Producción urbana de alimentos: una contribución al cumplimiento de los ODS. Una experiencia desde la proyección social universitaria

Resumen

La crisis alimentaria que enfrenta la humanidad es de las peores en la historia reciente, resultado entre otros factores de los efectos del cambio climático, la degradación de suelos y, sobre todo, de la creciente concentración de la población humana en centros urbanos. En diversas regiones del planeta la población urbana está por encima del 80 % en relación con la población rural, tendencia que sigue en aumento. En las zonas urbanas el acceso a alimentos depende fundamentalmente de la compra, por lo cual, las crecientes tasas de desempleo o subempleo, el elevado precio de alimentos, así como el incremento de gastos familiares como arriendo, transporte, servicios públicos, disminuyen los recursos disponibles para comprar alimentos, lo que genera un alto grado de vulnerabilidad alimentaria, especialmente para familias en situación de marginalidad socioeconómica (mujeres y la población infantil). De acuerdo con el informe SOFI presentado por FAO en 2023, más de 122 millones de personas se enfrentan diariamente al hambre. Sin la pretensión de constituirse como la gran respuesta a esta problemática, la agricultura urbana y periurbana surge como una opción para la producción de alimentos inocuos. Para ello, aplica principios de la economía circular, aprovechando recursos disponibles tanto de espacios como materiales para el montaje de las huertas, el procesamiento de residuos vegetales para producción de abonos, en cuanto se aplican principios agroecológicos para la producción, como la siembra con alta diversidad de especies de hortalizas, aromáticas y condimentos en un mismo espacio, la distribución pertinente de las plantas atendiendo requerimientos diferenciales de luminosidad y humedad relativa. En síntesis, la aplicación de controles botánicos y microbiológicos para manejo fitosanitario serían los derroteros de la producción. Un elemento diferencial en el establecimiento de huertas urbanas está determinado por la amplia participación de las comunidades, el intercambio de conocimientos, así como por promover espacios de encuentro y de esparcimiento como un mecanismo para la reconstrucción del tejido social, elemento básico para construir condiciones de seguridad alimentaria y nutricional.