tema del voluntariado no era cierto, o por lo menos el único factor determinante, y que el aspecto político partidista fue fundamental en la conformación del grupo inicial. El mismo Valencia Tovar alega que: "Graves fallas se evidenciaron en el proceso selectivo. Lo de "voluntarios" no correspondía a la realidad. El malestar que se evidenciaba entre los suboficiales ponía al descubierto hasta dónde el morbo de la política partidista venía invadiendo al Ejército profesional y apolítico (…)"68. También encontramos el testimonio de Gabriel Puyana, quien afirma que: "(…) escogieron precisamente a aquellos que por su mala conducta o antecedentes les pareció conveniente liberar a su unidad"69.

En cuanto a los objetivos y las instrucciones que se les dictaron a los militares colombianos al momento de partir, se puede decir que el contingente nacional estaba destinado a obedecer y colaborar en las exigencias del ejército estadounidense y sumarse a sus fuerzas, un claro ejemplo de esto es que, combatieron con uniformes de los americanos. Los comandantes locales encargados del entrenamiento en el Cantón Norte en Colombia no tenían puntos específicos a desarrollar en la confrontación, más que enviar a un contingente que sirviera de refuerzo, entonces, cualquier acto heroico o victoria medianamente importante sería una ganancia para los altos mandos que a la distancia cumplieron con hacer posible esa colaboración.

El mismo ejército colombiano reflejaba la situación de su gobernante de turno, es decir, apoyaban directamente una guerra, pero con una convicción personal más que un motivo social o nacional verdaderamente definido, en otras palabras, con más voluntad que razón. Los soldados al interior de las filas reconocían a un enemigo del gobierno pero no un ideal de la patria, ya que las órdenes fueron claras y se cumplieron, pero muchos fueron con objetivos o situaciones personales que complementaban ese impulso70.

En el plano estrictamente militar, la Guerra de Corea para Colombia significó el despliegue de poco más de cuatro mil hombres entre infantería y marina a tierras totalmente desconocidas y a una zona en la que la guerra estaba en su punto máximo y no había lugar para reconocer el lugar ni mucho menos para cometer errores, aunque como eran tantas las fuerzas aliadas, el entrenamiento y el descanso fueron fundamentales cuando pudieron darse71. Evidentemente los soldados del Batallón Colombia no combatieron solos y sin ningún tipo de guía, ya que, las tropas estadounidenses constantemente estaban reforzando y colaborando en la logística de operaciones de los suramericanos o viceversa, un ejemplo es la entrada en acción de la Fragata Almirante Padilla en aguas coreanas, noticia que fue transmitida con gran detalle:

Desde Tokio informan que la Fragata "Almirante Padilla", con tripulación colombiana y a las órdenes de las Naciones Unidas y los norteamericanos, ha entrado en acción en aguas coreanas al apoyar un desembarco británico en las costas cercanas a la capital norcoreana, según informó el cuartel general de las fuerzas navales en Extremo Oriente. La operación se desarrolló con precisión de reloj, barcos de cuatro naciones apoyaron a los comandos.72

Desde 1951 los combates más cruentos y los más importantes se dieron contra los ejércitos comunistas chinos que sufrieron cientos de bajas, y durante aproximadamente dos años se enfrentaron al Ejército Rojo en luchas por cerros y puntos estratégicos que eran vitales a la hora de ganar terreno73. Entre las operaciones o batallas que más impacto y reconocimiento tuvieron los soldados colombianos están la de Climber y Old Baldy, ya que consiguieron victorias en lugares estratégicos y con actuaciones sobresalientes, mostrando así resultados, que de alguna manera no eran esperados por las potencias mundiales que estaban presentes en el conflicto74.

La Guerra de Corea avanzaba y en la política mundial parecía que se esperaba un derrotado militarmente para así proceder con un diálogo que diera fin a las hostilidades75. En la llamada "ofensiva Nómada", que representó el último gran avance de los aliados, los efectivos miembros del Batallón Colombia se destacaron ante los comandantes americanos de diferentes divisiones. Al interior del grupo, las historias iban surgiendo y en la actualidad esos recuerdos permanecen intactos:

Cuando no nos encontrábamos una mina, era una patrulla, o si no un agente, yo tenía mucho miedo de morir, pues la gente allí extendida en la calle, o los heridos que pasaban sin una pierna o sin un brazo, ayudados por sus compañeros, no me daban esperanza de que me devolviera con vida, muchos compañeros llegaron a volverse locos debido a ese caos.76

Este es sólo un ejemplo de lo que fue la participación de estos hombres en la península, porque son muchas las experiencias y los relatos que de este grupo salieron posteriormente, y que recrean lo que es vivir una guerra desde adentro con todas las características de las estructuras castrenses y las exigencias militares, armamentistas y humanas de un conflicto de corte mundial.

Hacia 1953 antes de la finalización del conflicto, el Ministerio de Guerra dejó ver su intención de retirar el Batallón de la zona de conflicto por razones de sostenibilidad y por las pérdidas humanas que aumentaban; la decisión se tomó en el gobierno de Rojas Pinilla, no sin antes discutir la posibilidad de adquirir más armamento de parte de los Estados Unidos. Sin embargo, el Batallón Colombia se quedaría en la península coreana cumpliendo labores de vigilancia en la zona de desarme que se creó tras la finalización del conflicto permaneciendo hasta agosto de 1954.

Los resultados de las operaciones en las que participaron los colombianos y algunas distinciones que se hicieron al terminar la guerra mostrarían que, lejos de ser un acontecimiento positivo para la dinámica del país en esa época, la participación del Batallón Colombia cumplió con el objetivo primario de prestar una ayuda real a las tropas norteamericanas y surcoreanas en la Guerra. En cuanto a los beneficios obtenidos con el envío del contingente a Corea se puede afirmar que también fue útil, ya que gran cantidad de armamento regresó a Colombia y, sobre todo, la experiencia adquirida por los soldados significó un avance de años para las filas de militares colombianos en el país, el cual, después, fue de gran servicio. Y es que lo más importante fue lo ganado posteriormente por las Fuerzas Militares de Colombia ya que, se percibieron avances notables en aspectos como la logística, el armamento y el entrenamiento78. Sobre el particular, según documentos oficiales, llegó a afirmarse en su momento, que la participación del país buscaba una contraprestación norteamericana exclusiva para el Ejército Nacional, la cual incluía: "crear trece batallones de infantería, adquirir dos fragatas, algunos aviones de guerra y vehículos de transporte, para combatir las guerrillas de los Llanos"78.

Se cumplía así con dos propósitos: apoyar de manera real a un país que en el futuro iba a reconocer el esfuerzo hecho y, también, se lograron beneficios en el plano militar local que se verían reflejados más adelante en el desarrollo de su Ejército. Dos claros ejemplos de estos logros son: A) En los años siguientes el apoyo militar de los Estados Unidos se incrementó notablemente. B) Muchos de los combatientes que regresaron al país fueron enviados a combatir guerrillas campesinas, para que aplicaran las técnicas de operación aprendidas en tierras extranjeras79.

Para Valencia Tovar, las enseñanzas de la Guerra de Corea pueden resumirse en lo que se conoce como la ‘tercera reforma militar del siglo XX’ que incluyó: La introducción de la Plana Mayor, el perfeccionamiento de la táctica de fuego y movimiento, y la técnica, la doctrina defensiva, la introducción de la inteligencia y la contrainteligencia, el orden para el funcionamiento logístico de las tropas tal como transporte, raciones, uniformes, etc., mejoras técnicas en comunicaciones, instrucción mediante visitas, manuales y textos a los miembros del Ejército, avance en la ciencia naval, entre otros. Valencia Tovar hace un reconocimiento a la capacidad de adaptación del Batallón Colombia a las órdenes de los norteamericanos y al desempeño que tuvieron estos hombres en una guerra que tuvo las exigencias en lo que a las relaciones de mando se refiere80. Esta visión, pese a ser la de un militar protagonista para nuestro país en ese acontecimiento, sirve como referente para interpretar lo que el conflicto le significó a esos hombres que dieron sus vidas por Colombia, más allá del contexto político que los rodeaba.

5. Conclusiones

La competencia ideológica de Estados Unidos y la URSS que inició tras la Segunda Guerra Mundial, vinculó a muchas naciones terciarias en la coyuntura del agitado orden político mundial. Países latinoamericanos, asiáticos y de Europa oriental se verían involucrados en esta rivalidad de postguerra, con episodios como la Guerra de Corea, la Guerra de Vietnam, las guerras de liberación centroamericanas o las Guerras del Golfo.

La de Corea no fue una simple guerra subsidiaria como las que se verían en la segunda mitad del siglo XX, ya que fue uno de los episodios donde más cerca de la confrontación directa estuvo Estados Unidos y la Unión Soviética. Los resultados de la guerra en la que participaron cerca de 20 naciones y que se cerró con la declaración de un cese al fuego y un pacto divisorio en el paralelo 38 en julio de 1953, muestran un conflicto con tintes extremadamente políticos de orden mundial, que no se solucionó con el fin de dicha confrontación.

El hecho de que Colombia, en el gobierno de Laureano Gómez, contestara afirmativamente al llamado de ayuda de Naciones Unidas y los Estados Unidos en la defensa del territorio surcoreano, fue motivo de discusiones en torno a las razones que este mandatario tuvo para enviar tropa al extranjero. Muchas fueron las teorías que trataron de explicar la decisión que tomó el Presidente, ya que fue un movimiento que representó amplia actividad política y diplomática y se suponía que no estaba impulsado por una simple generosidad del mandatario colombiano en un momento crucial para el país y para su gobierno.

Su formación, su ideología, sus intereses personales, sus necesidades políticas, sus proyectos militares, entre otros, fueron elementos que sirvieron para interpretar la decisión del mandatario en su momento. Pero en algo se coincidía, en que el país no se encontraba en capacidad ni era un buen momento para prestarse a una intervención de tal magnitud, y que las motivaciones no giraban en torno a una nación unida. Y es que el periodo de la Violencia, por sus complejos desarrollos políticos y sociales, significó un obstáculo para el avance del país en muchos aspectos.

La decisión de ir a la Guerra de Corea no sólo generó insatisfacción en la oposición liberal. La ciudadanía que a través de los diferentes medios de comunicación iba conociendo el desarrollo de las negociaciones y posteriormente el accionar de las tropas colombianas en el lejano oriente, veía cómo un ideal de patria se le transmitía, tal vez sin darse cuenta, por medio de la constante información de los soldados colombianos en la Guerra.

En cuanto a la parte militar, lo que el Batallón Colombia aportó fue significativo por la actuación de sus hombres en importantes batallas al lado de las tropas de las Naciones Unidas, mostrando así la otra cara de la situación, porque pese a las discusiones y a la realidad interna de Colombia, este era un grupo que estaba representando la nación en el exterior e incluso llegaron a ser recibidos como héroes en su momento.

Sesenta años después del cese al fuego se puede decir que esta guerra, obviamente sin desconocer las lamentables pérdidas humanas, dejó para Colombia ciertos aspectos positivos en lo estrictamente militar, ya que el Ejército Nacional fue la institución que en realidad se vio beneficiada de este episodio, sin mencionar lo aprendido por los hombres que conformaron el contingente colombiano y la reputación que de esta participación se comenzó a ganar el militar nacional.

Como toda guerra, la de Corea dejó muerte, destrucción y odios en las sociedades de los protagonistas y, como se puede comprobar en la actualidad, las diferencias persisten en esa región oriental, haciendo pensar que el sacrificio de muchos extranjeros no fue suficiente para llegar a acuerdos de fondo.


Pie de página

1 Historiador, Pontificia Universidad Javeriana. Candidato a Magíster en Historia, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Grupo de Investigación: Conflictos sociales siglo XX. jd_mmcc@hotmail.com

2 Es importante resaltar que no todos los conservadores estaban de acuerdo con la decisión de Laureano Gómez, muchos sectores del partido de gobierno coincidieron con la oposición, afirmando que el ofrecimiento buscaba responder a presiones externas contra el régimen y se opusieron al envío de tropa.

3 El Espectador, julio 15, 1950.

4 El Espectador, septiembre 19, 1950.

5 Como se habló al interior de las filas de las Fuerzas Militares tras el fin de la Guerra, para los generales estadounidenses el Batallón Colombia no fue un ejército de exhibición, los colombianos ganaron una reputación de buenos combatientes, superada solo por la actitud y el desempeño de los turcos.

6 Álvaro Valencia y Jairo Sandoval, Colombia en la Guerra de Corea: la historia secreta (Bogotá: Planeta, 2001), 320.

7 Un trabajo que puede ser un referente de lo que fue políticamente la Guerra Fría y más específicamente la Guerra de Corea a los ojos de los colombianos, es el de Bárbara Skladowska, Los nombres de la patria en la Guerra de Corea (Bogotá: Universidad de Los Andes, 2007), investigación que se ocupa de la guerra desde los protagonistas nacionales, pero que no desconoce el contexto ni los complejos discursos que se manejaron tanto a nivel local como internacional en el desarrollo del conflicto, elementos que trabaja vistos como "agentes y espejos sociales".

8 André Fontaine, Historia de la Guerra Fría (Barcelona: Caralt, 1970), 13.

9 Vladislav M. Zubok, Un imperio fallido: La Unión Soviética durante la Guerra Fría (Barcelona: Crítica, 2008), 93.

10 Vladislav M. Zubok, Un imperio fallido…104.

11 Josep Fontana, Por el bien del imperio: Una historia del mundo desde 1945 (Barcelona: Ediciones de Pasado y Presente, 2011), 16.

12 Bárbara Skladowska, Los nombres de la patria en la Guerra de Corea (Bogotá: Uniandes, 2003), 22.

14 Para el caso particular colombiano de la persecución a esta ideología, ver: Diego Jaramillo, La Satanización del Socialismo y del Comunismo en Colombia 1930 - 1953 (Universidad del Cauca, 2007).

15 Adolfo León Atehortúa, "Colombia en la Guerra de Corea", Revista Folios N° 27 (primer semestre 2008): 73.

16 En una noticia titulada: "La ONU pide envío de tropas hacia Corea", se informó cómo el secretario de las Naciones Unidas, Trygue Lie, pide a 52 naciones del mundo, excluidas Rusia y sus satélites, urgente apoyo efectivo y en especial de infantería. El Espectador, julio 14, 1950.

17 El diario El Espectador titulaba: "La lucha contra el Comunismo apenas está comenzando, dijo Marshall" e informaba cómo el Secretario de Defensa de Estados Unidos pedía a las doce naciones del pacto del Atlántico "levantar sus defensas conjuntas" y cumplir promesar de rearme ante la amenaza comunista, esperando también que las naciones del pacto actúen "más por sí mismas" y que no esperen sólo la ayuda de los americanos. El Espectador, octubre 28, 1950.

18 Stalin ideó un acuerdo de cooperación económica en el nordeste de China que no incluía a los americanos. Su objetivo era "conseguir un control completo de Manchuria, y la forma más cómoda de lograrlo era mediante una ocupación militar soviética y, tras la retirada de las tropas, utilizando las fuerzas del PCCh como contrapeso frente al gobierno nacionalista del Guomindang y los norteamericanos". Vladislav M. Zubok, Un imperio fallido…69.

19 Vladislav M. Zubok, Un imperio fallido…133.

20 David Halberstam, La Guerra de Truman el día que Estados Unidos decidió invadir Corea [online]. La Razón febrero 14, 2011. 18:05h. http://www.larazon.es/detalle_hemeroteca/noticias/LA_RAZON_59042/la-guerra-de-truman-el-dia-queeeuu-decidio-invadir-corea#.Udwbbb4o7mJ (noviembre 17, 2013. 10.00h).

21 Raymond Aron, La República Imperial (Madrid: Alianza Editorial, 1973), 182-187.

22 Eric J. Hobsbawm, Entrevista sobre el siglo XXI. Al cuidado de Antonio Polito (Barcelona: Crítica, 2000), 22-25.

23 Antes del Bogotazo, a finales de 1947, se hablaba ya de 14.000 muertos por la violencia política. James D. Henderson, La modernización en Colombia. Los años de Laureano Gómez, 1889-1965 (Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, 2006), 443.

24 Un texto obligado si se quiere abordar este periodo en Colombia es el trabajo de Guzmán, Fals Borda y Umaña Luna, que aún hoy continua vigente. Germán Guzmán Campos, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna, La Violencia en Colombia: estudio de un proceso social (Bogotá: Editorial Iqueima, 1962).

25 Para esta época se ve el nacimiento de las guerrillas de izquierda de oposición a los gobiernos conservadores que dominarían el panorama de la resistencia armada en Colombia en toda la segunda mitad del siglo XX, un claro ejemplo de ello son las guerrillas de los llanos o la del Sumapaz.

26 La historiografía ha abordado el tema del bogotazo con el contexto internacional como eje central. Gonzalo Sánchez afirma que: "el episodio de los supuestos nexos entre la Unión Soviética y los eventos del 9 de abril no tiene importancia material hoy, pero sí dice mucho de la conducta diplomática en asuntos cruciales, y sobre todo dice mucho de los recursos utilizados en la rivalidad entre potencias, y de la manera cómo, siguiendo la Doctrina Truman enunciada el 12 de marzo de 1947 y que inspiraba los años de posguerra, se producían los alinderamientos en la arena internacional". Gonzalo Sánchez, Grandes potencias, el 9 de abril y la Violencia (Bogotá: Planeta, 2000), 182.

27 Daniel Pecaut, Orden y Violencia (Bogotá: CEREC y Siglo XXI Editores, 1987), 3.

28 Daniel Pecaut, Orden y Violencia…19.

29 No se puede desconocer que en la década de 1945 a 1955 se vio un crecimiento en la economía con un aumento de 5% del PIB, aunque evidentemente esto no justifica ni respalda las acciones militares y el Presidente tampoco lo hizo ver así. Ver: David Bushnell, Colombia una nación a pesar de sí misma: De los tiempos precolombinos a nuestros días (Bogotá: Editorial Planeta, 1994), 282-285.

30 Eduardo Sáenz, Colombia años 50. Industriales, política y diplomacia (Bogotá: Universidad Nacional, 2002), 79-111.

31 Atehortúa sugiere que: "Estados Unidos buscaba la más amplia participación latinoamericana, en tanto ello mostraría el interés de Occidente y del mundo libre para enfrentar al comunismo". Adolfo Atehortúa, "Colombia en la Guerra… 64.

32 Tras el triunfo de Laureano Gómez, "la política colombiana adquirió un perfil claramente definido, caracterizado por el monopolio conservador de todas las esferas públicas. En este sentido, la acción política perdió toda la dinámica del periodo 1946-1949, en la medida en que el debilitado partido liberal fue desplazado de los principales escenarios políticos." Gonzalo Sánchez, "Grandes potencias… 276.

33 Bárbara Skladowska, "Los nombres de...65.

34 Sáenz anota que: "El Partido Liberal anunció que asumiría "una actitud radical oposicionista", y con excepción de un periódico de Cali, la prensa liberal no circuló los días 7 y 8 en señal de protesta contra Gómez". Eduardo Sáenz, "Colombia años 50…45.

35 David Bushnell, "Colombia una nación…288.

36 Es importante separar esta corriente europea de ideas totalitarias, que Gómez no llegó a practicar en Colombia, como sí lo hizo con su marcado autoritarismo basado en un nacionalismo católico, que no debe confundirse con ese apoyo a los regímenes del viejo continente en período de la Segunda Guerra Mundial (fascismo y nazismo), que lo llevó a mostrarse totalmente en contra de las políticas de los Estados Unidos. Ver: Hésper Eduardo Pérez Rivera, "Acerca del Nacionalismo Católico de Laureano Gómez. 1930-1946", Revista Colombiana de Sociología N° 20 (2003): 31-40.

37 James D. Henderson, Las Ideas de Laureano Gómez (Bogotá: Tercer Mundo, 1985), 255.

38 Stephen J. Randall, Alfonso López Michelsen: Su vida, su época (Bogotá: Villegas Editores, 2007), 121.

39 "(…) mientras que el gobierno brasileño convertía su cooperación en herramienta política estratégica para obtener recursos para el desarrollo y la industrialización, el gobierno de Laureano Gómez utilizaba la participación militar colombiana en Corea para solicitar mayor armamento a los norteamericanos". César Torres del Río, Colombia siglo XX: Desde la guerra de los Mil Días hasta la elección de Álvaro Uribe (Bogotá: Norma. 2010), 215.

40 El Siglo, octubre 22, 1949.

41 En reunión oficial en Estados Unidos, con la ayuda ya aceptada, el embajador colombiano Restrepo Jaramillo dijo: "Colombia no ahorrará esfuerzo en la lucha contra el Comunismo internacional", El Siglo, mayo 27, 1951.

42 Álvaro Valencia, "Colombia en la Guerra…225.

43 David Bushnell, "Colombia una nación…289.

44 Eduardo Sáenz, "Colombia años 50…47.

45 Philip Abrams, "Notas sobre la dificultad de estudiar el Estado", Journal of Historical Sociology Vol. 1, N° 1 (marzo, 1988): 59.

46 Adolfo Atehortúa, Colombia en la Guerra…65.

47 Adolfo Atehortúa, Colombia en la Guerra…65.

48 Max Weber, Estructuras de Poder (México D.F: Ediciones Coyoacán, 2004), 8.

49 Max Weber, Estructuras de Poder…17.

50 James Henderson, Las ideas de…187.

51 Eduardo Sáenz, Colombia años 50…44.

52 "Carta del ofrecimiento colombiano de un batallón de infantería. Del embajador colombiano en EE.UU, Eduardo Zuleta Ángel, al Secretario de Estado estadounidense Dean Acheson", noviembre 14, 1950.

53 Con el titular "Colombia recibe la bandera de la ONU", El Espectador informa en su primera plana de un acto simbólico en Nueva York en donde se le entregó la bandera de las Naciones Unidas a cargo del Secretario General Trygve Lie al ministro de guerra colombiano Roberto Urdaneta para ser entregada al Batallón Colombia, confirmando así la aceptación oficial del ofrecimiento. El Espectador, mayo 21, 1951.

54 Rafael Martínez Pereira, Los tres regímenes: fuego, arrasamiento, desolación y lágrimas: doctor Mariano Ospina P., Doctor Laureano Gómez C., Doctor Gustavo Rojas P. (Barranquilla: Clavería, 1974).

55 "(…) la solución siempre era la misma: si los colombianos querían salvar a su nación del caos debían permanecer fieles a la philosophia perennis del catolicismo y luchar contra los males que el orador señalaba con celo evangélico." James Henderson, Las ideas de…130.

56 Adolfo Atehortúa, Colombia en la Guerra…69.

57 Ver: David Halberstam, La guerra olvidada: historia de la guerra de Corea (Barcelona: Crítica, 2009).

58 Para una completa reconstrucción de lo que fue la participación del Batallón Colombia en Corea y las batallas más significativas, ver: Álvaro Valencia Tovar y Jairo Sandoval, Colombia en la Guerra de Corea: la historia secreta (Bogotá: Planeta, 2001).

59 Gabriel Puyana G., Por la libertad... en tierra extraña! Crónicas y reminiscencias de la guerra de Corea (Bogotá: Banco de la República, 1993).

60 Gabriel Puyana y Álvaro Valencia Tovar, En Corea por la libertad y por la gloria: participación colombiana en la guerra 1951-1953 (Bogotá: Imprenta y Publicaciones de las Fuerzas Militares, 2003).

61 El Batallón Colombia inmediatamente arribó a territorio coreano se puso a órdenes del Ejército de Estados Unidos, más precisamente al 21 Regimiento de la 24 División de Infantería.

62 El Espectador, septiembre 2, 1951.

63 Esta cifra es tan variable que no hay certeza del número final de bajas, se ha llegado a hablar de casi 700.

64 Tomado de entrevista del texto inédito: "Viaje sin itinerario" de Carolina Alfonso Álvarez. Estudiante de Comunicación Social. Universidad de Boyacá. 2014.

65 Bárbara Skladowska, "Los nombres de...100.

66 El veterano José Álvarez afirma: "(…) muchos no sabíamos ni dónde quedaba Corea ni por qué íbamos a pelear, pero lo hicimos y allá llegamos, con el Batallón de Infantería Número 1 Colombia", Carolina Alfonso, "Viaje sin itinerario", 1.

67 Álvaro Valencia, "Colombia en la Guerra...228.

68 Álvaro Valencia, "Colombia en la Guerra...228.

69 "Algunos de los oficiales y la mayoría de los suboficiales y soldados fueron destinados a Corea por razones partidistas, por región de origen o simplemente, como lo señala Gabriel Puyana, por salir de diversos problemas. Todo esto permite pensar que la situación interna del país y del Ejército tuvo que ver con la decisión del envío y con el proceso mismo de reclutamiento". Bárbara Skladowska, Los nombres de...54.

70 Celmira Figueroa (entrevistadora), Me fui para la Guerra de Corea sin permiso de mis padres [online]. Diario La Opinión, julio 03, 2010. www.laopinion.com.co (21 Noviembre 2013. 09.30h).

71 Algunos datos de Bárbara Skladowska: 4.314 hombres. Cuatro batallones (relevos). 428 heridos. 69 desaparecidos. 28 prisioneros canjeados. 139 muertos. Fuente: www.fac.mil.co/2001/marzo/batacolom.htm

72 Noticia titulada: "La Fragata ‘Almirante Padilla’ participó en una audaz operación de desembarco en Corea Comunista". El Espectador, junio 12, 1951.

73 Ver: Carter Malkasian, Essential Histories: The Korean War 1950-1953 (Osprey Publishing, 2001).

74 Nigel Thomas, Peter Abbott y Mike Chappell, Men at Arms series n° 174. The Korean War 1950 - 53 (Osprey Publishing, 1986).

75 En pleno desarrollo de la Guerra, el mundo se preguntaba por el cese de hostilidades y la búsqueda de la paz. El corresponsal de la United Press, Leroy Pope, en una nota de El Espectador titulada: "El mundo pendiente de saber cuándo y cómo se logrará la Paz en Corea", hacía un análisis del conflicto en Corea y cuestionaba la continuidad del mismo por parte de las Naciones Unidas. Haciendo una analogía, el periodista comparaba la Guerra de Corea con un caso judicial en el que el jurado definiría el futuro del conflicto de acuerdo a su visión de cada uno de los principales hechos y de las implicaciones de la permanencia para Europa, por ejemplo. El Espectador, mayo 18, 1951.

76 Testimonio de lo que vio Raúl Tibaduiza. Carolina Alfonso, "Viaje sin itinerario",1.

77 Así lo afirma un veterano de guerra al hablar de lo que dejó la participación del Batallón Colombia en la Guerra. Celmira Figueroa (entrevistadora), "Me fui para la Guerra de Corea sin permiso de mis padres" [online], Diario La Opinión, julio 03, 2010. www.laopinion.com.co (noviembre 21, 2013. 09.30h).

78 Gabriel Puyana García, Vivencias de un ideal: Relatos que pueden ser historia (Bogotá: Editorial Guadalupe, 2001), 122.

79 Adolfo Atehortúa, Colombia en la Guerra…71.

80 Álvaro Valencia, Colombia en la Guerra...312.


Fuentes documentales

"Colombia no ahorrará esfuerzo en la lucha contra el Comunismo internacional". El Siglo, mayo 27, 1951.

"Colombia recibe la bandera de la ONU". El Espectador, mayo 21, 1951.

El Espectador. Julio 15, 1950.

El Espectador. Septiembre 19, 1950

"La ONU pide envío de tropas hacia Corea". El Espectador, julio 14, 1950.

"La lucha contra el Comunismo apenas está comenzando, dijo Marshall". El Espectador, octubre 28, 1950.

"La Fragata 'Almirante Padilla' participó en una audaz operación de desembarco en Corea Comunista". El Espectador, junio 12, 1951.


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Citar este artículo:
Juan David Meléndez Camargo, "Colombia y su participación en la Guerra de Corea: Una reflexión tras 64 años de iniciado el conflicto", Historia y Memoria N°10 (enero-junio, 2015), 199-239.