La institución: la aniquilación de la praxis formativa 1

The Institution: The Annihilation of Formative Praxis

John Alexis Rengifo-Carpintero 2
Universidad Santiago de Cali, Colombia

La institución: la aniquilación de la praxis formativa 1

Pensamiento y Acción, núm. 26, 2019, pp. 7 -29

Fecha de recepción: 12 Diciembre 2018

Fecha de aprobación: 16 Abril 2019

Resumen: Este ensayo es una reflexión crítica sobre el modo en que el hombre contemporáneo, a través de las instituciones sociales, perpetúa una existencia mediocre, banal y precaria, en oposición a un acontecer auténtico, positivo. En este se pone en evidencia que instituciones como la familia, la escuela, la empresa y el Estado mantienen sobre aquel una condición de indigencia existencial y de servilismo social. El método que guía este escrito es el deconstructivo, con el que se presenta de un modo puramente descriptivo, en primer término, lo que el hombre es en la sociedad del hiperconsumo; y en segundo término, lo que este podría llegar a ser, es decir, una existencia más sincera. Se concluye que el único modo de poder resistir a la tiranía de las instituciones sociales deformadoras consiste en arrojarse al abismo de una compresión absoluta de lo que es ser un acontecer singular y auténtico.

Palabras clave: ética, formación, institución, pedagogía, política.

Abstract: This essay is a critical reflection on the way in which contemporary man, through social institutions, perpetuates a mediocre, banal, and precarious existence, in opposition to an authentic, positive event. This shows that institutions such as the family, the school, the company and the State perpetuate a condition of existential indigence and social servility. The method that guides this paper is the deconstructive one, with which it is presented, in a purely descriptive way, at first, what man is in a society trapped in the hyper consumption of global society; and secondly what could lead to a more sincere existence. It is concluded that the only way to resist the tyranny of deforming social institutions is to throw oneself into the abyss of an absolute understanding of what it is to be a singular and authentic event.

Keywords: ethics, institution, pedagogy, politics, training.

Introducción

Este escrito es un trabajo crítico sobre el modo en que la institución familiar, escolar y gubernamental obra sobre el advenimiento de esa cosa llamada “hombre contemporáneo”, que no es más que una caricatura desdibujada de un hombre en sentido pleno, en sentido positivo. A lo sumo, la primera reproduce delincuentes en masa; la segunda los capacita mediante una prótesis informativa para ser ciudadanos del montón, propios de las redes sociales; y la tercera ¡los hace profesionales! los vuelve mercancía para ser consumida, prostituida y masificada, mano de obra barata.

¿Qué es el hombre hoy? ¿Cuál es el lugar, el centro y la periferia del hombre contemporáneo ante el influjo de las instituciones sociales? ¿De qué modo las instituciones sociales han configurado un imaginario denominado ciudadano? ¿Qué hace al hombre y la mujer de hoy considerarse como tales? ¿En qué medida los discursos contemporáneos aniquilan la diferencia hombre-mujer?

Este es un escrito de combate, es un escrito de resistencia, es una empresa de denuncia y protesta. Su advenimiento, como todo hijo precario: la razón de la incapacidad e indigencia moral y existencial del hombre contemporáneo. Un seudohombre 3 , un hombre de las masas, de la opinión pública (Nietzsche, 2000), del fashion show comercial. Un yo hedonista, cuyo centro y periferia es un cuerpo prostituido, una sexualidad pornográfica (Díaz & Rengifo, 2014), y una relación con los demás comercial, siempre mercantil (Díaz, Pinillo & Rengifo, 2016a). La razón de su inanición cultural se debe a dos motivos: el primero, a su propia incapacidad existencial, su pereza de vida, por la vida y para una vida plena (Nietzsche, 2002). El segundo, a una cuestión más crítica y desdeñosa, al modo en que las instituciones contemporáneas, esto es: la familia, la escuela, la empresa capitalista y la burocracia estatal, han aniquilado de raíz las prácticas formativas para una vida plena, arrojando como resultado eso que hoy en día se hace llamar hombre del mundo. Por ello, este escrito no es una investigación al estilo de lo “institucional-formal-académico” sobre el tema del acontecer del hombre contemporáneo, es tan solo el pensamiento de un hombre que se desvanece en la inanición de un mundo que se desquebraja a su alrededor.

Hemos visto que el agotamiento del Estado-nación es también el agotamiento de sus instituciones de vigilancia. A saber: la familia, la escuela, el cuartel, la fábrica, el hospital y la prisión. […] Las sociedades contemporáneas son sociedades que han internalizado los mecanismos de vigilancia. Siendo la expulsión sin reingreso la modalidad de exclusión social, la subjetividad actual deviene controlada. Pero esta subjetividad no es efecto de un panóptico exterior que vigila, sino de la amenaza de exclusión que controla. (Corea & Lewkowics, 1995, pp. 36-37)

El método para abordar este análisis podría ser el crítico social o el fenomenológico crítico; sin embargo, en ambos casos, la crítica aplasta el acontecer positivo, esto es, una posible propuesta de salvación, una balsa en el naufragio de la existencia mercantil del hombre actual. Por eso he optado por lo que considero es el método más eficaz de dar cuenta del acontecer de ese ciberhombre, del hombre de las redes sociales, el método deconstructivo, desde luego desde un enfoque antropológico. Método que permite, por una parte, hacer una radiografía crítica del hombre actual, y por otra, plantear una posible salida a ese acontecer prostituido llamado ciudadano del mundo globalizado. El hombre de las instituciones sociales, aquellas que son su propio ocaso y su fin, pero jamás un hombre en sentido real y estricto, esto es, como plenitud de vida.

Este escrito será desarrollado del siguiente modo. En primer lugar, mostraré la precariedad existencial y la pereza de vida, en el acontecer del “hombre contemporáneo”, que se debate entre discursos desgastados e hipócritas que ha llamado machismo y feminismo. En segundo lugar, presentaré el influjo maligno que las instituciones sociales han ejercido y siguen ejerciendo sobre estos. Por último, ofreceré una posible salida a tal acontecer tan sombrío a través de lo que culturas milenarias desarrollaron en forma de artes de vida y que, a mi modo de ver, vale la pena recuperar en forma de una praxis formativa.

Antes habrá que ser justos con el advenimiento biológico de ese ser llamado hombre. El acontecer de este organismo es como el de la mayoría de las especies, siempre una existencia en correlación de codependencia: el espermatozoide requiere del óvulo para ser fecundando (primera relación de dependencia orgánica), de tal unión surge un hecho milagroso, la vida, un hombre o una mujer o, en muy pocos casos, un hermafrodita; posteriormente ese ser fetal establece la segunda relación de dependencia con el organismo que lo aloja, la madre: de la historia trágica, feliz o melancólica de esta dependerá el advenimiento “normal” o “patológico” de aquel, surge el primer lazo de apego afectivo (Bowlby, 1986). Después, este es arrojado al mundo y pasa de ser un pez (situación embrional), a ser un ser pulmonar, aéreo, a respirar y vivir por sí mismo, ¡hum! aún no, pues su desarrollo está sujeto al establecimiento de los lazos afectivos que inundarán su mundo (Cyrulnik, 2005); primero, en la relación infante-entorno familiar; segundo, en la relación infante-entorno escolar; tercero, en la relación infante-entorno vecinal; cuarto, y después de que la familia ha malogrado el producto, acontece un adolescente, un joven contemporáneo sin motivo ni razón existencial para una vida plena, en relación joven-entorno vecinal o tribal, algo pasa en este recorrido. El joven lentamente inicia un proceso de desterritorialización (Deleuze & Guatari, 1997) de su nido o entorno familiar-afectivo, que por lo regular ve, siente y percibe en oposición a sus formas propias de ser y de obrar (Díaz, Pinillo & Rengifo, 2016b), para sustituirlo por el proceso de reterritorialización del entorno afectivo de la tribu. Por lo que la relación se vuelve tribu-joven, codependencia de la tribu, vida por la tribu y para la tribu. En el joven contemporáneo reaparece la vieja imagen del mundo que Habermas (1999), siguiendo a Weber, creía que estaba muerta: la imagen del hombre en el interior de su tribu: sin ella, él deja de ser 4 . De este modo, se puede decir que en el hombre de hoy, en ese hombre de la tribu, de la red, la biología ha seguido su curso y este es un incapaz natural. Su incapacidad: su temor por vivir una vida sin el vecino, sin el otro, una existencia libre, espontánea, una vida positiva, una existencia formada, un devenir auténtico, no un solitario, sino un hombre que es capaz de hacerse a sí mismo. Por ello, el resultado de esta acción biológica de codependencia siempre de… 5 llegará a su máxima expresión en el hombre y la mujer de hoy. Los grandes hombres y mujeres de negocios. La prostitución vuelta acción social privada, enmascarada, encubierta, reducida al espacio-oculto de la oficina, del motel, pero bajo el ropaje hipócrita judeocristiano de hombres y mujeres de familia.

El acontecer del hombre actual

Al preguntársele cuál era la característica de los seres humanos más común en todas partes, aquel viajero que había visto muchas tierras y pueblos, y visitado muchos continentes, respondió: la inclinación a la pereza. Algunos podrían pensar que hubiera sido más justo y más acertado decir: son temerosos. Se esconden tras costumbres y opiniones. En el fondo, todo hombre sabe con certeza que sólo se halla en el mundo una vez, como un acontecer único, y que ningún otro azar, por insólito que sea, podrá combinar por segunda vez una multiplicidad tan diversa y obtener con ella la misma unidad que él es; lo sabe, pero lo oculta como si le remordiera la conciencia. ¿Por qué? Por temor al prójimo, que exige la convención y en ella se oculta. Pero, ¿qué obliga al único a temer al vecino, a pensar y actuar como lo hace el rebaño y a no sentirse dichoso consigo mismo? El pudor acaso, en los menos; pero en la mayoría se trata de comodidad, indolencia, en una palabra, de aquella inclinación a la pereza de la que hablaba el viajero. Tiene razón: los hombres son más perezosos que cobardes, y lo que más temen son precisamente las molestias que les impondrían una sinceridad y una desnudez incondicionales. (Nietzsche, 2002, p. 7)

El hombre es el único ser sobre la faz de la tierra que se da a la tarea indigna de procrear sin estar formado para la vida 6 , pese a su condición biológica de ser inacabado (Bolk, 2007) y a su condición cultural de ser del rebaño. ¡Un simple latido del corazón, una mirada profunda, un gusto placebo entre dos seres que fisiológicamente se atraen por impulsos químicos, biológicos y culturales!, pero que poco o nada saben sobre la responsabilidad de una vida plena, auténtica, genuina, excelsa, positiva, termina en un acto copulativo de procreación sin sentido, sin responsabilidad, sin disciplina, sin un horizonte de sentido común para la potencia cocreadora de estos. Seudohombres que se dan a la tarea de la reproducción en serie con distintas seudomujeres, sin responder ni por ellas ni por los hijos que dejan en estas, porque entre más vástagos puedan engendrar, en más mujeres, más varones serán 7 . Seudomujeres, que antes de los 15 años han conocido sexualmente más hombres que amigos 8 . Seudomujeres carentes de amor propio, que se dan a la tarea de engendrar y procrear las simientes de los seudohombres, tendentes a hacer parte del panorama de una vida delincuencial, de una juventud delincuencial, de un horizonte del mal y para el mal. Hijos bastardos nacidos de la acción irresponsable de dos seudoseres, de dos prototipos de hombre y mujer contemporáneos, dos seres autoprostituidos. ¡De ahí surge la maravillosa institución familiar! Un corolario de seudoseres, de ciudadanos contemporáneos cuyo centro y periferia es el consumo siempre masivo, siempre grupal, siempre en red de una sola cosa, la única cosa que le importa a este pequeño mundo: mercancía transmutada en propiedad privada, a través del dinero y metamorfoseada por y para producir información.

Machismo y feminismo surgen como los dos discursos sociales e históricos de estos vástagos del mal, de estos seudoseres contemporáneos, que ignoran por completo el ser integral y la sacralidad-divina que habita en el interior de cada hombre y mujer formados. Machismo y feminismo son las formas patológicas de relacionarse con lo vivo, el ser genérico, creador, auténtico y único que es el otro. Es un puro chantaje occidental. El feminismo no es la reivindicación histórica de la mujer. Es un discurso de poder eurocentrista nacido de las ansias de adquisición de propiedad privada humana del burgués capitalista, que contribuyó a la prostitución masiva de la mujer y a la desarticulación paulatina del “hogar” aunque no existiera tal. La mujer del hogar se transformó en una profesional sexual para todos, para ser poseída, vendida y mercantilizada. En una prostituta a la carta para el hombre de negocios. La profesional de hoy nada en un mar de ofertas sexuales al mejor postor, su jefe, su vecino, su compañero de trabajo, etc. Las casas de cita 9 , los prostíbulos y demás lugares de recreación sexual del seudohombre de la masa, han de ver sus activos disminuidos ante el influjo social de la profesional prostituida, que no cobra por su virtud, pero que decide otorgarla al mejor partido de forma gratuita 10 .

El machismo no es una forma propia de ser del hombre, es una orientación comportamental del seudohombre, del burgués de la opinión pública, del metrosexual de la apariencia, del ciudadano prostituido en todo su ser. El machismo existe solamente en el imaginario de la seudomujer que desea tal estado. Esto es, que es incapaz de vivir sin la potencia maligna del seudohombre. Que es incapaz de reconocerse por fuera de una relación de dominación o, lo que es lo mismo, del reconocimiento en un sistema de agresión, el seudohombre. Seudohombre cuyo centro y periferia es la seudomujer dominada. Este es incapaz de existir sin aquella, porque disfraza su soledad existencial y su carencia de valor, en un ser igual de débil y sometido como él. Ambos se complementan en un discurso de poder lastimero, amañado y homogeneizante, feminismo y machismo.

La institución familiar

Durante mucho tiempo me he preguntado contra qué podía revelarse un ángel si todo es perfecto en el paraíso. Hasta el día en que comprendí que se rebelaría contra la perfección. La existencia de un orden irreprochable provocaba en él un sentimiento de no vida. La justicia absoluta, al suprimir el aguijoneo de la indagación, le entumecía el alma. La orgía de pureza le repugnaba tanto como una deshonra. Era pues necesario que ese ángel cayera para poner de relieve el orden y la pureza de los habitantes del paraíso. (Cyirulnik, 2005, p. 41)

El paraíso. ¿Cuál?, ¿la familia? Como resultado de lo anteriormente expuesto, acudimos en nuestra sociedad contemporánea a la reproducción masiva de seres mediocres por seres aún más mediocres que aquellos que produjeron. Seres más que biológicamente inacabados, culturalmente deformados. Carentes en todo sentido de una formación plena, integral y trascendental para la vida. Seres que poco o nada saben sobre la responsabilidad de cuidar una vida, de velar por ella, de formar en su más alto sentido otro ser. Porque, obviamente, no han descubierto qué es formarse a sí mismos para una vida genuina. Hombres y mujeres que desconocen absolutamente todo sobre los principios básicos de una medicina natural preventiva, o correctiva, o sobre el cuidado exhaustivo de su propio cuerpo y del otro, a través de una pedagogía de la alimentación, del cuerpo y del espíritu para una vida plena.

¿Cómo es posible hablar de la familia sin haber formado primero hombres y mujeres para la constitución real de esta?

La familia monogámica, como la principal institución social de la vacía sociedad burguesa tecnocientífica, representante de la alta moral judeocristiana, es la mayor hipocresía del mundo (dicotomía entre el deber ser y el poder hacer) y la reproducción en serie de delincuentes en masa. En ella, los vacíos afectivos de las generaciones pasadas son remplazados en las generaciones recientes por: a) un exceso perverso de gestos, mímicas y sonidos infantiles, generalmente afeminados a través de la castración de palabras (agú, agú, qué quele e niño, quen es o más indo de a casa, etc.); b) un exceso ingenuo de bienes materiales que le otorgan a aquel para su “bienestar físico y mental”, pero que realmente habla de la condición de precariedad económica de los padres en su infancia o del fetichismo material de los que hubieron de nacer de buena cuna; c) el doblegamiento de la voluntad del padre, la madre y el núcleo familiar a los caprichos, lloriqueos o sonidos onomatopéyicos del infante.

Ahora bien, qué se puede decir de aquella etapa de la infancia que va de los siete a los 15 años de edad, cuando el núcleo familiar desaparece para darle paso a los auxiliares o sustitutos pedagógicos de la madre y el padre (los distintos objetos tecnológicos y las redes sociales) propios del sedentarismo-nómada (Rengifo, Pinillo & Díaz, 2016) de una cultura sin ideales de superación, más que los que le brinda el fashion show del reality, la cultura pornográfica audiovisual 11 , la prostitución mafiosa del arte manifestado en tendencias musicales delincuenciales como el reguetón, el rap, expresadas en tendencias estéticas comerciales sobre el cuerpo para lucir, la lógica del cuerpo sin órganos 12 por la mano del gurú contemporáneo, el cirujano plástico. Aniquilando por completo las narrativas mágicas 13 ancestrales que le daban sentido y plenitud a la vida de hombres y mujeres.

El terrible resultado: una sociedad de niños, jóvenes y adultos cuyo centro es el goce del placer efímero por el puro placer 14 . El uso y el abuso de la internet, las páginas web y las redes sociales en la construcción inconsciente de imaginarios colectivos (Castoriadis, 1997) conscientes de tendencia inorgánica. Relación fundante entre el hombre y la máquina, (el objeto tecnológico de moda) (Díaz, Pinillo & Rengifo, 2016a), que termina en una Mors-relación-inorgánica 15 del hombre vivo con objetos muertos, como hombres muertos con objetos vivos. Una relación simbiótica entre lo vivo con lo inorgánico. Lo cibernético en coextensión de lo humano y como núcleo fundante de su ser.

Una sociedad donde la familia monogámica ha sido remplazada por relaciones sexuales fortuitas y casuales, debido a su poca o nula acción formativa, basadas en la cultura pornográfica audiovisual de la experimentación pura, motivada por el ideal efímero de encontrarle sentido a la vida por fuera de la realidad del sí, de la propia autoafirmación de la vida.

Menos aún podremos decir sobre los jóvenes contemporáneos perdidos en la lógica de un mundo dirigido por la pedagogía del consumo, por la exploración hedonista de sus placeres, ante lo cual no hay droga que a la mafia le alcance para suplir las necesidades narcisistas de consumo de estos: marihuana, éxtasis, poper, cocaína, etc. Si el narcotráfico subsiste, es por la mendicidad de carácter de todos aquellos que son incapaces mentales en la misión de enfrentar la vida positivamente, por más que esta en su devenir aparezca trágica. Hombres y mujeres incapaces. Más les valdría no haber nacido. El problema no es el narcotráfico, el problema real es el consumidor. El seudohombre de la masa, de los que viven en estado de trance. Situación que, a su vez, no es más que una respuesta nefasta, funesta, débil, a un mundo que para ellos se pierde en el vacío de una cultura sin sentido:

Todo ello involucra una comprensión de la condición posmoderna: el abandono de la teleología de la ciencia, la construcción de estilos de vida a partir de los productos de consumo y el bricolaje cultural, y el desarrollo de formas culturales y de relaciones sociales que se han generado a partir de la desorganización del capitalismo. Dentro de ese mundo, los adolescentes enfrentan sendas culturales hibridas todas las cuales conducen al mismo lugar: a ningún sitio. Ningún sitio es el lugar en el que los jovencitos que hacen recordar a los de La naranja mecánica intentan volver a unir los fragmentos de sus yo dispersos, cubiertos por una bruma urbana de segunda clase, posindustrial. (McLaren, 1991, p. 55)

Vacío originado en el ideal kantiano de una vida autónoma. Pero, ¿qué es para esta sociedad la autonomía? Desafortunadamente, esta sociedad ha entendido por autonomía la capacidad de un actor social para no depender económicamente de nadie. Es decir, la autonomía ha sido reducida a su sentido burgués: capacidad económica de independencia. Pero, ¿qué ocurrió con la facultad de servirse del propio entendimiento? Ha muerto. Si un individuo posee un buen trabajo que le brinda solvencia económica, pero hace parte de una tribu cualquiera, este no solo es autónomo, sino, más aún, es un gran hombre, es un hombre popular 16 , es un hombre social, un hombre de negocios, es un ciudadano del mundo. Pese a que su modo de ser sea la copia en serie del modo de ser de los demás miembros de la tribu. Pese a que este no desarrolle el potencial de creatividad que hay en sí. Pese a que este no tenga ni la menor idea de una vida auténtica, en oposición a la vida autónoma burguesa. Y en este punto no se salva nadie: ni el político, ni el pastor, ni el sacerdote, ni el intelectual, ni el artista, ni el deportista, ni el médico, ni el abogado… Nadie, absolutamente nadie se salva. Quizá tú, lector, ya eres un ser del rebaño, hecho a la imagen y la medida de los demás, buscando mecanismos placebos de evadir la realidad: la droga, el alcohol, la religión, la política, los libros, el otro. ¿Cuál es tu droga?, ¿cómo disfrazas tu pereza de vida? No me produces más que una terrible carcajada, porque ni siquiera eres digno de lástima: qué patético es el ser humano. Qué patética es tu vida intentando encontrar la verdad de la existencia por fuera de ti. ¿Aún no te has encontrado?, ¿pretendes guiar una familia, tener una mujer o un hombre sin primero haberte formado para ello?, ¿crees que yendo a la iglesia, al partido político, al grupo social, a la universidad, llenarás los vacíos afectivos, emocionales y existenciales que tan solo tú puedes llenar?, ¿crees que con todo el dinero del mundo serías más feliz? Impotente sexual, existencial y mental ja, ja, ja, ja, ja, qué risa me das, ¿crees que este escrito te ayudará en tu búsqueda? Débil, perdedor, hacedor de maldad, la obscuridad vive en ti porque no tienes la fuerza, el demonio para luchar contra ella. Lo mejor que podrías hacer es dejar de existir. De esta manera le dejarías más oxígeno a aquellos que se atreven a enfrentar la vida heroicamente.

Por tal razón, el único sentido que el hombre contemporáneo puede alcanzar, hipócritamente, es el del reconocimiento del grupo, de la tribu y el goce placebo con estos de todo aquello que lo pueda sacar de la terrible realidad de un mundo sin futuro: la vida no es bella. Para hacer que esta lo sea, hay que metamorfosear el dolor y transmutarlo en un acto creativo positivo de producción de nuevos nexos de sentido, no escapándose de la realidad, sino enfrentándola con todos los avatares que esta nos trae. De este modo encontramos niños y niñas incapaces de valerse por sí mismos o de servirse de su propio juicio, que terminan siendo ciudadanos por extensión, pero hombres por defecto, y no por convicción.

Pero, ¿cómo es posible pensar en un hombre educado para la masa, un intelectual cuya consideración sobre el cuerpo es nefasta? Un erudito del conocimiento que vive del pensar, sacando barriga todo el día, pero negando el sentir de su corporalidad, aniquilando su vida: la idea de un cuerpo sano y bello, su afectividad y su espiritualidad. O, ¿cómo es posible pensar en un hombre educado solamente para su cuerpo, que realmente termina siendo el cuerpo estético de la opinión pública? Un hombre cuyo centro y periferia es su cuerpo, pero bajo la lente y la mirada castigadora y vigilante del vecino. Hombre constituido y sometido a la doza de la tribu.

La familia monogámica, o las nuevas familias sin centro ni periferia, se encargan de “educar” a un hijo sin las más mínimas consideraciones sobre estos asuntos, y legan tal acto de formación a la escuela cuyo papel ortopédico termina siendo una prótesis mal hecha de lo que este es: un hombre, una mujer instruidos en una sola dimensión, la mercantil, la de producir, la de dejar de ser un sí vivo orgánico, para transmutar en un no muerto e inorgánico, un ciberhombre, o en una sola profesión o en una superespecialización, pero nunca en una praxis educativa formativa por y para una vida plena.

La institución escolar

Si la familia es la gran responsable de este terrible panorama sombrío, la escuela, los colegios y las instituciones universitarias son los otros organismos institucionales utilizados por el Estado para perpetuar tal situación de indigencia e inanición social en la que se encuentra el hombre contemporáneo.

La escuela, el colegio y la universidad no son más que estamentos gubernamentales públicos o privados de reproducción en masa de formas estereotípicas negativas de asumir la vida, dirigidas por la lógica de una ética comerciante, y una política pública de dominio eufemisada a través de acciones neoliberales o conservadoras de ideales sobre la homogeneización, la universalización y la racionalización tendentes a un “mejoramiento del vivir de los pueblos y las comunidades”, mediante el uso indiscriminado de una acción argumentativa, procedimental, para el ejercicio de un consenso contractual nefasto, a través del cual se aniquila la facultad de juzgar de las doctrinas ancestrales o de tradiciones culturales de antaño (Díaz, Pinillo & Rengifo, 2016b).

Aunque todas estas instituciones de educación dicen dirigirse por el eslogan de una “educación integral”, en sus currículos “dinámicos” y “flexibles” no expresan más que la tiranía de una microfísica del poder (Foucault, 1979) que imponen las mafias eruditas dentro de los mismos, que se apegan como sanguijuelas a las “directrices del Ministerio de Educación” bajo la lógica mercantil de los “Sistemas de Calidad”, pero que, en verdad, expresan tres realidades distintas:

La primera, una política pública que asume la educación como tema de mercado, pero en donde la escuela, el colegio y la universidad instruyen sobre asignaturas que poco o nada tienen que ver con la realidad de un estudiante, es un sistema de legitimación y de reproducción en serie de opiniones y de creencias, amparado bajo el eslogan de mecanismos estructurales mercantiles de vigilar y dirigir la educación, para su óptimo desempeño. No me producen más que una carcajada. El Ministerio de Educación Nacional impone, sin un proceso de investigación y discusión suficiente, lineamientos curriculares, estándares de calidad y competencias académicas, laborales y ciudadanas, como si la eficacia del acto educativo se redujese a la acumulación conceptual, por parte del profesor, de una plétora de ideas, palabras y opiniones (información técnica, estadística para cuadrar ingresos y egresos) que realmente en poco o nada contribuyen a la formación plena e integral de un hombre, puesto que los mismos conceptos excluyen de antemano, el desarrollo libre, espontáneo y auténtico de un ser genuino, o ¿qué es acaso pensar la educación en términos de estándares, de lineamientos o de competencias?, ¿acaso no es este acto ya, la realización de un proceso de homogeneización social del acaecer espontáneo de un ser etnoculturalmente determinado? Más aún, ¿en qué momento la familia, la academia y el entorno vecinal, comunal o barrial han sido llamados a discutir, debatir y abordar tales mecanismos de control, mediante un proceso de discusión plural y crítico? Toda la educación se reduce a la implementación de una “formatitis” aguda. Un formato para un plan de aula, otro para el proyecto de clase, otro para evaluar lo socioafectivo, otro para lo académico, etc., La educación, el acto de formación se transmutó en formatos, formatos y más formatos. ¿Y al final del proceso qué se tiene? Profesores inconformes que escriben por escribir, ¡y de eso sí que saben los educadores estatales!, y estudiantes vacíos que nada saben sobre la vida, y en cuya estructura neuropsicológica, en su cerebro, en sus redes neuronales, solo existe una dimensión, la información:

Los docentes no leen; los chicos no leen. El aburrimiento, el desinterés, la sensación de quedar por fuera de un texto opaco es doble: se da tanto en los chicos como en los docentes ¿cuál es la solución? ¿Buscar textos motivadores? La estrategia pedagógica de la motivación se ensayó con creces y por lo que se ve, dio pobres resultados. Tal vez lo que falla no es la estrategia sino el modo de considerar el problema. Tal vez la lectura y la escritura tiene otro estatuto en la era de la información y en condiciones de fluidez. (Corea & Lekowicz, 1995, p. 83)

La segunda, acciones puntuales de profesores que considerándose depositarios de la verdad absoluta instruyen bajo los paradigmas de lo que creen es la realidad social, cultural, política o trascendente, en calidad de eruditos del conocimiento y no sobre lo que es la realidad de cada una de estas dimensiones (Pinillo & Rengifo, 2013). Estos no hacen más que reproducir, reproducir y seguir reproduciendo un mar de opiniones, creencias y discursos como suyos, como si realmente de ellos mismos hubiesen surgido. Escriben artículos y libros enteros sobre lo que dijo fulano de tal hace mil años, sin generar o proponer desde sí mismos ni el más mínimo pensamiento nuevo. Realmente son seres que viven del pasado, se han momificado en este y no son capaces de producir aquí y ahora una propuesta alternativa para su propia vida, menos aún lo harán para la vida de los demás. Seres momificados que no generan en sus estudiantes más que acciones reproductivas de un saber inerte, pero que en realidad no generan nuevos nexos de sentido, no tocan sensibilidades, no deconstruyen realidades, no transgreden el sistema. Seres lastimeros que viven del mundo de la oficina desde donde se sitúan como la vara de dios que juzga y mide la realidad circundante de los no iniciados. Seres mediocres, profesionales del saber que viven arrodillados, agachados y en el rincón del cuarto de donde el gran sistema les deja y permite actuar. Su temor, espanto y mediocridad por conservar un puesto, por tener un trabajo, o como dicen los más fútiles “no hay que patear la lonchera”, la pagan sus estudiantes sometidos a las microfísicas de poder de que aquellos se sirven y que también generan. La nota la imponen como su máximo verdugo, es juez y castigador al mismo tiempo. Y la propuesta de curso actúa como una verdadera acción castradora de la imaginación, no son más que la reproducción de opiniones y creencias.

Tercero, la actitud lastimera y mediocre de los estudiantes que ingresan a tales lugares de castración de la facultad de juzgar, a buscar aprender e instruirse en una profesión para “ganarse la vida”. Solo estudian por una nota, para un parcial o porque el profesor de turno les impone rebajas en las calificaciones si no hacen la lectura previa del documento, o si no realizan el taller respectivo, etc. Estudiantes de estos es mejor que se queden en su casa cuidando a la masa de delincuentes que ya han empezado a engendrar. Estudiantes que no van a la universidad más que a hacer amigos, conseguir pareja, criticar al profesor, burlarse de este, etc.; en ellos no hay más que una simple preocupación: pasar el tiempo, escapar a la terrible realidad de su hogar, reproducir en la academia la misma constitución imaginaria de la realidad que masivamente comparten a través de las redes sociales vía ciberespacio. Otros, de buen carácter pero de escasa voluntad, solo van a informarse, a ser instruidos, a seguir reproduciendo las letanías del profesor de turno, a repetir las opiniones y creencias de los libros en boga. Pobrecitos, jamás han sentido dentro de su ser el terrible susurro de una voz amiga que les diga al oído ¡sé tú mismo!, ¡eres una existencia única!, ¡todo lo que has recibido como instrucción, en los lugares de castración de la facultad de juzgar, no es más que opinión!, ¡has sido programado desde tu niñez para creer en formas institucionales de concebir el mundo, la realidad, pero nada de eso eres tú! ¡Esfuérzate y saca de ti el demonio que llevas dentro!

¿En dónde quedó la dulzura del debate en torno a un tema en común, ante todo sobre los misterios de la vida, o las preocupaciones más esenciales del hombre, la sexualidad formativa, la salud integral, la pedagogía del cuerpo, la relación entre el macrocosmos y el microcosmos, los aportes de los minerales y vegetales al logro de una vida más sana?, ¿qué ha pasado con los debates académicos sobre ideales y prácticas de formación basadas en investigaciones profundas defendidas bajo argumentos de prácticas de vida, narraciones ancestrales preñadas de conocimientos profundos sobre la existencia, aportes epistemológicos de clásicos que le hablan en cosquilleo a nuestra época, o autores contemporáneos que realizan trabajos serios sobre las realidades de nuestros pueblos y no sobre las fantasías de lo perfecto que es el ser humano con su ciencia y su poder, o acerca de simples opiniones televisivas?, ¿en dónde ha quedado la profundidad de la búsqueda del conocimiento por el amor a este, de un modo autodidacta, serio, constante y disciplinado, a semejanza de la actitud del alquimista que va en búsqueda de la piedra filosofal para el logro de una vida eterna?, ¿por qué se contentan estos con discursos grande elocuentes desarrollados por sus maestros, que no hacen más que expresar la tragedia de su propia vida proyectándola en estos, para tratar de reparar algo de ese mundo trágico que es su propia vida, inauténtica, masiva y reprimida?

Pero donde esa decadencia se muestra en la medida más grande y más dolorosa es precisamente en la literatura pedagógica que atañe al bachillerato. Se puede afirmar que el valor incomparable de aquellos hombres, con relación a una auténtica institución de cultura, no se ha enunciado siquiera -y mucho menos reconocido durante más de medio siglo: me refiero al valor de esos hombres como guías y mistagogos que preparan la cultura clásica, los únicos que pueden llevarnos de la mano hasta hacernos encontrar de nuevo el camino correcto que conduce a la antigüedad. (Nietzsche, 2000, p. 20)

La institución académica es la fosilización del conocimiento, la muerte de la praxis formativa real y la aniquilación del ser genuino de cada hombre. La academia no es una catedral de ideas, a duras penas es un cementerio de ilusiones.

La institución gubernamental

Ahora bien, el sistema, como la hidra de la mitología griega, apoyado por una política de la homogeneización, una ética comerciante, una pedagogía del consumo y una cultura pornográfica audiovisual como sus principales cabezas, no es más que la causa material de la descomposición ideológica y cultural en la que se halla el hombre contemporáneo. Esta tiene el poder para hacer del mundo un sitio mucho mejor, pero su propia lógica mercantil se lo impide. Su ansia de dominar a través de unas microfísicas del poder imperceptibles para las masas, le asegura el poder de las subjetividades discursivas cada vez más transformadas en singularidades-plurales-narrativas, que poco o nada saben sobre formación para la vida o praxis formativa. Y esto ocurre no solo porque estos no lo deseen, sino también porque el sistema se encarga de perpetuar la gran mentira del mundo feliz, a través de la cultura pornográfica audiovisual soportada en una tendencia social hacia un sedentarismo-nómada, en donde el hombre es sometido al quirófano del exceso de información, sufriendo incisiones ideológicas aproximadamente cada cinco minutos. Incisiones ideológicas que tienen su más alto grado en la proliferación constante, creciente, en los pueblos latinoamericanos, de los grandes lugares de culto contemporáneo, la nueva panacea social: los centros comerciales. Lugares de exaltación y exacerbación de los sentidos con la única finalidad de que el hombre se sienta placebamente feliz, comprando lo que en su casa la pedagogía del consumo le ha dicho que compre, que consuma para ser autónomo. Los sentidos se ven sometidos a una acción de poder implantada en la forma estímulos constantes para cada sentido: los colores fuertes en una mínima cantidad pero bien ubicados, junto a colores pastel en gran cantidad que permiten visualizar el potencial de la imagen del color fuerte, inundan el imaginario de los compradores en masa, en la forma de imágenes visuales para ser consumidas de un modo inmediato; los sonidos que imitan la naturaleza actúan como estímulos auditivos que recrean en la mente de los visitantes la posibilidad del confort que podrían tener dentro de su hogar; el olfato, el sentido más pobre del ser humano, es puesto en ridículo ante el influjo de aromas dulces, de fragancias múltiples de alimentos por degustar, de perfumes para aplicar, de ropa para comprar; y el gusto, simplemente habrá que decir que es saciado al infinito. Los publicistas actúan como profesionales en la dirección del comportamiento masivo. Toda mercancía es vuelta signo visual, auditivo, olfativo y gustativo. La semiótica social mercantil es por y para el aumento imaginario de placer para ser consumido. El modo de acceder a estos estados de placer: la tarjeta de crédito, el poder del dinero convertido en un poderoso plástico, propiedad privada que produce un aumento desmedido de más propiedad. Por lo que su vida termina no siendo su vida, sino la vida de los demás que reproducen el sistema, guiados por una ética comercial, dirigidos por una política de la homogeneización de lo material y adoctrinados por una pedagogía del consumo y una cultura pornográfica audiovisual.

El padre, la madre y los hijos (institución familiar), los jóvenes, los educadores, los estudiantes (institución educativa) son los principales responsables de la lógica de una ética mercantil de un sistema que lo consume todo, que lo abarca todo y que lo puede todo. Porque son estos los principales responsables de las acciones que hacen que el mundo pueda cambiar. Nadie le dice a una pareja que apenas se conoce: niños generalmente que no pasan de los 15 años de edad, que vayan a la cama y copulen para tener hijos. Pero estos lo hacen. Por lo tanto, ellos son los directamente responsables de que el sistema funcione, porque están reproduciendo la lógica de la cultura pornográfica audiovisual. Nadie le dice a un joven o a un viejo que consuma drogas, pero estos elijen hacerlo para escapar del sufrimiento que implica llevar una vida heroica, asumir el reto de una vida esencialmente trágica. Estos y solamente estos son los culpables del mundo que los rodea.

El gobierno, bajo sus dos grandes sistemas de acción institucionales: la empresa capitalista y la burocracia estatal, generalmente como producto del sistema, la gran hidra del mundo griego, desarrolla unas políticas económicas y sociales usualmente guiadas por el paradigma del consumo, ética comerciante, mercantil. Así, todos los gobiernos de turno de tipo liberal, conservador, republicano o socialista terminan reproduciendo bajo esquemas distintos los mismos principios sustantivos del gran sistema: una ética comerciante que dirige la vida comportamental del individuo y su colectivo; una política del dominio que va de lo material hacia lo espiritual; una cultura pornográfica audiovisual paralela a una pedagogía del consumo que se ha adentrado en las raíces epistemológicas, y más aún, espirituales del mundo de la vida de los niños, niñas, jóvenes, mujeres y hombres contemporáneos que hacen de sí mismos y del otro, su cuerpo, sus emociones y sus afectos, simples mercancías de consumo, objetos de intercambio comercial por y a través del dinero. Mundo esencialmente carente de sentido, pero preñado de estímulos.

Las dos instituciones sociales anteriormente señaladas, la empresa capitalista y la burocracia estatal, son las directamente responsables de la estructuración de un mundo de la vida cosificado, esto es, mercantil: las profesiones, las acciones y los sentimientos de las personas de carne y hueso vueltas objeto de consumo, o sea, ¡todo posee un precio, pero todo ha perdido su valor! El dinero se impone como el único medio de relación social-humano. El dinero dictamina si la vida de un hombre o mujer es digna o no, “una persona de éxito”. La propiedad privada que de este deviene se impone como el paradigma de una vida lograda: cuanto más se tiene, más se acumule, más feliz se es. Este es el ideal de “formación” propio de la ética comerciante de este siglo. ¡Dime cuánto tienes y te diré quién eres! Profesiones tan sagradas para el mundo antiguo como lo eran la medicina y la educación, han pasado a ser un apéndice más de la lógica del mercado, de la ética comerciante; es decir, se han vuelto negocio, se han transformado en venta de servicios de poca calidad al mejor postor. De modo tal que quien no posee los recursos económicos para pagar por su salud o por su educación (así sea reproductora de formas alienadas y petrificadas de pensamiento) no podrá acceder a semejantes bienes sociales. Lo que hace que la brecha entre ricos y pobres (económicamente hablando) sea cada vez más grande. Pero este no es el gran problema. El gran problema consiste en que son los mismos educadores, médicos y profesionales (madres y padres) que no solo reproducen con dulzura este sistema, sino peor aún, que lo desean, lo anhelan, lo reproducen y se sueñan dentro de él. A tal punto que ante la posibilidad de decirles “sé tú mismo”, el hombre contemporáneo responde con una mirada fría, una expresión turbia y una palabra lastimera: no puedo, este es mi mundo y sin él no puedo vivir. Por lo que este hombre, el hombre de la autonomía del rebaño y de la ética comerciante solo merece morir, para que no siga perpetuando la raza de los delincuentes en serie, de los masivos hedonistas, de los vacíos espirituales y sedentarios-nómadas de la tecnología que reproduce el ciberhombre, el hombre muerto en relación viva con lo inorgánico.

Conclusión

El hombre contemporáneo es el único responsable de la muerte de la praxis formativa, encubierto por el envoltorio reciclable de las instituciones sociales en las que este se halla y le da valor a su vida. Peor aún, desde donde juzga la medida de todas las medidas 17 .

En síntesis, las instituciones sociales ya descritas, la familia monogámica o disfuncional hedonista comerciante, la escuela, el gobierno, o mejor dicho, la política, y en el primer caso la religión, junto al veneno de la ética comerciante expresada en su máximo símbolo (el dinero) deben desaparecer de la faz de la tierra si el hombre realmente quiere el retorno a una vida digna. Esto es, a una vida plena y auténtica bajo el único paradigma posible por él mismo instaurado y aceptado: la formación constante de todo su ser. Lo que implica un trabajo constante, un arduo esfuerzo y una férrea disciplina sobre sí mismo para después realizar todo esto sobre los demás. El resultado: un hombre o una mujer plenos, una divinidad mortal, un punto de referencia. La mejor de las emanaciones de la naturaleza. Un hombre y una mujer hechos a base de martillo y cincel.

Referencias

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Notas

1 Reflexión crítica que recoge un ejercicio de observación durante diez años de vida académica y cinco de trabajo con comunidades vulnerables de la ciudad de Cali, Colombia, en la Asociación Eslabón Cultural.

3 La expresión “seudo”, es tomada a préstamo de Nietzsche. Entiéndase por esta aquello que es inferior.

4 Los estudios sociales realizados por la Fundación Investigación Creativos y la Asociación Eslabón Cultural de Cali, en el 2013, han mostrado como las pandillas juveniles de la ciudad que en los años 80-90 no superaban las 15 personas, la mayoría eran jóvenes mayores de 18 años que iniciaban a unos pocos jóvenes menores de edad, han superado hoy, a partir del año 2004 al 2013, y gracias al influjo psicosocial de las redes sociales (Facebook, Twitter), al crecimiento urbanístico de la ciudad a través la construcción en masa de conjuntos residenciales, los 300 jóvenes, que en un 80 % son menores de edad. niños, niñas y jóvenes que en un 45 % pertenecen a pandillas como: los Amalios, la Brigada, Alianza o los Comando, entre otras. Lo que hace que Cali haya pasado de tener diez pandillas en los 90, a 140 pandillas actualmente, sin contar las que aquí y ahora se están constituyendo. Grupos de adolescentes que, a su vez, son alimentados por el Frente Radical Verde y el Barón Rojo, las dos barras bravas de la ciudad. Y peor aún, que nutren las escuelas sicariales de las Bacrim (bandas criminales), como la de los Urabeños. Sin contar, por supuesto, a nivel mundial con la constitución de hordas de jóvenes pandilleros en países como El Salvador, Guatemala, Honduras y Estados Unidos, bajo el nombre de la madre Mara Salva Trucha, los de la calle Dieciocho, entre otras.

5 Utilizo los puntos suspensivos como una figura argumentativa para ofrecerle al lector un pensamiento en suspenso que él mismo, si es acucioso, puede llenar.

6 Llamo formación al proceso de disciplina y trabajo constante y continuo sobre el cuerpo, la estructura psíquico-neuronal comportamental (pensamiento cognoscitivo) y el espíritu en su aserción esotérica.

7 En una encuesta realizada por la Asociación Eslabón Cultural a los 50 niños y niñas de esta, de la Comuna trece de Cali, que trataba sobre la convivencia familiar, una de las preguntas era ¿cuántos hermanitos tienes? A lo que los niños y niñas respondieron que por parte de papá tenían varios hermanitos de distintas madres.

8 En un estudio de casos realizado con distintas niñas menores de edad, en varios colegios de la ciudad de Cali, en las comunas trece, quince y veintiuno, sostenían que en los after-party, las fiestas de reguetón y otros encuentros juveniles, se entregaban a prácticas sexuales abiertas y espontáneas que terminaban siempre en orgías, motivadas por drogas psicoactivas como el poper, el éxtasis y el perico.

9 Lugar en el que históricamente el hombre se dio a su “formación” y recreación sexual, para salirle al paso a una vida de hogar monótona y aburridora.

10 En las universidades colombianas son bastante conocidos, pero ocultado y acallado por una moral eufemisada bajo el título de “ética profesional”, dos fenómenos: el primero, el de las niñas entre 17-30 años de edad, que se dedican por dinero, interés comercial y moda a la prostitución a la carta, las famosas prepago. El segundo, el de las profesionales de toda índole, disciplina del conocimiento u oficio, dedicadas a buscar hombres con los que puedan paliar el sufrimiento de una vida hipócrita, un matrimonio infeliz pero funcional para la alta sociedad.

11 El concepto de cultura pornográfica audiovisual lo desarrollo en Díaz y Rengifo (2014).

12 El cuerpo sin órganos es un concepto que analizo en el escrito anteriormente señalado.

13 Llamo narrativas mágicas a las construcciones sociales ancestrales de pueblos que erigieron sus vidas en torno a formas positivas de relacionarse con la naturaleza, el cuerpo y el otro. Por ejemplo, el taoísmo en China, la comunidad indígena de los Nasa en Colombia, los macumberos en Brasil, etc.

14 Algunos datos sueltos: en las comunas trece, seis, quince y veintiuno de la ciudad de Cali las bandas criminales se abastecen de menores de edad que no solo enfilan a los nuevos combatientes, sino que generalmente dirigen el sistema organizacional de estas. La razón: el deseo efímero de consumir objetos tecnológicos de moda. Su lógica: nos contaba un sicario “yo a las 9 am salgo a robar un bus todos los días, de lunes a viernes, en la semana trabajando hasta las 4 pm me hago mínimo $4.00.000, si eso lo multiplicamos por 4 en el mes me hago $1.600.000”. Luego, dice él, “compraba una pistola en $1.000.000 para cualquier vuelta. Alquilo esta un día por $200.000, si la alquilo todos los días en una semana me puedo ganar $1.000.000 y recupero la inversión, ya lo demás es ganancia. Entonces en un mes puedo hacerme más de $2.000.000 sin contar las vueltas que me mandan los patrones”. Y añade: “pero si yo me dedico a trabar en una empresa me piden, primero, estudios; segundo, si me dan el trabajo, me pagan un mínimo, y con eso no vive nadie, o no como yo quiero, pa´ la rumba, las drogas y las niñas”, “por eso yo prefiero seguir delinquiendo”. Siempre en estos sujetos aparece la posesión de objetos placebos como imperativo social: poseer ropa, objetos tecnológicos de moda, drogas, licor de marca, entre otros. De la mayoría de sujetos que pertenecen a estas bandas, el 80 % son menores de edad que antes de los 15 años ya han asesinado a más de diez personas por esta lógica delincuencial descrita por uno de ellos.

15 Denomino Mors-relación-inorgánica, a la relación fundante, patológica, que entabla el hombre contemporáneo no con otros seres vivos, sino con seres inorgánicos, muertos, con objetos tecnológicos de moda (OTM), como coextensivos a su propia naturaleza orgánica.

16 Aquí el concepto de popular lo presento como el reconocimiento social que el hombre del rebaño necesita de su entorno social de consumo, de opinión, para instituir y constituir su propia personalidad.

17 Recuérdese la frase célebre de Protágoras de Abdera: “El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto son, y de las que no son en cuanto no son”.

Notas de autor

2 M. Sc. Universidad Santiago de Cali (Cali-Valle del Cauca, Colombia).

Información adicional

Para citar este artículo: Rengifo-Carpintero, J. A. (2019). La institución: la aniquilación de la praxis formativa. Pensamiento y Acción, 26, 7-29.