El amargo sabor de la caña o sobre una sociedad basada en el sufrimiento animal
Resumen
Aquello que define la idiosincrasia de los pueblos suele basarse en aspectos que para el desprevenido constituyen meros accidentes de la costumbre, naderías que subyacen en el inconsciente de las masas de la localidad, que se dan por hechos y que, por ello, no son susceptibles de ser analizados por las gentes que los practican, usan o vivencian (mas sí por ciertos antropólogos que, por cierto, parecen más preocupados que los propios por conservar las "tradiciones". Tal vez hay que alejarse un poco para ver la verdad ante los ojos).
Uno de estos aspectos son las asperezas para obtener los ingredientes de la culinaria local advenidos de las agroindustrias regionales. En este caso particular compete hablar de la caña, o mejor, de la caña de azúcar, no solo de sus innumerables beneficios pecuniarios, propiedades para la salud o efectos sociales sino, y en caso particular, de uno de los miembros asociados a la industria, cuya relevancia histórica en el establecimiento de las plantaciones, por un lado, y del tejido del mismo entramado social asociado al cultivo, por otro, no ha tenido cabida diferente al lucro en las consideraciones del común de las gentes de la caña: el animal.
Palabras clave
educación
Referencias
En el artículo.